I distretti industriali: la via italiana al lavoro e allo sviluppo Italia revelada por los mercados Andrea Balestri, Club dei distretti industriali Marco Ricchetti, Hermes Lab “Un pueblo de poetas, de artistas, de héroes, de santos, de pensadores, de hombres de ciencia, de navegantes y transmigradores” Roma, Palacio de la Civilización Italiana - EUR Exportaciones italianas: sus peculiaridades ¿Qué es lo que contribuye más a formar la imagen de Italia en el mundo? ¿Su patrimonio artístico? ¿Su gastronomía? ¿Ciertas actitudes colectivas , verdaderas o falsas, atribuidas a los italianos? De cualquier manera, no hay duda de que una representación de Italia entra en juego, todos los días, en las preferencias de los consumos de millones de personas que compran productos made in Italy. Los intercambios comerciales, al igual que las modas culturales o el turismo, revelan lo que se estima más de una nación, tanto por motivos de precio como de originalidad. ¿En qué medida lo que Italia fabrica y exporta contribuye a la formación de la imagen “del Bel Paese”? ¿Cuál es la imagen de Italia que prima en los mercados internacionales? Para poder dar una respuesta hay que preguntarse si la estructura de las exportaciones italianas se diferencia de la de los demás países. El éxito italiano, tan singular, en sectores de productos de consumos (textil-vestuario, calzado, decoración de interiores, muebles…) asignados a priori por las teorías económicas a países con costes de producción más bajos, llamó la atención de muchos investigadores. Buena parte de los estudios centró la explicación en el atraso (y por ende en lo vulnerable) de la estructura de las exportaciones italianas, subrayando la carencia de productos que pertenecen al mundo de la alta tecnología. Esta interpretación presenta a Italia como un país que está siempre en equilibrio entre el subdesarrollo y la modernidad. El límite principal de dicha interpretación reside en el hecho de que no explica el persistir del éxito de las exportaciones italianas, pese a la gran competencia de países con costes de producción claramente más bajos que los italianos y que, por tanto, disfrutan de ventajas enormes en la fabricación de bienes “tecnológicamente atrasados”. Recientemente se trató de explicar el éxito de las exportaciones italianas mediante claves analíticas distintas de las del simple contenido de la innovación tecnológica, que se reflejan en ciertos elementos como patentes, o en investigaciones formales de laboratorio. En las cifras del comercio internacional, la filigrana del made in Italy surge con toda su evidencia. En el total de exportaciones de los países del “G7”, Italia se asigna en conjunto nada más que el 9%. Pero si examinamos algunos productos de la “persona-moda” la presencia italiana cuenta muchísimo más: 66% para calzados,
54% para joyas, 49% para tejidos de fibras preciosas, 38% para prendas de vestir de caballero, etc., tal y como resulta en la tabla. La imagen mercantil de Italia revelada por los mercados (1996) Fuente: elaboraciones Hermes Lab sobre datos ONU-Comtrade No cambian mucho los porcentajes de los productos para decoración del hogar (54% para baldosas y material de construcción, 37% para muebles, 32% para lámparas y aparatos para la iluminación) y para el sistema de alimentación-dieta mediterránea (37% para máquinas de la industria alimentaria, 23% para conservas de fruta y 22% para preparaciones a base de cereales (apartado estadístico en el que entra el icono máximo de Italia, ¡los espaguetis!). La elección de los consumidores revela prácticamente preferencias (y de forma indirecta imágenes de países) que son muy distintas: Italia prima en producciones con contenido fuerte de design, ligadas estrechamente a la persona y a su representación. Se trata de una serie de bienes que son todo lo contrario de lo banal y cuyo común denominador, de cualquier modo lo enfoquemos, refleja y al tiempo contribuye a definir el “estilo de vida italiano”. La fuerza de la especialización italiana se advierte al considerar las cifras de exportaciones por habitante. El valor de las exportaciones italianas per capita de productos del “sistema moda, decoración de interiores, hogar y dieta mediterránea” resultaba (1992) más alto respecto a las exportaciones per capita alemanas de medios de transporte y a las japonesas de aparatos eléctricos y electrónicos (respectivamente 1.179, 1.075 y 903 dólares USA por habitante). ¡Dime qué es lo que exportas y te diré quien eres! Hay pues sobradas razones para afirmar que: - los bienes que exporta Italia son muy distintos que los que exportan los demás países industrializados; - se trata de un conjunto de producciones ricas de contenidos inmateriales, como design y capacidad de interpretar el espíritu del tiempo: hilados, tejidos, géneros de punto, confecciones, panties, lentes, joyería, muebles, objetos para el hogar, etc., que con coherencia y bajo el rótulo de Made in Italy contribuyen a delinear (reflejándola) una representación peculiar de Italia. Llegados aquí, se impone otra pregunta: ¿qué es lo que hace que Italia sea un caso aparte? En los últimos años cayeron en el mundo muchas barreras económicas y culturales pero, al contrario de lo que la ortodoxia económica había presagiado, el viento de la globalización en lugar de nivelar los países puso en resalte lo específico de cada uno de ellos y, en una escala más reducida aun, lo de las regiones. De esta contradicción entre hechos y teorías, empieza a cristalizar la idea de que también en un mercado global pueden coexistir sistemas económicos nacionales (o regionales) de características diferentes, ligado cada uno de ellos a evoluciones históricas específicas, a las instituciones y a las representaciones de cada uno de los países o regiones.
Factores de organización, vías de desarrollo e infraestructuras sociales diversas, así como efectos de escala, contribuyen a segmentar el mercado global , a crear múltiples factores de diferenciación y “nichos”, a cristalizar las peculiaridades de cada país en imágenes, en representaciones que, a su vez, se transforman en otros factores más de diferenciación y refuerzo de los “nichos”. Entre estos factores ¿cuáles entran en juego al diseñar y especializar la imagen italiana? A este respecto, podemos obtener indicaciones útiles sobreponiendo la imagen de una Italia reflejada en los bienes que exporta, a la de las representaciones más difundidas de Italia: la imagen de un país con pequeñas ciudades y Comunas del renacimiento con la imagen del italiano emprendedor y navegante. En lo que atañe a Italia, país del arte, el hecho de vivir en un entorno que tal vez ostenta el patrimonio monumental más rico del mundo, constituye, según muchos, una escuela colectiva que desarrolla el sentido de la estética y de las cosas bellas. Otras peculiaridades del desarrollo económico italiano en esta posguerra, nos ayudan en cambio a colocar “los fundamentos económicos” del éxito del made in Italy en los sectores dominantes de nuestras exportaciones y en los estrechos vínculos del comportamiento de nuestro capitalismo, basado en empresas familiares, en estructuras ágiles y en un clima de cooperación. Los distritos industriales y el made in Italy La imagen mercantil de Italia está ligada estrechamente a un elemento peculiar de su desarrollo económico: los distritos industriales. Se trata de sistemas territoriales bastante circunscritos, en los que se creó con el paso del tiempo una compenetración muy intensa entre la vida material y las actividades llevadas a cabo por los residentes. Dentro de los distritos, la organización de la producción se basa en una división del trabajo, repartido entre grupos de empresas medianas y pequeñas, que sacan ventaja recíproca de la concentración de labores que pertenecen al mismo ramo, en la misma área. La concentración en determinadas regiones de un gran número de operadores, que competen abiertamente entre sí, estimula la innovación. En este contexto peculiar, formado por un sentido de la empresa muy difundido, por normas tácitas que reglamentan las actividades económicas, por gran espíritu de emulación y de apertura a lo nuevo, las empresas italianas pequeñas y medianas desarrollaron capacidades especiales para concebir e industrializar rápidamente gran cantidad de productos nuevos, consiguiendo responder a la demanda de personalización y de valores de los consumidores. Mucho es el valor añadido reconocido a la organización de la producción basada en distritos; la mayor parte de éstos se relacionan con el design y funciones estéticas. Por su forma de operar, los distritos recuerdan una gran feria en la que los operadores pueden recoger rápidamente gran cantidad de informaciones y cotejar características de productos y precios. En el frente opuesto y gracias a sus desplazamientos incesantes por los mercados internacionales, los empresarios de los distritos consiguen informaciones directas que les permiten segmentar mercados, adecuando sus producciones a las exigencias de los consumidores. Al igual que lo que ocurre en Italia en conjunto, los distritos tienen su propia imagen mercantil asociada a la producción dominante, que es parte fuerte de su identidad:
los productos de seda de Como, el mármol de Carrara, las medias para señora de Castelgoffredo, las pieles de Santa Croce, los tejidos de lana de Prtao y Biella, los sofás acolchados de Altamura-Santerano in Colle, los cubiertos y artículos para el hogar de Omegna y Lumezzane, la joyería de Valenza Po y Arezzo, los calzados de Fermo y del valle del Brenta y las botas deportivas de Montebelluna. Las investigaciones de Marco Fortis revelan que la imagen y las cuotas de mercado de Italia son sólidas en las especializaciones de los distritos industriales. Las cifras son impresionantes si consideramos que casi el 40% de la exportación de cerámicas procede de Sassuolo y pocos municipios colindantes; que 1/4 de la exportación mundial de productos de seda procede de pocos pueblos a orillas del lago de Como y que las provincias de Biella y Prato se reparten casi 1/4 de la exportación mundial de tejidos de lana. Los consumidores de todo el mundo, al comprar un producto Made in Italy “compran”, muy a menudo, una representación de Italia, o mejor dicho, del “estilo de vida italiano”. En vínculo entre esos bienes y su “italianismo” es aun más profundo. De hecho, los bienes no solo reflejan un estilo de vida, mas son el producto de “una vía hacia el desarrollo industrial” muy peculiar, que recibe su fuerza de un conjunto de instituciones, tejido social, formas de organización y cultura empresarial que la historia experimentó en los distritos industriales italianos. (sacado de A. Balestri, M. Ricchetti, “Valuing the Italian Dream”, en G. Malossi, Volare. The Icon of Italy in Global Pop Culture, The Monacelli Press, New York, 1999; Autorización concedida por Fashion Engeneering Unit de Pitti Immagine)