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Anális Huellas. La virtualidad: ¿aliada
ANÁLISISHUELLAS
Por. Miguel López • Fotos. Fuente externa
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A raíz de la crisis de salud que vive la humanidad por la pandemia del COVID-19, muchos procesos de la cotidianidad del ser humano han debido refugiarse en la tecnología y su aliada estratégica la virtualidad, para poder dar respuestas a una serie de actividades del ser humano, como estudiar, trabajar entre otras acciones necesarias para su vida.
La tecnología, sin duda alguna, ha venido a facilitarle la vida al ser humano. Cosas que en años muy remotos no pensábamos que se podían realizar, hoy, gracias al desarrollo de los procesos tecnológicos, sí podemos hacerlo. Ahora bien, ¿qué pasa cuando en vez de utilizar la tecnología como aliada, la convertimos en nuestra única herramienta para el desarrollo de nuestras actividades?
Es a ese punto que ha llegado el sistema de justicia de la República Dominicana, aplicando procesos tecnológicos a casi todas las actividades y acciones que desarrolla, provocando con esto un gran desconcierto en la clase jurídica dominicana, que ha visto afectarse de manera considerable su accionar profesional ya que la virtualidad ha venido a complicarle el ejercicio de su profesión. Pero en honor a la verdad, no todos rechazan la virtualidad y, muy por el contrario, son partidarios de que se quede para siempre en la judicatura dominicana, y ponen como ejemplo el hecho de que muchas veces se trasladaban a distancias kilométricas, para ir a un tribunal y salir de ahí con la decepción de que en solo 5 minutos el juez reenvió la audiencia después de pasarse horas esperando subir a su audiencia, cosa que no ocurre en la actualidad cuando se deciden por la audiencia virtual porque el abogado puede estar en Moca, el juez en Higüey, y el imputado en Santiago y todos al mismo tiempo pueden
La tecnología, sin duda alguna, ha venido a facilitarle la vida al ser humano. Cosas que en años muy remotos no pensábamos que se podían realizar, hoy, gracias al desarrollo de los procesos tecnológicos, sí podemos hacerlo. Ahora bien, ¿qué pasa cuando en vez de utilizar la tecnología como aliada, la convertimos en nuestra única herramienta para el desarrollo de nuestras actividades?
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Uno de los más acérrimos críticos del nuevo sistema de la virtualidad en la judicatura es el presidente del Colegio de Abogados, Lic. Miguel Surún Hernández, quien ha emplazado al presidente de la Suprema Corte, Henry Luis Molina, a que desmonte del sistema judicial todos estos procesos tecnológicos violatorios a la Constitución y al debido proceso.
Surún solicita, además, que reabran los tribunales, los cuales están cerrados, lo que ha convertido nuestra justicia inaccesible porque le ha quitado humanidad a la justicia, ya que casi todos los procesos hay que realizarlos a través de equipos tecnológicos, algo tan sencillo como fijar una audiencia hay que solicitarlo por internet y esperar semanas para tener una fecha de una audiencia, cosa que se hacía en apenas minutos al acceder a un tribunal.
Por su parte la Suprema Corte que dirige Luis Henry Molina, defiende a capa y espada la virtualidad judicial, exponiendo bondades del sistema, entre ellas la reducción de manera considerable la mora judicial, entre otros aspectos que ha venido para fortalecer nuestro sistema de justicia.
Muchos debates han originado y originará este tema, porque, aunque duela decirlo, la mayoría de los abogados dominicanos, principalmente los penalistas, no se han adaptado a la nueva realidad que vive el mundo después de la pandemia y siguen atrapados en esos esquemas de acudir a los tribunales a querer impresionar a jueces, fiscales y público en general con rimbombantes e histriónicos discursos, haciendo galas de su cultura, cosa que no pueden hacer desde una pequeña sala de su oficina. Y eso de verdad que los tiene en pánico.
Pero no solo eso, abogados de otras ramas o especialidades no cambiaron el chip, y no se adaptaron a los procesos tecnológicos que, como un tsunami, arropaba la humanidad y se quedaron rezagados y hoy están como un tiburón, dando aletazos a la orilla de la playa. No obstante, es justo reconocer que este proceso de tecnificar la justicia no se nos comunicó ni se consensuó con nosotros y nos tomó de sorpresa, nos cogió fuera de base y ahora somos muchos los que no nos adaptamos al proceso, y como abogados al fin, no nos tragamos el cuento de que la virtualidad es lo mejor que le ha pasado a la justicia.
Finalmente, queda la pregunta en el aire: ¿es la virtualidad una aliada o una enemiga de la justicia? En honor a la verdad, desde mi punto de vista, ni una cosa ni la otra. No es enemiga porque la virtualidad ha venido a dar respuesta a la necesidad de que la justicia no cerrare sus puertas como muchos abogados cerraron sus oficinas por causa de la pandemia. Pero no es una aliada porque creernos que solo podemos depender de la virtualidad para el avance de la justicia no solo es una quimera, sino un despropósito.
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