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lugares para perderse
DIARIO DE BURGOS DOMINGO 23 DE SEPTIEMBRE DE 2007
Las casas de Cucho son muy especiales por la singularidad de sus chimeneas.
Un condado por
descubrir
Treviño es un enclave lleno de historia en el que el entorno natural está marcado por fuertes contrastes y donde las influencias norteñas son un claro distintivo de sus pueblos
El río acompaña con su susurro la vida en La Puebla de Arganzón.
MÍRIAM LÓPEZ / CONDADO DE TREVIÑO
E
s una zona extraña, un territorio confuso. Rodeado de tierras alavesas y no muy lejos de Miranda de Ebro se expande en una extensión de poco más de 30 kilómetros de largo el Condado de Treviño. Un lugar donde apreciar los contrastes, contemplar la diversidad paisajística y disfrutar del arte. Comenzamos la ruta en una de las villas más importantes del Condado, La Puebla de Arganzón. De lejos se pueden apreciar las abundantes urbanizaciones que, construidas recientemente, han pasado a ser una buena parte del pueblo. Al llegar a la localidad apenas se ve gente por sus ordenadas calles, fruto de su antiguo trazado medieval. El silencio es nuestro único acompañante aunque, afortunadamente, de vez en cuando podemos escuchar el canto de algún que otro canario que pasa el día disfrutando de los pocos rayos de sol que llegan hasta la ventana en la que le han colgado la jaula. En el recorrido por la alargada vía principal muchas de las casas llaman la atención, pues las que no son grandes construcciones de piedra destacan por su arquitectura de ladrillo y sus entramados de madera. Además, la florida decoración de las fachadas, muchas de ellas llenas de filas de geranios, embellecen en gran medida las calles del pueblo. En la plaza, frente a una curiosa fuente negra, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Antigua se distingue por su singular
campanario. A muy pocos metros de ésta, cruzando el puente medieval de origen romano, se expande una verde pradera en la orilla del río Zadorra. Allí, la abundante sombra de los chopos forma un rincón especial que, por su aspecto, parece ser el lugar más visitado en el verano, pues gracias a la presa es un paraje idóneo para darse un buen chapuzón. VISTAS INFINITAS. Continuamos el viaje hacia el este y nos desviamos hacia Pangua. Muy cerca de este localidad encontramos las indicaciones que nos acercan hasta una acusada subida que culmina en la ermita de San Formerio. Una larga cuesta rodeada por bosques de encina carrasca y quejigo que, por suerte para muchos, puede subirse en coche. A 752 metros de altura las vistas son únicas. Los Montes de Vitoria, la Sierra de Cantabria, los campos de cultivo y muchos de los pequeños pueblos del Condado se aprecian desde este santuario, que, como es lógico, en época de guerra se utilizaba como puesto de guardia; de ahí sus gruesos muros. Este domingo se celebrará la famosa romería a San Formerio, patrón del Condado de Treviño, a la que año tras año acuden los fieles para hacer sus peticiones al santo. A escasos metros de la ermita una pequeña necrópolis alto medieval completa el interés artístico de esta cumbre. De nuevo volvemos a la carretera central (BU-741). Circulando por ésta las desviaciones hacia pueblos son constantes. Nosotros elegimos Cucho, un curioso lugar conocido por la singularidad de las escasas viviendas que forman el núcleo y además muy conocido por la calidad de las aguas clorurado-sódicas-sulfurosas de su antiguo balneario. Al llegar, las indicaciones hacia una zona acondicionada para el aparcamiento de vehículos ya deja clara la frecuencia de visitantes que acuden a contemplar su peculiar estilo. Toda la aldea fue restaurada piedra a piedra durante 25 años y el resultado está bien visible. Cada casa en Cucho es única y especial, pues cada una de ellas tiene alguna peculiaridad que engancha al visitante. La arquitectura de las viviendas presenta mucha influencia del llamado caserío vasco, grandes muros de piedra recubiertos de ladrillo y vistosos entramados entre las vigas de
Las tierras del Condado se encuentran rodeadas de espesura y autovía
La imponente torre de la iglesia parroquial preside la localidad burgalesa de Treviño. / FOTOS: ALBERTO RODRIGO