Pregón Costalero Mérida 2010 por Fco. Javier Dopico

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Señores Vicarios y Sacerdotes; Autoridades Municipales y Señores Concejales; Señor Presentador; Señor Presidente de la Junta Local de Cofradías de Mérida; Señores Hermanos Mayores y Presidentes de las Distintas Hermandades y Cofradías; Señoras/es cofrades; Costaleros, Costaleras, Portadores, Portadoras, demás asistentes, Señoras y Señores. Queridos amigos: Permítanme recordar a todos los costaleros, capataces y buenos cofrades, que hoy ya no se encuentran entre nosotros y que disfrutan de la compañía de Dios. Antes de nada quería agradecer a Don Mario Hernández, la invitación que hace un mes me ofreció para que hoy ante ustedes, esté realizando este consolidado pregón del costalero de Mérida. Dicho día sentí una inmensa alegría al ser elegido para tan maravilloso acto y pasar así a engrosar la lista de buenos cofrades, como mis antecesores en este atril, a los que será difícil igualar y a los que desde aquí mando un afectuoso saludo. Como ustedes pueden apreciar, mis nervios pueden pasarme una mala jugada y espero que sepan perdonarme. Agradezco enormemente las palabras en mi presentación a las cuales tengo que decir que no las merezco y que son exageradas.


En este XI pregón del costalero 2010, Quiero hacerles llegar mis vivencias, mis penas, mis alegrías, mi dolor, mi satisfacción y un largo etcétera, que culminan en mi oración al arriar el paso, como en la finalización de la estación de penitencia, pidiendo y agradeciéndole a nuestro señor Jesucristo, que otro año mas me haya permitido ser sus pies, junto a mis compañeros de varal durante unas horas. No es mi intención hacer un monologo sobre mi, pero permítanme hacer una introducción a mi vida cofrade. Todavía recuerdo como con 4 años realice mi primera estación de penitencia en la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en la cual me inicie en este maravilloso mundo cofrade. Ya es mis primeros años como pequeño nazareno, empecé a entender lo que era la semana santa y el porque de ella. Recuerdo como cada Miércoles Santo veía a mi madre, aquí presente, colocarse su túnica y cubre rostro, y cargando con la cruz, cadenas y pies desnudos, realizaba tras los pasos de Nuestro Señor, su estación de penitencia como penitente, a los cuales considero como un costalero más. Durante 14 años pertenecí a esta cofradía, sin faltar a las 3 citas, 2 de penitencia y 1 de gloria, A los 18 años realice mi primera salida como costalero en el paso del Descendimiento de Nuestro Señor o el buque insignia como cariñosamente le llamo, perteneciente a la


cofradía ferroviaria. Nunca olvidare esa primera levantá en el atrio de Santa Eulalia, desde entonces ya a llovido y son ya 13 años procesionando a Nuestro Señor en su descenso de la cruz. Durante estos años he visto pasar a muchos compañeros costaleros o portadores, ya que es el paso de mayor peso en nuestra semana santa y por unas razones u otras la gente va y viene. Recuerdo una anécdota y fue el día en el que un fallo en la sujeción de la imagen de José de Arimatea, en una levantá en la Puerta de la Villa, la imagen cayó al suelo. Ahora mismo cierro los ojos y veo a José Antonio Calvo, nuestro capataz en aquel año, tambalearse de un lado a otro y quedarse mudo como si de un sueño se tratara. Todos acabamos ese Jueves Santo decaídos y preocupados y al llegar a la basílica todos y cada uno de los costaleros pasábamos al interior para ver el estado de la imagen. Con 20 años, Víctor Manuel Guerrero, amigo y gran cofrade, me dijo que la Cofradía Infantil quería sacar el paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén a hombros y que buscaban portadores, pues tampoco me lo pensé y pase a formar parte de la jovencísima cuadrilla de la burrita. Todavía recuerdo ese primer Domingo de Ramos, con que nervios afrontábamos esa primera salida, pero con la enorme ilusión de un niño en el día de su primera comunión, recuerdo las caras de Miguel Ángel y Fali,


caras de nerviosismo pero a la vez de confianza absoluta en sus jóvenes portadores. Permítanme también recordar el año en que sacamos por primera vez el actual paso de la burrita, cuantos sacrificios, rifas, maratones de futbol sala y fiestas, hemos hecho para buscar financiación y regalárselo a la Cofradía Infantil, de parte de los jóvenes costaleros de la burrita, que para mi y los emeritenses, fue un gesto ejemplar de un grupo de costaleros en nuestra ciudad. Seguro que Emilio novas, Pablo Hernández, Pedro Marchena y todos los costaleros de aquellos años, se acuerdan de todo esto y lo que nos costo, pero que hoy en día y cada Domingo de Ramos vemos ese sacrificio echo realidad. Siempre guardare un grato recuerdo de esta cuadrilla y de este paso, del cual tengo intención de volver a ser parte de ese maravilloso grupo humano que hay, siempre y cuando mis obligaciones cofrades me lo permitan. Tampoco quiero dejar pasar mi experiencia bajo un paso de virgen. Durante dos años salí bajo el paso de la Virgen de las Angustias, ya que mi amigo y capataz, Raúl Calvo me lo pidió, ante la ausencia de un costalero de la parte delantera, pues después de arriar el paso del Descendimiento la noche del Jueves Santo y marcharme a dormir sobre las 2 de la madrugada, a las 10 de la mañana estaba pantalón negro en mano, fajin y costal, en


el atrio de Santa Eulalia, para ayudar a los fabulosos compañeros de las Angustias. Para mi fue una experiencia inolvidable pero a la misma vez agotadora ya que en menos de 24 horas sacamos junto a otros compañeros de varal y costal 2 pasos y que actualmente muchos de ellos siguen haciendo. Hasta hace poco he venido desempeñando el cargo de Diputado Mayor de Gobierno o Vocal de Manifestaciones Publicas en la Hermandad de Jesús de la Humildad y María Santísima de las Lagrimas, una hermandad por la que he luchado y trabajado para gestarse, por la que lucho día a día junto a otros 4 compañeros de la ultima Junta de Gobierno. Una hermandad viva los 365 días del año y que podemos demostrar por todas las actividades que realiza durante el mismo. Hermandad por la que me llevo en muchas ocasiones desilusiones, malos tragos, zancadillas y un largo etcétera, pero que me tiene tan enganchado que no podría vivir sin ella. Aunque para muchos cofrades, la Hermandad sea todavía una desconocida y algunos la vean como una pobre cofradía, pues permítanme que alce la voz y que les diga que me siento orgulloso de ser de la Hermandad de las Lágrimas como popularmente se la conoce. Una hermandad que no tiene riquezas, ni un gran patrimonio, ni lujos, ni imágenes históricas, ni grandes filas de nazarenos, pero que tiene una enorme ilusión, un afán de superación continuo, una sencillez, una humildad y sobretodo un gran amor, que se refleja en sus hermanos y en los vecinos de los barrios de donde pertenece, que cada año


ven partir a su hermandad el Martes Santo por la tarde y que ya bien entrada la madrugada y tras casi 7 horas de recorrido, vuelven a llenar las calles para recibirla y vitorearla como solo ellos saben. Gracias a Dios he tenido la suerte de realizar todas las formas de llevar un paso, a doble varal, a un Varal y a costal y todas son duras, pero a pesar de mi torcida columna seguiré saliendo de costalero hasta que no pueda más. Después de este pequeño curriculum anécdotas venidas a mi mente, sentimientos que perduran en mi que afloran en muchas ocasiones, más en el motivo de este pregón.

y más que han sido corazón y me centro

Por el mes de febrero, vemos como Don Carnal ocupa un breve reinado o mas bien compartido, si me permiten la expresión, con Doña Cuaresma, ya que podemos apreciar por muchos puntos y rincones de nuestra ciudad, el sonido de coplillas y pitos carnavalescos, en naves, cocheras y locales y a su vez pasar por delante de estos lugares, un trono desnudo con su estructura de hierro y madera, llevado por un grupo de Hombres y Mujeres, en silencio, con el acompañamiento musical difuminado de los sones de una marcha procesional de la banda y agrupación musical de esta ciudad en uno de sus ensayos. Llega el Miércoles de Ceniza y la cuidad se aclara ante esta paradójica mezcla. Los emeritenses sabemos que estamos en cuaresma,


tiempo previo para dar paso a la fiesta más importante, participativa, y representativa de esta ciudad. Y no exagero en decir que es la mas importante, primero por que es el momento de la explosión de fe cristiana, que durante el año vamos cultivando en nuestro día a día y por supuesto decir a los 4 vientos que celebramos la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo Nuestro Señor y sentimos el dolor, sufrimiento y alegría que sintió su madre, la Virgen Maria. No exagero en decir participativa, ya que entre hermandades, cofradías, bandas y agrupaciones musicales, somos mas de 6.000 emeritenses los que participamos en esta catequesis viva en la calle, los cuales atraemos a cientos de miles de foráneos a disfrutar, ver y emocionarse de esta ciudad, que huele a incienso y vela por los 4 costados, en esta época de recogimiento y oración. Y tampoco exagero al decir, representativa, porque a los datos me remito y que nuestros representantes municipales independientemente de la tendencia, saben muy bien lo que significa esta semana de pasión para esta ciudad en multitud de aspectos, ya sean económicos, culturales, religiosos, etc..., que reinvierten muy bien en el prestigio de Mérida. No quiero hacer de este pregón un discurso reivindicativo ni político, ¡¡¡ válgame


dios!!!!, pero tan solo permítanme hacerles una sugerencia a quien le corresponda. Como costalero y portador, cuando nos metemos bajo el paso, nuestros ojos se ciegan y tan solo la voz de nuestro capataz y contraguía son nuestra referencia. Debajo de los pasos se pasan momentos malos, se siente dolor, mucho sufrimiento y otras cosas mas, pero cuando a todo esto le sumamos una calzada en mal estado, un cable de luz o teléfono a una altura no permitida, un cartel luminoso sin recoger, una calle en obras o a medio terminar, vehículos aparcados que impiden en muchos casos el caminar de un paso. Todo esto nos lleva a realizar maniobras y esfuerzos inhumanos cargando con más de 25 kilos sobre cada uno de nosotros, para salvar este tipo de problemas que a mi juicio son totalmente subsanables. Porque señores y señoras, no hay peor noticia para un costalero, que al finalizar una estación de penitencia, tengamos que lamentarnos por la rotura de alguna de nuestras sagradas imágenes con su valor sentimental, económico e histórico y sobre todo por la lesión de un compañero de varal o trabajadera. A continuación me dirijo a mis compañeros costaleros y costaleras, portadores y portadoras de las diferentes cuadrillas de nuestros pasos. Somos parte fundamental dentro de una Hermandad y Cofradía y como parte


fundamental y miembros de las mismas, nos debemos a ellas. Hay muchas formas de llegar a ser costalero, pero la más importante es por devoción y fe, sino sentimos en nuestro corazón lo que llevamos sobre nuestros hombros y costales, somos simplemente mozos de carga y la palabra costalero nos queda demasiado grande. Un costalero debe acudir a los triduos, quinarios, septenarios que se realizan a sus sagradas imágenes, así como acudimos a la cita en semana santa, porque lo mismo que gritamos vivas a nuestros cristos y guapa guapa y guapa a nuestra madre dolorosa bajo cualquier advocación de las que en Mérida tenemos, también debemos dedicarles a menudo, unos minutos y mantener un encuentro entrañable y privado como padres celestiales que son. Queridos amigos costaleros y costaleras, no busquemos protagonismos absurdos, no nos creamos mas y mejor que otros, ni alardeemos de lo bien que bailo a la virgen o los pasitos que hacemos con nuestro cristo. No caigamos en la absurda competición, Entiendo que los bailes y pasos hacen vibrar a la galería, pero piensen por un momento lo bonito que es ver andar a un cristo con un humilde pero a la vez solemne paso, como el que él realizo en su camino al calvario, o ver a nuestra virgen María andar con ese pasito corto y rápido como si la viéramos ir al socorro de su hijo. En mi opinión, actualmente es muy difícil cambiar este habito de llevar los tronos donde van las sagradas imágenes, porque


tanto costaleros como capataces hemos caído, a mi humilde entender, en esta forma de hacer espectáculo. Intentemos hacer de nuestra semana santa un estilo propio y no nos miremos en el espejo sevillano o andaluz, y todo esto debe empezar por capataces y costaleros. Queridos amigos costaleros y costaleras, somos los pies de nuestro señor Jesucristo y de nuestra madre la virgen María, que encima de nuestros hombros damos vida. Ellos que saben agradecernos tal esfuerzo y que si les miramos a los ojos podremos ver su alegría de tenernos bajo ellos. Pero también debemos de agradecerles a ellos, que siempre nos protegen, no solo de semana santa en semana santa, sino cada día. Ser costalero es un orgullo y un privilegio que como cristianos debemos de disfrutar. Nadie sabe como nosotros, los sentimientos y emociones que sentimos, las lagrimas que recorren nuestro rostro y las señales dolorosas que vemos y sentimos en nuestro cuerpo, pero todas estas cosas se resumen en una sola, amor a Nuestro Señor Jesucristo y su madre la virgen María. Para ir finalizando quería agradecerles a todos ustedes que hoy estén aquí compartiendo conmigo y mi familia este día que jamás olvidare y que guardare en mi corazón para siempre. Pero en especial quería agradecer a Don José Antonio Calvo Vadillo, mi primer capataz en el Descendimiento, por enseñarme a ser costalero en mis inicios.


A Miguel Ángel y Fali, capataces de la burrita, por el trato recibido durante los 6 años que estuve a sus órdenes y que con tanto mimo cuidan a sus jóvenes costaleros. A las cuadrillas de la Burrita, y las Angustias de los cuales guardo miles de buenos momentos, bajo los armazones de hierro y madera. A la cofradía ferroviaria por enseñarme los entresijos de cómo funciona una Hermandad y Cofradía. A mis capataces del Descendimiento, Martín y Mateo que tanta confianza ponen en nosotros. Por supuesto a esa gran cuadrilla de portadores del Descendimiento, y en especial a mi incansable compañero Alfonso, que aunque este mal que yo lo diga, formamos una cuadrilla impresionante. A los muchos amigos y buenos cofrades jovenes como Raúl calvo, Emilio Novas, Pablo Hernández, Víctor Manuel guerrero, Manuel Mancera, Fernando Nieto, Mario Hernández y muchísimos más, que pidiendo perdón, no los nombre. A mis queridos compañeros de la ultima Junta de Gobierno de la Hermandad de las Lagrimas, Tamara Justo, Manuel Mancera, Sebastian Cuadrado y José Antonio Justo, por el amor incondicional que sienten por esta hermandad y su sin vivir para hacerla grande. A mi amigo y hermano José Antonio Justo García, persona inseparable, y mano derecha en nuestra lucha diaria por hacer grande a la hermandad, y por supuesto por el cariño y amor que desprende por nuestro señor Jesús de la humildad y nuestra madre María Santísima de las Lágrimas. Amante de nuestra Semana Santa y Cofrade de los pies a la


cabeza, que siempre en la sombra y con total humildad esta trabajando por su hermandad y que como persona y amigo, es un honor, tener su amistad. No podía olvidarme de los impresionantes costaleros de María santísima de las Lágrimas, hombres que se desviven y se desgastan hasta la extenuación por llevar y enseñar orgullosos a su hermosa Virgen en su largo caminar. A las incansables portadoras de Jesús de la humildad, un grupo de mujeres de variadas edades que tras casi 7 horas llevando a su señor Jesús de la Humildad, se aferran al varal y lloran porque su estación de penitencia acaba, pero a la misma vez se consuelan porque desde ese momento queda menos para el próximo martes santo. Por ellos y por ellas me quito el sombrero y felicito año tras año por tan impresionante esfuerzo y que con tanto esmero he intentado cuidar durante el recorrido, ya que se muy bien los momentos de flaqueza que pasan. Quería también recordar a esas señoras del taller de bordados de la Hermandad de las Lágrimas, por esas manos que Dios le ha dado y que reflejan en los preciosos trajes que tienen Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de las Lágrimas. Por supuesto a mis hermanas Pilar y Yolanda, por estar siempre a mi lado y cuidarme como su hermanito pequeño y por hacerme esos nazarenos de papel y esos pasos de cartón de las distintas hermandades y cofradías, para que yo jugara de pequeño a las procesiones, desde entonces ya apuntaba a ser diputado mayor de gobierno.


Quisiera agradecer en una parte importante el haber podido escribir estos folios a mis padres, por apoyarme, por estar ansiosos y orgullosos de que llegara este momento, por la educación cristiana que siempre he recibido de ellos, por haberme dado la vida, por haber calado en mi el amor y sentimiento, por haberme enseñado amar y a respetar, porque a pesar de todo siempre estarán a mi lado y es un orgullos teneros como padres. A dios le pido que me los cuide ya que son parte importante de los que hoy soy. A ti Mari Ángeles, mi mujer y madre de nuestro hijo, gracias por saber llevar mejor que nadie mi pasión y amor hacia nuestra entrañable y tan querida semana Santa, por acompañarme en el caminar de mi vida, por estar siempre a mi lado. Son muchas las horas que te robo tanto a ti como a nuestro hijo cuando llegan estas fechas, pero también se que apoyas y comprendes cuanto hago, siempre estaremos juntos y nada ni nadie podrá separarnos jamás, te quiero. A ti Aitor, hijo mío, tu has sido el mejor regalo que me ha dado Dios, ahora no entenderás muchas de las palabras que yo te diga, pero algún día cuando leas y comprendas todo lo que he dicho hoy, espero que te sientas orgulloso de mi. Quiero que sigas mis pasos, yo te llevare de la mano, este mundo cofrade es duro y difícil pero a la vez es hermoso, es un sentimiento de fe que nos envuelve en torno


a ese Dios que nos ama y nos protege, ojala algún día tu también seas un buen costalero, un buen cofrade y si Dios me da fuerzas y salud, poder compartir junto a ti un varal o trabajadera, pero lo mas importante es que seas una buena persona. Para ir finalizando y como si del himno se tratara, al acabar una estación de penitencia, quiero recitar un poema del poeta y tito como cariñosamente le llamaba, Don Luis Álvarez Lencero, que se titula entrega y que con su permiso y viéndome desde el cielo me he permitido el lujo de adaptar. Yo me doy de cuerpo entero Con sudor y sacrificio humano, Y soy tu amigo y tu hermano Y trigo de tu granero. Mi corazón costalero Es mesa con pan. Bebe vino y libertad De la viña de mi pecho Y arrópate con mi esfuerzo Tu corazón fraternal. Toma mi tiempo y Y todo cuanto yo Nací costalero y Hacia tu luz que

mi casa tengo vengo me abrasa

Totalmente me traspasa Lo que doy al que me espera, Y no encuentro ya manera De dar cuanto tú me pidas,


Solo se que costalero seré Mientras tú Dios mío Lo decidas. Señoras y Señores, aquí acaba esta maravillosa estación de penitencia, que más que penitencia, ha sido para mí de gloria. Aquí dejo este paso convertido en pregón para que el próximo año sea llevado por otro gran cofrade. Queridos amigos ahora que mi boca calla, mi corazón palpita, la emoción recorre mi cuerpo y mis lágrimas comienzan a brotar, quiero dedicar el aplauso que ustedes me puedan dar, a todos los costaleros y costaleras, portadores y portadoras de nuestra ciudad y que hoy humildemente he representado. SER COSTALERO ES UN PRIVILEGIO Y ESTO VA POR VOSOTROS.

Francisco Javier Dopico Ramos.


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