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DIARIO DE BURGOS LUNES 3 DE SEPTIEMBRE DE 2007
David, el guía de la Senda de la Naturaleza, explica con mucho entusiasmo las diferentes especies de árboles que hay a lo largo del recorrido. /THAIS R.R.
La fusión de los ecosistemas Para descubrir los secretos de la naturaleza lo mejor es mezclarse con ella, observarla y tocarla. La Senda de la Naturaleza, la mejor opción para comenzar a aprender. MÍRIAM LÓPEZ / FUENTES BLANCAS
ransmitir la complejidad de un bosque en una fotografía o comprender el canto de un pájaro en unas líneas no tiene nada que ver con disfrutar de la naturaleza en vivo. Es fundamental que desde las edades más tempranas los niños tengan un contacto directo con el medio natural para que, desde la práctica, aprendan a respetarlo y valorarlo. Con esta idea surgió ya hace 20 años la Senda de la Naturaleza, un espacio natural situado a unos 6 kilómetros de la ciudad, en el parque de Fuentes Blancas. Un lugar, como su propio nombre indica, de lo más natural. En el terreno, que ocupa una superficie aproximada de seis hectáreas, se distribuyen más de 400 especies de plantas y más de un centenar de diversos animales.
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Aunque los visitantes de la Senda son variados, los que mayor porcentaje ocupan son, sin duda, los grupos de los centros escolares. Por ello, para conocer de cerca cómo transcurre una visita, nos hemos unido a la excursión que hoy llega desde el Centro Cívico de Capiscol. Son las 10:30 de la mañana y el autobús acaba de aparcar. Con la rapidez y la ilusión característica de quien sale de la ciudad baja una quincena de chavales con sus correspondientes mochilas. David Rubio es el guía de la Senda y el que se encarga de que el grupo comprenda bien todo aquello que les explica. Tras repasar algunos conceptos de aquellos que se repiten una y otra vez en los libros de Conocimiento del Medio como, por ejemplo, lo que es un ecosistema, comienza el trayecto. PRIMERA PARADA, ATLÁNTICO. A pesar de que en la provincia de Burgos podamos encontrar clima mediterráneo y atlántico, este último sólo se da en la zona norte. Así, para poder representarlo en la Senda decidieron dedicar la zona de más umbría, además de un pequeño truco; un sistema de riego. La combinación de ambos ha creado una zona que más que en Burgos parece que estamos en el interior de un frondoso bosque cántabro. David no deja de hablar con los chicos y ellos, muy interesados, participan en la conversación preguntando todas sus dudas sobre aquello que ven. Muchos aprovechan para recordar lo aprendido en el colegio y de paso sorprender al guía con sus conocimientos. El recorrido es lento, pues hay más cosas en las que fijarse de lo que parece. Es muy importante estar en silencio para escuchar los sonidos de los animales, aunque algún acelerón de coche nos hace recordar que no estamos en ese verde bosque atlántico. Levantando la vista podemos apreciar en lo alto algunos nidos y casetas donde se refugian las aves.
Y es que los pájaros son uno de los componentes más importantes de la Senda. Son complicados de ver, pues muchos sólo pasan unos meses por este lugar y otros se esconden tanto entre los árboles que para verlos es necesario hacer uso de unos prismáticos. La claridad es cada vez mayor, lo que nos indica que la vegetación abandona su espesura. Así entramos en la zona mediterránea. Ésta resulta mucho más conocida, pues es el tipo de vegetación que prima en Castilla y León. Hojas más redondas, más largas, más finas... cada una diferente. Al igual que los arbustos, las plantas, las flores, los insectos o los pájaros. En la Senda todo es diferente, en poco tiempo podemos observar la flora y la fauna más dispar. Y así, entre juegos, risas y sencillas explicaciones se va acabando el camino. Tras atravesar unas formaciones rocosas llega la visita a la charca, una de las partes más divertidas del camino, quizá por ser la más llamativa. Entre los nenúfares y la alta vegetación se pueden observar ranas y, si hay suerte y se deja ver, alguna culebrilla inofensiva. HASTA PRONTO, NATURALEZA. Acaba la Senda, la senda de hoy. Un largo paseo por las entrañas de una naturaleza en la que la mano del hombre apenas ha trastocado unas ramas. La mejor manera de comprender cómo evolucionan los ecosistemas y llevarse a casa una pequeña idea de ecología. Además, para complementar todo lo aprendido, los niños reciben unas guías de lo más divertidas en las que se detalla por medio de viñetas cuyos protagonistas son los propios animales un montón de conceptos relacionados con la biología y con el desarrollo del medio. Una manera original de llamar la atención de los críos, que junto con la visita a la Senda de la Naturaleza, busca iniciarles lo más temprano posible en una correcta educación ambiental.