Los dioses en la ciudad. Estudio del paisaje religioso urbano y suburbano en Occidente (siglos I – VI) En la construcción de su relación con el mundo divino, los hombres siempre han tratado de delimitar los espacios y de darles diversos estatutos en relación con su propia concepción de lo sagrado. Estos procedimientos se pueden ver tanto en el medio rural como en el medio urbano. No obstante, bajo la dominación romana Occidente conoció un amplio movimiento de urbanización que transformó profundamente la relación de los hombres con sus territorios lo cual tuvo consecuencias sobre el paisaje religioso. Este ambiente urbano no se produjo por sí mismo y fue el resultado de complejas negociaciones entre actores que no compartían necesariamente el mismo concepto de lo sagrado. Además, sufrió importantes mutaciones durante los primeros siglos de su existencia que pueden ser el reflejo de los cambios políticos, sociales, culturales o religiosos. Desde este punto de vista, la topografía de los lugares de lo sagrado ofrece un campo de análisis especialmente estimulante para comprender las continuidades y las innovaciones que acompañaron el proceso de transformación de las sociedades occidentales y ello en dos direcciones en dos sentidos: - Por un lado, la construcción progresiva de un imperio organizado en torno a una red de ciudades articulando centro urbano y territorio rural tuvo un impacto cierto sobre el proceso de control ejercido por el poder sobre la religión. Así es como se desarrolló el modelo de la religión cívica, o «polis religión», que asocia estrechamente a los dioses con la vida institucional de las ciudades, e implica que los actos rituales se ejerzan públicamente, en santuarios que ocupan lugares bien visibles del espacio urbano o suburbano. Pero ¿hasta qué punto este modelo, a menudo asociado a la «romanización», puede aplicarse en las diferentes regiones del Occidente romano, y cuál ha sido su traducción espacial concreta? ¿Se concentran los lugares de lo sagrado en el centro cívico, o están repartidos por otros sectores del espacio urbano y suburbano? ¿Podemos reconocer los itinerarios rituales y percibir la marcha de eventuales procesiones? ¿Y qué lugar otorgar a los cultos que no formaban parte de los sacra publica sino que pertenecían a la religión privada? - Por otro lado, el amplio marco espacio-temporal sobre el que se basará la reflexión nos lleva a cuestionarnos sobre otro proceso que marcó las ciudades del Occidente romano durante este periodo, es decir el paso de una religión cívica, exteriorizada, que ve a cada cual participar en virtud de su calidad de ciudadano, a una religión comunitaria donde la devoción es hasta cierto punto el resultado de una opción de adhesión individual. Este fenómeno, que no podemos restringir únicamente a la cristianización, no ha dejado de transcribirse en el espacio urbano y suburbano. ¿Dónde estaban los diferentes lugares de culto? ¿Son perceptibles en el espacio las cohabitaciones religiosas? ¿Podemos reconocer los signos de reapropiación religiosa o de nuevas consagraciones de templos? A todas estas cuestiones, la documentación arqueológica, utilmente asociada a las demás fuentes, ya sean literarias, iconográficas o epigráficas, nos permite dar respuestas diferentes y contrastadas, y es con este espíritu con el que celebraremos este taller doctoral abierto a todos los doctorandos cuyos trabajos traten sobre las problemáticas mencionadas en estas líneas.
Gods and the City. Approaching Urban and Suburban Religious Landscapes in the Western Roman World (1st-6th century AD) While framing their relationship with the divine, men have always tried to mark special locations, and to differentiate them according to their own conception of what is sacred. This process can be observed both in the countryside and in the urban sphere; nevertheless, under Rome’s imperium, the Western world experienced an urbanization process that affected the relationship between men and their land, leading to mutations in the religious landscape. The polis organization of territories was not self-evident, and it was rather the result of complex negotiations between different actors who did not share the same conception of what was sacred. On the other hand, during its first centuries of existence, this model went through many transformations that can be seen in the political, social, cultural or religious spheres. So looking at the topography of sacred places offers a stimulating field of analysis to understand both continuity and innovation in the changing Western societies: -
On the one hand, building an empire through a network of cities linking an urban centre to a rural territory had some impact on the control exerted by power on religion. This led to a civic model of religion, or «polis-religion», that bound together gods and the institutional life of cities, and implied that rituals were to be carried out in public, within sanctuaries that were clearly marked in the urban and suburban landscape. But to what degree this model, deeply connected to ‘romanization’, can be applied to different regions in the Western Roman world, and what were its spatial implications? Were sacred spaces located mainly in the civic centre, or in other parts of town, both urban and suburban? Can we trace ritual itineraries, or can we recognize the course of processions? And which place should we assign to those cults that were not part of sacra publica, but relied on private religious practice?
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On the other hand, the large chronological and geographical frame chosen for the workshop will offer a unique opportunity to watch for another process in the cities of the Roman Empire, that is the change from a civic model of religion, where everyone acted as citizens or residents, to a community model of religion, where devotion was to some degree the result of personal choice. This phenomenon cannot be restricted to the sole christianization, and it had to have spatial consequences, visible both in the urban and suburban spheres. Where were the different cults located in the changing urban landscape? Is a spatial reading of religious cohabitations possible? Can we find traces of religious new appropriations, or new consecrations of former temples?
To all these questions, all kinds of archaeological evidence, jointly with literary sources, inscriptions and images, can bring many qualified answers, and this workshop is open to doctoral candidates whose research work run along the same lines of inquiry, with an open mind.