vivirverano2007
DOMINGO 19 DE AGOSTO DE 2007 DIARIO DE BURGOS
25
Los datos
XII
1.374
METROS tiene la Peña Amaya en su punto más alto. Sin duda, unas vistas estupendas.
60
KILÓMETROS aproximadamente separan Burgos de Amaya.
La galería porticada de la iglesia de Rebolledo de la Torre data del año 1186 y es una obra de Juan de Piasca. Con diez arcos de medio punto, está considerada uno de los monumentos románicos más importantes de España.
Vista de la Peña Amaya.
Interior de la galería románica de la iglesia de Rebolledo de la Torre. / REPORTAJE GRÁFICO: VALDIVIELSO
A escasos metros de ésta, se alza la torre que da nombre al pueblo. Un castillo que data de finales del XIII y que siempre ha sido propiedad privada. Ahora, unos nuevos compradores han adquirido el lugar con el fin de restaurarlo.
El panadero de Humada en plena jornada laboral.
COMIENZA EL ASCENSO. Para acabar con una buena vista, emprendemos camino hacia la localidad de Amaya con intenciones de subir a la renombrada peña. Al llegar al pueblo, el silencio de la soledad que puebla las calles nos rodea. La inclinación de las mismas avisa de que ya estamos cerca de la montaña. Algunas bicicletas aparcadas, ropa ondeando en im-
Iglesia románica del abandonado Albacastro.
provisados tendederos y bastantes coches indican la existencia de población. Tras echar un vistazo a su iglesia y a la característica fuente del artista de Sasamón, Salaguti, situada en frente del templo, comenzamos la ascensión con la emoción de quien espera ver algo increíble. Tras unos kilómetros por una pista de gravilla por la que se puede ascender en coche, aparcamos en un rellano para iniciar a pie la subida. Cardos azules, el vuelo de los buitres leonados y una fuerte brisa auguraban un paisaje único. Una gran mole de piedra conocida como El Castillo se alza imponente. Aún se aprecian los restos
de la antigua ciudad cántabra de Amaya, habitada desde la Edad de Bronce hasta tiempos medievales. Sin duda, escogieron el lugar perfecto, pues, con una altura superior a los 1.300 metros, la vista es fabulosa. Decenas de kilómetros ante nuestros ojos. Cuadraditos de diferentes tonos amarillos y verdes describen los campos burgaleses. A lo lejos, se aprecian, pequeñas, otras montañas. Un lugar donde respirar es un placer, en el que detenerse a contemplar en cualquier dirección es un maravilla. Una amalgama de relieves verdes y rocosos, llanos y afilados que aseguran una ruta cargada de belleza.