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vivirverano2007

DIARIO DE BURGOS DOMINGO 2 DE SEPTIEMBRE DE 2007

La invasión del precoci n Los alimentos manipulados se han convertido en un hábito en las comidas de muchas familias

Cada vez es más fácil encontrar en las neveras de los hogares platos precocinados. / THAIS R.R. MÍRIAM LÓPEZ / BURGOS

medida que pasa el tiempo, cada vez vemos más lejano aquellos potajes o guisos que requerían una preparación de horas que, a fuego lento, sin prisas y con cariño se cocinaban hace no tantos años. Y es que, a pesar de los intentos de Arguiñano por fomentar una alimentación sana y convencernos de que cocinar es divertido, la comida casera no pasa por su mejor momento. Vivimos en la sociedad de las prisas. Cada vez hay menos tiempo y muchos no están dispuestos a pasar sus breves ratos de ocio en la cocina. La nefasta evolución alimenticia es patente. No hay más que recordar las comidas que preparaban, hace años, nuestros abuelos y compararlas con las actuales. Frigoríficos y armarios se llenan de productos precocinados bajo nuestras manos, pero no bajo nuestra conciencia, pues, en la actualidad, la mayoría de los alimentos que hay en nuestro hogar no son naturales. De las clásicas conservas y la conocida fabada asturiana a la tortilla de patata. El abanico de opciones aumenta a una velocidad de vértigo. Albóndigas, espinacas, pimientos, migas, ensaladas y un sin fin de posibilidades que muchos están dispuestos a probar pensando que conservan la mayor parte de sus cualidades intactas.

A

El cambio social que más ha propiciado la demanda de alimentos preparados ha sido la incorporación laboral de la mujer y, por tanto, la consiguiente reducción de la disponibilidad para dedicarse a la cocina. Además, la rapidez y la comodidad de estos alimentos ayudan, indiscutiblemente, a su expansión. En Burgos, a diferencia de otras ciudades más grandes, la mayoría de la población puede regresar a casa para comer, lo que implica que el consumo de éstos se dé generalmente en el ámbito doméstico. POCO SALUDABLES. El problema llega cuando hacemos de estos elaborados la base de nuestra dieta y, por tanto, el consumo se hace frecuente y repetido. Por lo general, se trata de alimentos con una gran cantidad de calorías, grasas y azúcares que, unos más que otros, incrementan el riesgo cardiovascular y el sobrepeso. A sabiendas de esto, hay quienes optan por estos mismos productos pero en versión «light». Por supuesto que muchos de ellos tienen una cantidad menor de grasa, aunque muchas veces la reducción sea mínima, pero también tienen un alto porcentaje de azúcares y carbohidratos simples. La falta de grasa reduce el sabor y quita consistencia, cualidades que se logran mediante la adición


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