BYECT
Fanzine paratexto de la pintura expuesta en Playroom 2012 @ GalerĂa Abate, Bs As. Contiene textos de Juanita Blee y Teo Wainfred sobre la muestra + anexo con citas de Beatriz Preciado, Judith Butler, entre otras referencias.
‘Es importante que la gente se dé cuenta que no podemos reflexionar sobre la sexualidad usando las categorías del siglo XIX’
Juanita Blee
“Abyecta” o aquello q jamás debería haber sido posible 02:29 ad: Leyendo Butler pensé que mi obra es una abyección de lo que la historia del arte dice de la geometría y de la pintura metafísica; que los grandes pintores me odiarían porque para ellos, mi obra, sería como un insulto punki… 03:15 me: me parece q tu obra tiene una carga contra-sexual q apela a una queerización de la “naturaleza” pero sin buscar generar ansiedad, una ruptura abrupta, sino mostrando otras posibilidades fuera de las normativas: tu obra es molarizadora, puede funcionar como una tecnología de producción de pensamientos no heterocentrados. 03:20 ad: antes de hacer esto estaba con lo de naturaleza geométrica, pero recién ahora lo entiendo 03:27 me: naturaleza geométrica… q genial! ya auspiciabas el evidenciamiento de la falacia del discurso de género y de identidad sexual como cuestiones “naturales” Voyerismo geométrico. Fantasías de triángulos. Naturaleza. Esperma de cuadrados. Deseo frustrado. Abstracciones de seres sexuados. Anorgásmos. Rectángulos siendo penetrados. Mitos, memes, biopolíticas y roles pre-guionados. Ni la sexualidad ni el género nos fueron naturalmente dados. No hay mundo x fuera de la lingüística. Todo lo q nos rodea existe en la medida q así lo creamos. Toda enunciación termina produciendo eso q dice describir. La realidad no es más q una autoritaria suma de letras q supo imponer algún humano q repetimos y repetimos a diario, una caprichosa manera de evadir(nos) (d)el horror vacui: placebo 404. Abyecto. Rechazado. Indefinido. Hibrido. No clasificable. Grieta. Insurrección de los saberes sometidos. “Freak”, “raro”, “deforme”. Anómalo. Enfermo. Toda diferencia es clasificada de patológica. Hoy, las tecnologías de control son píldoras q se tragan c agua. Hoy, uno es su propio espacio de control y vigilancia. (Auto)Vigilar (nos) y (auto)castigar(nos). Panóptico hecho en casa. Hoy, la disciplina es fármacopornográfica. ¿Conoces tu carta cromosómica? ¿Tu identidad sexual te es realmente propia? ¿Sos el miembro q te cuelga? ¿Sos el miembro q “te falta”? ¿Sos? ¿X q tenemos q “ser”? “To be or not to be…”. What about being whatever we may like to be just for a day… “We could be heroes just for one day”.
Teo Wainfred Obligarme a mirar. Quizá esa sería la clave. Romper la lógica de ver, desviando en medio del trayecto, el ojo hacia el mirar. Dominación del sentido. Primera experiencia obedencial. Y en esta impulsión, simular que es posible subvertir cualquier reacción natural ideológicamente construida. Ese podría ser el primer acercamiento al problema. Usar una imagen para pararse en el futuro. Cualquiera de estas imágenes. Algo así como ya estar en el próximo tiempo. El que aún no se abrió. Y construir allí nuestra nueva marginalidad. Pero hay detrás de este movimiento, otras implicancias. Estamos hablando en primera medida, de la belleza de un mundo en ruinas. Y antes de ponerse a pensar en la creación de nuevos paradigmas, habría que abrir el duelo por lo dejado. Y antes del duelo, abrir la misma muerte. Ser transfigurados por exposición a estos pasajes trans. Expresados en cálculos trigonométricos y medidas puras y luego traducidos al lenguaje de la luz y de la forma. Ahondemos. Quizá las claves de un nuevo constructivismo de género, no puedan ser aceptadas del todo sin producir transformaciones políticas significativas. Claves que se pueden inferir a partir de ciertos modismos que surgen de procesos visuales, antes que sus esquirlas salpiquen cualquier forma de lenguaje que obligue a pensar, y recién después, a ver. Y que no sólo surgen de la idea que se desprende de la performance de género, sino más allá de todo gesto que desnaturaliza y deshace cualquier noción de identidad relacionada con un determinado cuerpo hablante. Pero en realidad, ¿qué eso que hay ahí?, ¿es una selva o un bosque? Da igual. Es el caos sobre el que se ordena un cosmos. La pulsión vital de la naturaleza que se descubre en contraposición al orden de los cuerpos disciplinados. Que crea nuevas relaciones y las constela desde su piel interior. Porque aquí, es el mundo el que se ofrece como escenario del amor. Y en él, cualquier representación es una forma de advertir lo solos que estamos cada vez que aceptamos la desnudez.
Sí, dije amor. Quizá lo último entonces, sea eso primero: romper el ojo en forma de parodia. Hacer ver la cosa quieta, como un objeto móvil, en más de una posición al mismo tiempo. Y salvarnos intentando salvar algo. Como magos transparentes. Como poetas translúcidos. Profetas persiguiendo a tientas, un astro que brilla en un cielo de un color cuyo nombre aún no fue inventado.
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Una multitud de cuerpos: cuerpos transgéneros, hombres sin pene, bolleras lobo, cyborgs, femmes butchs, maricas lesbianas... La “multitud sexual” aparece como el sujeto posible de la política queer.
« Entramos en una época en que las minorías del mundo comienzan a organizarse contra los poderes que les dominan y contra todas las ortodoxias »
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Surgen voces que cuestionan la validez de la noción de identidad sexual como único fundamento de la acción política; contra ello proponen una proliferación de diferencias (de raza, de clase, de edad, de prácticas sexuales no normativas, de discapacidad, de especie). La noción medicalizada de homosexualidad que data del siglo XIX y que define la identidad por las prácticas sexuales es abandonada en favor de una definición política y estratégica de las identidades queer.
El cuerpo hetero (straight) es el producto de una división del trabajo de la carne según la cual cada órgano es definido por su función. Toda sexualidad implica siempre una territorialización precisa de la boca, de la vagina, del ano. De este modo el pensamiento heterocentrado asegura el vínculo estructural entre la producción de la identidad de género y la producción de ciertos órganos como órganos sexuales y reproductores. Capitalismo sexual y sexo del capitalismo. El sexo del ser vivo se convierte en un objeto central de la política y de la gobernabilidad. En realidad, el análisis foucaultiano de la sexualidad depende en exceso de cierta idea de la disciplina del siglo XIX.
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El Imperio de los normales desde los años 50 depende de la producción y de la circulación a gran velocidad de los flujos de silicona, flujos de hormonas, flujo textual, flujo de las representaciones, flujo de las técnicas quirúrgicas, en definitiva flujo de los géneros.
^ ‘Aunque parezca paradójico, mi discurso está mucho más cercano a la sociedad de lo que pudiera parecer’
Vivimos en la hipermodernidad punk: ya no se trata de revelar la verdad oculta de la naturaleza, sino que es necesario explicitar los procesos culturales, políticos, técnicos a través de los cuales el cuerpo como artefacto adquiere estatuto natural. El ratón de laboratorio diseñado biotecnológicamente se come a Heiddegger. Buffy, la televisual vampira mutante, se come a Simone de Beauvoir. El dildo, paradigma de toda prótesis de teleproducción de placer, se come la polla de Rocco Siffredi. No hay nada que desvelar en el sexo ni en la identidad sexual, no hay ningún secreto escondido. La verdad del sexo no es desvelamiento, es sex design
Vivimos en un sistema microdifuso donde nuestro cuerpo es una agencia de poder. Hoy, el control biopolítico no es más disciplinario, es farmacopornográfico, un poder que construye nuestros placeres. Hoy, el género y la identidad sexual se construyen desde la intersexualidad y la conciencia de la regulación de nuestra supuesta subjetividad desde la excitaciónfrustración.
... La sexopolítica es una de las formas dominantes de la acción biopolítica en el capitalismo contemporáneo. Con ella el sexo (los órganos llamados « sexuales », las prácticas sexuales y también los códigos de la masculinidad y de la feminidad, las identidades sexuales normales y desviadas) forma parte de los cálculos del poder, haciendo de los discursos sobre el sexo y de las tecnologías de normalización de las identidades sexuales un agente de control sobre la vida. La noción de sexopolítica tiene en Foucault su punto de partida, cuestionando su concepción de la política según la cual el biopoder sólo produce disciplinas de normalización y determina formas de subjetivación.
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Identificaciones estratégicas
Identificaciones negativas como “bolleras” o “maricones” se han convertido en lugares de producción de identidades que resisten a la normalización, que desconfían del poder totalitario, de las llamadas a la “universalización”. Influidas por la crítica postcolonial, las teorías queer de los años 90 han utilizado los enormes recursos políticos de la identificación “gueto”, identificaciones que iban a tomar un nuevo valor político, dado que por primera vez los sujetos de la enunciación eran las propias bolleras, los maricas, los negros y las personas transgénero. A aquellos que agitan la amenaza de la guetización, los movimientos y las teorías queer responden con estrategias a la vez hiper-identitarias y post-identitarias. Hacen un uso radical de los recursos políticos de la producción performativa de las identidades desviadas. La fuerza de movimientos como Act Up, Lesbian Avengers o las Radical Fairies deriva de su capacidad para utilizar sus posiciones de sujetos “abyectos” (esos “malos sujetos” que son los seropositivos, las bolleras, los maricas) para hacer de ello lugares de resistencia al punto de vista “universal”, a la historia blanca, colonial y hetero de lo “humano”.
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Reconversión de las tecnologías del cuerpo
Los cuerpos de las multitudes queer son también reapropiaciones y reconversiones de los discursos de la medicina anatómica y de la pornografía, entre otros, que han construido el cuerpo hetero y el cuerpo desviado modernos. La multitud queer no tiene que ver con un “tercer sexo” o un “más allá de los géneros”. Se dedica a la apropiación de las disciplinas de los saberes/poderes sobre los sexos, a la rearticulación y la reconversión de las tecnologías sexopolíticas concretas de producción de los cuerpos “normales” y “desviados”. A diferencia de las políticas “feministas” u “homosexuales”, la política de la multitud queer no se basa en una identidad natural (hombre/mujer), ni en una definición basada en las prácticas (heterosexuales/homosexuales) sino en una multiplicidad de cuerpos que se alzan contra los regímenes que les construyen como “normales” o “anormales”.
| Lo que está en juego es cómo resistir o cómo reconvertir las formas de subjetivación sexopolíticas. Esta reapropiación de los discursos de producción de poder/saber sobre el sexo es una conmoción epistemológica.
Adriana Minoliti www.minoliti.com.ar