Clubes privados

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Privilegios

Puertas adentro

Los clubes privados surgieron en Londres y se expandieron por varios países. Los más tradicionales que aún siguen abiertos y cómo tuvieron que acomodar sus férreas costumbres a estos tiempos. Texto: Melisa Miranda Castro - Foto: Getty

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er o no ser”, se preguntaba Hamlet, aunque la verdadera cuestión siempre fue y será “pertenecer o no pertenecer”. Así nacieron hace más de tres siglos los primeros clubes privados, que en sus inicios -y muchos todavía en la actualidad- eran exclusivos para caballeros aristocráticos. Después de pasar por altibajos en su prestigio y popularidad, hoy siguen siendo ámbitos para desarrollar relaciones entre los poderosos, hacer negocios y distenderse. El tiempo los obligó a aggiornarse y modificar sus reglas. Muchos han aceptado a mujeres como miembros de primera categoría, e incluso abren sus puertas para los curiosos o los turistas. Aunque otros todavía se aferran a las viejas tradiciones.

Un poco de historia. El surgimiento de estos puntos de encuentro privados se remonta a fines del siglo XVII, en Londres. Así como el imperio británico se expandió por el mundo, los clubes también lo hicieron. La idea se propagó en África, India, China y Estados Unidos, entre otros. Pero el núcleo fundacional se instaló en la zona de Pall Mall y el Palacio St James, en West End, Inglaterra. Puertas adentro, sólo los exclusivos miembros sabían lo que pasaba. Aunque en teoría estaba prohibido hablar de negocios, ahí se discutía de política y se gesta-

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CLU B E S P RI VA DOS

ban importantes alianzas. Un ejemplo de esto es The Reform Club, ligado a ideas liberales y progresistas, que fue formado por simpatizantes de The Great Reform Act de 1832 (ley que incrementó el número de votantes en la Cámara de los Comunes). La mayoría de los políticos, figuras destacadas y hombres de negocios, asistía a algún club. Los miembros inscribían a sus hijos, que entraban en largas listas de espera. Podían pasar años hasta obtener una respuesta y luego debían pasar por la ceremonia llamada “Blackballing”, en la que cualquier socio del club podía vetar la entrada del candidato con una bola negra. Cada potencial miembro debía ser presentado por al menos dos socios, costumbre que se mantiene. Algunos clubes, incluso, agregaban otra cláusula. Por ejemplo, para pertenecer al Traveller’s Club, hay que haber viajado afuera del Reino Unido a más de 500 millas. La modernidad se atrevió a golpear la secreta puerta de los clubes de caballeros. Primero se abrieron a invitados, después las mujeres pudieron visitar la sede y por último algunos las aceptaron como miembros. El proceso de cambio se dio en la segunda mitad del siglo XX, cuando fueron cuestionados por la discriminación. Algo curioso sucedió cuando la ex premier Margaret Thatcher dejó el poder. Era tradición que todos aquellos que hubieran tenido ese cargo, al terminar el mandato, pasaran a ser miembros del Carlton Club, pero como se trataba de una mujer, fue declarada “hombre honorario”.

Cuna de caballeros. Londres fue

Londres tiene unos 25 clubes. White’s, el más antiguo, fue creado en 1693. Cuando se lo inauguró, vendía chocolate caliente, una excentricidad para la época.

la cuna de estos clubes, y hoy la capital británica cuenta con unos 25. El más antiguo de ellos es White’s, creado en 1693. Cuando se inauguró tenía la particularidad de que ahí se vendía chocolate caliente, una excentricidad costosa para la época. Entre sus miembros se encuentran George Campbell, Richard Boyle, Henry Chaplin, Wilfrid Ashley, Randolph Churchill y varios príncipes, como William, que siguió los pasos de su padre Charles y lo ha convertido en su club favorito. Ser miembro cuesta 850 libras anuales, y para entrar se debe tener un sponsor y dos miembros que lo secunden. Pensar en aceptar mujeres es casi una ofensa. En cambio, The Reform Club es uno de los que más se aggiornaron. En 1981 se convirtió en el primero de Gran Bretaña en aceptar a mujeres bajo los mismos términos que los hombres. Por sus salones pasaron Henri Cartier-Bresson, Winston Churchill y Henry James, entre otros.

Por el mundo. El Delhi Gymkhana Club –fundado en 1913– es el más importante de la India y el más influyente en materia política. A él asisten funcionarios, militares y civiles poderosos. 74

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En sus instalaciones tiene espacios para hacer gimnasia, practicar squash, tenis, nadar, jugar a las cartas o al billar y una gran biblioteca. La lista de espera para obtener la membresía es de 30 años. Los aspirantes civiles pagan al ingresar US$ 613; los que son funcionarios públicos, US$ 1.225 (parte del dinero es reembolsable). Singapur tiene también su lugar de tradición y prestigio: el Tanglin Club, inaugurado en 1865, que cuenta con completas instalaciones y comodidades para hacer deporte y entretenerse. Está integrado por socios de 41 nacionalidades. La membresía ordinaria cuesta US$ 35.000, y la mensual US$ 85. El club más exclusivo e importante de Italia es el Clubino Dadi, de Milán. Tiene cien años de vida y es el punto de reunión de los personajes más influyentes del país. Su sede es en el palacio Cámara de Omeoni. Sólo acepta hombres de la burguesía y la clase ilustrada de la ciudad. Pero no es para hacer negocios: su reglamento prohíbe el ingreso a las habitaciones con teléfono celular, bolsos o billeteras. En el restaurante los socios se sientan por orden de llegada, sin importar edades ni grupos. Es para fomentar la “democracia”, porque entre la gente del club no existen jerarquías. En los Estados Unidos también se extendió la modalidad de los clubes. Uno de los más antiguos es The Union Club de Nueva York (1836). Sus ideas políticas son conservadoras. En 1918 las mujeres entraron por primera vez, pero contratadas como mozas para liberar a los hombres de esta tarea por la Primera Guerra Mundial. De su núcleo se desprendieron The Union League y The Knickerbocker, dos de los actualmente más importantes de la Gran Manzana. En esta ciudad se congrega la mayor proliferación de clubs de caballeros de toda Norteamérica, y a nivel nacional hay más de 300.

La nueva manera de pertenecer. Bajo el mismo espíritu de la exclusividad, Rs Management Limited Richmond’s IMC se está consolidando. Pero en este caso, pertenecer es realmente para millonarios. La membresía individual de plata cuesta US$ 250.000, y la Charter Corporate Platinum (para que toda una compañía sea asociada y sus empleados tengan acceso a personas poderosas) dura 30 años y vale US$ 15,2 millones. Tiene base en Hong Kong, pero también está en Washington, Dubái y Shanghái. Aún está en proceso de crecimiento y planea extenderse hacia otros países en el futuro. Los privilegios de formar parte son acceso a hoteles, clubs privados, restaurantes y yates VIP del mundo. Además de servicio de salud internacional en caso de emergencias y guardaespaldas a disposición, entre otros beneficios.


clubes selectos. A la izq. el Traveller’s y el Carlton, dos de los más tradicionales de la capital británica. A la der., el Knickerbocker es uno de los más antiguos de N.Y. El Clubino Dadi es el más exclusivo de Italia.

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