Visiones sobre la obra de Elizabeth Schön

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Visiones sobre la obra de Elizabeth Schön

“-El poeta es en función de lo que tiene por delante, en función de la realidad. El desarraigo es reflejo de una gran incertidumbre, del desasosiego.” Elizabeth Schön


La poeta Elizabeth Schön . Nacida en Caracas en 1921. Poeta, dramaturga y ensayista. En

1940 contrae matrimonio con Alfredo Cortina, pionero de la

radiodifusión venezolana, Schön culminó en 1954 sus estudios de filosofía en la Universidad Central de Venezuela. Su primer poemario publicado “La gruta venidera”, fue publicado en 1953. Premio Municipal de Poesía de Caracas por su libro “La cisterna insondable” en 1971. En 1989 recibe la Orden Andrés Bello en su primera clase. Premio Nacional de Literatura por su trayectoria literaria en 1994. En el evento internacional: La Semana de la Poesía de Caracas, se realizó en su homenaje en 2003. Homenajeada en Pekín la poeta. Dicha actividad fue organizada por la embajada de Venezuela en China con la cooperación del Ministerio de Cultura de su país, en el marco de la programación correspondiente al trigésimo aniversario del Establecimiento de Relaciones Diplomáticas entre Venezuela y China. Elizabeth Schön, tiene a su haber, innumerables libros publicados entre ello citamos: La gruta venidera (1953), En el allá disparado desde ningún comienzo (1962), El abuelo, la cesta y el mar (1965), La cisterna insondable (1971), Mi aroma de lumbre (1972), Casi un país (1972), Es oír la vertiente (1973), Incesante aparecer (1977), Encendido esparcimiento (1981), Del antiguo labrador (1983), Concavidad de horizontes (1986), Árbol del oscuro acercamiento (1992), Ropaje de ceniza (1993), Aún el que no llega (1993), Campo de resurrección (1994), Antología poética (1998), La flor, el barco, el alma (Editorial La Diosa Blanca 1995) y Del río hondo aquí (Editorial La Diosa Blanca 2000). La granja bella de la casa (Editorial La Diosa Blanca. 2001) Ráfagas del Establo, (Editorial La Diosa Blanca 2002). Entre sus publicaciones recientes podemos indicar: La granja bella de la casa (Por las editorial Eleclepsidra) 2003). Coronas secretas de los cielos (Secretearía de Cultura del Estado Carabobo 2004.) El abuelo, la cesta y el mar (Monte Ávila Editores. Biblioteca de Básica Autores Venezolanos. Cuarta edición, 2005) "Visiones extraordinarias", 2006 y otros aún libros inéditos. Algunas Visiones sobre la obra de Elizabeth Schön


Elizabeth Schön siempre fue poeta. Pero ahora se conoce, ahora está claro. No es lo mismo actual o expresar movidos por el impulso lírico, sin poseer claror acerca de lo que guarece el sentimiento, que cumplir el ejercicio creador sabiendo elegir nuestros más exactos sentimientos. En este último caso, ya no cabe confusión, tenemos al alcance lo que es inmenso y verdadero.

Ida

Gramcko *** Para la poeta venezolana Elizabeth Schön la poesía es esencia, apunta al origen de las cosas, a su realidad. La poesía proviene del ser y nos muestra una realidad única, donde no existen oposiciones ni diferencias, donde la palabra recrea el mundo del poeta y el mundo del lector, no como opuestos, sino como únicos, como una sola esencia. Luisana Itriago *** Ciertamente Elizabeth nos ha dado una lección al ofrecer su vida al don que le fue entregado. Ella supo valorarlo, apreciarlo; supo compartirlo con nosotros, sus amigos y sus lectores. No lo desdeñó, le dio como lugar el centro de su casa, como está el pan sobre la mesa, ya que su relación con la poesía no es solamente literaria. Escuchemos entonces lo que tiene que decirnos esta poeta mayor. Yolanda Pantin *** Su poesía se conecta con la tendencia esencialista del lenguaje y hay quienes han encontrado en su obra una visión filosófica, pero su poesía no se restringe sólo a estos aspectos. La no existencia de los contrarios ha sido un principio que marca su concepción poética, al igual que la circularidad como movimiento cósmico. María Antonieta Flores *** La poeta en cambio, no necesita explicar el mundo; ella lo ama, y lo ama en su integridad. Por eso, nos lo ha devuelto reunificado como un todo, en su pureza; intacto. Ya no hay "este mundo " ni el de "más allá". Y nuestra percepción dimensional se ha precipitado en la amplitud absoluta de un "espacio-tiempo", que al ser "espacio-tiempo" de

la flor, ya no es ni tiempo ni espacio,


pues ¿ Dónde están los espacios / si ella carece de las hebras / para engarzar los horizontes / y llenar la página blanca / sin cesar en nuestra vida más íntima? / ¿Dónde se halla el tiempo / si desconoce los vendavales / e ignora totalmente la muerte ?

La amplitud de este "mundo abierto" que ella nos

devuelve, no nos diluye ni nos desintegra. Hay en todo este movimiento visible / invisible de pasos abiertos / que no pueden retroceder, cerrarse / red que fluye del árbol al asteroide, en toda esta corriente que sigue / el rumbo de los ciegos / la pisada de los que escuchan / el silencio de los otros / allá, aquí / antes, después, una exigencia, un mandato que nos obliga a reasumir el mundo, a fundar lo invisible en lo visible y lo visible en lo invisible, con una nueva categoría de pasión: la pasión por lo inmenso, para que la ejerzamos en nuestro "aquí", en nuestro cuerpo, en nuestro tránsito, dueños ya de una abundancia de alas / no alas de aves / ni de la razón, donde ninguna mano se desprende del tiempo, donde asimilamos lo permanente. Edgar Vidaurre.

*** Honduras abriendo un intervalo de memorias, entre la mágica vela abrazada al rincón, derramando palabras que escogen su lugar sobre la amplia mesa, y los

significados

se

almacenan

con

la

entrada

de

luz,

circulando,

desplegándose, hacia la personificación colonizadora, de toda las metafóricas oberturas, sin la connotación del lineal tiempo, devolviéndolas a su génesis: misma soltura del englobado punto, germinando lo infinito entre ellos con humana presencia, virando hacia el recinto contorno de reflexivas vivencias, contenidos en este sano acercamiento al Poético Espacio de Elizabeth Schön, dándonos la confidencia del habitar en su propia esencia: “Rompe y

hallarás / lo que va entre los aires / hacia donde la copa ofrenda / y la mujer se tiende junto al pozo / con la nube dentro / para escuchar el río nuestro / del propio sonido interno: / rasgo de tierra / en el camino del árbol inarrancable / y la abertura del relámpago.” Sólo así, recibiendo el estruendo en su habitado espacio, apreciando su universo con la apertura de sola ráfaga, rodeado de natural abrigo, donde el diálogo fluye con amparo de alguna semejante fuente, que nos deleita


derramando tibio vuelo con salvaguarda muelle de atardeceres puertas, hacia un horizonte de afinidades, donde se unen evocados aros en vasija de aires ríos, tras facundos recados: mismo de altas sonoridades para el sagrario enigma poético, que nos lo va reluciendo, con esa sencillez marcada en su rostro, cubriéndola, sola permanente luminosidad en visiones con su inmortal, Transparencia del Alma: “Resonancia: / cuando alejándose de los filos /intervienen franjas supremacía de no perderse, / de dejar que otros rombos se brinden / a rescatar los exteriores vacíos / ahora totalmente compactos.” Elizabeth Schön,

es una poeta y será por siempre incansable en la

búsqueda de las esencias de lo ilimitado de la poesía; vive y hace vivir la palabra, llevándolas a esferas superiores, en unión con lo humano permanente hacia la trascendencia ineludible de su verbo creador. Milagro Haack *** Escuchamos un rumor de resistencia que convence aún a pesar de las dudas, de su legítima decisión de prolongar su pasar hecho carne o hábitat de los espíritus, sin transarse con las fáciles salidas…un amor convertido en carga ante su insistencia por seguir amándonos en este hondo “ Río Aquí” o en el reflejo de los cantos, y la escuchamos decir ya bajito, como imaginando que su voz sólo será escuchada por ella misma, ante la interrogante del destino de su madre muerta hace ya tanto: ¿que dice ella?...aún no lo sé…la pobre dice… que limpia las letras y concluye en la inmensidad del ave que venció siempre. O, nos habla de sus días, algo dislocados hoy: El día es una franja que aguarda a la noche para buscar su centro de inmortalidad”. Ruth Vidaurre *** La permanencia en el cambio es quizás el punto central al que aspira todo poeta mientras construye su obra. El eterno retorno a sus grandes angustias, la declaración constante de la imposibilidad de nombrar, mientras nombra al mismo tiempo, tienen en este título un lugar para la tregua. Poeta fundamental a la hora de establecer los límites precisos de la casa en la poesía venezolana,


Elizabeth Schön continúa explorando, en su lenguaje, las inmensas preguntas celestes de la que habla -desde su tradición- el poeta Antonio Cisneros. Detrás de toda esta ambición, la lucha entre el silencio y el nombrar es quizás la postura y el riesgo que le queda a un poeta verdadero. Y Schön, indudablemente, lo es, porque llena de méritos, poéticamente habita esta tierra. Harry Almela *** Escuchando hablar y leyendo a Elizabeth Schön caigo en cuenta que el valor que ella le da a las palabras en un sentido ético -siendo además que no hay separación entre su poesía y su persona, entre lo que ella piensa y lo que ella es-, se corresponde con la armonía entre todas las cosas del cielo y de la tierra. Armonía que ella logra de alguna manera comunicar y por lo que tanto conmueve su poesía, y su presencia. "¿Y el universo qué es? -se pregunta la poeta en un momento de este ensayo que puede ser leído también como un poema en prosa: ¿Acaso la estrella que resguarda entre sus brillos la redonda y sonora casa del Ser?". Yolanda Pantin *** Ahora bien: esa tarea de desdoblamiento y alteración es de las más difíciles en el caso presente. ¿Qué es lo que efectivamente Elizabeth ve? ¿Cómo ve? Antes dije que era esta una poesía abstracta. En efecto, Elizabeth mira el mundo exterior y el interior y abstrae de ellos dos cosas fundamentales: líneas y colores. Ha habido poetas, como Baudelaire, que abstraían olores, emanaciones, perfumes de la realidad. Hay otros, como Rubén Darío, que extraen sonidos, material sonoro. Pero Elizabeth extrae lo mismo que los pintores abstractos y cubistas: el puro esquema lineal de las cosas. En la página 14 del libro hay un pequeño poema –en fin, todos son pequeños- que es como una definición de todo el libro. Vamos a suponer, nosotros, lectores meditabundos, que la poesía, vista por esta mujer de insistentes ojos azules, es:


Constante timidez que permanece suspendida en la recta asaltando desde su comienzo y en la curva alargándose sobre lo extendido níveo de lo siempre requerido. En esas cinco líneas, con la admirable concentración de que sólo es capaz el arte, están reunidos, apretados, todos los elementos que yo me he estado esforzando por mostrar en lisa y llana prosa. Dejando de lado la bella idea de que la poesía es una “constante timidez” (idea que, conste, me he inventado yo, haciendo uso atrevido, pero infinitamente justificado, de la poesía de Elizabeth) nos queda una recta móvil, trémula y una curva que se alarga sobre una superficie tan blanca como la nieve; lo que ocurre es que siempre es distinta la forma de hacerlo. La historia de la poesía puede hacerse de dos formas; una, historia de los temas, otra historia de las formas. En su genial libro Literatura europea y Edad Media latina Ernst Robert Curtius, el gran romancista desaparecido, intentó una historia de temas tópicos de la literatura europea. Podría intentarse, con no menor fecundidad, una historia de las formas, la cual, dicho sea dicho una vez, tendría poco que ver con la historia de los metros. Se tendría que referir esa historia a las distintas maneras de expresar una misma cosa (una comparación, por ejemplo) que han tenido los poetas a través de la historia. Ludovico Silva *** En nuestra cultura, los místicos han representado el mejor y privilegiado testimonio de la existencia  y de los gozos y padecimientos inevitables que acompañan a su reconocimiento  de la interioridad humana. Por eso mismo, continuamente ellos nos hablan del alma. Si somos lectores intelectualmente modernos de los místicos, podremos desnudar a esa palabra  alma  de la cáscara dualista que en muchos casos la reviste dentro de sus textos, cáscara explicable por razones de historia cultural, y quedarnos con la pulpa conceptual y simbólica de lo que nos desean transmitir, a saber: que existe un fondo último del sujeto, una gigantesca densidad interna en el ser humano, tan dotados de


insólita y abismal dignidad que su centro está habitado por la divinidad misma. No sobra decir que esa dignidad de nuestra alma, así entendida, es simultánea a la dignidad de nuestro cuerpo: nuestra densidad interior no sería posible sin el altísimo grado de formalización biológica que nos constituye como humanos. Elizabeth Schön pertenece, por derecho propio, a la estirpe espiritual de los místicos. Como ellos, muchas de las páginas de Luz oval están dedicadas a hablarnos del alma. Y precisamente en el sentido moderno al que he aludido en estas líneas. El alma como carnalidad subjetiva, como nuestra densidad interior. Ningún dualismo se avizora en estos poemas. Para Elizabeth somos íntegramente cuerpo e íntegramente alma: “mas el alma / se aloja en ti y tú no

la sientes / así de puro su vínculo contigo / así de irrevocable su íntimo relieve individual / y te llama / y está quedando siempre dentro de ti / mas ¿qué puedes responderle? / el cuerpo es un trajín de joyas”. Armando Rojas Guardia *** Ha sido y es la voz de esta poeta, un intento de escuchar y penetrar otras voces y otros padeceres, para reelaborarlos en un discurso que se desprende de la multiplicidad que le da origen, pues tiende a la búsqueda de la unidad. Esto exige al lector una mirada atenta y ajena a las clasificaciones que limitan la riqueza del poema. La de ella es una voz que padece la injusticia y el sufrimiento colectivos, y en su voz están el país, el pueblo (región de la infancia) y la casa, espacios que guarecen la interioridad y le permiten desarrollarse, expandirse. Son éstos espacios vitales que, sin perder su sentido original, adquieren nuevos. Despojada y sencilla, su palabra expresa cierto candor y, al mismo tiempo, una exigencia ética que impregna lo cotidiano y las mínimas cosas que conforman el mundo, para proyectarse al ámbito de lo esencial e inexpresable. La capacidad transformativa de su mirada la obliga a escapar del contorno de lo individual, ya que la aspiración de universalidad y el deseo de fusionarse con el Ser y el Cosmos conduce a esa inexpresabilidad de lo esencial. Antonieta Flores

María


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