Rarezas de artista

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de artista



de artista

Gobierno de Arag贸n Monasterio Nuevo de San Juan de la Pe帽a 18 de noviembre de 2008 al 28 de febrero de 2009


Gobierno de Aragón

Exposición

Catálogo

Presidente

Rarezas de artista

Edición

Vicepresidente

Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña 18 de noviembre de 2008 - 28 de febrero de 2009

Marcelino Iglesias Ricou José Ángel Biel Rivera Consejero de Industria, Comercio y Turismo

Promueve y patrocina

Arturo Aliaga López

Departamento de Industria, Comercio y Turismo. Gobierno de Aragón

Viceconsejero de Turismo

Comisariado

Javier Callizo Soneiro

Director General de Turismo

Gonzalo Lapetra López

Jefe de Servicio de Gestión de Infraestructuras Turísticas

Javier Rincón Gimeno

Director Gerente de la Sociedad de Promoción y Gestión del Turismo Aragonés

Antonio Llano Falcón

Manuel Pérez-Lizano Adjunto a comisario, coordinación general y montaje de la exposición

Paco Rallo, Estudio Camaleón Seguro

Comín E. F. Correduría de Seguros, Zaragoza Transporte y montaje de exposición

Queroche, Zaragoza

Departamento de Industria, Comercio y Turismo. Gobierno de Aragón Diseño gráfico

RALLO+STRADER, Estudio Camaleón, Zaragoza Artes finales

Miguel Bielsa, Estudio Camaleón, Zaragoza Estudios

Juan Ignacio Bernués Sanz Paco Rallo Manuel Pérez-Lizano Biografías y pies de fotos

Manuel Pérez-Lizano

Archivos fotográficos y documentación

Archivo Manuel Pérez-Lizano Archivo Paco Rallo

Fotografías, digitalizaciones y cuidado de la imagen

Héctor C. Cásedas, Selenio, Zaragoza Impresión

La moderna. Zaragoza ISBN

978-84-8380-028-7 Depósito Legal

Zaragoza 3951/2008 © De esta edición, Gobierno de Aragón © De las obras, los autores © De los textos, los autores © De diseño, Estudio Camaleón © VEGAP, 2008

Impreso en España, Comunidad Europea Printed in Spain, European Comunity El editor no se identifica ni responsabiliza de los juicios y de las opiniones vertidas por el comisario y/o autores de los textos de colaboración en el catálogo que exponen en uso de la libertad intelectual que cordialmente se les brinda. Queda prohibida la reproducción o almacenamiento en un sistema de recuperación o transmisión de forma alguna por medio de cualquier procedimiento, sea éste mecánico, electrónico, de fotocopia, grabación o cualquier otro, sin previa autorización escrita de los titulares de Copyright. Reservados los derechos según la Ley de Propiedad Intelectual, recogida en el Real decreto legislativo 1/1996, de 12 de abril.


espejo de heterodoxias

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Juan Ignacio Bernués Sanz

ahuyentando fantasmas consideraciones en torno al hecho de ser artista en el mundo de hoy (a orillas del Ebro)

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Paco Rallo

silueta artística porosa

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Manuel Pérez-Lizano

obras expuestas biografías

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Manuel Pérez-Lizano

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El propio título de la exposición, Rarezas de artista, orienta de manera significativa una laboriosa selección de obras bajo el signo de lo diferente, de lo personal, en el ámbito de una proyección temporal que abarca desde 1976 hasta 2008. Escultores, fotógrafos y pintores, fusionan aquí dispares criterios artísticos con excepcional perfil, como si enigmáticos hilos vibraran juntos para transformar la anomalía en sucesos cotidianos. Son todos artistas aragoneses, o muy vinculados con Aragón, que trazan en este caso cambiantes temas, en una palpitante y laberíntica visión de realidades como sucesos de la vida, como abstracciones sólo en apariencia distantes, para transformarse en un resumen artístico, como si aquella lejanía al inicio de cada obra fuera otra constante temática.

Para mejor facilitar su «lectura», el presente catálogo está precedido de tres prólogos, que delimitan de forma idónea lo exhibido y se complementan para facilitar su comprensión. Motivo, pues, para un texto teórico que profundiza en conductas y pensamientos históricos, directa o indirectamente implicados en la exposición. Le sigue otro con vivencias y sensaciones íntimas de los artistas, que quiere contribuir a desentrañar la compleja problemática con que afrontan éstos el ejercicio de su profesión, tan de soledad y sacrificio. El último se centra en el análisis de las obras exhibidas, que están idóneamente separadas por temas para posibilitar su entendimiento y encaje en el conjunto de los veinticinco artistas. Tres prólogos que se enriquecen con un capítulo biográfico personalizado, como si fuera el testimonio de cada singular artista.

Con esta nueva exposición Turismo de Aragón abre el renovado claustro del Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña para acoger ahora una muestra del mejor Aragón heterodoxo de los últimos treinta años. Razas y rarezas de una tierra que siempre fue proclive a la indagación y hospitalaria con la vanguardia. Los que aquí muestran lo mejor de su talento, arriesgado y rompedor, también son de los nuestros. Arturo Aliaga López Consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de Aragón

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espejo de heterodoxias Juan Ignacio Bernués Sanz

modernidad, crisis y heterodoxia La libertad es el gran espejo mágico donde toda la creación pura y cristalina se refleja; en ella se abisman los espíritus tiernos y las formas de la naturaleza entera. Novalis1 1. NOVALIS, «Los discípulos en Sais», Madrid 1999, Madrid, Hiperion S. L. Ediciones (Libros Hiperión, nº 103), 1999. 2. Es preciso distinguir a la heterodoxia de la simple anomia (etimológicamente, sin norma), comportamiento no social que viene a ser la vertiente destructiva de la heterodoxia.

Apreciada en un sentido positivo2, la heterodoxia cabe ser relacionada estrechamente con el concepto de libertad, y definirse como un estado de opinión o actitud que desempeña un papel dinamizador y renovador en cualquier sistema en que ésta se produzca, dada su capacidad para poner en cuestión la principal coartada de lo ortodoxo –su opuesto–, para

imponerse: esa gran falacia que suponen las llamadas «verdades establecidas». El cuestionamiento del concepto de verdad –como del de identidad– constituye un tema transversal en el discurso filosófico moderno, cuyas argumentaciones cambian radicalmente con la entrada en escena del 9


3. HABERMAS, Jürgen, «El discurso filosófico de la modernidad» (versión castellana de M. Jiménez Redondo), Madrid, Taurus (Taurus Humanidades nº 290, Filosofía), 1989. 4. NIESTZSCHE, Friedrich, «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral», Madrid, Mare Nostrum Comunicación (Cuadernos de Filosofía, nº 5), 2000. 5. NIESTZSCHE, Friedrich y VAIHINGER, Hans, «Sobre verdad y mentira: la voluntad de ilusión en Nietzsche», Madrid, Tecnos, 2007. 6. FREY, Herbert: Un panorama de cien años de interpretación filosófica de Nietzsche. Publicado en La muerte de Dios y el fin de la metafisíca. En: «Simposio sobre Nietzsche». Facultad de Filosofía y Letras UNAM y Universidad de Artes Aplicadas de Viena, México 1997. 7. Citado en: FREY, Herbert, Opus cit. 8. NIESTZSCHE, Friedrich, «El nihilismo»: Escritos póstumos. Barcelona, Península, 1998. P. 27. 9. Citado en: FREY, Herbert, Opus cit.

inclasificable y heterodoxo pensador Friedrich Nietzsche (1844-1900), y su renuncia expresa a una nueva revisión del concepto de «razón» dentro de una dialéctica propia de la Ilustración3. Si bien Nietzsche nunca construyó una estética como conjunto coherente, unitario y claramente reconocible, a través del peculiar carácter poético de su filosofar, en el contexto general de crítica hacia las ideas de valor tradicionales que caracterizan fuertemente su pensamiento, aporta una serie de reflexiones absolutamente novedosas que habrán de ser de trascendental importancia en la evolución de la estética posterior. En muchas de sus obras más importantes –Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del Mal, Genealogía de la Moral, El Crepúsculo de los Ídolos o El Anticristo– el filósofo se ocupa 10

de cuestionar la existencia o validez de toda «verdad» objetiva, concluyendo la falsedad, inconsistencia e insostenibilidad de tal valor dominante, de forma que el considerar la verdad más valiosa que la ilusión no constituye para él más que un prejuicio moral. En su breve, pero influyente, ensayo «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral»4 (publicado como obra póstuma en 1903), el filósofo admite de forma explícita la invencible inclinación del ser humano a dejarse engañar, a «... estar como hechizado por la felicidad cuando el rapsoda le narra cuentos épicos como si fuesen verdades, o cuando en una obra de teatro el cómico, haciendo el papel de rey, actúa más

Paco Rallo. Objetos y Símbolos de Eros y de Thánatos, 2004. Conjunto de cinco objetos de diversos materiales, instalación de medidas variables. Pudo verse en la exposición colectiva «Erotomía», 2004 dentro de las actvidades En la Frontera. Vida y muerte cruzándose en forma de aspa y en el centro un ramo de flores secas. Todo en un espacio con forma de ángulo recto. La muerte: un cráneo de oveja que cuelga y un crucifijo negro como exvoto mejicano con zonas anatómicas de curaciones milagrosas en estaño. La vida: un perro caniche medio cursi y, al otro lado, un desnudo femenino, realizado mediante infografía, que duerme entre la belleza de su cuerpo.


regiamente que un rey en la realidad…» ¿Qué es entonces la verdad? –se pregunta Nietzsche–, antes de aportar una de las respuestas que habrán de ser claves en el discurso de la Modernidad e incluso anticipatorias del posterior rumbo adoptado por la Postmodernidad: La verdad es sólo: ... Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes. Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.5

En efecto, la interpretación filosófica francesa de Nietzsche anticipó y conceptualizó antes de su tiempo los contenidos de la Postmodernidad, mucho antes de que éstos comenzaran a circular. El potencial crítico del autor de «Ecce homo» y el escepticismo ante los procesos históricos se convierten en el núcleo central del pensamiento de Gilles Deleuze, que hizo de éste el objeto de su examen. En su libro «Nietzsche y la filosofía» ya anticipa todos los momentos del pensamiento postmoderno, iniciando con ello un cambio de paradigma del que sólo se alcanzaría la plena conciencia décadas después, cuando François Lyotard, con su ensayo sobre «La Condición postmoderna», le dio a una generación la clave de lo que tenía en común6. Otro gran pensador en la misma línea, Pierre Klossowski, radicalizó aún más las interpretaciones que realizaran Gilles Deleuze y Michel Foucault.

Con carácter general, puede decirse que el proceso de accesis del arte moderno a la conquista de su propia autonomía tiene una de sus bases más firmes en la aceptación e integración en sus más íntimas estructuras de esta especial mirada heterodoxa que se presupone en las conclusiones nietzscheanas. En su proyecto de una nueva experiencia del mundo, el filósofo nos recuerda que «Sólo hay perspectivas y por ello sólo interpretaciones, de manera que no existe ninguna factividad que pudiera quedar al margen de la interpretación»7. La Modernidad, a lo largo de un proceso de creciente escepticismo, va haciéndose amplio eco de este enfoque «perspectivista», según el cual cualquier «verdad establecida» resulta ser, bien una quimera, bien un descarado e interesado engaño-autoengaño, porque «sólo existe interpretación, no explicación. No hay ningún estado; de hecho, todo es fluido […]8». El nihilismo –como lo entiende Nietzsche– basado en el «No hay hechos, sólo interpretaciones», promueve la concepción de una nueva realidad. Una realidad «moderna» que sólo es accesible al pensamiento humano a través de la imaginación y la metáfora y, donde, consecuentemente, toda forma de conocimiento ha de conformarse en sentido estricto como un proceso interpretativo:

El mundo se convierte en fábula, el mundo como tal es sólo fábula; pero fábula designa algo que se narra y que sólo existe en la narración; el mundo es algo que se narra, un acontecimiento narrado y por lo tanto una interpretación: la religión, el arte, la ciencia, la historia «todo esto son diversas interpretaciones del mundo o más bien variantes de la fábula.9

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10. CÍA LAMANA, Domingo, «Niestzsche: La filosofía narrativa de la mentira, la metáfora y el simulacro». Revista de Filosofía digital «A Parte Rei», nº 8, junio de 2000 (Especial Nietzsche). Formato digital: http://serbal.pntic.mec. es/~cmunoz11/nietzsche.html. 11. KLOSSOWSKI Pierre, «Nietzsche y el círculo vicioso», Barcelona, Seix Barral (Biblioteca Breve, vol. 232), 1972. 12. VATTIMO, Gianni, «Arte e identidad. Sobre la actualidad de la estética de Nietzsche» (Traducción de Carmen Revilla), en VATTIMO, G., «Diálogo con Nietzsche. Ensayos 1961-2000», Buenos Aires, Paidós, 2002, pp. 159-196. 13. VATTIMO, Gianni, Idem. 14. VATTIMO, Gianni, Ibidem. 15. HABERMAS, Jürgen, Opus cit. 16. JUANES LÓPEZ, Jorge, «Goya y la modernidad como catástrofe» México, Ediciones Ítaca, 2006. 17. ARANGUREN, José Luis L. (1955): «¿Por qué no hay novela religiosa en España?», Madrid, Cuadernos Hispanoamericanos, XXII, 62, Madrid, II, p.207.

Esta necesidad humana de metáfora, que Nietzsche advierte con clarividencia, se extiende a todos los campos humanos. Tanto a los del saber como a los del lenguaje. Se transforma en un impulso fundamental del hombre del que no se puede prescindir ni un instante, no sólo en su ámbito natural de lo creativo, sino incluso cuando esté produciendo conceptos para la ciencia (Gastón Bachelard)10. A partir del punto de inflexión marcado por Nietzsche, la modernidad acepta el reto de moverse en un terreno de «arenas movedizas» y de vivir la experiencia del mundo y del arte de un modo subjetivo y discontinuo. La nueva filosofía, a través de una meditación inspirada de manera decisiva por el filósofo alemán, impulsa un nuevo contexto –también artístico– en estado de crisis permanente que acaba por sospechar radicalmente del sujeto, hasta el punto de instaurar una verdadera liquidación del principio de identidad. Este contexto conlleva una creciente valoración de lo heterodoxo, aunque incluso este valor será observado en ocasiones bajo un enfoque crítico: «Sólo se desmitifica para mistificar mejor»11, advierte Pierre Klossowski.

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Para Nietzsche, la lucha entre las fuerzas de Dionisios y Apolo marca la dicotomía entre mundo verdadero y mundo aparente; es una lucha histórica en la que está en juego el principio de identidad como fijación social de las fronteras entre lo verdadero y lo falso, de la jerarquía de los conceptos y de los límites de los sujetos12. Dionisios se presenta como exceso, y en el ámbito de este exceso es donde se da, principalmente, el arte. El arte se conforma así como el lugar privilegiado del exceso porque es en él donde se presenta en todo su alcance, esto es, a la vez como violación entre lo real y lo aparente y como violación de los límites de la identidad personal, como superación de la subjetividad autoconsciente13.

Provista de un talante eminentemente heterodoxo, la Modernidad cuenta como uno de sus pilares esenciales con la figura del aragonés Francisco de Goya, uno de los grandes heterodoxos de la historia, que se adelanta notablemente a ese esfuerzo de Nietzsche por captar lo dionisiaco en formas de arte excluidas o censuradas por la tradición clasicista.14 Porque en el caso de Goya hablamos de un momento en que el artista comienza a enfrentarse con los fantasmas de su propio yo, pero paradójicamente, a través de un «arte que tiene acceso a lo dionisiaco al precio del éxtasis, al precio de una dolorosa desdiferenciación, de la pérdida de los límites individuales, de la fusión de la naturaleza amorfa, tanto dentro del individuo como fuera»15. Con una actitud ciertamente muy poco convencional, el gran artista aceptó solidarizarse con lo marginal, lo diferente y lo heterogéneo, manteniéndose fiel a sus propias experiencias, ligando su expresión a la idea


de libertad y no a las exigencias de las estructuras de poder vigentes16: La personalidad y la obra de Goya –especialmente el Goya de «Los Caprichos» o el de «La Quinta del Sordo» con su exaltación de lo raro, lo desconocido, lo misterioso y lo oculto– abren la puerta al autorreconocimiento del ser libre y creativo, a la identificación propia y al ajeno respeto de una individualidad integradora que quiere escapar a su disolución en la masificada sociedad moderna y establecer una estrecha fusión con las misteriosas fuerzas de la naturaleza, y que dará paso a la apertura deslumbrante de todo un abanico de nuevas tendencias artísticas a lo largo del siglo XX. Es cierto que si algo tiene la heterodoxia es el poder de encarnar la individualidad en el mundo. Pero no estamos hablando aquí de una individualidad egoísta y autosuficiente, sino de algo muy distinto, como hemos visto en el caso de Goya. La heterodoxia, muy al contrario, demuestra poseer un carácter eminentemente abierto, integrador y profundamente realista, como hemos tenido ocasión de ver, por su tendencia a poner en cuestión cualquier verdad establecida. «Nuestros ‘ortodoxos’ –subraya, José Luis Aranguren– se saben

todo en entornos sociales rígidos o intolerantes, aunque también en otros supuestamente más abiertos y democráticos: de algún modo, cuando el disidente se atreve a singularizarse, la colectividad tiende a rechazarlo como un miembro inadaptado, y a etiquetarlo con algunas de las múltiples calificaciones despectivas que el sistema establecido suele asignar cuando se siente amenazado: «raro», «excéntrico», «histriónico», «loco», «degenerado»… cuando no pasa a considerarlo como un auténtico peligro social merecedor de ser maldecido, vilipendiado, castigado, arrastrado al olvido, expulsado de la sociedad o incluso eliminado... María Zambrano simboliza a las víctimas por esta causa en la figura de Giordano Bruno y, a propósito de este mártir paradigmático, se pregunta:

María Enfedaque. Las raíces, el tiempo..., 2005. Acrílico sobre tela, 100 x 70 cm. Vegetación para cualquier vida y brazo alimentado por la tierra azul.

siempre de corrido todas las respuestas, pero suelen ignorar las preguntas. Nuestros grandes heterodoxos, al revés, conocen bien las preguntas, pero no pueden descansar en ninguna respuesta»17. Otro rasgo que históricamente ha definido con fuerte acento el «ser heterodoxo», es su carácter sacrificial. Por sus ansias de libertad, el afecto de heterodoxia suele pagar un alto precio, sobre

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18. VERDÚ DE GREGORIO, Joaquín, «Italia como germen de la palabra en María Zambrano». En V.V.A.A. «María Zambrano: los años de Roma (19531964)». Actas del Congreso Internacional conmemorativo de su nacimiento (Roma, 15-16 de diciembre de 2004). Versión digital en: http://cvc.cervantes. es/literatura/zambrano_roma. 19. DARÍO, Rubén, «Los Raros; Semblanzas», Madrid, Pliegos (Pliegos de Ensayo nº 166), 2002. 20. DARÍO, Rubén, Idem.

¿Se tratará de la necesidad que el ser humano occidental tiene de hacer arder cuerpos vivos, de no conformarse con la llama del amor y ni siquiera con la llama del odio? Seguramente sí, es la misma necesidad de ver arder al heterodoxo, no al enemigo: al heterodoxo, al diferente, al distinto, al que se ha atrevido a ser él, a pensar y a sentir.18

Roberto Coromina. Sin título [Bruyn el Viejo], 1999. Óleo sobre lino, 97 x 130 cm. De la serie Anamorfosis, como obra basada en un cuadro de Bruyn el Viejo, las cuencas achinadas, cual ojos-cuevas, «miran» obsesivas, penetrantes, muertas, mientras que la indefensa mandíbula se pierde en el fondo luminoso. 14

En el ámbito de la creatividad, son precisamente este tipo de etiquetas las que nos ponen sobre aviso de la alta calidad heterodoxa de los protagonistas a los que hacen referencia. Así, pueden recordarse a bote pronto calificativos recurrentes como el del «astigmático» Greco, Pollock el «alcohólico», Dalí el «histriónico», García-Lorca «el mariquita», los «sordos» Goya y Beethoven, los «locos» Van Gogh y Hölderlin... Una de ellas es la que adopta, no sin ironía, Rubén Darío para el título de su fascinante ensayo biográfico «Los Raros» (1896), una serie de semblanzas de

escritores que por su marcada personalidad heterodoxa fueron considerados por el poeta nicaragüense como almas gemelas a la suya: personalidades tan heterogéneas y fascinantes como las de –entre otros– Paul Verlaine, Henrik Ibsen, Edgar Allan Poe, Jean Moréas, Villiers de L’Isle-Adam, el Conde de Lautréamont, Jean Richepin e incluso las de una inclasificable mujer, Marguerite Eymer alias «Rachilde» –que nos recuerda que el hecho de ser mujer en una sociedad machista puede resultar también una forma específica de heterodoxia– y un revolucionario como José Martí, son presentadas por el escritor en conjunto a través del siguiente esclarecedor preámbulo: Existe hoy un grupo de pensadores y de hombres de arte que en distintos climas y bajo distintos cielos van guiados por una misma estrella a la morada de su ideal: que trabajan mudos y alentados por una muda y misteriosa potente voz, en lenguas distintas, con un impulso único. ¿Simbolistas? ¿Decadentes? Oh, ya ha pasado al tiempo, felizmente, de la lucha por las sutiles clasificaciones. Artistas, nada más, artistas a quienes distinguen principalmente la consagración exclusiva a su religión mental y el padecer la persecución de los domicianos del utilitarismo.19 Esta grey de geniales literatos a la vez que grandes iconoclastas, rebeldes, subversivos, vagabundos, atormentados, desintegrados e inadaptados, conforman para


Darío las voces inarmónicas de un extraño coro de modernidad que se aparta de las convenciones vigentes hasta entonces –tanto estética como psicológica y moralmente– para enriquecer el mundo con los frutos de un espíritu renovador y revolucionario, avanzadilla de lo que habría de venir en el futuro. Pero es preciso recordar que, antes de integrarse como elemento clave de la modernidad, hasta ser elevada incluso a los altares, la heterodoxia ha sido rechazada históricamente de forma muy visceral, sobre todo cuando ha surgido asociada a los aspectos más sombríos de la naturaleza humana y

muy especialmente cuando se refiere al mal en sus «dos principales baluartes: la carne y el espíritu»20. Evoquemos, a modo de ejemplo, dos casos históricos que pueden ser muy explícitos a este respecto: Cuando, en 1865, Edouard Manet expuso por primera vez su Olympia en el Salón des Refusés, el desnudo suscitó un enérgico rechazo por parte de la burguesía parisina que la calificó como obra «degenerada» y exigió su inmediata retirada y hasta su quema en la hoguera, no sin antes desfilar masiva y morbosamente ante aquella prostituta desnuda que se atrevía a mirarles directamente a los ojos, sin que ninguna coartada mitológica se molestara siquiera en arroparla. «Degenerado» es precisamente el calificativo que otorgó el régimen nazi en la Alemania de los años treinta a toda corriente vanguardista que se contrapusiera a los cánones tradicionales del realismo alemán. El propio Hitler, nada más asumir sus funciones como Jefe de Estado (1934), declaró como un «deber del Estado, y de sus líderes, impedir a un pueblo caer bajo la influencia de la locura espiritual» que estas tendencias representaban y atenerse a un Arte Heroico bajo la pretensión de conseguir la« purificación de la cultura alemana». Sus represalias afectaron a mas de 16.000 obras de arte vanguardista, que fueron diseminadas, tiradas, malvendidas o quemadas y a muchos de los más grandes genios del arte siglo XX, que pasaron a ser considerados como enemigos o individuos non gratos para el régimen nazi: creadores de la talla de Vicent Van Gogh,

Marc Chagal, Picasso, Paul Klee, Wassily Kandisky, Otto Dix, Salvador Dalí, Edward Munch, Oscar Kokoschka, entre muchos otros. Sumergirse en los aspectos más ocultos de lo humano, integrar los mundos abismales e insondables del subconsciente como ámbito de comunicación vital directa del individuo con el todo, ha sido labor fundamental de las estéticas dadaísta y surrealista que tuvieron como precursores a una extensa pléyade de escritores altamente heterodoxos, que han sido a la vez grandes minadores de prejuicios: Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Gérard de Nerval, el conde de Lautréamont, Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft, el marqués de Sade, etc. Si

tomamos como ejemplo el caso de heterodoxia extrema que representa la obra literaria de Isidore Ducasse, «el Conde de Lautréamont», especialmente sus «Cantos de Maldoror», nos hallamos ante una producción que aúna la crudeza más extrema con una inigualable profundidad poética; una combinación aún, hoy en día, no bien asimilada por buena parte del público. El poeta Ruben Darío, su descubridor, la califica de obra

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21. DARÍO, Rubén, Ibidem. 22. DARÍO, Rubén, Ibidem. 23. WAIBLINGER, Wilhelm «Fragmentos de su diario». En «Fiedrich Hölderling. Poemas de la locura: Precedidos de algunos testimonios de sus contemporáneos sobre los años oscuros del poeta», Madrid, Hiperion (Poesía Hiperion, 4), 2008. 24. Así lo advierte Menéndez Pelayo en las advertencias preliminares a su «Historia de los heterodoxos españoles»: «El título de Historia de los heterodoxos me ha parecido más general y comprensivo que el de Historia de los herejes. Todos mis personajes se parecen en haber sido católicos primero y haberse apartado luego de las enseñanzas de la Iglesia, en todo o en parte, con protestas de sumisión o sin ellas, para tomar otra religión o para no tornar ninguna». MÉNÉNDEZ PELAYO, Marcelino, «Advertencias preliminares». En «Historia de los heterodoxos españoles», (Edición facsímil), Madrid, CSIC, 1992.

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«diabólica y extraña, burlona y aullante, cruel y penosa, en la que se oyen a un mismo tiempo los gemidos del dolor y los siniestros cascabeles de la locura»21. Pero fue este misterioso poeta francés el primero que tuvo el inmenso valor de mirar frente a frente, sin cortapisas de ningún tipo, los aspectos más recónditos, crueles y repulsivos –a la vez que fascinantes– del inconsciente y de afrontar su expresión apasionada y directa, como es propio de esa «criatura caminando con los ojos vendados a la orilla del abismo», que para Octavio Paz es todo auténtico «Poeta». Por ello fue un verdadero ídolo para Breton, y los surrealistas lo consideraron como «el más grande de los poetas, el verdadero punto de partida de la poesía moderna». Realmente fue un artista profundamente heterodoxo, que supo abrir los ojos a sus contemporáneos sobre la posibilidad de penetrar en los mundos más desconocidos, procelosos y oscuros posibles; eso sí, a través de una vía no exenta de peligros, como el propio Darío aclara a sus lectores:

María Cruz Sarvisé. Ella desearía, 1999. Óleo sobre lienzo, 73 x 73 cm.

No aconsejaré a la juventud que se abreve en esas negras aguas, por más que en ella se refleje la maravilla de las constelaciones. No sería prudente a los espíritus jóvenes conversar mucho con ese hombre espectral, siquiera fuego por bizarría literaria o gusto de manjar nuevo. Hay un juicio consejo de la Kábala: «No hay que jugar al espectro porque se llega a serlo»: y si existe autor peligroso a ese respecto, es el conde de Lautreamont.22

Más prisionera por estar desnuda en una habitación odiada, busca en la llave su salvación quizá inaccesible.


heterodoxia creatividad y locura Cuando le hicieron «entrega de un ejemplar de sus poemas, dio las gracias, hojeó el libro y dijo: Sí, los poemas son auténticos, son míos, pero el título es falso. En mi vida me he llamado Hölderlin, sino Scardelli, o Salvator Rosa o algo así.»23

En busca de su anhelada libertad, el heterodoxo debe transitar normalmente un duro camino de iniciación, que exige el abandono previo del principio de autoridad, es decir, ejercer un papel activo dentro del esquema ortodoxo, para apartarse después del mismo24. Retomando con franqueza la fuerza de la imaginación que lo impulsa, su movimiento genuinamente creativo, cuando se siente libre el pensamiento acaba por aceptar

sin reparos esa capacidad humana –reseñada por Nietzsche– para «metaforizar» la realidad, que le caracteriza tanto como le determina, rechazando paralelamente el anquilosamiento producido por cualquier otra realidad delirantemente «retenida» a su favor por el sistema, o por la propia mente. Las razones de ese abandono pueden ser muy diversas: conscientes o inconscientes, libremente elegidas, adquiridas o fruto del azar. Una de ellas es la que llamamos con carácter general la «locura». En la pluma de Antonio Tabucchi, el orate António Mora (uno

Gonzalo Tena. Breve encuentro, 1991. Óleo sobre tela, 200 x 300 cm. Forma ósea como pasarela para el feliz y etéreo abrazo. 17


25. Como es bien sabido, Fernando Pessoa es el poeta que se despersonaliza en la figura de innumerables heterónimos y semi-heterónimos dando forma, a través de sus múltiples voces, a la amplitud y complejidad de sus pensamientos, conocimientos, y percepciones de la vida y el mundo. 26. TABUCCHI, Antonio, «Los últimos días de Fernando Pessoa», Madrid, Alianza Editorial, 1996, P. 48. 27. PAZ, Octavio, «Puertas al Campo», Barcelona, Editorial Seix Barral, 1981, p. 169. 28. DARÍO, Rubén, Poema «Letanías de Nuestro Señor Don Quijote» de «Cantos de Vida y Esperanza». «Rubén Darío: Poesías Completas», Madrid, Aguilar, 1954, pág. 775. 29. NIETZSCHE, Friedrich. «Aurora: reflexiones sobre la moral como prejuicio», Edimat, Arganda del Rey (Madrid), (Clásicos de siempre, nº 39), 1998.

Juan Carlos Laporta. Viaje final. 1998. Bronce. 37 x 18 x 16 cm. Cuerpo expresionista, incluso irreal, alterado por poderosas formas ondulantes que aniquilan su vida.

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de los muchos heterónimos que adoptó el poeta Fernando Pessoa para crear una imagen poliédrica de su propia intimidad)25, llega a defender «que la locura es una condición inventada por los hombres para marginar a las personas que molestan a la sociedad»26. Resulta, en efecto, muy verosímil que así sea; ya que, ante las dificultades de definición que sufre un fenómeno tan enigmático y desconocido como son las patologías mentales, es un hecho que siempre le corresponde a un aparato político el ser encargado de determinar su valor y las posibles razones –o, sería más exacto decir, pretextos– de exclusión social de quienes las sufren.

El mexicano Octavio Paz nos recuerda que, por sus vinculaciones con la locura y el mal, incluso un fenómeno tan humano como la risa ha sido considerado históricamente como un gesto hondamente transgresor y heterodoxo: Hace apenas unos cuantos siglos (la risa) ocupó un lugar cardinal en los procesos de hechicería, como síntoma de posesión demoniaca; confiscada hoy por la ciencia, es histeria, desarreglo psiquico, anomalía. Y sin embargo, enfermedad o marca del diablo, la antigua risa no pierde su poder. Su contagio es irresistible y por eso hay que aislar a los enfermos de risa loca.27

Escapar de lo habitual o establecido, cuestionarIo, explorar territorios esquivos a la razón o a la lógica, son acciones comunes a la creatividad y a ese estado alterado de la mente humana que, en sentido general, denominamos «locura». Ambos estados se hayan estrechamente relacionados con fluidez y sin verdaderos problemas de fondo, como demuestran los numerosos casos que jalonan la historia de nuestra cultura. Un maravilloso ejemplo es el que nos proporciona el escritor Miguel de Cervantes mediante su personaje Don Quijote de la Mancha, que nos devuelve a través de su visión de la vida –profundamente heterodoxa– una clarividente reflexión sobre la condición humana,


establecida en la sinrazón, la duda y la incertidumbre, y en aquello que resulta, en definitiva, opuesto a todo dogmatismo. El personaje cervantino nos enseña que, a pesar de su aparente delirio –o a causa precisamente de éste–, el heterodoxo habría de ser el lúcido, el realista por antonomasia; un luchador incansable por una causa tan humana como es la de transformar el mundo, a cuyo favor puede llegar incluso a perder la noción de sí mismo, pero nunca la del inmenso valor de su gesta. En su creciente valoración de la heterodoxia, la Modernidad dio un paso más allá y algunos de sus más grandes genios –Picasso, Miró, Paul Klee, etc.– pusieron su atención en el puro acto creador que corresponde a personas que escapan de las convenciones sociales y culturales, como son los niños, los alienados, los iletrados o las culturas primitivas aún no contaminadas por los «valores» occidentales. Los artistas afiliados a los presupuestos del Art Brut, con Bernard Dubuffet a la cabeza, llegaron a considerar a los enfermos mentales como «personas excepcionales», por su capacidad única de manifestar su sentir, sus pasiones y sus sensaciones más intimas sin las limitaciones de la razón y de la lógica, rindiendo un auténtico culto al «arte psiquiátrico».

la atracción de lo prohibido De las academias, líbranos Señor. Rubén Darío28

Reflexiona Nietzsche: Las costumbres representan las experiencias de los hombres anteriores sobre lo que ellos consideraron útil o nocivo; pero el sentimiento de las costumbres (de la moralidad) no se refiere a sus experiencias, sino a la antigüedad, a la santidad, a la indiscutibilidad de las costumbres. He aquí por qué ese sentimiento se opone a que se hagan experiencias nuevas y a que se corrijan las costumbres, lo que quiere decir que la moralidad se opone a la formación de las costumbres nuevas y mejores: embrutece.29 19


30. MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino, «Advertencias preliminares», Opus Cit. 31. MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino, Opus Cit. 32. «Vidas mágicas e Inquisición», Barcelona: Círculo de Lectores, 1990, 2 vols, pp. 28-29. 33. Por ello, María Zambrano, califica la de Menéndez y Pelayo como una obra bellísima y poética. ZAMBRANO, María, «Pensamiento y Poesía en la vida española», Madrid, Endymión (Serie Ensayos), 1987. 34. MÉNÉNDEZ PELAYO, Marcelino, Opus Cit.

La hegemonía de lo ortodoxo, que el filósofo alemán pone en evidencia, conlleva necesariamente una paralización, un estrangulamiento o embrutecimiento de lo moral y de todo lo que ésta toca. Este país que llamamos España, inmerso en un proceso histórico particularmente convulso, ha sufrido este tipo de situaciones de colapso no de manera coyuntural, sino reiteradamente. Tierra fecunda en vidas heterodoxas, alimentadas de sueños quijotescos, saberes secretos o fuerzas místicas, lo mejor de su tradición cultural está impregnada de esa especial manera –subversiva– de mirar las cosas que llamamos heterodoxia. Impregnación, no tanto causada por una personalidad disconforme

o díscola por naturaleza sino, más bien, como inevitable reacción de todo un espacio humano secularmente maltratado por sus clases dirigentes, que muchas veces han querido convertirlo, «según expresión sarcástica del funesto Príncipe de la Paz, en un claustro de rígida observancia»30. Es un hecho que la normalización del país sólo ha podido completarse de alguna manera en aquellos momentos en que ha logrado incorporar su parte heterodoxa, es decir, en que ha conseguido superar la exclusión, la imposibilidad de integración del conjunto de dualidades que nos han aquejado secularmente. A lo largo de nuestra historia, la función de los sucesivos instrumentos represivos al servicio del poder imperante

José Luis Corral. Sin título, hacia 1983. Óleo sobre lienzo. Expresión facial dura de tanto sufrir al borde de su libertad.

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–el Tribunal de la Santa Inquisición es el más representativo y conocido de todos ellos– ha sido el de no dejar piedra sobre piedra de ese inmenso legado cultural que conforma «lo herético», desintegrar todo atisbo de lo que fue la inmensa obra de ese inclasificable conjunto de iconoclastas, místicos iluminados, liberales, protestantes, porfiados, cismáticos, societarios secretos, apologéticos, magos, hechiceros, conspiradores, o visionarios que constituyen nuestro corpus heterodoxo, compendiado por Marcelino Menéndez y Pelayo en su «Historia de los Heterodoxos Españoles». En el preámbulo de esta obra –de lectura imprescindible para la comprensión de la importancia y extensión del fenómeno, aunque su enfoque se centra casi exclusivamente en lo que desde la perspectiva dogmática católica podría considerarse como herejía– el polígrafo santanderino reconoce las enormes dificultades para su estudio:


Francisco Benessat. Sin título, 1979. Bronce, 28 x 30 x 20,5 cm. Colección Manuel Pérez-Lizano. Deformación surrealista. Hombre pez hambriento, mirada sin fondo, pensamiento fijo.

... En general, ni los libros de heterodoxos españoles, casi todos de peregrina rareza, habían caído en manos de nuestros eruditos, gracias a las bien motivadas persecuciones y rigores ejercidos al tiempo de su aparición por el Santo Oficio, ni era muy conocida la historia externa (digámoslo así) de aquellos abortados intentos [...] Hablábase de Juan de Valdés como por tradición oscura [y...] Latassa, en la Biblioteca Aragonesa, hablaba de Servet, confesando no haber podido examinar sus libros.31 Nuestros artistas heterodoxos no tienen el honor de figurar en esta obra; pero, algún día, tal vez alguien se ocupe en reconstruir una historia que sin duda habrá de resultar fascinante.

Para otro estudioso del fenómeno, Caro Baroja, las personalidades heterodoxas españolas se sitúan a ambos lados de un mismo eje: De un lado, las que se consideran como originadas por un defecto o insuficiencia doctrinal y aun mental. De otro lado, las que se consideran originadas por un exceso. Así, ideas antiguas, como las relacionadas con la Astrología, o elementales, como las condicionadas por la fe en la Magia y Hechicería, se sitúan en el ámbito de lo insuficiente por defecto; son personas ignorantes, inmorales, apasionadas, etc. A las que, por un lado, se persigue. Por otro se vigila a los que profesan ideas modernas y que, a veces, suponen una sutileza y refinamiento intelectual que se consideran resultados excesivos de la ciencia. Los grandes heterodoxos surgen en este ámbito.32

La heterodoxia histórica, que normalmente ha encontrado su sitio natural en el seno de lo marginal, ha mantenido paradójicamente ese inmenso poder de atracción y cierto halo de prestigio que sólo lo prohibido es capaz de suscitar en el imaginario colectivo33, como se desprende de aquel malicioso epigrama satírico de Samaniego contra Iriarte recogido por Don Marcelino: Tus obras, Tomás, no son ni buscadas ni leídas, ni tendrán estimación, aunque sean prohibidas por la Santa Inquisición.34

El aragonés Miguel Servet es considerado hoy como uno de nuestros más afamados heterodoxos históricos. Junto a sus paisanos Francisco de Goya, Luis Buñuel, Joaquín Costa y Miguel de Molinos –al decir del escritor Ramón J. Sender, el hijo aragonés de esa especie de anarquistas de lo absoluto que fueron los místicos castellanos– conforman un grupo muy heterogéneo, pero coherente, que denota la permanencia en la historia de ciertos rasgos propios del carácter aragonés que pueden ser relacionados con lo heterodoxo. La sugerente obra Los heterodoxos aragoneses de la Hermandad Pictórica Aragonesa (Angel y Vicente Pascual Rodrigo, 1972) refleja con taimada socarronería a estos históricos personajes: retratados en grupo, en digna pose, la envoltura púrpura y dogmática de una «solarizada» Virgen del Pilar parece arroparles desde las frías y esquemáticas paredes de una sala, que enclaustra a los personajes y los empequeñece hasta hacerlos casi desaparecer. 21



35. DE DIEGO, Estrella: «Ver, Mirar, Olvidarse, Reconstruirse», 100%. Sevilla, Museo de Arte Contemporáneo, Junta de Andalucia, 1993, p. 31. 36. MARZO, José Luis, «La performance en los 80, entre la mirra, el incienso, las fallas y algunas reacciones». Catálogo de «Sin número», Arte en acción, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 1996.

reflejos de una situación «No basta con subvertir la mirada: hay que romperla. Porque de lo contrario se corre el riesgo de convertir la heterodoxia en un nuevo academicismo» Estrella de Diego35

La Hermandad Pictórica Aragonesa, (Ángel y Vicente Pascual Rodrigo). Los heterodoxos aragoneses, 1972. Acrílico sobre tabla, 150 x 110 cm. Museo Pablo Serrano. Gobierno de Aragón. La Virgen del Pilar oculta en un espacio diáfano de colores magentas fluorescentes. Aragoneses famosos, indestructibles, coronados por su vida rompedora eterna.

En su interés por crear categorías y clasificaciones fácilmente digeribles, la historia del arte ha tendido a aplastar las individualidades, a diluir en lo general los detalles esenciales de muchas fascinantes vidas heterodoxas, donde se unieron la grandeza y la miseria, la sordidez y la máxima nobleza que implica la entrega a una causa que muchos sabían perdida de antemano. Por otro lado, a través de los museos, instituciones y empresas culturales, la industria del arte reivindica y engulle también a los grandes artistas heterodoxos para regurgitarlos más tarde en las variadas formas estandarizadas que a la sociedad de consumo le interesa comercializar en un momento dado, bajo las

consignas de un mercado insaciable y todopoderoso. Recuperados por la industria del arte –que, recordemos, es el tercer sector de inversión financiera en nivel de importancia, tras la bolsa y el inmobiliario– muchos activistas del arte «comprometido», conceptual, o que han trabajado en formatos «no comercializables» como el arte en acción, el Body-Art, etc., y, más recientemente, en los nuevos campos del arte en la red o «ciberarte», vuelven al redil de un sistema que todo lo devora. Las grandes exposiciones museísticas se suceden: Fluxus, la Internacional Situacionista, Zaj, Joseph Beuys, Marcel Duchamp y muchos otros artistas o grupos que han participado dentro de forma

muy crítica en el mundo de lo creativo haciendo suyos los presupuestos del llamado arte paralelo, alternativo o independiente, ingresan de nuevo en los dominios de lo comercializable por la puerta grande de lo institucional, cuya función esencial parece ser la de sedimentar una determinada forma de ver el arte y los artistas, resituando a la obra como objeto tangible e intercambiable; en definitiva, como «pieza aurática» de presencia imprescindible e insustituible en el mismo sistema de galerías de arte que, paradójicamente, había sido puesto en tela de juicio –a menudo muy visceralmente– por estos mismos protagonistas en las décadas de los sesenta y setenta. Se conjura así desde el sistema la capacidad transformadora de nuestro entorno inherente al hecho artístico, aquella «politización del arte» que Walter Benjamin pronosticara al final de su famoso ensayo «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica». Hay quienes sostienen incluso la existencia de una «estética oficial», que puede definirse como «aquellas estrategias en la creación de infraestructuras y de política de promoción artística orquestadas por diversos organismos públicos, en conjunción con determinados sectores privados»36.

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Strader (Manuel Estradera). , 2006. Impresión inkjet sobre lienzo, 130 x 90 cm.

37. FOUCAULT, Michel, «Vigilar y castigar», Madrid, Siglo XXI, 1994.

MACHO

38. DELEUZE, Gilles, «Las sociedades de control», Barcelona, Ajoblanco, abril de 1993, nº 51, pp. 36-39.

Sutil y etéreo espacio en gradaciones y corbata, con marca de fábrica Macho, transformada en ondulante cobra, para unir en una idea el rechazo de la violencia contra la mujer. Obra que pudo verse en la exposición colectiva «Diseñadores Gráficos contra la violencia de género», Sala Juana Francés, Zaragoza, noviembre de 2006.

39. LYOTARD, J. F., «La Fenomenología», Barcelona, Paidós España, 1989, p. 125. 40. GUATTARI, Félix, Las Tres ecologías, Valencia, Pre-textos (Ensayo, 127), 1990.

Entre nuestros filósofos y analistas actuales impera el pesimismo a la hora de abordar cualquiera de los aspectos del mundo que nos ha tocado vivir, sobre todo a raíz de la radicalización de las posturas tras la traumática experiencia del once de septiembre neoyorkino. Como el resto de los mortales, el artista actual y su actividad se ven encuadrados –¿sin remedio?– en un nuevo orden mundial que convierte casi en naïfs en las «vigiladas sociedades disciplinadas (Panópticas)» de Foucault37 o lo que Gilles Deleuze38 denomina las «rizomáticas sociedades de control», estructuras en que las personas son codificadas y como 24

hipnotizadas para convencerse o autoconvencerse de que no existen otras alternativas y el lugar que ocupan es el único posible, el único verosímil y real. Pero, nos recuerda J. F. Lyotard, su solución la tenemos en nuestras propias manos, gracias a nuestra humana capacidad de ejercicio del libre albedrío:

Tenemos que desarrollar nuestra temporalidad desarrollándonos a nosotros mismos. No somos subjetividades cerradas en sí mismas, cuya esencia esté definida o sea definible a priori... sino que devenimos lo que somos y somos lo que devenimos, no tenemos una significación asignable de una vez para siempre sino una significación cambiante, y es por ello que nuestro porvenir es relativamente indeterminado y nuestro comportamiento relativamente imprevisible para el psicólogo, es por ello que somos libres.39


Antonio Uriel. Sin título, 2003. Gelatino bromuro de plata, 23,6 x 23,6 cm. Incluida en el libro Vademécum para un suicidio eficaz (2007). Luz de la derecha y potentes sombras hacia la izquierda. Rostro barbado enigmático, sin mirada, con su mano deforme pero ajena, de otro.

Por otra parte, de acuerdo con el pensamiento de Félix Guattari, las formas de arte paralelo o «independiente» –términos tan puestos de moda como devaluados, por no ajustarse en la mayoría de las ocasiones a su función natural– comportan una exigencia de necesaria resingularización, en un mundo globalizado en el que, a pesar de la aparente diversidad, los procesos sociales y mentales, tanto como los medioambientales, se empobrecen aceleradamente40. La enorme envergadura del fenómeno ha colocado al artista en una posición realmente débil, que le obliga a responder con actitudes forzadas, que van desde el repliegue a la simulación, pasando por lamentables intentos de adaptación a un medio

muy agresivo que acaba normalmente por devorarlo, de una manera u otra, impidiéndole ejercer la natural capacidad de crítica y de autocrítica que le es consustancial; en definitiva ejercer el papel que le correspondería en su específica coordenada histórica. No es que, en el terreno de lo artístico, sea imposible transitar nuevos y arriesgados caminos. Esta posibilidad siempre ha de existir porque es una querencia enraizada en el fondo más profundo e inmutable de lo humano, y aún más tratándose de una actividad tan humana y básicamente desinteresada como, por principio esencial, lo es el arte. Pero, en su esfuerzo por superar la vivencia del absurdo puesta de manifiesto de forma ostensible por la Modernidad,

nuestra generación ha acabado por instaurar un verdadero triunfo de la impotencia. Impotencia también para formularnos preguntas –base por excelencia de la función heterodoxa– en un mundo donde éstas casi siempre, además, surgen provistas con respuestas de antemano, como en un mismo pack. ¿Tal y como están las cosas, en un momento en que muchos niegan, no ya sólo su vigencia, sino incluso su existencia, puede seguir el arte conservando todavía su capacidad de heterodoxia? ¿Puede la función heterodoxa seguir teniendo algún valor en este esquema imperante? Hoy, desde luego, ya no es posible que la pintada desnudez de una humilde prostituta despierte las iras de toda una

sociedad y casi esto nos parece una pataleta infantil. Pero el arte se abre a nuevos retos, a otras formas de organización social, nuevas costumbres y enfoques de comprensión del entorno que son las que nos corresponden, como nos corresponde el ejercicio de una nueva heterodoxia que equilibre los abusos y rigideces de esta nueva e impuesta «realidad». Existe, por supuesto, el riesgo de que las heterodoxias acaben convirtiéndose en simples convenciones, en formas estandarizadas y, por ello, ineficaces. Siempre ha sido así. Pero lo que está claro es que los procesos «subversivos» de lo establecido seguirán cumpliendo su función subvirtiendo la mirada rompiéndola si es preciso… Porque, tal como están las cosas, la heterodoxia es más necesaria que nunca. 25



ahuyentando fantasmas

Consideraciones en torno al hecho de ser artista en el mundo de hoy (a orillas del Ebro)

Paco Rallo

Como un homenaje particular, recojo como título general para este breve ensayo, el homónimo a la exposición del gran artista neoyorquino Jean-Michel Basquiat, que pude disfrutar recientemente en la muestra organizada por la fundación Marcelino Botín de Santander, en la cual se presentaron 45 excelentes obras correspondientes a su periodo de producción entre 1981–1988; año éste último que muere trágicamente por sobredosis de opiáceos y cocaína, con tan sólo 27 años. Algunas de las obras expuestas en esta muestra, «Ahuyentando fantasmas» de Basquiat, entre ellas especialmente «Eroica II», de 1988, me recordaron vivamente a ciertos trabajos del artista zaragozano Manolo Marteles realizados a mediados de los setenta, periodo en

que el aragonés militaba, al igual que yo, dentro del Grupo Forma (1972-1976). Este recuerdo se concentró, muy específicamente, en su obra Down Among the sheltering palms (b), de 1975, perteneciente a una época en la cual Marteles desarrollaba con total libertad como artista y como escritor su parte más creativa, incorporando textos y collages a esas pinturas tan características suyas, realizadas sobre heterogéneos y sorprendentes soportes: puertas de panel, papeles de todas clases, pintados con esmaltes sintéticos o enriquecidos conceptual y formalmente con textos manuscritos de bolígrafo, etc. La proximidad del espíritu de estas obras me lleva al convencimiento de que, en caso de haberse conocido, ambos artistas se hubieran llevado estupendamente. 27


de arte y artistas Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista. Oscar Wilde Esta misteriosa analogía entre obras y artistas separados en el espacio y en el tiempo y, sin embargo, unidos por un imperceptible hilo de afinidades –¿espirituales?–, me ha dado pie a reflexionar, primero in mente y, más tarde, por escrito, sobre la misteriosa proximidad que a menudo existe entre los artistas plásticos o visuales, aún a pesar de las diferencias de tiempo y lugar. Desde que se forjara hace siglos, Aragón puede presumir de ser cantera de numerosos e importantes artistas y de aportar al mundo relevantes figuras que han enriquecido, y revolucionado, en ocasiones, el arte universal. Al respecto, no hace falta que cite nombres por todos conocidos. La muestra colectiva «Rarezas de Artista», que se presenta en el claustro del Monasterio Nuevo de San Juan de La Peña (Huesca), magníficamente recuperado como hospedería por el Gobierno de Aragón, es un ejemplo de exposición con obras de artistas aragoneses actuales comprometidos, con una calidad indiscutible en sus propuestas y perfectamente exportable a cualquier parte del mundo. 28

En cierta ocasión, hablando de arte con el también zaragozano, artista y amigo Sergio Abraín, coincidíamos ambos en que no es posible apreciar una gran diferencia entre el trabajo que vienen realizando los artistas de cualquier gran capital del mundo, y el que se realiza en nuestra comunidad. Y es que resulta obvio el hecho de que las diferencias que puedan existir, no son en realidad de índole artística, sino que radican en esa carencia crónica de iniciativa privada que nos aqueja, y en esa indiferencia institucional que padecemos, con una casi inexistente política cultural que, muy al contrario de cumplir el papel que debería, –ayudar, promocionar y defender a nuestros artistas plásticos y visuales, realmente y en la práctica– se evade en exposiciones de relumbrón, engalanadas con el sospechoso brillo de todo lo que llega de fuera; este último punto supone una inquietud generalizada entre nuestros compañeros de fatigas, el gremio de los artistas plásticos. Como, también, el preocupante hecho que no estamos de moda –no interesamos–, mientras se promocionan en mayor medida otras artes hermanas, como


las escénicas y musicales, o, en general, el mundo de los escritores… ¿deben ser, por tanto, estas artes más «políticamente correctas»? Tal vez el problema principal radique en la falta de unión gremial que mantenemos los propios interesados; una unión tan básica de cara a impulsar cualquier reivindicación, por mínima que sea. Vergonzoso es que Zaragoza –la quinta ciudad española– no tenga una política de compras, de adquisiciones de obras artísticas para espacios urbanos y, sabido es por todos, cómo se conceden y adjudican este tipo de proyectos demenciales que van poblando nuestras calles y avenidas, como a la chita callando, de verdaderas aberraciones pseudoescultóricas. Obras, en numerosas ocasiones, ni siquiera proyectadas por artistas, sino por los propios burócratas que manejan los fondos a su antojo. Mientras... nadie protesta. Pero aún podemos seguir indignándonos, recordando la carencia de una facultad de Bellas Artes en Zaragoza, la lamentable situación de que nuestras instituciones no sean capaces de crear un centro de Arte Actual y vivo, mientras, en cambio, otras ciudades mucho más pequeñas que la nuestra lo tienen y

mantienen, siendo referentes especializados en diversas parcelas de nuestro arte; un problema mucho más reciente –tal vez la demostración más palpable de esa minusvaloración que estamos recibiendo a todos los niveles–, ha sido la ignorancia y el mal trato dado a los artistas aragoneses durante la pasada Exposición Internacional Zaragoza 2008…

Así, se da la paradoja de que, mientras nuestro espíritu está próximo, nuestros problemas son muy diferentes a los de otras partes del mundo desarrollado. Aquí, en Aragón, se está muy lejos de ese gran negocio que mueve el mundo del arte en términos económicos, de la gran riqueza que genera a la sociedad en que participan sus diferentes sectores empresariales, comerciales e institucionales, creando numerosos puestos de trabajo especializado. Aunque en este esquema imperante los menos beneficiados seamos siempre los artistas, a los cuales, para mayor sarcasmo, una parte de la sociedad nos considera como verdaderos parásitos… ¡Estamos jodidos!.. Como dijo la novelista francesa, de origen ruso, Elsa Triolet: «Crear es tan difícil como ser libre». Cecilia de Val. Serie Nunca te prometí un jardín de rosas #10, 2008. Impresión digital Lambda, 80 x 100 cm. Opresión del espacio envolvente y mujer prisionera de su cárcel mental.

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excitación y soledad durante el acto de creación El pintor es el artista que toma más decisiones por minuto mientras trabaja. Antonio Saura

María Buil. Vísceras grandes, 2006. Óleo sobre cartón, 107 x 77 cm (cada uno). Dos vísceras con colores neutralizados por la realidad, para transformarse en aparentes «vidas» amorfas, medio repulsivas, que palpitan solitarias.

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En nuestro trabajo cotidiano, los artistas disponemos del tiempo de una manera muy personal. A la generalidad de la gente, le resulta difícil comprender nuestros horarios, caprichos o manías, la preparación ritual que necesitamos para estar receptivos en la hora mágica en que el acto creativo sucede. El escultor rumano Constantin Brâncusi declaró, «Las cosas no son difíciles de hacer, lo que es difícil es ponerse en situación de hacerlas». La verdad es que,


como cualquier otro trabajador, debemos protegernos y asumir ciertos riesgos mentales y físicos, en una labor que puede llegar a ser tan extenuante, como obsesiva o excitante. Muchos, al no estar sometidos a la rutina, ni seguir los dictados del calendario o el reloj, dependen de su estado de excitación y soledad para que su proceso de creación obtenga éxito. Diríamos que… se quedan suspendidos…. Y pueden pasar días y noches de trabajo sin descanso, olvidándose del entorno que les rodea; los hay que necesitan tomar estimulantes, que fuman un cigarrillo tras otro –en los estudios no impera la ley antitabaco, ni muchas otras normas– o incluso beben de una manera compulsiva… Aunque, en realidad, podemos encontrarlos de todas las tipologías: metódicos, raros, maniáticos e incluso los que han hecho de su trabajo una factoría como fue la de Andy Warhol…

En el mundo íntimo de los artistas los abusos suelen ser muchos. El grado de excitación que provoca el estar trabajando durante horas puede llevar al hedonismo, pero también al sufrimiento, al cansancio, a la angustia o al nerviosismo extremo. Muchas veces el suicidio, el infarto, el cáncer de pulmón, las drogas, el sida o incluso la locura, esperan a la vuelta de la esquina. ¡Son muchos los caídos por la causa!. Es el único pago al divino regalo de la creatividad. Mi «hermano» el pintor Enrique Trullenque, pensaba que «La pintura es un acto solitario en mundo de seres solitarios»; realmente, en este trabajo se necesita mucha concentración, que sólo se consigue en soledad; por eso decíamos que hay que prepararse para el ritual, absorber y digerir mucho y muy variado, del mundo de las formas y de la propia vida, antes de que suceda: experiencias intensas, iconos e imágenes ajenas de artistas preferidos, imágenes propias, libros de consulta, materiales de trabajo… Y, según cada artista, esto se puede aderezar con bebidas –aquí entran todas las posibilidades a elegir, desde las frías con hielo, a las más calientes–, todo tipo de estimulantes, la compañía de la música –según gustos– o incluso la voz amiga de una emisora de radio que por la noche ayude a soportar mejor las horas. Conozco a algunos que cuentan con un animal de compañía que les ayuda a conectar con la realidad y la calidez de la vida, como para establecer virtualmente esa necesaria proximidad con la naturaleza, de la que no participan al estar enclaustrados en su estudio.

Nuestro compromiso, como profesionales, no finaliza después de crear las obras y almacenarlas. Muchas veces estamos obligados a viajar para promocionarnos y abrir nuevos mercados, a asistir a eventos sociales y exposiciones y a elaborar nuestro discurso con coherencia y altura intelectual. Además, están los sempiternos pequeños problemas y gestiones del día a día que es preciso resolver, que no es muy compatible con nuestra tendencia general a ser caóticos y despistados… Aunque parezca lo contrario, la nuestra es una vida saturada de sacrificios y de satisfacer voluntades ajenas, para ser después, muchas veces, juzgados con ligereza por el advenedizo o caprichoso de turno, cuando no estafados, o esquilmada nuestra producción por cantamañanas o mercaderes sin escrúpulos, que hay bastantes en este mercado... Pero resistimos heroicamente, todo lo soportamos con una dignidad de verdaderos «Príncipes de la Creación», que es lo que realmente somos, según definición de Joan Miró. 31


estados de ánimo y su reflejo en la obra Un cuadro en un museo probablemente oye más comentarios necios que ninguna otra cosa en el mundo. Edmond y Jules de Goncout

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El acto creativo esta fuertemente condicionado por el estado de ánimo del artista en el preciso momento en que la creación surge, e influirá decisivamente en el resultado final de la obra. Es bien sabido que solemos ser sensibles y analíticos, muy intuitivos, e interpretamos la vida como lo hacen los chamanes; también es destacable la tendencia obsesiva –e incluso paranoica– de algunos con lo cotidiano, lo que les lleva a adelantarse a los acontecimientos: nuestra historia del arte más reciente está llena de ejemplos. Los grandes temas que el colectivo

trabaja desde siempre en sus obras son los grandes temas de la vida: entre otros muchos, el amor, el sexo, la muerte, la espiritualidad, la naturaleza, lo cotidiano, el pensamiento científico, histórico, cultural, filosófico y metafísico. En definitiva somos como esponjas, observadores y curiosos de todo lo que late o exhala un poco de vida a nuestro alrededor.


Luis Marco. Sin título, (de la serie proyecto «Yo soy…») versión 2005. Diez acetatos, 200 x 400 x 300 cm. Muy sentido homenaje a su padre, por entonces con Alzheimer, que de forma obsesiva escribía la lista de «sus grandes hombres de la humanidad para que siguieran existiendo». No se equivocó. El pintor traslada aquella ilusión y la transforma en un espacio sin tiempo específico, flotante, con científicos y humanistas que permanecen unidos sin medida.

Nos entusiasman los nuevos retos, como un cambio a un estudio más grande y luminoso, un encargo específico, una exposición individual o colectiva a realizar… Pero lo que más nos excita es cualquier cambio hacia propuestas nuevas en nuestra obra, la experimentación en nuevos materiales y soportes… Es importante que la obra repose y olvidarla durante un tiempo para analizarla más tarde con mayor equidad. Tras este periodo de «cuarentena» a veces decidimos destruir las obras que no emocionan, que no trasmiten lo suficiente, para mostrar al público sólo lo mejor de la producción.

«Hay millones de artistas que crean; sólo unos cuantos miles son aceptados o, siquiera, discutidos por el espectador; y de ellos, muchos menos todavía llegan a ser consagrados por la posteridad». Esta frase de Marcel Duchamp, que tiene la contundencia de un epitafio, es tan real que casi entristece el decirla. Es cierto que el arte está en constante revisión y que grandes artistas,

durante siglos olvidados, son rescatados por generaciones posteriores siendo posicionados en su tiempo. Suena a consuelo pero sucede. Como también sucede lo contrario y algunos que fueron ensalzados en su momento caen en el sueño de los justos. Porque, como señalaba el maestro surrealista Max Erns, «El arte no tiene nada que ver con el gusto. No existe para que se le pruebe».

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pasión gremial y oficio

Cuando comienzas una pintura es algo que está fuera de ti. Al terminarla, parece que te hubieras instalado dentro de ella. Fernando Botero

Con el paso del tiempo, el artista va adquiriendo un progresivo conocimiento de su oficio, llegando a dominar los diversos y variados materiales, soportes y herramientas específicos de su trabajo, disfrutado en las diferentes fases del proceso creativo, como un verdadero alquimista de los tiempos modernos. Para desarrollar adecuadamente esta compleja actividad que es el arte, lo natural es que se tenga estudio propio o, menos corrientemente, llegar a compartir el espacio de

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trabajo con otros compañeros. Estos talleres de artista suelen tener un gran encanto para el profano y, aunque cada uno de ellos tiene por supuesto su forma y su «historia» particulares, puede establecerse una estructura evolutiva «tipo», que podría aproximarse a la siguiente descripción: en los comienzos, el artista incipiente suele emplear una habitación de la casa donde vive con sus padres; después pasa por las famosas buhardillas y otros diversos espacios, hasta poder acceder a la situación ideal para la inmensa mayoría,


que es la de contar con un local propio y grande o, mejor aún, con una nave industrial. Estos espacios creativos recuerdan mucho a esos grandes desvanes repletos de cachivaches y de polvo, con grandes mesas siempre llenas de papeles, revistas, libros…, todo ello mezclado con bocetos y proyectos en marcha, y otros variados objetos inenarrables que nadie sabe para qué sirven, pero allí están. Al final, siempre falta sitio y se acaba instalando el laboratorio de trabajo en un reducido espacio, una especie de «hueco» creativo donde se puedan experimentar las ideas, no importa si son posibles o imposibles. Muchos artistas son coleccionistas, pero sin serlo –aunque esto

parezca una perogrullada–, porque su finalidad no es la misma que la de aquellos. En su momento, sabrán encontrar la posible utilidad de todo lo atesorado siempre en relación con su creatividad o, simplemente, compartirán su vida con estos objetos durante años, en muda compañía: los objetos también saben hablar a quien conoce su misterioso lenguaje. Aunque, los hay maniáticos con el orden y la limpieza, éstos son los menos, y en los estudios predomina un «caos controlado» que cada uno viste con su peculiar personalidad. El pintor muralista ruso-mexicano Vladimir Kibalchich nos recuerda que «El pintor no usa palabras, usa materiales, trabaja el sentimiento con la mirada y el cerebro. El color es un lenguaje, como la música».

Javier Codesal. Nacimiento, 1995-2000. Vídeo-instalación. Proyección de vídeo sobre tambor (versión de una obra del mismo título).

Nunca he llegado a saber exactamente por qué extrañas razones los artistas tenemos tendencia a trabajar en grandes formatos, si todo está en contra: económicamente son una ruina, son más problemáticos de realizar y más difíciles de comercializar. Tal vez lo que sucede es que el artista percibe como un gran reto el gesto de dominar las grandes superficies, porque éstas no le constriñen y le permiten una mayor libertad creativa. También cuenta el ego, por supuesto, que queda mucho más satisfecho tras ganar la lucha en un gran campo de batalla. Pero, al final, la realidad se impone y resulta que estos grandes formatos están destinados, por lo general, a ser almacenados por muchos años, a la espera de una gran exposición que revise la producción de una vida entera, ya al final de los días. O, como sucede casi siempre, en alguna exposición póstuma que, para el propio interesado, siempre llega demasiado tarde. Leonardo da Vinci nos dice de la muerte: «Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte».

«Navaja» que abre, con siniestra lentitud horizontal, el cuerpo humano en postura de rana, para mostrar la violencia sobre un tambor como pantalla negra de Calanda.

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vanagloria como protección No es necesario creer en lo que dice un artista, sino en lo que hace. David Hockney Narciso, enamorado de su hermosura, y Baco, anfitrión festivo hasta el infinito, son dos señas de identidad sagradas para los artistas. Como Narciso, el creativo suele ser vanidoso porque su trabajo es extraer belleza de donde nada hay, como reflejo de sí mismo. Pero también, a menudo, tiene la autoestima algo desmesurada, quizá como un escudo de protección ante un entorno hostil. Cuando el ego se le dispara mucho, puede convertirse en una situación incómoda o irritante para los demás. Por su formación e intuición vive con intensidad, celebra la vida

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como Baco, llevándola al límite como si fuera su último día; necesita sentirse vivo: tiene la virtud de adaptarse a lo que posee –que suele ser más bien poco– para vivirlo con gran intensidad. Ama y sufre con la misma pasión. Es un estupendo compañero de viaje, sentimental hasta la médula, infiel por naturaleza, amigo de sus amigos y sibarita de todos los placeres, incluso del de la mesa… Recuerdo que cuando conocí a Pedro Tramullas, uno de los mejores artistas que yo he tratado –y son muchos los que he conocido– al que adopté como mi hermano mayor, me comentó que estando en la facultad de Bellas Artes de París, en torno al año del famoso mes primaveral, trabajaba en un restaurante sólo un día a la semana, como complemento a su precaria economía. Un día a la semana era el encargado de preparar lo mejor de la cocina española (tortilla de patata, paella, chipirones al vino rancio…). Los otros seis, los cubrían otros seis artistas de diferentes nacionalidades; cada día


podían cambiar así de menú, transformando un simple restaurante en un verdadero tour de cocina internacional. Ésta siempre me pareció una idea brillante que decía mucho de la inteligencia y sensibilidad del dueño de este negocio parisino, que había sabido advertir cómo el artista es tan creativo en su obra como en los fogones. Porque, al fin y al cabo, el oficio es cocina y alquimia. Tristemente, con los años, ese continuo excederse pasa factura. Pero, ¿quién quiere perderse este canto a la libertad y al disfrute de los placeres mundanos que es para muchos de nosotros la vida, la única existencia que nos ha tocado en suerte vivir? La intensidad de la vida de los artistas, incluso cuando mueren jóvenes, es triple a la de cualquier otro profesional.

Y aquí, con este revivir el goce de la vida, pongo punto final a este escrito. Muy personal y –espero–, representativo al mismo tiempo del mundo más íntimo de esta colectividad llena de peculiaridades y rarezas, pero humana, muy humana, tal como somos los artistas. Antes de despedirme aprovecho para recordar a mis amigos pintores que tristemente me faltan, que ya se fueron: Enrique Trullenque, Antonio Fortún, Pepe Ocaña, Pepe Ortega, Víctor Mira, Ángel Maturén, Vicente Pascual Rodrigo… y especialmente a mi padre el escultor Francisco Rallo Lahoz. A todos ellos, de los que tanto me acuerdo, les dedico esta frase de la actriz californiana Tiffani Amber Thiessen: «El requisito definitivo para la grandeza de un artista es su propia muerte».

José Luis Lomillos. El Profeta, 2006. Acrílico, spray, rotuladores y collage sobre lienzo, 130 x 97 cm. Isaías, en plena Capilla Sixtina, de Miguel Ángel, observa indolente, quizá preocupado, la lluvia de billetes de banco con Mao, que fuera falso protector con apariencia de revolucionario. Tres figuras infantiles de cualquier barrio fuman sin esperanza. 37



silueta artística porosa

Manuel Pérez-Lizano

Existen múltiples enfoques para diseñar una exposición colectiva, como norma siempre válidos al ofrecer una visión conjunta de cualquier época específica. Visión que en un futuro a determinar será documento, más o menos trascendente, para definir, para completar, un período de las artes. En la presente exhibición, idea del pintor y diseñador gráfico Paco Rallo, se ha optado por obras singulares de los artistas en un instante específico o representativas de su actual trayectoria, motivo para que la exposición se titule Rarezas de artista, que encaja de forma idónea con dicha intención. El propio título de la exposición predisponía a realizar una selección de

artistas aragoneses durante los siglos XX y XXI, basta recordar, por ejemplo, los primeros surrealistas, pero se ha optado por mostrar un conjunto de obras desde 1976, con uno de los dos cuadros de Antonio Cásedas, hasta 2008, con varios artistas. El catálogo está acompañado por ilustraciones de artistas aragoneses, tan capaces de posar el mismo espíritu que las obras expuestas, de manera que la primera data de 1961, de José Benito Gómez, y las últimas de 2008, bajo la intención de evidenciar un amplio y rico panorama, más que sutil y rompedor. Para la exposición se han seleccionado dos fotógrafos, tres escultores y veinte pintores. Todos, en definitiva, 39


son aragoneses o vinculados con Aragón desde ángulos muy intensos, incluso radicales, hasta el punto que figuran en dispares publicaciones sobre arte contemporáneo de nuestra comunidad. Al respecto, basta citar los casos del pintor Philip West y del escultor Steve Gibson, ambos del Reino Unido y el último que inicia su obra en Zaragoza, así como el joven pintor Abdul Vas, español nacido en Venezuela y en Zaragoza desde 2000.

José Benito Gómez. Cosmología, 1961. Esmalte sintético y collage de plásticos sobre táblex, 40,5 x 48,5 cm. Colección Paco Rallo.

El conjunto de los 25 artistas seleccionados evidencia una hermosa complejidad formal desde cambiantes ángulos, pero plantean asuntos muy afines, muy cercanos, dado que posibilitan la división por temas como, entre otros, retrato, erotismo, realismo simbólico, crítica social, paisaje, ecología, geometría desde la vital intensidad, violencia y desgarro. Siempre con la lógica división entre artistas figurativos y abstractos. Firma como J. Benito o BenGom y nació en 1901. Artista muy desconocido. Con fondo espacialista móvil y el resto un gran plano negro animado por toques llamativos, sin olvidar el pequeño plano inferior azul, la novedad se detecta en la incorporación de fragmentos de plástico, tan dispares por grosor, tamaño y color, que rompen los planos dominantes para transformarse en un sorprendente collage.

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retrato

José Luis Gamboa. Violadores del Verso y Ramón el del Entalto, promotor, 2007. Acrílico sobre lienzo, 200 x 200 cm. Fondo nuboso evanescente, lejano, que arropa al grupo rapero y a su promotor, en el centro, con indumentarias abiertas y actitudes personales.

Entre los artistas figurativos cabe empezar con el retrato pintado por José Luis Gamboa, en 2007, titulado Foto de Familia. Artistas de Zaragoza, como ejemplo de planteamiento actual enlazado con el pasado. Planteamiento que tiene un maravilloso precedente con la pintura al fresco de Rafael titulada La Escuela de Atenas (15121514), con grandes científicos, filósofos y estrategas griegos, junto con extraordinarios artistas italianos anteriores a Rafael. Sin olvidar, ya en España, algunos cuadros del siglo XIX, durante el siglo XX existen varias obras con enfoques distintos en dispares épocas. Gutiérrez-Solana, en 1920, pinta La tertulia del café de Pombo, cuadro en el que retrata a Ramón Gómez de la Serna, el crítico de arte Manuel Abril, Tomás Borrás, José Bergamín, José Cabrero, Mauricio Bacarisse, el propio pintor, Pedro Emilio Coll y Salvador Bartolozzi. Años después, en 1975, Guillermo Pérez Villalta pinta Grupo de personas en un atrio, o alegoría del arte y de la vida, o del presente, que, tal como indica Valeriano Bozal, fue «un verdadero ‘manifiesto’, aunque no tuviese pretensión de tal, de la nueva pintura madrileña». En el cuadro figuran galeristas, pintores y críticos afines: el propio pintor, Luis Gordillo, Juan Antonio Aguirre, Carlos Alcolea, Carlos Franco, Rafael Pérez Mínguez, Juan Manuel Bonet, Javier Utray, Manuel Quejido, Luciano Marín, Herminio Molero, Mercedes Buades, Fernando

Huici, José Luis Barrionuevo y Carlos Durán, entre otros. En Zaragoza tenemos un ejemplo pictórico que evidencia el natural interés por reflejar una época o por reconocer a personas excepcionales. Ángel y Vicente Pascual Rodrigo, por entonces La Hermandad Pictórica Aragonesa, pintan Los heterodoxos aragoneses, de 1972, cuadro en el que están retratados, vestidos de almirantes, Ramón J. Sender, Miguel Labordeta, Miguel Servet, Luis Buñuel, Santiago Ramón y Cajal, Francisco de Goya, Joaquín Costa y Pablo Gargallo.

Con posteridad vendrá el retrato de José Luis Gamboa pintado en 2007. El tamaño del cuadro, como gesto vinculado con el pasado, tiene las mismas medidas que el cuadro de Francisco de Goya Retrato de la familia de Carlos IV, mientras que el de Gamboa se titula Foto de Familia. Artistas de Zaragoza, que puede considerarse como homenaje a los artistas zaragozanos, al arte. En el cuadro, de notable tamaño, predominan los oscuros y algún toque vibrante, pudiéndose definir como una síntesis sobre su capacidad como retratista y con una composición que obedece, por lógica, a cierto tono clásico. Los personajes, con serio semblante y ropa de invierno, están sentados y de pie, así como en diferentes posturas para ofrecer mayor variedad visual, mientras

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que sus miradas se dirigen al retratista. El lienzo está pensado en cuatro planos relacionados y paralelos a la base. Veamos dichos planos de abajo hacia arriba. El primer plano, en realidad todo el lienzo salvo la pared, crea un vacío para generar espacio, con la presencia de Simón, un orgulloso perro de raza Bobtail sentado para romper dicho vacío y que, con toda intención, evoca al perro de Las Meninas, de Velázquez. En el segundo plano, siempre de izquierda a derecha, figuran el escultor Pedro Tramullas, sentado sobre una mecedora como un patriarca, por aspecto y por ser el de mayor edad, y con un bastón especial de su extraordinaria colección; el pintor José Luis Cano sentado sobre una silla; la grabadora Maite Ubide y la escultora Susana Vacas sentadas en un sofá; y el pintor Gregorio Millas con un cigarrillo en la mano y sentado en una

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silla. Todos sentados para permitir un espacio libre y ubicar a otros artistas de pie. En el tercer plano figuran el escultor y pintor Miguel Ángel Arrudi, que lleva el prototipo de la rana diseñada, junto con el arquitecto Fernando Bayo, para la Exposición Internacional de Zaragoza 2008; el pintor Pepe Cerdá con un cigarrillo; el pintor, escultor y diseñador gráfico Paco Rallo, porta una máquina de sacar puntos como homenaje a su padre el escultor Francisco Rallo Lahoz; el escultor Alberto Gómez Ascaso; el pintor Paco Simón, que lleva un disco con el retrato de Miles Davis, al que conoció en Nueva York; Helena Santolaya, tan excepcional con sus objetos y libros únicos, con una caja de hilos, como símbolo de La Caja de los Hilos, el bar de copas, ya cerrado, en el que organizó excepcionales exposiciones de artistas, que comenzaban en el escaparate y se extendían por la barra; y el pintor Sergio Abraín. El cuarto plano, como remate de los anteriores, podía haberse solucionado con otro gran vacío para multiplicar el espacio general, pero el pintor prefirió posar otro serie de retratos, con el

aliciente de mostrar una especia de sensación apagada, lejana, por estar al fondo de la composición. Allí figuran, por tanto, Nerea, Kontxy, Paloma, el propio José Luis Gamboa y Laura. El cuadro evidencia un conjunto de retratados en distintas posiciones para enfatizar en una variedad visual por las posturas, que refleja, que registra, la marcada personalidad de cada uno, dentro de su implícita singularidad creativa demostrada durante años de trabajo. Cuadro clave y extraño en la pintura aragonesa, que ni de lejos está fuera de lugar, de época, pese a que algunos amigos de las instalaciones, los vídeos y los ordenadores piensen, erróneamente, que sus criterios son los únicos válidos.


escultura íntima Susana Vacas, en su exposición compartida con Pipa Álvarez y Fernando Vera, sala Juana Francés, de Zaragoza, octubre de 2004, presentaba varias obras bajo el escueto título de Objetos, que enlazan con los actuales «objetos» escultóricos. Estamos ante la miniatura transformada en escultura, hasta el punto que exhibe 16 «objetos escultóricos», así definidos por su autora, colocados sobre dos diminutas mesas y a su alrededor. Dos mesas, como método para ofrecer la correspondiente variedad visual, que sirven cual plataforma donde coloca varias obras y otras en su entorno y que configuran una especie de montaje uniforme, fusionado entre sí, pero que como tales son distintas e iguales, es decir, de la misma autora. El campo formal es infinito. Mezcla lo que podría definirse como inverosímiles perlas de notable tamaño con estructuras metálicas de

muy dispar singularidad, de manera que sirven como base o como remate, sin olvidar las tumbadas en cada mesa por la imposibilidad de estar de pie. Estamos ante el típico caso de esculturas diminutas visualizadas sin problemas con mayor escala. Por su dimensión todo adquiere una extraña y anómala presencia, como si alguien hubiera abandonado la intimidad de su hogar, siempre al servicio de cualquier ladrón, esas perlas, o al interesado por husmear en la personalidad íntima ajena. Como remate expone tres collages afines a las esculturas por su tamaño. Uno es la típica casa de muñecas con dos gigantescos lápices de colores que trastocan la realidad y otro una vivienda unifamiliar solitaria, distante, propensa a cualquier peligro, que se altera por una sorprendente figura humana, de manera que nunca se sabe si entra con naturalidad a su casa o simboliza una amenaza sin especificar. El último collage es el primer plano de un rascacielos imponente, que vibra con un desnudo femenino en su intimidad y ocupa gran parte del edificio como si fuera

una falsa pantalla de cualquier película. ¿Qué hace?, ¿vive empapada de soledad?, ¿habla con alguien que no se capta en la imagen?, ¿está amenazada?, ¿espera la llegada de su amante seducido? La obra de Susana Vacas plantea conjeturas nunca definidas para intensificar su creatividad.

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simbolismo mágico Antonio Cásedas, desde 1975, respira la fantasía de una figuración mágica con diferentes temas, con la mujer como eje que altera un ámbito circundante impregnado de paisajes y, en ocasiones, de elementos arquitectónicos, siempre con suaves e intensos colores, casi etéreos. Pintor que se prodiga muy poco, hasta el punto que su última exposición, salvo error, fue en 2000, con un cuadro de 1999 en la colectiva «El sueño rojo de Buñuel. Testimonio de los artistas aragoneses».

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Veamos los dos cuadros para la presente exhibición. En el lienzo La vendimia, de 1976, se detecta el característico cuadro dentro del cuadro, que acopla con precisa exactitud como un proceso temporal alusivo al tema. En la zona superior se aprecia el trabajo de la vendimia mediante dos figuras femeninas que recogen la uva, mientras que un carro tirado por bueyes y una figura masculina esperan que lo llenen con racimos de uva. Dos figuras femeninas estilizadas muy del pintor y un fulgurante paisaje verde, se acompañan por varios árboles también muy alargados para resaltar un especial toque diferente, quizá irreal. Abajo un rectángulo sugiere otro paisaje con ramas y hojas. El otro cuadro, dentro del cuadro, se une al primero con una cortina que cae indolente, suave. La figura femenina en primer término produce la impresión de que está en una terraza con el cielo azul, la ropa tendida y un ave que juguetea con varias hojas. Dicha figura obedece a la norma del pintor, es decir, aspecto estilizado, elegancia suprema y bello rostro de medio perfil, aquí con dosis atractivas y mirando al espectador, que evoca a algunas obras góticas y renacentistas. En una mano sostiene la copa de vino que enlaza con el primer cuadro dentro del cuadro.

El otro cuadro, sin título y de 1989, es una suerte de paraíso irreal, quieto, tan inmóvil que todo flota latiendo una especie de anómala felicidad. Paisaje inventado con laguna de aguas apacibles, cisnes, aves, vegetación inverosímil, rocas y montañas agrestes. En este ámbito, tan acogedor, viven sin tiempo definido varias figuras femeninas estilizadas y ataviadas con túnicas y vestidos ajustados a la cintura. Todas distribuidas en diferentes lugares. A resaltar una cabeza de perfil que nace del suelo, cual símbolo de unión con la tierra, y la elegante figura con túnica en primer término, que lleva un ramo de flores y un ave en su brazo izquierdo como fusión con el virginal paisaje. Su rostro, sereno, distante y hermoso, mira con fijeza a un punto sin definir. Ausencia. Melancolía.


surrealismo El surrealismo, hijo del dadaísmo, liberó fuerzas imaginativas que trastocaron la realidad, mediante la asociación de temas y formas tan dispares que hasta entonces eran inimaginables. Desde aquel instante, como con el cubismo y la abstracción pero años antes que el surrealismo, el arte se transformó en un derroche abierto y libre, sin fronteras que sujetaran el sueño de cualquier artista. El surrealismo está aquí representado por tres pintores excepcionales, que son Philip West, fallecido en Zaragoza el año 1997, José Manuel Ruiz Monserrat, como ejemplos de la tercera generación desde los setenta, y Paco García Barcos, desde fechas muy actuales. Tres pintores del permanente surrealismo aragonés, que evocan aquella primera generación, años treinta del siglo XX, integrada por Alfonso Buñuel, Federico Comps, alguna obra de Ramón

Acín, José Luis González Bernal, Manuel Viola y Javier Ciria, que con posteridad se ampliaría mediante una segunda generación, desde los cuarenta, formada por Luis García-Abrines, el primer Antonio Saura, José Francisco Aranda, Antonio Fernández Molina y algunos dibujos del escultor Honorio García Condoy.

Víctor Mira. Ámbito de perro, 1978. Óleo sobre lienzo, 114 x 146 cm. Colección Javier Lacruz, Zaragoza. Espacio oscuro como amenaza. Miedo, persecución, sexualidad sin límite. Deformación anatómica para potenciar sensaciones.

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Cada cuadro de Philip West, visto en conjunto, está pensado como si narrara un breve cuento pintado con diferentes planos, de forma que tal actitud evoca el origen literario del surrealismo a través de André Breton, su fundador. Los colores son, como norma, muy entonados, con algún toque exclamativo en diferentes obras. El cuadro Domesticidad violenta I, de 1981, tiene cuatro planos paralelos a la base y dos encima. En el plano primordial, donde comienza su narración, pinta un tigre en su entorno natural y encima ubica unas flechas como sugerencia de su caza y muerte. De un tubo grisáceo atravesado por flechas, diáfana alusión al tigre, sale una pasta con los colores de su pelo, que se transforma en piel mediante un plano atravesado por agujas de coser, de las que, poco a poco, sale un hilo rojo eco de su sangre. Hilo usado por una figura femenina, perfil beatífico, para hacer calceta. Tigre salvaje transformado, por ejemplo, en un par de chalecos o en varios calcetines. Figura femenina rodeada de ansiosos y hambrientos buitres, uno de los cuales introduce su pico en un animal muerto. Obra como evidente defensa de la vida salvaje. 46

El otro cuadro, Oasis, de 1986, es mucho más complejo en cuanto al significado, pues se adentra en el absurdo por el absurdo mediante una obra de arte con indiscutible atractivo. Es la impecable composición aliada a través de dispares temas con inverosímil relación entre sí. En un plano principal, justo en la zona superior, pinta gotas de lluvia sobre fondo negro, quizá como sugerencia de que es imprescindible para cualquier vida. Abajo ubica otro plano y encima un cuadrado con estrechas bandas de suaves azules. En ese otro plano pinta huellas de pies humanos y sobre ambos un auténtico derroche de imaginación. Veamos. Cuatro rostros con pajaritas negras, dos arriba y dos abajo, son ahuecados para pintar en su interior cinco camellos, dos en un rostro. En el centro se perfila la silueta de un cuerpo humano, cuya cabeza evoca la cola de un pez acompañada por extrañas ramas, de las que, al parecer, se desprende una semilla a punto de ser engullida por un pez nadando feliz entre el cuerpo humano. ¿Qué significa tal mezcla insólita de elementos dispares sólo unidos por la perfecta composición? Se combina lo animal con lo humano, quizá como signo de presencia en nuestro planeta, mientras que las pajaritas aluden a un nivel social específico. En el caso de esta obra es mejor no adentrarse en el simbolismo del pez y del camello vinculado al desierto. Cuadro, en apariencia, hermético.

Antonio Fernández Molina. Sin título, sin fecha. Técnica mixta sobre táblex, 66 x 47 cm. Dispares símbolos, como el pez y el tiempo, mujer rígida, sin libertad, y hombre atrapado por su anomalía.


El pintor José Manuel Ruiz Monserrat pertenece a la generación zaragozana de los setenta, que vivió con intensidad todo un derroche de dispares conceptos libres aplicados con frenesí, sin barreras. Este artista, tan singular, es el único aragonés de su generación capaz de mantener hasta el presente, vía surrealismo místico, a veces con dosis eróticas y orientales, toda una inviolable actitud personal aplicada a los cuadros y dibujos. Dos lienzos recientes, de 2004 y 2007, son el preciso testimonio de lo sugerido, al trastocar la realidad mediante colores suaves, composiciones irreales y formas anómalas, que dislocan cualquier imaginación cotidiana.

Figura-Monstruo-VerdeMágico es un lienzo con la típica composición trastocada, pues estamos en un interior compuesto por una estructura geométrica que regulariza la composición general, que la sujeta. A partir de aquí todo es posible. Por una ventana, como método para ampliar el espacio, se contempla el cielo con un estallante sol. Espacio multiplicado mediante un tubo del que sale humo-fuego para «quemar» una aparente pared, que permite vislumbrar el típico paisaje infinito con dos planos tipo cielo y tierra animado mediante una muy sugerente forma escultórica abstracta, más que inmóvil, con eco humano. Todo se completa mediante una sensual forma a descifrar y un dramático ojo que mira sin ver saliendo, o entrando, de la pared rota. La FiguraMonstruo-Verde-Mágico, que da el título al cuadro, obedece a su propia condición. Del enchufe eléctrico sale la energía para inflar una atractiva figura femenina, de la que nunca se sabe si su figura se está completando o en proceso de destrucción, de ahí la fascinación por dualidad. El enigmático rostro oriental, muy típico en este pintor, vive a la espera, o no, de que sus ojos vean, mientras que del tórax emerge una forma anómala, algo repulsiva, en vía de gestación. Cuadro destructivo y gestante, del enigma sin lógica solución.

De nuevo, por fortuna, la estructura geométrica que regula la composición, pero aquí, en Dos cuerpos mágicos, como fondo con escaso espacio, entre ambiguo y misterioso, para mostrar el tema en un primer plano. Ese matiz ingenuo, uno de los atractivos del artista, se detecta en el cáliz coronado por un corazón rojo sangre como símbolos de vida y muerte. A partir de aquí todo se dispara mediante ambos desnudos femeninos. Uno, roto en el pecho, vuela hacia el infinito o quizá se posa en la tierra y es el otro desnudo que nace de atractivas formas ondulantes móviles. ¿Será al contrario o un típico desdoblamiento? A sumar las burbujas esferas, de tan complejo simbolismo, uno la totalidad, que bullen por doquier y se transforman en las cabezas de los desnudos, como si aplicaran una especie de capacidad para crear vida. Ni digamos ambas espirales, de tanta carga simbólica ancestral con múltiples significados según las culturas, que en el cuadro amplían el movimiento de su entorno.

Para el propio artista fue inesperado. De economista que abandona su profesión, con impensables cambios en la vida, siempre para bien, a pintor surrealista con espléndidos cuadros, dibujos y collages, tan críticos y destructivos, sin olvidar sus fascinantes textos de muy variada índole. Un ejemplo: Me preguntan mis personajes | por qué soy tan cruel | tan desvergonzado | por qué tras tanto esfuerzo para dibujarlos | cortarlos y recortarlos, pegarlos | por qué una vez ensamblados, barnizados, cuidadosamente enmarcados | con cristal | soy capaz de empujarlos a un extraño mundo | donde tienen que sobrevivir | y encontrar un hogar, que sea diferente, que sea atractivo. Se trata de Paco García Barcos. 47


ecología y paisaje

En la obra que le representa, ya su título, Circo Calavera S.A. Magia, Sugestión, Intimidación, sugiere el tema desarrollado, que contiene dosis críticas semejantes a la ilustración de Víctor Mira titulada Ámbito de perro. El potente fondo negro sirve para amortiguar, y potenciar, el derroche de figuras que amontona sin perdón, pues todas, aupadas por el contrastado color, manifiestan una desoladora condición humana prisionera de sus denigrantes deseos, como caprichos sin fondo. Esqueletos, cuerpos deformes, incluso la desarticulación anatómica, son el perfecto compañero hacia finales dramáticos. ¿Y los rostros? Síntesis del nefasto comportamiento humano con expresiones perplejas,

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El paisaje y la ecología, como amor y respeto hacia la naturaleza animal y vegetal, están representados por el pintor Germán Díez y el fotógrafo Antonio Ceruelo, aunque también podrían haberse incorporado los dos cuadros de Pedro J. Sanz, más idóneos para el tema relacionado con la violencia humana.

exageradas ante su siniestra fealdad y sonrisas abiertas dispuestas para morder, que se acompañan por miradas oblicuas, mortecinas y asombradas por el placer del daño causado o por venir. Todo con un sugerente sol que lanza su luz cual ráfagas para irradiar tan dispares presencias, junto con fascinantes esferas, como pelotas de golf, que danzan, sorprenden y se acoplan al conjunto de la muy minuciosa y articulada obra en cualquier detalle a observar.

Tras una fase pictórica abstracta de gran poder, su vínculo con el campo, el de Germán Díez, emerge de manera natural, sin forzar nada, al vivir en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), donde nació, hasta los 16 años, sin pérdida de vínculos con su pueblo natal pese a vivir en Zaragoza. Dicha obra, la que le representa en la actualidad, comienza en 1994. Con posteridad inaugurará dos muy significativas exposiciones en el zaragozano Torreón Fortea, en 2001, y en la Fundación Maturén de Tarazona (Zaragoza), en 2002. Ambos cuadros, sin título y de 1995-1996 y 1996, son exactos ejemplos de una línea coherente y sentida, que se agranda con enorme variedad sin pérdida de un lenguaje propio, síntesis de un muy diáfano criterio. Hasta renuncia al color estallante, que sustituye por un ángulo natural, lejos de estridencias forzadas. Todo muy sencillo en apariencia.


El cuadro de 1995-1996, tan esquemático, consiste en dos círculos acoplados, con uno visto parcialmente al ocultarse debajo del otro, que muy bien podrían representar dos emblemas solares, aunque quizá no fuera esta la intención del pintor. Fiel a su pensamiento incorpora una piedra, maíz y delicados pétalos de rosa, con lo cual nos catapulta en un tema ecológico propio del campo pero desgajado de su entorno natural, como si alguien hubiera raptado dichas incorporaciones. Con tan sencillos elementos pinta, y configura, numerosos planos, de muy dispar tamaño, con curvas dominantes, senderos, ondulaciones y extrañas formas, que habitan entre colores apagados, como si la muerte anidara sin pausa. En el otro cuadro, de 1996, el planteamiento ecológico es el mismo, pero la forma es casi ovalada, quizá evocando a un tronco de árbol talado, de ahí las muy estrechas bandas ondulantes como signo de que cada una refleja sus años. Bandas que adquieren vida, o multiplican la muerte en toda la obra, mediante dos planos casi circulares compuestos con auténticos caracoles.

Ángel Maturén. Chopos, 1990. Temple y acrílico sobre lienzo, 200 x 225 cm. Chopos erguidos que ascienden paralelos, orgullosos, camino del cielo, con la corteza difusa entre el gris y el negro para trazar extrañas abstracciones espontáneas. La tierra, al fondo, sirve de cojín cambiante hacia el infinito.

La orilla rocosa del mar y el bosque repleto de vigor, como dos temas para dos dípticos perfil secuencias, de 2008, unidos por las espléndidas fotografías de Antonio Ceruelo, que registran con minuciosidad el realismo desde su impresionante quietud. Fotografías que ofrecen el gozo de una naturaleza vigorosa, cambiante, como si fuera el negativo fotográfico de lo hecho por Germán Díez La marea baja ha permitido que aflorase lo oculto durante horas. En la parte superior una roca, y sus fascinantes rajas que trazan senderos imposibles, protagoniza con su presencia la ruptura del agua apacible estancada hasta que, de nuevo, el oleaje la renueve con sonoro vigor. Roca rodeada de rocas que ahora, en la parte inferior, siguen para dominar un paisaje lunar sólo vivificado por varias pacientes lapas y sólo alterado por la mano del hombre mediante hilo de pescar azul.

Estamos en otoño avanzado, o será invierno, para evidenciar la grandiosidad del paisaje mediante ambos planos acotados a través de la muda armonía natural. Acotación que posibilita el minucioso rastreo visual de su íntima presencia. En la parte superior, como cierta revelación instantánea, un poderoso árbol extiende sus ramas invasoras e irregulares, en una suerte de conquista sentida como territorio intocable. De la tierra húmeda emergen caprichosos arbustos con dispares alturas, cuyas ramas trepan por el arrogante tronco y se extienden hacia otras latitudes, para generar con sus hojas verdes un matiz de constante plenitud. En la parte inferior se fotografía el bosque con los árboles amputados por la cámara, que contrastan por la tenue luz solar, tan capaz de posar otra luminosidad mediante el plástico que protege el sotobosque cuando se poden los árboles. En el suelo queda el plástico irregular, con pequeños montículos, que posibilita un intrigante juego de formas por las luces y sombras, hasta el punto que la posible agua de lluvia se canaliza a través de un fascinante entramado de estrechos canales. Debajo del plástico queda la tierra húmeda como constante generadora de vida. Todo como si fuera una deliberada instalación, pero aquí espontánea. 49


posos eróticos

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El erotismo, el sexo, el amor pasión, y su hermana vía sensualidad, se apodera de todo sin posibilidad de sustituto, porque significa, sin más, la existencia humana. Tema constante e indescriptible, eterno, por su maravillosa complejidad, que aletea sin medida en toda la historia del Arte. Algún poeta, cualquier persona inteligente, sensible y culta, ha visto con certeza la íntima unión entre el acto sexual y la muerte, que se percibe a chispazos, como si algún motivo oculto impidiera captar con certeza tan excepcional e intensa realidad. De las ilustraciones, dentro del tema, conviene citar las obras de Carlos Ochoa, Luis Royo y Rómulo Royo, Javier Joven y Víctor Mira. Las obras exhibidas, de línea erótica, corresponden a los pintores Manuel Marteles, Sergio Abraín, Dino Valls y Paco Rallo, también diseñador gráfico, así como la fotógrafa Mapi Rivera, que abordan el tema mediante muy diferentes perspectivas formales y cromáticas, de modo que con su aportación lanzan un extraordinario registro personal con absoluta libertad.


Luis Royo y Rómulo Royo. Dome, 2006. Óleo sobre enlucido de yeso, cúpula de 80 m2. Colección particular. Cúpula con círculo central y ocho segmentos pintada durante tres meses en un castillo de Moscú, Rusia, como encargo de un mecenas ruso. Aguerrida figura femenina en el centro que lanza flores. Escenas eróticas con lesbianas de gran belleza, sublimadas. Muy notable técnica transformada en arte.

Lo erótico, hasta con dosis irónicas e insustituible desparpajo, viene de lejos en la obra pictórica de Manuel Marteles. Presenta dos cuadros, de 1993 y 2004, que representan una evidente evolución pictórica con temas iguales pero dispares en su perfil general.

Pandora Bolero Bar, terminado el 6 de enero de 1993, corresponde, dentro de una serie temática, a la exposición Un retablo para Jesús Mingarro, que se inauguró, el 24 de abril de 1992, en la Escuela de Arte de Zaragoza. Cuadro dentro de la serie que, por fechas, nunca se expuso ni reprodujo en el catálogo. Jesús Mingarro, de minga, por pene, y garro, por guarro, era un novillero ficticio amigo íntimo del pintor desde la infancia, que, tal como se narra en nuestro prólogo para dicha exhibición, fue sodomizado y corneado hasta morir en plena plaza de toros, ante el espanto y gozo,

sin duda, de los innumerables espectadores por muerte tan singular. Está enterrado en Calatayud (Zaragoza). Pandora Bolero Bar, título que figura con caracteres griegos encima del desnudo femenino, tiene otro cuadro al dorso, pero ahora, de ambos, nos centraremos en este. En realidad se trata de Adán Mingarro, que al poco tiempo sería de nuevo retratado en el cuadro Adán Mingarro Patrimonio de la Humanidad. La historia de tan muy ilustre familia la escribió Manuel Marteles bajo el seudónimo de Luis de Argote, con el título «Pandoras y Japetónidas», publicada en folios cosidos y fechada el 8 de agosto de 1994.

Veamos las secuencias de tan hermosa y atractiva obra. Alrededor del cuadro está pintada una estrecha orla con la siguiente leyenda. Lado izquierdo: ADÁN-MINGARRO-POSAEN-ACTITUD-PROMETEICATOCADO-CON-YELMO-YCANALETO. Zona superior: PANDORA-DE-FUEGO-EN-LADIESTRA-AL-LADO-DE-SUCUÑADA-DE-SU-SA (palabra oculta en parte por una rama con hojas) ALIAS-. Lado derecho: PANDORA-TINAJADECORADA-CON-FIGURASROJAS-SOBRE-FONDO51


Manuel Marteles. La vergonzante resaca de uno, de los tantos que hubo, héroes mayo 68, 1993. Acrílico sobre panel, 183 x 122 cm. Reverso del cuadro Pandora Bolero Bar.

NEGRO. Estamos en un jardín con dos figuras desnudas y una tinaja, mientras que al fondo está pintado un muro y detrás, sobre el cielo azul, se recorta una torre mudejar. Espacio íntimo para que ambos desnudos respiren con absoluta libertad. La tinaja evoca a una cerámica griega y aborda un tema afín al cuadro. En el plano superior figuran varias aves volando y un desnudo masculino sentado con yelmo y el pene erecto, como Adán Mingarro, y en el plano inferior una inocente figura femenina vestida, reflejo de Pandora, que entra a su 52

vivienda. Vayamos, ahora, con ambas figuras principales. Dos gigantescos sapos, con la lengua roja fuera perfil ansiedad infinita, contemplan el desnudo femenino como objetivo inalcanzable. ¿Y Adán Mingarro? Sobre una columna como si fuera un emperador «posa en actitud prometeica», es decir, de Prometeo, en la mitología griega «el Previsor», cuya máxima y única arma era la astucia. Astucia para seducir a la figura femenina, razón de tan glorioso pene erecto. Con su capa roja y yelmo, cual guerrero dispuesto a la permanente conquista, tiene poblado bigote y su mirada queda oculta por gafas negras para ofrecer un matiz achulapado. ¿Y el desnudo femenino? Pandora, que abrió la caja de donde salieron todos los males, es en

realidad un hermoso desnudo femenino sentado sobre un augusto sillón en actitud medio indolente, serena, y muy lejos, pues mira hacia el infinito, de un pequeño Adán Mingarro observándola como si tan bella mujer fuera de su propiedad. Ambas figuras se recortan sobre el fulgurante cielo azul. Pandora Bolero Bar, tal como se indicaba, tiene otro cuadro al dorso con dos leyendas. Zona superior lado izquierdo: «A MI QUERIDO AMIGO MANUEL PÉREZ-LIZANO, EN AGRADECIMIENTO A SU AMISTAD. MANOLO MARTELES - PTOR. DOM. EN ZARAGOZA A 6 DE ENERO DE 1993». Asimismo, al lado, un matasellos que pone «Manuel Marteles / Pintor Dominguero» con la dirección y el teléfono, que repite en el cuadro como adorno. Zona inferior lado derecho: «LA VERGONZANTE RESACA DE UNO, DE LOS TANTOS QUE HUBO, HÉROES MAYO 68». «HÉROES» subrayado, que sumado a «VERGONZANTE», dentro del famoso mayo de 1968, en París, ofrece una idea sobre el


primero, de mayor tamaño y como si fuera una cortina, ubica la dedicatoria, los trazos y un rostro rojo riéndose, perfil máscara, como símbolo de los falsos héroes del mayo de 1968. Es posible que dicho color rojo tenga cierta carga simbólica relacionada con alguna ideología política. En el segundo, de menor tamaño y en la parte inferior, pinta trazos de muy variada índole, algunos gestuales de impronta destructiva y enigmática, y una enorme taza blanca de la que sale humo, la cual resulta muy compleja de definir en cuanto al significado. Cuadro que es un contrapunto radical respecto al primero, ese que en apariencia es el principal, aunque según nuestro criterio ambos son importantes.

criterio de Manuel Marteles en cuanto al negativo resultado final, visto en conjunto según la ideología personal, de tantas manifestaciones, proclamas e ilusiones. El color dominante es algo oscuro, pero animado por verdes y, sobre todo, por rojos y blancos. El cuadro abocetado, ni de lejos está pintado con tanta meticulosidad como el otro analizado en el mismo soporte, es decir, grueso panel reforzado con madera en los costados. En el lado derecho superior hay una ventana con rejas y un caracol-pene que contempla el sol, como espacio que abre la mirada de toda ilusión y permite respirar toda la composición. El resto de la obra, con dominante negro en el fondo, tiene numerosos trazos para dar agilidad, dinamismo, y se divide en dos planos. En el

El segundo cuadro expuesto de Manuel Marteles, de 2004, es muy diferente al anterior, aunque el tema erótico adquiere gran protagonismo. Se expuso, bajo el título Meón, poseído por un diablillo que cimitarrea a dos manos, percibe la atenta mirada de Generosa, la cual acciona su órgano-dispositivo de gravedad autónoma para levitar a gusto tal y como requiere la ocasión, se inauguró el 3 de octubre de 2004, en la Fundación Maturén de Tarazona (Zaragoza). Veamos tan fascinante cuadro. Si el fondo es oscuro, poblado por formas redondas y ovaladas para dar movimiento y variedad visual, las figuras mantienen colores entonados

pero lejos de la realidad por los verdes y los medio rojizos, con lo cual incorpora lo inverosímil con verosimilitud. A destacar el protagonismo de las cuatro figuras, es decir, Meón, un diablillo, una figura con cuernos, los tres en apariencia bisexuales, y Generosa, que resaltan, con notable visión, por la desarticulación anatómica para posibilitar el fascinante juego formal. Penes erectos, una masturbación, felaciones y el órgano sexual femenino como «ofrenda» voluntaria, generosa, a quien sea, todo con máxima espontaneidad, sin pudor, se fusionan con las figuras en una suerte de orgía sin medida. Resaltan, por lo demás, las potentes miradas abiertas, asombradas, inquietantes en el caso del diablillo, absortas en su voluntario juego sexual.

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Un encargo atípico sobre desnudos femeninos es infrecuente, ni digamos para un club de alterne con barra americana en Zaragoza. Aunque Sergio Abraín, desde hace años, incorpora en sus obras los desnudos, con frecuencia desarticulados o enteros, que combina con su muy personal lenguaje. Pero estos cuatro cuadros, de notable tamaño y como norma pintados mediante pistola, son diferentes por enfoque del desnudo. Los cuatro de 2001 y colgados en 2002. Los fondos son, en un caso, una estructura geométrica para regularizar la composición y, en tres, con sus típicas formas geométricas basadas en el cilindro, aquí con variantes, como el rectángulo, en una ocasión con un típico rostro femenino, que pinta en grises, blancos plateados y casi negros, tan capaces de alterar el espacio circundante. A las tonalidades indicadas se suman el rojo y en tres cuadros el poderoso negro para resaltar cada desnudo. Lo señalado sirve como ámbito para crear la adecuada atmósfera y el preciso espacio, de manera que los desnudos figuran en un primer plano

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Licenciado en Medicina en 1982, con 23 años, por la Universidad de Zaragoza, la ciudad donde nació, compaginaba los estudios con la vocación artística. Estudios, y aquella lejana influencia de diversas corrientes artísticas, que determinan una obra pictórica hiperrealista diferente, producto de un carácter reflexivo que bucea en su interior interrogándose las dispares realidades humanas mediante el desnudo femenino, ahora transformado en prototipo de belleza sublimada, y con rostros que son un perfecto arquetipo. Dino Valls participa con dos obras que representan lo pintado en los últimos años, siempre con colores sobrios muy entonados.

para potenciarlos. Los cuatro desnudos femeninos tienen colores muy similares a los cilindros y se caracterizan por el uso de los tonos oscuros y los contrastes cromáticos en diferentes zonas, con lo cual se multiplica el efecto visual hasta grados excepcionales. Todo parece como si cada desnudo estuviera a un milímetro del espectador. Ninguno tienen cabeza y las extremidades inferiores y superiores o no están pintadas o solo parcialmente, con lo cual los cuerpos adquieren un gran volumen y erotismo, muy acompañados por las posturas, tan cambiantes como provocadoras. Máxima sexualidad con garra y belleza creativa.

Aracne, de 1998, representa uno de los cuadros modelo de complejidad. El espacio es primordial para que se ubiquen los cuatro desnudos femeninos, con ocho piernas y tres cabezas, como norma estilizados, cuyo fondo es de máxima dificultad interpretativa. En el centro, detrás de las cuatro figuras, está pintado un mapa como si anunciara el despliegue de toda la trama pictórica, el cual, en la parte inferior derecha,

tiene la frase «OBSCURAM | PER OBSCURIUS | IGNOTUM | PER IGNOTUS». Veamos lo pintado fuera del mapa. En el lado izquierdo se representan una figura masculina como estudio anatómico propio de Medicina, dibujos de línea con énfasis geométrico, fórmulas matemáticas y la frase «SATOR | AREPO | TENET | OPERA | ROTAS», dos círculos con numerosas figuras humanas de línea, dos columnas rematadas por la palabra «SUPERIUS» con signos simbólicos y el sol sonriente reproducido incluso en grabados populares, todo ello de prolijos símbolos, como, por ejemplo, la columna, que oscila entre el eje del mundo, la representación fálica y un largo etcétera. En el lado derecho se representan cuatro esferas. Los cuatro desnudos femeninos con tres cabezas, tan carnosos, bellos y eróticos, destacan por sus miradas centradas en el espectador, como si sugirieran cierta complicidad, incluso un matiz provocativo, quizá cierta súplica obsesiva. Tres figuras de rodillas y una sentada sobre las nalgas de otra, casi prisioneras en su aparente celda rodeada de sabiduría antigua, configuran como conjunto una fascinante triangulación cercana a la pirámide. Los cuatro desnudos son, en realidad, uno repetido, con la diferencia de que el primero, en el lado izquierdo, tiene el pelo diferente. También respiran atados por su propia carne, alargada en el primero como si fuera otro cuerpo unido a los dos restantes, y se nutren de sí mismos en una suerte de anómala simbiosis. La clave del cuadro es la figura de la izquierda, cuya cabeza sirve


Paco Rallo, en el ámbito de su exposición en la galería Tutú, La Caja de los Hilos, Zaragoza, 2004, está representado por dos obras, la segunda como consecuencia de la primera y, por tanto, íntimamente soldadas. Besos de mi corazón a tus labios, título de la instalación en el escaparate de la galería Tutú, es una obra compuesta por cuatro paneles verticales como hermoso manifiesto al amor mediante la fotografía, la tipografía, el dibujo y la pintura, las cuatro técnicas que ha trabajado en los dos últimos años partiendo de 2004. De izquierda a derecha, por tanto, desarrolla la siguiente trama. Primer panel: una maceta oscura con planta verde y diez de las hojas rojas, que se relacionan con un bello fondo rojo. Planta de

para ésta y para el cuerpo que atraviesa en diagonal las dos figuras de la derecha. Véase, como fascinante complemento, el sutil y engmático entramado de las seis piernas correspondientes a las dos figuras del lado derecho y a la figura transversal. En el otro cuadro, Hieros Gamos, de 2000, enfoca el único desnudo femenino desde un ángulo muy distinto al anterior. El racional suelo geométrico, roto en el ángulo inferior derecho, crea el primer golpe de atención, que se difumina mediante un fondo negro para que destaque la figura, pero también como espacio enigmático. ¿Qué hay en ese fondo negro? El pintor, con toda intención, ha trastocado la realidad, pues el desnudo vibra perfectamente iluminado pero nunca justo detrás, en aquel fondo negro como atmósfera temida y angustiosa habitación-cueva sin final aparente. ¿Y el desnudo? De pie, elegante, hermosa, con las piernas cruzadas en un gesto de pudor y cuerpo de mujer mezclado con rostro de adolescente, mira con fijeza y seriedad radical, como si pidiera auxilio mostrando su natural esplendor. En realidad destruye su cuerpo por razones enigmáticas, quizá vengándose por el amor pasión no correspondido. Dos dedos de su mano izquierda rajan la piel con suma delicadeza. Choque entre el amor y la tristeza de una hipotética muerte en plena juventud.

interior llamada Flor de Pascua, que como tal aquí representa la belleza de la naturaleza y su cuidado. Segundo panel: un hermoso, sugerente, sensual y evocador texto del artista, con la «a» en rojo para marcar el inicio de cada frase. Son textos sacados de mensajes SMS enviados por Paco Rallo a Fina Gómez Barduzal y aluden a lugares y diversas situaciones, en definitiva, a complicidad entre dos personas que se quieren. Su título es «Besarse con sabor». Dice:

Javier Joven. Olimpia, cocinada por su madre en Bañado Sur, 2007-2008. Óleo sobre lino, 165 x 165 x 4 cm. En Asunción, Paraguay. Pobreza, rojo de peligro, hombre con ansia de mujer, desnudo femenino protegiéndose de forma inútil y el actual presidente de Francia retratado como mirón.

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Carlos Ochoa. La lidia, 1986-1989. Barro cocido, hierro, poliéster y fibra de vidrio, 440 x 180 x 130 cm. Plaza de toros inundada ante el hermoso erotismo femenino, rematado por un insaciable toro hombre.

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«a frío invierno, a dulce de naranja amarga, a bomboncito de chocolate, a schweppes con rodajita de limón, a lanzarote del lago, a colacao con pasiegos, a tequila de mariachi con sangrita y lima, a pollito solitario, a masaje corporal con aceites esenciales, a sirope de pistachos con canela en polvo, a mermelada de estrellas de la vía láctea, a votante de izquierdas o de derechas, a senda iluminada por la belleza de las ninfas, a camisón con flores bordadas en seda salvaje, a museo parisino, a princesa de dulces sueños y otros relatos, a nubes de algodón de azúcar, a mensaje sms...».

Tercer panel: sobre fondo casi color mostaza y cambiantes trazos signales, que son bigoteras para agilizar el fondo y ofrecer diferentes panoramas visuales móviles. El artista partió del tipo Súper-Veloz, de Joan Trochut (1920-1980), como piezas móviles cambiables entre sí que constituían un complejo sistema modular. Sobre dicho fondo se recortan los perfiles de dos jirafas en pleno cortejo, como alusión a la belleza del mundo animal. Y cuarto panel: es el fragmento de un cuadro de Agnolo Bronzino, (Florencia, 1503-1572), titulado Alegoría del triunfo de Venus (1540-1545). Cuadro de gran belleza del que se muestra un fragmento con Cupido y el desnudo femenino como símbolo del amor pasión. Cuatro paneles limpios, diáfanos, que se reafirman, con tanta delicadeza, por el muy cálido sentimiento volcado.


La instalación se completa con el happening en el interior del local (La Caja de los Hilos) sobre la barra, mediante ramas colgando para evocar a un bosque, a un jardín, con el objetivo de favorecer que se besaran las parejas, es decir, los invitados, el día de la inauguración. No olvidemos que Paco Rallo «invitó a la gente al acto minimalista de besarse». Aquí, justo aquí, comienza la segunda obra, titulada Besarse con sabor, con una selección de las fotografías de Daniel Pérez obtenidas el día de la inauguración como un gesto definitivo de arte conceptual. Parejas de conocidos artistas, de algunos poetas, conversaciones de personas implicadas con la cultura zaragozana, se besan con frenesí espaciado, natural, jocoso, de tal suerte que generan una cambiante atmósfera, cual fotogramas separados pero unidos por la misma idea. Felicidad irrepetible de una fracción temporal, que en el catálogo se completa con los datos de las personas que asistieron al happening como testimonio de aquel día.

El tema erótico concluye con dos fotografías de la oscense Mapi Rivera, que desde finales de los noventa irrumpe en el campo artístico con absoluta categoría. La artista, como es sabido, se retrata para ser protagonista única, como sincero eje relacionado con toda mujer, con múltiples sensaciones, con toques espirituales, pero siempre mediante la precisa y perturbadora belleza sin medida. Campo de trigo, de 1999, es un paisaje con predominio de dos planos paralelos a la base. El campo de trigo amarillo, como oro germen de vida, ocupa menor anchura y el cielo, como toque de azul intenso cual espiritualidad hacia el espacio, ocupa mayor anchura. Del trigo emerge una figura femenina como fusión entre la tierra y la vida humana, hasta el punto que unas extrañas formas ¿vegetales? sirven como adorno sobre el vestido. La figura femenina eleva sus brazos cubiertos, como el rostro, por un tejido transparente y los ojos cerrados sugieren ese nacer a la vida, que se potencia, y reafirma, por el sol oculto para comenzar, poco a poco, otro día, de ahí que la parte inferior del cielo sea más luminosa y la parte superior, en gradaciones, más azul.

De la serie Estelaciones se exhibe Estelación vigésimo quinta, de 2004. Al año siguiente, Heraldo de Aragón, 29 de septiembre de 2005, la fotógrafa comenta: «En arte, yo hablo de lo que conozco, hablo de las experiencias que pasan por mi cuerpo, de ahí que use tanto el cuerpo en mi obra, con ropajes que yo mismo coso y descoso, o completamente desnuda. Las burbujas encarnan la pureza, la desnudez, la belleza, una forma esencial que es agua y aire». Cierto. El tono delicado, cierta espiritualidad, su función etérea, se consigue con el fondo azul muy pálido y delicadas nubosidades por doquier. Impresión irreal ascendente a través de la burbuja gigante sobre la que emerge el desnudo de la artista. Desnudo con las piernas unidas para eludir un erotismo exagerado y cabeza mirando hacia arriba para mostrar un tono espiritual. ¿Y las burbujas? Un número a determinar traza un círculo móvil que gira sin final en torno al cuerpo. Burbujas con cuatro cuadrados blancos como efecto de la luz y variedad formal. Dos burbujas, desprendidas de las restantes, son clave para el conjunto de la obra. Sobre la vulva sin cabello, que multiplica el erotismo o lo disminuye, se ubica una burbuja que deja atisbar la carne pero deformada. Burbuja repetida pero sujeta por ambas manos, que paralelas apuntan hacia arriba, como la cabeza, para sugerir el toque espiritual. Dos fotografías que disuelven toda imaginación, para lanzarla hacia dispares territorios del sentimiento.

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expresión vital El campo expresivo desliza criterios enigmáticos, potentes, obsesivos, que desgarran y trasladan al hombre hacia situaciones anómalas, sin fondo predecible. Su ámbito formal se trastoca, bajo el objetivo de ampliar la idea anhelada, que nace, quizá del inconsciente, con temblor, con dudas, hasta que aflora lento mediante cualquier chispazo feliz. A estas coordenadas corresponden las obras de Pedro Bericat, Gregorio Millas, Miguel Galanda, Alberto Carrera Blecua, Ángel Maturén, Lina Vila y Steve Gibson. 58

La muy sutil obra de Pedro Bericat, de 2008, hecha con diversos materiales y sobrios colores, casi como si fuera un montaje colgado en la pared, obedece a formas desarticuladas, hasta separadas, que une con gomas industriales llenas de agujeros, incluso pinzas, para configurar un poderoso cuerpo irregular. También añade recortes de periódico y de revistas como alusión al tiempo, que aquí están rotos, desgarrados, en una suerte de cambiante énfasis formal con leves juegos de luces y sombras. Destaca el doble retrato de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, que ya incorporara para su exposición en la zaragozana galería Spectrum Sotos, de 1986, y en la cubierta de su publicación «Arte cliché (sello inmaterial). Bajo el tiempo difícil», de 1992. Si su bisabuelo fue fotógrafo, su abuelo Ángel Cortés dirigía Foto Studio Skogler, en Zaragoza, y se le encargó la fotografía oficial de José Antonio Primo de Rivera, razón para que la incorpore en el lado izquierdo y se repita, al revés, con el símbolo del Arte Postal basado en un sobre y cuatro flechas, que ya pusiera en la citada publicación, para señalar múltiples direcciones como criterio universal sin fronteras. Contrapone al fundador de un partido político con la libertad total. También pega el siguiente texto de su abuelo: «Este mes de Julio queda cerrado el Studio y sólo se abrirá el local para venta de aparatos y enseres de fotografía de 5 a 8 tarde. Foto Studio Skogler». Obra evocadora con intachable juego formal, capaz de alterar el espacio ante sus cambiantes desgarros.


Dos cuadros de Gregorio Millas, de 2003 y 2006, que obedecen al mismo título y tema, incluso con atemperados colores, nacido como cambio sustancial tras su período neocubista. Todo comenzó cuando sobre un papel incorporaba tintas y aguadas y encima un cristal, de modo que surgían rostros de formas aleatorias, con el poderoso azar, siempre presente en la vida, como falsa instantánea «fotógrafica». Manchas y rostros pintados en los cuadros. Los numerosos rostros sugeridos en cada cuadro, que impiden incluso cualquier ámbito espacial, transpiran amontonados, incluso mezclados parcialmente, de modo que se distinguen por sus impenetrables gestos, tanto de frente como de perfil, como si fueran muertos nacidos con mínimos trazos de pincel. Ojos cerrados. Ni esperanza.

Dos esculto-pinturas que evocan, por desgarro misterioso, a esculturas tipo Caminante y Hombre y mujer, entre 2003 y 2004, pero las primeras con cierto aire de libertad, mientras que las segundas viven prisioneras, atadas. A Miguel Galanda, de siempre, le ha subyugado la figura humana inmersa en soledades radicales, como si buscara algo sin definir e ignorara un destino poco feliz. Ambas esculto-pinturas, Zopisa y Crispopeya, de 2007, tienen fondos neutros con suficiente espacio como para sugerir cierta profundidad, multiplicada por la malla metálica de ambas figuras para que resalten y salgan del soporte en metacrilato. Sus propios colores, en negros y grises, predisponen a un generalizado deje dramático, tan potenciado por miradas enigmáticas, insistentes, profundas. Uno de los rasgos más singulares son las posturas, puesto que ambas figuras parecen andar para ofrecer un matiz de naturalidad, quizá como leve reflejo de lo que fueron. Naturalidad real pero de su actual condición. Domina el énfasis destructivo, la descomposición física, como inmediatos cadáveres cual reflejo social insoluble. Pese a tantos elementos negativos, pues nada se salva, el drama atrapa, subyuga, porque es una especie de ensayo transformado en arte, fiel reflejo de la sociedad, del individuo, como futuro incierto.

Manuel García Maya. Retrato de Kafka, 1980. Limón y acrílico sobre cartulina, 35 x 22 cm. Colección particular. Frente infinita y deforme, mirada penetrante y enigmática, labios ocultos, rostro difuso.

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Dos cuadros de 2008, uno como tríptico, definen con exactitud la dinámica trayectoria de Alberto Carrera Blecua, inmerso en reflejar el desconcertante e insoluble caos humano, a través de un dilatado campo experimental, como aquellas impresionantes y meteóricas instalaciones, pensadas, audaces, y en fechas recientes con la cerámica. De experiencias personales, reflexiones, viajes con estancias para pintar un tiempo específico y una pertinaz desconfianza para con el hombre, sin pérdida de credibilidad, emerge una obra poderosa, abierta y carcelaria, como si todas sus figuras transpiraran prisioneras en su particular entorno. Varias coordenadas intachablemente fusionadas son primordiales para el resultado final de cada cuadro. Las extraordinarias texturas, de gran belleza y atractivo, son clave para unir el conjunto de lo pintado, que se acompañan por colores sobrios y sombríos, sin dejes exclamativos que posibiliten media sonrisa. Los fondos, cambiantes y similares, generan dispares espacios fluidos y conectados, pero como norma con levedad para no desgajarse de cada figura pintada, bajo el preciso objetivo de crear un solo cuerpo pero diferenciado. ¿Y las figuras? Sugeridas, potentes y desgarradas, siempre para mostrar con certeza su expresionismo vital, sin causa específica, sin meta racional concreta, de modo que alocadas se rompen físicamente, se desgajan. Espejos reales del temor hecho misterio, pues ni siquiera sueñan con una hipotética gestación hacia un futuro a especificar. Irracionalismo de la tragedia. 60

En dichas coordenadas vitales se encuadran las dos obras expuestas. El cuadro Hoy solo con fondo abstracto tiene el título, como dato significativo, en la destacada cruz cual símbolo de muerte, de la que al parecer se desprende una figura distorsionada, desgarrada, en un perfecto juego formal, como si fuera un espectro emergiendo de la cruz. El tríptico La tierra prometida posee cierta peculiaridad. El pintor evoca cuando en Dakar, Senegal, tenía que ir en barca a una isla donde estaba el estudio. El barquero negro figura en el lado derecho y el pintor en el izquierdo, ambos sobre una barca y con los rostros expresivos, deformes, muy lejos de cualquier retrato. Dos cuadros y dos penetrantes atmósferas tan características en este artista.

El último gran período del pintor, sobre todo, y escultor Ángel Maturén, fallecido en 2005, abarca desde el 2000 hasta finales de 2004, singularizado por un soporte de madera, la incorporación de gruesos materiales, los sobrios colores y el uso del plomo. Período escultórico y pictórico de increíble fuerza, muy personal, que nace, consideramos, porque el artista tenía la salud muy quebrada. Reacción más que valiente como última apuesta artística, aunque poco antes de morir inició varios paisajes centrados en su amado monte Moncayo, Tarazona (Zaragoza). Las dos obras seleccionadas son Mysterium, de la serie Osadía, 2000-2002, y Sin título, de 2003.

Mysterium es una abstracción mediante bandas paralelas a la base de dos colores, como insinuación geométrica, con profundos huecos que enriquecen el campo pictórico por las formas y sus luces y sombras. El fondo azul se quiebra a través de las bandas rotas con una violenta raja irregular nacida desde la zona superior, justo donde se encuentra un plano rojo, que altera el campo geométrico como signo del dramatismo generalizado. Abstracción que sigue la tendencia suya nacida en los sesenta para seguir, antes y después, con una obra figurativa de muy cambiantes características. En Sin título tenemos el típico ejemplo de una abstracción como colchón de fondo a través de planos y gruesas hendiduras verticales a la base, que producen, con su verde oscuro y blancos sucios, una sensación vibrante angustiosa, enigmática, con cierto matiz violento, como un cataclismo también de luces y sombras. Violencia triplicada por el notorio gran plano central, que es un cuerpo humano plano decapitado y con la mutilación de sus extremidades superiores e inferiores.


Los dos cuadros de Lina Vila se titulan Vanita, de 2004, y obedecen al mismo concepto que Vanita, de 2003, Primer Premio de Arte «Santa Isabel de Aragón», Reina de Portugal, que el mismo año 2004 daría como resultado obras en la misma línea, con sustanciales variantes, tipo serie Clemencia. Una Vanita, con incorporación de cobre, de ahí el color dominante, adquiere singular complejidad mediante una lectura de arriba hacia abajo. Un pie, en actitud de correr por su forma o quizá posado, queda envuelto, «teñido», por el tejido que configura un primer gran plano. Tejido que, a su vez, está dividido por seis planos con diminutas formas geométricas casi como celdas de abeja, algunas flores, una la flor heráldica de Lis, y, al parecer, un toldo o sombrilla de playa. Contraposición de vida y muerte. Del sexto pequeño plano nacen dos pies y otros tres desvinculados del citado tejido, sólo atados al primer gran plano por líneas radiantes, casi como «alfileres» del «sufrimiento» y de la vida, y con colores apagados que sugieren la muerte. Pies, en su totalidad, que flotan, que están inmóviles, detenidos sin causa justificada, razones para su perfil enigmático de compleja y sutil composición.

La otra Vánita, hermosa, dura, como un balazo inesperado, tiene el fondo negro para acoger y resaltar el tema. La mano y el brazo verticales arrancados del antebrazo, del cuerpo, pintados con minuciosidad, sirven como atractivo eje visual. Su ausencia de vida anuncia, cual paradoja, otra vida, pero ahora vegetal, mediante varias ramas que absorben de las venas una especie de sabia, de carne, capaz de alumbrar ramas y delicadas flores esparcidas por el soporte sin final ni fondo. De toda muerte succionada emerge vida.

Queda, dentro del enfoque expresivo, el escultor Steve Gibson, que comienza su carrera artística en Zaragoza. Las dos obras representadas, típicas dentro de su línea, se titulan Tormented Souls 5 y 7, de 2007 y 2008, y pueden traducirse, en este caso, como Almas Atormentadas, es decir, que obedecen al espíritu, al sentimiento, nunca a, por ejemplo, la tortura o el sufrimiento físico. Ambas obras, en síntesis, mantienen las singularidades de tener un armazón metálico en su interior, con posteridad cartón tratado mediante resinas para ofrecer la forma definitiva y tiras de cartón sobrepuestas que pinta, con lo cual se potencia el tono carnoso y expresionista, de matices sobrios que dramatizan cada figura. Asimismo, la circunstancia de que sus figuras sufran, vibren, sientan, desde su solitaria desnudez, desamparadas, acumula el dramatismo y seduce la mirada.

Tormented Souls 5 es un desnudo femenino cuyo dramatismo interior se trasvasa al exterior, hasta el punto que se retuerce inerme, prisionera, gritando con una soga que separa los labios. Situación multiplicada por la soga que eleva y ata la figura sin posibilidad de alterar el sufrimiento. Dicho atar y elevar, con soga hecha mediante tenues hilos de esparto, atesora el impacto general. Escultura impresionante que atrapa, como si reflejara la condición humana de cualquier época. Tormented Souls 7 es un desnudo masculino que en su expresión facial acumula el pudor, de ahí que esté agachada y con los brazos intentando ocultar el cuerpo. Su ámbito interior aniquilado, destrozado, se acumula mediante un tronco para apoyar dos pies sin fuerza. ¿Y el rostro? Levanta la cabeza y mira con suplicante fijeza, como si en alguien estuviera la clave para terminar con tanto sufrimiento. Está solo pero acompañado por una multitud invisible, pues en su pensamiento bulle la razón de tanta entrega para ser vencido.

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represión y violencia

Crueldad, represión, violencia, son los temas desarrollados por Javier Joven, Pedro J. Sanz y Abdul Vas, los últimos artistas figurativos a comentar. Tres temas presentes en tantos países, como si la cordura, la decencia, la ética, viajaran hacia otras latitudes sin presencia humana. Tres temas planteados con sentido crítico sin perdón posible, como testimonios artísticos que denuncian, vía desprecio, la ausencia de valores positivos. A todos atrajo, incluso impactó, aquella exposición en la sala Juana Francés de Zaragoza, diciembre de 2003, con los retratos desnudos de una mujer adulta enferma de cáncer. Con posteridad viajará a Paraguay y, como consecuencia de la pobreza, pintará un espléndido

José Noguero. Sin título, 2002. Fotografía, 90 x 180 cm (díptico).

Hombre y mujer, como amoroso símbolo compartido, se protegen del ámbito opresor, quizá de la vida. La soledad desvanece aquel encuentro. 62

conjunto de obras. El cuadro de Javier Joven, titulado Made in China, de 2003, está dentro del espíritu de aquel viaje, pero también de obras como Concierto, Non Fumare y La abuela, que tratan temas como la pobreza y la represión. Made in China tiene como fondo a numerosos policías sentados y con aire anónimo, diseñados para ser iguales, manipulados, siempre en el contexto de China y de otros países con ausencia de lógicas libertades. Estamos, por tanto, en Tibet y la sabida represión comenzada hace años. Se crea una atmósfera idónea alterada por churretones que, con toda intención, ensucian los inmaculados uniformes. En un primer plano, resaltando sobre el fondo oscuro, está pintada una hucha de porcelana, con aspecto de cerdo, que representa algunos de los objetos banales chinos de cualquier tienda.


Pedro Giralt. Des-Prendimiento familiar, 1974. Óleo sobre tela, 100 x 100 cm. Espacio envolvente. Rostros sugeridos, cuerpos deformes atrapados por miradas poderosas, penetrantes, asombradas.

Son dos obras fuera de la línea lógica de Pedro J. Sanz, muy inclinado hacia un palpitante surrealismo con dosis misteriosas por las formas y los espacios. Sus dos cuadros con el mismo tema se titulan Crueldad Piadosa I y II, de 2003, y miden cada uno 300 x 110 cm. Predomina, pues, la espectacular verticalidad, imprescindible para el tema tal como lo trabaja. Sabida es, por programas en televisión y alguna fotografía, la vergonzosa y cruel muerte de

perros todavía vivos, sobre todo galgos, cuando dejan de ser útiles para lo que han sido adiestrados. El propio artista vio perros colgados de ramas y con el esqueleto roto comido por hormigas, cuya visión le sirvió como tema para ambos cuadros. El resultado es impecable por juego formal, colores sobrios y el negro para los dos esqueletos. Los fondos son abstracciones nubosas móviles para generar cierta suave tensión acolchada, como si fueran la tierra que acoge toda muerte. El juego formal de ambos esqueletos negros, color símbolo de la muerte, es formidable, hasta el punto que, salvo las costillas y las dos cabezas, nadie diría que

son dos perros. La realidad vivida de los huesos rotos, desarticulados, al borde de integrarse en la tierra, ha permitido que el artista pose la verticalidad de los perros colgados y que se muestren con un cambiante juego formal mediante inacabables curvas y quiebros que inundan cada fondo. Todo produce una profunda desazón, un terrible sentimiento de angustia, de tristeza ante lo irremediable. Dos cuadros rotundos, con el poder implícito de su presencia radical, abrasadora.

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«Siempre quise ser una estrella del beisbol pero no fue así, tuve que conformarme con pintar pollos, tomar ketchup Heinz y escuchar a los dioses AC / DC... En mis pinturas trato de cambiar la imagen de los pollos que conocimos en nuestra infancia. A este animal lo presento como exterminador de la raza humana, ya que han sido tratados como víctimas de un genocidio alimenticio; ese es el motivo por el cual van evolucionando e involucionando en todos los sentidos». Así afirmaba el pintor Abdul Vas, que con el pollo ha creado un espacio artístico personal, muy idóneo para incorporar temas diferentes implicados con el hombre. Dos obras de 2005, teniendo 26 años, son el perfecto ejemplo con el pollo como protagonista, en realidad cada cabeza, algunas garras y el cuerpo humano, caracterizado por su impresionante fuerza y juego formal. Una figura por obra con colores intensos y cada plano del fondo en blanco para que resalte el tema primordial. Estamos ante dos peloteros, así llamados los jugadores de beisbol, y sus fascinantes presencias físicas, tan poderosas y agresivas.

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Richard Ramírez The Night Stalker, de la serie Cincinnati Reds, es el título. El pintor se inspiró en Richard Ramírez, conocido como «Night Stalker», es decir, «Amenaza nocturna» o «Acechador nocturno», que en 1984 asesinó a 18 personas. El asesino, en pleno juicio, comentó que antes de «cazar» a sus víctimas escuchaba Night, tema que cierra el Highway to Hell, de AC / DC. Singularidades, apodo y datos musicales, incluso el retrato del asesino, que figuran en la obra. A la extraordinaria fuerza, y el añadido de dos calaveras, cabe añadir el ágil juego de líneas por doquier, que potencian un gran movimiento como contraste con la quietud de la figura. Vestido con atributos de guerrero, resalta la penetrante mirada de soslayo y dos ojos, perfil vampiro, en plena cintura, mientras que la cabeza de pollo tiene un fascinante pico, que, al parecer, está engullendo un pez y una culebra, para formar un conjunto con indiscutible atractivo y belleza. El «guerrero», como remate de violencia, introduce su grueso bate por el ano.

El segundo cuadro se titula Sir Julito, MLB, de la serie Cincinnati Reds. El pelotero se acompaña en el fondo blanco de diferentes trazos para agilizar el ámbito circundante, de una figura del Ku Klux Klan y de una calavera, con lo cual anuncia ciertas dosis de violencia. Agresividad que contrasta, como detalle irónico, con la frase «Me siento solo», escrita en la pelota para lanzar con churretones de sangre, que repite, ahora con un «Only», sobre una chapa. La figura lleva la típica indumentaria de su deporte pero con texturas de notable entidad. En la cabeza roja de pollo se ubica uno de los máximos atractivos, pues destaca por su férreo perfil, el ojo con mirada potente y un pico semejante a la anterior obra pero con intrigantes formas mediante manchas y estrechas bandas.


energía formal La abstracción aragonesa, ni digamos en el conjunto de España, tiene una rica tradición en el tiempo, ya desde 1947, con algún precedente años anteriores. Abstracción que ofrece múltiples variantes en cuanto a tendencias, pero con predominio de un matiz expresivo, a veces incorporando estructuras geométricas. Si en las ilustraciones se reproduce una obra de José María Blasco Valtueña y otra de José Vicente Royo, de los dos artistas seleccionados tenemos al escultor Pedro Tramullas y al pintor Jesús Fraile.

Escultor con impresionante trayectoria artística, ya desde su época de París como profesor en la Escuela de Bellas Artes, que desarrolla con fuerte carga teórica a través del conocimiento. Las ocho esculturas de Pedro Tramullas, todas sin título y de 2008, tienen como puntos en común el escaso tamaño y el alabastro como único material, salvo una, algo mayor, de granito y cáliza de Calatorao. La de mayor tamaño tiene el típico granulado para ofrecer mayor complejidad visual, excepto en los costados que pule la misma forma en zigzag ascendente como bello contraste cual poderoso rayo. De frente sobresale una forma ovalada, casi como un primitivo tótem, que rompe la estructura dominante. Las siete restantes obras

son íntimas, delicadas, casi siempre con predominio ascendente, que trazan curvas y concavidades para evidenciar un extraordinario juego formal al servicio de la creatividad con dosis de pureza. El dinamismo generalizado se articula con magistral sutileza, como si fuera una superficie envolvente que perfila, y define, cada una de las siete esculturas. Si las obras se acaban poco a poco, con anómala y silenciosa paciencia por el material, en el resultado definitivo se detecta una especial energía natural, la del escultor, emergiendo hacia el exterior, que modela el definitivo campo formal para obtener casi imperceptibles vibraciones. Como otra vida pero de alabastro.

José María Blasco Valtueña. Instrumento de tubo para Tolkien, 2002. Técnica mixta sobre cartón y madera, 100 x 113,5 cm. Las notas musicales sin sonido caen negras sobre un lecho blanco, en una suerte de abstracción manipulada por la brocha que traza vibrantes compases. Armonía desplazada. 65


geometría espacial La marcada abstracción geométrica, sobre todo la óptica, ha tenido en Aragón muy pocos artistas, pues basta citar unas primeras obras de José Manuel Broto, de 1969, algún período de José Luis Lasala, Vicente Dolader, Miguel Ángel Encuentra, Jorge de los Ríos en según que obras, Enrique Larroy, un tipo específico de esculturas y dibujos del pintor y escultor Miguel Torrubia, más todavía desde que sólo utiliza el ordenador, y algún artista de la generación actual. José Vicente Royo. Glaucoma, 1994. Vinílica e impresión digital, 70 x 100 cm. Dos enigmáticos y flotantes objetos, sobre poderoso negro, se conectan entre sí.

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Al pintor Jesús Fraile corresponde el énfasis en la abstracción geométrica, hasta grados de absoluta minuciosidad mediante potentes colores atemperados, con frecuencia, por otros algo oscuros. Pintor de la intensidad radical, que nos «abrasa» mediante formas perfectamente compuestas de absoluta complejidad. El imponente tríptico Nos deja ciegos y se va, de 2007, es la síntesis de lo pintado durante 2005 y parte de 2006. De los dos cuadros expuestos uno, Aproximadamente para no existir, de 2006, entra en dicho período, al menos en gran medida. El cuadro está dividido en dos diáfanas áreas. En la zona superior un cuadrado sobre dos cuadrados sirve como espacio donde ubica tres cuadrados conectados con levedad temblorosa,


manera de configurar cierta racionalidad para desplegar el ámbito expansivo, que tiene en su centro otro cuadrado alterándose en su interior, justo mediante formas geométricas y círculos que mueren y nacen. En gran parte del soporte, hasta saliéndose de todos los cuadrados, se abren las poderosas formas móviles circulares que orbitan con expansión infinita, muy contrapuestas a los trazos que bullen sin control. Es, se diría, el azar de todo nacimiento. En la zona inferior habita cierto reposo sobre un misterioso y sugerente ¿paisaje?, sobre el que ubica óvalos concéntricos en expansión de nuevo hacia el infinito. En el centro otro cuadrado, hermano del pintado en la zona superior, se altera por un cuboide incompleto tridimensional, factible en el espacio pero jamas en un plano, que evoca, muy de lejos, a alguna figura imposible de José María Yturralde del año 1973. Cuboide que vuela majestuoso y libre por el espacio sin fronteras con destino a definir.

El otro cuadro es el díptico Mirada de ciego IX, de 2008. De nuevo, en cada parte, los cuadrados sobre cuadrados unidos en gradaciones. En el lado izquierdo incorpora el fragmento de un cuboide incompleto exacto al anterior cuadro, mientras que en el lado derecho vibran esplendorosos una especie de rayos solares en punto de fuga, como signo de un nacimiento con expansión sin fondo. Lo infinito. En ambas partes están pintadas unas formas móviles que recuerdan a una hélice, a una espiral logarítmica quebrada, rota, quizá como símbolo de violencia sin medida.

Los 25 artistas que forman la exposición y los 25 con ilustraciones, se acoplan perfectamente bajo el mismo criterio indicado, es decir, rarezas que señalan un cambiante territorio creativo, capaz de evidenciar el rico bagaje artístico individual aragonés durante un período limitado a un arco específico temporal. Con esta exposición, que podría ampliarse sin anómalas dudas, ni digamos en el resto de España, se demuestra la imaginación, desde la sinceridad, de unos artistas fuera de la norma, de la lógica, arrastrados por el poderoso e inviolable sentimiento vinculado a temas dispares.

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de artista

obras expuestas

José Luis Gamboa Susana Vacas Antonio Cásedas Philip West José Manuel Ruiz Montserrat Paco García Barcos Germán Díez Antonio Ceruelo Manuel Marteles Sergio Abraín Dino Valls Paco Rallo Mapi Rivera Pedro Bericat Gregorio Millas Miguel Galanda Alberto Carrera Blecua Ángel Maturén Lina Vila Steve Gibson Javier Joven Pedro J. Sanz Abdul Vas Pedro Tramullas Jesús Fraile



José Luis Gamboa Foto de Familia. Artistas de Zaragoza, 2007. Acrílico sobre tela, 280 x 336 cm. 71


Susana Vacas Sin título, 2008. Pequeños objetos escultóricos, diversos materiales, medidas variables según el montaje.

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Susana Vacas Sin título, 2008. Pequeños objetos escultóricos, diversos materiales, medidas variables según el montaje.

Susana Vacas Sin título, 2008. Tres collages sobre cristal, 13 x 18 cm (cada uno).


Antonio Cásedas La vendimia, 1976. Óleo sobre lienzo, 145 x 115 cm. Colección privada, Zaragoza.

Antonio Cásedas Sin título, 1989. Óleo sobre lienzo, 130 x 97 cm. Colección privada, Zaragoza. 76




Philip West

Philip West

Oasis, 1986. Óleo sobre lienzo, 98 x 71 cm. Colección privada, Zaragoza.

Domesticidad violenta I, 1981. Óleo sobre lienzo, 100 x 86 cm. Colección privada, Zaragoza. 79



José Manuel Ruiz Montserrat Figura-Monstruo-Verde-Mágico, 2004. Óleo sobre lienzo, 81 x 100 cm.

81


José Manuel Ruiz Montserrat Dos cuerpos mágicos, 2007. Óleo sobre lienzo, 97 x 130 cm.

82



Paco García Barcos Magia, Sugestión, Intimidación (de la serie Circo Calavera S.A.), 2006. Tinta, pastel, lápices de colores y collages sobre papel, 156 x 200 cm. Cortesía Galería Fernando Latorre, Madrid. 84



Germán Díez Sin título, 1996. Técnica mixta y collage sobre madera, 69 x 90 cm.

86


Germán Díez Sin título, 1995-1996. Técnica mixta y collage sobre madera y chapa de acero, 93 x 64,5 cm. 87


Antonio Ceruelo Díptico I, 2008. Fotografía analógica, tintas pigmentadas sobre papel ph-neutro, 105 x 140 cm. Antonio Ceruelo Díptico II, 2008. Fotografía analógica, tintas pigmentadas sobre papel ph-neutro, 105 x 140 cm. 88



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Manuel Marteles Meón, poseído por un diablillo que cimitarrea a dos manos, percibe la atenta mirada de Generosa, la cual acciona su órgano-dispositivo de gravedad autónoma para levitar a gusto y como lo requiere la ocasión, 2004. Técnica mixta sobre tela, 114 x 162 cm. Colección Edrix Cruzado, Zaragoza.

Manuel Marteles Pandora Bolero Bar, (de la serie Jesús Mingarro), 1993. Acrílico sobre panel, 183 x 122 cm. Colección Manuel Pérez-Lizano, Zaragoza. 91



Sergio Abraín Desnudo 1, 2001. Acrílico sobre tela, 155 x 255 cm.

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Sergio Abraín Desnudo 2, 2001. Acrílico sobre tela, 155 x 255 cm.

94


Sergio Abraín Desnudo 3, 2001. Acrílico sobre tela, 155 x 255 cm.


Sergio Abraín Desnudo 4, 2001. Acrílico sobre tela, 155 x 86 cm.

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Dino Valls Aracne, 1998. Óleo sobre tabla, 110 x 140 cm. Colección privada, Zaragoza.

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Dino Valls Hieros Gamos, 2000. Temple de case铆na y 贸leo sobre tabla, 170 x 61 cm. Colecci贸n privada, Zaragoza.

100



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Paco Rallo. Besos de mi coraz贸n a tus labios, 2004. Impresi贸n digital con tintas pigmentadas sobre papel, montada en dibond con metacrilato y bastidores de aluminio, 150 x 228 cm.


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7

13

19

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Paco Rallo. Besarse con sabor, 2004. Impresi贸n digital con tintas pigmentadas sobre papel, montada en dibond con metacrilato y bastidor de aluminio, 150 x 266 cm. 104


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30 Selección de fotografías realizadas por Daniel Pérez, obtenidas en el happening Besarse con sabor (Zaragoza, 7 de octubre de 2004): 1. María Ángeles Cuartero 3. Arturo Paniza, Carmen Ariza, Ángel Aransay 4. Paco García Barcos, Miguel Ángel Ortiz 5. Silvia García Algarate, Pili Nogales 6. Miguel Sanza, Helena Santolaya 7. Paco Rallo, Fina Gómez Barduzal 10. Carmina Soria, Marisa Lanuza, José María Blasco Valtueña, Luis García Bandrés 12. Rudolf Mooses, Juan Carlos Laporta, Enrique Monserrat 13. Carmen Martín Gardel y Pedro J. Sanz, Miguel Marcos, Pascual Blanco 14. Cristina Molina, José Luis Lomillos, Fernando Cortés 15. José Juan Cortés Claver 16. Paco Cestero 18. Daniel Pérez, Pedro Perún 19. Cristina Beltrán 21. Javier Lacarra, Valentín Lansaque 23. Belinda Pérez, Rosa Blanca Miguel 24. José Luis Romeo, 27. Alfredo Romero Santamaría 28. Isabel Biscarri, Vicente Villarrocha 30. Marian Mojica.


Mapi Rivera Campo de trigo, 1999. Fotograf铆a anal贸gica, 135 x 200 cm.

106



Mapi Rivera Estelaci贸n vig茅simo quinta, 2004. Fotograf铆a anal贸gica, 180 x 180 cm.

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Pedro Bericat Sin t铆tulo, 2008. Goma, collage y carb贸n sobre papel, 42 x 68 cm. 111


Gregorio Millas Multitud I, 2006. Ă“leo sobre tela, 73 x 93 cm.

112



Gregorio Millas Multitud II, 2003. Ă“leo sobre tela, 130 x 161 cm.

114



Miguel Galanda Crispopeya, 2007. Cera, pigmentos y malla metรกlica sobre metacrilato, 200 x 100 cm.

116


Miguel Galanda Zopisa, 2007. Cera, pigmentos y malla metรกlica sobre metacrilato, 195 x 60 cm.


Alberto Carrera Blecua Hoy solo, 2008, TĂŠcnica mixta sobre tela y tabla, 205 x 205 cm.

118



Alberto Carrera Blecua La tierra prometida, 2008. TĂŠcnica mixta sobre tela y tabla, 196 x 244 cm (triptico).

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Ángel Maturén Sin título, 2003. Técnica mixta y plomo sobre madera, 133´5 x 89 cm. Colección Manuel Pérez-Lizano, Zaragoza.

Ángel Maturén Mysterium, (de la serie Osadía), 2000-2002. Técnica mixta y plomo sobre madera, 123 x 82 cm. 122



Lina Vila Vanita, 2004. Ă“leo sobre madera, 162 x 114 cm.

Lina Vila Vanita, 2004. TĂŠcnica mixta sobre tela, 162 x 114 cm.

124



Steve Gibson Tormented Souls 5, 2007. Cart贸n, pintura acr铆lica y sogas, 130 x 130 x 60 cm.

126



Steve Gibson Tormented Souls 7, 2008. Cart贸n y pintura acr铆lica, 180 x 40 x 80 cm.

128



Javier Joven Made in China, 2008. Acr铆lico y 贸leo sobre lienzo, 200 x 200 cm.

130



Pedro J. Sanz Crueldad Piadosa I, 2003. AcrĂ­lico sobre tela, 300 x 110 cm.


Pedro J. Sanz Crueldad Piadosa II, 2003. AcrĂ­lico sobre tela, 300 x 110 cm.


Abdul Vas Sir Jullito, MLB, (de la serie Cincinnati Reds, nº 15), 2005. Óleo senok, grafito Tom Ford sobre papel, 154 x 103 cm. 134

Abdul Vas Richard Ramírez The Night Stalker, (de la serie Cincinnati Reds, nº 17), 2005. Óleo, senok, grafito Tom Ford sobre papel, 154 x 103 cm.



Pedro Tramullas Sin título, 2008. Pequeñas esculturas de alabastro (siete unidades), medidas variables según el montaje.

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Pedro Tramullas Sin tĂ­tulo, 2008. Granito y cĂĄliza de Calatorao, 32 x 10,2 x 11 cm.

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JesĂşs Fraile Aproximadamente para no existir, 2006. Ă“leo sobre lienzo, 272 x 180 x 9 cm.

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Jesús Fraile Mirada de ciego IX, 2008. Óleo sobre lienzo, 170 x 355 cm (díptico).

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biografías

Manuel Pérez-Lizano


José Luis Gamboa Zaragoza, 15 de enero de 1952. Pintor autodidacta. Maestro de Instituto. Aunque imparte clases de Plástica en Secundaria, está especializado en Matemáticas y Ciencias. De siempre ha sido solidario con los desheredados, razón de su preocupación con los emigrantes y los constantes viajes al extranjero para solucionar dispares problemas. Respira con intensidad el zaragozano barrio de La Magdalena, en donde vive y tiene estudio. Su otro estudio, también en La Magdalena, se llama K–Pintas, que comparte, en la actualidad, con los artistas Pilar Gutiérrez, Juan Baldellou, Fernando Bayo, arquitecto y pintor, y Salvador Dastis. Durante las esporádicas inauguraciones se crea un ambiente relajado, culto, con altas dosis de espontaneidad y mezcla de personas del barrio y artistas. En fechas recientes ha apostado con pasión por la moda, que emerge en dicho barrio a través de tiendas diferentes

con enfoques transgresores. Al respecto, en 2005 se funda la Asociación Modalena, de la que es miembro, que en la práctica funciona como grupo. Paisajista etéreo con dosis realistas, sus retratos transpiran la hondura del observador paciente, sin arrebatos, para delimitar con rara perfección la personalidad de cada retratado en su ámbito cotidiano. Desde 2008, año de su puesta en marcha, es cofundador del colectivo que otorga en Zaragoza el Premio Ahora de Artes Visuales, cuyo primer premio se concedió en septiembre de 2008. Sindicalista. Sentido crítico razonado que no tolera la injusticia. Corpulento, con gafas, de media sonrisa y corta carcajada repentina, solitario pero siempre acompañado, tiene el pelo rizado que recoge en una coleta, para mostrar un perfil entre actor duro y millonario sin trabajo. En las conversaciones escucha, reflexiona, nunca impone y opina con mesura. Durante el verano, como consecuencia de sus viajes por Hispanoamérica, viste con guayabera, que le da un aire entre turista feliz de un país sin definir y la finura distante por su forma de andar, tan pausada como imponente.

Antonio Cásedas Susana Vacas Zaragoza, 3 de julio de 1971. Escultora. Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. Ha participado en numerosos talleres de grabado, dibujo, restauración de lienzos, teoría del arte y dorado tradicional. Diseña escaparates y colabora con escritores para concebir libros. Baja de estatura, nerviosa, morena, ojos oscuros, vegetariana, en apariencia frágil por su cuerpo delgado, como si temblara sin pausa, más que controlada por educación. Viste de oscuro y de forma sencilla, práctica. Con inteligencia sensible y vida en apariencia austera, casi oculta y encauzada hacia el arte, cuando comenta sus esculturas, en un estudio diáfano ordenado sin ordenar, parece como si fuera una especie de religión por el suave tono, incluso con una especie de «temor» por no ser comprendida.

Zaragoza, 15 de febrero de 1950. Pintor autodidacta. Su pasión por las mujeres, tan de ausencia por secreto íntimo y presencia en los cuadros, es equiparable al dejarse arrastrar por la pintura, que le absorbe sin tiempo durante períodos a definir. En la vida zaragozana aparece de forma repentina y desaparece durante años, como si un dragón urbano ocultara su cuerpo en pleno estudio. Le conocí en los setenta a través del pintor Miguel Ángel Encuentra. En su estudio tenía futbolín. Los tres nos juntábamos en cualquier tugurio para jugar a tan sugerente «deporte» de salón, siempre vivido como una especie de campeonato entre amigos, que transcurría con pasión, como si nos jugáramos lo más amado. Los pintores solían ganar.

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Philip West York, Inglaterra, Gran Bretaña, 20 de febrero de 1949, Zaragoza, 24 de junio de 1997. Pintor. Estudia Bellas Artes en York y Brighton. En fecha imprecisa, pero con seguridad por la influencia de la simbología en la pintura surrealista, ingresa en la masonería, en concreto de la R∴ L∴ Caballeros de la Noche nº 21 de la Gran Logia de España. En algún cuadro, por cierto, incorpora símbolos masónicos. Reside en Zaragoza desde 1974 hasta 1979, período de frecuentes viajes a París y otras ciudades de Europa. Conoce a los pintores y poetas vinculados al surrealismo y al movimiento internacional Phases. De 1979 a 1983 reside en Caracas, Venezuela, en donde conoce y colabora con pintores y poetas hispanos de tendencia surrealista. Viaja por diferentes zonas del Orinoco y del Amazonas recopilando y traduciendo los mitos y leyendas indígenas. Desde 1984 hasta su muerte vivió en Zaragoza. El grueso de su obra está en la Fundación Eugenio Granell, de Santiago de Compostela. 148

En pleno bar Bohemios de Zaragoza en el Camino de las Torres, inaugurado en enero de 1974, comienza mi amistad con Philip West, que era, en apariencia, el enigma total por su carácter introvertido. Cada noche, más que solitario, se colocaba en el lado izquierdo de la barra justo al entrar. Una, dos, tres horas, liando cigarrillos y bebiendo cerveza. Rubio de ojos azules, alto, delgado. Siempre de negro. Me intriga tal actitud y comenzamos a hablar. Philip, al principio, se limitaba a una especie de frases telegrama sin acabar. Inteligente, sensible, maravillosa persona, punto poético, rasgo de utopía. Tan pacífico, tan entrañable. Inglés radical prototipo que descubrió España. Su prematura muerte, como tal, fue muy triste, demasiado, pero más todavía si pensamos en lo por pintar, pues un tiempo antes de fallecer veía el surrealismo con otro criterio, producto de una técnica suelta que permitía el mínimo tema para obtener la máxima intensidad. Lo que nunca abandonó fue su entrega radical al surrealismo. En alguna de las noches que nos veíamos en el bar Bonanza, de Zaragoza, me enseñaba un cuaderno con tapas de hule negro, cual diario, en donde anotaba sus pensamientos y copiaba frases de surrealistas históricos que le intrigaban. Intelectual del surrealismo que vivió y sintió como tal. Salud, amigo.

José Manuel Ruiz Monserrat Zaragoza, 25 de abril de 1953. Pintor y poeta. Estudia Bachillerato Superior y, al mismo tiempo, en la Escuela de Arte de Zaragoza. Si en 1972 ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Bilbao, en donde concluye el curso preparatorio, durante 1974 asiste a la Academia Alejandro Cañada de Zaragoza. El ambiente de su estudio, en donde también vive, es la acumulación de cuadros por doquier, hasta en el dormitorio, con un ambiente íntimo, silencioso, capaz de penetrar hasta la vena el sentimiento surrealista. Un dato curioso. Primero dibuja con bolígrafo sobre papel los futuros cuadros, que traslada a los lienzos con lápices de colores, para luego pintar encima con óleo. Pintor singular que vivió los zaragozanos setenta con frenesí, de modo que en la actualidad es el único representante de aquella irrepetible época, pues incluso se percibe en el tipo de pintura y en sus temas. Delgado, alto, muy educado, de hablar lento y sonrisa tierna-tenue, con la melena al viento medio loca, sin controlar, que le da un aire de sabio inocente al borde de cualquier genial descubrimiento.

Paco García Barcos Zaragoza, 30 de mayo de 1957. Pintor autodidacta y colaborador de revistas con textos de notable interés por su carácter surrealista. Vivió en Madrid de 1989 a 1999 y trabajó como economista hasta 1996. La afición por el arte se transforma en obsesión. Su profesión como artista, tal como indica, se debe a tres factores: «mis relaciones con el grupo Surrealista de Madrid desde el año 92, el cierre de la empresa donde trabajaba en el año 96, y sobre todo entrar en contacto en el 97 con el galerista Fernando Latorre». En Zaragoza comparte estudio con el artista Nacho Bolea. Paco García Barcos es alto, delgado, nervioso, analítico y de hablar rápido con deje irónico que traslada a sus inteligentes conversaciones sobre variados temas desde la vitalidad sin perchas. Transpira un marcado sentido crítico de alto nivel, que desarrolla en algunos de sus textos y en las conversaciones, como si sobre la vida tuviera un criterio con escasa convicción, sin esperanzas, hasta el punto que también se percibe en muchos de sus cuadros.


Germán Díez La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), 2 de abril de 1965. Pintor, escultor, ilustrador e interesado por las instalaciones. En la Escuela de Arte de Zaragoza conoce a varios estudiantes, con los que funda el grupo Somatén Alvano, 1985-1986. Asiste al taller del maestro serígrafo Pepe Bofarull e ilustra textos de Juan Gelman, letras de tangos y coplas flamencas. Desde 1985 trabaja, en Zaragoza, con El Silbo Vulnerado y pinta sobre cartelones numerosos e imaginativos romances, así como con Teatro de Aragón y Garabaita Títeres. En compañía de Luis Felipe Alegre viaja a Bolivia y Argentina para representar sus romances de ciego.

Artista hasta durmiendo, pues cualquier planteamiento, escultura, pintura e instalaciones, o por muy nimio que sea, se transforma en obra de arte. Vive, transpira, desde la autenticidad, desde la naturalidad, con el permanente recuerdo de La Almunia de Doña Godina, el pueblo donde nació, como fiel reflejo en sus actuales obras de arte eco de aquellas vivencias por el campo. Jamás engaña. Bastante alto, grueso, de ojos negros, sus conversaciones críticas abarcan territorios insospechados. Se indigna con absoluta actitud casi beatífica. Sus viajes a Argentina y, sobre todo, a Bolivia son determinantes, pues se fusionan con las de su pueblo natal. En Bolivia descubre a Pachamama, diosa madre de los pueblos del altiplano andino. En el zaragozano mesón La Topera, propiedad de su esposa, trabaja como cocinero jefe muy personal, pues descubres su grado de refinamiento y originalidad. En La Topera, para crear un ambiente distinto, ha colgado cuadros suyos y pequeñas obras de otros excelentes artistas, que acompañan esa música de años evocando dispares tiempos. Su trabajo, ni de lejos, impide el ejercicio como artista.

Antonio Ceruelo Tetuán, Marruecos, 16 de febrero de 1957. Fotógrafo. Su padre, funcionario del Gobierno, se traslada con la familia a Zaragoza cuando tiene tres meses. El sombrero de ala ancha, que no se lo quita ni para cenar con los amigos en el bar Bonanza, y su considerable altura hacen que su presencia sea imperceptible y detonante, sobre todo por la sobria manera de vestir y un tono de voz grave medido como consecuencia de un carácter muy controlado y racional, con la exacta educación en cualquier momento. Un día descubrí sus poderosos e impactantes paisajes y otro que es experto en minerales, lo cual significa que cada año asiste al Tucson Gem & Mineral Show, Arizona (Estados Unidos), de donde te cuenta alucinantes batallas de personajes inverosímiles, como actores espontáneos desde la autenticidad. De los minerales afloran una especie de breves cuentos reales por formas y colores y de las fotografías todo un campo a explorar con impresiones dispares desde la belleza radical.

Manuel Marteles Zaragoza, 1 de julio de 1953. Pintor y cuentista. Se gradúa en la Escuela de Arte de Zaragoza. Miembro fundador del zaragozano grupo Forma, en el cual publica algún texto. Prologa exposiciones suyas con lenguaje desenfadado y ágil, irónico, muy en consonancia con los cuadros, que enmascara a una persona culta. En 1980 edita su libro de cuentos «Retratos de una raza y apuntes para una epopeya» y en 1994, bajo el seudónimo de Luis de Argote, publica «Pandoras y Japetónidas».

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Obsesionado por el saber tiene marcados conocimientos sobre filosofía y política, sobre la cultura en su más amplio sentido. Hombre de una decencia intachable, de gran dignidad, con cierta ironía que facilita, que potencia, una destructiva y arrasadora capacidad de aniquilamiento crítico contra toda injusticia, ni digamos social y política. Hombre poeta que encima toca la guitarra y canta jotas. Cuando la familia decide vivir en Movera (Zaragoza), en su hija, por entonces estudiando veterinaria, emerge una absoluta pasión por los caballos, que contagia al artista para transformarse en un buen jinete. Con su caballo suele ir al galope por los campos, para sentirse libre cual aventurero solitario por impenetrables bosques y soñar cómo serán sus próximos cuadros.

Sergio Abraín Zaragoza, 3 de septiembre de 1952. Pintor, decorador y diseñador gráfico. Miembro fundador, en 1975, del Colectivo Plástico de Zaragoza, así como fundador de las galerías de arte Pata Gallo, en 1978, y Caligrama-Pata Gallo, en 1982, singularizadas por su espíritu transgresor e innovador ante los artistas que expusieron en ambos espacios y las diversas actividades, ni digamos las espectaculares instalaciones. En 1977 funda, edita, dirige y diseña la revista de poesía visual Zoótropo, la mejor de España en su época desde un ángulo visual artístico. Diseña muebles y concluye numerosos libros únicos. Ha organizado y promovido numerosas exposiciones y proyectos artísticos, tanto en Aragón como en el resto de España. Cofundador, en Zaragoza, del Premio Ahora de Artes Visuales. En septiembre de 2008 obtiene, por unanimidad, el I Premio Ahora de Artes Visuales. En tiempos, años setenta, iba con una barba de antología, muy de la época como clara vinculación en contra de la dictadura. En Zaragoza se compromete con el Movimiento Comunista, integrado por una especie de eunucos mentales sin libertad y obsesionados con su ideología

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como única premisa universal. En el partido se enteran que tiene una novia fuera de la «banda» y le sugieren que sólo debe salir con mujeres del Movimiento Comunista. Qué pureza mal entendida, qué exceso, igual que algunas religiones épocas pasadas, incluso en la actualidad. Por dicha razón, y harto del partido por algún otro motivo, se despide. Adiós. Estamos ante uno de los muy escasos artistas zaragozanos con discurso personal teórico sobre arte, que enlaza con suma precisión sobre múltiples facetas de la vida. Hombre de absoluta referencia es, junto con Paco Rallo, el artista, pero artista, más completo de Aragón. Con carácter muy abierto y gran conversador, su dilatado campo teórico le permite adoptar una impecable actitud crítica en cambiantes aspectos culturales, políticos y de la vida en su más amplio espectro. Muy analítico. El menos puntual del mundo, motivo de broma entre los amigos, bien sea porque queda con varias personas a horas concretas y calcula mal o porque su sentido del tiempo oscila entre enigmáticos vericuetos sin solución. En cualquier bosque se perdería. A destacar un inefable sentido del humor, perfil chispazos, y esa ética que tanto valoro, pues permite sentir una impresión de seguridad, en el sentido de que nunca falla, de que puedes adquirir cualquier compromiso sin rescoldo de reacciones extrañas. Casado con Marta Navarro, hija del conocido arquitecto y cocinera de antología por imaginación que desarrolla en pleno bar Babel, y con un hijo de ambos, posa su creatividad en un estudio maravilloso para perfilar múltiples proyectos.

Dino Valls Zaragoza, 24 de abril de 1959. Pintor autodidacta. Hacia 1975 comienza a pintar al óleo y a dibujar, sin abandono de sus estudios en la Facultad de Medicina de Zaragoza, hasta obtener la Licenciatura sin ejercer en 1982. Reflexivo y analítico, dos cualidades potenciadas por los estudios de Medicina, su vida metódica con la familia y dos hijos nunca afecta al constante trabajo como pintor, razones para que haga muy escasa vida social. La dualidad familiar y pictórica, por tanto, transcurre con naturalidad. Del enorme bagaje cultural de la antigüedad, inexistente en su pintura hace unos diez años, le ha interesado el despegue del hombre ante aquella condición inmersa en la naturaleza, de ahí su interés por los símbolos que reflejaban la condición humana y el plano espiritual. Considera que


nos hemos olvidado del terreno simbólico, de aquel paleocerebro poso de la humanidad, en su caso muy real por el espíritu cartesiano que domina en su carácter. En múltiples facetas de la vida, como la política, le preocupa sus consecuencias, motivo para adoptar un marcado tono crítico. Si su máximo viaje es el interior, tan evidente en la pintura, de las lecturas ha sido, y es, trascendente el estudio de Carl Gustav Jung, sobre todo cuando escribe sobre el inconsciente y las civilizaciones de Occidente y Oriente.

Paco Rallo Zaragoza, 21 de marzo de 1955. Pintor, escultor y diseñador gráfico. Hijo del escultor Francisco Rallo Lahoz, vive desde la infancia el ambiente artístico y su padre fue el primer maestro al trabajar en su taller. Al mismo tiempo estudia en la Escuela de Arte de Zaragoza. Miembro fundador, en Zaragoza, del muy transgresor grupo Forma, 1972 a 1976, fiel exponente de la conflictiva década de los setenta. Perteneció activamente a la Asamblea de Cultura de Zaragoza, 1977-1979. Miembro fundador de la Asociación de Artistas Plásticos «Goya-Aragón». Miembro fundador de la Asociación de Diseñadores Profesionales de Aragón «Foro de Diseño». Durante el año 2001 fue nominado a los Premios de la Asociación Española de Profesionales de Diseño (AEPD), Madrid. Miembro fundador, en 2008, del Premio Ahora de Artes Visuales de Zaragoza. Ha realizado veintidós exposiciones individuales en diferentes países y ha participado en numerosas exposiciones colectivas. Su obra como artista está representada en cinco museos –entre los que destaca el Museo Nacional Centro de

Arte Reina Sofía de Madrid–, así como en diferentes colecciones particulares e institucionales. Existe una amplia bibliografía sobre su trabajo, como artista plástico y diseñador gráfico. Desde siempre, ya con 17 años, tenía una marcada y sensible inteligencia en ebullición, como si entonces hubiera reventado y aflorado con impresionante exactitud. Ni bajo ni alto, corpulento, ojos verdes, analítico, muy refinado, amante de la vida, recto, con excepcional capacidad para captar, al instante, la personalidad de un recién conocido. Más que amigo de sus amigos, con extraña capacidad práctica para resolver dispares problemas y un muy impresionante consejero en múltiples facetas de la vida, ni digamos aportando ideas en temas sobre arte. Sus conocimientos artísticos y su sensibilidad, como unidad sin fisuras, son clave para que sus opiniones sean imprescindibles. Paco Rallo, junto con Sergio Abraín, tal como se afirmaba, es el artista más completo en el ámbito aragonés, si consideramos lo afirmado y su condición como restaurador, escultor, pintor y diseñador gráfico. Todo impecable y creativo.

Mapi Rivera Huesca, otoño de 1976. Fotógrafa. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona. Amplía estudios en la Universidad Saint Martins de Londres y obtiene el Diploma de Estudios Avanzados de la Universidad de Barcelona por el curso de doctorado «Arte y Pensamiento». Actualmente investiga en la tesis «La experiencia de la luz en el arte tradicional». Ha obtenido numerosas becas y premios. Alta, delgada, quizá tímida por carácter algo introvertido, analítica, tenaz, voz controlada, siente la vida con espiritualidad arrebatadora que transplanta a sus fotografías, para trazar ejes insolubles entre lo interior, su personalidad, y lo exterior, la tierra germinadora que puede transformarse en sensualidad femenina, sus autorretratos desnudos, con muy delicado y flotante erotismo. Vibra, siente, con natural verdad.

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Pedro Bericat Zaragoza, 29 de junio de 1955. Pintor que realiza arte correo e instalaciones. Autor de inverosímiles textos por el muy personal uso del lenguaje y especialista en extraordinarias instalaciones, muy desde enfoques conceptuales, también de Arte Correo visto, sentido, como radical e íntima fusión con el ámbito humano sin fronteras. En 1994 publico un artículo con fotografía del artista desnudo de cintura hacia arriba, mirando con fijeza, desafiante, y aguja hipodérmica «clavada» en un brazo, en vena, lo cual nada tiene que ver con su realidad, tan alejada de agujitas. Artista hasta demasiado auténtico, como debe ser, inflexible con su criterio artístico. Alto, delgado, fuerte, con absoluto amor para con la música. Su autenticidad genera la sensación de que sufre en asuntos relacionados con el arte, incluso con la sociedad. Quizá me equivoque. Posiblemente debería abrirse ante la vida sin demasiadas fijaciones, sin exigir la perfección del entorno, y exponer su obra de manera regular donde y como sea, que podría canalizar una especie de terapia liberadora para evolucionar hacia metas y propósitos a definir. 152

Miguel Galanda Gregorio Millas Zaragoza, 15 de junio de 1953. Pintor y escultor. Tras concluir el Bachillerato se traslada a Barcelona y estudia en la Academia Barrenechea, para ingresar en la Escuela de Bellas Artes en 1971. Al año es expulsado por razones políticas. Durante este tiempo vive diseñando carteles y realizando reportajes fotográficos publicados en revistas hispanoamericanas. Se traslada a Madrid y concluye sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en 1976. Amplía su formación con estudios de pintura y cerámica. Tras una etapa en Cuenca regresa a Zaragoza como profesor de Dibujo en el Colegio de la Enseñanza, tarea que, desde 1978, realiza en la Escuela Universitaria del Profesorado de E.G.B. Monta un taller de serigrafía para diseñar carteles. En Zaragoza es cofundador del Taller de Escultura, con sede en una nave del antiguo Matadero Municipal.

Fibroso, delgado, con rostro medio tallado y sonrisa amplia, razona con tranquilidad destilando un radical sentimiento por el arte. Busca el hallazgo como punto de partida para algunas etapas pictóricas, que transcurren con pasión contenida. En su estudio sientes el hermoso panorama de una tarea acumulada durante años, con libros de muy dispares temas que toca y comenta con admiración. Escultor de la elegancia, tal como es su aspecto pero a la contra, incluso sin saberlo, que delimita, que controla, mediante ángulos y el poderoso volumen en su exacto lugar. Cuando dibuja la línea vuela desde el puro instinto, como si hubiera nacido con tal facilidad.

Caspe (Zaragoza), 27 de septiembre de 1951. Pintor, escultor e ilustrador. Licenciado en Filosofía Pura por la Universidad de Barcelona y estudios de Bellas Artes, durante tres años, en la Universidad de San Jorge de Barcelona. Diseña cubiertas e ilustraciones de libros como, por ejemplo, «Mondongo», 2001, «Descripción de la mentira», 2003, y «Fin de Fuga», 2004. Videos: «Miguel Galanda», 1987, realizado por Emilio Casanovas, Diputación Provincial de Zaragoza, 1987, y «Miguel Galanda», realizado por José Enrique Martínez Reus, Zaragoza, 1993. Abierto, comunicativo, de carcajada sonora, reflexivo. En tiempos de estudiante milita en el Partido Comunista y al poco tiempo le expulsan. Obvio ante su imaginación. En su célula había más artistas que obreros, lo cual significa que sus propuestas reflejaban marcadas diferencias con las normas al uso. Al mismo tiempo, antes que la democracia y dentro de un espíritu algo dadá, un grupo de amigos, integrado por artistas plásticos, poetas, músicos y arquitectos, buscaban una especie de regeneración de España desde un ángulo comunitario,


con actuaciones en Cataluña y Aragón, de manera que iban en coche por diferentes pueblos a última hora de la tarde. El grupo se llamaba, nada menos, Realidad Dialéctica. Entraban en un bar, colgaban cuadros como fuera, apagaban la televisión, a veces con clientes jugando a las cartas o en pleno programa de éxito tipo «Noche de Cine», y comenzaban las charlas sobre diferentes temas. En los pueblos no sabían si inflarlos a hostias o dialogar, pero como norma les daban de comer, de beber y cama para dormir. Todo muy loco. Época que aprendió mucho por la diversidad de amigos con vocaciones muy distintas. La política, en la actualidad, le interesa desde un ángulo intelectual. Su filósofo preferido es Martin Heidegger y sus escritos sobre arte, como «Sendas perdidas». Desde siempre le ha interesado la poesía por su concepto metafísico. Entre sus poetas actuales preferidos, de los que algunos son amigos, tenemos a Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes, José Ángel Valente, Antonio Gamoneda y Claudio Rodríguez.

Alberto Carrera Blecua Huesca, 15 de septiembre de 1952. Pintor, también ceramista, que ha realizado excelentes acciones y montajes en Huesca, pueblos y otras ciudades. En 1971 inicia sus estudios de Dibujo y Pintura, que abandona al año, en la Escuela Massana de Barcelona. En 1972 ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras con la intención de Estudiar Historia del Arte. Con el Tercer Premio de Pintura Joven, de El Correo Catalán y El Corte Inglés, obtiene una Bolsa de Viaje a Italia. Abandona sus estudios de Filosofía y Letras. Durante el verano asiste a un curso en la Escuela Internacional de Pintura Mural de San Cugat del Vallés. En 1973 ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona y en 1982 imparte clases en el aula de plástica del Centro Cultural Genaro Poza.

Serio, muy comprometido con el arte, pues le dedica todas las horas de su vida desde la soledad, como tantos artistas. Bien plantado, atractivo, con medio barba, cabeza robusta, sonrisa amplia, voz algo grave. Notable conversador con alta capacidad de análisis y algo reservado con algunas personas. En un prólogo, junio de 2002, comentaba sobre «una vitalidad como actitud, ese sentir huyendo en ocasiones del control, que penetra en los cuadros para condicionar el entorno íntimo del propio artista. Es, se diría, como un temor insoluble. No existe medicina capaz de regular nada, pero nada, ni la sonrisa». Persona tan intensa como sus cuadros.

Ángel Maturén Zaragoza, 15 de enero de 1949, Tarazona (Zaragoza), 7 de marzo de 2005. Pintor y escultor, también con grabados. Hijo de Antonio Esteban Blasco y de Agueda Maturén Blasco, conocidos anticuarios de Zaragoza. Su preparación artística está vinculada con Zaragoza, Estudio Artístico Goya, Escuela de Arte y estudios privados, con Bilbao, Escuela de Arte y los estudios de los pintores Amadeo Calle y Villachica, y con Madrid, Escuela Superior de San Fernando y trabajando con el restaurador de cuadros Manuel Pérez Recasens. En Madrid, 1964 a 1967, conoce, entre otros, a artistas tan destacados como Manuel Millares, Manuel Quejido, César Manrique y Josep Guinovart. Durante años, de manera esporádica, ejerció como restaurador, pues no olvidemos que tenía excelente técnica, ni digamos su excepcional dominio de la línea como gran dibujante. En Logroño cofunda el grupo Ocho, 1968 a 1973, y al mismo tiempo se vincula con Zaragoza de forma expositiva y vital, sin olvidar sus estrechas relaciones con la galería Berdusan, 1973, de la que es director de programación, y con la galería 153


Antón Pitaco, 1977, de la que es director y propietario. Visita diversas ciudades y vive en Sierra de Luna (Zaragoza), 1977 a 1990, sin dejar sus estudios de Logroño y Zaragoza, y en Lanzarote, 1991 a 1997. En 1996 compra una casa estudio en Tarazona (Zaragoza), situada a escasos metros de la iglesia de San Atilano, desacralizada desde hace años, sede expositiva de la Fundación Maturén, cuya primera exposición se inaugura el 29 de junio de 1997. En sesión plenaria del Ayuntamiento de Tarazona, celebrada en mayo de 2005, se toma la decisión, por unanimidad, de que la iglesia San Atilano se llame Espacio Cultural «Ángel Esteban Maturén». En la actualidad, tras reformas finalizadas en 2008, se llama Espacio Cultural San Atilano. En septiembre de 2008, a título póstumo, se le otorga en Zaragoza el I Premio Ahora de Artes Visuales. Todo en su persona fue muy prematuro, hasta exponer individualmente con 12 años. Erguido, alto y delgado, atractivo de rostro, muy excelente cocinero, pescador con paciencia infinita, cazador que deja la escopeta porque un conejo, en pleno campo, le miró a los ojos, mujeriego, anticlerical, «rojo por sentimiento», tal como afirmó, con necesidad de estar solo, no siempre, y fascinante sentido del humor e inclinado a contar chistes, serio y sin mover un músculo, para evitar conversaciones muy profundas durante excesivo tiempo, sobre todo en las comidas. No olvidemos, al respecto, que trabajaba en exceso, motivo para que un día afirmara: «No me motivaría estar tomando unas cervezas con alguien que no tenga en

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común conmigo nada más que la pintura. Bastante tengo con estar pintando todo el día, o las noches. Prefiero irme con un tío de pesca o del campo y que me explique cómo van las cebollas, o las papas, que para mí es bastante interesante». El arte, por supuesto, es trascendente hasta durmiendo y su postura fue de constante trabajo, casi febril, razón para que terminara un número tan dilatado de obras. Las casi permanentes dificultades económicas por vivir del arte, y cierta inclinación nocturna, aumentaron su predisposición hacia la bebida, siempre más que controlada en cuanto a su actitud. En tiempos pasados provocador y con sabia actitud diplomática, pues estaba muy prevenido con los peligros de contar cualquier proyecto, porque de inmediato venían las jugadas por el otro patio. Pocas personas han tenido tal amor por los animales, hasta el punto que casi siempre tenía un perro, incluso un caballo en Tarazona (Zaragoza). Generoso y precavido con el dinero. En el funeral celebrado en Tarazona (Zaragoza) estuvieron todos los amigos y después bebimos vinos en la Fundación Maturén, para después comer en el hotel Las Brujas de Bécquer, todo como si viviera. Sus cenizas vuelan por el amado monte Moncayo. Su vida puede resumirse en una frase suya: «soy alambrista porque voy toda la vida por el alambre». Artista muy libre seducido por la pintura.

Lina Vila Zaragoza, 10 de octubre de 1970. Pintora. Licenciada en Bellas Artes por la Facultad de San Jorge de Barcelona, 19891994, postgrado El Dibujo como Instrumento Científico, Universidad de Barcelona, 1995, postgrado La Obra Gráfica Hoy: de la Imprenta Grabada a la Imprenta Digital, Universidad de Barcelona, 1998, y Beca de Artes Plásticas Casa de Velázquez de la Diputación Provincial de Zaragoza, 2002-2004.

Su padre, desde el mutuo amor, inculcó a la futura pintora sentido de la responsabilidad. Siendo estudiante en Barcelona sólo se dedicó a la Universidad y a pintar como vocación desde siempre, hasta el punto que sus primeras salidas nocturnas, poco atractivas para su ritmo vital, comenzaron con 22 años. De la Universidad mantiene amistad, y proyectos compartidos con la pintora y grabadora Alicia Vela, en la época profesora de Grabado, de la que guarda excepcionales recuerdos por las conversaciones sobre arte. Una frase de Alicia Vela resume, para Lina Vila, todo un enfoque general. Dice: «Especificad en la obra única desde lo conceptual». Atractiva, de carcajada medio cantarina, muy controlada por educación, en tiempos fue algo introvertida, motivo de un deje tímido que aflora con personas desconocidas. La perfección del artista: desconoce como vender sus obras y, de paso, siente una especie de indiferencia. Lee, casi siempre, ensayos sobre la muerte y el dolor, dos temas muy afines con muchas de sus obras, tan desgarradas vía mutilación, como una síntesis negativa sobre la vida. Pero vibra esperanza. También biografías de mujeres artistas, lo cual significa una profunda reflexión, y defensa, sobre la condición de tantas mujeres que en el pasado lucharon para ser independientes, auténticas.


Steve Gibson Liverpool, Inglaterra, Gran Bretaña, 20 de octubre de 1964. Escultor. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Brighton, 1982-1987. Al terminar sus estudios trabaja en una empresa londinense de diseño época sin ordenador. Abandona el trabajo ante un pertinaz aburrimiento crónico. Al instante, por instinto puro y como reacción, emprende una serie de viajes sin descanso que le conducen a Australia, Indonesia, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Panamá, Colombia, Bolivia y Perú. Llega a Zaragoza, en donde vive desde 1997, se casa con una zaragozana, tiene dos hijos y comienza con la escultura. Dirige una academia infantil con el pintor Jesús Fraile y ambos comparten estudio, todo en el mismo espacio muy bien delimitado. En Jesús domina la pintura geométrica abstracta racional y en Steve la escultura expresionista figurativa, es decir, lo contrario al tópico sugiriendo la pasión española y el control inglés. Si en Zaragoza es

reconocida su obra al instante, para el recuerdo el éxito de sus esculturas en plena calle el año 2004, estoy seguro que triunfará en otras ciudades, desde luego lo ha conseguido en Barcelona, Madrid, Toronto y Milán. Sus esculturas son un derrame cerebral transformado en figuras. Artista con excepcionales dosis de humanismo, introvertido por timidez que supera con el trato, analítico, más que puntual, medio irónico perfil suave inglés, complejo de definir pero que se capta al instante, y muy buena persona. Ambos tenemos como extraordinario punto en común que fuimos de barrio, lo cual significa muy exactas vivencias humanas, pues por lo visto los barrios son iguales, desde luego en Liverpool y Zaragoza.

Javier Joven Zaragoza, 29 de mayo de 1976. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, 1994-1999, Certificado de Aptitud Pedagógica por la Universidad de Zaragoza, 2000, Diploma de Estudios Avanzados por la Universidad de Valencia, 2003, y Maestría en Arte y Cultura de Iberoamérica por la Universidad Politécnica y Artística de Paraguay, 2006. Beca Erasmus en Venecia, Italia, 1999, Beca «Cittanova 2000 immagini forme e colori della contemporaneitá», Cittanoba, Italia, 2000, Beca para la ampliación y perfeccionamiento de estudios artísticos en el extranjero, en Asunción, Paraguay, Diputación Provincial de Zaragoza, 20052006, Beca de Creación Joven, Ayuntamiento de Zaragoza y CAI de Zaragoza, 2007, y Residencia en la Casa de Velázquez, de Madrid, Diputación Provincial de Zaragoza, 2006-2008.

Lo más parecido a un artista total con altas dosis intelectuales. En 2003, con 27 años y ante la admiración general, expuso en la zaragozana sala Juana Francés, bajo el título «Pilar: (auto) retrato de un cuerpo», con obras basadas en los retratos de una mujer enferma de cáncer. La consecuencia fue un excelente libro, todavía inédito, con el mismo título que la exposición. Lo señalado indica el grado de humanismo y compromiso social del pintor Javier Joven, de nuevo demostrado durante su estancia en Asunción, Paraguay, con temas sobre los marginados en condiciones extremas sin abandono de la imaginación creativa.

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Pedro J. Sanz Orea (Guadalajara) 30 de septiembre de 1952. Pintor. Estudia dos cursos de pintura y dibujo en la Escuela de Arte de Zaragoza, ciudad en la que vive desde 1963. De 1975 a 1985, como aficionado a la fotografía, cofunda y promueve la productora de cine B.S, que dedicada a cortos estuvo integrada por Pedro J. Sanz, Juan Jaria y Santiago Budía. Juan Jaria y Pedro J. Sanz obtienen el premio Ciudad de Zaragoza Segundo de Chomón por el corto «De la Magdalena al Azuda». A Pedro J. Sanz siempre le quedará la nostalgia del pintor Ángel Maturén, de cuando era un joven artista y agradecía sus consejos, sin olvidar las posteriores vivencias pescando truchas. Ambos con la mutua atracción por el campo, por la naturaleza sin domesticar, y con su condición de excelentes cocineros como otro punto en común. Pedro, la bondad total, tiene melena negra medio leonina, que envidio ante mi au-

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sencia de pelo. La autenticidad sin barreras y espontáneo radical, con un sentido del humor que emerge mediante frases cortas, a veces inesperadas. Se le quiere, y respeta, sin posibilidades de cambio. Curiosa mezcla ante su condición como pintor surrealista, con árboles y sus raíces como temas, pero ahora sustituidos por figuras esqueléticas danzantes cual muerte-vida prevista y por formas insólitas y esferas en medio de intrigantes paisajes. De aquí saldrá, ya está gestándose, la obra definitiva en un tiempo indeterminado. Pedro J. Sanz, su esposa Carmen Martín Gardel, inteligente, crítica, decente por conciencia social e histórica, Paco Rallo y yo, nos reunimos de forma periódica, cada dos o tres viernes, en el mesón La Topera, de Zaragoza, donde el artista Germán Díez ejerce de augusto cocinero. Los cuatro, y alguno como José Juan Cortés Claver, que se incorpora de forma esporádica, cenamos siempre en la misma mesa, tomamos copas y hablamos durante unas seis y siete horas, bajo la estricta condición de la sincera libertad total sobre cualquier tema. Se rejuvenece.

Abdul Vas Maracay, Estado de Aragua, Venezuela, 15 de marzo de 1979. Pintor. De nacionalidad española, vive en Zaragoza desde el año 2000. Estudia en la Escuela de Artes Superiores Rafael Monasterios, en Maracay, Estado de Aragua, y un año en la Escuela Superior de Arte Rietvel, en Holanda. Justo cuando llega a Zaragoza comienzan sus temas con gallos, gallinas y pollos, que defiende con seriedad radical, como si le fuera la vida, a los que incorpora toda una galería de asuntos para atrapar al hombre en su más abarcadora y siniestra condición. Alto y elegante, desde luego vistiendo con personalidad propia, razona con precisión y tono crítico, sin olvidar un sentido del humor que desliza mediante dosis lentas, tranquilas, sobre todo cuando se indigna por un asunto concreto. Buena mezcla, diferente.

Pedro Tramullas Oloron-Sainte-Marie, Francia, 12 de abril de 1937. Escultor. Su madre, Margarita Autié Laloge, decide tener a su hijo en Oloron-Sainte-Marie porque vivía la familia. Al mes se traslada con su hijo a Jaca (Huesca). Su abuelo, Antonio de Padua Tramullas Perales, nacido en Barcelona, conoce a Louis Lumiére y en Zaragoza al fotógrafo Ignacio Coyne, al que enseña la técnica del cine. Su padre, Antonio Tramullas Beltrán, se dedica al cine y con posteridad a la fotografía. Pedro Tramullas, por tanto, descubre la fotografía a través de su padre, de manera que antes de ir a París trabaja en Foto Olimpia, el gabinete paterno instalado en Jaca (Huesca). Estudia en los Corazonistas y un año en la Escuela de Arte de Zaragoza. En 1962 viaja a París y en 1963 asiste a la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes. En París vive con intensidad y decepción el famoso mayo de 1968. Frecuenta el taller de Claude Priner, escultor y luego pintor, y su gran amigo


será el pintor Claude Cunda. Conoce a Alberto Giacometti, Ossip Zadkine, François Laloge y André Savoret. En 1964 viaja a Londres y descubre el Gran Buda del Museo Británico, que lo siente como una experiencia inolvidable. En 1984, ante la delicada salud de su padre, regresa a Jaca (Huesca) y cuando fallece dirige el estudio fotográfico, que deja con posteridad al ser incompatible con su vocación escultórica. Por entonces, antes de regresar a España, ejerce como profesor de Escultura en la Universidad de París. En Hecho (Pirineo oscense) funda e impulsa el excepcional Symposium Internacional de Escultura y Arte del Valle de Hecho, con excepcionales y diversas actividades entre 1975 y 1984. Tras vivir en Ciudad Real fija su residencia en Zaragoza y el año 2008 en Grañén un pueblo de la provincia de Huesca. En septiembre de 2008 se le otorga el I Premio Ahora de Artes Visuales. Escultor muy excepcional, sin problemas comparado con otros de España o del extranjero, con altas dosis creativas, todavía sin reconocer por su despiste y aparente falta de interés por conectar con galerías de otras ciudades. Tantos años en París le alejó bastante de la realidad española, sin olvidar algún problema familiar y su larga estancia en Jaca (Huesca) y Ciudad Real. Ahora, regularizada su vida sentimental, ha vivido años en Zaragoza y, por fin, en un pueblo rodeado de tranquilidad, la que desea. Sus esculturas, muy idóneas para espacios públicos, ocultan cambiantes plantea-

mientos teóricos y otras son maravillosas abstracciones geométricas, unas con complejas dosis esotéricas o naciendo etéreas del románico, otras en estado puro. Las esculturas, cuando monta una exposición, nunca están colocadas con lógica, pues dominan conceptos mágicos hacia direcciones específicas. De las estrellas, todas de su propiedad por derecho natural, incluyendo las más lejanas galaxias, nacen realidades sin final, como indescriptibles y hermosas narraciones. Su escultura esotérica, de absoluta trascendencia para su forma de pensar, es clave en sorprendentes conversaciones impregnadas de anécdotas casi inverosímiles. De nariz aguileña, larga barba y aspecto de santón druida, lleno de controlado entusiasmo ante sus ideas, cuando habla, con voz queda, produce la sensación de que cuenta un secreto. Tiene una buena colección de cámaras fotográficas y de bastones. Siempre camina con bastón, como si fuera un fetiche, de forma airosa, ágil. Inteligente, todo corazón, generoso, prudente, sincero.

Jesús Fraile Zaragoza, 9 de junio de 1973. Pintor. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, 1993-1998. Beca del Gobierno de Aragón, 2001, y Beca de Creación Artística del Gobierno de Aragón, 2002. En 2000 obtiene el Gran Premio «Santa Isabel de Aragón», Reina de Portugal. Alto, delgado, fibroso, matizada alegría y marcado tono crítico con dosis de humor. Se indigna ante las manipulaciones artísticas. Con el escultor Esteve Gibson comparte estudio y ambos dirigen una academia infantil de arte, todo muy diferenciado en el mismo espacio. Sus cuadros son siempre óleo sobre lienzo con enorme trabajo por complejidad técnica y formal. Como pintor tiene un futuro impresionante, ya desde hace años, pues encima ha controlado el exceso formal, muy bien integrado, en el sitio idóneo. Su aparente tranquilidad se transforma en cuadros. Respira, vive, sueña, tal pasión por pintar como pocos artistas. Ni descansa. Antes de acabar un proyecto piensa en el siguiente. 157



En la ciudad de Zaragoza, un lluvioso primero de noviembre de 2008, se terminó de imprimir este libro y catálogo concebido para divulgar y reivindicar la labor de un espléndido conjunto de artistas plásticos aragoneses, que han sacrificado o consagran su vida a una labor no siempre tan valorada ni reconocida como se debiera. Artistas, además de seres humanos, y, por ello, más profundamente humanos, cuyas vidasofrenda lo son en aras de la libertad del conjunto de todos nosotros. J. I. B. S.





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