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Estibaliz Urresola Ver a tiempo

“ 20.000 ESPECIES DE ABEJAS” es una película necesaria que rezuma naturalidad, emociones a flor de piel y belleza a partes iguales, y cuyo detonante y punto de partida se encuentra en el impacto que le causó a la directora y guionista una trágica noticia: el suicidio de un joven chico trans que había solicitado un tratamiento hormonal que nunca llegó, en su lucha porque se reconociera su verdadera identidad de género. “Fue muy triste. Sin embargo, escribió una carta de despedida esperanzadora y luminosa, intentando que con su drástica decisión se produjera un cambio en la sociedad”. A raíz del terrible acontecimiento, Urresola se acercó a una asociación de familias de menores transexuales y se dio cuenta de que, a pesar del conflicto y el estigma, para muchas de esas familias había resultado una vivencia muy positiva, que incluso les había hecho crecer y evolucionar. “Fue una de las observaciones que se repetía en varias de las familias que entrevisté y que fueron claves para mí para encontrar el enfoque o el tratamiento que le quería dar a la película. Porque podría haberla realizado de muchas formas, la más obvia o aparentemente orgánica hubiera podido ser: hacer una película desde un solo punto de vista, siguiendo al personaje de Cocó, pero justamente esta idea de cómo el tránsito en realidad lo realizan las familias al completo, porque estos niños y estas niñas son quienes son y, lo que realmente se transforma son las miradas de quienes les observan... Es una idea que resultó clave para mí, para comenzar a conformar un poco los pilares del guion, en el sentido de que quería construir alrededor de Cocó una familia en la que cada componente tuviera también un pequeño espacio en la narrativa, y a través de la que pudiera reflejar esa pequeña evolución o no, transformación o no, de los personajes que le rodean. Y esto me parece importante, porque al final creo que muchas veces cuando hablamos de las personas o los personajes trans y los enfocamos como una realidad problemática, en realidad el problema no lo tienen estas personas, sino que es para la sociedad, para quienes la vivencia de las identidades trans es un problema. ¿Y por qué es un problema? Porque pone en cuestión los fundamentos básicos sobre los que se ordena nuestra sociedad, en unas relaciones de poder entre clases, razas y sexos que es innegable. Entonces, bueno, enfocarlo desde el ámbito de la familia me ayudaba también a colocarme yo como autora, en el sentido de que creo que es una realidad que nos interpela al resto de la sociedad. No es un problema con el que ellos, ellas y elles tienen que lidiar, sino que es una realidad de la que todas, todos y todes formamos parte, y que nos obliga a recuestionarnos muchas cosas que damos por naturalizadas”.

“20.000 ESPECIES DE ABEJAS” crece alrededor de un elenco coral espectacular de actrices, gracias al cual, con la pequeña y brillantísima Sofía Otero a la cabeza, Urresola constata y transmite que “no podemos dar nunca nada por hecho. Cada persona es un universo lleno de infinitas posibilidades, y que casi siempre, esa primera lectura que hacemos de las personas: es absolutamente incompleta e injusta. Y nos perdemos mucho por no tener quizás el tiempo o la disposición o la apertura para intentar relacionarnos más allá de las etiquetas que ponemos por necesidad, por premura y por nuestra forma de interactuar en el mundo. Nosotras, por ejemplo, dimos por hecho que encontrar el personaje de Cocó, de Lucía, sería algo muy difícil, muy complicado, y, sin embargo, Sofía Otero llegó a la primera sesión de casting, pero, como estábamos quizás programadas por ese pensamiento de que nos iba a costar muchísimo encontrarla, y por el carácter de la propia

Sofía que es una niña tremendamente expresiva, alegre, risueña… que no tenía demasiado que ver con el personaje que había escrito, pues todo ello nos llevó a no verla y a no considerarla para el personaje de Lucía. Continuamos viendo a más de quinientas niñas, hasta el punto de que yo pensaba que se nos acababa el tiempo y no había encontrado una niña, una actriz, capaz de realizar este papel. Pues, en ese momento extremo, decidí volver atrás y revisar todo el material del proceso de casting, y entonces me di cuenta de que Sofía había venido no sólo a la primera, sino a la segunda y a la tercera sesión de casting, y nunca la habíamos considerado o probado para el papel de Lucía. Así que ahí fue cuando in extremis, me animé a convocarla y en esa sesión que tuvimos fue increíble la comunicación tan limpia, tan rica y tan directa que fuimos capaces de establecer ella y yo. Esa fue como la evidencia de que podíamos trabajar juntas. De alguna forma, sin darme cuenta, me había estado pasando lo mismo que le pasa a la familia de Lucía, sobre todo, encarnada por el personaje de Ane. Yo tenía a Sofía ahí delante, desde el principio, desde el primer momento, siendo la mejor Cocó que podía haber soñado nunca, y ella estaba ahí esperando a que la viéramos, y que quizás por haberle atribuido un papel predeterminado desde el principio, ese rol que yo le estaba adjudicando por esa primera impresión, pues me impedía ver más allá y me impedía ver todo lo que Sofía era capaz de ser, de aportar”.

DAVID PÉREZ

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20.000 especies de abejas ESTIBALIZ URRESOLA

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