Revista del Real Monasterio de Guadalupe fundada en 1916. Nº 829, Año 2012
Juan Serrano, el último prior secular/10 Pedro de Alcántara, nuestro patrono/15 Centenario de la fundación de Altamira/20
«Allí llegó la admiración a su punto, cuando los peregrinos vieron el grande y suntuoso monasterio, cuyas murallas encierran la santísima imagen de la Emperadora de los cielos…, que es libertad de los cautivos, lima de sus hierros y alivio de sus pasiones; la santísima imagen que es salud de las enfermedades, consuelo de los afligidos, madre de los huérfanos y reparo de las desgracias.»
Miguel de Cervantes y Saavedra, 1616
Nigra Sum*
Reina de Atocha
Mayo - Junio
Núm. 829. 2012 --
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tocha el es título más regio y antiguo de las vírgenes madrileñas. Tanto que Ildefonso de Toledo, el santo arzobispo defensor de la virginidad de María, muy consolado con esta imagen bendita, escribía a un canónigo cesaraugustano que, si pasaba por Madrid, «se acordara de que en su vega, había una devota imagen de Nuestra Señora, con un Niño en el brazo izquierdo y una manzana en la mano derecha, llamada la Virgen de Atocha». De ser cierto, Atocha fue ya conocida en el siglo VII. Madrid a tus plantas/ se extiende tranquilo,/ y en tu fe encendido/ canta con amor. La talla de esta virgen negra es tan arcaizante que su origen apunta a Bizancio. Libre de ternos y joyas, hoy se venera como fue tallada: hierática, sedente, mínima, mostrando en su mano el fruto que no mordió y del que el Hijo nos redimió. De la primitiva ermita en la vega, la imagen fue traslada en el siglo VIII al lugar actual por el caballero Gracián Ramírez. La entrada de Alfonso VI en Madrid (1083) despuntó en la ermita una época esplendorosa, granada en 1523 con la entrega del santuario a los Dominicos, que son los frailes que rigen la Real Basílica (1863), la parroquia (1965) y un colegio (1963). Aquí moró el agrio fray Bartolomé de las Casas, y aquí casó Alfonso XII con María de las Mercedes de Orleans (1878) y, enviudado, con María Cristina de Habsburgo-Lorena (1879). Ella fue la que inició la tradición de que nuestras reinas y princesas de Asturias presenten príncipes e infantes a la Virgen de Atocha, patrona de la Corte por prez de Felipe IV (1643). Ella, también, la que mandó alzar un nuevo santuario, cuyo concurso ganó Bernardo Arbós y Tremanti con un proyecto neobizantino nunca terminado. Dios te salve, Reina y Madre,/ flor fragante cual la rosa,/ desde el cielo, amorosa,/ mándanos tu bendición. De todas las tragedias y peripecias que ha sufrido el convento y santuario (la francesada, la exclaustración de los liberales, las llamas del Frente popular…) se libró la virgen negra de Atocha. Austrias y Borbones la han venerado con fervor, destacando Felipe II, III y IV e Isabel II; lo que explica el desapego creciente de la Corona por Guadalupe. Uno de los vestidos ricos incautados aquí en 1835 fue a parar a Atocha. Las prendas se recuperaron y el afecto a las dos advocaciones se anudó.
* «Nigra sum» [Soy morena…] es una expresión tomada del Cantar de los Cantares (1,5) que la Liturgia, desde la Edad Media, aplica a las Vírgenes Negras.
Índice
I. Nigra sum: Reina de Atocha ............................................................ 1 II. Aires morenos [Noticias de la Virgen]............................................ 2 III. Aula capitular [Opinión] - Bitácora del Director................................................................. 5 - A las claras: María J. Flores, OSC................................................. 6 - De lo mundano a lo humano: Emmanuel Ramiro Fernández. 7 - Pura y limpia: Sor Inês da Santíssima Trinidade, OIC.............. 8 - Manantial de Clara: . ................................................................ 8 - Barrera del sol: Francisco de A. Oterino Villasante, OFM......... 9 IV. Scriptorium guadalupense [Investigación y divulgación] - Juan Serrano, el último prior secular Arturo Álvarez Álvarez..................................................................... 10 - Pedro de Alcántara, nuestro patrono Fray José García Santos, OFM.......................................................... 15
- Centenario de la fundación de Altamira Carlos Cordero Barroso ................................................................. 20 - La Virgen de Fuente Santa de Zorita José Antonio Ramos Rubio . ........................................................... 26 V. Plaza Mayor [Noticias del Monasterio y la Puebla] - El corazón de Extremadura en Nazaret............................... 32 - I Centenario de la OFS de Guadalupe............................... 34 - Breviario........................................................................................ 35 - Crónica de la Puebla.................................................................. 36 - Estampa y Mirando atrás......................................................... 39 - Normas para la presentación de originales.................................... 40 Portada: Viaducto. Archivo del Real Monasterio. AAS. Contraportada: Gabriel Sánchez Olmeda, Guadalupe (Cáceres)
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airesmorenos
Arantza zu!
Virgen de Arantzazu
Esteban de Garibay y Zamalloa (1533-1600) fue quien, en su monumental Compendio historial de las Crónicas y Universal historia de los Reynos de España (1628), fijó la tradición de este santuario guipuzcoano, brotado al término de la Guerra de los bandos oñacino y gamboíno. Dice en su pasaje este cronista de Felipe II que el pastor Rodrigo de Baltzategi, pastoreando el rebaño en las campas de Urbia, cerca de la villa de Oñate, un sábado de 1469 halló esta imagen de la Virgen sobre unos espinos. Arantzan zu! [¡Tú, en los espinos!], exclamó Rodrigo, dando nombre a la imagen y a iglesia, que enseguida se levantó con ayuda de Juana de Arriarán y los nobles de Oñate, hermanados con los de Arrasate en una cofradía que desapareció en 1834.
Tallada en piedra «La Madre aparece sentada en su trono —escribe el ilustre P. Luis de Villasante, ofm —, con atuendo y diadema de Reina; su actitud, un tanto hierática, está dulcificada por la belleza y perfección de sus formas humanas. Sobre su rodilla y mano izquierda descansa el Niño, desnudo, y mucho más toscamente logrado que
la Madre. En su mano derecha la Virgen ostenta una bola, que no se sabe si es símbolo del mundo o de la realeza, o una alusión a la manzana del paraíso. La efigie es sumamente diminuta, pues sólo mide 36 cm., de alto. Otro detalle digno de mención es la materia de que está hecha, ya que la Virgen de Arantzazu es de piedra, cuando todas las otras tallas de alguna antigüedad en la región son de madera. Complemento esencial de la imagen de la Virgen de Arantzazu es la campana, a manera de grande cencerro, con que la halló el pastor. Ambas piezas, la imagen y la campana, se han conservado hasta el presente. Desde el siglo XVII la imagen se presenta a la veneración de los fieles revestida de mantos y telas que en realidad la ocultan y desfiguran su verdadera traza y proporciones reales.» Aquí peregrinó Íñigo de Loyola en 1522 cuando, ya converso, se dirigía a Monserrat. El año 1886 fue coronada canónicamente la santa imagen y en 1918 es declarada patrona de Guipúzcoa. Su fiesta, muy concurrida de fieles, se celebra el 9 de septiembre.
ARANTZAZU. Piedad y Apostolado de J. Oteiza
Juantegui (1924-2002) puede penetrar en las entrañas y llegar al misterio de la luz. Luz cenital que se vierte en cascada por el muro-retablo de madera policromada (600 m²) obra del madrileño Lucio Muñoz Martínez (1929-1998) y atemperan los vitrales del fraile donostiarra Xabier Álvarez de Eulate (1919-2012). En el centro del muro se abre la hornacina donde se venera la imagen de la Virgen, talla
Un santuario emblemático Tres incendios (1553, 1622 y 1834) han arrasado los vestigios del retirado santuario anteriores a 1950, año en que se iniciaron las obras de la actual basílica. Regido por los frailes de san Francisco desde 1514, el impresionante y emblemático santuario guipuzcoano, se yergue indómito sobre barrancos y abismo, alzando tres torres erizadas de espinos pétreos, obra de los arquitectos F. Javier Sáenz de Oiza (1918-2000) y Luis Laorga Gutiérrez (1919-1990). La piedra, doliente y ensimismada, que desbastó y pulió aquí Jorge Oteiza Enbil (1908-2003), tiene figura de Piedad en el vértice del lienzo principal, cuyo friso festonea un apostolado de catorce figuras vacías. Se llega a la basílica serpenteando una vía descendente. Sólo quien baja y franquea las puertas de hierro de Eduardo Chillida
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ARANTZAZU. Retablo de L. Muñoz
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Dice el Papa
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María, arca de la Alianza
«El Nuevo Testamento nos dice que la verdadera arca de la alianza es una persona viva y concreta: es la Virgen María. Dios no habita en un mueble, Dios habita en una persona, en un corazón: María, la que llevó en su seno al Hijo eterno de Dios hecho hombre, Jesús nuestro Señor y Salvador. En el arca —como sabemos— se conservaban las dos tablas de la ley de Moisés, que manifestaban la voluntad de Dios de mantener la alianza con su pueblo, indicando sus condiciones para ser fieles al pacto de Dios, para conformarse a la voluntad de Dios y así también a nuestra verdad profunda. María es el arca de la alianza, porque acogió en sí a Jesús; acogió en sí la Palabra viva, todo el contenido de la voluntad de Dios, de la verdad de Dios; acogió en sí a Aquel que es la Alianza nueva y eterna, que culminó con la ofrenda de su cuerpo y de su sangre: cuerpo y sangre recibidos de María. Con razón, por consiguiente, la piedad cristiana, en las letanías en honor de la Virgen, se dirige a ella invocándola como Foederis Arca, «Arca de la alianza», arca de la presencia de Dios, arca de la alianza de amor que Dios quiso establecer de modo definitivo con toda la humanidad en Cristo.» «Ella, arca viviente de la alianza, tiene un extraordinario destino de gloria, porque está tan íntimamente unida a su Hijo, a quien acogió en la fe y engendró en la carne, que comparte plenamente su gloria del cielo. Es lo que sugieren las palabras que hemos escuchado: «Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta (...). Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones» (Apocalipsis 12, 1-2; 5). La grandeza de María, Madre de Dios, llena de gracia, plenamente dócil a la acción del Espíritu Santo, vive ya en el cielo de Dios con todo su ser, alma y cuerpo.» [Homilía en la Asunción de la Virgen María. 15. 08. 2011]. Benedictus XVI
MÉXICO. Colegio de las Vizcaínas, pintura de Cristóbal de Villalpando (1649-1714)
de piedra policromada de estilo protogótico (s. XIII). A su espalda, una galería en la que fray Xabier Egaña ha pintado a la mujer en el misterio de la salvación. Néstor Basterretxea Arzadum (Bermeo 1924) encendió los muros de la cripta pintando la gloria del ser mortal y de Cristo, vencedor de la muerte.
Expansión en Hispanoamérica Fruto de la emigración a tierras americanas de vascos y navarros, la Virgen de Arantzazu se venera desde 1802 en San Fernando (Alto de Punta Gorda), al norte de la ciudad de Buenos Aires (Argentina) y en Victoria (Entre Ríos) donde fue entronizado un lienzo en el oratorio edificado por Salvador Joaquín de Ezpeleta en 1812, origen de la gran iglesia actual. A principios del siglo XVII (1612) fue fundada la hermandad de Lima (Perú), con sede en el viejo convento de san Francisco, donde se venera una imagen de Arantzazu bajo el título de la Virgen de la Manzana. Fue esculpida en España y llevada a Lima en 1646. Tampoco faltan réplicas de esta gloriosa imagen en México, Colombia, Venezuela, Bolivia y Uruguay.
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Caridad del Cobre
EL GRECO. Virgen de la Caridad y san Ildefonso (Illescas)
En aquella isla que perdieron y lloraron nuestros abuelos el año 1898 como si no hubiesen perdido otra cosa, España dejó su lengua y su credo, sus tradiciones y su fervor a la Virgen María bajo la advocación de la Caridad del Cobre. Quienes la hemos visto andar por la isla del mar de las Antillas, en puertas del IV Centenario de su invención, no nos sorprende que sean estas imágenes, pobres y chiquitas, las preferidas del pueblo. Patrona de Cuba Reza la tradición que, a finales de 1612 o principios del siguiente, tres esclavillos que habían zarpado de cayo Francés, en la bahía de Nipe, costa norte de la región oriental de Cuba, avistaron sobre la espuma de la mar en calma un objeto flotante que resultó ser una talla de la Virgen María. Estos eran Juan Moreno, un negrito de diez años, y los hermanos indígenas Juan y Rodrigo de Hoyos, mineros de la mina de cobre próxima a Santiago. En la tabla sobre la que navegaba la imagen leyeron esta inscripción: Yo soy la Virgen de la Caridad. Con la sal que buscaban, trajeron la Virgen has-
ta el hato de Barajagua, donde improvisaron un altar de guano y tablas mientras el mayoral avisaba al capitán de artillería Francisco Sánchez de Moya. Mas tarde, multiplicados los prodigios, edificaron una ermita sobre el cerro próximo a la mina. Todo eso declaró bajo juramento Juan Moreno, setenta y cinco años después, el 1 de abril de 1687, según consta en el Archivo de Indias. Es muy probable, sin embargo, que el citado capitán, natural de Illescas (Toledo), enviado por Felipe II en 1597 a defender las costas de la piratería inglesa, hiciera tallar en Toledo una imagen de la patrona de su villa, para llevarla consigo y entronizarla en la ermita a la que acudían soldados y mineros. Durante la guerra de la Independencia cubana, iniciada en 1868, el ejército sublevado profesó gran devoción a la imagen; por lo que sus veteranos elevaron preces a Benedicto XV (1914-1922) en 1915 para declararla Patrona de Cuba. El Papa lo otorgó el 10 de mayo de 1916. Al correr el tiempo, Pío XI (19221939) autorizó su Coronación canónica, que efectuó, la mañana del 20 de diciembre de 1936, Mons. Valentín Zubizarreta, arzobispo de aquella iglesia. El actual santuario nacional se alza en el promontorio denominado Santiago del Prado, término de El Cobre, provincia de Santiago de Cuba; fue inaugurado el 8 de septiembre de 1926 y elevado por Pablo VI a rango de basílica el 22 de diciembre de 1977. Sustituye al primitivo, que se vino abajo en 1906 a causa de las explosiones y movimientos de tierra de las minas. La imagen de la Virgen, que ha peregrinado por la isla durante el año 2011, sólo ha salido del santuario para la Coronación (1936), al cumplirse el Cincuentenario de la República (1952), con ocasión del Congreso Nacional Católico de La Habana (1959) y durante la visita pastoral del beato Juan Pablo II (1998), que bendijo e impuso una corona nueva. Benedicto XVI la visitó el pasado 26 de marzo, depositando a sus plantas la prestigiosa Rosa de Oro de la Cristiandad. De Illescas (Toledo) La Virgen de la Caridad es una advocación ligada al arzobispo san Ildefonso, quien el año 636 la trajo al cenobio por él fundado en Illescas, provincia y dió-
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CUBA. Virgen de la Caridad
cesis de Toledo. De la primitiva no dejó rastro la invasión musulmana, haciéndose una réplica románica en los siglos XII o XIII. Derruido el cenobio, el cardenal Cisneros puso a la Virgen en el oratorio del hospital de la Caridad que acaba de levantar, lugar donde realizó varios milagros, entre otros el de Francisca de la Cruz (1562), que ahora se está recordando. Aquella era una virgen negra, pero a partir de entonces empezó a sufrir mutilaciones a causa del uso de vestidos y adornos, hasta el punto de trocarla durante el siglo XIX por una talla de rostro blanco, vestida de ricas telas. Su nuevo santuario, trazado por Nicolás de Vergara y decorado por el Greco, se inauguró en 1600. Es la patrona de la villa, que celebra su fiesta el 31 de agosto, y fue coronada el 12 de octubre de 1955. Un trasunto de la Caridad de Illescas se venera en Villarrobledo (Albacete), siendo su patrona desde 1774 y coronada en 1988; en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), patrona de la ciudad (1618), y en Requena (Valencia). Con este título también se invoca a la Virgen en Cartagena (Murcia), obra del napolitano Giacomo Colombo (1723); Loja (Granada), patrona de la ciudad (1765), Navalvillar de Pela y La Garrovilla (Badajoz). SANLÚCAR (Cádiz). Virgen de la Caridad
Bitácora del Director
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orre’l tren retumbando por los jierros/ de la vía. Retiemblan/ los recios arcornoques qu’esparraman/ alreor del troncón las hojas secas./ Juyen las yuntas cuando’l bicho negro,/ silbando, traquetea./ No es maldición, se lo aseguro; es casi un sino que Extremadura vea pasar el tren a lo lejos y se quede siempre en tierra y sin billete. Así nos han ido acorralando, con o sin autonomía, los hunos, los otros y los demás allá. Todavía se oye, entre Tajo y Guadiana, el réquiem general por la línea ferroviaria que iba a enlazar las Vegas del GuadianaGuadalupe con el resto del suelo hispano, devenida ya en turismo rural, que es el penúltimo invento de los pobres de ideas. Ni la II República ni Franco supieron acabar lo que inició Primo de Rivera. Y no hay mano de nieve que levante este lázaro del sepulcro. Dirán que no se aviene a la bucólica dehesa de cielos despejados y que apenas lo usamos, que no es rentable… Es cierto; mal que nos duela y enfurruñe: Cada cual en sí metido, y contento en su rincón, aunque es hombre de razón, vivo ingenio y agudeza, vienen a ser por pereza los indios de la nación, que clavó en décima el clérigo de Jaraicejo, Francisco Gregorio de Salas, a finales del siglo XVIII. Pero se trata de salir del túnel, del retraso, y no precisamente en el vagón de cola, que es donde está abonada esta región. usotros, los que vais drento del bicho/ que juyendo retumba y traquetea…Vusotros qu’atendéis a las lerturas/ sin queär en los jierros ni las juellas,/ qu’asina como’l tren vais por la vida,/ retumbando y depriesa… Usuario del medio de locomoción más cómodo de cuantos conozco, hice lo que tocaba a la hora de suprimir el TALGO Ruta de la Plata, que unía Sevilla y Gijón por el trazado romano, cabalgado por la morisma y hollado por mozárabes. Aquel magnífico tren que usaban los estudiantes de Salamanca y frailes de la Bética para ir de la cabecera cacereña al corazón hispalense, nos lo birlaron en tiempos de González. Vivía yo en Cáceres por aquel entonces, y se convocó una manifestación contra la tropelía del Ruta ¿Quieren creer que no contamos una docena de protestantes? Para ser exactos, creo que éramos siete, y cuatro de ellos, frailes. La respuesta ciudadana fue, pues, muy cacereña. Porque es de justicia que los gobernantes apoquinen en servicios e infraestructuras, pero no es descabellado que el ciudadano arrime el hombro y arriesgue levantando el vuelo. Y eso no va con nosotros, bien que nos pese. usotros qu’atendéis a las lerturas/ y séis tan sabijondos de las cencias/ que quizás nus larguéis de carrerilla/ y en romances jazañas extremeñas/ que los nuestros ejaron sin contaglas/ endispués de jaceglas. El abandono en que se tiene el ferrocarril en Extremadura roza el escándalo, por lo que hay tramos en que hoy se circula a medio gas. Durante años nos engatusaron con el Madrid-Lisboa. Ahora dicen que, hasta nuevo aviso, los extremeños se van a quedar sin alta velocidad (AVE) y lo que de ello se deriva. En esto empezó a hurgar la Derecha lusa, intervenida y endeudada, y le ha seguido en el intento la casera; la Izquierda residual y verderona ha preferido siempre los caminos de herradura y enreda en su caverna; por terciar, hasta el consejero de Economía de la Generalidad, Adreu Mas-Colell, cuando todavía gobernaba Guillermo, o el alcalde de Barcelona, ¡que ya son ganas de terciar y tocar napias! No niego a nadie la razón cuando los bolsillos son de todos, y que la más terca de todas sea la rentabilidad. Pero si sólo miramos eso, Galicia seguiría invertebrada y parroquial, Madrid un poblachón manchego y Cataluña, payesa y pan tumaca, que es lo que destilan las historias, años sesenta, de J. Marsé, pobladas de murcianos obreros y ahorros de fuera. Juraría que finalmente vendrá a enterrarlo de tapadillo, entre dos luces, la cofradía de Esquilache, aquel ministro tijerón. Y como este pueblo sólo se amotina y cacarea si le recortan la capa y el subsidio, yo hago lo mío (como aquel día de Cánovas por el TALGO) y digo que Extremadura sin AVE será un corral de gallinazos, y ustedes perdonen el modo de señalar.
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La jiguera
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AVE de corral
Antonio Arévalo Sánchez
[Versos de la Compuerta, L. Chamizo]
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A las claras
Habitar la vocación María de Jesús Flores, osc Monasterio de Santa Clara. Llerena
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orque muchas veces estamos sin estar (¿desubicados quizá?, ¿despistadas, tal vez?); otras, porque somos sin ser, aunque lo parezcamos; y, las más, porque nuestro estilo de ser y de estar en la vida no se corresponde con la opción que decidimos en un pasado, ya muy pasado o en un presente todavía reciente. Porque el traje existencial con el que nos cubrimos nos queda grande y, sin darnos cuenta de ello (o pasando olímpicamente), hacemos el indio, yendo un poquito a lo mío, a lo propio, no a lo nuestro. Y la gente, que no tiene un pelo de tonta, al contrario, es bastante crítica, se ríe de nuestras máscaras por bien colocadas que las llevemos. Aunque también esto nos da un poco igual: «Vaya yo a lo mío, ríase el gentío…» Muchas y muchos habitamos un estado crónico de desubicación existencial, atrapados en un individualismo enfermizo que nos asfixia. Otras y otros sobreviven en la periferia de sí mismos, sin el valor y la audacia suficientes para re-conocerse en lo que son, en aquello que han decidido ser, en su opción de vida. Habitar la vocación es re-pensar continua y constantemente quién soy y quién quiero ser, cómo lo soy y qué papel juega Dios en estas y parecidas cuestiones a todas luces irrenunciables. Después de todo ha sido por él por quien supuestamente decidimos quemar las naves para no caer en la tentación de retornar a los egiptos de donde su Poder nos sacó. Aunque, pensándolo bien, quemar sólo las naves sirve de poco si los mil y dos egiptos seductores siguen operativos en el interior de cada uno y de cada una… Habitar la vocación equivale a no dar rodeos ante la realidad que se impone con toda su fuerza y crudeza. Y esto es válido para cualquier vocación. No rodear la realidad, no evitarla ni mirarla de reojo, porque he sido yo quien ha elegido ser la que soy, vivir como vivo y en donde vivo. Otra cosa es que me pase la vida, o gran parte de ella, evitando aterrizar en ese cen-
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tro y mitad que diría santa Teresa, que constantemente demanda autenticidad y coherencia, responsabilidad, transparencia y, sobre todo, mucha, mucha sinceridad. Sin embargo, también estamos sobrados de poner trucos y atajos para poner la sordina a estas demandas existenciales. Habitar la vocación, sentirme bien en la piel que habito —con permiso de Almodóvar y Banderas— y que el traje me quede ¡al pelo!, como suelen decir los jóvenes cuando encuentran un atuendo con el que se sienten plenamente identificados y que, además, les queda divinamente. Por esta razón, más que quemar naves, nos haría mucho bien determinarnos a hacer una gran hoguera y arrojar en sus llamas —ya digo, con determinación, sin nostalgias— las incontables máscaras que usamos a diario, según el lugar y la situación: falsas imágenes de nosotros mismos, de los demás, de Dios, de la realidad… Avivar las llamas con todos esos enseres inútiles que no son sino un lastre del que vamos tirando sin demasiado éxito para llegar a ninguna parte que no sea nuestro propio hastío. Habitar la vocación, situarnos con la piel que habitamos, en la presencia del Omnipresente y suplicarle re-comenzar el camino que nos devuelva a las manos ese Dios que «nos pensó, nos creó y nos cuidó como una madre», que diría santa Clara, para poder llegar a ser lo que estamos llamados a ser y a serlo con todas las consecuencias.
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De lo mundano a lo humano
UN GRITO SORDO Emmanuel Ramiro Fernández
Me quedé atrás / temblando de ansiedad / y sentí el gran grito de la Naturaleza. Diario, Edvard Munch. 1892
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ay gritos que no suben los decibelios pero atraviesan el alma y alteran la mirada. Son desgarros silenciosos que dilatan las pupilas mientras observamos un cielo teñido de fuego y lava, que nos deja alborotado ante la quietud de la escena. Alaridos de ansiedad que hacen tiritar a los sentidos para escapar de una realidad que nos asfixia y nos ahoga. Es el desasosiego que 120 años después de su creación todavía transpira El grito de Edvard Munch, ahora que por fin ha hecho ruido. Ha sido en una subasta realizada en Nueva York donde esta obra maestra del pintor expresionista noruego ha puesto el grito en el cielo. Hasta allí ha ascendido gracias a la estratosférica cifra pagada por él, 91 millones de euros, algo así como 15. 000 millones de pesetas o algo menos de lo que pagó el Real Madrid por Cristiano Ronaldo, para que se hagan una idea. Suficiente, en cualquier caso, para convertirse en el cuadro más caro de una subasta, superando a Desnudo, hojas verdes y busto de Picasso, por el que se llegó a pagar 81 millones de euros. Obviamente, se desconoce el comprador. Como se desconoce la historia que encierra un cuadro único a pesar de contar con tres réplicas más gritadas por el mismo pintor. Para apreciar sus singularidades hay que fijarse primero en el marco, en la parte inferior encontramos el poema que inspiró al artista, escrito por él mismo en caligrafía roja (A la puesta del sol/ el cielo se tornó rojo sangre/ y sentí un aroma de melancolía […] Me quedé atrás/ temblando de ansiedad/ y sentí el gran grito de la Naturaleza); la otra diferencia es más sutil, más delicada, se encuentra dentro del propio óleo, donde vemos que uno de los personajes secundarios mira al paisaje, encogido ante lo que ve. Convertido hoy en icono de la modernidad y en símbolo de la angustia existencial, esta pieza era la única que todavía estaba en manos privadas. Los Olsen, una familia de armadores noruegos eran sus propietarios. El padre de Petter Olsen, actual propietario, fue vecino, amigo íntimo y mecenas de Eduard Munch, por lo que adquirió un buen puñado de obras desde finales de los años veinte. Además jugó un papel crucial para evitar la destrucción de casi 20 originales de Munch cuando los nazis incluyeron al pintor noruego en su catálogo de artistas degenerados. Forense de nuestras miserias y transgresor de las leyes del arte, Munch vivió una vida atormentada, marcada por la muerte, la angustia y la enfermedad. Trazos que se vislumbran en su obra. Su madre murió cuando él
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era demasiado niño para gritar, tenía cinco años, pero el suceso afectó a su padre, severo y dominante, de por vida. Poco después, su hermana Sophie, hilo conductor de sus aficiones, el arte y la música, murió de tuberculosis, momento que marcó el final de su infancia. A los 17 años tuvo que abandonar sus estudios universitarios por diversas enfermedades. Fue entonces cuando Munch alzó el pincel y expresó sus sentimientos sordos al mundo. En una ocasión dijo que no se podía pintar eternamente a mujeres cosiendo y hombres leyendo. Él quería pintar a gente que respirara, que amara, que sufriera y, por tanto, que gritara. Y se puso a ello. En 1890, a raíz de la muerte de su padre, inicia una colección de varias pinturas bajo el título «El Amor» en el que Munch quería atravesar ese puente que separa las etapas de un romance y donde El grito representaba el trágico fin de la historia de amor, envuelto en angustia. Se trataba del último cuadro de la serie que el propio autor calificó como «un poema sobre la vida, el amor y la muerte». No consiguió Munch durante su vida ser recordado por éste ni por el resto de su obra. El grito fue calificado como perturbador y propio de un autor demente. Fiel a su propia historia, no fue hasta su muerte y sobre todo, tras aparecer en portada de la revista Time en 1961 para ilustrar los complejos de culpa y ansiedad, cuando Munch pudo gritar a los cuatro vientos su talento. Desde entonces el cuadro parece rejuvenecer como una viñeta que ilustra los tiempos que nos ha tocado vivir. Tiempos de gritos en silencio y oídos sordos que nos tienen sumidos en la mayor de las angustias, con un presente asfixiante y un futuro teñido de rojo fuego. Tiempos en que solo el arte sigue fumando en pipa.
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Pura y Limpia
Manantial de Clara
El SILENCIO DE MARÍA Sor Inês da Santíssima Trinidade, OIC
Monasterio de Campo Maior (Portugal)
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odo lo que es definitivo nace y madura en el seno del silencio. La gracia de Dios actúa en el silencio. Penetra silenciosamente en el corazón y en las entrañas humanas. Así fue hace 2000 años. El silencio se detuvo y se encarnó en María, juntamente con el Verbo. En esos nueve meses, María no necesitó de palabras para rezarle a su Dios. Nunca la comunicación es tan profunda como cuando no se dice nada y nunca el silencio es tan elocuente como cuando todo se calla. Antes del anuncio del ángel para que fuese la Madre de Jesús, seguramente, la vida de María estuvo hecha de momentos muy prolongados de silencio, de contemplación, de reflexión. «María guardaba todas las cosas meditándolas en su corazón». Solo así se comprende que haya desarrollado un trato tan intenso e íntimo con el Altísimo, conociéndolo en profundidad en una relación de confianza y fe, al punto de contestar a tan gran reto con un «hágase», prueba de confianza sin límites en el amor y poder de Dios. El silencio de la anunciación no es un silencio pasivo, sino pleno de libertad, de una libertad que elige abandonarse en las manos de Dios una vez más. Frente al Dios amor que la Virgen conoce, no puede dudar que también ahora Él le enseñará el camino, le dará fuerzas para seguir adelante. En María el silencio adquiere un nuevo significado, es un silencio fecundo. No se trata de callar por callar, sino de callar para escuchar, para adorar, para alabar… Al hablar del silencio en la vida de la Virgen María estamos ya hablando de la personalidad de María, pues es algo muy propio de ella. Parece que el silencio es su identidad, como si fuera su nombre propio. Podemos decir que el silencio era en la vida de María Inmaculada su forma de estar, de ponerse delante de su Dios, delante de su propia vida y de su modo de ver el mundo, a los demás… Sin embargo, se asocia al silencio de la Madre de Dios, características propias como, disponibilidad, plenitud, servicio, fecundidad, fidelidad y una gran humildad reverente ante el misterio de Dios que tantas veces la sobrepasaba. ¿Pero qué sentido tiene, en nuestros días, hablar del silencio? Será todavía un valor o algo incomodo que hay que colmar con ruido, música…? En nuestros días se siente la necesidad de silenciar el silencio… El silencio por si mismo nada vale. ¿De qué vale estar callado, si dentro hay rencor y odio? Silencio puede ser indiferencia, puede ser comodidad, pereza, etc. Pero muy distinto está llamado a ser el silencio de una concepcionista. Teniendo como modelos a María y Beatriz nuestro silencio debe ser fecundo, cargado de intimidad con el Esposo. Silencio en el exterior para que dentro del corazón podamos escuchar: A fin de alcanzar la unión con Dios y permanecer en diálogo constante con Él, meta suprema de toda vocación humana, las hermanas concepcionistas procuran vacar sólo a Dios en soledad y silencio, en asidua oración y generosa penitencia. (Constituciones Generales de la OIC 69. 2). Desde la soledad y el silencio, las monjas de la Orden de la Inmaculada Concepción expresan este rasgo de la Virgen sin mancilla, como medio fecundo de estar vigilantes, a la escucha de la voluntad del Altísimo cada día. Así, el silencio es nuestro compañero de viaje, llevándonos tantas veces a buscar las actitudes de Aquella que supo vivir en el silencio supremo.
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«Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a todas mis hermanas, así presentes como venideras, que se esmeren en seguir siempre el camino de la santa sencillez, humildad y pobreza, y en guardar el decoro de una vida santa, según nos lo enseñó nuestro padre san Francisco al principio de nuestra conversión a Jesucristo. Con lo cual, no por nuestros méritos, sino por la sola misericordia y gracia del dador de todo bien, que es el Padre de las misericordias, difundirán las hermanas el buen olor de su fama, lo mismo para las que están lejos que para las que están cerca. Y amándoos mutuamente en la caridad de Cristo, manifestad externamente con vuestras obras el amor que os tenéis internamente, a fin de que, estimuladas las hermanas con este ejemplo, crezcan continuamente en el amor de Dios y en la recíproca caridad. […] Una vez, pues, que hemos entrado por el camino del Señor, guardémonos de apartarnos de él en manera alguna por culpa nuestra, negligencia e ignorancia» [Testamento, 56-59. 74]. Santa Clara de Asís
Consagración de santa Clara, s. XV
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Barrera del sol
EN LA SALA DE MÁQUINAS DE LA SANTA CASA
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Francisco de Asís Oterino Villasante, OFM
a noticia me nubló la tarde. Acudí con presteza al requerimiento del móvil; aguardaba otra llamada. Más que en los oídos, la información me estalló en el corazón. En el periplo vital del concernido, el desenlace cuadraba sobradamente. En el paréntesis abierto en nuestras relaciones, desde mí salida de Guadalupe, no, aunque habían discurrido dos décadas sobradas. En el corazón, recuerdo y afecto permanecen embalsados sin conjugar el paso del tiempo. La voz de Petisita llegaba desde Guadalupe con la triste nueva: ha muerto Pepe el carpintero. No lo pude evitar; la tarde se me pobló de recuerdos. Los seis años, vividos con intensidad, al timón del navío de la Morenita, se me agolpaban en la memoria y me volvían la imagen de Pepe, enfundado en su mono de trabajo, oficiando la liturgia de conservación del patrimonio mueble en el Alcázar de la Reina. En realidad, así era. La reducida carpintería funcionaba como un pequeño santuario consagrado a la recuperación y mantenimiento del patrimonio de la Casa. Recuerdo el día en que, con no poco misterio, me mostraba los restos de un antiguo bargueño, encontrados en algún perdido trastero. Solía, me confesó, mostrarlos a cada nuevo Superior por ver el destino que cabría darles. Estábamos acomodando la capilla del Noviciado y entre ambos pensamos utilizarlos como frontal del sagrario. Novicios y Maestro se implicaron incluso en trabajos de devolver a las piezas a su primitivo estado. Había que reponer láminas de hueso, tallarlas, decorarlas, completar dorados… El resultado final luce ya como patrimonio del Monasterio. La sillería del coro arrastraba aún las consecuencias de años trascurridos tras la exclaustración, el paso del tiempo y el turismo, no siempre respetuoso. Remates, trozos de crestería, y perinolas desaparecidas…, todo fue saliendo de nuevo en madera de nogal, como el resto, de las manos de Pepe y su nada despreciable colección de gubias. Fueron meses muy largos e intensos que dieron como resultado la recuperación de una de las piezas más señaladas del monumento, aunque al profano pasase desapercibido. Culminó todo con la recuperación del tenebrario, rococó, esta vez con la eficaz colaboración de Mary Mar su hija, en la limpieza, reposición y fijación de policromía, hasta devolverle a la condición de pieza de museo. Pervive fresca igualmente en mi memoria la anécdota: acabábamos de completar la adecuación de la antigua ropería para museo de pintura y escultura. Había hecho una verdadera obra de arte en restauración de las contraventanas: sus finas tracerías, policromados y herrajes. El portalón de entrada decidimos copiarlo, dado su deplorable estado. Se comprometió a reproducirlo, incluida la policromía con idénticos pigmentos que la original, como hoy se contempla. En el Corona de Espinas de Madrid reinaba, a la sazón, Dionisio Hernández Gil. Presencié la escena: mostraba él a un colega las puertas, sacando pecho. Yo, que venía detrás, aceleré el paso, me identifiqué y completé la información: «Aquí, en la modesto taller de la Casa y por manos de nuestro carpintero, aún se hacen cosa así…» y me quedé muy crecido, también por la bendición otorgada a la obra de nuestro artesano. Aún más, a modo de guinda: recuerdo la escena con mezcla de rabia, repugnancia y gratitud. Siempre con su ayuda, culminábamos la colocación de las diversas piezas, escogidas por el museólogo, en las vitrinas del nuevo museo, diseminadas por los más variados lugares. Desde la ochava, donde históricamente se habían ido acumulando las más diversas, nos disponíamos a trasladar una pequeña talla de la Santa de Ávila, de escuela castellana; al ir cogerla por la peana, me quedé entre las manos con una blanca y repugnante masa de termitas. Por fortuna, el banquete de las temibles hormigas no había ascendido a la talla. Mientras yo me empleaba con rabia contra el ejército invasor, mi buen Pepe lo hacía reco-
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giendo parsimoniosamente hasta la más pequeña astilla de la corteza, que era lo que habían dejado las lucífugas. Con ellas recompuso pacientemente la figura original y la rehízo exacta en madera de caoba, como hoy se exhibe en el museo. De aquel pequeño taller lo mismo salían rehechas las cajas de los órganos procesionales, como muebles antiguos vueltos a su primitiva belleza. Siempre, justo es decirlo, en competencia con el requerimiento de los responsables de las demás áreas, para acudir a las más variadas urgencias de cada día. De todos los recuerdos, me quedo, cómo no, en el camarín de Señora y la preciosa y monumental araña de los duques del Infantado. A la puerta de mi pequeño despacho acudía a media mañana un fray Joaquín, con semblante que no respondía a la imagen de sí mismo. Las palabras parecían resbalar lentas por su luenga barba: «Se ha caído la lámpara del Camarín». Solo alcancé a ordenar imperiosamente: «No toquen nada». Volé a la carpintería a buscar en Pepe opinión para iniciar una salida. Los dos ahora lo hicimos al lugar del suceso, donde nos aguardaba la penosa visión de una plasta de cristales desparramados, y muchos, rotos. Yo sólo pensaba que aquello no fuera verdad, sino una mala pesadilla. Él, en cambio, no solo no perdía su habitual calma, sino que además, perfilaba los primeros pasos a dar. Antes que nada, recoger hasta el último fragmento. Como de costumbre, en el pequeño taller se inició el delicado trabajo de clasificación, pegado de fragmentos y recomposición, Para reponer piezas imposibles de recuperar, un equipo, con Mary Mar y fray Javier se trasladó a Sevilla para buscar, en una casa especializada, las que necesitábamos. Verdad es que, expertos en la materia, me consta, han advertido la presencia de las incorporaciones, pero la grandiosidad y belleza de la lámpara sigue llenando la majestuosidad del camarín. En esa tarde pensaba en mi eficaz colaborador, enfundado en sus mejores galas, afanado en buscar junto al trono de la Morenita del Cielo, alguna pieza que restaurar…. — ¿Te acuerdas, Pepe…? Cuando pases junto a ella, dile algo de los que aquí te seguimos recordando con afecto.
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Un paseo por la historia guadalupense
JUAN SERRANO, El ÚLTIMO PRIOR SECULAR Arturo Álvarez Álvarez
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de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras
ijo ilustre de Ávila, su amistad con el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, le llevó a la capellanía Real de Toledo y le introdujo en la Corte, donde tuvo una honda amistad con el rey Juan I de Castilla, que le encomendó delicados asuntos diplomáticos, fue su confesor, lo presentó para los obispados de Segovia (1388-1390) y Sigüenza (1390-1402) y lo tuvo como «Ome de quien él fiaba e era su Chanciller del sello de la Poridad», en decir de Pero Lope de Ayala1. A finales del siglo XIV ya era famosa la Iglesia de Guadalupe, nacida como ermita, en el reinado de Alfonso X el Sabio, citada en un documento del año 1327 como graviter collapsa (gravemente ruinosa) y sustituida c. 1330 por el grandioso templo que, con muchas reformas, aún admiramos y fue engrandecido y puesto bajo su patronazgo por el rey Alfonso XI, en agradecimiento a la milagrosa Virgen de Guadalupe a la que atribuyó su victoria en el Salado (1340), creando un priorato de doce clérigos para celebrar el culto divino y atender a los muchos romeros que, a diario, llegaban a rezar a la prodigiosa imagen y que su hijo Enrique II aumentaría con otros doce clérigos cuyo gobierno duró hasta el año 1389, regido por cuatro priores elegidos por los reyes, patronos de la Iglesia: el cardenal Pedro Gómez Barroso, llamado por Alfonso XI cuando estaba con la curia papal, en Roma; Toribio Fernández de Mena, capellán del rey Pedro I; Diego Fernández de Mena, elegido por Enrique II siendo deán de la catedral de Toledo; y Juan Serrano, nombrado por Juan I. Último prior secular de la Iglesia de Guadalupe Al fallecimiento de D. Diego Hernández de Mena —que aún vivía en septiembre de 1379—, el rey Juan
I presentó para sucederle a D. Juan Serrano, cuya llegada a Guadalupe, como prior, ignoramos, pero que consta residiendo en un albalá datado el 17 de septiembre de 1382 y firmado por el portugués Juan Lorenzo da Cunha, vasallo del infante D. Juan, en que acepta que adeuda mil maravedíes a «don Juan Serrano, prior de Santa María de Guadalupe». Y el hecho documentado de que el 22 de agosto de ese año firmara Juan I en Guadalupe, nos hace suponer que el monarca y Juan Serrano bien pudieron llegar juntos a la toma de posesión de su priorato. A su llegada a Guadalupe, ya era éste el santuario más afamado de Castilla y Portugal, por los milagros que Dios obraba a través de la imagen de la Virgen Morena. Y gracias a la protección, los privilegios reales y el esfuerzo de los primeros priores, el templo estaba terminado y el santuario protegido por sólidos muros y altas torres que lo convertían en una fortaleza, lo que nos explica que Juan Serrano casi no tuvo que realizar obras de importancia, y solo tuvo que velar por el buen gobierno y labor de los clérigos, mantener, alojar y curar en el hospital a los que llegaban en devota romería y también ocuparse del rico patrimonio de bienes muebles e inmuebles acumulado a lo largo de casi medio siglo de vida, además de servir fielmente al Rey. Lo que nos hace suponer que debió viajar con frecuencia a la Corte, sobre todo a partir del año 1388, en que, además, tuvo que ocuparse de gobernar la diócesis segoviana. Y, dada la gran amistad de Juan Serrano con el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, es muy posible que le animara a construir la sólida y hermosa puente sobre el río Tajo, que el arzobispo de Toledo levantó sobre el proceloso río «a reverencia y honor de Santa María de Guadalupe», y para comodidad de los romeros que ya llenaban los caminos del norte de España, dando co-
1.- Pero Lope de Ayala, en su Crónica del rey don Juan I, cap. IX, ff. 234-235. Este gran poeta e historiador tomó parte en esta batalla, donde fue apresado y encerrado en la torre portuguesa de Óbidos. Y allí, entre rejas, añadió a su obra El rimado del Palaçio, escrita en otra prisión de Inglaterra, esta bellísima plegaria a la Virgen de Guadalupe: Sennora, por quanto supe/ tus acorros, en ti espero/ e a tu casa en Guadalupe/ prometo de ser romero./ Tú muy dulçe melesina fueste siempre a cuitado,/ e acorriste muy ayna a los tus encomendados;/ por ende, en mis cuidados e mi prisión tan dura,/ vesitar la tu figura fue mi talante primero…
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scriptoriumguadalupense / 11 mienzo las obras en junio de 1383, inaugurándose cinco años más tarde. Aljubarrota Un nombre tristemente célebre en la historia de Castilla y muy ligado a Guadalupe. Al fallecer (1383) sin hijos varones el rey portugués Fernando I, Juan I de Castilla —casado con Beatriz, hija única del monarca luso—, se consideró con derecho al trono de Portugal, lo que estorbó el pueblo portugués prefiriendo a Juan, gran maestre de Avis, hijo bastardo de Pedro I de Portugal y de Teresa Lourenço —y medio hermano del también aspirante al trono D. Dionís, quien, al perder, se refugió en Castilla con su esposa Juana y ambos pidieron ser sepultados en Guadalupe—. El año 1385 fue proclamado, en Coimbra, rey el bastardo Juan I. Pero decidido a engarzar el reino de Portugal en la Corona de Castilla, el joven y valeroso monarca castellano puso sitio a Lisboa, bloqueándola por mar y tierra; pero la peste atacó a sus soldados, obligándole a levantar el cerco, a la vez que Nuno Álvares Pereira rechazaba a los castellanos del Alentejo. Rehecho su ejército, el rey castellano, con ayuda de soldados enviados por el rey de Francia, se enfrentó nuevamente, el día 14 de agosto de 1385, al ejército portugués junto a la aldea de Aljubarrota, que contaron con la ayuda decisiva de los lanceros ingleses,
mandados por el duque de Lancaster, Juan, pariente de Felipa, esposa de rey lusitano: «Que eran muchos e tiraban muchos dardos e saetas e piedras, en guisa que los caballeros [castellanos] no podían entrar en ellos… ni pudieron pasar los valles que tenían delante… al rey, al comenzó de la batalla, como estaba flaco, leváronle en una andas caballeros e escuderos que eran ordenados para la guarda de su cuerpo; e desque vieron la batalla vuelta, pusiéronle en una mula; e cuando vieron que las gentes del rey se retraían e mucho de ellos cabalgaban para se ir del campo, entonces pusieron al rey en un caballo e sacáronle del campo, magüer estaban muy doliente. E duró la porfía de la batalla, antes que paresciese quáles perdían o ganaban, media hora asaz pequeña». (Pero Lope de Ayala, Cap. I). Para costear esta desafortunada batalla acudió el rey castellano a su amigo Juan Serrano, que no tuvo reparo en deshacer el rico trono de la Virgen que labrara su antecesor en el priorato, Diego Fernández, y cuya plata valió mil ducados, que el generoso monarca pagaría, al año siguiente, dando a la iglesia de Guadalupe las escribanías y el portazgo de Trujillo y su tierra, como leemos en esta carta de Juan I: «… Por los grandes menesteres en que estamos desta guerra que tenemos contra los traidores rebeldes de nuestro Reino de Portugal… para hacer mone-
Miniatura de la batalla de Aljubarrota (1385)
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da y pagar sueldo, así a los nuestros naturales como a las gentes extranjeras que vienen a servirnos, que vendemos a la Iglesia de S[an]ta. M[arí]a de Guadalupe, que es en los nuestros reinos, con v os Juan Serrano, Prior de la dicha Iglesia, recibiente la dicha compra por nombre de la dicha Iglesia… el nuestro portazgo y la nuestra escribanía que tenemos en la nuestra villa de Trujillo y en su término, con todas las rentas que podéis administrar por precio2180.000 maravedís, que hacen 10 dineros el maravedí, los cuales nos pagasteis en buena plata para hacer labrar la dicha moneda, contando cada marco a razón de 180 maravedís, que montan 1.000 marcos de plata dicho precio, los cuales 1.000 marcos los recibió Diego González de Medina, tesorero de moneda de Toledo. Dado en Burgos el 30 de junio de 1386. (Documento incluido en la confirmación de un real privilegio de Enrique III sobre la venta de los derechos de las escribanías y portazgo de Trujillo y su término a favor del monasterio de Guadalupe, datado el 28 de diciembre de 1393). Como curiosidad, que recoge el padre Germán Rubio, muchos devotos de la Virgen de Guadalupe atribuyeron esta derrota a un castigo del cielo, por haber destruido su rico trono, cuyos bellísimos esmaltes de Limoges utilizaría, un siglo más tarde, el monje fray Juan de Segovia, para embellecer la arqueta utilizada en el monumento de Jueves Santo. Lo malo es que, a lo largo de los siglos, éste fue el primero de otros varios tronos; unos robados y otros donados generosamente para sacar de apuros económicos a España. Hábil diplomático Aprovechando la derrota —cuya noticia consternó a los castellanos y su Rey, que declaró luto nacional— y la delicada salud de Juan I, el duque de Lancaster vio la oportunidad de que el trono de Castilla pasara a sus manos, alegando que su esposa Constanza era hija del rey Pedro I de Castilla. Y el año 1386, el Duque, que «con muchos navíos e muchas gentes de armas, aportó a la Coruña, anduvo por Galicia e envió al rey don Juan un Heraute por el que le envió decir que le facía saber cómo él era venido en Gallicia, e traía consigo la Reyna doña Constanza… e que venía demandar los Regnos de Castilla e de León, por derecho que la dicha su mujer doña Constanza; e que si el rey Don Juan decía que non era así, que gelo entendía poner en batalla poder por poder»(Lope de Ayala, obra citada, f. 235). Pese a un reto tan descarado por parte del Duque inglés que un año antes había sido parte decisiva en la derrota del rey de Castilla, éste acogió bien al heraute, le regaló de sus joyas y le contestó que le enviaría la respuesta con sus mensajeros.
Legalmente, tal vez tenía razón el Duque y, por las malas, Castilla no estaba en condiciones de meterse en una nueva guerra, lo que aconsejaba llegar a un acuerdo que satisficiera a ambas partes. Y días más tarde, Juan I le envió, para tratar tan delicado asunto, al prior de Guadalupe, D. Juan Serrano, y, con él, al caballero Diego López de Medrano y a Alvar Martínez de Villareal, doctor en Leyes y Decretos, los cuales fueron a entrevistarse con el Duque en Orense de Galicia para tratar el espinoso asunto. Como cabeza de la misión, el prior de Guadalupe tomó la palabra y dijo al Duque que el rey de Castilla, de León y de Portugal «tiene por bueno e justo título, que los ha por derecha herencia, e que vos no fuistes bien informado que vuestra mujer haya más derecho que él; e si lo queredes demandar él vos responderá delante aquel que puede ser juez dello, e vos cumplirá de derecho e de justicia. E faciendo él esto, que vos requiere con Dios e con el Apóstol Santiago que vos non entredes en sus tierras e Regnos; e si tal ficieredes, que entiende que lo facedes con orgullo e sobervia, e face dello Juez a Dios».(Lope de Ayala, f. 235). A continuación tomó la palabra López Medrano y mientras él trataba de convencer al Duque, éste habló reservadamente con el prior de Guadalupe, que le ofreció una solución que, al final, triunfaría: el compromiso de matrimonio del hijo de Juan I, infante D. Enrique, con Catalina, hija del Duque y su esposa Constanza. La entrega de la iglesia a los monjes jerónimos Como recompensa por sus servicios y, sobre todo, por el éxito en la entrevista con el duque de Lancaster, el agradecido monarca presentó a Juan Serrano para la sede episcopal de Segovia, que rigió desde octubre de 1388 hasta 1390, ocupando después la sede de Sigüenza hasta su fallecimiento, en 1402. Y aunque el priorazgo y la mitra no debieron dejarle mucho tiempo para morar en Guadalupe y ocuparse de sus problemas, sí pudo darse cuenta de que la convivencia con buen número de judíos —asentados en la puebla desde sus mismos orígenes— y los cristianos no solo dañaban la fe y devoción de éstos, sino que eran causa de la relajación y malos ejemplos de los clérigos, hasta el punto de que se quejó personalmente al rey con frases tan duras como éstas: «Señor, debéis saber de muy cierto que ellos [los clérigos] hacen allí muy poco servicio a Dios y a su Santa Madre… Porque sabrá, vuestra Alteza, que aquella santa iglesia está muy mal servida de los clérigos, que no viven castamente, estando amancebados…, siendo, por esta causa, muchos cristianos malos, por seguir las costumbres de los
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GUADALUPE. Juan Serrano entrega a los Jerónimos la iglesia de Guadalupe. Lienzo del s. XVII
dichos judíos…(Écija, Libro de la invención de esta Santa Imagen de Guadalupe… pp. 110-111) . Este tan duro informe motivó que el monarca autorizara a Juan Serrano a sustituir los clérigos seculares de la iglesia de Guadalupe por frailes mercedarios — elegidos, tal vez, para agradar a doña Beatriz, esposa del rey—; pero sus discrepancias con el prior fueron la causa de que al año abandonaran Guadalupe; lo que sirvió para que, con el beneplácito real, Juan Serrano consiguiera, en 1389, que los monjes jerónimos de Lupiana (Guadalajara) aceptasen hacerse cargo de la Iglesia de Guadalupe y levantar allí un monasterio. Fundación que el rey Juan I —devoto de la Virgen extremeña, al igual que sus predecesores—, después de renunciar al patronazgo que sobre la Iglesia tenía, firmó su entrega a la orden jerónima en una solemne Real Provisión fechada en Sotos Albos (Segovia) el día 15 de agosto de 1389 —un año después haría Juan I entrega de El Paular a los monjes cartujos, y el 9 de octubre de 1390 fallecería, de caída de un caballo, con solo 32 años de edad—, siendo elegido primer prior regular el noble cacereño fray Fernán Yáñez, que recibió la Iglesia con todos sus bienes, aldeas y privilegios, de mano del prior/obispo Juan Serrano,
autorizado para ello por del arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, el día 22 de octubre del mismo año. Un triste final Antes de fallecer, Juan I había promovido a Juan Serrano para la sede muy codiciada de Sigüenza; y pese a que el nuevo monarca, Enrique III, le había reemplazado en el cargo de canciller del Sello de la Poridad, gracias a los buenos oficios del arzobispo de Toledo, en 1392 lo hallamos de nuevo en la escena política y un año después aparece como acompañante asiduo del nuevo monarca y miembro de la Corte real y, tras la muerte del arzobispo toledano, como privado del rey y el personaje más influyente de la Iglesia de Castilla. De otra parte, la muerte de los arzobispos de Toledo, Pedro Tenorio (1399) y de Sevilla, Gonzalo de Mena (1401) desembocó en una disputa entre el papa Benedicto XIII, que quería imponer para la sede toledana a su sobrino, Pedro de Luna, y Enrique III, que apoyaba a Juan Serrano para ese puesto, aunque, al fin, sería aquél el que ocupó la sede primada en julio de 1403. Antes, el cabildo toledano propuso al arcediano de Guadalajara, Gutierre de Toledo, para suceder a Pedro Tenorio; pero el rey se opuso, prefiriendo que tan importante sede la ocupara Juan Serrano, lo que indignó de tal mane-
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ra al joven arcediano que planeó quitar del medio a su contrincante, utilizando ciertas yerbas venenosas que, por medio de su cocinero, Juan Gómez, hizo llegar al de Juan Serrano, quien las puso en la comida de su señor, empezando a surtir un letal efecto poco después, cuando Juan Serrano se hallaba en Toledo, acompañando a la Corte. Cubierta, al fin, la sede toledana por Pedro de Luna, (aunque tardó varios años en ocuparla) y vacante, también, la de Sevilla, por fallecimiento de su arzobispo, Gonzalo de Mena, nueve días después de su muerte —acaecida el 21 de abril de 1401— escribió Enrique III al cabildo sevillano para que designara a Juan Serrano, su confesor y obispo de Sigüenza, para ocupar esta sede y con esa idea bajó a Sevilla el Rey con su Corte y don Juan Serrano, cuya salud se iba deteriorando y —antes de ocupar la sede hispalense— falleció en Sevilla el 24 de febrero del año 1302. Bajo la sospecha de envenenamiento, fue el propio monarca el que, abrió una investigación; cerrada un mes más tarde, al confirmarse las sospechas, siendo enviado a prisión D. Gutierre de Toledo. Sólo después de fallecer Enrique III, y gracias a su noble linaje y poder, logró una sentencia absolutoria, consiguiendo incorporarse a la Corte, gracias a su amistad con D. Fernando, hermano del rey difunto, lo que le ayudaría a escalar altos cargos, entre ellos las mitras tan ansiadas de Sevilla y Toledo.
En su testamento, Juan Serrano dispuso ser sepultado en su querido templo de Guadalupe, donde reposan sus cenizas, en la capilla de san Gregorio, en un monumento con su estatua yacente, revestida con los ornamentos episcopales y labrada en fino alabastro por los maestros tallistas Ferrand González y Pedro Sánchez. Sobre su tumba hay un azulejo del siglo XVIII en que leemos: «Hic jacet el Ilmo. Sr. D. Juan Serrano, obispo de Segovia, 4º prior de este Santuario. Nos dio la posesión de él el 22 de octubre, 1389, y murió en 1402.» Fuentes utilizadas -Pero Lope de AYALA, La crónica del rey don Pedro I, Enrique II y Juan I. Ed. 1526 -Diego de ÉCIJA, Libro de la Invención de esta Santa Imagen de Guadalupe. Ms. escrito c. 1514 y publicado en Cáceres, 1953, por fray Arcángel Barrado, ofm. -AMG (Archivo del Monasterio de Guadalupe), Legajo 7. -Germán RUBIO, ofm, Historia de Ntra. Sra. de Guadalupe, Barcelona 1926. -Toribio MINGUELLA, osa, Historia de la diócesis de Sigüenza y de sus obispos, Madrid 1910, 3 Vols. -José Manuel NIETO SORIA, Un crimen en la Corte, Madrid 2006.
GUADALUPE. Sepulcro de D. Juan Serrano. Alabastro de Ferrand González y Pedro Sánchez (1403-1407)
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San Pedro de Alcántara, Patrón principal de Extremadura (1962-2012)1 Fray José García Santos, OFM Convento de la Purísima Concepción de El Palancar
¿Qué es un Patronato? En lo tocante a nuestro tema, patronato es una institución eclesiástica, mediante la cual san Pedro de Alcántara es nombrado Patrono de Extremadura. Hurgando un poco en su etimología, observamos que la raíz común, tanto de patrón como de patronato, es padre, en su doble vertiente: dador de vida y protector de la misma. De este modo se pone de relieve que el tema no es baladí, ya que afecta a la vida misma. Celebramos con gozo el don de la vida, al tiempo que reconocemos nuestra indigencia; de ahí la búsqueda de auxilio y protección en alguien que es más que nosotros. Se establece entonces una doble relación de amistad y alianza: alguien me ayuda en mis necesidades y yo lo celebro proclamándolo en acción de gracias. En el lenguaje cristiano eso se llama culto: manifestación gozosa y agradecida de los bienes recibidos. Resulta entonces que el Patronato, lejos de ser una institución fría, es en verdad un cauce de vida entre el Patrón y el patrocinado. En una perspectiva teológica, cuando nosotros, los cristianos, hablamos de padre, nos referimos al Padre todopoderoso, de quien proviene la vida y el cuidado de la misma. Elegir pues a uno por Patrón es colocarle en la línea del Padre y con sus mismas preocupaciones, sólo que a escala reducida, ya que todopoderoso sólo es Dios. Es también poner de manifiesto la infinita misericordia de Dios, repartiendo su paternidad entre tantos y tantos que lo han cogido en su corazón. Su nombre concreto es el de santo, y significa que entre ellos y nosotros hay una comunión (la comunión de los santos), mediante la cual podemos acercarnos a ellos con toda confianza, sabiendo que están ahí para interceder por sus hermanos. Así lo recoge la oración del día de Todos los Santos: «Concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia
VILLARREAL (Castellón). San Pedro de Alcántara, talla de Ignacio de Vergara (1715-1776)
1.- Las iglesias particulares de la región extremeña festejamos este año el L Aniversario de la declaración del Patronato de San Pedro de Alcántara (1499-1562), juntamente con Santa María de Guadalupe, sobre Extremadura, efectuado por breve del Papa Juan XXIII el 22 de febrero de 1962, durante las celebraciones del IV Centenario de la muerte del Santo extremeño, ocurrida el 18 de octubre de 1562 en Arenas (Ávila), donde está su sepulcro. Guadalupe, consciente de la importancia de tal Patronato y de la figura del más extremeño de los santos, empezó a publicar (Cf. 825 (2011) 27-28) una serie de artículos firmados por fray José García Santos, fraile de El Palancar. Reanudamos con esta entrega la serie hasta ver coronado el Cincuentenario.
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de tu misericordia y tu perdón». Texto grandioso, que nos permite descubrir el verdadero objeto de nuestras peticiones en sentido cristiano. Surge ahora una pregunta. Nuestro intercesor ante el Padre es Jesucristo, que cumple superabundantemente su oficio; ¿por qué entonces patronos e intercesores humanos? La respuesta no puede ir en el sentido de que Jesucristo necesite ayuda alguna, sino en descubrir que, al tomar nuestra naturaleza, hace a cada uno de nosotros partícipes de todo lo suyo, siendo los santos sus mejores exponentes. Así, el patrón, el intercesor, se convierte en el brazo alargado de Jesucristo, el gran intercesor. La elección concreta de un patrón obedece a varios motivos, todos ellos relacionados con la fe. Así, Santiago es Patrón de España, por la tradición que vincula su presencia en nuestra patria con el anuncio del Evangelio. Esta relación de fe puede tener su origen en la cercanía geográfica del patrón y sus patrocinados; tal es el caso de nuestro san Pedro de Alcántara, que vivió su vocación cristiano-religiosa en estas agrestes tierras de Extremadura. Su elección es la verificación de la fuerza vital de la iglesia extremeña, capaz de cincelar entre encinas y peñascales la arrolladora santidad de uno de sus hijos. Tenerlo por patrón es reconocerlo como fruto exquisito de esta porción de la Iglesia universal que peregrina en Extremadura, ofreciéndonoslo como modelo. Que todo eso significa Patronato. Misionero popular Una de las facetas poco conocidas (pienso yo) de san Pedro de Alcántara es su trabajo evangelizador, que ocupa lugar preeminente en su vida.
No era aún sacerdote, cuando en 1523 se presentó en Belvís de Monroy (Cáceres) el ministro general de los Frailes Menores, fray Francisco de los Ángeles Quiñones, con el osado empeño de enviar una brigada de frailes a evangelizar a Méjico. Serán los que más tarde van a recibir el glorioso nombre de Los Doce apóstoles de Méjico. Dicen que, al solicitar voluntarios, uno fue el joven fray Pedro de Alcántara, al que el ministro general le dijo: «Tú, no; tu trabajo está aquí». No parece sino que al santo le acometiera la vena de conquistador, de la que tenía exquisitos ejemplares en sus paisanos extremeños. Años más tarde, un seguidor suyo, fray Juan de los Ángeles, trasladaría ese afán de conquista al mundo del espíritu, titulando Conquista del Reino de Dios a uno de los más bellos ejemplares de la literatura religiosa. Conocedor de ese espíritu, fray Francisco de Fregenal, que lo había admitido a la Orden y que a la sazón era ministro provincial, recién estrenado su sacerdocio (año 1524), le encomendó el oficio de la predicación, dejando a un lado la norma general, que no autorizaba la concesión de ese oficio sino después de varios años de sacerdote. El criterio del ministro provincial era muy sencillo: si son tantos los que se edifican viéndolo decir misa y contemplando su estilo de vida, ¿cómo no va a ser provechoso el encargo de la predicación? Se resistía el santo; pero al fin, como era su costumbre, obedeció y se puso en marcha, llevando como únicas herramientas una Biblia y un crucifijo. Los textos sagrados más utilizados por él (dicen las crónicas) eran el libro del Eclesiástico y los profetas. El primero, porque presenta una serie de reflexiones sobre el sentido de la vida, seguido de un puñado de personas que encarnan ese espíritu; los segundos, porque nos presentan una puerta siempre abierta a la esperanza, como remedio de nuestra condición pecadora, que tuvo su realización en Cristo Jesús. La gente iba tras él y lo aclamaba con el título de «glorioso apóstol del Señor». En 1528 predica en Plasencia, con extraordinario fruto. Que lo digan si no el marqués de Mirabel, el conde de Torrejón, D. Francisco Floriano y D. Rodrigo de Chaves, todos ellos traídos al buen camino bajo la dirección de san Pedro, del que fueron siempre muy devotos. Famosa fue la cuaresma de 1531 en Badajoz. Muchos de los que volvían al redil de Cristo entraban en Religión; otros, en cambio, aconsejados por el santo, quedaban en el mundo, afiliados en lo posible a algún movimiento eclesial. Al concluir la misión, fundó la Cofradía del Cordón y restauró la Tercera Orden Franciscana, de la que fue gran propagador. Año 1535. De nuevo recibe el oficio de predicador. Su itinerario lo podemos seguir esta vez con cierta precisión. Comienza en Belvís de Monroy (Cáceres), de donde pasa a Ciudad Rodrigo (Salamanca), evangelizando la zona de Gata. Continuó hasta Plasencia, haciendo lo mismo por aquellas tierras, llegando hasta Trujillo. Saltó luego a Badajoz, prosiguiendo su viaje a Jerez de los Caballeros, continuando por el sur hasta Sierra Morena, «siguiéndole los pueblos». Esta apostilla del cronista habla muy elocuentemente de su impacto social. Prosigue el cronista diciendo que tenía una voz sonora y suave. Su predicación iba seguida de la instalación de cruces por los caminos y por los montes; a veces eran muy grandes, para que pudieran verse desde lejos. El ritual era éste: se armaba la cruz, se la echaba al hombro y «se ordenaba la procesión, rezando himnos y salmos».
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scriptoriumguadalupense / 17 De este tiempo son dos referencias bien señaladas por los cronistas. Una es la colocación de la cruz en lo alto de la Sierra de Gata, sin que sepamos el punto exacto. Sí sabemos que era un lugar muy alto y abrupto, adonde llegó el santo (¿de rodillas?) con la cruz a cuestas y no escasa admiración del pueblo. El otro caso se refiere a un lugar llamado Arroyo (¿Arroyo de san Serván?), «situado en la falda de un alto monte, como mira al camino real de Sevilla, por la entrada de Sierra Morena». Al invitar al pueblo para que construyeran una gran cruz y colocarla en lo más alto de aquel risco, la gente le hizo saber la dificultad tan grande de llegar allí, que ni siquiera las cabras andaban por aquellas alturas; pero el santo los convenció, se la echó al hombro y caminó hasta la cima del monte. Lo curioso es que con él llegó también todo el pueblo, que no salía de su asombro. La originalidad de san Pedro se ve también en que no se contentaba con predicar en las iglesias; escogía alguna casa adonde acudían a oírle «caballeros y personas principales del pueblo que no podían asistir con aquella frecuencia a sus sermones». Maestro de oración San Pedro de Alcántara vivía con un alto voltaje la comunión con Dios; ha sido la liturgia de su día quien nos lo ha recordado, diciendo que era un hombre de altísima contemplación. Desde esa perspectiva, el razonamiento era bien sencillo. La santidad en la Iglesia no es un privilegio para unos cuantos sino para todos los fieles, como siglos más tarde nos lo recordará el Concilio Vaticano II, al afirmar que todos los cristianos están llamados a la santidad. Y siendo cuantitativa-
PEDROSO. San Pedro de Alcántara, altorrelieve en cerámica de Joaquín Alcalde, 1999
mente los seglares el mayor número de los fieles, no es justo privarlos de ningún medio de santidad. Ahora bien, la oración es un instrumento necesario para alimentar nuestra unión con Dios; por tanto, hay que facilitar a los seglares el camino de la oración. Los seglares contemporáneos de san Pedro también rezaban sus oraciones, pero no tenían acceso a ese tipo de oración que nos coloca ante las verdades de nuestra fe, para saborearlas a fondo y llenarnos de su riqueza. Era y sigue siendo lo que llamamos oración mental o meditación. Frente al gran teólogo Melchor Cano, que no veía este ejercicio adecuado para seglares y sí para clérigos y religiosos, san Pedro rompe una lanza a favor de los seglares, iniciándolos en la oración mental. Era abiertamente un desafío, aunque no era el primero en hacerlo. Al acecho estaba la Inquisición, velando para que los textos bíblicos en lengua romance no abrieran un portillo a la interpretación protestante, que era el virus de la Iglesia en ese tiempo, a lo que san Pedro fue siempre muy sensible.
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mismo argumento que más tarde daría a santa Teresa, a propósito de quienes le decían que aquel género de vida tan riguroso como el que pretendía para sus monjas era apropiado para hombres, no para mujeres. Su respuesta a la santa fue que el Evangelio no pone distinción entre hombres y mujeres. Tan contundente fue esta respuesta, que la santa no se cohíbe de afirmar que ya no consultó con nadie más. Tengo constancia de ciertos lugares donde san Pedro fundó o secundó grupos de oración: Jerez de los Caballeros, Ávila, Plasencia, Coria y probablemente Trujillo. Se reunían en casas particulares y seguían las enseñanzas del santo. No ha llegado hasta nosotros el método y el contenido de esos encuentros, que se me antoja no demasiado estructurados, dejando amplio espacio a la innovación del Espíritu Santo, del que san Pedro era un enamorado. Pero tenemos algunas pistas. Santa Teresa dice: «Es autor de unos libros pequeños de oración, que ahora se tratan mucho en romance; porque, como quien bien lo había ejercitado, escribió harto provechosamente para los que la tienen». San Pedro de Alcántara, lienzo de Antonio Arias Fernández (ca. 1614-1684) De esos libritos uno ha llegado hasta nosotros, con el Aprovechaba las misiones que nombre de Tratado de la Oración y Meditación. Sabemos, como el misdaba y su prolongada estancia en mo san Pedro dice en la carta-prólogo, que ha sido escrito a ruegos de D. algunos lugares para crear lo que Rodrigo de Chaves, uno del grupo de Plasencia, para provecho de otros hoy llamaríamos “grupos de ora- que no formaban parte de esos grupos. Así las cosas, me pregunto: ¿no ción”. Eran grupos abiertos a to- será el Tratado el trabajo redaccional de los guiones que seguían los didos. Ya no se trataba sólo de segla- ferentes grupos? Otra cosa no me parece probable. res, es que también había mujeres Esta es la joya literaria que nos dejó el santo, que a tantos y tantos ha di(y muchas) en el grupo; lo cual no rigido por el camino de la virtud, y sigue haciéndolo. De ahí el juicio del padejaba de ser una novedad, ya que pa Gregorio XV al definirlo como «luz para guiar las almas al cielo». No se entonces seguía pensándose que la contentó con ese elogio sino que le dio al santo el título de «doctor iluminamujer es inferior al hombre. San do de la mística teología»; ordenando que lo representaran con el Espíritu Pedro resolvió la dificultad con el Santo sobre un hombro (en forma de paloma) y con la pluma en la mano.
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scriptoriumguadalupense / 19 Ermitaño en El Palancar El Palancar es el más hermoso relicario que nos dejó san Pedro en forma de convento. Basta contemplarlo serenamente para formularse la pregunta tan frecuente en los que lo visitan. ¿Y esto por qué? Estamos en 1554. San Pedro, ingresado en la Orden en 1515, había vivido intensamente todos esos años con aplauso de sus hermanos, que no dudaron encomendarle varios oficios, incluido el más alto cargo de la Provincia, con sólo 39 años. Abrevada abundosamente en la espiritualidad de fray Juan de la Puebla y de fray Juan de Guadalupe, la Provincia de san Gabriel (que así se llamaba el territorio donde vivió nuestro santo) se había incorporado desde el principio a la corriente reformista de la Orden Franciscana, que tomó el nombre de Observancia, llegando más tarde a hacerse con el control de toda la Orden. Enfrente estaban los conventuales, injustamente calificados de inobservantes, por la sola razón de no aceptar la Observancia como la única forma de relanzar la espiritualidad franciscana. Cuán injusto era ese proceder se demuestra porque también entre ellos (los conventuales) había una sincera búsqueda de los valores franciscanos primigenios. Esto, unido a que, pasado algún tiempo, los primitivos fervores de la Observancia fueron decayendo paulatinamente, llevó a nuestro santo a iniciar, con cerca de 60 años, un camino de perfección franciscana dentro de la reforma conventual, que arrancaba con todos los bríos de un neófito. Su estandarte fue una rigurosa pobreza, para poner de relieve que no son tantas las cosas necesarias a la vida y, sobre todo, para vivir de verdad la providencia divina, que con harta frecuencia convertimos en verdad abstracta. De ahí el edi-
ficio tan pequeño y la distribución tan exquisita como inteligente de todas y cada una de sus dependencias. Se cuenta que, una vez terminada la obra, les dijo a sus frailes: hermanos, esta es nuestra morada; esto es todo lo que necesitan quienes han optado por el Reino de Dios. Así lo describe el cronista fray Juan de san Bernardo: «Era tan pequeño, que todo él, con el grueso de las paredes (medido por la parte de afuera) tenía treinta y dos pies de largo y veintiocho de ancho. Dentro de este tan pequeño compás estaba una iglesia bien pequeña, y mucho más la capilla mayor, que se dividía con una reja de madera, y cabían en ella holgadamente el sacerdote y el acólito que le ayudaba a misa; y si otro alguno entraba, ocupaba mucho; el claustro era en cuadro y tan pequeño que, puestos dos religiosos en lo alto de él, uno enfrente del otro, tocaban con las manos». Los frailes moraron allí hasta la segunda mitad del siglo XVIII, observando gozosamente el desenvolvimiento de aquella vida por todo el mundo, que la historia acuñó con el nombre de «reforma alcantarina». A esas alturas, viendo que el número de peregrinos que llegaban a El Palancar para venerar al nuevo santo extremeño, canonizado en 1669, y que no había sitio para acogerlos, levantaron de planta una nueva iglesia, amplia, inaugurada en 1710. Años más tarde llegó la suerte al convento, con capacidad para unos veinte frailes, cuyo número nos pone en la pista del flujo de peregrinos, imposible de ser atendidos por el escaso número de frailes que vivían en el antiguo. Con gran pena se ven obligados a abandonar lo que durante cerca de 200 años había sido su morada; pero, conscientes de la importancia que tenía, para la Orden en particular y para la Iglesia en general, tomaron la sabia decisión de que la nueva obra (iglesia y convento) se hiciera envolviendo a la primitiva construcción alcantarina, a manera de concha que encierra a la perla en su interior, según hermosa metáfora de algún cronista. Gracias a eso lo tenemos en pie y puede ser visitado. La iglesia de CoriaCáceres siempre ha mirado con predilección este lugar de espiritualidad, al que acude con frecuencia en forma de convivencias, retiros o celebraciones. Como las que tenemos este año con motivo de las bodas de Oro del Patronato de san Pedro sobre toda TOLEDO. San Pedro de Alcántara, Extremadura. lienzo de Luis Tristán (1585-1624) en el palacio episcopal
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Centenario de la fundación del semanario Altamira Carlos Cordero Barroso Correspondiente de la Real Academia de Extremadura
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n año 2012 recordamos dos acontecimientos culturales que, hace ahora cien años, se dieron en la población extremeña de Guadalupe: la aparición del periódico semanal Altamira y la puesta en escena de la zarzuela Entre el amor y el dinero. Ambos acontecimientos son ejemplos de la inquietud cultural que una minoría burguesa, agrícola o de estudios, con un nivel de vida superior para la economía de entonces al resto de la población, ejerce en sus ratos de ocio en beneficio propio y del pueblo. Como un movimiento ilustrado sin muchas pretensiones, porque los medios no eran grandes, pero exponente de la inquietud en el campo cultural que viene desde mediados del siglo XIX, una vez desamortizado el monasterio, rodeada de una indigencia producida por la expulsión de los monjes, quienes, a pesar de los malos tiempos, aún daban trabajo a varios centenares de personas en sus varias posesiones, los mismos que no volvieron a encontrarlo con los nuevos dueños de las tierras desamortizadas.
Eruditos del Guadalupe decimonónico Es verdad, como dice el doctor Pedro Navas Valmorisco: «Lo indispensable sería que desde la Exclaustración se hubiese entregado Guadalupe al abandono y al pauperismo; pero no fue así. Terminada la guerra civil Carlista, con la que sufrió y perdió mucho, la necesidad por una parte, y los desengaños que aquella le había dado por otra, obraron en todas las familias, dedicándose al trabajo del campo con incansable afán, que no hay persona que no confiese el notable acrecentamiento de la riqueza desde el año 1840 hasta el día de hoy, pudiendo asegurarse que ha duplicado el plantío de castaños y olivos y la roturación de terrenos incultos. Esta aplicación al trabajo y la inteligencia con que se de-
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dica al cultivo dicen mucho a favor de la sensatez de este vecindario». Esto fue cierto, pero la ruina del monasterio incide en la población. El monasterio quedó repartido y el pueblo, a pesar de lo anterior, ya no encuentra trabajo como cuando estaban los Jerónimos. A esta situación económica hay que añadir la cultural: lejos de aquel esplendor litúrgico, del Colegio de Gramática, de la enseñanza en el Hospital de hombres y la protección de la niñez desvalida de cuando los monjes. No obstante, lo mismo que la población de Guadalupe, al verse desamparada, se dedicó a las labores descritas; en lo cultural, un pequeño grupo de hombres, clérigos o no, continuaron la labor musical de los monjes y se asociaron en la calle para hacer veladas teatrales, de las que tenemos noticias, y que nos servirán para este estudio. Hace unos años, el azar hizo que llegase a mis manos una carpeta de mi bisabuelo, el Dr. Manuel Cordero Reinoso, que contenía datos sobre la actividad de la asociación cultural El Liceo de Guadalupe, también llamada Sociedad de recreo, correspondiente al año 1855, cuyo tesorero y depositario era el citado bisabuelo, médico de la localidad al igual que D. Ángel Marina Robledo, padre del poeta Ángel Marina, D. Carlos Viñuelas Reboledo, hermano de mi abuela, que acabó ejerciendo en Madrigalejo, y
scriptoriumguadalupense / 21 D. Joaquín Coronado, hermano del entonces organista seglar Dionisio Coronado. En la citada carpeta hay una relación de obras de teatro puestas por la citada Sociedad, billetes, gastos, que el comisionado Francisco Meseguer, familiar de militares carlistas, presenta al tesorero. Entre las obras destacan Juan y Juana, El qué dirán y el qué se me da a mí, Los solterones, la zarzuela Don Simón, Boda improvisada, Un novio a pedir de boca, Pablo el marino…, siendo las entradas de: galería principal, lunetas, galería común y asiento general. La más cara era la galería principal, seguida de luneta (asiento con respaldo y brazo) y el asiento en banco. El arqueo, presentado en febrero de 1856, recoge los ingresos de los 34 socios que pagaban treinta reales cada uno, y las funciones dadas en 1855 (seis en total) y dos en febrero de 1856; así como gastos producidos, entre los que figuran los abonos del sargento y soldados de caballería. La Sociedad de recreo hacía festejos taurinos, que en su día dimos a conocer, y daba limosnas a los pobres. La documentación, encontrada en estado lamentable, nos habla de un grupo de personas con inquietud cultural, que no quiere morirse de aburrimiento. No sabemos si habrá información escrita en forma de periódico o de hoja volandera. Sobre el quehacer cultural de mediados del siglo XIX se conoce también por la corresponsalía de Alfonso Rodríguez. Él,
ALTAMIRA. Portada del nº 15 del año 1912, primera época.
retratado con jóvenes músicos a principios del siglo XX, es el que envía noticias de Guadalupe al periódico cacereño Adarve. Hasta la llegada de los franciscanos en 1908, la vida cultural guadalupense es pobre, aunque superior a los pueblos aledaños. Después de El Liceo, otra sociedad llamada La Violeta puso en escena La infancia de Cristo el año 1873, dirigida por Sandalio Pizarro Lebrón, individuo del que sólo sabemos que promovía obras de teatro y zarzuela, para lo que solicitaba instrumentistas y voces sexos. Conservo también papeles de obras representadas a finales de los años sesenta del siglo XIX en el teatro La Ilustración [Aula del Capítulo] (Alma de Dios, Marina, El cabo primero y Entre el amor y el dinero, lo que indica que, junto a roturar
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y sembrar la tierra, los comercios y demás servicios, aquellos hombres no abandonaron la enseñanza musical ni el teatro, y mantuvieron una orquesta para el esplendor de las fiestas litúrgicas, donde sobresalieron Gregorio Cano y su hijo Gabriel, Sandalio Pizarro, Dionisio Coronado, Francisco Villalba, José Cordero Collado (que tuvo banda de música) y Francisco Casto Sojo. De todo daba cuenta en la primitiva revista Guadalupe, impresa en Cáceres, F. Casto Sojo, bajo el seudónimo fray Flores. Los recién llegados frailes atrajeron a la niñez y juventud descarriada de la población mediante la creación de la academia de música, con ochenta alumnos bien pronto, y luego un batallón infantil con su correspondiente banda, además de una orquesta en la calle. Hasta que D. José Cordero marcha a Almaraz como administrador de la Romana, se siguen poniendo obras de teatro y zarzuelas en el teatro de La Ilustración (que llevaba mi abuelo Manuel Cordero) y en el teatro de los Artistas (que dirigía el médico D. Francisco Plaza, junto a una estimable rondalla llamada Los hijos del trabajo, con 25 componentes). Función de Altamira La centenaria publicación, creada por la intelectualidad de la población, conoció tres épocas: febrero-agosto de 1912; mayo1925-enero 1926 y mayo 1952-noviembre 1954. Primera época. La publicación salió a la luz pública el últi-
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mo domingo de febrero de 1912, que era día 25, siendo su tirada semanal. Tenía cuatro páginas, 32 X 22 cms En la parte superior de la portada figuraba la cabecera o título de la publicación y sus indicaciones: «Semanario gratuito. Los fondos que se recaben, después de cubrir los gastos de tirada, serán dedicados a los pobres de la localidad. Se publica los domingos». Debajo aparece la fecha de salida y el artículo editorial, seguido de diversos trabajos en verso y prosa, para terminar con sucesos, noticias y el chiste de la semana. No tenía anuncios, pero al final del número 15 se dice que se admitían comunicando los precios convencionales. Los números de esta primera etapa fueron veintidós en total, siendo el último que correspondiente al domingo 25 de agosto de 1912. Se confeccionaba a ciclostil, facilitado por el Real Monasterio, quienes les enseñaron el manejo de la maquinaria. El lugar de confección estaba en casa de Miguel Alonso, en la plaza Mayor, donde hoy está el bar Cerezo, junto a la Administración de Loterías. De acuerdo con unas declaraciones que en su día me hizo el farmacéutico D. Luis Montero de Espinosa y Sánchez-Rubio, quien a la edad de ocho años repartía el semanario a los suscriptores ganando 0,10 cents. de peseta, «la fundación del semanario se debió al poeta Ángel Marina, a su hermano Ernesto y a los hermanos Emilio y Pablo Mata Serrano, hijos de una viuda de militar, que eran los que lo escribían a mano, pues, ambos tenían una letra magnífica. Ellos fueron el alma de la publicación junto a D. Miguel Alonso, que fue maestro sin ejercicio, escritor de novelas y obras de teatro, y el funcionario de Correos D. Aurelio Rivera, que era el dibujante y el que hacía los chis-
tes». Continuaba diciendo D. Luis: «Ten en cuenta que, en esa época, Guadalupe era el centro cultural de la comarca. Habíamos heredado la cultura de los Jerónimos y no había pueblo alguno que se pareciese al nuestro. Por otra parte, tu abuelo, Manuel Cordero, propició la existencia de dos teatros: el de arriba, donde estuvo un tiempo la biblioteca monacal, llamado Teatro de los Artistas, dirigido por Paco Paza, quien a su vez tenía una buena rondalla, y el de abajo, llamado Teatro de la Ilustración, donde luego estuvieron los libros miniados, local que era de tu abuelo y también lo dirigía.» Montero añade que de la publicación Altamira se hacían veinte ejemplares, a 0, 10 cts., ejemplar, aunque en la portada se decía que era gratuita. El director era D. Miguel Alonso, y sus colaboradores fueron Pablo Mata (bajo el seudónimo Rigoletto y Chiribita, el embeleso de las señoritas), Aurelio Rivera (firmaba Rivera y Arevir), que era el caricaturista; Ángel Marina (Aniram), Luis López (Zepol). Desconocemos quien firmaba bajo los seudónimos Quijote, El Duende y el Kortador. De esta primera época conservo los números 2, 6, 15, 17 y 20, de los cuales el 15 es original, los demás son fotocopiados. Hasta la fecha no he encontrado el núm. 1 ni el resto hasta el 22, que fue el último que apareció el 25 de agosto de 1912. Desapareció por falta de apoyo moral y material, a pesar de mantenerse ajena a toda clase de política. En el número 2 hemos leído una especie de ideario o finalidad que los fundadores se proponían cumplir: «Procuremos encaminar nuestros pasos hacia la luz espléndida de la ilustración, y cuando este nombre vaya unido al de Guadalupe; cuando la fama de que es instruido y cul-
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to se desborde como un torrente por el valle de las Villuercas, llenando a la provincia, a Extremadura, a España y al mundo entero, entonces habremos satisfecho el mayor anhelo de nuestra alma, porque la ilustración es la verdadera gloria de un pueblo». Segunda época. El 30 de mayo de 1925 reaparece, después de trece años de silencio, la publicación Altamira, coincidiendo con la consagración de Guadalupe al Corazón de Jesús. Es una consecuencia, otra vez, de la inquietud de los jóvenes de entonces, que mantenían el amor al teatro, representaban zarzuelas, tenían rondalla y banda de música bajo la dirección de Alfonso Moreno Collado. Empezó publicándose en ciclostil, tamaño folio y cuatro páginas, en locales de la escuela nacional; pero al aumentar la tirada fue un problema. Luego, al saber del contratiempo el director de La Opinión, de Trujillo, se tiró a imprenta en el taller de dicho diario casi gratis. Fue una publicación semanal. Según noticias del citado D. Luis Montero, Altamira contó con la colaboración del maestro D. Ángel Sánchez Herrero, del veterinario D. Esteban Ballesteros (padre del famoso actor de teatro clásico Carlos Ballesteros, fallecido recientemente), que era el director del semanario, siendo Luis Montero el administrador. Asimismo colaboran Julián de Luna, Manuel Gonzalo González, el poeta Ángel Marina, Benigno Moreno, Pedro Cordero Marina, Francisco Plaza, Matías García, Luis López, etc. Por entonces les donaron libros para fundar una biblioteca, que quedó instalada en la administración de Telégrafos. Contó con un donativo de 50 pesetas que les enviaba D. Sixto Ocampo desde Barcelona, y otros de América, ya que el sema-
scriptoriumguadalupense / 23 nario se enviaba a Cuba, Argentina y Uruguay, donde había paisanos. En uno de los números de esta segunda época escribe un artículo D. Ángel Sánchez Herrero, colaborador y maestro en Guadalupe, de donde también fue Alcalde y que como tal correspondió el alto honor de llevar en una bandeja de plata la corona que se ciñó a la Virgen el 12 de octubre de 1928. Copiamos un trozo de su escrito: «Me he encontrado con un viejo amigo y el recuerdo
de las jornadas pasadas juntos, en la edad propicia y pujante de toda la ilusión florecida, nos ha hecho felices al sumergirnos en la osada atmósfera de aquellos años mozos (1925, 1926, 1927 y en soberano de la Coronación, 1928); al recordar a Montero, Benigno, el vete Ballesteros, Mayoral, Ernesto, Ángel Marina, Miguel Alonso, Peña, etc., y otros, todos amigos empapados de ilusión con nuestro Altamira , que se inauguró en polígrafo un 30 de mayo, reseñando la entronización del Sagra-
ALTAMIRA. Portada del nº 14 del año 1925, segunda época
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do Corazón en la puerta principal del Ayuntamiento guadalupense. ¡Qué alarde de flores y qué bonito estaba Guadalupe aquel día! Y ¡qué contentos salíamos nosotros al alborear la mañana siguiente, no de correr una juerga, sino de haber estado toda la velada haciendo nuestro periódico, elaborado a brazos como el chocolate bueno, y así seguimos algunos números. Después lo tirábamos en La Opinión de Trujillo». La portada del semanario exhibía en su parte superior, en letras grandes, la cabecera Altamira. A un lado ponía Semanario de la vida local; al otro lado, Número suelto 0,10 cents. Suscripción anual 0,40 cents. Más abajo, la fecha de salida seguida de la frase Los fondos sobrantes serán destinados a obras benéficas. Hacemos la salvedad de que la cabecera aparece, en el número extraordinario, sobre una imagen del monumento al Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles (Madrid), mientras que el segundo eligió una vista de la fuente de la plaza Mayor de Guadalupe. Al empezar a editarse en Trujillo el ejemplar valía 0,15 cents., y la suscripción mensual 0,60 cents. En el primer número, bajo el título «Ah, de la Villa», leemos en el artículo editorial estas palabras a modo de ideario: «Con la diestra mano llevada al ala del chambergo y apuesto continente de mocedad, reverente se inclina una juventud de alma henchida de ilusiones, corazón sano pleno de amores, que ansía derramar en todas las cosas que de buena fe toque, para encumbrarlas, esclarecerlas e idealizarlas». Al final del editorial aparecían cuatro palabras que sintetizaban el programa de trabajo: ilusión, amor, nobleza y caridad. Aparece en la publicación en primera página el comentario a un
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asunto de interés, seguido de escritos de creación en prosa o verso, noticias locales, entradas y salidas de personas y anuncios. Esto son los anunciantes: «Pedid siempre Anís la Asturiana y coñac Campo Rey »; «Casa Nemesio, café, exquisitos espumosos y billar». (Esta Casa Nemesio fue luego el bar de Pepín Guadalupe y hoy Restaurante Jordá); «Palacio de recreos Moisés Rodríguez, vinos del país y amplio salón de baile». (Este fue luego el cine de Venerada y Amalia, el actual bar de copas Casamalia); «Manuel Vicente Alonso. Fábrica de sabrosos chocolates y dulces. Especialidad en pastas»; «La Guadalupense. Fábrica de aserrar maderas. Eusebio González»; «Casa Castillo. Cervezas, gaseosas, aperitivos y vinos del país». (Este lugar lo ocupó el bar de Miguel Herrero y hoy Panadería Pascual), y «Gasolina, grasa y accesorios de todas clases para automóviles. Vulcanizadora Mephisto, Manuel Mayoral». En los números impresos, los anuncios son ocho y aparecen enmarcados, figurando dos nuevos: Bar Valenciano (hoy Bar Extremeño) y Fábrica de Harinas y Electricidad de francisco Plaza. Esta segunda época acabó el 24 de enero de 1927, y por los mismos motivos de la vez anterior. Me faltan los números 6 y 12, y todos son fotocopias de lo originales que posee la familia de D. A. Sánchez, en Plasencia. Tercera época. Por tercera vez sale a la luz pública nuestro Altamira el 15 de mayo de 1952, esta vez patrocinado por la Obra Sindical de Educación y Descanso, bajo la dirección de Juan José Rodríguez Gamino, que a su vez era el corresponsal del diario HOY en Guadalupe y entusiasta colaborador en cuantos actos culturales se daban en la vieja puebla, ya fuera teatro o zar-
zuela. La publicación contó en esta tercera salida con una larga lista de colaboradores, aunque también corrió la misma suerte que las dos veces anteriores y por los mismos motivos, Se publicaron 58 números, con periodicidad quincenal. Se confeccionaba en la imprenta La Victoria, de Plasencia, y sus páginas eran seis. La portada se componía, en su parte superior, de un dibujo que representaba a la Patrona de Extremadura y los tejados, pináculos y torres del monasterio con los montes de Altamira al fondo junto a la cabecera, obra de Ismael Romero (1949). Debajo de la cabecera dice que era quincenal y el patrocinador. Más abajo el lugar y fecha de edición, a la izquierda el año y a la derecha el número que hacía. Seguidamente el editorial o artículo de mayor interés, otros de tema sindical y religioso junto a trabajos en prosa y verso, información local y anuncios, todos ellos enmarcados y referidos, en su mayor parte, a establecimientos de la localidad. También aparecen fotos para reflejar el tipismo, costumbres y personajes populares, e incluso, a veces, esquelas mortuorias. Desde su aparición, como publicación legalizada, tenía cupo de papel, enviándose de cada número los ejemplares reglamentarios a la Dirección General de Prensa, Hemeroteca Nacional, BN y provincial. Desapareció el 30 de noviembre de 1954. Hasta el presente, nadie se ha atrevido a resucitar este modesto medio de comunicación que hasta tres veces reflejó la inquietud por hacer algo distinto a favor del pueblo. La información me la facilitó en su día el alma de esta tercera época, D. Juan José Rodríguez Gamino, funcionario de la Cámara Agraria, director de la publicación y autor de los artículos de fondo, que, a
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veces, publicaba con una o dos X. Conforme a sus noticias el último consejo de redacción de Altamira estuvo formado por: Vidal Esteban Ramos (médico), que era corrector y encargado de la sección sanitaria; Ernesto Marina López (telegrafista), que fue su administrador; Pedro Rivas Rodríguez (veterinario), redactor de «Tiros al blanco, ecos de sociedad»… y artículos de opinión bajo el seudónimo Guillermo Tell; Rafael Muñiz Sojo (presbítero), encargado de la sección religiosa y artículos de opinión que firmaba con el sobrenombre Un Guadalupense; José Moreno Collado (secretario del Ayuntamiento), redactor de la información oficial y artículos con la firma Pejovic. Colaboradores fijos fueron el sacerdote Nicolás Sánchez Prieto, que firmaba con su nombre de pila y otras bajo Cide Fernán de Guadalupe; el médico Pedro Cordero Marina con su sección «Revolviendo el Archivo», Ricardo Becerro de Bengoa, de la Asociación Amigos de Guadalupe. Un colaborador fijo y desinteresado como los anteriores fue el dibujante Ismael Romero Bejarano, autor de la cabecera y de todos los dibujos de las secciones. Colaboradores eventuales eran José Álvarez González, poeta, bajo el seudónimo Altamira; el capitán de la Guardia Civil Perfecto Ruiz Rubio; Manuel Alcoba Leza, estudiante de Medicina; Francisco Alonso Aguado, estudiante de Ingeniería; Carlos Cordero Barroso, estudiante de Magisterio; fray Gabriel de la Dolorosa, OFM, maestro nacional (con el seudónimo Eugenia de Montijo), y fray Alfonso Muñiz Sánchez, OFM, bajo la firma Vera de Sauca. Otros más lo hicieron accidentalmente. En esta tercera ocasión, la pretensión de aquellos esforzados queda expresada con una ofrenda
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ALTAMIRA. Portada del nº 53 del año 1954, tercera época
en el primer número: «A nadie mejor que a la Madre de Dios podían ser dedicadas estas líneas y, mucho más, tratándose de un rotativo cuya finalidad principal ha de ser la de ensalzar sus glorias bajo la advocación de Guadalupe». Más adelante el autor de la Ofrenda, Juan J. Rodríguez Gamino, continúa diciendo: «A ti, Virgen de Guadalupe, acudimos desde estas columnas y te pedimos nos des la perseverancia y luces necesarias para continuar la empresa que hoy aco-
metemos, de lanzar a la luz pública este humilde trabajo iniciado por segunda vez, hace treinta y siete años, y que fue en aquella época, el campo por donde tendió el vuelo el bloque intelectual guadalupense y en el que quedaron impresas en letras de molde las sensaciones de un alma joven y soñadora». Aún comprendiendo las dificultades que encontrarían, estaban dispuestos a luchar contra la indiferencia, para pregonar de nue-
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vo las grandezas materiales y espirituales de Guadalupe, como en las dos veces anteriores lo hicieron sus antecesores en este querido menester. A continuación damos cuenta de algunos anuncios aparecidos en esta tercera época: «Empresa Ortiz. Línea de viajeros a Navalmoral»; «Purgante El Alemán»; «Talleres Vian, de Trujillo»; «Francisco Pérez Cerdán, alpargatas y zapatos de Aspe (Alicante)»; «Francisco García Martín. Establecimiento Clemente» (donde hoy está la Carnicería Marce); «Eusebio González y CIA S.A. Explotaciones forestales, fábrica de muebles, tonelería, aderezo de aceitunas, matadero etc.»; «Neomarmital de Marvi S.L.»; «Tomás Rodríguez Baños. Posada y horno de pan cocer»; «Bar Reinoso. Café, cervecería y vinos del país, especialidad en bocadillos y aperitivos» (hoy, Bar Extremeño); «Pedro Torrejón Muñiz, calle Sevilla, tejidos, paquetería, coloniales, curtidos y calzados, ferretería, baterías de cocina, loza y cristal»; «Pedro Rivas Villa. Ultramarinos y confitería» (hoy, Tienda Elena); «Casa Joaquín, cafébar y restaurante» (hoy, Bar Cerezo); «Sastrería Tello, trajes, abrigos, gabardinas y canadienses» (al lado de la Panadería de Esperanza) y «Juan Castillo, cervecería, café y vinos del país» (hoy, Panadería Pascual). Al cabo de cien años de su fundación y cincuenta y ocho años de su desaparición en la tercera época, hemos querido rendir tributo de agradecimiento hacia todos aquellos que en nuestro pueblo se esforzaron por tener una publicación local, humilde y sencilla, pero dispuestos a remover los espíritus y rejuvenecer la sociedad guadalupense, sirviendo de aula de creación y de crítica constructiva, tanto para los que la redactaban como para sus lectores.
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Aportaciones históricas e iconográficas
LA VIRGEN DE FUENTE SANTA DE ZORITA José Antonio Ramos Rubio Doctor en Historia – Cronista Oficial de Trujillo
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orita es una localidad de la provincia de Cáceres, partido judicial de Logrosán. En la dehesa de las Caballerías, situada a cuatro kilómetros de la localidad, se encuentra el templete de Fuente Santa, obra barroca del siglo XVII. Es una pequeña construcción de base cuadrangular, con contrafuertes de esquina y entre ellos arcos apuntados, con balaustradas en los lienzos. Se cubre con un cerramiento de arcos cruzados en cuyo centro está el anagrama Ave María. Se ha utilizado como aparejo la mampostería irregular en los muros y sillares en arcos, contrafuertes, balaustradas —seis gruesas columnas en tres de sus lados, estando el cuarto cegado— y cornisa. Posiblemente, fue un antiguo humilladero. La ermita La construcción ha sufrido reformas posteriores a la obra original. Algunas de las piezas decorativas del templete proceden de la derruida ermita visigoda de la Portera, próxima a Garciaz 1, como las veneras de nicho —mobiliario litúrgico de los ábsides y santuarios— que están en el interior y exterior del templete, que contienen gallones que parten de un semicírculo, semejante a otras existentes en un patio de la calle Ramblas y en el Palacio del Duque de la Roca en Mérida, o la existente en Vera Cruz de Marmelar, cerca de Évora. A la ermita en la que se venera la sagrada imagen de la Virgen de Fuente Santa se accede por un camino adecentado que cae en rampa. Se ejecutó
ZORITA. Imagen de la Virgen de la Fuente Santa
estando el bachiller Villatoros en la parroquia de san Pablo, en el año 1574; fueron maestros canteros de la obra Alfonso Sánchez, vecino de Santa Cruz de la Sierra, y Francisco del Río, quienes recibieron como salario 128 reales 2. Volvieron a realizarse obras en la calleja en el año 18823. La ermita de Fuente Santa es una construcción de una sola nave, dividida en dos tramos cubiertos con bóvedas de aristas divididas por un arco ojival que se apoya en pilares adosados. Se accede al in-
1.-La iglesia de Nuestra Señora de Portera, es un santuario rectangular, orientado hacia el este, la estructura interna, abovedada mediante arco de cañón de herradura, construida en sillería de granito, y recubierta por mampuesto de pizarra. Esta tipología sitúa su construcción en la madurez del periodo visigodo, en la segunda mitad del siglo VII. Cuando realizó el estudio el profesor don Enrique Cerrillo en 1981, ya habían desaparecido los nichos, tal y como el mismo afirma. Cf. Cerrillo Martín de Cáceres, E., «Las ermitas de Portera y Santa Olalla. Aproximación al estudio de las cabeceras rectangulares del siglo VII», Zephyrus, XXXII-XXXIII, 1981, p. 237; Id., Las construcciones de épocas paleocristiana y visigoda en la antigua Lusitania. Tesis doctoral, Salamanca, 1978. Naharro, A; Rubio, M: «¿Basílica paleocristiana en el término de Garciaz?» Diario Extremadura 19.12.1973. 2.- II Libro de Cuentas de la ermita (1543-1613), f. 89. La construcción de la calzada para facilitar el acceso a la ermita había sido aprobada por el Visitador Dr. Roldán el 11 de junio de 1557; f. 32 del Libro de Visitas de la iglesia de San Pablo de Zorita. 3.- Libro de Cuentas de la ermita, 1882, f. 120.
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scriptoriumguadalupense / 27 terior mediante un porche formado por cuatro arcos de medio punto que se apoyan interiormente en columnas de ladrillo y al exterior en gruesas columnas de granito, y otro arco lateral. En el primer arco encontramos piedras con la TAU (con forma de un trébol de cuatro hojas en el interior de un octógono), símbolo que labraron los canteros, aunque podría tratarse del símbolo de la orden templaria. Curiosamente, en las escasas ruinas del convento que aún se encuentran en los Pareaños de Malillo, junto al arroyo de su nombre, también hay dos piedras que tienen este símbolo. Una puerta gótica, formada por columnillas cilíndricas rematadas en arco casi ojival, permite la entrada a la ermita. Sobre la portada hubo un triforio que, al elevar el muro actual, fue sustituido por un rosetón. A la cabecera se accede a través de un arco de medio punto, cubierta con bóveda de aristas y de horno en el al-
ZORITA. Ermita de la Fuente Santa
ZORITA. Ermita y templete de la Fuente Santa
tar mayor, decoradas con ricas pinturas que representan a san José, la Virgen con el Niño y el jarrón de azucenas, alegoría mariana, así como los símbolos de la Pasión. Una verja de hierro forjado de época renacentista permite el cerramiento y custodia de la zona litúrgica del resto de la nave. En el lado del Evangelio se encuentra un púlpito de estilo gótico, cuyo semicírculo pétreo es una sola pieza. En 1773, el púlpito que entonces se encontraba en el exterior, se colocó en el interior de la ermita. Para llenar el vacío que dejaba el púlpito se hicieron unos poyos de granito alargados, que aún permanecen en el porche. En la misma ocasión se hizo una pequeña mesa de altar entre los poyos citados para celebrar la Misa. Esta obra de traslado, poyos y altar, anota el mayordomo, importó 100 reales, según recibo aprobado4. Entre 1858 y 1859 se realizan obras en el exterior de
4.- Libro de Cuentas de la ermita (1543-1613), f. 146.
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scriptoriumguadalupense bijan algunas piezas muebles: una Purísima Concepción, de la que hay constancia documental en 17896; una Sagrada Familia de escaso interés artístico, regalo de nuestros días por una familia devota; y una magnífica imagen en bastidor o de vestir de la Virgen con Niño, del siglo XVI, con su capillita, esta obra sí tiene gran valor artístico, así como la escultura en madera tallada de san Blas7.
Los orígenes de la ermita Una tradición legendaria nos explica que «unos peregrinos, en pleno mes de agosto, van en peregrinación a Guadalupe. Sedientos, quedan exhaustos, e invocan ZORITA. Interior de la ermita de la Fuente Santa a la Virgen. Una luz los rodea y una bella mujer les indica que la ermita, concretamente en el portal, construyén- caven en ese lugar con los bastones y que encondose las bóvedas5. trarán agua. Y allí aparece». Por tanto, el relato El interior de la ermita está decorado con un zóca- nos refiere que la celestial Señora se apareció a lo de azulejos. La sacristía está adosada a un lateral. unos peregrinos, cansados y agotados, para mosEl camarín octogonal está cubierto con bóveda de pa- trarles el misterioso caudal de agua fresca que corría a flor de pies, donde hoy se alños, al que se accede a través de una za el rústico templete denominado puerta sita en la cabecera. La cúpula de la Fuente Santa. Los extremeños, está ricamente ornamentada con pinya desde la Edad Media, mostraban turas alusivas a María, la Ascensión a una predilección en sus devociones los cielos, la Huída a Egipto, la Muerte por la Virgen María, que era titude Cristo, y temas locales con la reprelar de más de la mitad en las pasentación de la Virgen de Fuente Sanrroquias y de otras tantas ermitas. ta asistiendo a los peregrinos, la apaLa devoción a la Virgen había sido rición del manantial de agua para sointroducida en España por los ciscorrer a los peregrinos, la donación tercienses y difundida a través de la de la corona de Pizarro, etc. Sobre la Orden de Alcántara a las otras órcúpula se asienta la linterna rematada denes militares y al resto de la Iglecon una cruz y una veleta. Se ha utilisia. zado como aparejo la mampostería en muros y sillares en vanos y contrafuerLa patrona de Zorita es la Virtes. Los cuerpos que han ido adosángen de Fuente Santa, y en su honor dose le dan un aspecto irregular. En el se celebran las fiestas de La Velá, ZORITA. Virgen bajo palio camarín se abren hornacinas que coque tienen lugar, tradicionalmente, 5.- Ibídem, ff. 96 y 96vto. También en la sacristía se realizan obras importantes. 6,.- La primera alusión que se hace a la imagen es en el f. 4, Libro de Cuentas de Fábrica de la ermita, año 1789. Se adquieren unos paños para la urna de la Purísima Concepción. 7.- La festividad a san Blas tiene raigambre en Zorita. Se celebra desde tiempo inmemorial con gran devoción. Los Libros de Cuentas de la ermita hacen continuas referencias a los gastos ocasionados en dicha función o festividad. 8.- El día 1 de noviembre de 1950, Pío XII definió solemnemente la Asunción de la Santísima Virgen María: «Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.»
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scriptoriumguadalupense / 29 durante los días 15 al 17 de agosto 8. Antes, el lunes de Pascua de Resurrección se solemniza una romería precedida de una misa campestre en la ermita. Esta festividad de la Pascua en la ermita se celebraba —según tenemos constancia documental— desde el siglo XVI 9. En los días previos, cuatro mozos denominados candeleros, que eran elegidos anualmente, solicitaban por las casas la limosna para la ofrenda pública de la Candela, que consistía en velas o candelas, cantidades económicas e incluso ofrendas de animales. Todo el conjunto de regalos era ofrecido a la Virgen en la ermita un día de las Pascuas, costumbre que se prorrogaría hasta bien entrado el siglo XIX 10. Se organizaba una procesión desde la iglesia de san Pablo hasta la ermita. En la misa solemne, que se celebraba a la llegada a la ermita, durante el ofertorio, los mozos presentaban las ofrendas recaudadas. Es muy probable —tal y como hemos explicado en el apartado dedicado a los bienes muebles que posee la ermita— que el lienzo «la torre humana» que se conserva en la ermita represente esta procesión, donde igualmente se llevaba al santo titular de la parroquia, san Pablo. La costumbre tan piadosa de velar a la Virgen por la noche, se remonta al siglo XVI —según los libros documentales que disponemos—. Para los asistentes a La Velá del día 14 al 15 de agosto envío un Visitador diocesano, en el año 1554, que se dispusiese una habitación dentro de la casa del santero, para «que se construya un aposento para los que vinieren a velar y que se compre una sartén y un asador y un caldero». A lo largo del tiempo, según se refleja por los Libros parroquiales, se fueron ampliando los actos religiosos y festivos. Por las cuentas del año 1745 conocemos que los gastos de la gran fiesta de la Asunción, celebrada en la ermita, totalizaron 171 reales por varios conceptos. El día 14 de agosto, por la tarde se cantaban ante imagen las Vísperas. Al terminar, en una habitación aneja a la ermita se ofrecía un aperitivo. Al día siguiente, se celebraba la fiesta mayor con una misa solemne, oficiada por tres sacerdotes. Uno de ellos, pronunciaba el sermón. Después de la Misa se ofrecía el desayuno a
ZORITA. Imagen sin vestir, muy retocada por devoción
los participantes en los cultos. Después, se cantaban las segundas Vísperas del oficio asuncionista para sacar en procesión, en unas andas, a la imagen de Fuente Santa. Algunos años se hacía la puja o subasta de los brazos, y con poca frecuencia se realizaban danzas en torno a la ermita. Esta costumbre de velar a la Virgen de Fuente Santa terminó con la orden sinodal del siglo XVIII. En la visita del día 19 de mayo de 1765, realizada por D. Pedro López Sobrino, canónigo prebendado de Plasencia, Visitador General. Escribió este mandato: «En atención a estar prohibidos por Constitución Sinodal que no se consientan ni en iglesias ni en ermitas Veladas de noche, por los gravísimos inconvenientes que prescriben... y que en la Visita que celebró D. Diego de Castejón, Vi-
9.- El visitador don Pedro Matías Nieto hace constar: «Por ciertas disensiones entre los mayordomos, que fueron y es, de la fábrica de la ermita de Ntra. Señora de la Fuente Santa y las personas que se nombran cada un año para pedir limosnas para la Candela que se ofrece en dicha ermita por Pascuas de Resurrección, ordena que los tres machos cabríos que mandaron unos pastores a Ntra. Señora y los percibieron los que en este año piden dicha limosna, y valieron 50 reales, por esta vez y sin hacer ejemplar para adelante, perciba el mayordomo 2 ducados y medio, y en lo sucesivo nunca más se dejen ir las limosnas a poder del mayordomo». Libro de Cuentas o Mayordomía, f. 28. 10.- El año 1884 se anota la última recaudación llevada a cabo por los mozos para la ofrenda de la Candela: «Limosna de los Candeleros, en dos o tres veces que han salido a recoger en este año, entre dineros, garbanzos y huevos... 13´20 reales». Libro de Cuentas de la ermita de Fuente Santa, 1788-1929.
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sitador que fue deste obispado, en esta parroquia en 12 de marzo del año pasado de 1613, las prohibió con la mayor severidad, y que en virtud de lo uno y de lo otro en el anterior próximo pasado año de 1764 se quitó la Velada de la ermita del día de la Asunción a los cielos de Ntra, Sra. de la Fuente Santa en la víspera, 14 de agosto, por el Bachiller D. Juan Arias de Chaves, Cura Rector que fue desta parroquia, revalidando dicho señor actual Visitador la fuerza de la citada Visita...mandó bajo pena de excomunión mayor, trina canónica monitione en derecho praemissa, latae sententiae... que los Curas Tenientes, eclesiásticos, ni otras personas algunas vayan a dicha Velada a dicha ermita, y bajo la misma censura, los santeros della cierren las puertas con su llave, luego que se ponga el sol dicho día 14 de dicho mes de agosto, y lo mismo executarán en los días y tiempos del año»11. La imagen de la Virgen María de Fuente Santa, finamente policromada, está en pie, sujeta a su Hijo con la mano izquierda y, la mano derecha en la que originariamente llevaba una fruta esférica12, le ha sido alterada para sostener un moderno cetro que depende todavía de las formas puristas, aunque ya ciertamente deriven hacia el barroquismo de mediados del siglo XVII13. La Virgen hace un ademán de inclinar ligeramente su cuerpo hacia un lado, como las “Odegetrias” bizantinas. Viste túnica de color rojizo decorada con elementos vegetales estofados14 y las típicas cardinas góticas, ceñida al cuerpo con un cíngulo, presentando alto talle, plegada con soltura y de manera naturalista, como es propio de lo góti-
co. El cuello de la túnica no está tan ajustado a la garganta de la Virgen, como era habitual en épocas anteriores. Lleva un ampuloso manto de color verdoso con dibujos en zig-zags y estrellas doradas15, con ribetes en los bordes, donde le han sido adaptados cabujones de forma ovoidal verdes y rojos, tallado basando en angulaciones, típicas del gótico hispano-flamenco que se desarrolla en la segunda mitad del siglo XV. Por debajo asoma uno de los zapatos de punta redondeada que calza Nuestra Sreñora. El Niño viste túnica, con ajustado escote y bendice con la diestra. Madre e Hijo ostentan unas facciones muy ingenuas. El rostro ovalado de la Virgen está enmarcado por largos y negros cabellos que le caen en cascada por la espalda y hombros. El cabello del Niño se dispone a modo de casquete. La postura de la Virgen de la Fuente Santa responde a la Odegetria. Precisamente, el historiador Nicéforo Calixto nos indica que en el siglo IV la hermana de Teodosio II
11.- Libro de Visitas de la parroquia de san Pablo de Zorita, 1758-1780. 12.- Por medio de la exégesis de las Sagradas Escrituras, los Padres de la Iglesia intentan conciliar el Antiguo Testamento con el Nuevo, identifican a María como la nueva Eva, en el sentido del perdón de los pecados. A partir de este momento, y con la aparición de los Evangelios apócrifos (siglos II y III), se observa una creciente devoción a María. Si los Evangelios canónicos son muy parcos en noticias puramente narrativas, los escritos apócrifos, son indudables fuentes iconográficas repletas de narraciones. La manzana y otros frutos similares, en la mano de María, son reflejo de la mujer apocalíptica convertida en la nueva Eva, que no probó lo que se había perdido a causa de una manzana. Cf. Trens, M.: Iconografía de la Virgen en el Arte Español, Madrid, 1947, 15. 13.- La única referencia al cetro de plata de la Virgen aparece citada en el Libro de Cuentas, año 1849, f. 74vto., siendo mayordomo Fernando Gil. 14.- Curiosamente, este tipo de flores con pétalos estaban ya presentes en muchas de las orlas que circundan las viñetas de Las Cantigas de Alfonso X. Cf. Guerrero Lovillo, J.: Las Cantigas. Estudio arqueológico de sus miniaturas. Madrid, 1949. Esta imagen de Fuente Santa guarda muchas semejanzas con la patrona de El Torno, estilística y artísticamente. 15.- Decoraciones frecuentes en la moda española de finales del siglo XV. Véanse los estudios de Bernis Madrazo, C.: Indumentaria medieval española. Madrid, 1955. «Indumentaria española del siglo XV: La camisa de mujer». AEA. Tomo XXX, Madrid, 1957, 187 ss. «Modas moriscas en la sociedad cristiana del siglo XV y principios del XVI». Bol. Real Academia de la Historia, CXLIV, Madrid, 1959. «La moda en las imágenes góticas de la Virgen. Claves para su fechación». AEA, XLIII, núm. 170, Madrid, 1970. Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos. I. Las mujeres. II. Los hombres. Madrid, 1978-79.
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scriptoriumguadalupense / 31 colocó un icono con la representación de la Virgen en la iglesia constantinopolitana de Odegón (Calle de los guías), a esta Virgen desde entonces comenzaron a llamarla Panagia Odegetria (La que guía). De pie con el Niño en su brazo izquierdo y la mano derecha apoyada sobre el pecho sosteniendo una fruta esférica. El Niño con túnica, poseía nimbo y bendecía al modo latino con la derecha, sosteniendo en la izquierda un rollo de pergamino o el Libro de los Siete Sellos alusivo a su segunda venida apocalíptica. La figura de Jesús en actitud deífica y bendiciendo, están concebidas ambas imágenes con sentido teológico y con carácter teofánico. Por todos los detalles expresados, es probable que la imagen sea obra de finales del siglo XV, realizada por un artista anónimo local. No obstante, esta imagen presenta confusiones, ya que no responde a su aspecto primitivo. Ha sufrido múltiples alteraciones16. En la noche del 6 de octubre de 1950, una tormenta produjo una descarga eléctrica que alcanzó el camarín, la imagen y el retablo, ocasionando graves desperfectos. Las imágenes de la Virgen y el Niño Jesús perdieron gran parte del brazo derecho. El pelo y el manto de la imagen de la Patrona quedaron carbonizados y la corona rota. Fue restaurada por el equipo de D. José María Alcácer, en el Museo del Prado de Madrid. La peana de la Virgen también sufrió desperfectos, encargándose una nueva en 1966 al artista sevillano Manuel Seco Velasco por valor de 26.702 pesetas. 16.- Además de la restauración llevada a cabo tras los desperfectos ocasionados por la tormenta de 1950, en el año 1858 se retocó la imagen por valor de 80 reales, según consta en el f. 98 (recibo 21), Libro de Cuentas de la ermita. Ese mismo año se efectuaron obras en el portal (500 reales) y la sacristía (206 reales), ff. 96 y 96vto. Libro citado. FUENTE SANTA. La Virgen con el estandarte y bandera durante la romería
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El mosaico de Guadalupe en Nazaret
El corazón de Extremadura en Nazaret
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esde el domingo, 29 de abril, el corazón de Extremadura, engastado P. José R. Carballo; el ministro provinen la imagen de Santa María de Guadalupe, se encuentra ya en la ba- cial de la Bética, P. Joaquín Domínsílica de Nazaret, donde el Verbo se hizo carne y acampó entre no- guez Serna; el guardián del Real Mosotros. Como es sabido, un original mosaico de Nuestra Señora, obra nasterio, P. Sebastián J. Ruiz Muñoz, del joven cacereño Santiago Sánchez Junco, con alusiones al Real Monasterio, a promotor eficaz de esta entronización Extremadura y al patronazgo sobre las Españas o Hispanidad, dejan constancia de la Morenita en la casa de la Virgen; para las generaciones venideras del gran acontecimiento. Casi un centenar y el secretario particular del ministro medio de peregrinos, distribuidos en tres grupos, visitaron con tal motivo los general, P. Francisco J. Arellano SuáSantos Lugares y arroparon el singular acto con sus cantos y plegarias. Ellos fueron testigos de la proeza, y así serán siempre recordados en los anales del santuario. La jornada estuvo precedida por un emotivo rosario de la luz organizado por la parroquia de Nazaret. En la noche del sábado 28, centenares de peregrinos se agolpaban en el atrio de la basílica, donde la Virgen María fue saludada en italiano, español, inglés, árabe, chino y latín. El perímetro del templo, al canto de Ave clemens, Ave pía, Ave dulcis, O María, era un mar de luces que proclamaban la universalidad de la Iglesia. A las cuatro de la tarde del día 29, el órgano de la basílica nazarena acompañaba la antífona «Alégrate, Virgen María, llena de gracia…», con música del P. David Ortiz. Enseguida, el ministro general de la Orden de los Hermanos Menores, Santiago S. Junco terminando la obra en su taller
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plazamayor / 33 rez; el secretario provincial, P. Manuel Domínguez Lama; el párroco y vicario parroquial de Rianxo (La Coruña) y otros hermanos de la Provincia, además de sacerdotes que acompañaban a la peregrinación, se dirigían al altar situado delante de lugar donde el Verbo se hizo carne, mientras dirigía los cantos el párroco de Guadalupe, P. Antonio Arévalo Sánchez. El P. Carballo, nacido en tierras gallegas donde tanto se venera a nuestra Titular, e invitó a todos a imitar a María, a pedir por las vocaciones, y calificó de gracia excelente el que la Virgen de Guadalupe esté en Nazaret para el resto de la historia, ponderando la devoción extremeña en España, Filipinas e Iberoamérica. Al finalizar la emotiva Eucaristía, todos los celebrantes y peregrinos se dirigieron en procesión a la galería exterior, en donde se muestran las imágenes de las Vírgenes más famosas del mundo, para la bendición del mosaico extremeño, que hizo el ministro general, flanqueado por el custodio de Tierra Santa, P. Pierbatista Pizzabala y el guardián de Nazaret, P. Ricardo Bustos. Los Caballeros y Damas de Santa María de Guadalupe, la parroquia de Guadalupe y muchos hermanos y devotos vibraron en la bendición, haciendo resonar en Nazaret la loa «De todos seáis loada, Oh Virgen de Guadalupe». El canto del viejo Augusta Reina (al que gustosamente añadimos la popular Rianxeira a petición del P. Carballo) fue la mejor corona vespertina, y muchas voces se entrecortaron por las lágrimas aquel glorioso atardecer nazareno.
NAZARET. Frailes peregrinos con el P. General
NAZARET. La bendición del mosaico de la Virgen de Guadalupe
NAZARET. Rosario de la luz en el que participan los peregrinos de Extremadura
NAZARET. Misa en el altar situado ante la gruta de la Anunciación
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I Centenario de la OFS de Guadalupe Fray Jesús María Tena, OFM Asistente espiritual de la OFS de Guadalupe
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l pasado sábado, 5 de mayo, la Fraternidad Franciscana Seglar de Guadalupe, junto al Consejo de Zona y representantes de la OFS de Extremadura, celebramos en Guadalupe el I Centenario de la erección canónica de la Fraternidad local de la OFS en la puebla; que tuvo lugar el 4 de octubre de 1912. Fue un motivo especial, junto a la celebración gozosa de la Pascua, para abrirnos a la gratitud del «Altísimo, omnipotente y buen Señor», como cantaba Francisco en el Cántico de las criaturas, por las maravillas que Dios ha realizado a través de nuestro hermano mayor Francisco y de tantos hermanos y hermanas que nos han precedido; y también motivo de acción de gracias por las maravillas que el Señor, sigue realizando, en y por los hermanos y hermanas que, día a día, caminan decididamente por las sendas de este precioso itinerario de perfección evangélica. En la celebración participaron el ministro provincial, fray Joaquín Domínguez Serna; el Asistente Espiritual de Zona, fray Manolo Díaz Buiza; el padre guardián del Real Monasterio, fray Sebastián Ruiz, y otros miembros de la Comunidad Franciscana; el Asistente Espiritual de la OFS de Guadalupe, fray
Jesús Mª Tena; y los distintos Asistentes Espirituales que en años anteriores y sirvieron a la fraternidad centenaria: fray José García Santos, fray Bernardo Mora González-Haba, fray Ursicio Castrillo García y fray Leonardo Fernández. La jornada transcurrió según el siguiente orden del día: A las 11h., tuvo lugar la acogida de los miembros de las distintas fraternidades, en el Cuartelón del Monasterio, saludando y dando la bienvenida el padre guardián del Monasterio, la ministra de la OFS de Guadalupe, hermana Aurora Loro, y el Asistente de Zona. Sobre las 11,30h.: Oración inicial dirigida por el asistente de la OFS local. A las 12:00 h.: Eucaristía Solemne en la basílica, presidida y predicada por el ministro provincial. La celebración de la Eucaristía gozó de la presencia de una coral de Alcorcón, que embelleció la celebración con sus hermosas voces. Después de la homilía, las hermanas que celebraban los 50 años de profesión en la OFS de Guadalupe renovaron el compromiso de su profesión según la Regla de la Orden Franciscana Seglar dando así gracias a Dios por su vocación. Finalizada la Eucaristía a las 13h., en el Cuartelón tuvo lugar la charla: «Evangelizados para evangelizar: Fraternidades locales, plataforma Evangelizadoras», a cargo del hermano Manolo Sánchez, ministro de Zona de la OFS de Andalucía. A las 14h., degustamos la comida en la Hospedería del Real Monasterio. Y por la tarde, sobre las 16,30h., tuvo lugar una velada festiva dirigida por fray Manolo D. Buiza. La velada, alegre y emotiva, estuvo dedicada al canto, al testimonio de hermanas de Guadalupe, tanto de las mayores, como de las jóvenes y de los hermanos que están en proceso de formación; también estuvo dedicado al humor, a la poesía y, por último, una breve reseña de los inicios de la OFS de Guadalupe a cargo de su asistente espiritual, fray Jesús Mª Tena González, culminando con la entrega del pergamino y del Cristo de San Damián a las hermanas de 50 años de Profesión y a los padres asistentes presentes. Concluimos la jornada con una oración a Nuestra Señora de Guadalupe y el canto de Las Huellas, himno de la OFS, al Seráfico Padre San Francisco de Asís. Antes de regresar a sus respectivos pueblos, la OFS de Guadalupe invitó a todos los asistentes a unas pastas y licores, concluyendo en el Camarín de Nuestra Madre Morena de Guadalupe para dar gracias por el día de convivencia, de fraternidad, de armonía, de regocijo, de alegría y gratitud, que pudimos celebrar junto a nuestra entrañable y querida Patrona Principal de Extremadura.
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Breviario u El escritor y periodista José Miguel Santiago Castelo ha sido reelegido Director de la Real Academia de Extremadura para un nuevo mandato de cinco años. Castelo (Granja de Torrehermosa, 1948) ingresó en ABC en 1970; durante veintidós años (1988-2010) ha sido subdirector del periódico y hoy preside su Consejo Asesor Editorial. Es también presidente-fundador del Centro UNESCO de Extremadura, miembro de la Academia J. M. Santiago Castelo, presidente de la RAEx Cubana de la Lengua, correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y Caballero de Mérito de la Sagrada y Militar Orden Constantiniana de san Jorge. Hijo predilecto de Granja de Torrehermosa, fue nombrado Hijo adoptivo de Fontiveros (Ávila) con motivo del IV Centenario de la muerte de San Juan de la Cruz. Medalla de Extremadura en 2006 tiene, entre otros, los premios de poesía Hispanidad, Gredos, Alcaraván, Extremadura a la Creación y Fastenrath, de la Real Academia Española, y de periodismo Luca de Tena, Nicolás González Ruiz, Julio Camba, Martín Descalzo y Vocento. Fue elegido académico de número de la Real Academia de Extremadura en junio de 1988. Un año después ingresó en la Corporación contestando a su discurso de ingreso el entonces director de la Academia, D. Antonio Hernández Gil. Santiago Castelo salió elegido, por primera vez, Director de la Academia de Extremadura el 28 de septiembre de 1996. Junto a él, componen actualmente la Mesa de la Academia, D. Francisco Tejada Vizuete, como secretario; D. Francisco Javier Pizarro Gómez, como Tesorero, y D. Salvador Andrés Ordax, como censor.
D. Florencio Álvarez Álvarez, nuevo presidente de los Caballeros de Guadalupe
u El día 10 de marzo del presente año 2012, la Real Asociación de Caballeros de Santa María de Guadalupe celebró Asamblea general ordinaria electiva, a la que concurrieron dos candidaturas para ocupar la Junta directiva. Salió elegida, por mayoría absoluta, la presidida por don Florencio Álvarez Álvarez, natural y vecino de Berzocana (Cáceres). La elección ha sido ratificada por nuestro Arzobispo. Don Florencio Álvarez, casado y padre de cuatro hijos, es un hombre jovial y muy activo, quizás por sus muchos años de docencia, ejercidos con dedicación, especialmente en su pueblo natal, donde tiene desde hace bastantes años el cargo de Mayordomo de la Pontificia Cofradía de los Santos Fulgencio y Florentina. Es Caballero de Santa María de Guadalupe desde 1977, aunque ha sido en estos últimos nueve años en los que ha prestado mayor servicio a la Asociación, en el cargo de vicepresidente. Tiene por delante la hermosa tarea de incentivar la participación de los miembros de la Real Asociación e incrementar su presencia en toda España.
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Crónica de la Puebla Antonio Ramiro Chico
Semana de la mujer Durante la semana hubo dos exposiciones: una de Trajes de La Concejalía de Educación, Cultura y Turismo del Excmo. AyuntaCarnaval realizados por la Asomiento de Guadalupe celebró del 5 al 11 de marzo pasado la Semana de la Mujer. Los actos fueron inaugurados la tarde del día 5 en el Cen- ciación de Mujeres, propiedad tro Cultural de la Puebla y Villa por el alcalde Francisco Rodríguez y la de María Asunción Elías, y otra concejala Lidia Álvarez. Ese día se presentó la novela Lágrimas para de cuadros de punto de cruz, otra vida, del autor cacereño y colaborador de nuestra revista Alber- costuras de Purificación Carpento Navalón Mateos. El numeroso público asistente se deleitó con las te y Ángela Tello Plaza. La primeexplicaciones del novelista, que fue presentado por nuestro director ra se presentó en el Centro CulAntonio Arévalo Sánchez, y con la declamación poética de Paqui Villa tural y la otra en el Salón Gótico y Crescencia Rodríguez. Puso el colofón Enrique Cordero y un coro parroquial. de la Asociación Cívico-cultural de Mujeres. A las 11 del día 6, Raquel Hermanamiento del Castillo y Julia Ramírez, del Consorcio de Información al ConsuCon motivo del CDL Anivermidor, dirigieron un taller sobre el proceso de la compra. Seguido de un debate-coloquio sobre la igualdad, a cargo de Isabel Leo Borrella, sario de la fundación del muniagente de Igualdad de la Mancomunidad. Por la tarde, a las 5.30h., cipio de Guadalupe de Pacastuvo lugar la I Marcha Popular a favor de la lucha contra el cáncer, mayo (Perú), su alcaldesa viajó que cerró con un manifiesto en la plaza Mayor el P. Antonio Arévalo, el pasado 26 de marzo hasta el párroco de Guadalupe. El acto del día 7 fue una charla a cargo de los Guadalupe extremeño, para ceenfermeros Reyes Ángel Ramos y Gema Clemente sobre Nutrición, lebrar el hermanamiento entre alimentación y hábitos saludables. El Día Internacional de la Mujer, estos dos pueblos que tiene por jueves 8 de marzo, hubo un torneo femenino de petanca en el campo patrona a la Reina de la Hispanide fútbol a las 16h, a cargo de Ana Plaza, dinamizadora deportiva de la Mancomunidad. Tras la lectura del manifiesto conmemorativo del Día en el Centro cultural, se celebró una Jornada sobre las posibilidades de empleo y emprendimiento de la mujer rural, a cargo de Clara I. Moreno López, agente de empleo y desarrollo local de la Mancomunidad. En la tarde del viernes se proyecto la película En tierra de hombres (2005), de Niki Caro, a la que siguió un coloquio o cine-fórum. El II Concurso de repostería tuvo lugar el sábado. Mientras se dirimía el fallo del jurado, fray Javier Córdoba de Julián, director de la Hospedería, pronunció una charla sobre la cocina monacal de Guadalupe. Alcaldes de los Guadalupe peruano y español
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plazamayor / 37 dad. El acto tuvo lugar en el Centro Cultural de la Puebla y Villa y estuvo presidido por el alcalde de Guadalupe (Cáceres), Francisco Rodríguez Muñiz y la alcaldesa de Guadalupe (La Libertad, Perú), Lourdes Isabel Plasencia Zapata, acompañados del representante de la Embajada del Perú en España; de fray Sebastián Ruiz Muñoz, guardián, y fray Antonio Arévalo Sánchez, párroco, concejales, secretario de la Corporación Local, Caballeros, Damas y vecindario. Durante el acto quedó sellado el firme compromiso de mantener lazos permanentes entre ambas poblaciones, favorecer intercambios socio-culturales entre sus vecinos, al objeto de desarrollar, a través del conocimiento mutuo, el sentimiento vivo de la fraternidad íbera y europea y de la solidaridad universal, aunando esfuerzos para mantener viva esta empresa de paz y prosperidad, así como la devoción a la Virgen de Guadalupe, que en 1562, llevó el capitán extremeño Francisco Pérez Lezcano, cumpliendo así la promesa que le había hecho a Nuestra Señora. Una vez se dio lectura al protocolo de hermanamiento, se procedió a la firma de éste por ambas partes, dando por finalizado el acto con la entrega de diplomas y el intercambio de obsequios entre ambos alcaldes. La UBEX celebró el día del bibliófilo en Guadalupe Bajo la deseada lluvia de abril, Guadalupe acogió el 14 del pasado mes, el Día del Bibliófilo, que cada año organiza la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx) y que en esta ocasión ha estado dedicado a los libros de música, como sonoras joyas bibliográficas. Para empaparnos
de ese maravilloso mundo de pentagramas y notas, la UBEx invitó a un gran humanista, D. Alejandro Luis Iglesias, reconocido bibliófilo y musicólogo, antiguo profesor en las universidades de Salamanca y La Rioja, galardonado con el I Premio de Investigación Bibliográfica «Bartolomé José Gallardo». La jornada comenzó a las once de la mañana, con la recepción de socios en el claustro de la Mayordomía, donde se hizo la entrega de libros a cada uno de los asistentes, llegados desde distintas partes de la geografía extremeña. El acto cultural se abrió hacia las 12 de la mañana, en la sala capitular del Real Monasterio, teniendo como presentadora y conductora del acto, la periodista Nieves Moreno. Fray Sebastián Ruiz Muñoz, superior del monasterio, agradeció a la UBEx la elección de este lugar tan significativo para la cultura extremeña, al mismo tiempo que dio la bienvenida a los bibliófilos, en nombre de la Comunidad Franciscana. A continuación, el nuevo presidente de la UBEx, Bartolomé Miranda Díaz, reconoció los logros alcanzados por la asociación en estos últimos años y manifestó igualmente sus deseos y esfuerzos para seguir en esta misma línea, aunque es consciente de que el momento económico que vivimos no es el más favorable para el desarrollo de la cultura, pero su buen hacer y tesón mantendrá en alto las velas de esta embarcación. Cerró el acto de presentación, Joaquín González Manzanares, director de la Biblioteca Regional de Extremadura y presidente de honor de la UBEx. Después de las presentaciones, comenzó la sesión de estudio a cargo del profesor, Alejandro Luis Iglesias, quien hizo una magnífica disertación sobre «los libros que suenan», deteniéndose de manera especial en la obra de Melchor de Torres: El arte ingeniosa de Música, dedicada a su mecenas, el obispo de Plasencia, Gutierre de Vargas Carvajal, en 1544. Aunque, Alejandro no se conformó con agasajarnos con su erudición e investigaciones sobre dicha obra, sino que además, quiso demostrarnos como suena los libros, interpretando con los acordes de la vihuela varias piezas de Luis de Millán, Cristóbal de Morales y Juan Vázquez, cuya música enriqueció nuestros sentidos e inundó las bóvedas góticas de la sala capitular, trasmitiéndonos ese sentimiento humanista de los hombres del Renacimiento. Tras el almuerzo en el comedor de la Hospedería y la respectiva sobremesa, los participantes volvieron de nuevo a la sala capitular para proseguir con la sesión de estudio, donde Alejandro Luis Iglesia volvió a desplegar de nuevo sus dotes de gran humanista y presentó varias joyas bibliográficas del Archivo de Música del Monasterio, cedidas por el actual archivero, fray Antonio Arévalo Sánchez, quien también participó de esta jornada. Las piezas seleccionadas fueron: el Libro IV de Polifonía, que contiene obras marianas de Palestrina, Vivanco, Navarro y Morales, así como los Stabat Mater de Pergolesi y Franz Joseph Haydn y otras propias del monasterio, como la Cantata al Santo Nacimiento, del maestro de capilla fray Antonio de Barcelona (1736-1799, hermano del bordador fray Cosme de Barcelona. Los participantes pudieron admirar, además, otras obras únicas y desconocidas de su propia biblioteca, como la Iphigigenie de Henry Desmarest, impresa en Ballard (1711) o varios manuscritos, con música de Cart Philip Emanuel Bach de 1763, Domenico Scarlati, Georg Friedrich Haendel, y un adolescente Beethoven, dando una visión conjun-
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El catedrático y musicólogo Alejandro Luis Iglesias en el claustro mudéjar
ta de la música barroca del siglo XVIII en Europa. También pudieron contemplar un ejemplar del cuarteto Opus 6 del príncipe de Prusia Louis Ferinand o la crónica manuscrita del gran Yorisada Tokugawa sobre los inicios de la música occidental en Japón en los primeros años del siglo XX. Esta pequeña exposición, sobre los libros que suenan, terminó con un obsequio del propio profesor Alejandro Luis Iglesia, regalando a los participantes un curioso pliego con diversos fragmentos del Arte Ingeniosa de Música, así como una partitura del Stabat Mater, hasta entonces inédita, también de Melchor de Torres, todos ellos numerados. Aunque lo que puso la guinda fue, otro regalo, en esta ocasión salido de sus propias manos, acariciando las cuerdas de su vihuela, interpretando con el fiel acompañamiento de los ángeles músicos de Juan de Flandes en el coro de la basílica, el Agnus Dei de la misa Voce mea de Cristóbal de Medrano, maestro de capilla en el XVI de la catedral de Badajoz. Conciertos en Guadalupe Muy frecuentemente, agrupaciones corales de toda España solicitan a la Comunidad franciscana intervenir en alguna de las celebraciones dominicales de nuestra basílica. El pasado sábado 19 de
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mayo correspondió el honor a la Xuntanza de Meis (Pontevedra). Esta agrupación de treinta y siete voces mixtas fue fundada en 1995 y está dirigida por Monserrat Arosa Villar. Ofreció un breve concierto después de la misa vespertina, que fue muy aplaudido por el público asistente. Los cantos populares, en gallego y español, fueron interpretados a capela, y algunos con gaita gallega y tambor. El broche del recital lo pusieron la interpretación conjunta de la Xuntanza y la Coral Santa María de Guadalupe del canto italiano Signore delle Cime del compositor franciscano Giuseppe di Marci.
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Estampa
Mirando atrás
Fraga Iribarne Dicen las crónicas que el 11 de diciembre de 1965 se inauguró el Parador de Turismo Zurbarán, de Guadalupe. Con la cantidad de 30 millones de pesetas se rehabilitaron y adaptaron para tal menester dos edificios de los siglos XV y XVI —que de esta manera se salvaron de su destrucción y se recuperaron para la historia—, los que en su día fueron Colegio de Gramática y Hospital de san Juan Bautista, por donde desfilaron, hasta la Desamortización de 1835, gente de Letras y galenos de renombre. Proyectada y dirigida su rehabilitación por el arquitecto J. Luis Picardo Castellón (Jerez 1919), los dos edificios fundados en su día por los padres Fernando Yáñez, el de medicina, y Juan de Azpeitia, el de Gramática, hace cinco siglos, son desde entonces el mejor reclamo, junto al monasterio, de lo que representa Guadalupe en la cultura y la devoción mariana. En sus cuarenta y siete años de existencia, este Parador ha servido para dar a conocer Guadalupe en el mundo; ha traído mejores carreteras y mejores atenciones y dio y sigue dando trabajo a muchos vecinos. Todo ello fue posible, con la inestimable ayuda de EE.UU., por la gestión de aquel ministro de Información y Turismo, D. Manuel Fraga Iribarne. A pocos meses de su fallecimiento y como homenaje de gratitud por lo que hizo aquí, traigo una parte de su bello discurso en la inauguración del Parador, flanqueado por los ministros de educación, M. Lora-Tamayo, y de la Vivienda, J. Mª. Martínez Sánchez-Arjona: «Resulta difícil expresar con palabras el sentimiento profundo, entrañable, que inspira Guadalupe a cualquier español o americano consciente del significado de su historia. Guadalupe es algo más que un hermoso lugar donde el hombre puede encontrar la paz en el encuentro consigo mismo y con Dios; es algo más que un lugar de reposo o de oración. Es un símbolo. Con el Descubrimiento de América, el monasterio de Guadalupe se convierte en el Santuario de la Hispanidad, presidiendo, con su egregia presencia, el ingente esfuerzo de una nación que consiguió dar vida a un continente». Carlos Cordero Barroso
El maestro Alfonso Moreno Collado (1909-1964), compositor y director de la banda, hijo predilecto de Guadalupe (1964), dirige ahí a un coro de mujeres en la sacristía de Guadalupe. Lo habitual en cualquier evento de la época. Corría el año 1953, el retrato lleva la firma del mítico fotógrafo cacereño Caldera [Archivo Chenchi Leza].
Abigarradamente andan aquí los vecinos y todas las fuerzas vivas (autoridades civiles, militares, sanitarias y religiosas —incluyendo novicios y monaguillos—) de entonces, 1973. La ocasión fue la dedicación de una callejuela de la villa en honor del recordado párroco P. Claudio López Gómez (1905-1972), a quien le sobraron dos trienios (1941-1947) para embridar y ganarse al vecindario. Ya decimos, le bastaron dos trienios, el siguiente… a Montijo. [Archivo Felisa Álvarez].
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Normas para la presentación de originales a esta Revista 1.- Los artículos que se envíen a esta Revista deben ser 5.- Las referencias o citas bibliográficas de Libros se ajusoriginales e inéditos. La revista Guadalupe admitirá tarán a este criterio: Nombre del autor (entero o iniciales) la publicación de cualquier tipo de trabajo, siempre que seguido de los apellidos, que irán en letras Versales, Título alcance el nivel de calidad suficiente y trate sobre temas y del Libro (en cursiva), Ciudad, año, páginas (p. o pp.). [Ejemplo: Germán Rubio, ofm, Historia de Ntra. Sra. de ámbitos propios. Guadalupe, Barcelona 1926, pp.13-22. Si la siguiente cita 2.- Los textos serán enviados en formato Word, tipo de va inmediata, basta poner Ibídem, y la página. Si la cita no letra Times New Roman, cuerpo 12. El original se remitirá, va seguida: G. Rubio, Historia…, p. o pp.] para su valoración, a: Redacción Revista Guadalupe, Real 6.- Las referencias o citas bibliográficas de Revistas o Monasterio, 10140 GUADALUPE (Cáceres), aunque no será Actas de Congresos se ajustarán a este criterio: Nombre del necesariamente objeto de correspondencia ni devolución. autor (entero o iniciales) seguido de los apellidos, que irán 3.- Los artículos de carácter científico no excederán en letras Versales, “Título del Artículo” (entre “comillas”), de cinco páginas, se presentarán en soporte informático en Título o cabecera de la Revista o Actas (en cursiva), (preferentemente por correo electrónico) y procesador número, (Año), (entre paréntesis), y número de página de textos Microsoft Word o, si no es posible, impresos (sólo números, sin p. o pp.). en papel a una cara, y precedidos de los datos del Autor [Ejemplo: Arcángel Barrado, ofm, “Las capellanías de En(nombre y apellidos, dirección, teléfono y correo elec- rique IV”, en Guadalupe 586 (1970) 88-90. Si la siguiente trónico si lo tuviere), con un breve currículum vitae cita va inmediata, basta poner Ibídem, y la página. Si la cita del autor o autores nuevos. Asimismo se podrán adjuntar no va seguida: A. Barrado, “Las capellanías…”, 90.] ilustraciones, cuadros y similares, originales de calidad 7.- Cada trabajo puede ir precedido de llamadas o frases suficiente, en blanco y negro o color. De no ser posible destacadas del contenido. los originales, también se admiten las fotografías digitaLa Dirección podrá requerir, si es imprescindible, la lizadas en formato jpg o Microsoft Excel si son gráficos. introducción de modificaciones en el texto original de un 4.- Las notas bibliográficas, siempre a pie de página artículo. (letra del cuerpo 10), se numerarán de forma correlativa La no aceptación de cualquiera de estas normas conlleva en caracteres árabes e irán voladas sobre el texto. que un trabajo no sea admitido. La Redacción
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Librería del Real Monasterio I. Historia y arte “El camarín de Guadalupe: Historia y esplendor” Autores: Sebastián García Rodríguez, ofm y Francisco Tejada Vizuete Ed. Guadalupe, Arganda del Rey (Madrid) 1996. 30x24, 224 pp. Encuadernación: tela y estampaciones en oro, ilustraciones a color. PVP: 18 euros
“Los miniados de Guadalupe. Catálogo y museo”
“El coro de Guadalupe. Historia y arte” Autor: Sebastián García Rodríguez, ofm Ed. Guadalupe, Sevilla 2002. 32x22.5, 195 pp. Encuadernación: cartoné, tapas e ilustraciones a color. PVP: 25 euros
“Los bordados de Guadalupe. Estudio histórico-artístico”
Autor: Sebastián García Rodríguez, ofm Ed. Guadalupe, Sevilla 1998. 30x34, 368 pp. Encuadernación: cartoné; tapas e ilustraciones a color. PVP: 30 euros
Autor: Sebastián García Rodríguez, ofm Ed. Guadalupe, Sevilla 2006, 30x24, 239pp. Encuadernación: cartoné; tapas e ilustraciones a color. PVP: 27 euros
“Guadalupe en los clásicos y en viajeros antiguos” Autor: Arturo Álvarez Álvarez Alcobendas (Madrid) 2002. 24x17, 216pp. Encuadernación: rústica, ilustraciones en blanco y negro. PVP: 15 euros
“La sacristía de Guadalupe, digna sala de los cielos” Autor: Jesús Palomero Páramo Ed. Guadalupe, Arganda del Rey (Madrid) 1998. 30x24, 204 pp. Encuadernación: tela y estampaciones en oro, ilustraciones a color. PVP: 21 euros
“Guadalupe, siglo XX. [El primer siglo franciscano]” Autor: Antonio Arévalo Sánchez, ofm Prólogo de D. Antonio Montero Moreno, arzobispo emérito de Mérida-Badajoz Ed. Guadalupe, Sevilla 2004. 25x17, 511pp. Encuadernación: guaflex con estampaciones en oro, e ilustraciones a color. PVP: 20 euros
“Plata, bronce y otras muestras de artes aplicadas” Autor: Francisco Tejada Vizuete Ed. Guadalupe, Mérida 2007. 30x24, 142pp. Encuadernación: cartoné; tapas e ilustraciones a color. PVP: 26 euros
Pedidos: Librería, imágenes y recuerdos, Real Monasterio. 10140 Guadalupe (Cáceres)
Gabriel Sánchez Olmeda Guadalupe 1968
Puente sobre el río Guadalupe