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DOMINGO 5 DE AGOSTO DE 2007 DIARIO DE BURGOS

vivirverano2007

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Tirar piedras al río es una de las actividades favoritas de esta niña que pasa unos días en Barbadillo de Herreros.

todas, al menos por fuera, transmiten el esplendor que, un día, tuvieron sus dueños. Viviendas que contrastan con pequeños rincones de maleza y algunos cobertizos de adobe al más puro estilo rural que, por qué no, también tienen su encanto. Dos lugares religiosos. El antiguo convento renacentista de la Trinidad, construido por los Dominicos en el siglo XVI, que, tras ser restaurado, se utiliza para diferentes actos culturales como exposiciones o conciertos, y la iglesia de San Pedro, que, según dice una paisana, está tan bonita que parece una catedral en pequeño. Una localidad llana y tranquila que, ahora, en verano vive la presencia de los más jóvenes. Kilómetros en bicicleta por las calles y largas tardes de baños en el Pedroso hacen que los chicos pasen gustosos unos días en compañía de sus amigos. Paseando entre sus calles se respira un ambiente tranquilo. La plaza mayor se extiende como una gran explanada perfectamente equipada con bancos y jardineras que decoran un lugar muy transitado, pues es aquí donde se sitúa la pequeña tienda que abastece, en la medida de lo posible, a los lugareños. ASCENSO A LA DEMANDA. Abandonamos este primer Barbadillo en busca del próximo, esta vez Barbadillo del Pez. Al circular por la carretera, subiendo el curso del río, es patente que estamos adentrándonos en la Sierra de la Demanda. Cada curva nos abre una nueva panorámica de altas cumbres y abrumadores bosques. Una vista aún verde, pese a las fechas, que invita a seguir ascendiendo y descubriendo los encantos de la zona. Dejamos atrás Pinilla de los Moros, Piedrahíta de Muñó y Vizcaínos, unos pequeños núcleos también ‘salpicados’ por las aguas del Pedroso. Detrás del camión de los congelados llegamos a Barbadillo del Pez o también llamado Valdepez. Un pueblo dividido por el río y al cual le debe mucho de su esplendor. Unas aguas frías y cristalinas que durante muchos años han estado llenas de truchas, de ahí el ‘apellido’ del municipio. Los soportales de las casas y los balcones repletos de geranios llaman la atención al llegar. Un ir y venir de hombres y mujeres por la calle principal son la muestra de que la zona está viva, con movimiento y que augura un futuro con

turismo, ya que se está remodelando una vieja casa para convertirla en un bello alojamiento rural. Enclavado en un valle, la brisa corre inquieta y supone un gustoso alivio ante las altas temperaturas veraniegas. Entre los chopos se esconde un pequeño puente romano. Un lugar para disfrutar del sonido de las aguas y del suave susurro del viento al rozar con la vegetación. En la plaza mayor, un anciano disfruta de la sombra que le proporciona un enorme castaño. Enfrente destaca la iglesia renacentista de San Salvador, restaurada Continúa en la página siguiente...

Los datos

200

Casi llegan a 200 los vecinos empadronados en Barbadillo del Mercado; en Barbadillo de Herreros rondan los 150, y en Barbadillo del Pez superan el centenar.

50

kilómetros separan por la N-234 (carretera de Soria) la capital burgalesa del municipio de Barbadillo del Mercado, inicio del paseo por el valle del Pedroso, río juguetón y cristalino que nace en las laderas de la Demanda y que se hace tributario del Arlanza en este Barbadillo, que es también cruce de caminos.

22

La ruta hoy propuesta consta de 22 kilómetros, más los que cada uno quiera añadir hasta pueblos, ermitas y parajes aledaños, o a senderos que refrescan la vista y el cuerpo entre robledales y arroyuelos.

Servicios

Salas de los Infantes es la ‘capital’ de la zona, con servicios hosteleros, bancarios, sanitarios...


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