REPORTAJE Don Manuel recuerda que durante su niñez se festejaba, en los meses de febrero y julio, las octavas de corpus. Eran reuniones donde el pueblo se encontraba en la plaza central del barrio para compartir juegos y alimentos.
Aproximadamente desde 1949 durante el mes de noviembre en el Barrio La Joya del Cantón Ambato se rememora el “RAIMY” heredado de los antiguos habitantes de los sectores de Salinas, hoy Barrio México y de Huachi bajo hoy conocido como el Barrio Jordán. La celebración viene desde tiempos inmemoriales. Cuenta Don Manuel Acosta, habitante del Barrio México, que la fiesta del Raimy es una herencia que se ha transmitido de generación en generación, acto solemne que en la actualidad cuenta con un traspaso de 6 generaciones” Significa que su procedencia se puede remontar, sin temor a equivocarse, a los años 1800, épocas de nuestros antepasados indios.
En el Raimy se celebra a los bienes que se consiguieron en las cosechas de la estación; productos como el maíz y la papa. Los animales de corral, como cuyes y conejos, tenían su lugar en la celebración, eran faenados y preparados por la familia con orden expresa del ´´ALCALDE``, quien era el patriarca de la familia y el encargado de invitar a las familias al banquete que se servía. Esta figura de líder de fiesta similar al de un prioste, aún se mantiene y es de singular diferenciación en las zonas de la ciudad de Ambato. La repartición de la comida se la hacía sin mirar rostros conocidos o forasteros. Todos debían comer bien.
otros barrios del sur de la ciudad. Esta separación da nacimiento a las comunidades de Picaihua, Tiugua, Huachi la Joya entre otras.
“Las celebraciones indígenas son fusionadas con lo católico a partir de la llegada de las primeras tropas exploradoras del imperio español hacia tierras serranas” según Pedro Reino historiador e investigador ambateño. Comenta que las comunidades “Huachis” se dispersaron por la presión de los enfrentamientos entre ejércitos locales y extranjeros y por causa de buscar nuevas tierras de cultivo, pues cabe destacar que el territorio que en la actualidad comprende la zona de Huachi chico, Miñarica y las faldas de lo que es Santa Rosa, eran tierras completamente secas y áridas por tanto difíciles para la práctica de la agricultura. Muestra de esa migración local es Huachi San Francisco, Huangana y
Una vez establecidos los asentamientos, las personas cultivan la tierra y tienen éxito, razón para que cada uno de ellos busque la mejor manera de dar gracias al dios bueno. El sol. Es así que inician con la práctica de danzas, cánticos e incluso sainetes -tradición occidental - con un alto grado de identidad propia. Estos actos se los realizaba entre febrero, marzo, junio y agosto, fechas propias de los indígenas. Un cambio drástico aconteció en las fiestas originarias, con la llegada de la imagen de la Virgen del Quinche. Las fechas iniciales se trasladan a noviembre de cada año haciendo solo un festejo, a razón de que el pueblo con la influencia católica cristiana, decide buscar y nombrar una patrona para la comunidad. Los moradores más antiguos - los mayores - llegan al acuerdo de dirigirse hacia el norte del país y
encomendar la elaboración de la imagen a maestros talladores de Imbabura. Una vez terminada la imagen y pagada, iniciaron con el trayecto de llevarla a huachi la Joya. No existe un registro exacto de la fecha en que la imagen llegó al sector. María del Carmen Sánchez Acosta, la mujer más longeva de toda la comunidad, con 97 años de edad, relata que toda la comunidad acudió a recibir la imagen, desde el sector en el que hoy se encuentra el parque 12 de noviembre del centro de la ciudad de Ambato. Una vez recibida fue ubicada en la primera iglesia construida por los lugareños – era de estructura de bareque, madera y paja- templo que se ubicó en la parte alta de la comunidad donde hoy está el centro de la Joya y la actual iglesia “Nuestra Señora del Quinche” Propiedad territorial donada por Don Lorenzo Justiniano Acosta.
Ambos instrumentos decorados con signos y símbolos propios de su comunidad.
El baile. Esta es una danza que se hacía en cada uno de los terrenos de cultivo con el fin de que esas tierras sean productivas. Se bailaba para atraer al agua, la abundancia en la cosecha y al sol. Los danzantes o sacerdotes del sol, danzaban incansablemente por dos días consecutivos - cosa que aún se conserva - pero ya no con la misma exigencia. El baile lo hacen al ritmo de dos tiempos, marcado por los tamboneros y pingulleros, artistas indígenas comúnmente oriundos de la comunidad Salasaca del cantón Pelileo. Ellos entonan en un mismo tiempo un tambor hecho de cuero de vaca con un cilindro de madera fresca templado por cabuya y ramas tiernas y una flauta hecha de carrizo.
La música era propia de cada asentamiento humano, pero a través de la historia se dio una combinación del baile de unos y la música de otros. En el caso del Raimy de la Joya, “Se baila como danzante de huachi pero con la música y ritmo de los salasacas”
El danzante usa un pantalón blanco y camisa del mismo color. Pechera con símbolos alusivos a animales y personas, cascabeles en las pantorrillas, un faldón con decoraciones y espejos, una cabecera donde sobresalen sigses de colores y espejos que se asemejan a la luna y el sol. La chacana o cruz andina la portan en la mano y también llevan una máscara enrejada y pintada. Desde la tradición indígena este danzante – sacerdote del sol – es un ser superior líder de la comunidad. “Para ser un danzante hay que bailar con fe, prosa y devoción” lo dijo Don Jaime Tiban líder del barrio México.
En estos ropajes existen espejos incrustados, incluso en la chacana,
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ya que en ellos el sol se refleja y cumple su conexión con la tierra. La ropa del danzante es traída de las cercanías de la comunidad, desde Pasa o Pilahuin, en su momento, y desde Pujilí en la provincia de Cotopaxi.
Es una celebración heredada y los que danzan son explícitamente los nacidos en los barrios México y Jordán, hijos de los que desde siempre han bailado, es decir, que se transmite por generaciones; cumpliendo así con una de las costumbres.
Las fiestas novembrinas en honor la santísima Virgen del Quinche son un rito católico e indígena.
Hoy el acceso es libre, el que desea bailar debe prepararse y tener devoción a la Virgen del Quinche.
Inician el día sábado con la danza nocturnal llamando al dios de la fertilidad para al día siguiente seguir con la presentación monumental en el centro de la plaza de la Joya. El domingo el baile se lo hace a la media tarde cuando el sol es canicular para que él sea quien de vida a la tierra.
El papel de la mujer.
Para la fiesta en los barrios México y Jordán los grupos que participarán se preparan con dos meses de anticipación, pues los rigores del baile y la realización de la coreografía y es sumamente difícil. Solo el traje completo pesa alrededor de veinte libras.
el fin de hacer que se sienta su presencia como ser generoso y bello. Existen detalles pintorescos y costumbres en demasía, pero lo esencial es que aun vive el Raimy en la gente, en sus costumbres; impregnando cultura y manteniendo una herencia perenne e indisoluble. Cada año en noviembre el danzante vuelve a vivir, y sus cascabeles los escucho cada día en que piso la eterna tierra de la Joya.
Antiguamente se la ubicaba solamente en la cocina para encargarse de los alimentos; hoy ella es miembro activo de la fiesta pues ya asume el rol de “ALCALDESA” Es por ello que son las encargadas de abrir la procesión de los danzantes por las calles, obsequiando a cuanta persona se acerque flores, frutas y dulces, con
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