La dieta en adultos mayores

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LA DIETA EN ADULTOS MAYORES Una buena alimentación es fundamental en cada una de las etapas de nuestra vida desde la infancia hasta la vejez. Los aspectos básicos de una dieta son los mismos a lo largo de nuestra vida, pero las necesidades nutricionales individuales cambian a medida que vamos envejeciendo. Además, la correcta absorción de los alimentos puede verse afectada por alguna enfermedad. La ancianidad, coloquialmente conocida como tercera edad, es un periodo de la vida, resultado del proceso natural de envejecimiento, caracterizado por el conjunto de cambios en la estructura y función de los órganos y tejidos corporales que se ha ido produciendo a lo largo del tiempo. En esta etapa de la vida el organismo presenta una serie de modificaciones como la pérdida de masa muscular, la disminución de la densidad ósea, y la reducción de la movilidad de las articulaciones, que originan movimientos más lentos y torpes. El proceso de envejecimiento también tiene consecuencias sobre la capacidad para alimentarse y obtener los nutrientes necesarios porque afecta al aparato digestivo, la dentadura, la producción de saliva... Así, las secreciones del estómago disminuyen en el adulto mayor, lo que retrasa la digestión y reduce la absorción de vitaminas. Las dificultades para masticar y tragar los alimentos, relacionadas con el deterioro de la dentadura y una menor producción de saliva, provocan gases y estreñimiento. Esto supone que los ancianos tengan que adaptar su dieta a la nueva condición de su aparato digestivo, modificando el tipo de alimentos para que estos resulten fáciles de tragar y digerir, y les aporten los nutrientes necesarios, de acuerdo a sus características fisiológicas, nivel de actividad, y afecciones que padezcan en su caso. En la tercera edad también se incrementan las posibilidades de sufrir enfermedades como hipertensión o diabetes, patologías estrechamente relacionadas con la alimentación, por lo que una dieta adecuada puede evitar algunas visitas al médico.

En las personas mayores la dieta debe adaptarse a su situación y características personales, pues la absorción de nutrientes depende de múltiples factores, como la edad, si se hace ejercicio o no, de las enfermedades que se tengan, de los medicamentos que se estén tomando.

Además, la soledad, la discapacidad, los problemas de visión, la pérdida de poder adquisitivo, las enfermedades y la polimedicación deben ser considerados como factores de riesgo para que la alimentación sea deficitaria y se puedan presentar problemas relacionados con la malnutrición. Entre otras razones porque llevan a la adquisición de malos hábitos alimentarios, como el abuso de conservas y bollería, inapetencia (muchas veces relacionadas con el hecho o la incapacidad de no preparar adecuadamente los alimentos), dietas monótonas que no tienen en cuenta el aporte de nutrientes, etc.


Los adultos mayores necesitan los mismos nutrientes (proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales) que los jóvenes, pero en cantidades diferentes. Algunos pueden ser más necesarios que otros. Además, para los adultos mayores la fibra es esencial para mejorar la digestión y evitar el estreñimiento.

Conforme envejecemos, requerimos menos energía (calorías) que cuando éramos jóvenes. Esto se debe a que los procesos naturales del organismo requieren menor energía cuando disminuye la actividad física y hay una menor masa muscular.

Aunque los requerimientos calóricos varían de acuerdo a la edad y al nivel de actividad, un adulto mayor requiere alrededor de mil 600 calorías diariamente. Éstas deben elegirse cuidadosamente procurando que aporten los nutrientes necesarios. La recomendación es dividir las mil 600 calorías en porciones de cada uno de los grupos incluidos en la pirámide nutricional: 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Pan y cereales: seis porciones Vegetales: tres porciones Frutas: dos porciones Leche y sus derivados: dos porciones Proteína: dos porciones Grasas: Usar con moderación

En tanto, los adultos mayores necesitan incluir dos porciones o 90 gramos de proteína diariamente en su dieta. Algunas opciones son carne, pollo, pescado y si éstos resultan difíciles de masticar puede suplirlos por huevos o frijoles.


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