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LA EDAD DE ORO 28 LIBRO CLUBES A FALTA DE TORTILLAS, PAN Por MERLINA OLIVARES C

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fotos 1. La Ciudad de México en el Tiempo.

La sede del Partido Popular Socialista, fundado en 1948 por Vicente Lombardo

Toledano. Perdió el registro en 1997 / Col. Roma. 2. La Ciudad de México en el Tiempo. Monumento al Trabajador, instalado originalmente en la Colonia Juárez (años 40), actualmente se encuentra afuera de la sede del Congreso del Trabajo, en la Colonia Guerrero.

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3-4.©Gobierno de la Ciudad de México, Secretaría de Cultura,

Museo Archivo de la Fotografía. [028642-R3-022] Manifestación de apoyo al Partido Mexicano Socialista (PMS) y Heberto Castillo en el Zócalo.

Castillo declinó su candidatura presidencial en favor de Cuauhtémoc Cárdenas (Marzo, 1988). 5. ©Gobierno de la Ciudad de México, Secretaría de Cultura,

Museo Archivo de la Fotografía. [010883-R251-004] El alcalde de Moscú visita las obras olímpicas (Mayo, 1968) 6. ©Bob Schalkwijk. El Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco (Noviembre, 1966)

LIBRO CLUBES: ESPACIOS DE LIBERTAD PARA PENSAR, LEER Y SER

texto Merlina Olivares

hacE más dE 20 años El instituto dE cultura, hoy sEcrEtaría dE cultura dE la ciudad dE méxico, apostó por consolidar la lEctura como una hErramiEnta para El cambio social, a través de espacios donde se reflexionaran e intercambiaran ideas en torno al libro. De esta manera, en 1998 se presentó el Programa Libro Club de la Ciudad de México, que respondió a políticas públicas y necesidades culturales. Fue inaugurado por el poeta y dramaturgo Alejandro Aura, quien entonces era titular del Instituto de Cultura, y estuvo conformado por cientos de voluntarios para leer en voz alta en su comunidad con el objetivo de fomentar la lectura.

Actualmente existen 163 Libro Clubes activos distribuidos en las 16 alcaldías de la Ciudad de México, que atienden gratuitamente una diversidad de públicos y se encuentran en casas de cultura, hospitales, escuelas, casas particulares, centros de readaptación social, entre otros. Su funcionamiento depende de cada responsable del espacio, así como de las necesidades de su comunidad y del acervo de libros con el que cuenten. De esta forma llevan a cabo actividades artísticas y culturales relacionadas con la práctica lectora; una de las principales es el préstamo de libros.

Es importante resaltar la labor de cada responsable de Libro Club, ya que es voluntaria y demandante en tanto implica el compromiso de organizar, coordinar y estructurar metodologías para acercar los libros a su público, así como tener la vinculación con la Secretaría de Cultura, que gratuitamente les proporciona capacitaciones, talleres y charlas con reconocidos autores de literatura, en las que participan los responsables y su comunidad. Por lo tanto, ser representante de un Libro Club implica el acto generoso de compartir, confiar en el otro y de producir la curiosidad de abrir los libros; por lo que los Libro Clubes son espacios para crear, pensar, leer y ser.

Como consecuencia de la pandemia, los Libro Clubes suspendieron los encuentros personales y se enfrentaron al reto de responder: ¿cómo fomentar la lectura a través de la virtualidad? Por ahora, hay Libro Clubes que trabajan con su comunidad por medio de plataformas digitales en colaboración con los Promotores Culturales Comunitarios de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México; muchos otros operan de forma independiente; otros más, por la naturaleza de sus espacios y objetivos, esperan encontrarse pronto con su comunidad físicamente. Ante esta adversidad y las formas en que se ha operado el programa, la pregunta que surge es: ¿cuál es el motivo de que permanezca un programa institucional durante tantos años? Sin duda es un movimiento brutal conformado por ciudadanos empoderados, reconocidos por su comunidad y también por la institución. Son una red que conoce sus capacidades y defiende sus ideales.

Por último es importante mencionar que pueden sumarse al programa todos los habitantes de la Ciudad de México interesados en escuchar y contar historias. Ya son 22 años de creación y seguimos en la marcha con libros, encuentros, preguntas y respuestas, y mucho entusiasmo ante esta extraordinaria Red de Libro Clubes de la Ciudad de México.

¿Quieres ser parte de un Libro Club o representar uno? Escribe un correo a libroclubmexico@gmail.com

Merlina Olivares Castillo

Actriz y promotora cultural. Trabaja en la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

NUESTRO GOBIERNO ES UN PRIMOR

texto Elíades Falco

...un día cualQuiEra dEl año 2014 —Oiga, maestra Lety, ¿no se suponía que la revolución es la lucha contra los gobernantes porque la gente no está de acuerdo con su manera de gobernar? —Sí, claro, Leopoldito. ¿Por qué lo preguntas? —Pues porque me parece raro que este partido que nos gobierna se llame Revolucionario e Institucional. ¿No serán más bien dos cosas opuestas? —Sí, claro, Leopoldito. No olvides que por eso los mexicanos somos tan creativos, porque podemos coexistir con conceptos que se contradicen sin volvernos locos. —Ah, ya caigo, por eso al pri le gusta tanto tenernos celebrando a los héroes de la revolución, y por eso nos obligan a hacerles los honores con banda de guerra y todo, aunque varios alumnos se desmayen en el patio por tanto sol y por no haber desayunado. —Exactamente, Leopoldito. —¿Entonces si hacemos eso en cada día festivo quiere decir que somos nacionalistas, maestra Lety? —Pues mira, Leopoldito, aquí entre nos, eso del nacionalismo revolucionario es un invento del pri para legitimar su hegemonía y su autoritarismo. No estaría de más leer la teoría sobre los mitos como relatos falsificadores que legitiman al Estado y… —¿Legitiman? Eso todavía no nos lo enseñan. Oiga, pero ya no entendí si eso quiere decir que el pri es de izquierda o de derecha. —Pues... pues, ni una ni otra, Leopoldito. —¿Las dos mezcladas? —Por ejemplo, el pri es parte de la Internacional Socialista, lo que lo haría de izquierda, pero en la práctica no es nada socialista y ni siquiera socialdemócrata, es más bien paternalista, presidencialista y deliberadamente idiosincrático, según lo exijan las circunstancias, ah, y también en ocasiones hasta guadalupano, muy a pesar de la ratificación del Estado laico como uno de los ideales revolucionarios. Lo importante es lo que ya

te había dicho de que legitiman su hegemonía y su autoritarismo a como dé lugar, Leopoldito. Incluso si tienen que apropiarse de corrientes artísticas que en su momento fueron una abierta detracción a su manera de gobernar. Aparte, ellos bien saben que el término “derecha” suele tener una connotación más negativa que el de “izquierda”, sobre todo en países que han sufrido el dominio de regímenes autoritarios, con la subsecuente pérdida de los derechos civiles y humanos, o donde la distribución de la riqueza es muy desigual, como evidentemente es nuestro caso… Y todo esto no carece de un componente simbólicoafectivo, porque la ciudadanía va relacionando las dimensiones ideológicas y los asuntos económicos y sociales con las decisiones gubernamentales o las posturas electorales frente a estos temas, sin levantarse contra la impugnación de las ideologías que utiliza maquiavélicamente el Estado para fundamentar su autoritarismo y su descomposición, aunque otras hipótesis indican que hay un bagaje de suposiciones intelectuales sobre la identidad nacional —que no dejan de ser arbitrarias— que han encontrado eco en diferentes grupos sociales en mayor o menor medida vinculados con el poder político… ¿Leopolditoooo? ¿Leopoldito? ¿A dónde te fuiste, niño? Ay, a estos muchachos solo les interesa el futbol. ¡Me cachis!

EL MURALISMO COMO PROYECTO DE ESTADO

La tradición mexicana de hacer murales para transmitir doctrinas encontró su auge tras la Revolución Mexicana. Empezando por Dr. Atl, los muralistas intentaron —entre otros objetivos— celebrar y dar a conocer las grandezas de las culturas prehispánicas, consolidar los ideales de la Revolución y dejar de lado la idea del arte para una élite, acercándolo a las masas. Para ello, el Estado permitió que los muralistas plasmaran su arte en escuelas, museos y edificios gubernamentales como el Palacio Nacional, la Escuela Nacional Preparatoria, el Palacio de Bellas Artes y las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, entre otros espacios.

El socialismo soviético tuvo un lugar importante en la obra de muralistas como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, quien se declaraba partidario de que la pintura y la escultura sirvieran al proletariado en su lucha revolucionaria de clases.

No obstante, la construcción de la identidad nacional que motivó los esfuerzos de los muralistas, terminó por servir al poder... y por explotarse desde el poder. Su estética, como proyecto de Estado, siguió consolidándose hasta la década de 1950. Como era de esperarse, la generación artística posterior reaccionó contra el arte social de los muralistas y sus valores, dando lugar a la ruptura.

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