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El disco perfecto de Cala Vento
FOLK PUNK / Segunda parte de la colaboración entre (el legado lírico inédito de) Woody Guthrie y los punks bostonianos Dropkick Murphys. Para quienes no lo sepan, el grupo de raíz irlandesa tomó letras inéditas del capo del folk activista e ídolo de Bob Dylan, les agregó instrumentación folk-punk-celta y ha logrado dos bombásticos discos, este y “This Machine Still Kills Facists”, publicado hace unos pocos meses. Las letras de Guthrie son ajusticiadas por la voz de Ken Casey, quien sigue enfocado en su nueva función, transmitiendo y contagiándonos de su excitación. Le ayudan a las voces Violent Femmes (“Gotta Get To Peekskill”), Jesse Ahern (“Rippin’ Up The Boundary Line”) y Jaime Wyatt (“Bring It Home”) para dar con una performance vocal impecable, a medio camino entre la perfección y la emocionalidad siendo la guinda del pastel de un auténtico y muy buen disco de celebración.
ADRIANO MAZZEO
POP / Las cosas han cambiado para todos desde 2019. Aunque muchos de esos cambios, los que provocó la pandemia, ya ni los recordemos; tenemos memoria de pez para lo que queremos. Más ha cambiado la movida, si cabe, para Cala Vento en sólo cuatro años: “Balanceo” (19) fue el salto a vivir de la música y, afortunadamente, el “sí quiero” de crítica y público. No les ha pesado al dúo de Montgrí haber tenido que dar relevo a su largo de consagración. Al contrario, han vuelto a pervertir las reglas y, además, sin hacerle asco a su papel de cronistas vaticanos de la millenialidad. “Equilibrio” explica la opresión que todos vivimos, maridando con esa mirada de a dos, relacional, que tanto les caracteriza y que tan coreable les vuelve en directo. No han desatendido Cala Vento sus responsabilidades como individuos en esta nueva –ya vieja– normalidad: el disco está plagado de no futures, de “no nos toquen las narices” y de algunos compromisos. Basta con ponerse “Ferrari” para entenderlo. No son Joan Delgado (voz y batería) y Aleix Turon (voz y guitarras) de agachar la cabeza. Aseguran que la decisión de dedicarse a full a la banda ya estaba tomada antes de la pandemia. Es por eso que construyeron su propio estudio en Montgrí. Lo que, paradójicamente, les ha dado seguridad para grabar con más productores que nunca. Si algo no cuadraba, podían retocar en casa. Precisamente la diversidad de manos (Youth, Emili Bosch y Santi García tras las máquinas, Jordi Mora como técnico de mezclas) ha permitido desde canciones sin guitarra (hiperemotiva “Conmigo”) hasta las más agraciadas perlas indie rock (“No hay manera”). “Casa linda” es un disco que suena con todo muy adelante. Muy potente. Más cercano a su debut que a su anterior álbum, aunque esa mala uva tiene contrapuntos, la propia “Casa linda”, homónima al título, tan sólo acústica y voz. Lo mejor de lo nuevo de los treintañeros no es que mantengan el espíritu del ruido guitarrero en Catalunya (son oasis, por desgracia), que su carrera no pierda fuelle (al contrario), sino que demuestran que los hay que entendieron algo de la pandemia: más allá de eslóganes contra la precariedad, las desigualdades y demás, lo más importante es seguir construyendo hogares, aunque sea en las canciones. Los necesitamos. YERAY S IBORRA