LA INSTALACIÓN TOTAL Ilya Kabakov (Introducción a la instalación Total. Tomado del catálogo Ilya Kabakov: instalaciones, París, C. G. Pompidou, 1995)
No estoy en condiciones de dar una definición exhaustiva de la instalación. Ignoro fundamentalmente lo que es una instalación, aunque la practico desde hace ya mucho tiempo con mucho entusiasmo y pasión. No obstante, vamos a examinar este tema, y, particularmente, el tipo de instalación que podríamos llamar “instalación total”, en la medida en que es concebida de tal forma que – además de los diversos elementos que la constituyen- el espectador mismo, atrapado por la instalación, se encuentra de pronto en el interior. En esta perspectiva, podemos ver también otras formas de instalaciones: 1. Las pequeñas instalaciones donde se reúnen algunos objetos, como los rayonnages (estanterías) de Haïm Steinbach. 2. Aquéllas que están adosadas a la pared, que cubren toda la pared o una parte del suelo, como por ejemplo en algunas obras de Mario Merz. 3. Aquéllas que llenan casi por completo la sala que les ha sido concebida (Mc Collum). En todos los casos que acabo de citar, el espectador queda absolutamente libre, porque el espacio que rodea las instalaciones es totalmente indiferente con respecto a lo que contiene. Y aunque en las dos primeras variantes los objetos pueden ser muy voluminosos, y en la tercera, el lugar de exposición puede estar completamente abarrotado – como en un enorme almacén donde hay tantas cosas que ya no se ve nada- el espacio que acoge estos objetos manifiesta el mayor desinterés hacia ellos, como si quisiera decir que no existe para ellos, que vendrán y partirán, mientras que él, el continente neutro, permanecerá. De hecho, sólo debe estar limpio, ser sencillo, preferentemente amplio (a lo ancho y a lo alto), no tener ventanas, y estar dotado de una buena iluminación que propague una luz constante y apacible sobre sus paredes claras. Aunque la luz esté apagada y algunos objetos luminosos funcionen (algo parpadea y brilla en la oscuridad), el espectador debe estar seguro de nuevo de que se encuentra en un espacio homogéneo, con paredes impecables. Dicho de otro modo, que está todavía en la misma sala que en la primera variante, con la diferencia de que se haya a oscuras, el espectador debe sentirse en las salas tan seguro como en cualquier otro lugar civilizado: un aeropuerto, un banco, aseos de una limpieza deslumbrante – que poco difieren, desde este punto de vista, de las salas de exposición. (Además, los aseos constituyen un excelente modelo de exposición. Un espacio neutro, nítido, claro, objetos bien concebidos, rápidamente reconocibles, una orientación fácil e inmediata nada más entrar en los locales). Me detengo en las relaciones entre los objetos y el espacio circundante en el lugar expositivo por el motivo de que difieren profundamente, en mi opinión, en
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