2a área arquitectura

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2A ÁREA ARQUITECTURA Elena Hernández y David Ramírez (Madrid, 1975), son arquitectos por la ETSAM y son las personas que están detrás de 2A ÁREA ARQUITECTURA. Compañeros de estudios desde 1997 deciden fundar el estudio en 2002 tras la obtención del primer premio en el concurso de ideas de la Casa de la Cultura de la Cistérniga. Su trabajo, comprometido con el papel social de la arquitectura como elemento transformador profundiza en en las formas de habitar y muestra de ello son los númerosos premios y menciones en concursos, sobre todo de vivienda, que se han celebrado en España en estos últimos años. Destacar entre su obra construida, aparte de su primera objeto de esta estrevista, la última entregada, las 31 viviendas VPPA Sicilia III en Madrid. Actualmente están redactando el proyecto de 46 viviendas bioclimáticas VPP de Cerro Muriano, Córdoba, fruto del primer premio conseguido en uno de los concursos de ideas con mayor número de participantes que se recuerdan. Otros premios obtenidos por este equipo son los segundos premios en las 23 Viviendas de VPP en la parcela Águila Alcatel para la EMV (Madrid) en el concurso para el Centro de Interpretación de la Cueva de la Vaquera y las Hoces del río Pirón (Segovia), la Casa Consistorial, Edificio de Protección Civil y Comisaría en Mos (Pontevedra), Centro Cultural Casino en Colmenar de Oreja (Madrid), Museo del Grabado de Fuentedetodos (Zaragoza) y los dos terceros premios en las Viviendas del Barrio Avanzado de Toledo.

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¿Cuál fue tu primera vez? Nuestra primera vez fue un estreno importante y completamente inesperado, la Casa de la Cultura de la Cistérniga, en Valladolid, un edificio de 3.000 m2 y urbanización exterior de promoción municipal, con un programa de dotación cultural (aulas, exposiciones, biblioteca…) y auditorio de 450 plazas para el municipio. El presupuesto de ejecución material fue de 2.394.120,26 Euros. ¿A que edad? El concurso se falló en mayo de 2002, justo un año después de presentar el PFC. Teníamos 26 años. Poco después, nos contaron el susto que se dieron los miembros del jurado cuando abrieron el sobre de identificación. Aún así fueron honestos y mantuvieron el fallo. ¿Con quién fue tu primera vez? “Tras el susto inicial El concurso lo presentamos entre nos tranquilizamos cuatro amigos de la ETSAM, de los cuales sólo uno tenía ya el pensando que muchos título de Arquitecto y ejercía como de esos proyectos tal colaborando en un estudio, el resto estaba desarrollando se quedaban en el el PFC. Lo planteamos como tintero (justo lo que algo flexible, en el que cada temeríamos ahora)” uno pudo aportar el tiempo que tenía, sin obligaciones o compromisos. Cuando ganamos la exigencia cambió, la responsabilidad recaía directamente en el que firmaba, y la relación de grupo se vió afectada. El Proyecto Básico lo hicimos ya entre tres, y para el Ejecución sólo quedábamos los dos socios que actualmente formamos el estudio. Fue un daño colateral muy amargo, desagradable para todos, hubo que tomar decisiones en situaciones que habríamos preferido evitar. Había puntos de vista demasiados diferentes.

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Fue sin duda lo peor de haber ganado, la mayor pérdida, y durante mucho tiempo hizo que no diéramos el paso de proponer nuevas colaboraciones con otros amigos con los que nos podría haber apetecido y enriquecido preparar un concurso, porque creíamos que era mayor lo que se podía perder que ganar. Afortunadamente, con el tiempo, eso desapareció. ¿Cómo conseguiste el encargo? A través del Concurso de Ideas que convocó el Ayuntamiento de La Cistérniga. Era muy limpio, muy abierto, no había condicionantes, sólo la documentación técnica y la acreditación de ser arquitecto. El jurado estaba compuesto por Arquitectos del Colegio y la ETSA de Valladolid y políticos y miembros del Ayuntamiento.

“a ti esto te parece muy normal porque es tu primera obra, pero yo llevo treinta años construyendo y nunca he revisado un pilar que tuviera 25 redondos del 32” Gonzalo Gonzáles, aparejador de la obra sobre una zapata de 5x5

Nunca habíamos presentado un concurso, fue también en ese sentido nuestra primera vez. Un estreno integral. Éramos tan novatos que lo enviamos una semana antes de que acabara el plazo. No nos ha vuelto a pasar con ninguno. ¿Cómo te sentiste? Literalmente, como si nos retiraran el suelo bajo los pies. Durante mucho tiempo estuvimos más asustados que contentos. En ese momento, de haberlo sabido, probablemente no lo habríamos presentado, nosotros hicimos el concurso como el que proyecta por el puro placer de proyectar, sin pensar en absoluto en ganar, mucho menos en construir. Tras el susto inicial nos tranquilizamos pensando que muchos de esos proyectos se quedaban en el tintero (justo lo que temeríamos ahora), y 6


en la primera reunión con el Ayuntamiento nos dijeron, enhorabuena, y ahora vamos a empezar: la obra debe comenzar en dos meses porque tenemos concedida una subvención de un millón de euros que si no perderíamos. Así que nos tragamos el miedo y empezamos a trabajar. Luego los plazos se pudieron prorrogar y tuvimos hasta final de año para desarrollar el proyecto completo. ¿Cómo fue y cuanto duró la obra? Lo que empezó con tan poco plazo terminó eternizándose, puesto que se construyó casi en su totalidad gracias a las subvenciones de los Planes Provinciales de la Diputación de Valladolid, que eran partidas anuales, y hubo que fraccionar la contratación en cuatro fases de ejecución, adjudicadas por concurso. Comenzó en 2003 y emitimos el certificado final de Obra en 2009. Entre medias, dos empresas constructoras, un tendido eléctrico de alta tensión con torre incluida en medio del solar, tres cambios de gobierno municipal, cambios de normativa técnica… un estreno en todos los sentidos.

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¿Qué hiciste esa primera vez que no hayas vuelto a hacer? En el proyecto definir todo de manera obsesiva. Teníamos que suplir la falta de experiencia con trabajo y conocimiento, sabíamos que sólo así podríamos defender la obra, no había desviación económica posible. Durante la ejecución documentar todo muy exahustivamente, planos, fotografías, collages, mucho tiempo invertido en material gráfico que ahora por desgracia, no siempre podemos hacer. Como anécdota, pedir prestado un coche para la primera reunión porque no nos atrevíamos a aparecer con el nuestro y vestirnos, o disfrazarnos más bien, de personas serias. ¿Qué no hiciste que te hubiera gustado haber hecho? Como parte del encargo, haber podido entrar en otra escala de definición, especialmente en interiores, pero no teníamos presupuesto, ni experiencia Primeros bocetos de la casa de Cultura seguramente, para ello. Además, de la Cistérniga. nos habría gustado participar en la selección y diseño de mobiliario y equipamiento, como algo integral del edificio, pero se ocupó el propio Ayuntamiento desde la concejalía de Cultura. ¿Qué consideras que es lo mejor de aquel proyecto? La coherencia del edificio en sí, y de éste en relación con lo planteado en el concurso, no hubo apenas modificaciones, pudimos ejecutarlo como lo diseñamos de origen. La contundencia exterior, el diseño de elementos exteriores y el uso de los materiales. La dificultad de ajustarnos a un presupuesto de 800€/m2 incluido plaza, urbanización y equipamiento, con cuatro de fases de obra y dos empresas constructoras, y mantener la calidad constructiva. El diseño y la ejecución estructural, la limpieza de los detalles constructivos. 10


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¿Y lo peor? La falta de detalle o de innovación en acabados interiores, en los que el edificio pierde potencia.

“Teníamos que suplir la falta de experiencia con trabajo y conocimiento, sabíamos que sólo así podríamos defender la obra”

¿Has vuelto a visitar la obra? Sí, la visitamos el año pasado una vez transcurrido el plazo de garantía y estaba en muy buen estado, en general la habían respetado mucho, apenas había elementos añadidos a la arquitectura inicial. Y milagrosamente, los muros de hormigón se encontraban intactos y libres de grafittis.

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MEMORIA DEL PROYECTO La Casa de la Cultura de La Cistérniga se presenta como un volumen compacto y ciego, una gran caja metálica elevada de la cota de la calle dominando un espacio público abierto, de relación y de cultura. Así, la visión lejana del edificio permite tan sólo observar la pieza sin atisbar ni su interior ni sus accesos. Sólo cuando nos aproximamos a ella percibimos que está apoyada sobre una gran plataforma y unos muros que articulan y completan el programa socio-cultural que contiene, abriéndolo hacia el exterior, generando diversos planos de uso público.

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El plano del suelo cobra entonces gran importancia, y se convierte en un punto clave de la secuencia espacial de acceso al interior. Una primera plaza a cota de calle, ligeramente ajardinada y dotada de mobiliario urbano, sirve como punto de acceso al edificio, actuando como plataforma desde la que contemplar el resto: la gran plaza hundida con el auditorio que dan forma a la planta baja, y el volumen elevado que contiene las dos plantas superiores y la mayor parte del programa cultural.

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Un pequeño graderío sirve de elemento de transición entre los dos niveles exteriores. El muro que articula la plaza separa a su vez los dos accesos del edificio. El principal se produce bajo la pieza metálica, contenedora, que cubre parte del espacio exterior. El edificio queda ubicado en una zona más o menos central de la parcela, de modo que se puede rodear fácilmente, pero sin acceder a él. El juego de planos, niveles y cotas consiguen potenciar el carácter compacto de la pieza superior, arquitectura ciega y brillante, metálica y tersa. La cultura contenida en un cofre y volcada dentro de sí misma, concentrada en un volumen puro y neto que la defiende y aisla del bullicio, del exterior. Pero la cultura es también relación, espacio público, actividades exteriores que consigan hacer partícipe a un pueblo de su desarrollo plural, cultural y social. Para ello se habilitan plazas, ligeras pendientes, recorridos, e incluso un auditorio al aire libre en la parte posterior del salón de actos, que hacen que no exista ya una fachada principal o secundaria, sino que el volumen sea central y no dirigido a ningún punto en concreto, que aglutine todas las demandas culturales y sociales del exterior. Todos los espacios interiores se conciben a partir de dos premisas importantes: su iluminación y su funcionalidad, entendiendo por ésta la adaptación a un uso concreto y actualmente demandado y a la versatilidad para poder ser modificado en un futuro. Las dos piezas más características del edificio -volumen superior y planta baja- se encuentran desplazadas entre sí, de modo que la superior genera un espacio cubierto y exterior, y la inferior una terraza abierta y ligada a la primera planta del edificio. La planta de cubiertas se convierte en un elemento importantísimo de definición del conjunto, puesto que la imagen superior del mismo describe perfectamente la idea generadora de su arquitectura: un plano 18


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del suelo movido, quebrado e irregular con un primer nivel de acceso; diversos graderĂ­os de usos mĂşltiples que adaptan los accesos a las diferencias de cotas existentes, una planta baja que absorbe todas esas irregularidades y se sirve de ellas para generar una envolvente articulada y potenciada por la apariciĂłn de dos muros que marcan el acceso principal, un volumen neto que se desplaza de ella generando terrazas y albergando el programa mĂĄs compacto y aislado y una imagen global de solidez y modernidad en la que la cultura crece y se adapta a las nuevas necesidades de la sociedad actual.

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