Psicología y trabajo

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Psicología y Trabajo: Una Relación Bajo Examen.

Hernan Camilo Pulido-Martínez Pontificia Universidad Javeriana Bogota cpulido@javeriana.edu.co

“Tengo para mí la verdad del siguiente enunciado: los psicólogos, para servir mejor a nuestros clientes, debemos emprender el estudio y la práctica de diversas disciplinas, tales como: finanzas, economía, contabilidad, producción, mercadotecnia, etc. En otras palabras, debemos volvernos más gerentes y más psicólogos al mismo tiempo”. (Arias-Galicia, 1993).

Psicología – mundo del trabajo - empleo Desde que la psicología encontró el mundo del trabajo en las primeras décadas del siglo pasado los investigadores han señalado que su lugar y operaciones están vinculadas tanto con la sociedad liberal capitalista como con el proyecto civilizatorio, y por ende, colonizador de la modernidad. Los trabajos realizados por Viteles (1932; 1954) y Munsterberg (1913) resultan ejemplos claros de como la psicología del trabajo 1 ha considerado, de manera entusiasta y celebradora, que la sociedad liberal capitalista representa la forma culminante del desarrollo social, razón por la cual los conocimientos y las condiciones de vida que se generan dentro de este tipo de organización social son considerados dignos de extenderse a lo largo del planeta.

Los psicólogos que configuraron el campo bien sabían que el tan preciado mejor esfuerzo individual propuesto como articulador de la sociedad liberal no

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- Psicología del trabajo se utiliza aquí en el sentido propuesto por Hollway (1991) para cobijar distintas aproximaciones psicológicas a los problemas que se suscitan en el mundo laboral que tienen como característica central en énfasis en el individuo y/o en el pequeño grupo.

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se suscita de manera automática en los empleados. Nunca ha bastado con argumentar que hay que hacer el mejor esfuerzo en el trabajo, puesto que esto conlleva

el mejoramiento de la productividad, los aumentos en las

ganancias así como, los incrementos en el bienestar individual y de la sociedad, para que los trabajadores se desempeñen de la mejor manera posible. Por el contrario, en la situación de empleo se presenta una tensión constante entre la capacidad del trabajador para adelantar sus labores y la voluntad que este tiene para realizarlas. Tensión que de acuerdo con Viteles (1932; 1954) constantemente amenaza la viabilidad de la sociedad capitalista.

El conocimiento psicológico ganó un espacio en el mundo del trabajo al prometer que podría resolver la tensión que se suscita entre la capacidad que posee el trabajador y la voluntad que tiene para realizar las actividades laborales. Se propuso entonces que la psicología del trabajo debia concentrarse en la conquista de la voluntad para trabajar del empleado y se estableció como eje fundamental de esa conquista la promesa de regular las capacidades humanas a través de distintas intervenciones generadas a partir de la aplicación del método científico. Intervenciones que están dirigidas a que se alcancen incrementos en la productividad por medio del conocimiento de, cómo propone Viteles ya en 1954, “las condiciones y mecanismos a través de los cuales se puede de manera efectiva promover y desatar la fuerzas internas que llevan al empleado a participar voluntaria, completa y satisfactoriamente en alcanzar los objetivos productivos” (p,6).

Entonces desde un comienzo las operaciones de la psicología se han dirigido al control de las energías del hombre dentro de un proyecto de felicidad en el trabajo que contribuye a hacer la sociedad liberal viable, la cual no es solamente considerada como ética y deseable sino la única posible (Viteles, 1954; Triantafillou & Moreira, 2005; Hollway, 1991; Lander, 2000; Davila, 1985; Brown, 1980). Este proyecto de felicidad se propone liberar al hombre de las consecuencias que se desprenden del énfasis puesto por la sociedad capitalista sobre la eficiencia. De una manera particular y como característica central este proyecto hace énfasis en el grado de satisfacción percibida, para 2


la cual contribuyen las diversas estrategias psicológicas, y deja incólumes las condiciones objetivas de trabajo (Davila, 1985).

Tal como fue señalado por Viteles (1932) la eficiencia como una de las metas centrales de las organizaciones laborales no necesariamente conlleva a una preocupación por el bienestar de los trabajadores. En este sentido, en las condiciones en las que se desenvuelve la producción capitalista, el conocimiento psicológico asumió para sí la meta de generar bienestar y al hacerlo volteo de cabeza los problemas

de eficiencia. La psicología del

trabajo proclamo que la preservación del capitalismo, en términos de productividad y ganancias, depende de los aspectos psicológicos de los trabajadores (Viteles, 1954; Mayo, 1990). De este modo, los temas y las estrategias desarrolladas dentro de la psicología del trabajo intentan relajar la tensión que existe entre la eficiencia, las ganancias y el bienestar de los trabajadores en una manera ética y dentro de un proyecto de disfrute del trabajo que corresponde y se enmarca en los principios de la sociedad liberal.

Se puede afirmar por ejemplo que las estrategias psicológicas promueven distintos valores liberales. A saber, la selección de personal se propone traer justicia a los lugares de trabajo mediante la garantía y el reconocimiento del merito. De manera potencial, cada cual seria susceptible de ser ubicado dentro del mundo del trabajo de acuerdo con sus habilidades, educación, aptitudes y actitudes. Esta ubicación estaría garantizada independientemente de aspectos relacionados con la clase social y los antecedentes culturales. La capacitación iría dirigida a promover y recompensar el mejor esfuerzo del trabajador, a alcanzar mejoras continuas en el proceso productivo gracias a la actualización de las capacidades de cada individuo, así como, a incentivar el crecimiento personal que conduzca a la satisfacción, de manera tal que se alcance un optimo de complacencia con el trabajo y el máximo de desempeño organizacional.

Los estudios sobre el liderazgo por su parte

confrontan la tensión que existe entre la autonomía, la autoridad y la participación de los trabajadores dentro de las limitaciones que el ambiente organizacional

impone.

Se

persigue

armonizar

el

gobierno

de

los

trabajadores en las organizaciones enmarcado este en un medio social que 3


se supone democrático. Es decir, las estrategias de liderazgo se dirigen a mantener el sutil equilibrio que deber ser guardado entre trabajadores que se conciben autónomos pero que no obstante deben obedecer.

Subyacente a todos estos procesos y aplicaciones de técnicas psicológicas que se utilizan en el mundo del trabajo se encuentra una concepción particular acerca de los seres humanos. Aparece allí la figura del hombre económico, racional y autónomo, el cual es capaz de decidir si quiere o no trabajar en un mercado laboral que supuestamente no representa restricciones (Steele, 2004). Lo cual le permite a la psicología del trabajo presuponer que el empleado conserva para sí la voluntad de ingresar o no al mundo laboral. Una vez que el trabajador acepta el contrato de trabajo, el conocimiento psicológico se pone a cargo de conducir la voluntad del trabajador para realizar sus actividades laborales, guiando esta voluntad hacia el máximo posible de eficiencia a través de conectarla a un proyecto de felicidad (Triantafillou & Moreira, 2005).

Este proyecto, casi sobra decir, se alcanza mediante la aplicación de técnicas psicológicas, las cuales se supone tiene una validez universal. Se les atribuye este carácter universal a las técnicas psicológicas gracias a que se asume que las herramientas utilizadas para alcanzar el proyecto se derivan de la aplicación del método científico. De este modo, las teorías, estrategias e instrumentos psicológicos se les considera como dispositivos neutrales aplicables a cualquier lugar en donde el capitalismo emerja. Si existe alguna influencia de la cultura en el mundo del trabajo en lugares distintos a donde las estrategias fueron concebidas, estudios “inter-culturales” propondrán las variables con las cuales se llevaran a cabo los ajustes necesarios y se comprobará que la empresa psicológica universal es factible (e.g., Erez & Gati, 2004).

Los trabajos que se realizaron hasta los años cincuentas abiertamente reconocen el vínculo que tiene la psicología del trabajo con el liberalismo. Después de dicha década difícilmente se reconoce abiertamente esta relación aunque de manera implícita esta siempre presente. A este respecto, 4


por ejemplo la mayoría de los estudios históricos acerca de la psicología en su relación con el trabajo reconocen la marcha de la empresa psicológica. Los análisis históricos presentan una crónica en donde pasadas de moda, problemáticas o no pertinentes propuestas fueron desplazadas por nuevas aproximaciones mas apropiadas de acuerdo con las condiciones en las cuales los seres humanos llevan a cabo sus actividades laborales. Generalmente, tal avance ha sido bien documentado en relación con las sociedades que se auto-llaman liberales avanzadas y que otros las nombran para localizarlas geográficamente como sociedades Nor-Atlanticas. (e.g. Koopes, 2003; Furham, 2005; Shimmin & Wallis, 1994; Katzell & Austin, 1992). Estas historias tal como señala Morawski (1992) cumplen la función de legitimación de la psicología como un esfuerzo científico valioso. Quizá como estas reconstrucciones tienen lugar en las sociedades “liberales avanzadas”, en donde se produce el conocimiento psicológico, el reconocimiento, de manera explícita del vinculo entre el liberalismo y la psicología del trabajo no sea indispensable. Sin embargo, si bien no se señala dicha conexión si se celebran sus consecuencias. A este respecto por ejemplo Katzell y Austin (1992) afirman que el esfuerzo hecho por la psicología del trabajo corresponde a una sociedad que venera la eficiencia industrial y organizacional y la gente que es capaz de ser exitosa en las instituciones de dicha sociedad

Ahora bien, esto no significa que la disciplina haya dejado de lado el examen crítico de su relación con el mundo del trabajo. Por el contrario, el conocimiento que se produce ha estado bajo constante examen. Sin embargo, los estudios que consideran el lugar del conocimiento psicológico dentro del campo que comprende la psicología del trabajo se han ocupado de aspectos diferentes a su relación con el liberalismo. El énfasis pragmático ha sido un centro de atención. Se afirma que la psicología del trabajo se caracteriza por ser un conocimiento “reactivo” ante los problemas que se le plantean desde la administración (Moghaddam, 1987). Se afirma, que la investigación psicológica realizada en el área industrial organizacional aporta una serie de soluciones para resolver los problemas de la gerencia las cuales no se apartan del sentido común acerca de cómo se conducen las 5


organizaciones laborales (Lamal, 1991; Gordon, Kleiman & Haine, 1978). Se ha señalado que el característico énfasis pragmático del campo no produce mayores novedades, por el contrario ocasiona una serie de repeticiones y variaciones sobre los mismos temas con escasos aportes significativos (Nord, 1982; O’Reilly, 1991; Willpert, 2000). Se argumenta también, que la psicología industrial-organizacional se mueve dentro de una “filosofía descriptiva” la cual a falta de una teorización relevante de la investigación empírica o con “multiplicidad de teorías de corto y mediano alcance” queda sin piso para entender el mundo cambiante del trabajo contemporáneo (Fernández-Ríos, 1995). En términos generales las criticas proponen que la búsqueda de por sí de soluciones administrativas a

los problemas que emergen en las

organizaciones, no solamente deja a la psicología sin herramientas para entender los fenómenos del trabajo contemporáneo; también a su vez se implica que la disciplina y sus practicantes aceptan de manera implícita las condiciones laborales sin un mayor cuestionamiento que trascienda mas allá de la ejecución de la tarea a realizar. El énfasis pragmático se convierte en un lastre para cualquier otro tipo de desarrollo, puesto que limita las posibilidades de las intervenciones de corte psicológico a “reacciones” para solucionar los problemas que emergen en el trabajo. Los cambios en el mundo laboral se consideran mas como contexto que como aspectos que se deben considerar e integrar de manera conceptual en el cuerpo de conocimientos psicológicos. Sobra decir que los estudios que examinan la relación psicología trabajo dentro del campo entonces no consideran a la sociedad liberal como aspecto central de la investigación. A este respecto las propuestas que formula Cascio (1995) representan un buen ejemplo de cómo se reconocen las importantes transformaciones que están ocurriendo en la organización del trabajo a nivel global, en las cuales al mismo tiempo, se limita la agenda de la psicología del trabajo a reaccionar ante dichos cambios. Si bien el avance de la empresa psicológica en el mundo del trabajo ha tenido en su mayoría una actitud celebradora por parte de los académicos y 6


profesionales de la disciplina (Staeuble, 2005), dentro de algunas corrientes y en disciplinas cercanas, la relación psicología-trabajo-liberalismo-subjetividad resulta el centro de atención y critica. Wexler (1983) encuentra, por ejemplo, que el conocimiento psicológico naturaliza las relaciones de la forma social empleo, propia del liberalismo, por medio de un sistema de representaciones que busca hacer que los trabajadores se conformen con las condiciones de trabajo capitalista. En este sentido, el conocimiento psicológico describe el mundo del trabajo de manera tal que lo convierte en ‘natural’ e ‘inevitable’ y al mismo tiempo naturaliza determinado tipo de subjetividad (Wexler, 1983). El tipo de subjetividad propuesta caracteriza, de maneras particulares, a los trabajadores como seres naturales

y

la vez sociales. Por una parte se

resaltan las capacidades y características propias de la especie, las cuales pueden ser medidas, controladas y usadas con el objetivo de mejorar la productividad. Por otra parte, se concibe a los trabajadores mas allá de esa “su naturaleza”, al asumir que son sujetos libres en posición de determinar tanto su lugar en la sociedad, como sus oportunidades de crecimiento y desarrollo.

Así, indica Wexler (1983) que la libertad de elegir promulgada por el liberalismo se convierte en la condición fundamental, tanto para que este crecimiento y desarrollo sean posibles, como para la visión moral de la subjetividad de los trabajadores. Los seres humanos en el

trabajo son

concebidos a través de una visión según la cual los empleados se tornan, de manera exclusiva, en responsables de su propio éxito o fracaso. Visto así el éxito o fracaso como resultados del esfuerzo individual se contribuye en general a desplazar y ocultar aspectos que influyen el mundo del trabajo tales como sus condiciones objetivas, el acontecer diario organizacional y la cotidianidad de los trabajadores, los cuales están directamente influenciados por la clase social y las determinaciones históricas y culturales (Bock, 2000).

En esta misma perspectiva de orientación marxista otros psicólogos han analizado, el lugar de la psicología en relación con la lucha de clases y sus operaciones en términos de las maneras en las cuales la psicología contribuye a distorsionar las relaciones que circunscriben el mundo del 7


trabajo en la sociedad liberal. El sesgo pro-gerencial de la psicología del trabajo ha sido por ejemplo el centro del ataque. De acuerdo con Bramel y Friend (1981) el privilegio que la psicología le otorga a la gerencia se manifiesta en la intrínseca negación del conflicto entre el trabajo y el capital que se hace patente en la situación de empleo. La psicología del trabajo orquesta la negación del conflicto del capitalismo y suprime cualquier resistencia a la explotación proporcionando una visión de los trabajadores como gente que puede ser fácilmente manipulable con miras a alcanzar los objetivos organizacionales.

Algunos psicólogos se concentran en los aspectos culturales que le permiten la

marcha

de

la

psicología

del

trabajo

tal

como

se

presenta

contemporáneamente En este sentido se le acusa a la psicología del trabajo de dar un tratamiento a los problemas que se suscitan en los ámbitos laborales de una forma que ocluye los ambientes culturales y sociales en los cuales tiene lugar la lucha de clases. Prilleltensky (1994), por ejemplo propone que el sesgo empresarial de la psicología no solamente tiene sus orígenes en la relación entre el empleado y empleador sino también en los supuestos culturales y sociales en los cuales el mundo del trabajo se halla inmerso. Prilleltensky (1994) afirma que supuestos tales como: la empresa esta libre de conflictos, en conjunto con la creencia de que la ciencia es buena para la sociedad hace que la psicología del trabajo sea vista como algo bueno tanto para el empleado como para el empleador. Lo cual da como consecuencia que se asuma que la libre empresa es buena de por si, lo cual se traduce en la premisa de que lo bueno para los negocios es bueno para la sociedad (Prilleltensky, 1994). Así el conflicto básico intrínseco al capitalismo, entre aquellos que explotan y aquellos que son explotados se reduce a cuestiones relativas a las mejores maneras de organizar las metas organizacionales y a la mejor posible satisfacción de los trabajadores cuando hacen sus esfuerzos por alcanzar dichas metas (Prilleltensky, 1994).

Tres mecanismos señala Prilleltensky (1994) por medio de los cuales la psicología del trabajo ayuda a perpetuar la sociedad liberal como status quo. Primero, la psicología del trabajo personaliza los conflictos cuando localiza 8


los problemas del trabajo en personas, de este modo los conflictos laborales se convierten en problemas de individuos. Segundo, la psicología propone una aproximación caracterizada por metas comunes las cuales idealmente son compartidas por empleados y empleadores. Precisamente es aquí en donde la psicología en su relación con el trabajo muestra los sutiles efectos de poder. El enfoque colaborativo de acuerdo con Prilleltensky (1994) muestra los efectos de la psicología en tanto que internaliza en los trabajadores las ideologías que prevalecen, a su vez los trabajadores se tornan inconscientes de las maneras en las cuales están siendo manipulados influenciados y controlados. La psicología se convierte entonces en una sutil manipulación que hace que los trabajadores no solamente obedezcan sino que quieran obedecer. Finalmente, el conocimiento psicológico traduce los problemas del trabajo en problemas de la mente del trabajador los cuales pueden y deben ser resueltos por los expertos de la subjetividad. Como consecuencia cuando los problemas del trabajo se vuelven problemas psicológicos los administradores tienen la facultad de hacer decisiones éticas basados en recomendaciones psicológicas.

Vale hacer algunas acotaciones a los exámenes que se han conducido al interior de la disciplina psicológica. Primero que todo se puede resaltar que estas criticas han ocupado siempre un puesto marginal. Como consecuencia, tal parece que el campo no evoluciona como otras áreas de la psicología en las cuales la critica resulta central (Teo, 2005). Simplemente se soslayan las objeciones que se formulan a la psicología del trabajo. También se puede anotar que los análisis críticos se proponen como objetivo mejorar la relación que la psicología ha establecido con el trabajo. Es decir, en términos de Rose (1996) modernizar la relación o de acuerdo con Venn (1998) señalar sus errores y horrores. Por lo tanto, en ultima instancia buscan reformular, refundar o proponer otra manera de hacer psicología. En esta medida, los análisis críticos no examinan como tal el lugar de la psicología en el mundo del trabajo pues asumen el que el conocimiento psicológico tiene de por si un lugar, el cual esta de cierta forma mal ocupado, se trata entonces de señalar las carencias, las dificultades y los obstáculos que no permiten que una

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psicología mejor emerja y de proponer una más de las constantes refundaciones de la disciplina.

Quizás es más importante aún señalar que los exámenes que se han conducido de la relación psicología trabajo sociedad liberal y su consecuente derivado la subjetividad del trabajador resultan plausibles para la situación generada para el empleo. Quiere esto decir que las criticas formuladas son pertinentes cuando se considera el lugar de la psicología en unas condiciones laborales en las que el empleo permanente resulta ser imperante. Sin embargo, cuando el empleo se reduce y aparecen nuevas condiciones laborales en el mundo del trabajo, las críticas formuladas no parecen tener la misma pertinencia.

Una segunda objeción en relación con la plausibilidad se relaciona con la universalidad de dichas críticas. Si bien las impugnaciones que se le han hecho a la psicología del trabajo tienen pertinencia para las situaciones que se dan en Latinoamérica y en el país en particular, sin embargo dejan de lado las condiciones especificas de producción geo-politica del conocimiento psicológico (Molinari, 2000) y de las condiciones de trabajo y las implicaciones particulares que emergen en la región (de la Garza-Toledo, 2006). Se formula esta objeción ante el hecho fundamental de que la mayor parte de la psicología del trabajo se produce en las sociedades Nor-Atlanticas y se adapta, apropia, reproduce y aplica mas que se formula en las sociedades Latinoamericanas.

Psicología - Post Trabajo Por supuesto es imposible proporcionar aquí una caracterización completa de los cambios que están ocurriendo en el mundo del trabajo, mucho menos es factible darles una explicación exhaustiva. Solamente se van a señalar aquí algunos de los cambios centrales que están ocurriendo. Dichos cambios han sido considerados desde diversas perspectivas. Se señala por ejemplo que estos comprenden un paso, del fordismo al post-fordismo; de la sociedad industrial a la sociedad de consumo; del énfasis en el trabajo material al trabajo inmaterial (Blondeau, O. Whiteford, Vercellone, Kyrou, Corsani, 10


Rullani, Moulier-Boutang, & Lazzarato, 2004; Brinkmann, 2008; Lazzaratto, 2004. Si bien se asumen diversos marcos conceptuales para entender las transformaciones del trabajo las propuestas comparten un énfasis sobre el papel acrecentado del mercado como regulador de las relaciones sociales, señalan la retracción del estado del ámbito público y de la regulación de la vida de los individuos, así como muestran la inclusión de nuevas instancias de regulación social.

En relación con las nuevas condiciones de trabajo que los cambios han traído,

Moulier-Boutang

(2007)

señala

que

el

empleo

esta

siendo

reemplazado por otras formas de trabajar. Formas tales que ya no se establecen alrededor de contratos permanentes y de la remuneración mensual. En su lugar actualmente

aparecen de manera cada día mas

difundida los contratos temporales y una constante reanimación del pago a destajo. Divisiones tajantes que parecían inamovibles se están diluyendo. A manera de ilustración se pueden mencionar tanto la difuminación de los limites que se establecían entre el trabajador como sujeto y las actividades que realizaba (Moulier-Boutang, 2007), como la separación que se establecía entre el ámbito privado del hogar y el ámbito publico de las organizaciones laborales. Esta separación se desvanece cuando la empresa toma desde un comienzo el ámbito del hogar como parte del conocimiento que debe tener del trabajador a través por ejemplo de las visitas domiciliarias. En este mismo sentido, también el espacio en donde se labora se ha visto transformado. Cuando el cumplimiento de metas y objetivos comandan el trabajo individual, no es estrictamente necesario que el trabajador permanezca dentro de los límites de la organización, el caso del tele-trabajo resulta ilustrativo, el trabajo va al hogar y diluye la línea que separa lo público de lo privado.

Una notoria ilustración de las transformaciones del mundo del trabajo en nuestro medio esta constituida por la “tercerización”, cada vez más marcada, en la contratación laboral. En la actualidad, variadas organizaciones laborales recurren a “proveedores de manos”, agencias de empleo temporal, para realizar labores especificas. Con esta estrategia se libran de establecer una relación directa, en términos de contrato, con el trabajador. Por supuesto 11


concomitante con la “tercerización” de la relación laboral se presenta un incremento marcado de las empresas que “abastecen” trabajadores (Carvajal-Marín, Ulloa-Ulloa & Morales-Silva, 2006). En esta línea, la proliferación de las cooperativas de trabajo asociado se presenta como una novedad dentro de las manifestaciones de la precarización laboral que se vive en los días que corren. En las cooperativas los asociados aportan su trabajo, “lo que saben hacer” como insumo central. No se limitan las cooperativas a aparecer como formas en las que se lidia con grupos de trabajadores poco capacitados como los empacadotes de las grandes cadenas de supermercados, por el contrario, estas aparecen en sectores donde anteriormente se considerarían insólitas. De manera nunca imaginada alcanzan también a profesiones como la medicina. Actualmente se han constituido cooperativas que asocian a médicos para ofrecen sus servicios a las instituciones prestadoras de salud (IPS). La tercerización con las agencias de empleo y las cooperativas de trabajo asociado constituyen entonces claras muestras de cómo el contrato directo y el empleo permanente como tal están desapareciendo.

Ahora bien, si las estrategias psicológicas tienen una clara pertinencia en las condiciones que favorecen el empleo, no parecen tener la misma plausibilidad cuando la forma empleo parece desdibujarse. La psicología del trabajo de corte de la escuela de las relaciones humanas, la cual constituye gran parte de la psicología del trabajo, resulta a este respecto ilustrativa. Las intervenciones psicológicas que buscan maximizar la satisfacción laboral, mejorar la comunicación y construir una “familiar empresarial”, se muestran adecuadas y por lo tanto funcionales para intervenir los problemas del trabajo vinculado al empleo permanente. Sin embargo, en las condiciones laborales que emergen actualmente dicha psicología que se constituye alrededor de premisas tales como “el factor humano es lo más importante para la producción” tal vez no sea la más adecuada. Por ejemplo, cómo se puede proponer que se debe constituir una “familia empresarial”, cuando los trabajadores ya no tienen un contrato directo con la organización que les garantice la estabilidad laboral.

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¿Quiere esto decir que si continúan esta serie de transformaciones la psicología esta cercana a su desaparición del mundo del trabajo? Una posible respuesta se puede encontrar en los cambios que se han generado con la introducción de visiones socio-construccionistas en la relación psicología-trabajo. Estas visiones, como se ve al menos en la literatura 2 resultan funcionales y plausibles en relación con las reformas neo liberales que se adelantan. También resultan afines a la sociedad de consumo que se instaura con su énfasis en la flexibilidad tanto de la organización como del sujeto trabajador que la acompaña. A este respecto, Johnson y Cassell (2000) proponen que la manera de sacar la disciplina del estancamiento en que se encuentra entre el énfasis pragmático y la aplicación del método positivista se halla en las novedosas maneras de conducir la investigación e intervención

organizacional

haciendo

uso

de

las

visiones

socio-

construccionistas y de los métodos cualitativos. Así, las apropiaciones de las propuestas socio-construccionistas dentro de la psicología del trabajo enfatizan la necesidad de reconocer la diversidad en una manera particular. Se trata de actualizar las áreas tradicionales que constituyen el campo y al actualizarlas se las hace más efectivas. Una muestra clara de esta manera de proceder esta relacionada con el bienestar de los empleados. Se arguye que las maneras de construir el bienestar son diferentes de acuerdo con las construcciones locales de lo que significa estar-bien para los trabajadores. Se reta de este modo la visión universalista de la psicología del trabajo “convencional” a través de la investigación de los significados particulares que se presentan en los diferentes grupos que componen las organizaciones. Se tienen en cuenta entonces la diversidad de posibilidades que pueden existir en la manera en que los grupos significan lo que seria más benéfico para ellos, a su vez se cualifican las maneras de alcanzar una mayor productividad. No obstante, se evita el examen de los supuestos que están detrás del concepto de bienestar y por consiguiente, su vínculo con un tipo especifico de sociedad. Tampoco se considera la manera en la cual se apropia la preocupación por la diversidad en su relación con el liberalismo.

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Por ejemplo el numero especial del British Journal of Occupational and Organisational Psychology Vol ( )

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Una ventaja particular parece emerger. El poder explicativo de la psicología se hace mayor (Symon, 2000). Por consiguiente, el conocimiento psicológico resulta más útil para desarrollar estrategias que se adecuen a las maneras en las que se organiza el trabajo. A partir de los resultados de investigación, se hace posible que mejores técnicas de regulación se dirijan al aumento de la productividad (Symon, Cassell & Dickson, 2000; Cassell, Close, Duberly & Johmson, 2000). De esta manera la psicología del trabajo de corte socioconstruccionista no se aparta de la manera tradicional de operar. Por el contrario, de esta forma se la resguarda e intensifica, pues ahora se estaría produciendo un conocimiento mas preciso acerca de lo que los miembros de las organizaciones significan en el acontecer cotidiano laboral. Puede suponerse que el conocimiento psicológico tiene así “mayor potencia” pues ahora esta en capacidad de dar cuenta de las significaciones que construyen los actores sociales acerca de si mismos y de las organizaciones, de manera tal, que se puede dar una mejor respuesta, por ejemplo, a una de las preguntas centrales de las cuales se ha ocupado el campo es decir “que hay en la mente de los trabajadores” (Pittenger, 2003). Sobra decir que los estudios psicológicos de corte socio-constructivista no se limitan al área del bienestar, ni a introducir el significado como eje de la investigación. Por el contrario, son mucho mas amplios los objetivos que se proponen en la también conocida forma de señalar los errores y horrores de la psicología que se mencionaba con anterioridad (Venn, 1998). Se hacen llamados desde estas posturas a reconsiderar la manera como en el campo se ha apropiado el concepto moderno de organización, el cual se propone debe ser reemplazado por un concepto más flexible que de cuenta de la situación postmoderna de las empresas (Gergen & Thatchery, 1996). Se reta la visión racionalista de la psicología del trabajo “convencional” y se propone que una visión relativista debe considerarse para dar cuenta de las nuevas realidades organizacionales. Se cuestiona lugar tradicional de la psicología del trabajo, el cual se focaliza en determinar como están las organizaciones en lugar de cómo deberían estar (Gergen & Thatchery, 1996). No obstante, en la tradicional relación de la psicología con el trabajo nuevamente se “reacciona”, ahora con técnicas flexibles que están muy cercanas no 14


solamente a la nueva “organización postmoderna” sino a la flexibilización y precarización del trabajo que se adelanta con la globalización liberal. Resulta significativa la propuesta de Gergen & Thatchery (1996) respecto al cambio en el rol del psicólogo, los cuales ya “no se ven como ingenieros proveyendo

soluciones

para

los

administradores,

sino

mejor

como

proveedores de un lenguaje simbólico y conceptual para ser usado en los sitios en donde se labora”. De cierta manera, el papel de la psicología con énfasis socio-constructivista hace una llamado a la gerencia para que vea las nuevas realidades organizacionales y a su vez contribuye a crearlas. De este modo la disciplina intensifica su papel tradicional tornándose en

una

tecnología más eficiente para “entender” la subjetividad fragmentada contemporánea y las “flexibles” realidades organizacionales que la enmarcan. Parece evidenciarse de nuevo, en estos estudios socio-constructivistas, el ánimo humanista de mejorar las condiciones de trabajo dejando sin tocar las metas de las organizaciones y de la sociedad que las cobija (Anthony, 2003). El reconocimiento de la realidad organizacional como un hecho socialmente construido no parece afectar el que la psicología se comporte como una tecnología social que ahora estudia esa realidad pero que no cuestiona su papel como proveedora de herramientas para lidiar con la fuerza laboral.

La respuesta que da la disciplina a transformación del mundo del trabajo con la introducción de las perspectivas socio-construccionistas de cierta manera se limita a la tradicional “reactividad” del campo. En estas condiciones de nuevo la teorización acerca del mundo del trabajo pasa a un segundo lugar o no se considera importante. Más importante aun, las áreas de indagación por las cuales se interesa la psicología del trabajo no se amplían. Entonces en la medida en que no se teoriza sobre el trabajo, sobre las transformaciones que se están llevando a la reducción de la forma “empleo permanente”, sino que se busca mejorar las técnicas relacionadas con las áreas tradicionales, para por ejemplo “re-significarlas”, no se vislumbra el posible nuevo lugar de la psicología, por el contrario se le sigue asociando con su papel tradicional.

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El “complejo psicológico” en el mundo del trabajo Voces se han alzado para describir como la relación psicología-trabajo esta cambiando. Una de los llamados de atención que se hacen esta en relación precisamente con la producción del conocimiento psicológico. En el presente el conocimiento psicológico en relación con el trabajo no se produce solamente, y quizás no fundamentalmente, en las facultades de psicología. Con un énfasis cada vez mayor, la producción de conocimiento se hace en las facultades de administración y de negocios. La psicología ha dejado de ser competencia exclusiva de los psicólogos; hay otras profesiones involucradas tanto en su producción como en su aplicación. Es notorio como cada vez más los psicólogos se alejan de su dedicación a la aplicación de herramientas y estrategias psicológicas. Estos profesionales realizan, por ejemplo, muchas actividades administrativas que no están directamente ligadas con la disciplina. A tal punto que en los estudios genealógicos del campo como aquellos adelantados por Hollway (1991) se asegura que en el futuro el único reducto exclusivo que tendrán los psicólogos del trabajo será la selección del personal pues otras profesiones estarán haciendo uso de las propuestas, jerga y estrategias que la disciplina psicológica propone.

Otro desplazamiento que se puede observar con relación al “comportamiento” del

conocimiento psicológico esta vinculado con su apropiación

y

diseminación. Los “best sellers” se han convertido en las fuentes de consulta y diseminación en lugar de las tradicionales revistas que recogen la producción académica (Anderson, Herriot & Hodkinson, 2001). En ellos, el énfasis pragmático se hace evidente. Se ofrecen allí una serie de estrategias para lidiar con problemas del mundo del trabajo, que en la forma en que se presentan alcanzan diversas audiencias. Las intervenciones organizacionales propuestas

pueden

ser

usadas

por

distintos

actores

sociales.

Concomitantemente con esta expansión de las posibilidades de aplicación de la psicología los best sellers propagan visiones de lo que los trabajadores y los administradores deben ser, es una manera internacional de establecer desde

las

sociedades

Nor-Atlanticas

las

modas

organizacionales

(Abrahamson, ). Cabe anotar que los estudios reportan que muchas veces 16


estos libros son mas importantes para las comunidades empresariales que la literatura que se publica en las revistas especializadas la cual se ve como ingenua, pedante e inclusive hasta pueril (Anderson, Herriot & Hodkinson, 2001; Acosta, 2000).

En este panorama de transformación, flexibilización y precarización del trabajo, en conjunto con las transformaciones en las maneras en las que se presenta el conocimiento psicológico es difícil decir que psicología del trabajo es lo que los psicólogos hacen, pues lo que se encuentra es una compleja red de practicas, vocabularios, profesiones, agentes, teorías, instituciones, editoriales, conferencias, gurús, estrategias, consultorías nacionales e internacionales y revistas que, en relación con el mundo del trabajo, constituyen una particular manifestación de lo que se ha dado en llamar el complejo psicológico (Rose, 1985, 1996; Ingleby, 1985; Parker, 2007).

En esta perspectiva los estudios de la relación psicología-trabajo como “complejo psi” (Rose, 1996; Pulido-Martínez, 2008; Hollway, 1991), en vez de concentrarse exclusivamente en el progreso de las ideas psicológicas, tienden a entender como la psicología del trabajo pierde y gana su lugar en la sociedad (Millar & Rose, ). La psicología en su relación con el trabajo considerada como parte del “complejo psi” no refiere exclusivamente a una serie

de

teorías

formuladas

desde

diferentes

aproximaciones

epistemológicas, no es el resultado de grandes eventos históricos o de la sucesión de formulaciones que se superan progresivamente para dar cuenta de la conducta de los seres humanos en el trabajo. La psicología en relación con el trabajo es básicamente una serie de arreglos tácticos que intentan producir seres humanos que para nuestro tiempo histórico resulten deseables para el mundo del trabajo flexible.

La psicología del trabajo entonces actúa a dos niveles en relación con la producción de la subjetividad. Por una parte, provee las tecnologías y las normas psicológicas para individualizar y ubicar a los trabajadores (como su derivado se contribuye a la normalización, docilización y homogenización de la fuerza laboral). Por otra parte ocurren unos efectos de gobierno de las 17


poblaciones de trabajadores (Rose, 1999; Miller & Rose, 1990). Se produce entonces una conjunción entre las tácticas psicológicas y la racionalidades para “conducir la conducta” (Foucault, 1979) lo cual eleva las practicas psicológicas a un nivel diferente. Así el conocimiento psicológico se vuelve parte de arreglos tácticos que estructuran la posibilidad de las acciones de los otros, el es un vehículo privilegiado para conducirse “uno y los demás” en la particular racionalidad de gobierno liberal que se pregunta por como gobernar menos, como intervenir menos y como dar más libertad para decidir (Foucault, Burchell, 1993; Pulido-Martínez, 2008).

En este sentido el complejo psi esta involucrado en el gobierno del mundo del trabajo en tres dimensiones (Rose, 1999). Primero, el conocimiento psicológico hace a trabajadores conocibles de manera tal que los hace susceptibles de programas políticos, Segundo las técnicas psicológicas se convierten en si mismas en técnicas de gobierno. Es decir al usar las técnicas psicológicas distintas autoridades forman e instrumentalizan la conducta y tercero y muy importante el conocimiento psicológico produce al trabajador, lo constituye en la medida en que lo describe (Richards, 2002) y finalmente, al describirlo y producirlo se convierte en vehículo privilegiado para el ejercicio de la racionalidad de gobierno liberal (Rose, 1996). En términos generales la psicología hace seres humanos pensables y calculables traduciendo, creando y simplificando la subjetividad de los trabajadores en términos del lenguaje del mercado y de la economía (Miller & Rose, 1990).

Para ejercer la racionalidad de gobierno liberal es entonces central la producción del sujeto trabajador autónomo que sepa como desempeñarse en el mercado laboral para tomar las decisiones adecuadas que conduzcan a maximizar su propio bienestar (Walkerdine, 2005; 2008). La producción de una, podría decirse, vida psicológica autonomizada de los trabajadores es fundamental en las condiciones flexibles en que se presenta el trabajo. La constitución de trabajadores productivos y autónomos es el objetivo de los arreglos tácticos que se producen a partir del complejo “psi”. Trabajadores productivos en el sentido no solamente de hacer su mejor esfuerzo en sus actividades, sino también en el sentido de poder administrar su propia vida, 18


su “proyecto de vida” de manera gerencial. Autónomos para realizar las tareas haciendo su mejor esfuerzo, así como para poder tomar decisiones y moverse de acuerdo con las oportunidades que ofrece el mercado libre de trabajo.

El trabajador autonomomizado no es solamente el producto receptivo de la aplicación de una serie de tecnologías psicológicas, por el contrario el o ella hacen parte activa de la construcción de sí mismos. El trabajador debe conducir, debe gobernar su propia transformación, en términos psicológicos. El trabajador debe estar auto-motivado, auto-realizado, auto-regulado y además por su puesto debe tener alta su auto-estima para poder actuar mejor. Todas estas maneras “auto” se presentan como pura cuestión de libertad, la cual se puede alcanzar con los múltiples agentes que proveen consejo psicológico experto. Se debe ser capaz de auto-administrarse y esto se liga con la capacidad para adelantar un proyecto en el cual uno mismo se gerencie y sea innovador.

Así pues, la libertad como asunto de la producción de determinados sujetos psicológicos se convierte en una estrategia para ejercer la racionalidad liberal de gobierno. El auto-gobierno por medio de las “auto-maneras” se presenta como la opción para alcanzar la libertad. Esta libertad es creada alrededor de la individualidad y la auto conducta que es considerada como la meta para alcanzar la autonomía y la obligación de maximizar la vida de uno como si fuese una empresa particular. La vida como proyecto empresarial resulta pertinente tanto ante la paulatina eliminación de las seguridades que fueron proporcionadas por el estado del bienestar, como por la desaparición de las reivindicaciones que lograron los trabajadores durante muchos años como los contratos permanentes de trabajo.

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