Stone Designs

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STONE DESIGNS

Stone Designs responde a la historia de sus dos creadores (Cutu Mazuelos 1973 y Eva Prego 1974) que desde septiembre de 1995 se lanzaron a la aventura de crear su propio estudio para poder desarrollar sus proyectos desde una perspectiva personal, sin censura ni filtros. Por este motivo nunca trabajaron para nadie y forjaron su aprendizaje como se hacía antiguamente, desde abajo y con mucho sacrificio. Así empezaron haciendo diseño de interiores, stands y exposiciones. Este terreno les sirvió durante los primeros años de su joven carrera para experimentar y estudiar diferentes lenguajes, mostrando así una nueva manera de entender el diseño y nuestra relación con él. Esta posición les permite trabajar sólo con empresas con las que realmente sienten afinidad, sin importarles el tamaño o facturación de la misma. Desde empresas de amigos a los que quieren y admiran por su dedicación, hasta diseñar para compañías como Toyota, Telepizza, Women´Secret o De Beers y mobiliario para marcas como la japonesa Muji y la española RS. Entre sus últimos trabajos se encuentra el interiorismo de la Farmacia de los Austrias, las oficinas para el grupo Ymedia o la silla Forgotten. Tienen oficinas en Madrid, Nueva York y Japón. 2


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Eva y Cutu nunca trabajaron para nadie, cuando terminaron sus estudios comenzaron haciendo stands, mítines del PP y decorados para fiestas. Su primer trabajo fue la decoración para el tercer aniversario de una discoteca en Madrid, por el trabajo, incluido material, fabricación y montaje cobraron “unas 50.000 pesetas”. Apenas conservan información de sus primeros cinco años ya que un desafortunado formateo se lo llevó por delante, por eso nos centramos en su primer acercamiento al diseño industrial.

Fotografía del primer trabajo remunerado de Stone Designs

¿Cúal fue vuestra primera vez? El primer producto que hicimos es un auténtico horror. Se llama “bolito”. Ya no lo tenemos físicamente, lo intentamos regalar e incluso eso nos costó trabajo. Era una bola de fibra de vidrio enorme, con tres cuernos. La fabricamos en Madrid entera y fue un capricho que tuvimos. Una idea que creímos que era maravillosa y luego resulta que era un horror. Pero estábamos emocionados.

En aquel momento, cuando hacíamos muebles era para proyectos, pero esto no fue para ningún proyecto, no había cliente, nos apetecía hacerla y ya está. Las proporciones del bolito son tremendas. Es una escultura pura y dura, no vale para nada más, no vale casi ni para sentarse. No era incómoda pero es tan inmensa que no puede estar nadie contigo. Fue la que nos marcó la pauta para montar una marca de muebles, nos lanzamos y por esa misma época hicimos el “burguer” y el “hot dog” que se hicieron para una zapatería y parecen casi como una descalzadera, una butaca muy bajita y muy mona. Estos diseños si han perdurado porque no tienen tanta presencia y poseen unas proporciones muy amigables. 4


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¿Cómo era? Era una pieza espantosa. Nos gastamos (no había euros en el noventa y tantos) un millón de pesetas en hacer el prototipo de la bola y las patas. Era una pieza muy roñosa, rollo años 80 o 90. En su momento no estaba mal. Nos la pedían, de hecho creo que vendimos dos o tres y todo... costaba un dineral. Eran unos 6.000 euros de coste, imagínate y no hacíamos como hacen ahora las marcas, estábamos empezando (normalmente el precio es el resultado de multiplicar por 3 o por 2,5 el precio de coste para obtener el precio al que sale al público) y nunca la vendimos en tantísimo dinero, la vendimos al coste o poco más, de rebajas, 9.000 euros, un millón y medio de pesetas. Eran otros tiempos. En aquella época nos dedicábamos al tema de stands y nos gustaba investigar con materiales. Estábamos muy vinculados al mundo de la tele, fuimos directores la última edición del juego de la oca, llevamos la construcción del plató y de las pruebas. En televisión conocimos a un tipo que modelaba con porespán. Hicimos el bolito primero en un bloque de porespán y luego lo pasamos a fibra de vidrio con otro proveedor. Nos lo pintaron al lado del estudio en un taller de coches, de un color azul metalizado que eligieron ellos. Entró justo en el tambor, porque era un taller del centro de Madrid y tenía las puertas pequeñas. Un carpintero, el padre de una chica que trabajaba con nosotros, nos torneó las patas de madera y Magisa nos las hizo de fundición.

“El primer producto que hicimos es un auténtico horror. Se llama bolito”

El respaldo de bolito era ergonómico, lo sacamos de los coches de policía. El proveedor con el que hicimos la pieza de fibra de vidrio también hacía los asientos traseros de los coches de policía nacional, que los cambian por asientos de fibra de vidrio porque si no los detenidos los rompen. El de los coches de policía es triple y nosotros cortamos una parte y 6


Los sofás Burger y Hotdog han perdurado, ambos de la misma época que Bolito.

lo acoplamos a la bola. Al final te buscas la vida... Lo importante es la tenacidad, ser muy pesado y obstinado cuando quieres hacer algo. En la primera versión tenía solo dos cuernos pero te sentabas y salías rodando. El punto de apoyo era muy pequeño al ser una bola. Tuvimos que ponerle el tercero. Si le quitas los cuernos es una bola de tamaño gigante que no cabe por las puertas, que rueda y todo. Los renders del bolito los hizo un amigo de Cutu que acabó de jefe de animación en Pixar y ahora es director de cine en Dreamworks, con Guillermo del Toro. Con este render y otros más nos hicieron los diseñadores gráficos de la revista Belio el catálogo Versus. No había ni una foto de un mueble porque el 80% no estaba producido. Lo hacíamos en fichas para poder ampliar el catálogo sin hacer uno nuevo. Es el catálogo más gracioso, el más auténtico. En la feria del mueble de Madrid conocimos a Mario Valdés, que con el tiempo se ha hecho como un hermano, y nos fuimos con él a Milán. Él se fue con sus esculturas y alguna pieza de diseño industrial que estaba bastante mejor que las nuestras, y que el bolito. Fuimos a Milán con nuestro catálogo y un ordenador pensando que nos íbamos a comer el mundo, pero llegamos allí y no había ni internet... Un par de años 7


después fuimos al salón Nude, en Valencia. También hacen un espacio para jóvenes diseñadores y los agrupan para que los fabricante se den una vuelta y vean si les interesa algún joven diseñador o alguna pieza. Y allí, de repente, hicimos un par de ventas de muchísimo dinero. Uno de esos clientes fue Luis, de una tienda de Palencia llamada Feng Shui, que tiene el bolito. Pensamos que era todo facilísimo y fue una burbuja como la inmobiliaria... Esos tiempos no volvieron jamás. ¿Habéis vuelto a ver algún bolito? A bolito lo han visto en casa de una señora que tiene mucha pasta, pero no sabemos qué hacía allí. Le perdimos la vista al prototipo de la tienda Feng Shui. ¿Qué aprendisteis de aquella primera vez? Aprendimos mucho, lo que no debes volver a hacer en tu vida. Aunque fuera una cosa atroz, aprendimos a tratar con los proveedores. La experiencia lo que te dice es que cuando diseñas algo lo ideal es dejarlo un tiempo sin producir, sin meterle mano, hasta que se destile, y dejarlo un mes o dos o tres y decidas si todavía merece la pena o no. Y cuando tengas el prototipo probarlo mucho. El bolito tiene su momento. A día de hoy se siguen diseñando cosas peores que eso y en marcas muy buenas. La diferencia es lo honesto que seas tu con tu trabajo y la capacidad que tengas de autocrítica.

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