Argentinos en el Cirque du Soleil

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cultura

Por Melisa Miranda Castro - Fotos: Gentileza Cirque Du Soleil

ARGENTINOS EN EL CIRQUE

Cuatro COMPATRIOTAS forman parte de lAS COMPAÑÍAS DEL gran circo canadiense, que vuelve a Buenos Aires el 8 de septiembre con “varekai”. 7 DÍAS habló con estos artistas, que destacan el orgullo de pertenecer y comparten sus valiosas experiencias.

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ercedes Hernández está nerviosa, o mejor dicho, ansiosa. No va a ser la primera vez que se enfrente al público porteño, pero sí la primera vez que lo haga como miembro del Cirque du Soleil. “La clown” porteña es una de los cuatro argentinos que andan dando vueltas por el mundo en shows de la compañía canadiense. Pero es la única que forma parte del staff de Varekai, que el 8 de septiembre debutará en Buenos Aires. “Desde que me enteré que la gira iba a pasar por Buenos Aires esperé ansiosa este momento. Es muy emocionante poder compartir esta experiencia que viví estos últimos años y reencontrarme con el público argentino me llena de orgullo y alegría”, declara Hernández a 7 DÍAS. La payasa interpreta a la asistente de un mago que pone todo su esfuerzo en cumplir su rol lo mejor posible, pero sólo logra

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destacarse por su torpeza, sensualidad y simpatía. “Esta fórmula le permite encantar al público de una forma diferente a la esperada, pero con mucha calidez y energía”, cuenta. Su llegada al Cirque du Soleil se convirtió en una gran anécdota para contar. Ella no estaba buscando formar parte, pero su compañero del dúo que hacía mandó un video, y a los directores los cautivó el desempeño de Mercedes, así que la llamaron para hacer un casting en Buenos Aires. “Me emocionó mucho y ya en ese momento implicó un gran aprendizaje para mí, ya que si el Cirque du Soleil se estaba fijando en mí, significaba que tenía que creer y confiar en mí”, asegura. COMPATRIOTAS. Mercedes no es la única representante que tiene la Argentina en la compañía canadiense, el espectáculo Dralion conglomera tres artistas del país. El show fusiona tres mil años de tradición china, en una trama donde los

cuatro elementos que gobiernan el orden natural adquieren forma humana. Cristian Zabala tiene un rol predominante, su personaje es “L’Ame Force” y es la fuerza que une a los cuatro elementos (agua, tierra, aire y fuego), es una especie de chamán que lo sabe todo y está en todos lados. Zabala hizo un largo camino para ingresar, pero ya lleva una década en la compañía. En 1999, mientras estudiaba canto como contratenor y hacía el musical My Fair Lady, un amigo le dijo que cantaba igual que un artista del Cirque du Soleil, así que lo filmó y le regaló el casete. Zabala mandó material año tras año, hasta que en 2002 lo convocaron, pero como acróbata y sólo por cuatro meses. En 2003 tuvo su revancha y se incorporó a “Alegría” y estuvo ahí cuatro años, fue el primer hombre en cantar en ese espectáculo. Luego pasó a Dralion como teaser cantante y llegó a reemplazar a dos artistas. Después estuvo en Quidam como bailarín y con esa obra llegó a Buenos Aires, “la experiencia fue alucinante”, re-

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cuerda a 7 DÍAS. Dos años después volvió a Dralion, pero como cantante principal. “Hoy estoy en el show y muy contento luego de tanta idas y venidas”, dice. Facundo Giménez y Cachi Bratoz también integran este show con estética oriental. Ambos son clowns, Bratoz interpreta a Vicente, que es un tano bruto, mandamás pero de buen corazón, que dirige a los payasos. Giménez hace de “Giovanni”, un simpático y travieso clown, que se las ingenia para resolver problemas con las cosas que guarda en su gabardina. Para Giménez, formar parte del Cirque du Soleil es un sueño cumplido, desde chico coleccionaba los videos, la música, los posters, todo lo relacionado a la compañía circense. Sus papás eran bailarines y a los 9 años se pintó por primera vez la cara de payaso. Pero recién en 2006, mientras estaba de gira en México accedió a las audiciones, donde compitió con más de 120 payasos, actores, mimos, comediantes, de los que sólo quedaron cinco. A los pocos días le ofrecieron un papel principal en el show Wintuk para hacer en el Madison Square Garden de Nueva York, ahí estuvo desde 2010 hasta el año pasado que ingresó a Dralion. “¿Qué gané al entrar al Cirque du Soleil? Reconocimiento y experiencia. Desde que pertenezco a la compañía siento que gané más reconocimiento profesional de la gente. También renuncié a estar con mis seres queridos. Por el hecho de que la agenda en una gira es muy apretada, no queda mucho tiempo para estar con la familia o amigos”, cuenta Giménez. Cachi Bratoz coincide en que trabajar en el Cirque da experiencia. Además de estabilidad económica y la posibilidad de conocer el mundo. “A lo que tuve que renunciar a estar en ‘mi lugar en el mundo’ que es mi casa en Vicente López. Y un poco también a los afectos locales; aunque, con esfuerzo, he podido mantenerlos bastante vivos. Por suerte logré que Tamara, mi mujer, pueda acompañarme gran parte del camino. Eso me ayudó muchísimo”, relata Bratoz que en 2000 la gente del Cirque lo vio en un espectáculo que estaba haciendo en Buenos Aires e ingresó en la categoría de “artistas potenciales”, hasta 2004 cuando lo llamaron para ofrecerle trabajo. “Pasé cuatro años sentado al lado del teléfono”, dice. INTERCAMBIO. Una parte de integrar esta compañía es compartir con

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Mercedes hernández, cristian zabala, facundo giménez y cachi batroz.

culturas muy diferentes. “Toma tiempo adaptarse pero hoy puedo decir que soy yo mismo, sin ningún problema. Al final del día somos todos iguales, chinos, rusos, canadienses, americanos, australianos, brasileños, todos queremos ser felices, hacer lo que nos gusta, darle duro e ir a descansar al final del día”, afirma Cristian Zabala. Eso sí, logró aunque sea contagiar una costumbre del teatro argentino a sus compañeros que es dar una palmada en la cola ante de salir a escena. De los demás aprendió un poco de ruso y de francés. “Aprendí a beber vino bueno con mi pareja que es australiano, Sean McKeown, y él prefiere el vino argentino ¡mirá que loco!”, comenta Zabala. Mercedes Hernández de Varekai también logró “argentinizar” a sus compañeros en algunas formas de hablar, en la manera de hacer chistes, en la amistad, el

intercambio de música y en el fútbol. “Muchos admiran a nuestros jugadores”, dice. Facundo Giménez coincide con que el fútbol y la música son puntos en común para compartir. También les inculcó el mate a sus compañeros y el “Che”, que describe como una costumbre difícil de despegarse y fácil de compartir. “Ellos me han contagiado muchas cosas como: el sushi, la música funk o su idioma. Creo que después de tanto tiempo de no estar en tu país, tus gustos se hacen más amplios e internacionales”, asegura. Cachi Bratoz, en cambio, aprendió a insultar y a pedir cerveza en un bar en 20 idiomas diferentes. También les enseñó a los rusos a insultar en porteño. “El trabajar en un elenco cosmopolita es parte de lo que gané al entrar a la compañía, ya que aprendí mucho de las diferentes culturas. Disfruto mucho el aprender cachitos de otros idiomas y for-

mas de trabajar de cada uno. Y también aprendí mucho de nuestra idiosincrasia, al ver nuestra cultura a la distancia y verla a través de los ojos de mis compañeros”, concluye Mercedes. Hay algo en lo que todos coinciden y es que lo que más se extraña es la familia, los afectos y la amistad a la argentina y la energía de la gente. Los tres artistas de Dralion han logrado hacer una relación muy estrecha, estando lejos del país. Pero todo lo que tuvieron que dejar, valió la pena para formar parte de esta compañía y cumplir sus sueños. “Estoy muy orgulloso de haber tomado este riesgo que es súper grande, dejar el país, la familia, los afectos, por mi sueño. Y de haber aprendido que es posible ser yo mismo donde quiera que vaya”, confiesa Cristian Zabala. Su compañero Cachi Bratoz también

siente orgullo y felicidad por estar haciendo el trabajo ideal. “Es muy gratificante el saber que el Cirque du Soleil ha girado la cabeza hacia el sur, para ver qué es lo que nosotros estamos haciendo, y que les guste”, reconoce. Facundo Giménez también se siente honrado con el lugar que ocupa: “Es un orgullo muy grande el representar a mi país en el mejor circo del mundo. Significa una responsabilidad y esfuerzo de mantener tu nivel al máximo día a día y dar el ejemplo a otros argentinos de que si eres constante y peleas por algo lo puedes conseguir”, declara. Mientras tanto, Mercedes Hernández tendrá un poco del calor de hogar durante las próximas semanas, cuando juegue de local en las funciones de Varekai. Los dos primeros ítems a cumplir son ver una obra de teatro independiente y pedir un helado de dulce de leche granizado.

“Es muy gratificante el saber que el Cirque ha girado la cabeza hacia el sur, para ver qué hacemos y que les guste.”

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El circo más grande del mundo “Varekai” significa “en cualquier lugar” en la lengua romaní, usada por los gitanos, y es el espectáculo del Cirque du Soleil que el 8 de septiembre debutará en Buenos Aires, en el Complejo del Río de Vicente López y se quedará durante tres semanas. Comienza con un joven que cae del cielo en un bosque encantado y empieza a vivir grandes aventuras. El show lleva ya una década recorriendo el mundo, y es una de las 21 obras del Cirque Du Soleil que están dando vueltas actualmente por el planeta en constante gira. La compañía canadiense comenzó a mediados de los ‘80 como un pequeño grupo de 20 artistas callejeros, y aunque siguen teniendo la base en Montreal, sus creaciones se pueden ver en los cinco continentes. Todo empezó en un pueblito cercano a la ciudad de Québec, donde esta serie de personajes extraños merodeaban por las calles usando zancos y escupiendo fuego. Fue difícil que pasaran inadvertidos. Guy Laliberté fue quien los lideró y fundó el Cirque Du Soleil. En menos de tres décadas, los empleados de la empresa pasaron de dos decenas a cinco mil. A pesar de las magnitudes que tomó la compañía, Guy sigue atentamente el nacimiento de cada una de las creaciones. “Es un hombre increíble, es un visionario, alguien que ve más allá del resto, es muy apasionado por el circo, por las personas y el talento. Él supervisa las creaciones de todos los shows, sigue el proceso y se involucra en cómo se va desarrollando y creando cada proyecto. Va a los ensayos, mira cómo queda el show completo, chequea las pruebas de vestuario. Así que cuando llegamos al estreno, él se siente muy orgulloso”, explica a 7 DÍAS Sheryl Lynne Valensky, directora artística de “Varekai”.

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Laliberté cuida de su empresa como si todavía tuviera a su cargo a tan solo 20 artistas, se preocupa por lo que sucede y no deja nada librado al azar. “La razón por la que sigue haciendo esto y cuida cada detalle es porque el Cirque Du Soleil es muy famoso en todo el mundo y es muy importante para él saber que aunque haya 21 espectáculos dando vueltas, cada uno tiene que estar impecable y con todos los detalles”, asegura Valensky. Cirque Du Soleil revolucionó la manera de hacer circo y sigue buscando la originalidad en cada momento. A pesar de mantener el espíritu circense, las profesiones típicas y los actos que se esperan en esta clase de shows, tienen notables diferencias con el circo tradicional. Lo primero que salta a la vista es la ausencia de animales, pero no es la única. “Pienso que tratamos de tomar el circo tradicional y crear algo diferente, el Cirque Du Soleil es innovación, por eso, cada show es distinto. Cuando los artistas llegan ya saben las disciplinas, saben cómo volar, hacer equilibrio. Tenemos que asegurarnos de que ellos tengan la posibilidad de crecer. Por eso, nuestro backstage parece un gimnasio loco, porque estamos buscando siempre nuevas disciplinas y cosas que podamos agregar en próximos espectáculos”, cuenta la directora. La cotidianidad también es diferente, porque aunque la esencia nómada está, las comodidades y circunstancias son muy distintas. Atrás quedó la vieja caravana del circo que llegaba a un pueblo, la empresa canadiense se mueve como una ciudad itinerante, no sólo por la gigantesca carpa, sino por la boletería, el lugar de los artistas, la cocina, la escuela para los hijos de sus empleados, las oficinas y almacenes.

Los números de Varekai 8 días se tarda en montar el show en una nueva ciudad y 3 en desarmarlo 1.200 toneladas de equipamiento tiene “Varekai”, que viajan en 65 trailers 5217 kilos pesa la lona de la carpa y sus 11 túneles 130 trajes se utilizan en el espectáculo 600 trajes, pelucas, zapatos, sombreros y accesorios se usan en “Varekai” 250 horas semanales invierten las 6 personas que se ocupan de la higiene del vestuario 65 ciudades recorrió el show desde 2002 8 millones de personas vieron el show en todo el mundo 3.500 representaciones celebró en Recife, Brasil este 2012 200 a 250 comidas al día prepara la cocina

Cirque du Soleil 400 empleados tiene el taller de vestuario de Montreal 25.500 piezas de vestuario se producen anualmente en Montreal 130 kilómetros de telas de todo el mundo se utilizan para los vestuarios 3.000 pares de zapatos se confeccionan artesanalmente por año 5.000 empleados (2.000 trabajan en la sede de Montreal) y 1.300 artistas tiene en total la compañía. 50 nacionalidades diferentes integran la compañía 15 millones de personas verán al Cirque du Soleil en 2012


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