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YO
Y MI OTRO YO CON CHASMAN Y CHIROLITA COMO REFERENTES EN EL ARTE DE HABLAR POR DOS, UN GRUPO DE VENTRÍLOCUOS ARGENTINOS MANTIENEN LA TRADICIÓN. EL INTERÉS POR LA MAGIA, EL AMATEURISMO Y LOS MUÑECOS COMO ÁLTER EGO. Por MELISA MIRANDA CASTRO - Fotos: ALEJANDRO KAMINETZKY
A
las 19.30 es la cita en un local de magia. Unos minutos antes de la hora señalada la reunión ya está en marcha, aunque algunos de los miembros todavía van llegando con sus valijas en mano. La invitación es en pareja, nadie puede llegar solo, eso sería una incongruencia y un despropósito para el objetivo del encuentro. Desde la entrada del negocio ya se escucha el murmullo y las risas del fondo, con una gama de voces tan amplia que parece que allá atrás se agrupa una multitud. Pero al cruzar la mampara que separa la parte comercial del pequeño auditorio, sólo hay un grupo de diez ventrílocuos con sus muñecos.
Como un hábito sagrado, todos los lunes, una vez por mes, se reúnen para practicar, intercambiar chistes, gags y perfeccionar la técnica de respiración –que a diferencia de lo que se cree, nada tiene que ver con hablar con el estómago–. Todos pertenecen a Civear (Círculo de Ventrílocuos Argentinos), que hace doce años que está en funcionamiento y fue creado para que Chasman lo dirija, aunque el mítico ventrílocuo falleció antes de poder asumir la presidencia. Desde entonces, Miguel Ángel Lembo tomó ese rol e intenta apoyar a los 82 amantes de esta profesión que hay en el país. “Yo siempre traté de apuntar al elemento humano. Acá nadie es estrella,
yo intento que nadie le haga sombra a otro, porque somos todos seres humanos con vocación. Cuando hubo alguno que intentó apabullar a los otros y tuvo una actitud de estrella, me encargué de hacerle saber que ésa no es la idea del círculo. Acá el que más sabe ayuda al que recién empieza. Por suerte, logramos armar un muy lindo grupo humano”, explica Lembo, que es autor del único libro en América latina que enseña técnicas de este oficio. ESA MAGIA. Miguel Ángel, como varios de los ventrílocuos del Civear, arrancó su carrera en la magia, y recién a los 40 años descubrió este nuevo oficio que se convirtió
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en su pasión hace ya 23 años. “Siempre lo miraba a Chasman, desde chico me interesaba, pero me dediqué a la magia. Un día conocí a un ventrílocuo y me puse a sacar la técnica. Aprendí solo, iba practicando en el auto, hablando solo, frente al espejo”, explica el presidente del círculo. Su primer show fue en un supermercado, donde lo recomendó otro mago ventrílocuo. Algo parecido le pasó a José Lostimolo, más conocido como el mago “Zembra”, que ahora incorporó a los shows a “Danielito”. Él, primero, empezó como humorista, después aprendió trucos y ahora hace un show completo incorporando esos dos elementos, más la ventriloquia. Aprendió el oficio viendo videos, practicando y filmándose para ver los errores. Sus conocimientos de música lo ayudaron. “Lo más difícil de la profesión es darse cuenta si uno tiene condiciones o no”, explica “Zembra” que, de lunes a viernes, es profesor de educación física, algo que le da práctica en la relación con los chicos. Muchos de los miembros de Civear tienen profesiones alternas. Por ejemplo, el tesorero del círculo es contador en una multinacional. O Antonio López, que tiene como nombre artístico “Tomy y Don Tino”, durante la semana trabaja como herrero fabricando juegos de palitas barrilleras para los negocios. Él hizo muchas cosas relacionadas a la actuación, desde trabajar como payaso en un circo hasta ser mago. Hace menos de un año que está intentando meterse en este nuevo mundo. “Me encanta el espectáculo, pero el trabajo de la herrería me permite usar la creatividad”, confiesa. “Tomy y Don Tino” todavía no debutaron porque la voz cantante dice que necesita más práctica y que los nervios le juegan en contra. “Me encanta pero tengo que tener más ensayo, en unos 6 meses voy a estar listo, por ahora solo hago shows de magia por toda zona norte”, cuenta. Carlos Alberto es uno de los últimos de pasarse de la magia a la ventriloquia. Se interesó y en octubre pasado se compró a “Carlinho”, un mulato de ojos saltones que es su partener. “Desde chico siempre quise tener un muñeco. Ahora practico mucho, me compré el libro. Lo más difícil es decir la palabra ‘mamá’ porque la ‘m’ es difícil de pronunciar”, explica. “Kiko” –su nombre artístico– y “Carlinho” todavía no debutaron, pero pronto lo harán en un geriátrico. BENDITA TÚ ERES. Rossina Papassi es una de
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“A MÍ ‘PASCUALITO’ ME AYUDÓ MUCHO CUANDO ESTABA PASANDO POR UN MAL MOMENTO FAMILIAR. EN LAS REUNIONES A SOLAS, PODÍA LARGAR UNA LÁGRIMA CON ÉL Y DECIR COSAS QUE EN OTRO MOMENTO NO PODÍA. NO ES UN SIMPLE MUÑECO DE MADERA.” las rarezas de la profesión, es la única mujer en la mayoría de las reuniones de Civear y es una de las tres ventrílocuas que hay en la Argentina. Es uruguaya, pero hace más de 20 años que está acá. Comenzó su carrera como actriz, dedicada especialmente a los chicos y descubrió esta actividad. “No es un trabajo simple ni fácil, por eso somos pocas. Yo empecé hace 25 años en Uruguay, pero siempre
tuve que alternar con otras cosas porque solo de esto no se puede vivir”, relata. Su primer muñeco fue un payaso, que no sobrevivió al contacto con los chicos; ahora Rossina usa generalmente a “Manolete”, que es un gallego muy “cabrón”, que lo utiliza para los shows de adultos. Un empujoncito a la carrera de Rossina se la dio Anabela Ascar, porque después de haber estado invitada en su programa, la
comenzaron a llamar mucho más para cumpleaños, casamientos, aniversarios y fiestas empresariales. El MUÑECO Y YO. Dicen que el muñeco de un ventrílocuo es un poco su álter ego, el reflejo de una parte suya. Apenas un vistazo basta para comprender el significado de esta frase. Los ojos, el color de pelo, o simplemente el gesto que tiene el muñeco remiten indiscutiblemente a su dueño. La relación entre ambos es un vínculo tan estrecho que Miguel Ángel Lembo llega a asegurar: “El personaje muere con el ventrílocuo, porque si muere quien lo hace hablar, nadie más podrá darle la misma voz y personalidad. Además, un verdadero ventrílocuo no vende ni regala sus muñecos, siempre los tiene consigo”. Ellos los cuidan como si fueran hijos, les compran ropa
en los lugares de indumentaria de bebés, los resguardan en las valijas para que no se rompan, o les compran accesorios para embellecerlos. Según Lembo hay dos tipos de ventrílocuos: el que tiene una relación fría con el muñeco, que conoce la técnica, hace los shows, cobra y se olvida de la profesión; y el que “lo siente como parte suya, que lo respeta y habla con él”. “A mí ‘Pascualito’ me ayudó mucho cuando estaba pasando por un mal momento familiar. En las reuniones a solas, podía largar una lágrima con él y decir cosas que en otro momento no podía. No es un simple muñeco de madera”, afirma el presidente de Civear. Alejandro Covaia, conocido como Arcángel dos caras también logró una conexión con “Toscanito”. Es mago hace 18 años y ventrílocuo hace 3, y decidió incursionar en estas artes porque
necesitaba un contrapunto para sus shows de magia. “Dicen que es el álter ego de uno, pero es porque uno le da la vida. A mí me sirvió para decir cosas que quizás no las diría yo. En un club, lo usé para tirarle un par de palos a toda la comitiva en medio de un espectáculo, por ejemplo”, relata. “Tony” (Antonio Foti) es otro de los magos que hace tres años se volcó a esta actividad, gracias a un amigo que lo fue introduciendo. Su primer muñeco todavía está con él y se llama “Bartolito”. “Le puse así por un personaje que Mario Sánchez hacía en la radio y como la primera voz que me había salido era parecida a la que el cómico hacía para su personaje, decidí darle ese nombre”, cuenta. Lo primero que un ventrílocuo hace al tener su primer muñeco es darle una personalidad, un carácter y un tono para hablar. Una de las anécdotas que más recuerda de su partener sucedió con un invitado en su casa. Todos los días “Bartolito” duerme en el living sentado en una silla y por unos días un amigo de “Tony” se quedó en su casa. A mitad de la noche, el invitado -de 45 años- fue a pedirle que sacara al muñeco de ahí, ya que no podía dormir sintiendo que lo miraba. En el caso de Martín Chesiri la relación con su “álter ego” es todavía más genuina. Él pudo verlo nacer de sus propias manos. Con solo 20 años, ya se las ingenió para aprender la técnica de respiración y hablar sin mover la boca y para fabricar a su compañero. Interesado en la ventriloquia se contactó con Civear por mail y pidió que le mandaran planos de cómo hacer un muñeco. Así nació “Antunes”. “Siempre me gustó el humor, y explorando maneras de hacerlo llegué a los ventrílocuos y viendo videos fui aprendiendo”, cuenta Martín que es de Zárate, pero vive en Capital donde estudia Letras. Los fines de semana hace un sketch en el show de un mago y recorre algunos pubs con el muñeco. “Ojalá que pueda dedicarme a esto en el futuro, no sé si como actividad principal, porque me gustaría dedicarme también a lo que estoy estudiando, pero ser ventrílocuo me gusta mucho”, confía. La reunión termina cuando todos han hecho al menos una de sus rutinas. La mitad de los invitados vuelven a sus valijas, donde estarán hasta que el telón vuelva a levantarse.
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