Valencia Misionera Julio-Septiembre

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Número 147 Julio 2020

VALENCIA

MISIONERA


Coeditores: Arzobispado de Valencia

Director: Arturo Javier García Colaboran en este número: Agencia Fides Vatican News AVAN Juan López Miguel Hernández Rueda Carmen Izquierdo Cora Teschendorff Ramón Huedo Sergio Cánovas Nohales

Imprime: Imprenta Nácher s.l.

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Delegación de Misiones Valencia misionesvalencia.blogspot.com.es misionesvalencia

VALENCIA

Edita: Secretariado Diocesano de Misiones. misiones-valencia@omp.es C/ Avellanas 22-4 46003 Valencia 96 392 24 12 - 644 757 662 Dep. Legal: V-229-1984

MISIONERA

Sec retariado Diocesano de Valencia


En esta misión encontrarás... En portada: Ilustración de Lusmore Dauda

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Desde el origen: El delegado diocesano nos interpela en este artículo y nos pregunta: “¿Qué te pide hoy Jesús?” “¿Qué tiene que ver con esto la Iglesia?”

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Desde el seminario de Valencia... Ramón Huedo, seminarista ibicenco en Valencia, nos cuenta su experiencia de voluntariado misionero en Ecuador.

Misionews Nos hacemos eco de las noticias más destacadas de los últimos meses en el amplio campo de las misiones.

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Fundación Ad Gentes Viajamos hasta Nicaragua, donde el misionero valenciano Enrique Molina trabaja por su nueva comunidad parroquial.

Jóvenes & Misión Recogemos el testimonio de la experiencia misionera en Perú que un joven polaco realizó con la misionera valenciana Carmen Izquierdo

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Testimonios Cora se encontraba en Mozambique cuando comenzó el es- tado de pandemia mundial. Conocemos su experiencia. Un ratito con... la misionera Inmaculada Martí, Hija de la Caridad de San Vicente Paul, quien lleva casi tres años en Alcazarquivir, Marruecos.

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Para pensar y rezar A veces nos enredamos entre tantas palabras. Miremos al mundo desde la Palabra

Cartas desde la misión Conocemos la realidad de dos de los misioneros valencianos presen- tes en la diócesis de Copiapó, Chile, antes y durante la pandemia.

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La Voz de la experiencia Nos unimos a las palabras de agradecimiento de Miguel Hernández por la labor de d. Juan Sanchís para con nuestra revista y la misión.


DESDE EL ORIGEN

La nave al cielo El gobierno de una nación debe preocuparse de las necesidades actuales de la gente como son los hospitales, las carreteras, los alimentos… Pero también del futuro, es importante un presupuesto para investigación, para educación, para previsiones urbanísticas… cosas que han de ser previstas y si no se tienen en cuenta las consecuencias pueden ser muy malas. Es, también, a lo que se nos llama hoy en cuanto a cuidar nuestro planeta y dejarlo en condiciones a las generaciones futuras.

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Arturo en visita a misioneros en Perú

Por eso para los cristianos es tan importante la Iglesia, que es la nave para alcanzar el cielo. Pues sin futuro eterno es como el que se gasta el sueldo del mes el primer día en una buena comida, o jugando al bingo u otras frivolidades; con lo que ya en todo el mes no puede comer, pagar el agua, comprar ropa y mucho menos un libro. Si los cristianos dedicamos nuestro tiempo, nuestra imaginación, dinero, recursos, solo a la vida de este mundo, no estamos siendo inteligentes. Es muy importante pensar en el día de mañana, no solo educación, ecología, investigación, también en la vida eterna, no nos ocurra como a las diez vírgenes necias, que no pudieron entrar en la boda, pues no tenían aceite para sus lámparas. ¿Qué plan de inversión nos ofrece a Iglesia como el más productivo para nuestro futuro? Yo creo que más que hacer penitencias y sacrificios, más que nuestra oración particular, más que el dinero que podemos dar; y todo esto es muy bueno, la mayor inversión de futuro, lo que más abre las puertas del cielo, es la Misión: que tú seas misionero, es lo que más pide Jesús, lo que más agradece, lo que les manda a sus amigos… “El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.” (Mt 10) Todos los bautizados somos “discípulos misioneros” estamos siempre aprendiendo y predicando a Jesucristo para que él sea correspondido con la fe y el amor. Pregúntate si estás respondiendo a la llamada de

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sotros, dependiendo de la misión, del anuncio del Evangelio.

Jóvenes y delegadas parroquiales de misiones

Si quieres que tu vida tenga el mayor sentido, que sea fecunda, ¡sé una piedra viva en la Iglesia!, que ella sea lo primero en tu vida y serás feliz. Seguro que, al ejercer como discípulo misionero, te sien-

Dios y estás siendo misionero en tu familia, con tus amigos, vecinos, incluso con los desconocidos. La Iglesia tiene la misión más importante del mundo, aplicar la salvación de Cristo a la humanidad entera. ¿Para qué encarnarse Cristo, redimirnos al precio de su muerte y una muerte de cruz, si después nadie tiene fe porque no les anuncian? Como escribe san Pablo: “Pues todo el que invoque el nombre del Señor será salvo. Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; ¿cómo oirán hablar de Él sin nadie que anuncie? y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!”(Rm 10,14) La obra de Dios, la salvación de la humanidad, está en manos de su Iglesia, de no-

tes identificado con los misioneros que están en los lugares mas difíciles, los más pobres, lejanos, inseguros… pero calmando la sed que Dios tiene por la fe de esas personas, y la sed de Dios que tienen los que son evangelizados; que, como la samaritana, nunca terminan de saciar su sed por no conocer a Cristo, manantial de vida eterna “El que tenga sed, que venga a Mí; el que cree en Mí, que beba” (Jn 7,37). No dejemos de sostener la misión con nuestra oración, la promoción de vocaciones misioneras y los recursos económicos, siempre necesarios y ahora aún más si cabe, por las circunstancias de la pandemia. Arturo Javier García Delegado diocesano

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DESDE EL SEMINARIO DE VALENCIA...

Me llamo Ramón, en la actualidad soy seminarista de la Diócesis de Ibiza y Formentera, y resido y me formo para el sacerdocio en el Seminario Mayor de Valencia – La Inmaculada. Cuando el padre Arturo me asaltó por el pasillo del seminario, y me preguntó si no estaría dispuesto a ir de misiones durante el verano de 2019, sólo pude ver a Dios hablándome y ofreciéndome una vez más un verdadero regalo, como ha hecho durante toda mi vida... Y contesté: adelante, sí. No tenía ni idea de dónde había que ir, ni con quién, ni que había que hacer, ni cuánto tiempo... en fin, que me fié. De esta manera formé parte de un grupo de seis hermanos seminaristas y un voluntario, capitaneadospor el padre Artu-

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ro. ¿Dónde? En Manta (Ecuador), en la parroquia de San Patricio. ¿Qué había que hacer? Anunciar a Cristo, la Buena Noticia a todos... Partimos del aeropuerto de Valencia hasta el de Madrid, y desde éste a Quito (Ecuador). Me había preparado para lo que se me pedía, había estudiado el lugar y las características de los lugareños, repasé ciertos temas catequéticos y espirituales... ¡qué iluso! Dios siempre nos precede y la tarea es suya, nosotros solo debemos dejarnos tocar por su Santo Espíritu y seguir sus indicaciones. Yo quería llevar a Cristo a todos los que me encontrara allí, quería


enseñarles todo lo que sabía, quería... quería como buen pecador anunciarme a mí y que vieran lo listo que soy. ¿Y qué es lo que ocurrió realmente? Pues que fueron ellos los que me enseñaron a mí. En ellos pude ver a Cristo, en ellos pude ver a los bienaventurados de los que nos habla Jesús. Ellos y sólo ellos me anunciaron la Buena Noticia. Cierto es que hice muchas cosas: catequesis, charlas, oración, oraciones, vigilias, celebraciones, acompañamientos, visitas a enfermos y desfavorecidos, convivencias, deporte (jugamos al fútbol con ellos y nos ganaron casi siempre), canté y bailé... sí, bailé. Del uno que yo les di, ellos me devolvie-

ron el ciento y, es que como he dicho, Cristo estaba en ellos... Nunca podré olvidarlos, me marcaron el corazón para siempre y lloré al marcharme. Lloré de alegría por el gran regalo que Dios me había hecho, por el inmenso amor que me mostraron y porque, gracias a ellos, yo ya no volvería a ser el mismo. A ti te digo, sí a ti, al que estás leyendo esto, anímate y ofrece tu tiempo por el Reino de Dios. Te aseguro que lo poco que des, el Señor te lo devolverá multiplicado. Recuerda que quien quiera salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por Cristo y el Evangelio... ¡la ganará! Gracias Dios mío, cuida de todos ellos y bendícelos. Que tu Santa Madre, Madre nuestra por tu infinita misericordia, los proteja como siempre has hecho conmigo. Ramón Huedo Sáez Seminarista

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MISIONEWS

Impulsan canonización de misionero valenciano La Postulación General de la orden religiosa de los franciscanos impulsa en la actualidad la causa de canonización del misionero valenciano fray Antonio Margil de Jesús (de quien hablamos en el nº 143) que fundó hace ahora 300 años, en 1720, la misión de San José y San Miguel de Aguayo, en San Antonio, Texas. Además, bautizó a más de 40.000 indígenas en países de Centroamérica, que recorrió a pie descalzo varias veces, desde Panamá hasta los actuales Estados Unidos. Pese a ser una figura muy desconocida en nuestra tierra, en esos países se le considera como uno de los más grandes misioneros de todos los tiempos y es venerado incluso por muchos como patrón de Texas.

Fondo de emergencia por el Covid La pandemia de Covid-19 continúa sembrando miedo y muerte en muchas partes del mundo. Roma sigue recibiendo numerosas peticiones de ayuda de los territorios de misión, que son atendidas por el Fondo de emergencia instituido por el Papa Francisco en las OMP para apoyar en esta circunstancia a estas iglesias locales. En efecto, la mayor parte de la población de estos territorios vive habitualmente en situaciones económicas, sociales y sanitarias extremadamente precarias, ahora agravadas. Para continuar su obra de evangelización y de promoción humana, además de contribuir a contener la pandemia, las iglesias locales hacen enormes sacrificios, pero necesitan una ayuda extraordinaria. Algunas situaciones locales a las que el Fondo de Emergencia OMP está ayudando son: El Vicariato Apostólico de Guapi, en Colombia, que sufre desde hace muchos años por la violencia, la corrupción y la pobreza. La cuarentena ha provocado una situación de auténtica emergencia alimentaria y económica.

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Ya se han agotado sus escasos recursos para sostener a los sacerdotes, al personal y a los niños del Hogar Mónica, por lo que no quedan fondos para un futuro cercano. La diócesis de N’Zérékoré, al sur de Guinea, incluye prácticamente una representación de todas las etnias y religiones del país. La ayuda llega en un contexto de hambre y falta de recursos financieros en toda la nación como los mayores problemas. En la diócesis angoleña de Lwena han tenido que asegurar el agua potable al Centro pastoral diocesano y al Centro social multifuncional para permitir lavarse las manos y posibilitar una higiene adecuada para prevenir contagios, además de proporcionar medios de prevención sanitaria para los agentes pastorales y las familias pobres. También se ha llegado a la diócesis de Monrovia, Liberia; la diócesis de Soroti, en Uganda; a la diócesis de Kankan, en Guinea-Conakry... y muchos lugares más. Conócelos en www.omp.es El Papa nos sigue diciendo hoy que “la enfermedad, el sufrimiento... nos interpelan”. Juntos aliviamos el sufrimiento y reforzamos la comunión cristiana.


Francisco Misionero: «Aquí estoy, mándame»

En la solemnidad de Pentecostés, el Papa Francisco envió un mensaje con motivo de la Jornada del Domund de 2020 (18 de octubre), en el que recuerda que el camino misionero de toda la Iglesia “continúa a la luz de la palabra que encontramos en el relato de la vocación del profeta Isaías: «Aquí estoy, mándame» (Is 6,8)”. Y prosigue, “es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: «¿A quién enviaré?». Esta llamada viene del corazón de Dios, de su misericordia que interpela tanto a la Iglesia como a la humanidad en la actual crisis mundial”. Y es precisamente en medio de esta situación, “la invitación a salir de nosotros mismos por amor a Dios y al prójimo se presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder”, ya que “la misión que Dios nos confía a cada uno nos hace pasar del yo temeroso y encerrado al yo reencontrado y renovado por el don de sí mismo”. “La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla solo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia”. Es por ello que el Santo Padre nos invita a preguntarnos: “¿Estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días?”. Y concluye “La Jornada Mundial de la Misión también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia”.

Un verano diferente

Este verano, debido a las actuales circunstancias, se han cancelado las experiencias de voluntariado misionero para las que un grupo de jóvenes se venía preparando en la delegación. Las razones son obvias, pero también lo es que estas mismas razones suponen que la necesidad de las personas haya aumentado. Por ello, desde la delegación se propone informarse y participar en las distintas actividades que en nuestra propia diócesis se organizan y apoyar proyectos en misión, para vivir un verano productivo, un verano de entrega. Asimismo, el sábado 11 de julio se celebró una jornada de Convivencia Misionera en el Seminario de Moncada, para concluir el presente curso, avanzar algunas líneas de trabajo para el próximo y tratar algunas de las posibilidades para poder vivir este verano misionero. 9


FUNDACIÓN AD GENTES

Ser parte activa En un número anterior de esta Valencia Misionera, presentábamos al P. Enrique Molina, entonces párroco de la Parroquia Santuario Divino Niño de la diócesis de Juigalpa, en Nicaragua. Hoy volvemos a visitarle, ahora en su nuevo destino de la Parroquia de San Patricio, en la misma diócesis nicaragüense, pero distinta ciudad. Ahora en Chontales, la preocupación del P. Molina, como entonces, es conseguir contar con unos espacios dignos donde poder congregar a los diferentes grupos de su comunidad parroquial de cara a poder desempeñar su labor pastoral con las mínimas condiciones. La importancia de contar con instalaciones adecuadas para congregar a la gente, organizar grupos de reunión, reflexión y oración y poder atender a las distintas necesidades de las personas de la Parroquia es una auténtica necesidad para cualquier parroquia. Conocedores de la necesidad del P. Enrique, desde la parroquia valenciana de La Inmaculada de Anna han llevado a cabo diversas iniciativas para ayudar a la misión de San Patricio. A través de su párroco, el P. Joaquín Civera, han podido ver la realidad de la misión, conocer al P. Enrique, saber de sus necesidades y de los varios problemas que van surgiendo dentro del día a día de la misión, para sentirse solidarios y buscar cauces de colaboración. También el grupo de catequesis de primera comunión de la parro-

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Celebrando el Corpus en San Paricio

quia de la Virgen del Carmen de La Pobla de Farnals ha podido conocer a los niños y niñas de primera comunión que están caminando en aquella lejana parroquia nicaragüense de S. Patricio. Niños y niñas como ellos, con las mismas ilusiones y preocupaciones propias de la edad, pero con una situación un poquito más complicada en lo económico, a los que poder ayudar poniéndoles caras y voces. Estas pequeñas iniciativas de poner en contacto a nuestras comunidades o grupos parroquiales con la realidad de los misioneros y misioneras en el hoy y el ahora, gracias a los actuales medios informáticos que permi-


ten un contacto personal prácticamente en tiempo real, son otra forma de hacer misión, de ser misión en nuestra realidad valenciana. Conociendo de primera mano se puede llegar a tener una relación personal con la misión,

Trabajando en el salón parroquial

involucrándose en ella no tanto porque sea el DOMUND o porque hagan una charla en la Parroquia para recoger fondos, sino porque se aprecia realmente lo importante de la labor que allí se realiza. Bautizados y enviados, como nos decía hace unos meses el Papa, y enviados no necesariamente a lejanas tierras, aunque también. Podemos ser parte activa de la misión ad gentes conociendo y apoyando a nuestros misioneros y misioneras. La parte fundamental, la ayuda primera y más importante, es la oración. Orar por todos ellos es un primer acto de amor por la misión al que a veces no le damos toda la importancia que tiene. Poner al Señor en el centro de nuestra acción solidaria con los misioneros y misioneras es lo que marca la diferencia con las ONGs al uso y la auténtica razón última de todos los

esfuerzos que se llevan a cabo en las misiones, desde los más sociales de alfabetización o capacitación de mujeres, como los más pastorales de las distintas catequesis. La misión ad gentes no es la que realiza únicamente el hombre o la mujer que marchan a hablar de Jesús a tierras lejanas: con ellos, vamos toda su comunidad detrás. No puede sernos ajena la vida de la misión, porque es nuestra misma Iglesia quien les ha enviado, y nosotros somos Iglesia: si les hemos enviado nosotros, ¿cómo nos vamos a desentender de ellos? En tiempos del COVID todo parece más complicado. Tenemos encima muchos problemas e incertidumbres. Son días difíciles. ¿Pero cuándo fueron fáciles? Son los días que tenemos que vivir para los que, como todos los días de nuestra vida, antes y después de esta pandemia, contamos con la insuperable ayuda del Amor de Dios. Aunque por motivos sanitarios no podamos abrazarnos, que eso no nos lleve a cruzarnos de brazos y cerrar el corazón.

Juan López Fundación Ad Gentes

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JÓVENES & MISIÓN

ECOS DEL VERANO

Este verano de 2020, debido a las circunstancias de pandemia mundial en la que nos encontramos, desde la Delegación de Misiones de Valencia hemos decidido no coordinar grupos de jóvenes para que, como llevamos haciendo varios veranos, puedan viajar a territorios de misión, conocer aquella realidad, la labor de los misioneros y aportar su granito de arena. Una experiencia que, de acuerdo con quien ha vivido alguna ya “te cambia la vida”. Pero los misioneros siguen su labor incesante. Recogemos aquí la iniciativa que a principios de año nos enviaba Mª Carmen Izquierdo desde su comunidad de las Servidoras del Evangelio de la misericordia en Perú, en la que un grupo de jóvenes les acompañó en su labor misionera.

de este verano. Ya al anotarme para participar en estas misiones, me sorprendió encontrar en mi país gente de mi edad con el deseo de ir a Lima como futuros misioneros. Quizás porque al igual que la sociedad, pensaba que los jóvenes de mi edad sólo piensan en divertirse. También me impresionó la acogida de personas de parroquias de la zona que nos animaron a realizar esta experiencia y nos apoyaron económicamente. Tal llegar a Perú, nos encontramos entre personas que viven de un modo in-

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y algunos trastos recogidos de la calle. En los hogares la figura paterna generalmente estaba ausente. En el mejor de los caos porque trabajan de la mañana a la noche, en otros por abandono del hogar o alcoholismo. finitamente distinto al nuestro: madres de familia, que cada día recorren varios kilómetros entre rocas, sendas de tierra y escaleras de cemento, para llevar a casa agua y alimentos. Visitamos “casas” con el suelo de tierra, cuatro paredes y un techo improvisado. En el interior, unos colchones y lo básico para el funcionamiento cotidiano

¿Hemos podido cambiar algo? No nos vamos a engañar: nuestro trabajo allí fue una gota de agua en un mar de necesidades. Sin embargo, el agradecimiento de la gente era sincero. Había en ellos una alegría auténtica. Esos rostros se me han grabado y los recuerdo cada vez que me hundo por pequeñas contrariedades. Aprendo de ellos a valorar lo que tengo. En estas tres semanas, la palabra “familia” ha cobrado para mí un nuevo y fuerte significado. Los lazos familiares ayudan a sobrevivir a muchos de los más pobres. Unas generaciones se hacen cargo de las otras. Creo que tenemos mucho que aprender de ellos.

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TESTIMONIOS

Enamorada En la Hoja Misionera nº 631, recogíamos la odisea que Cora, voluntaria misionera, vivió para poder regresar de Mozambique. Conocemos la experiencia que vivió en Maputo. Soy una enamorada de África, vivo en Valencia, pero cada cierto tiempo necesito volver a África, no sé lo que me impulsa a ello, pero necesito volver. Me cautivan sus diferentes paisajes y ambientes, y sobre todo su gente, cercanos y cálidos ajenos a cualquier pensamiento malicioso, ya sea en Gabón, Camerún, Togo o Burkina Faso. Todas las misiones en las que he participado como enfermera voluntaria han sido experiencias entrañables e irrepetibles. Esa sensación de felicidad y plenitud que se siente en una Misión no la proporcionan todos los lujos que nos rodean en nuestra vida cotidiana. Como he dicho necesito volver a África y sentir el contacto con su gente, pero esta vez no fui yo quien buscó un destino, sino que fue el destino el que acudió a mi encuentro. Fue en una reunión en la Delegación de Misiones de Valencia, cuando oí ha-

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blar por primera vez del programa educativo y sanitario que llevan a cabo las Hermanas de la Obra Misionera de Jesús y Maria en Nacala, al norte de Mozambique. Su centro de apoyo materno-infantil para niños desnutridos, promoción de la mujer, catequesis y apostolado misionero, data del año 1992, y fue en 1998 cuando la Obra Misionera inició su andadura en Maputo, volcadas en la promoción de la mujer, acogiendo con dicha finalidad a 40 niñas vulnerables en su internado. Inmediatamente me enamoré del proyecto y quise tomar parte en el mismo, y fue así como el 2 de febrero embarcaba en Valencia via Maputo hacia Nacala, donde debía permanecer hasta el 30 de marzo viéndome obligada a salir del país en el último vuelo que partía hacia Europa, debido a la pandemia originada por el corona virus.


(Izqda.) a las 5:00 de la mañana esperando en el dispensario; (ctro.) reparto de leche y pan; (drcha.) la Hermana Francisca con Musito en brazos, Julia y Samuel

La ciudad de Nacala es una urbe inhóspita y aun cuando su situación geográfica es envidiable, ésta no repercute en beneficio de la ciudad. El calor es tremendo y al radicar entre el mar y la laguna, las plagas de mosquitos son innumerables. Allí desde hace más de 25 años conviven las Hermanas con su población dedicadas al cuidado y atención de los más desfavorecidos. Labor encomiable dado que son muchos los problemas cuyo origen se encuentra en la miseria, insalubridad y malnutrición. En todo este tiempo han sido innumerables los bebés desahuciados por desnutrición recuperados en su día por las Hermanas, escolarizados en la misma Misión y desempeñando en la actualidad una profesión, todo ello gracias a la dedicación altruista de las Hermanas.

Conviven en Nacala cuatro hermanas, Berenice, Leonor, Francisca y Custodia, todas encantadoras, que te hacen la vida muy fácil, y te introducen rápidamente en su jornada habitual. La mía consistió en atender en la consulta junto a las Hermanas Leonor o Francisca, a la numerosísima gente que acude para obtener algún remedio a males y enfermedades que han sido ya erradicados en Europa. Estoy hablando de la malaria, la disentería, la sarna y la tiña consecuencia de la insalubridad en la que viven, así como la sífilis y la desnutrición que se ceba en los más pequeños, llegando a la consulta criaturas de 9 meses pesando únicamente 4 kilos. Las Hermanas hacen frente a ello, acogiendo a estos bebés desnutridos en la guardería creada al efecto, donde las mujeres, que por diferentes motivos, no pueden alimentar a sus hijos los traen para que sean atendidos por la Obra Misionera. Es digno de alabanza tanta humildad, devoción y entrega hacia los demás por parte de las Hermanas misioneras, y difícil de explicar todo su alcance en unas líneas.

Cora Teschendorff Cerezo

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JÓVENES & MISIÓN

Evangelio sin palabras

En Ksar el Kebir (Larache), Marruecos, las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul llevan a cabo su misión. Entre ellas, Inma Martí, quien lleva tres años allí. Compartimos la entrevista que el pasado verano le hicimos, durante una visita a la delegación, junto a una breve contextualización de la situación que vivien actualmente que nos ha compartido por email. Estamos en la diócesis de Tánger, donde estuvieron los franciscanos. Se concretó que, para continuar esta misión, la labor que se debía desarrollar debía ser de tipo social. Somos tres hermanas en la comunidad y las únicas cristianas en toda la ciudad (unos 120.000 habitantes). La gente nos aprecia mucho. La realidad de Marruecos es muy diferente a España a nivel cultural, social… pero en este contexto de ser las únicas

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cristianas “reconocidas” nos sentimos muy acogidas. Las religiones tienen un poder de unión que todavía desconocemos. La pobreza generalizada es uno de los grandes problemas, con muchísima gente que vive al límite. Hay mucha precariedad laboral. Ahí trabajamos, en la ciudad y en dos zonas rurales. En la ciudad, lo que era la Iglesia, como no hay servicio pastoral (se celebra la Eucaristía dos días a la semana), la han convertido en una guardería, un comedor escolar y una biblioteca asistida para niños de las escuelas. Principalmente niñas que vienen de los campos a la ciudad, para que no se pasen horas en la calle (las clases no son seguidas y hay varias horas en las que no hay docencia), por lo que acuden a nuestro centro donde las atendemos, les damos de comer…


En la guardería atendemos actualmente a 90 niños de 3 a 5 años divididos en tres clases. Ahí tenemos a profesoras contratadas, porque el idioma que se habla es un dialecto del árabe, el dariya, en las escuelas estudian francés, pero a esas edades todavía no lo hablan –ni en la calle, en las familias, etc.-. Aunque, yo que llevo tan poquito tiempo, es con los que mejor me entiendo –bromea-. En esta, desayunan, comen y meriendan además de recibir la formación académica básica. Estamos trabajando contra la alta tasa de analfabetismo que existe. También el estado lo está haciendo, ciertamente. Además, se desarrollan algunos cursos de repostería.

Ellas conocen que somos cristianas. El reto para nosotras es vivir el En las zonas rurales tenemos dos dispen- Evangelio lo más transparente y llasarios. Una de las hermanas es enfermera y namente posible, porque es nuestra acude a un dispensario por la mañana y al vocación, y somos testimonio vivo. otro por la tarde cada día. Además, realizamos alfabetización de mujeres -los homEn junio, por mail nos decía: bres no “necesitan tanto” al trabajar en Deseo que todos estéis bien. La situael campo-, también se les enseña a coser, ción en España ha sido mucho más lo que les sirve como suplemento económi- dolorosa que en Marruecos. Nuestra co, al vender ciertas cosas en el “zoco”. Por oración ha sido y es constante, uniénotro lado, se ha promovido una asociación de donos a la intercesión de María por “antiguas alumnas” donde han hecho tam- todos los afectados, sus familias, las bién su propia guardería y enseñan a coser a personas que colaboran de mil formas otras mujeres, para luego vender algunos de a aliviar toda dificultad... tanto en Eslos productos confeccionados en una pequeña paña como en el mundo entero, y tamtienda que han montado. bién en Marruecos, naturalmente. (...) La labor evangelizadora, es complicada, allí Estamos bien y emprenderemos en no podemos predicar el Evangelio como tal. septiembre las actividades normales Hay varios niveles. En el tú a tú, no se habla con protocolos. Mientras tanto solade cuestiones teóricas, pero sí de la alabanza a mente podemos distribuir alimentos Dios, o la voluntad de Dios, que ellos recono- a las familias y medicamentos a los cen mucho. Nos vemos rezar mutuamente, y enfermos crónicos. (...) se crea una unión fraterna. A nivel intermedio Para nosotras ha sido un tiempo difeno hay todavía cauces de diálogo. Luego, a gran rente, como para todos. Pero tenemos nivel, hubo un encuentro (marzo de la alegría de haber podido contactar 2019) entre el Papa y Mohamed VI, directamente con ellos, verlos y saber en el que se pretendió establecer un que se encuentran bien de salud. (...) diálogo interreligioso. Abrazos para todos y siempre en comunión.

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PARA PENSAR Y REZAR

“«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo»” Jn 6, 51

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CARTAS DESDE LA MISIÓN

CHILE Y LO LARGO DE LA CUARENTENA Descubrimos la situación en Chile de la mano de dos de los misioneros valencianos presentes en Copiapó. Por un lado, Enrique Sarneguet, misionero diocesano en la parroquia de S. Pedro Apóstol en Huasco, Chile, quien debido a la pandemia no pudo volver a Chile hasta pasado el bloqueo aereo. Compartimos unas palabras de su visita a principios de marzo:

Enrique ¿cómo surge tu vocación? De pequeño, siendo acólito, sentía el llamado del Señor. Luego, siempre estuve vinculado a la misión. Al colegio venían misioneros a hablar de la misión y a contarnos su experiencia. También leía los libros de Molokai. Y todo esto fue despertando la vocación. Ya en el seminario, los misioneros que iban, hablaban de la misión en África, en Chile... y pedí ir a Cuba, pero no se concretaba,. Entonces, Miguel Hernández me propuso ir a Chile y, con el beneplácito del arzobispo don Agustín, allí fui. En 1994 fui para Copiapó, reemplazando a Miguel en la parroquia San José Obrero de Vallenar (donde se encuentra de nuevo). Allí conocí las comunidades de base, la inculturación latinoamericana y la pastoral del pueblo. En el año 2000 regresé a España y estuve en la parroquia de Sta. María de Alcoy. Tres años después volví a Chile, a una zona de precordillera, Alto del Carmen, donde asistia a 28 comunidades. Me pasaba el día en el vehículo. Allí conocí esa realidad de precordillera, agrícola, y entré en contacto con la pastoral de la salvaguarda de la creación, donde hicimos una oposición fuerte a un proyecto minero, hasta el punto que me dio un infarto y tuve que regresar a España, con una gran frustración al ver como ante aquello poco se podía hacer. De ahí fui a la Ribera, a Alginet, en 2007. Donde estuve 5 años, para regresar a Chile con Antonio (Vargas), ante la necesidad que había de sacerdotes. Primero estuve en la Catedral de Copiapó dos años y de ahí el obispo me envió a Huasco, donde actualmente estoy en Puerto de Huasco.

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Es inspirador conocer como aún con las circunstancias personales que te han rodeado, has decidido siempre volver. ¿Qué labor desarrollas actualmente allí? La misión que realizo allí es de acompañamiento a las comunidades cristianas que hay. Atendiendo 8 capillas, 4 en Huasco Puerto; Huasco Bajo; Carrizal Bajo (a casi 50 km de Huasco); Canto del Agua (a 90 km); y Llano de Lagarto (a 120km). De estas, me ocupo sacramental y pastoralmente, acompañando a las personas y en este momento que vivimos esta contingencia social, apoyando un poco a los grupos de los cabildos, que ante la injusticia social se reclama una mayor justicia para trabajadores, pensionistas, salud, educación… para todo. Animo a las comunidades también como proyecto social. Está el grupo del Adulto Mayor, que viene todas las semanas donde se les sirve una merienda cena, y hacemos un acompañamiento, un seguimiento, porque muchos viven solos. También tenemos un taller de costura para mujeres, que complementan con esto un poco su pensión. También tienen un taller de medicina natural. Luego, el grupo de catequesis; un grupo de madres católicas; comunidades de base, etc…


Y, en esta realidad social con tanta necesidad ¿dónde queda Dios? Dios queda en la persona y en la vivencia comunitaria. En el programa (Pueblo de Dios de TVE) sale una persona, un ciego, que vive en medio del desierto y trabaja el campo... Y ¿cómo puede vivir así? Porque Dios está ahí. Si quieres ver a Dios tienes que ver la vida de las personas, su sencillez, como agradecen a Dios cada día, la necesidad del otro… Como hacía Jesús, encontrarse con las personas, sanarlas y hacer comunidad. Estas personas ¿Sienten necesidad de Dios? Se vive con gran importancia el conocer el Evangelio. Tienen una gran inquietud por leer la Palabra de Dios y vivirla. Hay una religiosidad muy natural, que contempla a Dios presente en la vida de las personas y todo esto se celebra en la Eucaristía. La presencia encuentra su culmen en la Eucaristía, donde se pide por las necesidades y se da gracias por la vida. ¿Cómo es la figura del misionero allí? Al misionero se le aprecia como la presencia de Jesús, si no está “se sienten huéfanos”. La presencia allí es muy importante. Da unidad a todo lo que se está haciendo y pese a todo lo ocurrido, la gente sigue viendo a Jesús en los misioneros, los sacerdotes… La gente lo ve a uno como a un héroe. Yo, personalmente, he aprendido mu-

cho de la vida de Jesús, de su Evangelio, de las personas... y uno se da cuenta de que no es nada y que todo lo que se hace es gracias a Dios. Uno es un instrumento inútil en manos del Señor, que utiliza muy bien. En la visita que nuestro arzobispo realizó, se pidió la presencia de más misioneros en Copiapó ¿por qué? Efectivamente, le pedimos que enviara misioneros, somos muy pocos y hay mucha necesidad. Miguel está llevando dos parroquias, como varios sacerdotes más. Y allí algo que afecta son las distancias, que son muy largas. Hacen falta. (Termina como el programa de TVE donde le preguntaron si Dios llama): Dios llama, sigue llamándonos. Hace falta que respondan. Dile sí, si sientes el llamado, y no te lo pienses. ¡Tírate! Ojalá venga alguien. Por su parte, Miguel Hernández, misionero diocesano en las parroquias del Corazón de María y en San José Obrero de Vallenar, nos escribía sobre la situación en Copiapó: Confinados en casa durante la pandemia y siguiendo con dolor y esperanza a nuestra gente. Como cada vecino, como cada familia, cada sacerdote nos encontramos confinados en casa, con las debidas precauciones tomadas para hacer frente a este encierro necesario para todos. Ya casi la totalidad del mes de abril y, al parecer, continuaremos en el encierro hasta nuevas indicaciones de la autoridad civil para bien de todos. Parece que durarán bastantes días estas precauciones de confinamiento y encierro... Gracias a Dios a nadie le está faltando la comida de momento. Aunque hay gente que ya pasa hambre...

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Llegaron como caídas del cielos, bolsas de alimentos que puntualmente hemos repartido a través de una escuela a unas setenta y cinco familias muy necesitadas de una de la poblaciones vulnerables de la parroquia. De momento no nos faltan alimentos porque los comercios siguen con sus puertas abiertas y se puede ir, con mucha prevención, a comprar. También desde la acción social de la parroquia, quedan víveres en la reserva que nos sirven para atender a los que llegan a la puerta de casa, pidiendo ayuda para comer. La providencia nunca falta y la necesidad de la gente es imperiosa. Bastante gente vive en situación de calle. A nivel de nuestro ministerio sacerdotal, se nos sigue llamando para llevar la unción con bastante frecuencia, hacer responsos y alguna que otra visita en el Hospital. Uno no puede negarse y lo hace con disponibilidad y precaución. Normalmente no celebramos la Eucaristía, solamente un responso breve y después del confinamiento haremos la Eucaristía para cada familia el día que ellos deseen. Hasta ahora los responsos los realizamos en la puerta de su casa para despedirlos, en el cementerio y también, quien lo pide, a la entrada de la iglesia con las puertas abiertas pero al aire libre. Siempre con las normas de distanciamiento, mascarillas, etc. En Semana Santa se grabó y colgó por Facebook todos los días del Triduo Pascual y se trasmitió, también, por las radios locales y por un circuito local de TV. Fue grabado en las casas por familias y recopilado por los sacerdotes para añadirlos a las celebraciones: lecturas, cantos etc... El Viernes Santo se hizo el Vía Crucis en camioneta con altavoces y se recorrió toda la pobla-

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En las imágenes, los misioneros Hernández y Sarneguet, junto a Cegarra, el arz. Cañizares y más misioneros.

ción en un total de nueve horas. Fue una bonita e increíble experiencia porque las personas salían de sus casas o se asomaban por la ventana para bendecirnos a los sacerdotes y darnos las gracias con besos al aire y aplausos... fue significativo y oportuno parar en la puerta de los que están postrados o enfermos y manifestarles un saludo y nuestra cercanía. Para mí fue de mucha fuerza ese Viacrucis. Valía la pena que los sacerdotes estuviésemos tantas horas al volante...y con micrófono en mano. Tuvimos también a nivel de nuestro Valle, un encuentro para celebrar la Eucaristía con todos los consagrados: Misioneras de JMJ, Hnas. Del Prado, Diáconos casados, y los tres sacerdotes. Comunicar cada uno/a las vivencias de este tiempo difícil y duro por el que todos atravesamos. Dimos gracias a Dios por estar cerca de la gente, por seguir su misma suerte y por experimentar la fuerza del Evangelio y el regalo de nuestra vocación específica de cada uno. Un tiempo de prueba, de gracias y de afianzamiento de nuestra vocación al servicio de los hermanos. Desde esta diócesis de Copiapó un saludo a todos y cada uno de quienes se preocupan y rezan por nosotros. Estamos bien, acompañando a nuestra gente. Gracias a Dios. Recemos unos por otros.

Miguel Hernández. R.

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LA VOZ DE LA EXPERIENCIA

¡Gracias, Juan! Miguel Hernández, nos ha escrito también para homenajear a nuestro estimado colaborador d. Juan Sanchís, conocedor de toda su obra vital. El pasado número de Valencia Misionera publicamos su último artículo para con esta revista, la cual tanto se ha enriquecido con su labor. Por ello, solo cabe decir de corazón: ¡Gracias! La Cooperación de Valencia a la diócesis de Copiapó (Chile), se inicia el año 1959 por D. Marcelino Olaechea, Arzobispo de Valencia. Él enviará a un nutrido número de sacerdotes valencianos a través de OSCHA (Obra Sacerdotal de Cooperación Hispano Americana), entre los que cuenta D. Juan Sanchis Ferrairó, en apoyo, hasta hoy día, a la diócesis de Copiapó en el desierto árido de Atacama. D. Juan Sanchis Ferrairó, oriundo de la localidad de Piles (Valencia), en su paso por Copiapó, desempeñó diversos ministerios en épocas difíciles y comprometidas. Fue vicario general, Párroco del Santuario de nuestra Señora de la Candelaria, Párroco de Chañaral, y por último, del Inmaculado Corazón de María de Vallenar, al tiempo que acompañaba a los seminaristas. En todos y cada uno de los lugares donde ejerció su ministerio, se le recuerda con mucho cariño y estima, destacando su entrega a todos, y especialmente, a los más pobres.

Creó el centro “Mi pequeño hermano” en Vallenar para atender a personas con discapacidad de toda la ciudad. Un centro que ya ha cumplido veintisiete años y continúa siendo un centro de referencia social, constituido con personalidad jurídica, para asistir con todos los requisitos en sus instalaciones a las personas en esta situación. Hoy día, goza en la ciudad de un merecido reconocimiento por la labor dedicada a los más pobres de los pobres. Finalmente, regresa a España por motivos de salud. En Valencia, ya jubilado, impulsa y dirige la revista Valencia Misionera, en la que escribe asiduamente, con esa pluma ágil que le caracteriza, artículos preciosos sobre la misión de nuestra Iglesia diocesana, manteniendo el contacto con los misioneros esparcidos por todo el mundo. Agradecemos a Juan, quienes le hemos conocido de cerca, su constante preocupación por todos los misioneros, y principalmente por esta Delegación de Misiones en la que tanto ha colaborado para hacer eco de la labor hermosa de ayuda a la Iglesia necesitada. ¡Gracias, Juan! Para quienes estamos hoy día por estas tierras, has sido un testimonio precioso de entrega y serenidad.

Miguel Hernández R.

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Imágenes de d. Juan en Copiapó (el desierto florido; el bautismo de los hijos de amigos; la costa)


Sec retariado Diocesano de

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Valencia


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