Negroponte y la revolucin digital

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Negroponte y la revolución digital istmo.mx /1998/09/negroponte_y_la_revolucion_digital/

Autor: Gustavo Quaas Ross Edición: Sección: Nicholas Negroponte, arquitecto griego y ex alumno del (MIT), se especializó en el área de diseño asistido por computadoras (CAD). En 1996 se unió a la academia y durante varios años fue catedrático en universidades como Yale, Michigan y UCB. Hace diez años, el prestigiado MIT lo llamó para fundar el laboratorio que desde entonces «inventa el futuro». El MediaLab es patrocinado por el gobierno estadounidense y unas 300 empresas la mitad del país de origen y la mitad de otras naciones (entre ellas, TELEVISA) que aportan más de 30 millones de dólares al año. Actualmente trabajan sobre 160 proyectos diversos y las empresas patrocinadoras tienen derecho a beneficiarse y aprovechar sus valiosos resultados. Este es un resumen de la conferencia que dio en México. (1998) Bits versus átomos El mundo se manifiesta en dos formas: bits y átomos. Los átomos tienen color, forma, tamaño y masa, los bits no. Paralelo al mundo de los átomos, los bits son el elemento indivisible de la información, la forma básica de representar un dato: sí o no, blanco o negro. Al combinar las cadenas de bits en la información, podemos describir todo lo que existe en el universo de los bits, el mundo digital.

En el mundo de los átomos nos transportamos físicamente y no podemos estar en un instante en dos lugares distintos; en el digital todo cambia. Los bits son muy fáciles de transportar, se mueven a través de una red a velocidades cercanas a la luz y carecen de masa, mientras que los átomos se transportan lenta y costosamente gastando en comparación una infinidad de energía. Por ejemplo: en condiciones óptimas, una biblioteca podría prestar un libro muy solicitado, a 52 personas al año, eso si consideráramos que cada una lo consultara y lo entregara puntualmente al cabo de una semana. En contraste, en el mundo digital, 30 millones de usuarios, o más, pueden tener acceso al libro simultáneamente, incluso, sin necesidad de transportarse hasta la


biblioteca. Algunos medios como los impresos, electrónicos y ópticos pueden almacenar y transportar bits, sin embargo, cada uno tiene ventajas y desventajas en su manejo, que dependerán del propósito de la información contenida en los bits. Libros y periódicos en papel electrónico Muchas personas discuten sobre el futuro de los medios impresos, ¿sobrevivirán los periódicos, los libros? Pero la pregunta correcta debe ser: ¿cuál es el futuro de la palabra? Es probable que veamos la creciente sustitución de los medios impresos por los electrónicos, sólo es cuestión de tiempo para que el despliegue de bits sea tan eficiente como el despliegue impreso, tomando en cuenta peso, resolución y costo. Sin embargo, estos no son argumentos para que la palabra tenga que cambiar. Un libro es sólo un medio sencillo y de bajo costo para transmitir palabras, aunque su distribución es lenta y costosa. Lo esencial del libro son las palabras. La palabra es, de hecho, una de las fuerzas más poderosas de la humanidad, alrededor de palabras se han desatado guerras, han surgido religiones y se han creado y destruido economías. Hasta ahora, a la gente nos gusta más leer las palabras en los libros que en las pantallas. Quizá usted disfrute incluso con una bella encuadernación o le agrade leer el periódico en un sillón, durante un viaje o en el campo; no hay problema, podrá seguir haciéndolo. Al unir el mundo de los bits con el de los átomos, surgen innumerables posibilidades, una de ellas es el papel electrónico que están inventando en el MediaLab y que nos permitirá, imprimir, borrar y reimprimir sobre la misma hoja, una y otra vez. Puede ser el periódico de cada día, o los libros deseados bajándolos de Internet. En un par de años, aproximadamente, tendremos estos libros electrónicos, que podremos imprimir nosotros en el formato que nos acomode, y a un costo comparable al de los libros tradicionales y con la misma (o mejor) resolución. ¿Leyes para un mundo sin fronteras? Los bits no reconocen fronteras. Traspasan docenas de países en microsegundos. Su tiempo de entrega es instantáneo y al tiempo que un usuario compra bits lo pueden estar haciendo millones simultáneamente. Mejor aún, una fuente para proveer bits es ilimitada y el costo por bit es igual para uno que para un trillón. Las leyes creadas para el mundo de átomos no funcionan para los bits. Pronto veremos cambios importantes en los modelos económicos y legislativos para adaptarse a la estructura y funcionamiento del mundo digital. Incluso el derecho de autor deberá adaptarse a estos cambios. Al visitar una página en el Web podemos copiar fácilmente el contenido, modificarlo y darlo a conocer nuevamente a millones de personas en unos cuantos segundos. Si añadimos que podemos llegar a esa página desde cualquier parte del mundo y publicar nuestra versión en cualquier otro lugar, vemos que las leyes de derecho de autor no pueden proteger la propiedad intelectual una vez que se encuentra en la red. Los bits no fueron creados iguales. Por ejemplo: los bits destinados a una biblioteca pública o a una escuela rural no deberían costar lo mismo que los bits de los medios masivos destinados al entretenimiento. El esquema de cobro de los medios digitales se basa actualmente en la transferencia de bits, sin importar su destino o procedencia y sin importar qué representan. Brecha generacional


En Estados Unidos, 80% de los jóvenes entre 13 y 19 años tienen acceso a computadoras y/o a Internet. Prácticamente todos los niños de 14 años han usado algún tipo de computadora. El sector de población que más las utiliza son los niños. El segundo grupo más numeroso de seres digitales son las personas de 60 años en adelante. El motivo principal es que ellas tienen tiempo para «conectarse», ya que gran parte son jubiladas. Los grupos de población intermedios, los adultos, son en buena parte digitally homeless, «los que carecen de techo en el mundo digital» o «desamparados digitalmente». Esta generación está demasiado ocupada en su rutina diaria y se está quedando «analfabeta» en ese mundo. Hay poca conexión entre las personas digitales y las que no lo son, y un problema grave es que gran parte de quienes toman las decisiones importantes en el mundo actual pertenecen a la generación de los «desamparados digitalmente». En los Estados Unidos la brecha generacional se está encogiendo, mas no es así en Europa. Quizás uno de los motivos principales es lo que llamamos «teledensidad». Teledensidad La teledensidad es el número de líneas telefónicas por persona que posee un país. En Finlandia, la teledensidad es de 90%, es decir, noventa líneas telefónicas por cada cien personas. 60% de la población finlandesa está conectada a Internet. En Dinamarca, 56% de los hogares cuenta con computadoras personales. Algunas razones para que la teledensidad sea tan alta en ciertos países son las políticas de impuestos de sus gobiernos. En Escandinavia se estimula el desarrollo de las comunicaciones a través de los impuestos, mientras que Francia, por ejemplo, aplica impuestos tan altos, que tener una computadora en casa y conectarse al Internet es incosteable para la mayoría. Por eso Francia tiene menos dominios en Internet que Noruega, a pesar de que en Francia existen más de sesenta millones de habitantes y en Noruega, tres. En Latinoamérica existen teledensidades que van del 12% al 20%, más altas que la alemana y la francesa, por ejemplo. La penetración de Internet es también cuestión cultural Los países mediterráneos no tienen una alta teledensidad, pero sí la mentalidad adecuada para el mundo digital. En Italia, por ejemplo, hay un enorme respeto por las empresas medianas y pequeñas y una economía informal muy desarrollada; existe una «sana» falta general de respeto a la autoridad, en el sentido de que se le puede interrogar, debatir… Hace poco, en un encuentro, se les preguntó a niños de toda Europa su opinión sobre si el Internet debiera censurarse o no: el italiano prefirió dejar que la publicación de contenido sea responsabilidad de cada quien, mientras que el francés opinó que el Internet debería censurarse por el gobierno, ya que una de sus funciones era proteger al pueblo y algunos temas como la pornografía podían ser dañinos. Cuando se le preguntó cómo podía ayudar en la decisión de qué permitir en Internet y qué no, el niño contestó que estudiar para llegar al gobierno y poder participar en la censura. Estas diversas manifestaciones culturales propician o desalientan el desarrollo de las telecomunicaciones en los diferentes países. Expectativas para Latinoamérica y el español En Latinoamérica, de México a Chile, existe un inmenso potencial de crecimiento. Es muy probable que para el año 2000 existan entre 200 y 250


millones de latinoamericanos usuarios del Internet. La infraestructura crece rápidamente y se está instalando tecnología de punta gracias a que no existía antes o estaba muy depreciada. Por otro lado, la mentalidad está abierta a escuchar e interactuar con la gente. Uruguay fue el primer país del mundo en contar con un 100% de líneas telefónicas digitales. En contraste, en China existen más de 100,000 poblaciones sin acceso al teléfono, sin embargo, cuando lo tengan será, desde luego, con línea digital. La teledensidad promedio en África es de 2%, es decir, por cada cien africanos existen dos líneas telefónicas. Si consideramos que en Sudáfrica la teledensidad es de 10% esto indica que el índice promedio en el resto de países africanos es menor a 1%; en zonas rurales se calcula en 0.0001%. En estas naciones una llamada local de una hora puede llegar a costar hasta $14 USD, y una de larga distancia hasta $10 USD por minuto. El problema es que muchos gobiernos son dueños de las compañías de telecomunicaciones y, por lo tanto, gran parte de sus ingresos provienen de ese sector. Bajar los costos equivaldría a percibir ingresos menores. En cambio, en América las telecomunicaciones son privadas y pagan impuestos a los gobiernos; cuando son relativamente bajos incentivan el desarrollo, así es como en esta región se ha dado un desarrollo comparativamente muy alto a nivel mundial. Aunque por ahora el inglés es el idioma predominante en Internet, se cree que en cinco años dejará de serlo y será superado, en primer lugar por el chino, y en segundo, por el español. Al considerar que los costos de las computadoras y de conexión sufrirán bajas considerables (en unos dos años a más tardar se podrá adquirir el equipo por menos de cien dólares), la oportunidad de los latinoamericanos de penetrar en el Internet y aprovecharlo para su desarrollo tecnológico y cultural es muy grande comparada a la de otros países. Comercio electrónico El comercio electrónico es simplemente comercio. Ya no podemos imaginarlo sin las transacciones electrónicas. Bill Clinton declaró que para el año 2002 se habrán invertido «aproximadamente 327 millones de dólares» (curiosa exactitud para un estimado) en esta modalidad de comercio. Sin embargo, el crecimiento del comercio electrónico es tan grande que es probable que rebasemos esas cifras por mucho. Simplemente una empresa como CISCO (que desarrolla equipos para comunicación digital), factura más de 3.5 billones en comercio electrónico en un solo año. Si añadimos los cuatro millones de dólares que DELL Computers vende diariamente y los billones de dólares que Amazon.com factura cada año en libros, nos damos cuenta de que el estimado está lejos de la realidad. Creo que para el año 2000 alcanzaremos el trillón de dólares. De esta cifra, unos 300 ó 400 billones serán transacciones con productos de consumo. Las nuevas oportunidades para pequeños comerciantes se empiezan a notar. En el mundo digital, los bits del fabricante están muy cercanos a los bits del consumidor. Es muy sencillo publicar en Internet lo que un pequeño empresario vende, y millones de clientes potenciales en todo el mundo estarán a su alcance. El caso de Virtual Vineyards en el Valle de Napa, en Estados Unidos, es un


buen ejemplo. En 1994 dos cuñados, Peter Granoff (vinatero) y Robert Olson (ingeniero en sistemas), se unieron para desarrollar uno de los sitios de comercio electrónico más exitosos del Internet: www.virtualvin.com vende vinos, regalos y alimentos difíciles de encontrar a cualquier persona en cualquier parte del mundo. Los vinos provienen de pequeños vinicultores que normalmente no podrían establecer la distribución y competir con los bajos costos de los grandes mayoristas. Numerosos servicios comunes en el mundo de los átomos serán sustituidos, poco a poco, por otros del mundo digital y muchos intermediarios terminarán por desaparecer o transformarse. Por ejemplo, las agencias de automóviles perderán su función de vender o proveer información sobre automóviles de cierta marca. Un «agente inteligente» (programa con cierta personalidad capaz de aprender del usuario para ahorrarle trabajo repetitivo) puede encontrar en Internet el precio más bajo para comprar exactamente el auto que busca el comprador, sin importar el lugar de procedencia. Las agencias de automóviles tendrán que ofrecer valor agregado a su servicio y quizás éste únicamente sea la demostración física de los autos. Probablemente veamos surgir agencias de automóviles que cobren una cuota por «ver y probar» los automóviles que, después, los usuarios comprarán con su proveedor electrónico preferido. ¿Qué tan riesgoso es comprar por Internet? Uno de los mayores obstáculos que debe vencer el comercio electrónico es la falta de confianza de los usuarios para pagar y transferir sus datos confidenciales a través de la red. Paradójicamente, la mayoría de los tarjeta-habientes entregan tranquilamente a un mesero, en cualquier restaurante, su tarjeta de crédito; éste podría anotar los datos de la tarjeta y usarlos posteriormente para pagar lo que quisiera. El argumento de la mayoría de las personas es que, en caso de fraude, podrían demandar al restaurante en el que pagaron; pero la detección del falsificador sería posible únicamente si en todo el último mes hubiera usado su tarjeta en un solo establecimiento. En contraste, al enviar un dato por Internet, no sólo se complica la detección del paquete de bits que lleva los datos confidenciales, sino que además estos datos pueden estar «encriptados», ello significa que para leerlos habría que saber el código que los «encriptó». Si añadimos que la información podría ser dividida en paquetes y que cada paquete podría seguir una ruta diferente a través de miles de computadoras, la lectura de la información confidencial se vuelve mucho más complicada que pararse junto a una persona que recita su número de tarjeta en un teléfono público para hacer una llamada de larga distancia… El problema es que los usuarios desconfían del medio porque ignoran cómo funciona realmente. Una persona que ha comprado vía Internet probablemente lo seguirá haciendo una y otra vez, e incluso lo recomendará a sus conocidos. La confianza que se requiere de los usuarios es sólo cuestión de tiempo. Nuevas formas de pago En los últimos años hemos visto surgir varias formas de pago con diferentes aplicaciones, ventajas y desventajas. Los costos de transacciones también varían de una forma a otra. Por ejemplo, en una transacción bancaria de una cuenta a otra, el costo es de $0.25 USD. Ello implica que la mínima transacción bancaria tenga que ser de $5.00 USD. Hace ya diez años, una empresa llamada MONDEX presentó al mercado su


versión de tarjeta inteligente. Las transacciones que estas tarjetas inteligentes pueden hacer tienen costos casi iguales a cero, lo que permite transacciones mínimas de apenas unos centavos. Hoy en día vemos diversas tarjetas electrónicas en el mercado, una de ellas es la que usamos para los teléfonos públicos. Con el abaratamiento de los circuitos integrados comenzamos a usar tarjetas cada vez más inteligentes. Ejemplos de ello son las que automáticamente actualizan el tipo de cambio de cierta moneda, tarjetas que acumulan kilómetros de su línea aérea favorita o incluso puntos a favor en las compras de su marca favorita, vales de despensa, multas de tránsito, etcétera. El tiempo nos revelará más aplicaciones día con día. Grupos de consumidores Gracias a que podemos unirnos con personas geográficamente distantes fácilmente a través del Internet, se han empezado a formar grupos de consumidores que, unidos, pueden obtener precios preferenciales o cargamentos de mercancía que de otra manera no podrían conseguir. En un caso en concreto, una persona consiguió un precio especial por volumen en una agencia de automóviles. A través de Internet encontró a otros 20 usuarios que deseaban adquirir el mismo tipo de automóvil. Se puso de acuerdo con ellos y lograron que la agencia les diera un considerable descuento por volumen. Adaptándonos al mundo digital El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, declaró que para estimular el comercio electrónico, el Internet debería ser una zona franca (o zona libre de impuestos). En realidad lo que Clinton declaró no es nada nuevo. De hecho el Internet siempre ha sido y seguirá siendo una zona libre. Y no sólo libre de impuestos, sino además libre de leyes, de policía y de gobierno. No se pueden aplicar impuestos al Internet. Se pueden cobrar impuestos en las telecomunicaciones. Los efectos de dicha acción son predecibles. Pero no es posible imponer una ley en Internet puesto que si un sitio Web está prohibido en un país, basta con hospedarlo en otro para que sea legal. Además, en el caso del gobierno de los Estados Unidos, como en muchos otros, los impuestos sobre el ingreso representan una suma mayor que los impuestos sobre la compra (o impuesto sobre el valor agregado IVA). Al estimular el crecimiento de Internet (y más específicamente del comercio electrónico) se incrementan los ingresos y por lo tanto los impuestos pagados por ellos. Si el impuesto sobre el valor agregado aumenta, el comercio disminuirá y, por lo tanto, los ingresos del gobierno. Las jurisdicciones no pueden seguir siendo locales. Ahora tienen que enfocarse globalmente, puesto que una ley local puede evadirse fácilmente al cambiarnos de país. Si una televisora posee un límite en el ancho de banda que puede transmitir, sólo necesita transmitir desde otro lugar para que sea legal. Los países son demasiado grandes para ser locales, pero demasiado pequeños para ser globales. Poco a poco se están formando «países» o comunidades en el mundo digital. Los sistemas de transporte se están adaptando para cubrir las necesidades de los comerciantes electrónicos. Ahora una pequeña empresa podrá vender sus productos en cualquier parte del mundo a la velocidad de la luz.


Las escuelas podrían volverse obsoletas. Quizá la idea de convivir en línea con personas de cualquier parte puede ser mejor que «transportar nuestros átomos» a un edificio escolar. Los niños podrían convivir en pequeñas escuelas locales obteniendo las ventajas del profesorado más destacado de las universidades. Las comunidades rurales podrán compartir un sistema de enseñanza digital conectado al mundo para evitar los altos costos de transporte a escuelas centralizadas y mejorar, así, el nivel educativo general. El transmitir la información que tanto tiempo requiere actualmente, puede obviarse, porque todos los niños tendrán acceso a ella y los maestros dedicarán su tiempo a aspectos más interesantes de la educación. Los cambios que estamos viendo son sólo el principio. Los sueños del Laboratorio de Medios y de todas las empresas involucradas en el desarrollo del nuevo medio se hacen realidad día con día. Lo que hoy es imposible, mañana podría ser cotidiano.


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