SOCIEDAD • POR POR MELISA MIRANDA CASTRO ILUSTRACION: FERNANDO MARTÍNEZ RUPPEL FOTOS: WALDORF ASTORIA NEW YORK
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BOTÍN DE
SOUVENIRS El Waldorf Astoria de Nueva York lanzó un programa para recuperar objetos robados por sus huéspedes. En la Argentina también se estila llevarse “recuerdos” de los hoteles. Curiosidades y anécdotas locales.
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l imán atrae al metal con una fuerza ineludible, los insectos no pueden evitar ir hacia la luz aunque eso signifique su muerte y los huéspedes de los hoteles se rinden fatalmente ante la tentación de llevarse a casa un recuerdo de su estadía. Los más tímidos toman los amenities del baño (shampoo, acondicionador, jaboncito y, en algunos casos, loción para el cuerpo). “¡Ah...!, ¿pero eso está incluido, no?”, es la defensa más común que se escucha en boca del turista más gasolero como del huésped más sofisticado. Y sí, por lo menos, son productos que se cambian diariamente y no afectan a la dinámica ni al bolsillo del hotel. No pasa lo mismo con toallas, pantuflas, ceniceros, cucharas, tenedores, vasos, sábanas, acolchados o plasmas. Ni el más exclusivo, ni el más barato se salva de las termitas viajeras. La consultora internacional Harris Interactiv hizo una encuesta al respecto y lle-
gó a la conclusión de que el 61 por ciento de los entrevistados confesaba haber tomado productos de tocador y casi el 20 por ciento se había llevado o pensado en llevárselos de un carrito de mantenimiento sin vigilancia. El 18 por ciento de los consultados fue más atrevido y no tuvo problemas en contar que se había robado toallas. Otro 14 por ciento confesó haberlo hecho con los ceniceros. El año pasado, el hotel Waldorf Astoria de Nueva York lanzó un programa de amnistía para recuperar objetos que históricamente hayan sido sustraídos de su propiedad hasta 1960 para ser exhibidos. Así pudieron rescatar, por ejemplo, tres pequeñas cucharitas de plata de ocho décadas de antigüedad. Sobrevivieron a cinco mudanzas hasta que, finalmente, una mujer las empaquetó y las llevó hasta el escritorio del afamado hotel para devolverlas. El ladrón había sido el abuelo de su marido. Esas tres se reunieron con el resto de las que el programa de amnistía pudo recuperar. En una época el hotel perdía 25 mil cucharas por
semana, es decir, que cada siete días tenían que reponer el 90 % de las que tenían. Desde julio de 2012 hasta enero de 2013, 125 personas se comunicaron por el programa y el hotel consiguió 15 entregas de objetos significativos. Entre la colección histórica que está formando el Waldorf hay un calzador negro de plástico, una colección de amenities del baño, una caja de fósforos, muestras pequeñas de perfumes, ceniceros de vidrio, una bandeja de plata de principios del siglo XX, teteras de cerámica y hasta una colección de 50 cubiertos devuelta por una misma persona. Uno de los casos más llamativos es el de la gerente de ventas Christine Hayner. Un día, su abuela le dijo: “yo tengo un objeto del hotel donde trabajás”. Era un tenedor de plata que se había llevado de su noche de bodas, en 1949. Sin saber qué hacer con el objeto que pertenecía a su empleador pero que era un recuerdo muy valioso en su familia, a Christine se le prendió la lamparita y propuso el programa de amnistía. Así fue
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como todo esto se puso en marcha. La pieza más extraña sustraída del Waldorf y todavía no recuperada fue la puerta de vidrio de la ducha de la habitación que pertenecía a Frank Sinatra, que tenía las iniciales de él y su mujer. De ésa nadie se hizo cargo hasta el momento. Otra pérdida frecuente que tienen es la de los marcos de las fotos o cuadros del pasillo, a pesar de ajustarlas bien para que esto no pase. EL QUE NO AFANA ES UN GIL. La Argentina tampoco se salva de las termitas viajeras, que no discriminan categorías ni destinos. Desde el coqueto Hotel Moreno de San Telmo, confiesan: “En un momento se llevaban tanto las batas y las pantuflas, que nos llegamos a replantear si los huéspedes pensaban que estaban incluidas con la habitación. Sólo poníamos en las habitaciones de categoría superior y faltaban tantas que estábamos casi seguros de que la gente pensaba que eran de regalo. Cada semana, de 10 habitaciones, una faltaba seguro. Así que decidimos ponerlas sólo en las habitaciones VIP”. Pero no son las únicas pérdidas que sufren cotidianamente, la vajilla también es tentadora y les desaparecen pocillos de café, los vasos del trago de bienvenida, cucharas, adaptadores eléctricos, un poco de todo. “El rooms service nos lo hace el restaurante Aldo’s y siempre les llevan dos copas de vino con la comida. Más de una vez, cuando al otro día van a retirar las cosas, esas copas no están. Yo no sé si les gustan o si quieren tener un recuerdo o simplemente les faltan en la casa”, analiza Florencia Giovaccini, Sales & Marketing Manager del Hotel Moreno. A un par de cuadras de distancia, Axel, hotel gay boutique, se queja casi de lo mismo, con el agravante que ellos cuentan con merchandising para que los visitantes compren un souvenir como recuerdo, y les va bastante bien. “Nosotros tenemos huéspedes muy especiales y siempre quieren tener algo de su estadía, así que compran remeras, toallas, batas, trajes de baño, relojes”, cuenta Rolando Solís desde la conserjería. Sin embargo, más de uno prefiere quedarse con un recuerdo gratis. Las toallas y las batas, son las principales víctimas, por ser coloridas con el logo del hotel cuidadosamente bordado. “Una vez se llevaron un plasma de una habitación, que estaba puesto con una base empotrada en la pared. Hay gente que se dedica a
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“HAY GENTE QUE SE DEDICA A ROBAR EN LOS HOTELES. SE IDENTIFICAN CON DOCUMENTOS QUE NO SON REALES. SE PIDE PASAPORTE, TARJETA DE CRÉDITO Y TODO, PERO CUANDO CHEQUEÁS NO EXISTE ESA PERSONA.” (ROLANDO SOLÍS, CONSERJE DE AXEL HOTEL)
robar en los hoteles, se identifican con documentos que no son reales. Se pide pasaporte, tarjeta de crédito y todo pero cuando chequeás no existe esa persona”, relata. Todos coinciden en lo mismo, por más que se les pida a los huéspedes una tarjeta de crédito para gastos o roturas que puedan ocurrir, si se cobra algo con posterioridad, la persona rechaza el débito en la tarjeta y no hay manera de cobrarlo. “Cuando se llevan cosas de la habitación podemos identificar a quién fue pero es
muy difícil resolverlo porque si lo recargamos en la tarjeta después de que se fue, cómo lo comprobamos. Así que esas faltas están contempladas en el presupuesto”, dicen desde un hotel cinco estrellas de Bariloche. En el caso de ellos las principales fugas tienen que ver con las batas, las toallas, los toallones de la pileta, que son las cosas más comunes. Pero también les faltaron almohadas de pluma y hasta un acolchado. “A veces, cuando nos damos cuenta a tiempo, mientras el huésped está
haciendo el check out, les decimos ‘faltan las batas de la habitación’ y el huésped siempre dice que pensó que estaba incluido, entonces, por pudor muchas veces lo paga. Pero también es una situación incómoda porque si lo niega no tenés cómo probarlo”, afirman. “Otra cosa que es muy común es ver en el desayuno buffet que muchos se hacen viandas y las guardan en las carteras o bolsos para comer al mediodía o en la tarde”, dicen entre risas. Tanto en el norte como en el sur, las cosas son similares. En el joven hotel Hilton Garden Inn Tucuman, que lleva sólo cuatro meses desde su inauguración, el patrón de faltantes se repite en batas y jabones o shampoo. Pero a pesar del corto tiempo ya tienen anécdotas más curiosas. “En nuestra primera experiencia de Navidad y Año Nuevo en el hotel, nos pasó de darnos cuenta que un huésped se había llevado un arbolito de Navidad que teníamos colocado como decoración. No era un objeto muy grande, ni significativo pero
UNA SOLA PERSONA DEVOLVIÓ 50 CUBIERTOS QUE AHORA SE SUMARON A LA COLECCIÓN DEL PROGRAMA DE AMNISTÍA DEL WALDORF.
tuvimos en cuenta que la decoración para las fiestas fue aprobada y disfrutada por nuestros huéspedes y visitantes”, cuenta Agustín Maddocks, gerente general del hotel. Y agrega: “Es una anécdota extraña y simpática porque nuestro personal de seguridad advirtió la falta del mismo en el lobby y luego pudimos detectar que se encontraba en la habitación del huésped. Al hablar con él dijo que no tenía idea de cómo había llegado el arbolito a su habitación. Seguramente Papa Noel estuvo por ahí. Finalmente el hotel le regalo el arbolito a este huésped que ha elegido y sigue eligiéndonos para sus estadías en la provincia”. Uno puede pensar que cuanta más categoría, los amenities y los objetos de
decoración son más lindos y por eso también más tentadores. Sin embargo, en pleno microcentro, el King’s hotel de dos estrellas sufre también “misteriosas desapariciones”. “No hay nada muy interesante para llevarse, salvo las toallas o alguna funda con el bordado del hotel. Alguna vez se llevaron sábanas, pero no es algo muy común. Las toallas son las que más faltan, tres o cuatro por semana en promedio”, dicen desde el hotel. El robo más grande fue un televisor (no un plasma ni un led, sino uno de los grandes de tubo). “Logramos darnos cuenta de quien había sido pero no pudimos recuperarlo. Lo que todavía no entendemos es cómo hicieron para llevárselo”, relatan así un misterio que aún está sin resolver.
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