Copia de joaquin cidad

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DIARIO DE BURGOS LUNES 24 DE SEPTIEMBRE DE 2007

VIVIR B

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Los vecinos ayudan al sacerdote albañil cuando y como pueden.

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Joaquín Cidad, todo un ejemplo de trabajo callado y esforzado. / FOTOS: ÁNGEL AYALA

Del cáliz a la

paleta

El sacerdote Joaquín Cidad alterna su quehacer religioso con la albañilería en La Lora. Con la ayuda de los vecinos está sacando adelante el proyecto para restaurar la ermita de Brañosera MÍRIAM LÓPEZ SAN ANDRÉS DE MONTEARADOS

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oaquín Cidad es uno de esos sacerdotes comprometidos, que van más allá de las palabras. No hay más que charlar un rato con él o hacer un repaso por sus días para darse cuenta de la dedicación que ha puesto en su comarca y, sobre todo, en sus vecinos. Ya son muchos años, exactamente 36, los que este párroco lleva en comarca burgalesa de La Lora, también conocida como Páramos. Toda una vida al servicio de los demás que le ha convertido en un personaje de lo más popular en su entorno. Y es que esta pasión por hacer obra social le ha llevado a compaginar sus obligaciones como sacerdote con otras de lo más variado, como periodista o albañil. El nuevo proyecto en el que ahora invierte la mayoría de sus días es la rehabilitación de la ermita de Brañosera. Está en San Andrés de Montearados, una de las cinco pedanías de Sargentes de la Lora. Para él, esto del cemento y la paleta no le resulta demasiado raro, pues ya lleva a sus espaldas más de una obra de reconstrucción. Las iglesias de Valdeajos, Hoyos del Tozo y Barrio Panizares y los campa-

narios de Sargentes de la Lora y Ayoluengo han sido algunas de las construcciones que se han visto beneficiadas por la buena mano y el interés desinteresado de Joaquín. Comprometido como pocos con el patrimonio de la zona, da todo de sí por sacar adelante aquello que se plantea. El pésimo estado de conservación de la ermita de la virgen de Brañosera le impulsó a él y a otros lugareños a ponerse manos a la obra para acondicionar y salvar el templo. «Nadie nace sabido», comenta Cidad, pero la fuerza de voluntad y la ilusión que le pone son los motores que le ayudan a aprender cada día un poco más.

ta, cuenta la tradición oral que muy cerca de su emplazamiento existía un pueblo llamado Casares, del que hoy no existe ningún rastro. Su interior, aunque está muy mal conservado, alberga pequeños detalles llamativos, como las largas trenzas de pelo que se dejaban antiguamente como ofrenda, aunque, sin duda, lo más singular y que más valor parece tener son unas antiguas pinturas que se han encontrado en el presbiterio. La jornada de trabajo comienza a las ocho de la mañana. «No hay un grupo fijo de trabajadores. Cada uno viene cuando puede», asegura Joaquín. El interés que muestran los vecinos es bastante considerable, pues son muchos los que han ido voluntarios para ayudar en la obra. Cada uno con sus habilidades va aportando su granito de arena para que el proyecto avance. De momento no tienen problemas de financiación, pues allí la mano de obra es una cuestión vo-

La ermita está siendo saneada por dentro y por fuera.

Ha escrito 15 libros sobre el patrimonio de la zona y ha sido corresponsal de DB durante años

MANOS A LA ERMITA. Así, en otoño del año pasado comenzó a tomar las cotas necesarias para tener una idea de las medidas del edificio, que, según Joaquín, en su parte más antigua data del siglo XIV. Aunque poco se sabe de esta ermi-

Se han encontrado pinturas valiosas.

luntaria y gratuita, y en materiales no han tenido, de momento, demasiados gastos, por lo que salen adelante con algunos ahorros y donativos que aportan los vecinos. Han pasado más de 500 horas trabajando durante todo el verano y ya se pueden ver los primeros resultados, pues han arreglado el te-

jado de la zona del presbiterio con el fin de proteger de las goteras las pinturas encontradas. Muchas son las ideas que rondan en la mente de Joaquín; algunas, como bajar la altura de la ermita o limpiar la casa del ermitaño, ya quedarán para el próximo año, pues el invierno en La Lora golpea fuerte.


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