Ramรณn Jacobo. Palabra misionera hasta el final
Ramรณn Jacobo. Palabra misionera hasta el final
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Ramón Jacobo Bernárdez
Presentación Corría el año 1992 cuando Conocí a Ramón. Yo era un joven de 17 años, feligrés suyo, aunque no frecuentaba nada la parroquia. Ese verano, unos amigos me habían invitado a un campamento organizado por algunos curas de Monforte, entre ellos él. Desde el primer momento, se acercó a mi familia, con un trato exquisito, siempre aportando alegría y mucha paz. Las conversaciones con él fueron cada vez más frecuentes y personales, me guió en un tiempo incierto y fue quien me dio el último empujón para que entrase en el Seminario… Después Ramón se fue a República Dominicana, pero nuestra amistad nunca se vio mermada por la distancia. Cuando tuvo que regresar por sus continuos problemas de salud, ahí estaba él, siempre ayudando y guiando. Sus gestos concretos de sacrificio hacia mi familia y hacia mí mismo son impagables. Con Ramón descubrimos que la enfermedad y la debilidad física, los dolores y el cansancio –físico y a veces psíquico y espiritual- no merman un ápice la capacidad de hacer bien a los demás, de sacrificarse, de perder en beneficio del otro, de guiarle, de transmitirle paz y luz. Ramón no ha sido sin más un compañero de camino, ha sido un padre. Durante los dos últimos años de su vida, duros, muy duros, durísimos, hemos visto al Ramón más espiritual. Cada día que pasaba sus palabras eran más escasas. Estaba hablando con Dios, preparando su alma para el viaje que debía realizar próximamente. Luchó hasta el final por la vida, y descansó en la paz del Señor, después de plantarle cara a la enfermedad y a los dolores con una coherencia vital y una dignidad asombrosas. Después de enfrentarse a la enfermedad y luchar contra ella titánicamente, se entregó pacíficamente, como fue su deseo, en el hogar y rodeado del cariño de los suyos, sabiendo que sería acogido por las manos misericordiosas del Padre.
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Hemos querido realizar este pequeño folleto, en el cual recogemos sus datos biográficos más destacables, las homilías pronunciadas en los funerales que se tuvieron por él (no hemos podido recoger la del Sr. Obispo en la misa de entierro, pues no estaba escrita) y las palabras de algunos misioneros, compañeros y amigos que le dedicaron después de su muerte. También hemos trascrito cartas suyas a la Delegación de Misiones cuando estaba en República Dominicana. En ellas, descubrimos cómo vivió la misión en la realidad concreta de República Dominicana, con sus luces, sus sombras, sus dificultades, su complejidad, su constante renovación... Estas seis cartas que conservamos son un auténtico tesoro y un testimonio precioso. Y terminamos con dos entrevistas que le concedió al periódico “La Voz de Galicia”. La primera relata su experiencia en Haití después del terremoto que asoló este país en el año 2010, y la segunda tuvo lugar cuando se inauguró la Casa Sacerdotal en el Seminario de Lugo. En ambas, Ramón nos enseña el significado de una palabra que fue una de las piedras angulares de su vida: solidaridad. A lo largo de este folleto hemos diseminado algunas fotografías suyas que nos muestran esa sonrisa divina que ni los dolores ni la enfermedad consiguieron borrar. Ramón ha sido una persona admirada y querida, ha dejado una huella profunda en muchas personas y todos nos sentimos un poco huérfanos tras su partida. Y, hemos reunido estos testimonios, pues nos ha parecido que no se debían perder en el olvido del silencio. Es tiempo de recogida silenciosa de todo aquel trigo que fue creciendo en nuestros corazones a lo largo de los años que hemos estado con Ramón, para amasar en el futuro un nuevo pan que siga alimentando a esa humanidad pobre y hambrienta que tanto amó Ramón y a la que entregó toda su vida. Es tiempo de recogida silenciosa, triste y nostálgica a veces, para llegar a
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ser nosotros ese pan amasado y listo para alimentar. Este pequeño y sencillo folleto pretende que la memoria de Ramón no se pierda, sino que nos ayude en este tiempo de recogida y en el tiempo futuro, que será tiempo de alimentar. Quiero hacer eco de unas hermosas palabras enviadas por D. Anastasio Gil, director nacional de OMP, desde Roma, ciudad en la que se encontraba cuando murió Ramón, en la Asamblea General de OMP: “Estoy unido a todos en la oración y en la acción de gracias. Pude comunicar personalmente al Papa el fallecimiento de Ramón. El lunes ofreceremos por él la eucaristía. Un abrazo a la familia. Anastasio”. Un sencillo mensaje que muestra la huella cercana y profunda que ha dejado Ramón en la vida de mucha gente. Hoy, Ramón, te decimos: “Adiós, amigo, compañero, guía, luz… Gracias por haber estado en nuestra vida. Nos volveremos a ver”. Jesús M. Santiago, Delegado de Misiones.
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Biografía de Ramón Jacobo Bernárdez Ramón Jacobo Bernárdez nació en la parroquia San Juan de Santacomba (Rodeiro) el día 4 de marzo de 1945. Después de realizar los Estudios Eclesiásticos en el Seminario Diocesano de Lugo, fue ordenado sacerdote el día 29 de junio de 1968 por el entonces Obispo de la diócesis Dr. D. Antonio Ona de Echave. Ese mismo año es nombrado Ecónomo de San Esteban de Chouzán (Carballedo), y en 1969, Formador del Seminario Diocesano de Lugo. Entre los años 1971 y 1974 solicitó ampliar estudios de Pedagogía. De regreso a la diócesis, en 1975, ejerció de Ecónomo en Santa María de Penela y encargado de San Miguel de Marcelle (Monforte de Lemos). En 1984 es nombrado Ecónomo de Santa María de la Régoa (Monforte de Lemos). En 1985, Arzipreste de la zona, y en 1989, Párroco de la misma Parroquia. En 1990, ejerce también de Administrador Parroquial de San Juan de Chavaga y Asesor Religioso en el Colegio de EGB de San Antonio de Monforte de Lemos. En el año 1993 se incorpora al Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) y un año más tarde es enviado a la diócesis de Barahona (República Dominicana), donde vive entregado a los pobres, compartiendo con ellos su vida sacerdotal y viviendo también muy pobremente. Durante su estancia en República Dominicana realizó un curso de Misionología en Brasil que le ayudó, según su propio testimonio, a profundizar y clarificar su vocación misionera. En septiembre del año 2002, por razones de salud, se incorpora de nuevo a la diócesis de Lugo como Formador del Seminario Diocesano. En el año 2005 es nombrado Administrador Parroquial de San Juan de Pena, San Pedro de Santacomba y San Pedro Félix de Paradela, y Delegado Episcopal de Misiones. En el año 2010, Vicearzipreste de Lugo. Por razones de salud, residió en la Residencia Sacerdotal de Seminario.
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Durante su larga enfermedad fue cuidado con mucho cariño por sus familiares y amigos. Sacerdote con gran preocupación por los pobres, cercano y afable, llevó su enfermedad con honda espiritualidad fundamentada en la gracia y en la misericordia de Dios. El pasado viernes 2 de junio, fallecía en Lugo, rodeado de sus familiares y amigos, y después de recibir la Santa Unción de manos del Sr. Obispo. Sus restos mortales fueron trasladados desde Lugo al tanatorio de Silleiro en Monforte. El funeral tuvo lugar el día 5 de junio en su Parroquia natal San Juan de Santacomba, tal como era su deseo.
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Homilías por su fallecimiento • Homilía de Ramón Piñeiro en el funeral de Monforte (5 de junio) El Evangelio de Jesús es la noticia más maravillosa que jamás se haya dado al mundo, porque: - Dios es Padre-Madre, es Amor, está siempre amando, perdonando, animando, fortaleciendo, dando vida… - Dios es el Hijo Amado, siempre acompañando, sufriendo, muriendo y resucitando con nosotros. Su resurrección es una fuerza imparable que penetró la humanidad y la creación entera... - Dios es el Espíritu de la Verdad, de la concordia, de la paz, de la belleza, de la bondad. Espíritu que llena la tierra, que habla todas las lenguas, y que está siempre tratando de renovar el mundo. El reinado de este Dios Padre-Madre, Hijo y Espíritu está en medio de nosotros, está germinando en medio de nuestras miserias con la fuerza imparable de la resurrección. ¿Puede haber noticia más admirable? Comunicar este mensaje fue la pasión de Ramón Jacobo, una persona poseída, seducida, apasionada por Cristo y por el pueblo. Su pasión fue comunicar al pueblo ese maravilloso mensaje. A ello dedicó su vida entera. De ello es testigo esta iglesia parroquial de Santa María de la Régoa, las calles de Monforte que él pateó muchas veces para encontrarse con todos, las parroquias donde él estuvo de párroco, República Dominicana, donde estuvo misionando durante ocho años -sólo la enfermedad le hizo volverse a Galicia-, Haití, a donde ya mermado de salud se fue a ayudar después del terremoto que asoló a la isla, la Delegación de misiones... Transeúntes, inmigrantes, drogadictos... y, sobre todo, estos últimos dos años en que lo comunicó con su propia pasión, con su via crucis personal... Hace dos años por estas fechas pensábamos ir los dos a hacer un curso de renovación teológica, pastoral y espiritual a Manresa, a la cueva de
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San Ignacio, un centro de espiritualidad de los jesuitas; pero pronto le comenzaron los dolores en una pierna y tuvo que desistir. Fui yo solo... Para él había comenzado su particular via crucis que se prolongaría por dos años. Via crucis de dolor y sufrimiento con sus caídas, sus Cireneos y Verónicas que le acompañaron y ayudaron a llevar la cruz en todo el trayecto. Fueron dos años de despojo de sí mismo, pero, sin duda, los años más fecundos de su vida sacerdotal-misionera. Fueron dos años de purificación, de entrega total, de martirio, pues martirio es el dolor de cada día llevado con fidelidad y aceptación. Dos años de completar en su vida lo que falta a la pasión de Cristo en sus miembros. Dos años en los que ya sólo era Dios el que se comunicaba en él, dos años en los que la Fuerza de Dios se mostró en su debilidad. En un mundo obsesionado por la salud, la vida de Ramón con su via crucis aceptado con amor, con entrega, con fe y esperanza es un ejemplo para todos nosotros. Es verdad que muchos de nosotros, ante el sufrimiento de las personas a veces nos preguntamos: ¿Por qué, Señor? Ramón, no. Él creía firmemente que el Dios del Amor estaba siempre con él y que todo es para bien de los amados de Dios. Ante el misterio del dolor en su vida, él decía: “Sé de quién me he fiado... Él es mi fuerza y mi salvación, Él es mi escudo, mi apoyo, Él es el Buen Pastor que me acompaña en las cañadas oscuras”. Quiero deciros que Ramón no está muerto. Ha Resucitado. Ha pasado a la otra orilla. Ya ha hecho su Pascua, su paso al seno de ese Dios que está siempre amando, perdonando, dando vida... y que fue la pasión de su vida. Y ahora será nuestro intercesor para que también nosotros continuemos la misión que dio sentido a su vida. Gracias Ramón. Y quiero terminar dando gracias al Buen Dios por los dones que derramó sobre Ramón para el bien de tantas personas; y gracias a vosotros y vosotras, Cirineos y Verónicas, que con todo el cariño habéis cuidado a Ramón (me emocionaría decir vuestros nombres). Gracias Ramón. El mundo es un poco mejor desde tu paso por esta tierra.
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• Homilía de Jesús M. Santiago en el funeral de Santa Comba (14 de junio) Acabamos de escuchar un párrafo del Sermón de la Montaña, en el cual Jesús ofrece a sus discípulos la nueva Lay de Dios que ha de regir sus vidas. Y, tal como hemos escuchado hoy, Jesús no ha venido a suprimir la Ley del AT para poner en su lugar otra distinta, sino a darle plenitud. ¿En qué consiste tal plenitud? A lo largo de todo el Sermón, el Señor afirmará que consiste en cumplir la Ley no sólo con las obras, sino también con el corazón y con las intenciones. Jesús, de alguna manera, espiritualiza la Ley. Y esta espiritualización va a llevar que los discípulos vivan más en pobreza, en confianza a Dios, que tengan un corazón más misericordioso y se dejen empapar por el perdón a todo el mundo (incluso a los enemigos), que sean más justos en sus vidas, y vivan el espíritu de la alegría, que es el espíritu de las Bienaventuranzas. ¿Es posible vivir todo esto en la vida diaria? Sí es posible. Ramón lo ha vivido y nos ha enseñado a vivirlo. Su corazón, su persona, sus actos estaban empapados de pobreza, de confianza en Dios, de misericordia, perdón, justicia hacia el oprimido, de alegría, de bienaventuranza. Ramón fue un cumplidor de la Ley, pero no al estilo de los fariseos y de muchos cristianos que sólo se fijan en lo externo, en las obras. Cumplió la Ley en su corazón, en sus intenciones y en sus obras. Y, por eso, ha sido una persona tan querida, tan admirada, tan respetada por todos, incluso por aquellos que no estaban de acuerdo con él en algunos de sus planteamientos. Los que estábamos cerca de él hemos visto que hizo carne estas palabras que acabo de pronunciar. Y ello nos ha dado mucha confianza y esperanza. Hoy sentimos tristeza y soledad, pero también mucho agradecimiento porque una persona tan humana ha pasado por nuestra vida y nos ha enseñado a ser más pobres, más misericordiosos, más justos, más compasivos, más felices (los momentos que pasábamos con Ramón eran momentos de una enorme alegría). Los primeros beneficiados fuimos nosotros.
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Los feligreses de esta parroquia de Santa Comba, junto con los de San Juan de Pena y San Fiz de Paradela habéis conocido a un Ramón ya debilitado físicamente. Ello nos confirma que para ser fieles al Señor y transmitir alegría, misericordia, justicia… no hace falta una salud de hierro, sino un corazón grande como el que tenía Ramón. Ahora nos toca no dejarnos llevar por la nostalgia, aunque haya momentos de tristeza. Nos toca acoger todo lo que nos ha dado Ramón, toda su humanidad y su divinidad (pues Dios se ha hecho presente en él), meterlo en nuestro corazón para empapar nuestra vida y la de los demás de alegría, misericordia, perdón, pobreza, justicia y bienaventuranza. Los lugares por donde pasó Ramón son tierra sagrada, porque Dios pasó por ellos en su persona. Hagamos que Dios siga pasando por los lugares que pisan nuestros pies, acogiendo todo lo que Ramón nos legó.
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Mensajes escritos por su fallecimiento 1.- De sus amigos • Antonio Fernández Rodríguez, misionero del IEME en República Dominicana y compañero suyo en la misión: En septiembre del 1993 nos incorporamos ambos al IEME como candidatos a la misión, participando en el curso de preparación misionera en Madrid. En mayo de 1994 viajamos juntos a República Dominicana, donde recorrimos juntos durante seis meses distintas parroquias, conociendo el país y la iglesia dominicana. La experiencia de Ramón, su constante lectura y actualización, su cercanía con la gente, su capacidad crítica y analítica de situaciones sociales fueron muy importantes para mi incorporación a la misión. A partir de octubre del 1994 nos hicimos cargo de la parroquia de Paraíso, en la diócesis de Barahona. Durante un mes mapeamos juntos las montañas y caminos del territorio del municipio, visitando los hermosos parajes de la sierra del Bahoruco y conociendo a sus gentes. Esa fue un hermoso inicio de la misión, tocando de cerca la realidad, llegando a los más lejanos y tendiéndoles una mano fraterna. En noviembre del 94 Ramón fue trasladado a la parroquia vecina de Enriquillo, a unos 18 km de Paraíso. Mantuvimos nuestro deseo de trabajar juntos, aun con dos parroquias extensas, con numerosos pueblos y parajes de montaña. Así compartíamos varios días a la semana alojamiento y cena, además de reunirnos los lunes con el resto de compañeros del IEME de Barahona (5 en ese momento). Las reuniones frecuentes de formación entre las parroquias, visitas juntos a migración a la capital, a buscar permisos temporales para los cientos de inmigrantes haitianos que trabajaban en las fincas de nuestro territorio parroquial, me sirvieron de apoyo, de ánimo, de impulso para la misión. Por la cercanía de las parroquias establecimos la costumbre de sustituirnos el uno al otro siempre que uno tuviera que viajar, enfermara
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o no pudiera estar. Aun en la distancia supimos ser amigos, vecinos, compañeros, hermanos de misión. Algunos problemas de salud empezaron a afectar a Ramón y siempre teníamos la dificultad de que se cuidara adecuadamente, pues no quería dejar el trabajo, ni detenerse para cuidarse como debía. Fue ganándose el cariño de las comunidades de los barrios, de las lomas, de los haitianos, atrayendo algunos amigos suyos como voluntarios por meses, brindando sus conocimientos a las comunidades que servían. Varios de estos jóvenes los “heredé” yo cuando Ramón no podía atenderlos, ayudándome en tareas de mi parroquia. A finales del año 1999 Ramón agravó sus problemas de salud. El P. Jesús Álvarez ya estaba como compañero de parroquia en Enriquillo. Finalmente tuvo que regresar a España, después de meses en cama y de un férreo discernimiento que tuvieron que ayudarle a hacer desde la Dirección General del IEME, pues no quería regresar, siempre esperando recuperarse. Ya en España aparecieron otros problemas de salud que dificultaron la anhelada vuelta a la misión. Cuando a los tres años de estar en su diócesis le comunicaron, por constituciones del IEME, que ya no era miembro de este instituto por no estar físicamente en la misión, le dolió mucho. Del 2004 al 2007 pude visitarle anualmente en los encuentros que organizaba él como Delegado de Misiones de su diócesis de Lugo, para llevar animación misionera, como miembro que era entonces de ese equipo del IEME. En parroquias, con jóvenes, colegios, con sacerdotes, en charlas, retiros, seminario, buscaba siempre llevar la debida animación misionera para que la gente de su diócesis siguiera implicándose en la misión. Así lo hacía él apoyando distintos proyectos en República Dominicana, Haití y otros lugares de misión de África. En septiembre del 2016, conociendo su última enfermedad grave, fui a visitarle y me despidió “hasta que nos veamos allá arriba”, consciente de
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su situación, pero con entereza y una gran fortaleza de ánimo ante los horrorosos dolores que sufría. Amigo Ramón: gracias por tu vida, por tu lúcida consciencia, por tu deseo de saber y estar actualizado e informado; gracias por tu entrega, por tu cercanía, por tu entrega generosa, sin pensar en tu comodidad; gracias por los amigos que compartimos, por el tiempo que fuimos bastón y luz el uno para el otro; gracias, Ramón, porque te diste del todo y ni la enfermedad ni el dolor acabaron con tu espíritu misionero; gracias, especialmente, Ramón, por tu amistad mantenida en el tiempo y la distancia. Papá Dios te abrazó y se echó unas risas contigo diciendo: “Ya todo pasó, entra al gozo de tu Señor”. Antonio Fernández Rodríguez.
• Manuel Bodenlle, misionero lucense del IEME en República Dominicana Ramón Jacobo, ya en las manos de Dios Padre Queridos compañeros del IEME, y otros amigos/as. No cabe duda que lo que dice el Vicario General de la diócesis de Lugo, Mario Vázquez, es totalmente cierto: “Fue un sacerdote coherente, inteligente, austero, comprometido y con una opción clara por los pobres, por las CEBs. y la teología que las sostiene”. Ramón Jacobo Bernárdez no fue de esos que se pasan por la vida sin dejar “rastro”; su delicadeza, su ternura exquisita en el trato con la gente, su alegría profética, eran todo un “testimonio convincente” para los que tuvimos la suerte de conocerlo, convivir con él y acompañarlo en sus “momentos titánicos de resistencia” ante las injusticias, indiferencia y “acomodamiento” a este siglo, tanto en su diócesis de origen, Lugo, como de destino, Barahona. Ramón, no solo brilló en la diócesis de Lugo y en el IEME, por su preparación académica y por su “estar al día y al corriente” de cómo
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combatir este sistema; como buen “galego” siempre estuvo al lado de los más pobres y oprimidos “do pobo galego”. Fray José Gómez, Obispo anterior de Lugo, un pastor con “olor a oveja y a morriña”, supo muy bien lo que hacía cuando se desprendió de él, para que se integrara en el IEME. Le costó mucho, pero sabía que una diócesis se enriquece cuando da “desde su pobreza”. Por eso nos visitó, tanto en Barahona como en Gualey. Supo “enlodarse” a lo “Francisco”. Ambos son ahora nuestros mejores intercesores. La diócesis de Barahona pudo, por pocos años, enriquecerse con el aporte de su sabiduría, de su compasión solidaria y su “compromiso certero, valiente y eficiente”. No vino para “ver” la realidad, sino también, para “aportar” su pequeño granito de arena, para “transformarla” a la luz de la Palabra. Supo hacerlo y enseñó a hacerlo. Cuando me tocó, enviarlo a España para “operarse” de problemas serios de columna, pues iba a hacerlo con un amigo de Barahona, no entendió en aquel momento mi decisión de aconsejarle y presionarle, para que lo hiciera en Madrid. Lo aceptó a regañadientes, pero al llegar a Madrid, y verlo el “Equipo de cirujanos del Carlos III”, le dijeron: “Lo primero que debe hacer usted es llamar por teléfono a República Dominicana, y pedirle perdón al compañero que le envió, pues si se hubiese operado allá quedaría paralítico para siempre. Usted no necesita operarse”. Efectivamente, no lo hizo y siguió caminando, hasta sin bastón. Intentó, más tarde, volver a República Dominicana, y vino por un mes, para convencerse de que ya su situación personal de salud le impedía regresar a “misiones”, como se suele decir en “argot” evangelizador, desde Europa. Al final, el cáncer le abrazó más a la cruz, que le llevó a la resurrección definitiva. Fui testigo del ejemplo que nos dio a todos y todas, “sobrellevando el fuerte dolor” con paciencia y alegría, que le producía la presencia del cáncer, y así mismo, todos los que lo conocieron y fueron parte del pueblo de Dios a él asignado en Lugo.
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También para la diócesis de Barahona, para el IEME y para los compañeros del “Grupo-Santo Domingo”, de República Dominicana, Ramón Jacobo fue uno de los que “pasó haciendo el bien” y empujó la historia con su “humanidad”, conciencia crítica, amor solidario y profunda espiritualidad. Uno más del “Grupo IEME de Santo Domingo”, junto con Alejandro Arnedo, Eduardo Martín, Pedro Mahamud, Pedro Gómez Ponce, Diácono Rogelio Arjona, Tomás Cardona, Jordi Coll, Martín Hernández, en Monte Plata, y que trabajó también en la diócesis de San Pedro, hasta su muerte, de infarto, en la parroquia, “Ramón Santana”, la más pobre, de la nueva diócesis de San Pedro de Macorís, donde acababa de ser consagrado obispo, el actual arzobispo de la Capital, Mons. Francisco Ozoria. Quiero unirme a toda su familia, hermanos, sobrinos, especialmente, a su hermana más joven, que lo cuidó con esmero siempre, y, también agradecer, en nombre mío y del IEME, a Josefina, “ Fina”, que lo acompañó “siempre” en la enfermedad y apoyó en su labor misionera. Con todos ellos, con el “Equipo de Formación especializada” de Monforte de Lemos, quiero unir “Mi compartir pascual y doloroso”. Manuel Bodenlle, 5 de junio del 2017.
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• José Rebolo Mariño Ramón Jacobo Bernárdez, In memoriam: “Yo vi la fe que tenía. Yo vi la mano de Dios”. Así decía la letra de una canción de mediados de los sesenta, del cantante y compositor granadino Valen. En esos años, Ramón y yo escuchábamos juntos este tipo de canciones etiquetadas de canciones denuncia. Ricardo Cantalapiedra, que todavía no se declaraba ateo, y Valen cantaban este tipo de canción protesta con un marcado acento cristiano. Era su denuncia frente a los problemas de los emigrantes y su acomodo en los nuevos barrios que aparecían en las grandes ciudades, caso El Pilar, La Concepción, Moratalaz, y otros en Madrid. Ramón llegó de niño a Lugo en el año 1956 a bordo del autobús de Meijide desde A Golada (Pontevedra). Se ordenó sacerdote en el año 1968. Después de atender varios años parroquias de Carballedo y Chantada, se marchó a Salamanca a estudiar la carrera de Pedagogía. Estuvo algunos años de educador en el Seminario de Lugo. Su compromiso cristiano y sacerdotal le llevó a marcharse de misionero a República Dominicana, en América. Después de años allí y con la salud mermada (cuando me reencontré con él se ayudaba de bastón) regresó a la diócesis de Lugo. Aquí, en distintos cargos pastorales en parroquias de Monforte y Lugo dejó buen rastro de su preocupación social y cristiana. De la convivencia con Ramón me quedan recuerdos de muchas tertulias y risas y sobre todo me queda la imborrable marca de su sentido de la tolerancia frente a los demás, y su gran compromiso pastoral derivado de su profunda fe en Jesús. De su predicación nunca quiso hacer una pieza literaria. Hablaba desde el altar en el mismo tono y con el mismo respeto que en una conversación de tú a tú. Él sabía muy bien que la luz no está en las cosas; está en cada hombre hijo de Dios. Sus últimos años de vida, hasta ayer, estuvieron marcados por una enfermedad envuelta en dolores que no consiguieron borrarle del todo la sonrisa.
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Descansa en paz, Ramón. Las aguas del Arnego, del Chamoso y del Miño lavarán nuestra lástima. Te echaremos de menos, claro, también en la reunión anual de compañeros; será una sensación de vacío como en una noche sin estrellas. Nos queda, sí, el consuelo de saber de tu descanso eterno. Los días seguirán siendo iguales, como ayer, como siempre, aunque los espejos ya no nos enseñen el rostro de los amigos que ya duermen de otra forma los cansancios. “Yo vi la fe que tenías. Yo vi la mano de Dios”. José Rebolo Mariño
2.- De los misioneros de Lugo • Ana López Castaño, misionera en Honduras:: Nos vemos del otro lado Querido Ramón. Así me despediste en enero, con un “nos vemos del otro lado”. Ambos sabíamos que así es la vida, pero hoy, desde la distancia, se encoge el corazón al saber que así será. Sólo quería darte las gracias, porque, para esta misionera, y me atrevo a decir que para todos los misioneros que tuvimos la dicha de conocerte, fuiste un buen compañero de camino, un amigo, una luz, un confidente, acompañante, consejero, un ejemplo. No te vas del todo, porque en nuestro corazón y en nuestra memoria tienes un sitio para siempre. Allí se quedan los buenos momentos que compartimos, y los no tan buenos en los que siempre dabas paz. Es mucha la gente que te quería, y para la que fuiste un regalo, son muchos las cosas de ti que hoy tendríamos que agradecer. Como misionera ad gentes, quiero destacar el gran misionero que eras, el gran amor que tenías por la misión, y el gran ejemplo que fuiste para mí. Si consigo parecerme un poquito a ti... sé que estaré siempre en el buen camino.
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Te echaremos de menos, pero estoy feliz de que hayas descansado, y muy muy agradecida de que Dios te haya puesto en mi camino. Nos veremos del otro lado, y no dejes de cuidar ni a esta misionera, ni a tantos a los que acompañaste, y sus respectivas misiones. Adiós, amigo, kaiki nara bus (“nos vemos”, en lengua miskita).
• Jesús López Pérez, misionero en Perú: Muy queridos amigos: Acabo de enterarme da morte de Ramón. Gardo de él un grandísimo recordo como Delegado de misións. Desfacíase en atender ós misioneiros e a todos. Con un trato sinxelo e sincero. Que Deus o premie e que nos siga axudando desde o Ceo, que agora pode axudar máis que antes. Un abrazo. Jesús López Pérez
• Damián Bruyel, misionero en Guatemala: Estimados Jesús y Mariné: Paz y bien. Hoy he recibido un correo de mi hermana María Goretti donde me da la noticia del descanso en el Señor de nuestro amigo y siempre recordado Ramón. La verdad es que, con su enfermedad, ha aguantado bastante (tanto en dolor como en tiempo). Pasado mañana aplicaré la Eucaristía por él, ya que mañana tenemos en comunidad una Misa por un compañero nuestro que ha fallecido en Italia hace tres días. Me imagino que seguís con gran entusiasmo, como siempre. Aquí en Guatemala, es tanta la gente que acude a los eventos religiosos, que se le sube a uno la moral, predicando o celebrando Eucaristías con mucha fuerza y poder, que sólo se explica con la asistencia del Espíritu Santo,
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que es siempre el alma de toda misión, y no nosotros. Que Dios os bendiga. Damián.
• Adelaida López, misionero en Camerún: He recibido la noticia de su fallecimiento por Erundina Varela. Lo recuerdo muy bien cuando era Delegado y recuerdo su entusiasmo por las misiones. Pido al Señor le recompense por todo lo que ha hecho por extender su Reino y le acoja ahí. Al mismo tiempo os pido una ferviente oración por el alma de nuestro Obispo fallecido en las mismas fechas. Un saludo a todos de Adelaida López, misionera en Camerún.
• María del Carmen Prado, misionero en Colombia: Gracias por informar. Que el Padre Celestial lo tenga en su Gloria y ruegue por todos los que estamos en este valle de lágrimas, tratando de estimular y motivar a todo lo positivo, en este mundo tan violento. Saludos para todo el equipo misionero María del Carmen Prado.
• Carmen Ayude Frade, misionero en Venezuela: Sin duda que Ramón Jacobo ya está gozando de la presencia del Señor e intercederá por nosotros. Le recuerdo en la oración, para que el Señor le premie su entrega al servicio de la Iglesia misionera. D. E. P. Sor Carmen Ayude, Hija de la Caridad.
• Clemente Sobrado, misionero en Perú: Estimado Jesús. Aunque no tengo el gusto de conocerle, es suficiente saber que ha entregado su vida al servicio de las misiones. Por él y por cuantos trabajáis en este campo, mi reconocimiento y mis
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más sinceras oraciones al Señor. Por él, para que el Señor lo tengo consigo. Y por vosotros, para que os siga animando en vuestra labor. Con mis mejores sentimientos, un abrazo. Clemente
• Ángel Yáñez, misionero en Brasil: Desde Madrid, los pésames, agradeciendo al Señor por una vida tan ejemplar y de espíritu misionero, como ha sido la de Ramón Jacobo. Unidos en oración al Señor resucitado con la familia y Delegación y con todos los que le conocimos y apreciamos. D.E.P. Un abrazo. Ángel Yáñez.
• José Ramón Carballada, director de Sociedad de Misiones Africanas y misionero en Benín: Muchas gracias por el aviso. Yo le vi en Semana Santa y estaba ya malito. Era un hombre bueno y entregado a la misión, bendecimos al Señor por él y rezamos por la misión que tenemos nosotros por delante para que podamos hacer nuestra parte como hizo él la suya. Un fuerte abrazo. José Ramón.
3.- Del Grupo Areguy • Cristóbal Villasante, Hola Antonio: Sentimos escribirte por estos motivos, pero nos acaba de llamar Fina para decirnos que Ramón murió ayer por la noche. Después de los últimos años con muchos dolores, casi sentimos un poco de alivio por
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él, pero sobre todo sentimos una gran gratitud por haberle conocido y por el tiempo, las experiencias, el amor y el ejemplo que compartió con nosotros. Él, Fina y tú habéis sido los que nos habéis ayudado a entrar en contacto con otras realidades, que siempre nos habían atraído, pero no habíamos tenido ocasión de compartir. (…) Un abrazo y nunca mejor dicho, gracias a Dios, por poner en nuestro camino a gente como Ramón. Kenia, Saúl, Cuqui y Cristóbal.
• Tiburcio Alonso Por la información que me habéis contado en diferentes ocasiones, principalmente relacionadas con las visitas que las Hnas. Lauritas han hecho a Portugalete, el fallecimiento de Ramón crea un vacío que confío y espero que la Providencia lo cubrirá. Por favor, transmitid al entorno familiar de Ramón mi condolencia y a ti, Cristóbal, y a Cuqui, resignación y ánimo para el futuro. Un abrazo. Tiburcio Alonso.
• Julián Bajo García Siento la pérdida de una persona como Ramón. Tuve la suerte de poder compartir un tiempo con él y me sumo, totalmente, a la referencia que hacéis de él. Necesitamos muchas personas como él en este mundo. Un abrazo. Julián Bajo García.
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• Susana López Fue una gran suerte conocerle. Aunque coincidiéramos poco y seguro que se le echará mucho de menos. Como dice Julián, necesitamos más como él… A los que somos un poco pesimistas nos hacía recuperar la fe en el ser humano. Un abrazo a todos. Susana.
4.- D e Sara (Obrera de Jesús en Ferreirúa, Puebla de Brollón) Gracias por su entrega, fidelidad, testimonio evangélico y sacerdotal. ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! Descanse de sus dolores… Su puerta estaba siempre abierta para todos. Dichoso. Te perdimos para este mundo, pero te ganamos para el cielo. ¡Gracias! Un abrazo. Sara.
5.- Del equipo coordinador de Misevi Buenas tardes: Desde el equipo coordinador de Misevi España queremos hacer llegar a vuestra Delegación de Misiones de Lugo nuestro profundo sentir por la muerte de Ramón Jacobo. Sabemos y sentimos el apoyo que realizan a Misevi por estar enviada con nosotros Ana López y también los servicios prestados en diferentes veranos de Mary Rodríguez en la misión de Patuka en Honduras. Unidos en la fe, la oración, la misión y el dolor por la pérdida. Un abrazo de paz.
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6.- De la Delegación de Misiones de Lugo “El amor es lo único que crece cuando se reparte” (El Principito). De la convivencia con Ramón nos queda su preocupación por todos nosotros, su apoyo, su confianza, su honestidad, su austeridad con él mismo, pero, en cambio, su generosidad con los demás. Luchó por todos nosotros y por la Seguridad Social de los misioneros laicos. Se preocupó por nuestra formación religiosa acercándonos a la lectura para motivar nuestro interés, y abierto siempre al debate. Tenemos siempre presente sus visitas y llamadas durante estos dos últimos años, en los que a pesar de estar mal, seguíamos teniendo su cariño y apoyo. Recordaremos siempre su eterna sonrisa y el amor por los demás como esencia de su vida. Amor que no se ha ido, que ha dejado entre nosotros para que siga creciendo. ¡¡Hasta siempre, amigo!!
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Cartas escritas por Ramón a la Delegación de Misiones durante su etapa en República Dominicana • Carta escrita el 2 de julio del 1994 Amiga Josefina: aunque de momento no tengo demasiadas cosas que contar, al menos que sepáis que he llegado a esta bendita isla caribeña en la que tantas huellas de nuestra historia están presentes todavía y también no pocas de “bata de conquistador”. Todo aquí es muy parecido y a la vez totalmente distinto. Por el momento y hasta finales de septiembre estamos viendo, escuchando, y tomando nota, tanto Antonio, el compañero de Ciudad Real, como yo. Hemos visitado a varios compañeros del IEME y también a algunos nativos que hemos ido conociendo hasta el momento. De lo que llevamos visto hasta ahora hay como dos posibilidades muy distintas de trabajo: Una en la zona norte de la capital del país donde están surgiendo barrios periféricos por una constante emigración del campo hacia la ciudad y esta pobre gente llega peleando por dos metros de terreno para construir como puede una casita, por llamarle de alguna manera, y sin posibilidad de ningún tipo de servicios elementales como agua, luz, escuela, trabajo… Otra posibilidad sería en zonas más rurales, en el suroeste, cerca de la frontera con Haití, y religiosamente menos atendidas. En cualquiera de los dos lugares podríamos encargarnos de una extensión entre 60-80 km, es decir, unas 40-50 parroquias de nuestra diócesis más o menos. Como puedes ver, trabajo no nos va a faltar y, como dicen por aquí, todo el mundo nos está “echando ganchos”. Tanto compañeros del IEME, actualmente diez en el país y casi todos solos con una realidad similar a la descrita, como igualmente otros compañeros de otros países o nativos, como obispos.
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Hay diócesis con un solo sacerdote nativo y unos pocos religiosos de la más variopinta procedencia. Hace algunos días me encontré con dos chicas de OCASHA de la diócesis de Solsona que están de “párrocas” en una zona hacia el sur y se reían contándome su experiencia porque vinieron para un proyecto concreto y la realidad las forzó a ejercer en la práctica lo que oficialmente se les niega. Cada mes o cada dos meses pasa por su parroquia un sacerdote para celebrar la Eucaristía y consagrarles suficientes hostias hasta la visita siguiente. Así que ahí tienes otro campo de propuesta para los jóvenes de tus grupos misionales y misioneros. El problema, pues, va a ser cuando llegue el momento de decidir el lugar de trabajo sabiendo que puedes frustrar las expectativas incluso de algún compañero del IEME que ha ido aguantando solo en espera de refuerzos, pero uno no puede estar en distintos sitios al mismo tiempo. En teoría a nosotros nos gustaría tener como tres objetivos de base: - Creación y fortalecimiento de pequeñas comunidades en las que la fe también pueda irse experimentando como fraternidad. - Formación cristiana (bíblica, inculturada, generadora de una transformación personal y social) de laicos capaces de ir asumiendo la animación de la fe y el compromiso de las comunidades, porque sacerdotes en muchos años todavía no va a haber muchos y, además, por planteamiento eclesial. - Tratar de desarrollar un trabajo comunitario que genere confianza en las propias capacidades y recursos. Desde estos planteamientos es que quisiéramos dialogar sobre el lugar de trabajo y el con quien o quienes colaborar. La gente, aunque en unos lugares más que en otros, es acogedora y complaciente hasta límites desde ahí impensables. Tiene el espíritu de solidaridad, sobre todo la mujer, a flor de piel. Dios es el compañero más fiel y seguro con el que jóvenes y mayores cuentan por igual. En este ambiente,
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a poca sensibilidad que se tenga, uno respira fe por todos lados y a todas horas, aunque cada cual la interpreta, vive y expresa como buenamente puede. Todo es como muy primario, lo cual tiene no pocas dificultades, pero le da a la vida como una gran espontaneidad, transparencia y hasta casi candor e inocencia. La Biblia es el libro que a casi todo el mundo le gustaría tener y en el que se encuentra un amigo con quien comentar la totalidad de la vida, como se puede hacer con la vecina de al lado. Todo tiene su contrapartida y, en un mundo tan desestructurado y con unas instituciones tan débiles como es éste, y además con una enorme corrupción en todas las áreas de la administración, la constancia y el esfuerzo no son fáciles. Esta es la primera y superficial impresión de un novato en estas lides, pero creo que deja entrever que estoy contento y feliz por acá. Todavía no he deshecho las maletas, pero en la agenda no tengo la dirección de un grupito de gente de Lugo que se comprometió a orar por mí. ¿Recuerdas? Te agradezco que, si te es posible, me mandes su dirección para de vez en cuando testimoniarles mi agradecimiento. Es una manera de recordarles su compromiso y pedirles que no lo dejen. Dales saludos. Si se te presentase la ocasión, saludas de mi parte al Sr. Obispo y le dicen que de momento lo sigue siendo en exclusiva, que cuando tenga otro por aquí, le escribiré para decirle con quien me ha de compartir. ¡A ver cómo me las arreglo yo para obedecer a dos “señores”! Bien, dejaré algo de contar para otra ocasión. Que el Señor bendiga abundantemente tu esfuerzo por animar el espíritu de Jesús en su Iglesia en favor de los Pobres. Desde ellos y su gran corazón recibe también mi saludo cordial. Ramón. NOTA: Saludos de mi compa de Ciudad Real. Mientras no tenga dirección fija, la de Bodenlle es la mía.
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• Carta escrita el 6 de diciembre del 1996 Amiga Josefina: ¿Qué tal después del viaje, susto incluido, en la dura realidad del día a día? Todavía la gente pregunta si ya os fuisteis unos, otros qué sé de las amigas, si llamasteis o escribisteis y que os dé muchos saludos y volváis pronto. Yo aquí continúo en medio de esta realidad compleja e interpelante. Ahora mismo estoy llegando de Mencía y Arrollo Dulce. Estuve hablando con Francisco, el artista de las figuras, y quedamos en que me las va a tener preparadas para el 24. El 25 en la tarde me voy a celebrar la Navidad con todos los demás compañeros y las llevaré, porque creo que, para esas fechas, van a estar con Jesús, en Villa Mella, unas chicas que estuvieron por aquí en otra ocasión, y voy a intentar que las lleven hasta Gerona, luego, desde allí ya será más fácil hacerlas llegar a Lugo. Les daré la dirección de la Delegación y el teléfono para que os pongáis de acuerdo, cuando lleguen a España. Si ves que Moisés nos puede hacer llegar algunas intenciones de Misas, nos vendrían bien a todos, sobre todo a los nativos. Es con lo que solemos valernos en emergencias. Si es necesario, yo trataría de tener cuenta abierta en algún banco que él me indicara para hacer los ingresos. Supongo que tendrá que ser a través de algún banco que tenga sucursal en Estados Unidos y desde allí otro que negocie aquí. Esta Navidad pediré de modo especial que el Niño te alimente la ilusión que estás poniendo en el trabajo, para que seamos capaces de alimentar la esperanza en medio de su Pueblo y para que seamos capaces con su Vida de darle sentido a la nuestra cada día del nuevo año. Saludos a Dositeo, Ángel y los Ramones de la Nova con los demás compañeros. Al mirar el sobre no creas que es que me han hecho canónigo. Aquí no podemos permitirnos esos lujos. Mi dirección es la de siempre, pero alguien
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se dejó por aquí esos sobres, supongo que sin saber que iban a tener tan noble destino. Un fuerte y fraterno abrazo. Ramón.
En esta carta hay el siguiente poema de Pedro Casaldáliga titulado “Villancico perturbador”: Me han partido en dos el mejor juguete dice el Niño Dios. ¡Qué cosas, dice María, que nos ha tocado ver! ¿Qué le hacemos los parados? dice el obrero José. Mana la fuente o no mana, mas siempre mana la fe, y la estrella sigue, terca, con los pobres de Yavé.
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• Carta escrita el 14 de diciembre del 1997 Querida Josefina y miembros de Sementeira: Aprovecho el regreso de Fina para contaros algunas cosas. Así ella podrá aportaros el complemento o corrección a las mentirijillas que mi propia subjetividad me lleva a contar. Personalmente me encuentro bastante bien y satisfecho de haber decidido regresar. Incluso doy gracias a Dios por mi enfermedad, pues me llevó a un mayor convencimiento de que uno no es tan necesario y desaparece la tentación de acaparar funciones que no le corresponden, al menos en exclusiva. No voy a decir que todo funcionaba igual en mi ausencia, pero también es verdad que hay cosas que funcionaron mejor. Por lo demás, no me fue nada difícil la readaptación. Más bien me parece que la ausencia no ha existido, pues los temas de debate público, los estilos y formas, etc. siguen siendo los mismos. En este sentido esos cambios vertiginosos que se dice que vive nuestro mundo, aquí no lo son tanto o tal vez es que esto no es de este mundo. Lo que sí ha cambiado y no poco son los precios de los productos básicos. Saludos a Ángel Lorenzo. Todavía de vez en cuando recuerdo el mal viaje que le hice pasar a Madrid. Estamos preparando las cosas para intentar poner en marcha la escuela de artesanía de Arroyo Dulce. Las enseñanzas durarán dos años y, además del aprendizaje artesanal, queremos darle a los alumnos algo de formación básica, administración y gestión con miras a capacitarlos para que, cuando terminen sus dos años, sean capaces de crear su pequeño taller en forma cooperativa. El alumnado serán alumnos que han dejado la escuela, que tienen familias muy desorganizadas, medio delincuentillos de la calle, minusválidos físicos o con minusvalías psíquicas poco profundas y mujeres con cargas familiares sobre sus espaldas. En el primer año pagarán en torno a unas 50 pesetas al mes para ayuda
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de materiales y tomen las cosas como algo suyo, y en el segundo año ya pensamos que con cargo a su propio trabajo podremos compensarles con 1000-1500 pesetas al mes. Mientras tanto iremos viendo si conseguimos canales de comercialización, reconocimiento oficial para que les den algún tipo de diploma que les acredite como artesanos y, en la medida en que podamos, algún local que sirva como taller, clase y almacén. Si conseguimos algún manitas, después de los dos años, se pensaría en extender la experiencia a otros puntos. Los materiales que usaremos serán alambre, plásticos y papel de reciclaje, maderas, conchas marinas y piedras de larimar. Todos productos de la zona, también cuero y estamos intentando ver como en vez de pintura, podemos llegar a fabricar colorantes naturales. Esta es la idea que el dinero que nos disteis la gente de la parroquia de la Nova nos hizo surgir. Ahora esperamos que nosotros seamos capaces de echar la bola a rodar. Ya hemos comprado un motor, una sierra eléctrica -por si alguna vez hay luz- y unas cuantas herramientas más elementales. Junto a esto tenemos una pequeña granja de conejos que están llevando dos chicos. Jaulas, conejos y pienso nos lo dieron el ejército, supongo que para compensarles algo de lo mucho que cada día les están robando. Ahora vamos a ver si con las mujeres somos capaces de motivarlas para iniciar el aprendizaje de cómo obtener abono orgánico para hacer huertos familiares en los patios de sus casas. Así, además de producir algo, podrán mejorar la propia alimentación de la familia con verduras y hortalizas que ahora mismo no consumen o tienen que ir a comprar al mercado de Enriquillo a 7 km y pagando 200 pesetas -el salario de un día en la agricultura- por el taxi (una moto). Ahora en la Navidad vamos a colocar ya el sagrario en la capilla de
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Arrollo Dulce y ese mismo día presentaremos oficialmente todos esos proyectos a la comunidad. Serán como los signos de que Dios nace para traernos una salvación que nos permite liberarnos de la muerte con los signos de vida que nos llegan por medio de la solidaridad de amigos colaboradores. Ojalá el Señor nos ayude a seguir creciendo juntos. Un abrazo a todos y gracias por la esperanza. Ramón. • Carta escrita el 2 de enero de 1999 Querida Josefina: Una vez más gracias por tus desvelos y por tu confianza. Pues sí; ya estoy de nuevo en Enriquillo intentando aterrizar después de casi medio año de andar dando vueltas. Primero en la Asamblea del IEME, luego cuatro meses en Brasil, desde donde tenía el propósito de escribir a mucha gente y no escribí a nadie y las comunicaciones por teléfono no eran fáciles tampoco en el exterior. Cuando llegué se vendió una buena parte de la red a Telefónica, a una empresa portuguesa y a otra norteamericana y había huelgas de personal por la privatización. Además, en la casa en la que residíamos no había teléfono y en el lugar donde teníamos las clases tampoco era fácil acceder a él.
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Me pilló allá el huracán que afectó a Santo Domingo y en todo el tiempo me fue imposible hablar con nadie de aquí. Sólo recibí un par de fax que me envió Manuel Bodenlle y una carta de Antonio ya al final. Menos mal que una semana antes de regresar pude hablar con Antonio para decirle cuando llegaba. Al llegar me encontré con un regalo en Enriquillo: unas horas después de yo salir hacia Brasil, llegaba a Santo Domingo un compañero de Valdepeñas que estaba en la parroquia de la que es nativo Antonio y que se incorporaba con 36 años a nuestro grupo. Él debía de estar a estas fechas, más o menos, visitando, conociendo y aterrizando en esta nueva realidad que se ve fácilmente pero que nunca uno da entendido del todo ni sabe qué hacer ante ella. Pero el huracán le trajo a Enriquillo para acompañar a la gente en esos momentos y probablemente nos quedemos aquí los dos. Fue un regalo de Reyes anticipado. Teníamos el compromiso de irnos algunos a la nueva diócesis de San Pedro de Macorís y como dejamos las parroquias de Villa Mella y Monte Plata y Jesús regresaba a su diócesis de Gerona por la invitación de sus padres, se había acordado que Jorge y Martín fueran a la nueva diócesis, pero luego Jorge se tuvo que ir a España por su salud y tendrá que estar por ahí hasta abril o mayo, según los médicos que le atienden, comenzó la “lucha” y el juego de posibilidades. La gente de la arquidiócesis daba por supuesto que el recién llegado Jesús Álvarez o yo debíamos dormir con Martín, pero el grupo de Barahona no lo veía tan claro y le parecía que era como desnudar un santo para malvestir a otro. Total, que la cosa quedó en suspenso hasta la nueva reunión que será pasado mañana, cuatro de enero. En este intermedio también aparecieron por aquí José Manuel Madruga y Pedro Jaramillo, Vicario de la diócesis de Ciudad Real, y parece que les hemos convencido que esta diócesis necesita apoyo y que la situación aquí es tan misionera como cualquier otra del país. Así que la decisión definitiva se tomará en la reunión del día cuatro, pero tenemos muchos tantos a favor.
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¿La situación aquí? Pasados los primeros momentos, aparentemente todo ha vuelto a la normalidad. Los muertos han sido enterrados; los desaparecidos se van olvidando; se puede caminar aunque nadie ha reconstruido ni puentes ni carreteras, ni conducciones de agua más que los mismos vecinos que en algunos lugares han empalmado alguna tubería y allanado un poco los huecos más grandes. A medida que se iba acercando la Navidad, la misión y el ron estaban presentes en todas partes, tal vez más que en otros años. No sé si es necesidad de olvidar, si es que las ayudas recibidas en ropa, comida y medicamentos han permitido destinar el poco dinero familiar a otras lindeces, si es que la manipulación no repara en nada con tal de seguir manteniendo el privilegio de quienes están por encima del bien y del mal, o es algo de todo eso y muchas cosas más que a uno se le escapan. El caso es que, aparentemente, ya todo ha pasado y todo sigue igual, pero, como siempre, la realidad no cambia por el simple hecho de que se deje de hablar de ella y los pobres siguen empobreciéndose cada día más y agarrándose a donde pueden con tal de sobrevivir dos días más: drogas, prostitución, robos, limosneo, etc, etc. Más de lo mismo y todos tan felices.
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En nuestra parroquia ya se fueron abriendo los caminos y en este momento con más o menos dificultad estamos llegando a todos los pueblos. Murió un señor arrastrado por el agua, unas pocas casas desaparecieron y bastantes fueron inundadas, sobre todo en una parte de Los Cocos y El Naranjal. Más allá de Arroyo Dulce, bastante gente perdió camas, muebles y demás enseres de la casa. El Gobierno, queriendo hacer su agosto y otros muchos queriendo imitarle. Se están haciendo algunas casas en los lugares más visibles y con una madera que como mucho va a durar un par de años, pero lo importante son las estadísticas y el justificar ante el país y la opinión internacional que ya todo está resuelto. Ante esta barahúnda y folklore esperpéntico, Jesús y yo hemos decidido estar lo más cerca posible de la gente que sufre calladamente a la espera de lo que se iba haciendo o se iba dejando de hacer. Algo hay de positivo en todo esto. Fue como si se hubiera quitado la tapa del sepulcro blanqueado por fuera y de repente los ojos se hieren con la podredumbre escondida. Quienes sufrieron los efectos del huracán fueron los mismos de siempre y los que tienen sobre sus cabezas el huracán permanente. Hay más gente de lo que parece que quedó con graves problemas psíquicos y emocionales que ya veremos cómo van evolucionando, pero los plátanos llegaron a 8 pesos la unidad y en el futuro inmediato los especuladores parece que lo van a tener todo a su favor. Y como ese es el tipo de economía que la globalización busca imponer, mejor que mejor. Pasada la Navidad iremos viendo como organizamos a todos aquellos que todavía conservan un grado de humanidad para ayudarles a reconstruir alguna casita, a aquellos que se fueron quedando al margen porque a nadie le son rentables, para intentar encender una lucecita de esperanza allí donde Dios quiere hacerse presente después que las farolas de palacio se van apagando. Hasta Pedro Jaramillo venía con prisas, porque al parecer Cáritas Española tiene unos 7.000
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millones de pesetas que quiere sacárselos de encima cuanto antes a cambio de unas cuantas fotos que imperen compasión. Jesús y yo decidimos no convertirnos en funcionarios al servicio del “blanqueo de conciencias”, porque creemos que las causas estructurales no se resuelven con ayudas que crean más dependencia y aplazan soluciones más definitivas. Estamos en Navidad, fiesta de los pobres y de descubrimiento de la importancia de lo pequeño, pero uno tampoco sabe qué hacer y también le entran dudas y tentaciones. Nadie está vacunado frente al éxito, el voluntarismo y el amor propio. Como tú decías, a lo mejor es mi punto de vista y ¡ojalá! No te preocupes porque a veces te sientas ridícula. Creo que más que ridícula eres provocadora y en estos tiempos sólo nos queda hacer el ridículo o ser un actor más del grotesco espectáculo que los corifeos y estómagos agradecidos aplauden. También ante el Niño recién nacido y lo que entorno a él acontecía, muchos se admiraron, algunos hasta dijeron Aleluya, Gloria a Dios, pero sólo María se puso a meditar para seguir siendo la humilde esclava del proyecto de Amor del Padre. Mi felicitación para ti y para el grupo de Sementeira por el trabajo que estáis haciendo. Desde aquí os acompaño y tengo presentes, pero sobre todo os siento presentes, aunque no lo parezca. Gracias por compartir tus rollos. Ya somos dos. Mary te manda muchos saludos. Sigue con sus problemas de salud, pero con la misma energía y desvelos por mí y ahora también por Jesús. Sixta está trabajando en el hospital y dejó el grupo de jóvenes que le pasó a otra compañera que vino a sustituir a Ivelise, una novicia que estuvo seis meses en Perú preparándose para los votos y que parece que va a continuar sus estudios en la capital. Sixta está pasando un momento difícil y desde que llegué hemos hablado en algunas ocasiones. Me dijo que había estado muy sola. No acaba de encontrarse en la comunidad y parece que estaba muy decidida a irse. Ahora está un poco más tranquila y ya veremos lo que el tiempo dice.
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La escuela de artesanía, como todo lo demás, está paralizada después del huracán y la Navidad. Espero que a mediados de enero podamos volver a recomenzar las actividades. A Dervy, la chica que está llevando la farmacia, le llevó el agua del ciclón una casita que estaba empezando y también el solar, pero sigue igual que estaba y feliz porque a media noche el agua ya llegaba a la altura de las camas en la casa de la hermana con la que vive; sin luz y con un estruendo de piedras y árboles que el río arrastraba. Ya estaba pensando que iban a acabar en el fondo del mar. Así es esta gente. Felices porque podíamos estar en el fondo del mar y, sin embargo, estamos con vida. Dale saludos a Fina si tienes la oportunidad que tampoco lo está pasando muy bien. Creo que fue el 23 que me llamó desde La Coruña, pero apenas hablamos porque estaba en el hospital con su tía que parece que no se encontraba muy bien y a ella le tocaba atenderla en esos días y andar de Lugo para Coruña. Saluda también a Fray José que hace mucho que no le escribo pero no acabo de ponerme al día después de regresar de Brasil. Vamos a ver si somos capaces de irnos organizando poco a poco y las circunstancias dejan de traer a uno de acá para allá como bombero en el mes de agosto. Un abrazo muy fuerte para ti y para los jóvenes del grupo. Acabo de recibir su felicitación navideña, y también una carta de un seminarista, Marcos Torres Gómez, pidiéndome que le cuente algo de cómo está la situación. Le contestaré lo antes posible y mandaré las cartas con Madruga que regresa a Madrid el día 10. Un beso. Ramón.
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• Carta escrita el 22 de marzo de 1999 Amiga Mª Carmen: Gracias por recordarme en el día de mi cumpleaños. El pasado ya se fue y lo pongo en las manos del Padre de entrañas de misericordia y perdón. Ojalá que el que comienzo sea de gracia y respuesta agradecida de acciones que generen vida abundante para todos. Gracias también por el cariño y ánimo que nos dan desde la Delegación en servicio a la misión común de hacer que el Reino crezca y los signos de esperanza se hagan visibles en la historia, especialmente en la de los pobres. Los proyectos van caminando despacio como son aquí todas las cosas. Tal vez también las cosas de Dios que las mira desde la perspectiva de eternidad y no desde la contabilidad y el espíritu del consumismo nervioso y acaparador. Ahora mismo estamos con toda la actividad de este tiempo cuaresmal: retiros, cursos, preparación de bautismos de adultos, preparación de algunas parejas para el matrimonio… El Domingo de Pascua celebraremos unos siete matrimonios de gente ya mayor y dos de jóvenes parejas. En los casi cinco años que llevo en la parroquia sólo había celebrado dos. Así que espero sea una gran fiesta parroquial con música incluida.
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Por otra parte, estamos trabajando en un proyecto de mejora de unas 120 viviendas. Nosotros les aportamos las planchas de cinc para cambiar el techo, (que suele ser de palma y suelta continuamente polvo, además de ser un nido de insectos, ratones y hasta culebras) y cemento para poner el piso, que en muchas casas es de tierra, y como los niños andan desnudos, cuando llueve un poco se llenan todos de barro y también de parásitos al sentarse en el suelo. Es una insignificancia, pero al menos pone a la gente en movimiento, despierta ilusión y solidaridad entre ellos porque tienen que organizarse, muchas reuniones y discusiones, buscar juntos maderas, arena, hacer colectas para el transporte de materiales, redactar escritos para solicitar colaboración de algunos organismos públicos, elegir comisiones, etc. Cosas todas muy simples pero que hacen que el vecindario se sienta pueblo y salga de la apatía de no tener trabajo y la sensación de que nada es posible. Claro que a veces todo ello conlleva problemas porque las necesidades son muchas más y con qué criterios incluyen a unos y no a otros. Vale la pena por ver cómo la vida renace y la ilusión de que es posible mejorar, ver cómo va creciendo la autoestima al descubrir que juntos se pueden hacer muchas cosas, que el trabajo solidario es fuente de mejora y produce satisfacción y alegría. Hoy comenzamos los trabajos de restauración de la iglesia parroquial que está muy deteriorada y tenemos en espera la construcción de tres capillas y la terminación y mejora de alguna más. Es señal de que las comunidades van creciendo. Yo estoy este año intentando, con otro compañero y dos religiosas, organizar una escuela para la formación de ministerios laicales en la diócesis con miras a capacitar a laicos/as que animen y acompañen a las comunidades que van naciendo. Esta tarde nos vamos a reunir aquí en casa todos los sacerdotes diocesanos, nativos y extranjeros, para celebrar mi cumpleaños; con un poco de retraso, pero es una manera de crear mayor unión entre nosotros. Comenzaremos
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con una misa concelebrada por 12 o 14 sacerdotes, luego la cena. Es la primera vez en la historia de la parroquia que van a ver a tantos sacerdotes juntos. Eso creo que también va a ser una ilusión para la gente. Me sucedió como a ti, que el papel se me queda pequeño. Un abrazo para toda la gente de la Delegación que nos permitís poder contar a alguien nuestras ilusiones y recargar con ellas las pilas para intentar humildemente hacer que la luz de la cruz nos permita ver la gloria de la VIDA. Saludos especiales para los jóvenes de Sementeira. Ramón.
• Carta escrita 27 de marzo del 2000 Amiga Josefina: ¿Qué tal pasaste el día de tu santo? Perdona, pero se me fue la fecha. Fue ese mismo día que me acordé que era San José. Le escribí a Frei Xosé a principios de mes para felicitarlo y decirle que dentro de algunos días le llegaría mi petición formal para renovar contrato con el IEME, que se me terminó precisamente el 19, y luego no sé en qué rollos me metí que los días se me fueron volando. Volví a acordarme ese mismo día por la mañana. Serán los años que van surtiendo efecto. He tenido noticias de las muchas y variadas actividades de la Delegación. Veo que con la renovación de cargos también se renovaron y potenciaron las ilusiones y las actividades. ¿Cómo sigue Dositeo de salud? Me refiero a su corazón, porque sus ánimos me imagino que no han cambiado demasiado. Espero que, con este golpe, al menos no se haya agudizado su proceso. Un día que me llamó Fina Escariz, quizás el día de mi cumpleaños, me dijo que estaba mejor pero que no tenía demasiadas informaciones ni de él ni de Raúl Cancio.
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Yo de momento sigo con Jesús en Enriquillo, pero no sé si por mucho o poco tiempo, pues el nuevo Obispo me dijo ya varias veces que Enriquillo no era el lugar más adecuado para mi salud y que, por otra parte, podría prestar un buen servicio a la diócesis en el campo de la formación o en la Vicaría de Pastoral Social. De momento no hemos hablado más del asunto, pero sé que no se olvidó. Tal vez aceptó mi propuesta, aunque no me lo dijo. Yo le dije que mejor esperar un poco para ver como respondía mi salud y a que Jesús regresara de vacaciones. Se va el 13 de mayo y regresará a mediados de julio. El obispo vino un sábado en la noche a la parroquia, se reunió con el Consejo y al día siguiente celebró la misa de Enriquillo a las 7:30 y se fue a toda prisa. Prometió venir en julio unos días para poder visitar todos los pueblos y comunidades. Aquí seguimos, para no ser menos que nadie, privatizando servicios públicos a todo tren y, como decía Marx, se privatizan los servicios y beneficios y se socializan las pérdidas. La luz, en la zona sur, es ahora de Unión Fenosa y empezó el servicio y se duplicaron los precios. Menos mal que se hará todo lo posible para que de aquí al 16 de mayo no se note tanto el problema, porque el 16 de mayo son las elecciones.
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En la capital hay un tremendo problema de agua. Dicen que falta un 50% que es la que se pierde en las calles para que no disminuyan los mosquitos ahora que ya está empezando a apretar el calor. No todo son desgracias. Por más tiempo que uno falte del país, cuando regresa, no hay peligro de desconocerlo. Fina me dijo que en verano posiblemente vendría para ponerles en marcha un laboratorio a las monjas de Estorga. ¿Te animas? Saludos a los miembros de Sementeira, gente de La Nova y un fuerte abrazo. Ramón.
Entrevistas concedidas a periódicos • En “La Voz de Galicia” con motivo de su estancia en Haití después del terremoto que asoló ese país (17-7-2010) Sete meses despois do terremoto que arrasou Haití, o delegado de Misións da diocese de Lugo, Ramón Jacobo Bernárdez (Agolada, 1945), sostén que o principal problema «é que cada quen [oenegues, exércitos, entidades de apoio...] está traballando á súa maneira e sen contar cos afectados». E fala con coñecemento de causa, xa que acaba de regresar a Lugo despois de pasar algo máis de dous meses cooperando nas zonas rurais do país caribeño. -¿Como xurdiu a posibilidade de facer esta viaxe? Estiven traballando oito anos en República Dominicana, na diocese de Barahona, e iso deume a opción de coñecer moita xente de Haití. Regresei no 2002, pero despois do sismo sentín a necesidade de facerme presente, de acompañalos e animalos, de compartir a súa dor. Teño compañeiros na parroquia de Pedernales, na zona fronteiriza con Haití. Desde alí organizouse unha base de apoio á zona de Jacmel, porque no terremoto viuse afectado todo o país, aínda que o que máis
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difundiron os medios foi a situación da capital, de Puerto Príncipe. -Pero non marchou coas mans baleiras... Levei doazóns que recibimos de parroquias, do Concello de Palas de Rei e de particulares, aínda que a delegación de misións no é para emerxencias, senón que xa estaba traballando alí. Con eses cartos, compramos na República Dominicana medicamentos, gasas, alimentos non perecedoiros, sobre todo conservas; auga, cemento, tendas de campaña e sementes, sobre todo de fabas, que alí se dan moi ben. Para trasladar todo a Haití tivemos o apoio da Marina Dominicana, que puxo á nosa disposición unha lancha, porque por estrada era imposible facelo. Cada viaxe duraba seis horas. Colaboramos coas Fillas da Madre Laura, que están en Arregy, a uns dez quilómetros de Jacmel. Tamén leva tempo alí un grupo de Enxeñeiros sen Fronteiras e xente do País Vasco. -Unha vez que a primeira emerxencia está superada, ¿que urxe agora? As escolas están tratando de poñer en marcha as clases por dous motivos. Porque o curso avanza e porque que os nenos teñan escola é unha terapia psicolóxica, serve para normalizar a vida e ver o futuro con esperanza. As escolas novas estanse construíndo en carpas ou cunhas pranchas de zinc, que se completarán cando se poida. Algunha xente dicía que non volvería construír nada con placa [de cemento] porque lle quedou pánico. Co terremoto a maioría dos colexios viñéronse abaixo, fixeron unha especie de bocadillo, e morreu moita xente atrapada. -¿Que froitos está dando a axuda internacional? Aínda que nos digan o contrario, o de Haití demostrou que non somos solidarios. ¿A solidariedade é unha actitude ou son accións puntuais? Actuamos mal ao querer regar unha finca cunha tromba de auga. Fomos incapaces de contar coa xente de alí. Chegamos e facemos, pero á nosa maneira. Cada organización actúa por si e ante si, ás veces á maneira dun exército. Tamén hai fallos polas barreiras do idioma, xa que a maioría da poboación fala «creole». Un haitiano quixo ir ao que quedaba da súa casa
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recoller algunhas cousas e na porta atopou un militar cunha metralleta que llo impediu porque creu que era un saqueador. -A súa visión racha co discurso positivo das institucións... Queremos intervencións rápidas e isto é unha actuación sostida no tempo que vai para anos, e na que os afectados son parte activa do problema. Eles teñen os recursos humanos, son os que coñecen o seu país, as formas de construír alí... Á hora da verdade, as persoas que son realmente eficaces son as que xa estaban alí, as que non van por un tempo, senón que coñecen á xente. A min gustaríame saber por exemplo cal foi o papel e a experiencia do buque hospital español.
• En “La Voz de Galicia” con motivo de la inauguración de la Casa Sacerdotal en Lugo (29-10-2014) O sacerdote Ramón Jacobo Bernárdez (Agolada, 1945), que leva as parroquias de San Xoán de Pena, Santa Comba e San Fiz de Paradela, é un dos primeiros residentes na Casa Sacerdotal de Lugo, situada no segundo piso do Seminario. Este é un dos proxectos que impulsa o Obispado a través da fundación Fraternidade, que acaba de crear para axudar aos curas, diáconos e seminaristas que o necesiten, sexa por cuestións de idade, de saúde ou de economía. -¿Canto tempo leva vostede na Casa Sacerdotal? Ofrecéronme esta posibilidade por razóns de saúde e aceptei. Este é o terceiro curso. Vivo aquí no inverno porque a casa parroquial é antiga, está mal acondicionada, e as miñas condicións de saúde esixen un pouquiño de coidado. Pero no verán, aproveitando que podo moverme, e do desexo que teño de compartir e convivir co restos dos veciños, vivo na casa parroquial de Santa Comba. -¿Como é a vida con outros sacerdotes? É unha residencia onde temos os servizos necesarios, pero os que estamos
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Ramón Jacobo Bernárdez
dedicados á actividade pastoral temos toda a liberdade e a nosa vida é a pastoral. Aquí vimos durmir, comer e pouco máis. Pero hai xente que por razóns de saúde está interna, que non ten mobilidade, e que ten as atencións axeitadas á súa situación. -Moitos sacerdotes xubilados non teñen familia ou teñen familiares que non os poden atender... ¿Que lles supón este servizo? É unha necesidade e unha forma de expresar entre nós a fraternidade sacerdotal. E ao mesmo tempo tamén nos dá unha garantía para os anos do final; polo que podemos dicir que xa non hai ningunha razón, se é que nalgún tempo a había, para preocuparnos do futuro economicamente, porque na psicoloxía galega a tendencia sempre é dicir: «Hai que aforrar para o día de mañá». Así que os curas xa non temos que ser ?apegados aos cartos polo día de mañá?. Iso dá unha tranquilidade e unha garantía para vivir con maior desprendemento. Os curas somos persoas normais e formamos parte desa psicoloxía galega, desas xeracións que con 60, 70 e creo que ata 100 anos teñen a mesma mentalidade. -Na actualidade hai moitos anciáns que viven abandonados... Por iso, esta iniciativa é boa ata humanamente para dicir: «Hai maneiras». Cando se fan as cousas con espírito de solidariedade, os poucos recursos renden e pódense facer cousas. Tamén o digo nas miñas parroquias, onde a maior parte da xente é maior. Temos que pensar que facemos, como nos coidamos entre nós, como nos apoiamos. Ten que levarnos a pensar cales son as nosas posibilidades pensando como veciños en lugar de sentirnos impotentes e indefensos por mirar todo desde unha perspectiva individualista.