Introducción
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l interés por el estudio de la sexualidad en general y por la historia de la sexualidad en particular comenzó en la década de los setenta del siglo XX. Con el impulso de los movimientos feministas, el activismo en pro de los derechos civiles y la irrupción de la epidemia del VIHSida, se iniciaron investigaciones en torno a esta temática desde diversas disciplinas. Una década más tarde, un conjunto de trabajos adoptó la llamada perspectiva construccionista. Desde la teoría de la construcción social, la sexualidad es una experiencia históricamente construida y puede ser analizada como fruto de las relaciones culturales e históricas que un grupo humano concreto desarrolla en un tiempo y lugar determinados. De manera que la investigación de la sexualidad deberá hacerse dentro de las particularidades culturales del grupo de estudio. En el presente texto se define la sexualidad como el conjunto de actitudes, prácticas, hábitos, interpretaciones, formas sociales, juegos de poder y discursos que cada sociedad, en un tiempo y un espacio determinados, construye de manera colectiva alrededor de la reproducción, los deseos y las relaciones eróticas. Si bien tiene un fundamento fisiológico, éste queda opacado por la carga simbólica que se le da en cada sociedad; en este caso, la cultura náhuatl del siglo XVI. Los antiguos nahuas eran grupos que hablaban la misma lengua (náhuatl), con sus debidas variantes regionales, y que se extendieron por todo el centro de México
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en tiempos previos a la Conquista. Aunque compartieron la lengua y otros aspectos de la cultura, tenían diferente filiación étnica. Algunos eran tepanecas, otros chalcas, unos más xochimilcas y malinalcas, entre otros. Ha sido un error englobar a todos ellos bajo el gentilicio “aztecas”, pues éste sólo se refiere a un grupo: los que salieron de Aztlán y habitaron la isla de México. Estos pobladores se llamaban a sí mismos “mexicas” o “tenochcas” y compartían la isla con los tlatelolcas. En nuestro texto no es viable la utilización del gentilicio azteca o mexica, pues las fuentes de estudio que se emplearon refieren no sólo a los pobladores del islote del lago de Texcoco, sino a todos los grupos que habitaban el Altiplano Central de México; por ello se utilizarán los términos “nahuas prehispánicos” o “antiguos nahuas”.1 El periodo en el que se ubica nuestra investigación es el Posclásico Tardío. Aunque esta época abarca del año 1200 al 1521 d. C., el asentamiento definitivo de los mexicas en Tenochtitlán ocurrió en 1325 d. C., fecha que se toma como el inicio de nuestro marco temporal. Este libro es fruto de varios años de investigación y tiene como objetivo principal acercar al lector al tema de la sexualidad prehispánica. En un solo volumen se presenta una colección de diferentes estudios rigurosos pero asequibles y con abundante información sobre la sexualidad y las relaciones de género de los antiguos pobladores del valle de México. El texto está dirigido tanto a especialistas como al público en general interesado en la antigüedad mesoamericana. Un propósito central es despertar y alentar el interés
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El debate de los gentilicios puede leerse en Castañeda, 2013: 32-36.
en los lectores para seguir investigando temáticas poco abordadas, como es el caso de la sexualidad y el género. El estudio de la sexualidad de los antiguos pueblos nahuas no se agota con este trabajo; quedan aún pendientes muchas líneas de investigación para que futuros académicos las encuentren en los documentos y el material arqueológico. La presente obra está basada en los datos que proporcionan las siguientes fuentes etnohistóricas: indígenas pintadas (Códice Borbónico, Códice Borgia, Códice Laud, Códice Vaticano B 3773, Códice Mendoza, Códice de la Cruz-Badiano, Códice Vindobonensis, Códice Nuttall, Códice Telleriano-Remensis, Códice Magliabechiano, Códice Vaticano Latino A 3738, Códice Tudela, Códice Florentino, Lienzo de Tlaxcala); e indígenas y mestizas manuscritas (Anales de Tlatelolco, Leyenda de los Soles, Anales de Cuauhtitlan, Muñoz Camargo, Pomar, Alva Ixtlilxóchitl, Alvarado Tezozomoc). Igualmente, se emplearon las eclesiásticas (Motolinía, Relación de Michoacán, Casas,* Mendieta, Sahagún, Durán, Torquemada, Ruiz de Alarcón, Serna, Ponce, Acosta, Vetancourt), lingüísticas (Molina, Siméon), obras en español o traducidas de éste (Historia de los mexicanos por sus pinturas, Éstas son leyes que tenían los indios de la Nueva España, Anáhuac o México, Hystoyre du Mechique, Costumbres, fiestas, enterramientos y diversas formas de proceder de los indios de Nueva España, Códice Carolino), civiles (López de Gómara, Núñez Cabeza de Vaca, Cervantes de Salazar, Díaz del Castillo, Zorita, Veytia) y derivadas del ejercicio colonial (Relaciones geográficas: México, Francisco Hernández). * Por lineamientos editoriales, en la bibliografía, los apellidos compuestos, como en el caso de fray Bartolomé de Las Casas, comenzarán a partir del sustantivo (Casas, Bartolomé de Las, fray).
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El libro está dividido en cinco capítulos. En el primero se abordan los ciclos de vida a partir de un recorrido que inicia en la infancia; trata el tema del matrimonio, las costumbres y concepciones que se pensaban necesarias para llevar a buen término el embarazo y finaliza con la vejez. En las distintas fases se destacan aspectos del género y la sexualidad. El siguiente capítulo se centra en el estudio de la interacción de las entidades anímicas (tonalli, teyolia e ihiyotl) y la sexualidad. En caso de presentarse un desequilibrio en ellas se desencadenaba una serie de enfermedades, las cuales son examinadas en la segunda parte del capítulo. Se exponen las causas divinas y mágicas que originan estos padecimientos. En las divinas, el origen de la enfermedad es el olvido de un ritual. En las mágicas rige la explicación de contagio por cercanía con alguien perjudicial o de similaridad, es decir, enfermedad y cura tienen características semejantes, o padecimiento y objeto que lo provocó tienen rasgos similares. En el tercer capítulo de la investigación se abordan de manera particularizada las prácticas sexuales ilícitas y se estudian los distintos términos empleados para nombrarlas y calificarlas, así como sus connotaciones, el discurso moral ante ellas y los castigos que se les aplicaban. Específicamente, se trata el adulterio, la homosexualidad y la prostitución. El tema de los símbolos de la sexualidad masculina es examinado en el cuarto capítulo. Se analizan distintos signos en representaciones y relatos mitológicos que refieren a la acción de fertilizar. Los atributos tratados primeramente son los de carácter fálico; en seguida, se estudian los distintos fluidos masculinos (sangre, semen, orina, saliva), pues todos ellos poseen la cualidad de poder fecundar, y se concluye el apartado con otros elementos asociados con la procreación en distintos mitos.
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El último capítulo se aboca a las concepciones de la sexualidad femenina. Se profundiza sobre el pensamiento en torno a la menstruación y se examinan las explicaciones culturales que se tienen sobre los estados transicionales femeninos relacionados con la vivencia sexual de las mujeres. Por último, se enfoca en los vínculos de Tlaltecuhtli, diosa de la tierra, con la sexualidad femenina y los paralelismos de la sexualidad con la fertilidad agrícola. Además, se abordan los rasgos identitarios de la diosa: dientes, garras, mascarones y vagina dentada, que le otorgan su carácter devorador. Principios de la sexualidad nahua El primer principio del pensamiento sobre la sexualidad entre los antiguos nahuas es que ésta proporciona gozo. Un dato al respecto es que, en el nombre aplicado a las mujeres que ejercían la prostitución: ahuiani, “la que está alegre/contenta”, se encuentra el vínculo entre el gozo y la actividad sexual (Molina, 2004 [2]: f. 9v; Siméon, 2002: 47).2 El calificativo ahuilnemiliztli, que tiene la misma raíz, debe traducirse como “vida contenta”, tipo de vida de las ahuianime.3 La concepción de una sexualidad placentera también aparece en los discursos que se les dirigían a las jóvenes nobles cuando llegaban a la edad de discreción. En estas
2 Siguiendo la propuesta del Gran Diccionario Náhuatl (GDN), se utilizan las abreviaturas [2] para la sección náhuatl-español del Vocabulario... de Molina, y [1] para la sección español-náhuatl. 3 La raíz primitiva de estas palabras es ahuia/auia: alegrarse (verbo); después se formó ahuil: la/el contento, la/el alegre (sustantivo) y, más adelante, la raíz ahuiliu: encontentarse (verbo).
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prédicas observamos que los nahuas se referían a los ámbitos de la sexualidad con el término tlalticpacayotl, lo que se encuentra sobre la superficie de la Tierra, “lo terrenal” (Florentine Codex, 1950-1982, VI: 93),4 el acto sexual. Actividad que era una de las alegrías dada a los humanos por los dioses, pero que debía practicarse con templanza: Oye bien, hija mía, niña mía: no es un lugar agradable la Tierra; no hay contento, no hay alegría. Se dice que sólo hay alegría con cansancio, alegría con aflicción sobre la Tierra. Así lo andan diciendo los viejos: para que no estemos viviendo en lloros por siempre, para que no fenezcamos de tristeza los hombres, él, Nuestro Señor, se dignó darnos la risa, el sueño y nuestro sustento, nuestra fuerza, nuestro brío. Y esto más: lo terrenal [el sexo], para que sea la reproducción (idem, traducción de López Austin, 1996, II: 276).
Destaca en este discurso la concepción de que la vida está llena de sufrimientos: hambre, sed, trabajo físico, cansancio. Pero, para paliar este dolor, los dioses han dado placeres; entre ellos, el más grande es el sexual, para que haya reproducción humana. Entre las bondades que trae la sexualidad a la comunidad es el bienestar. Ello deriva de un pensamiento que vincula a la fertilidad humana con la vegetal. En la antigua cultura nahua, el comportamiento sexual estaba relacionado directamente con los rituales y las ceremonias en donde se buscaba la fertilidad de las cosechas y la abundancia de lluvia. De esta manera, se muestra el papel central que tiene la sexualidad en la sobrevivencia
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Florentine Codex; en adelante, FC.
del grupo: se requiere que la Tierra emane fertilidad, para que la comunidad sobreviva. El segundo principio es el de la templanza. La actividad sexual no debía iniciarse muy joven, pues se pensaba que ello traería consecuencias en el crecimiento de los jóvenes, además de causarles vejez prematura. Así, de tener autodisciplina, los muchachos serían recompensados con hijos hermosos, de buena estatura.5 Asimismo, los nahuas pensaban que violar este principio traería desequilibrio cósmico y comunitario. Las transgresiones sexuales eran resultado de causalidad externa: o mandadas por los dioses, o consecuencia de la fortuna del signo con que uno había nacido; y no había secuelas de las acciones del transgresor después de la muerte. Aunque sí era responsable de haber traído el caos y tendría que afrontarlo social, jurídica o médicamente; sin embargo, la familia y la comunidad también eran responsables de que alguno de sus miembros hubiera cometido una transgresión debido a su falta de atención a los actos del transgresor; así, la responsabilidad es compartida y el daño es colectivo (López Hernández, 2009: 63-66). De esta forma, la transgresión sexual estropea las bondades de la sexualidad. En el exceso sexual se explican grandes calamidades de la comunidad, como enfermedades, cosechas malogradas, fenómenos naturales devastadores (caída de granizo, heladas, sequía), etcétera.6
5 (FC, 1950-1982, VI: 118; Sahagún, 2002, II: 573-574, 580; III: 1044; Pomar, 2000: 190; López Austin, 1971: 143, 201). Cabe mencionar que las referencias bibliográficas que comprendan cuatro fuentes o más se recogerán en las notas a pie de página, para facilitar la lectura. 6 (Sahagún, 1969: 193; 2002, III: 817-818; Molina, 2004 [2]: f. 19r; Códice Carolino, 1967: 44-46; Ruiz de Alarcón, 1987: 182-183; Serna, 1987: 408-409).
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I Ciclos de vida
Los niños
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ntre los nahuas, desde el momento del nacimiento, se marcaba la identidad genérica del nuevo bebé, la cual se vería reforzada con la educación familiar, escolar y religiosa. En la ceremonia de nacimiento, además del nombre se llevaba a cabo la asignación de género con la presencia simbólica de los utensilios asociados a su sexo: si era niña, el huso, malacate, cesto pequeño con algodón y escoba; si se trataba de un niño, un escudo y cuatro flechas para que fuese buen guerrero (Sahagún, 1969: 141; 2002, I: 359; Torquemada, 1975, IV: 204). El Códice Mendoza (1964, LVIII: lám. 57r.) muestra asimismo otras herramientas que también solían ponerse delante del bebé varón, indicando posibles oficios: un punzón de carpintero, un cuchillo de obsidiana de un artesano de plumas, el pincel de un escribano y la herramienta de un orfebre. Esta ceremonia de asignación terminaba cuando se desprendía su cordón umbilical y se enterraba. Para el caso de las mujeres, en el fogón de la casa, que el Códice Carolino (1967: 48) específicamente menciona debajo de la piedra de moler y, para los varones, en el campo de batalla; se definían así los ámbitos de acción social de cada sujeto: el doméstico para la mujer y el público para el hombre (Sahagún, 2002, II: 618-620). Esta designación de espacios reafirmaba la identidad del niño y buscaba evitar su mutabilidad.
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Figura 1 La comadrona era la encargada del baño ritual de los infantes; en la ceremonia se les mostraban las insignias según el género del bebé, Códice Mendoza, 1964, LVIII: lám. 57r. Dibujo de Miriam López.
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ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS 9 Introducción 13 Principios de la sexualidad nahua 17 I. Ciclos de vida Los niños 23 Los jóvenes y la moralidad 25 Edad adulta y matrimonio 28 Concepción, embarazo, parto y puerperio 33 Conjuros y oraciones 44 La vejez y sus connotaciones 48 II. Entidades anímicas y enfermedades El tonalli y la sexualidad 54 El teyolia y el rito Neyolmelahualiztli 62 El ihiyotl como propiciador de enfermedades 66 Enfermedades sexuales 66 Por causa divina 67 Por causa mágica 72 Enfermedades que se causa a sí mismo el transgresor 73 Enfermedades que provoca el transgresor a personas cercanas 75
III. Transgresiones sexuales Adulterio 87 Homosexualidad 92 Virilidad y temor a lo femenino 96
Prostitución 99 Lenguaje corporal y seducción 101 IV. Símbolos de la sexualidad masculina Símbolos fálicos 111 Pedernal, bastón, palos de fuego 113 Flecha 117 Lengua 121 Pie/pierna, cabeza, serpiente 123 Fluidos fertilizantes 129 Elementos fecundadores 132 V. Concepciones de la sexualidad femenina La menstruación como potencia de vida 139 El peligro de la sangre 141 El cuerpo femenino en estado liminar 144 La sexualidad como metáfora de la fertilidad agrícola 151 La vagina dentada 155 Bocas, dientes y garras 157 Conclusiones 163 Bibliografía 169 LISTA DE ABREVIATURAS
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