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A FALTA DE TORTILLAS, PAN
Emparejar la cancha
texto Andrea de Buen
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fotos Abdelaziz Zúñiga
Jugar es la acción que realizamos los seres humanos desde que nacemos y nos conecta con nuestro impulso vital de entender y transformar el mundo, de conocer nuestras habilidades corporales, de socializar y apropiarnos de nuestra cultura.
Es cuestión de ver a una niña o un niño explorando sus pies, riendo, moviendo sus manos para descubrir algún objeto cercano; al crecer un poco, se le puede ver insertando figuras en una caja o pintando con los colores que están cerca; cuando aprende a hablar usa el juego para comunicarse con otros, inventar reglas, crear lazos, conocer sus límites al enfrentar retos, gritar gol y emocionarse como si fuera lo más importante que haya logrado en su vida. Cada persona tiene sus propios retos que muchas veces dependen de lo que tienen al alcance.
En México, hay quienes desde muy pequeños se encuentran con el reto de sobrevivir. No cuentan con alimento, casa, salud, educación, etc. Alrededor de 20 millones de niños y niñas se encuentran en esta situación. Sin embargo, también juegan. Pues hay retos que no eligieron, como nacer en un país incapaz de respetar sus derechos, pero hay otros retos que quieren experimentar, como meter un gol, aun cuando la cancha sea dispareja, sucia, peligrosa.
Al fin y al cabo, el futbol es omnipresente casi en cualquier rincón de nuestra cultura “de la patada”.
Niños y niñas, adolescentes, adultos jóvenes y mayores han jugado alguna vez futbol, tal vez porque se requiere poco: un balón (que puede ser un bote vacío o lata) y porterías, que pueden construirse con cualquier rama, sudadera, piedras. Desde ahí comienza el juego, una vez más, con lo que se tiene al alcance y la creatividad de cada persona.
Jugar futbol no solo crea amistades, también interviene en el desarrollo de
habilidades motrices, lateralidad, puntería, control de extremidades, cálculo espacial; en él se manifiestan la fuerza, la velocidad, la coordinación. Sin embargo, en nuestro país hay pocos espacios en los que pueden aprovecharse estos beneficios; la inseguridad en las calles, los autos, la contaminación, la falta de espacios públicos adecuados, el exceso de tecnología (para quienes cuentan con ella) y ahora la pandemia, son factores que interfieren y convierten a la práctica deportiva y/o lúdica en un lujo para algunas personas.
Esto ha afectado a la población, por ejemplo a las infancias, pues según datos de la ensanut del 2016, alrededor del 33% de las niñas y los niños entre 5 y 11 años sufren obesidad o sobrepeso. Para algunos, el reto es poder mover su cuerpo con agilidad, lo que es difícil en contextos que favorecen el sedentarismo.
Diversos estudios han demostrado que cuando jugamos, nuestro cuerpo libera endorfinas que nos hacen sentir bien y son positivas para nuestro desarrollo; sobre todo para el de niños y niñas, quienes experimentan el mundo a través de la actitud lúdica. Es por
mexicojuega.org.mx FB @mexicojuega.ac
ello que el juego se ha considerado como un derecho humano y forma parte del artículo 31 de la Convención sobre los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.
Defender ese derecho es una de las acciones principales de Fundación México Juega, la cual está convencida de que mientras más oportunidades para jugar tengamos los seres humanos, mejores sociedades lograremos construir. Sin embargo, es una tarea difícil por lo dispareja que está la cancha.
Emparejarla para que todas las personas puedan jugar, requiere la construcción de situaciones de justicia social y ambiental, que garanticen que la población pueda tener sus necesidades básicas cubiertas, pues ni jugando se olvidan el hambre o la violencia.
También es necesario que exista tiempo libre, horarios laborales adecuados para los adultos; y niños y niñas que no deban salir a trabajar y que cuenten con espacios en los que puedan sentirse seguros. Otro aspecto importante es sensibilizar a la comunidad de la importancia de esta acción vital que en muchos casos se ha reemplazado por las pantallas, los celulares, los videojuegos, o actitudes miedosas, de desconfianza e individualismo, que no favorecen la convivencia ni permiten que se armen partidos callejeros (de fut o de lo que gusten) en la colonia, acciones que podrían impulsar a la recuperación de espacios públicos.
¿Cuándo fue la última vez que viste a alguien jugar al aire libre?, ¿cuándo fue la última vez que echaste una “cascarita”?
El compromiso de retomar estas oportunidades que nos acercan más a la vida digna, es tarea del Estado como el responsable de garantizar los derechos humanos y también de cada persona al exigir y construir espacios de juego, poniendo nuestra solidaridad a favor de emparejar la cancha. Esto sería un gran gol colectivo.
Andrea de Buen
Tiene sangre argenti-españonorteameri-mexicana. Hace pedagogía para construir mundos pacíficos, lúdicos y justos ambiental y socialmente. Cuando juega futbol recuerda que las mujeres pueden con todo. Es ludotecaria y fundadora de México Juega A.C.