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CINE Y SERIES
Spider-Man: Across The Spider-Verse
Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson
ANTES DE EMPEZAR a desgranar la artesanía pirotécnica que es “Spider-Man: Across The Spider-Verse”, estaría bien que quedase constancia que hay que valorar esta película teniendo en cuenta que se trata de la primera mitad de algo más grande. Es importante recalcar esto, porque el final es un cliffhanger que va a dejar a más de uno, con la boca abierta y diciendo “¿En serio?”. Dicho esto, toca abrir el corazón y dejar la dopamina fluir porque nos encontramos ante una de las películas de animación mejor animadas de la historia. La trama decide aproximarse con un afán psicológico por Miles Morales, dejando atrás su foco sobre lo que significa ser Spider-Man y acercándose a una pregunta mucho más existencialista: ¿quién es Miles Morales? En cuanto a la animación, hay una mezcla de estilos que intenta que cada personaje se sienta único a pesar de encontrarnos con cientos de Spider-Mans. Spider-Punk se mueve en una especie papel maché, Spider-Gwen vive en un mundo de acuarelas nostálgicas, Miguel O’Hara salta entre un trazo definido y otro difuso por el neón futurista, y The Spot mezcla técnicas de animación nuevas con pinceladas sencillas. Esta idea se les aplica a los universos por los que se balancea Miles Morales hasta llegar a un punto en el que animación se convierte en narrativa. Con sus aristas por limar, “Spider-Man: Across The Spider-Verse” llega sobrada al podio de las mejores películas del superhéroe arácnido junto a “Spider-Man: Into The Spider-Verse” y “Spider-man 2”, de Sam Raimi. luis de la iglesia
TRAS UNA POCO MEMORABLE quinta remesa de episodios, “Black Mirror” regresa con todo su arsenal de recursos bajo el brazo en su sexta temporada, no sin estar exenta de puntuales altibajos y desaceleres argumentales que ya vienen siendo costumbre a la hora de impedirle alcanzar a la célebre antología de Charlie Brooker su nota máxima. Con una generosa retahíla de caras populares en su elenco (Salma Hayek, Michael Cera, Aaron Paul, Zazie Beetz) y un renovado surtido de tramas que logran esquivar el ya trillado uso de la tecnología y su maligno reverso como únicas herramientas narrativas, sus cinco nuevos pasajes confirman ser capaces de darnos lo mejor y lo peor en una misma temporada, entregándonos, por una parte, algunos de los relatos más reseñables que la saga haya ofrecido hasta la fecha
(“Joan es horrible”, “Beyond The Sea”) y por otra, pasajes de difícil remontada (“Mazey Day”) o actos que convencen hasta cierto punto, pero sin terminar de subir del todo al podio (“Demonio 79”). No obstante, estamos ante la que es sin duda la apuesta menos convencional y más heterogénea de “Black Mirror”, reflejando con ello su aguerrido intento por explorar territorios insólitos en su registro estético y argumental (desde el slasher y el true-crime, hasta lo fantástico y sobrenatural), en aras de hacer crecer su capacidad única de retratar las miserias y bajezas humanas de la mano de maravillosas alegorías contra el capitalismo y el esclavismo moderno con las que, nuevamente, Brooker y compañía logran sacarle los colores a nuestra sociedad. fran gonzález
SE HA ACABADO “SUCCESSION” y con ella una de las mejores series que ha salido de la mano de HBO. Cuesta decir algo cuando se ha vivido un guion construido con un mimo brutal, para que se quiera seguir las peripecias de unas personas tan horribles. Porque eso es lo que nos ha mostrado la serie, la lucha de poder más violenta de la historia de televisión. Cabe decir que la serie ha sido un poco repetitiva en su estructura, pero a pesar de ello ha valido la pena seguir al pie del cañón, sobre todo debido a una última temporada excepcional. La presión de esa fecha límite, de que en el último capítulo se decidiría todo, ha jugado a su favor y ha permitido vivirla con una emoción trepidante.
¿CUÁLES HAN SIDO las claves de este cierre tan fenomenal? Primero, unas actuaciones in-
Dirección: Jesse Armstrong creíbles de Jeremy Strong, Sarah Snook, Kieran Culkin, Nicholas Braun y Matthew Macfadyen; segundo, la banda sonora de Nicholas Britell; tercero, la cámara y el montaje en una delicia de planos; y seguiría la enumeración de aciertos, pero mejor quedarse con que su creador y guionista, Jesse Armstrong, ha sabido agrupar los elementos necesarios para construir un referente de las series de streaming a la vez que ha entendido cuál era el momento adecuado para terminarla. Un final redondo en el que el sabor agridulce ha sido el ingrediente principal para que podamos digerirla. luis de la iglesia
Ahora Logan Roy diría “Fuck off” y le daríamos la mano aceptando que hemos disfrutado de toda la violencia que ofrece esta intriga de poder.
AÑO 2001. Una feroz tormenta provoca que un velero cargado de cocaína encalle en las costas azorenses. A la deriva, los fardos de droga llegan a la orilla, cayendo en manos de los vecinos de una singular y empobrecida localidad portuaria. Desde la ignorancia y la desesperación, los habitantes ven en este polvo blanco la oportunidad de edulcorar su rutina y alcanzar sus anhelos, por ahora marchitados por culpa de un pueblo en el que nunca pasa nada bueno. Pero lo que a priori parece un surrealista golpe de suerte, se termina convirtiendo en la maldición en vida de sus protagonistas, que ajenos a las consecuencias que tiene depositar sus sueños en el narcotráfico, terminan pagando el peor precio que el inconformismo soñador e idealista puede cobrarse.
NO ESTAMOS ante otra serie más de narcotraficantes producida por Netflix, pues clichés a parte, los siete capítulos de “Rabo de Peixe” rompen desde dentro ese género tan trillado gracias al despliegue de carisma de sus involucrados y el progresivo descubrimiento de sus capas. Con perspectiva cinematográfica, esta suerte de “Fariña” lusa extiende el legado de esta descabellada historia real hasta presentar una ficción romántica y juvenil, impregnada de ambición a la Bertolucci, frenesí a la Ritchie y sexualidad a la Noé. Un amplio abanico de géneros que van desde la acción más trepidante al sentimentalismo más reflexivo, pasando por una comedia rota que sobresale por encima de su latente poso de tragedia y penuria. Un carísimo sueño americano que conectará con el deseo universal de querer salir de nuestra particular jaula. fran gonzález