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RULETEANDO
JUGUÉ UN PARTIDO DE FUTBOL CONTRA texto Alejandro Mendoza LAS GARDENIAS, EL EQUIPO TRANSGÉNERO, TRANSEXUAL Y TRAVESTI DE TEPITO*
Nunca he sido bueno jugando al futbol. Esa noche había pasado la mayor parte del partido de pie. “Aquí me quedo de defensa”, le dije al capitán de mi equipo, el Ebraye. Todavía no terminaba el primer tiempo y las Gardenias ya estaban ganando. El estadio Maracaná, ubicado en el corazón de Tepito, estaba a reventar. La gente gritaba emocionada entre caguamas, mentadas de madre y cigarros de mota. Una jugada hizo que el balón terminara a mis pies. “Chingue su madre, éste es mi momento”, pensé.
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Las Gardenias son un equipo de futbol conformado por mujeres transexuales, transgénero o travestis, en su mayoría de Tepito. Cada 4 de octubre juegan contra el Ebraye un partido que ya se convirtió en un clásico. Nunca han perdido.
La mayoría son estilistas, que cuando no cortan el cabello también imitan a Gloria Trevi, Lupita D’Alessio o Alejandra Guzmán. Las conocí antes del juego en las oficinas del deportivo, que esa noche funcionaban como vestidores. El ambiente era festivo. Rodeado por puestos de comida, juegos mecánicos y niños corriendo, el lugar comenzaba a llenarse.
Mientras las Gardenias se ponían pestañas postizas, maquillaje, y se peinaban, los vasos de plástico se llenaron con tequila y refresco. “A ver, papacito, ve pasándole a las demás”, me dijo una. Otra más conectó su teléfono y la música comenzó a sonar. Los del Ebraye veían divertidos a las chicas arreglándose.
El capitán de mi equipo me dio una playera rayada y un short. Comencé a desvestirme frente a todos. Cuando me iba a poner el short, me dijo: “No te pongas esos, te voy a dar otros”. Hice caso y esperé en calzones. Mis compañeros de equipo llegaron por detrás,
*Esta crónica es un fragmento del texto publicado originalmente en Vice en español.
me inmovilizaron y gritaron: “¡Novatada!”. Forcejeé en vano. Me acostaron sobre un escritorio y una de las Gardenias se subió en mí y comenzó a hacer movimientos sexuales. Otra más me bajó los calzones hasta los tobillos.
El capitán engañó de la misma manera a otro chico. Después de la novatada, me puse el short, que me cortaba la circulación de tanto que lo apreté, y me senté. Una de las Gardenias se acercó y comenzó a bailar en mis piernas.
Las novatadas terminaron y comenzaron los brindis. “Si se caen, párense rápido porque les van a hacer
montón”, nos dijo el capitán de mi equipo. Caminamos hacia la cancha, algunos más tomados que otros.
Cuando el balón llegó a mis pies, corrí. La cancha parecía eterna. La portería estaba cada vez más cerca. Es lo más rápido que había corrido en meses. Tropecé y caí con todo el peso acumulado de los tacos y las cervezas. Cinco Gardenias me hicieron bolita. Una me bajó los shorts, otras estaban sobre mí y una más quería besarme. Perdimos en penales por un gol, en el partido más divertido que he jugado.
Alejandro Mendoza
Editor y músico michoacano en vacaciones permanentes. Patinetas, punk y periodismo.