Vida y muerte de una estrella

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46 vida & artes

EL PAÍS, miércoles 28 de mayo de 2008

sociedad

Futuro OCEANOGRAFÍA

El ciclo de vida de las estrellas Gigante roja

Estrella media El Sol es una de ellas. Se encuentra en esta fase.

El mar se vuelve más ácido y los peces emigran

Nébula planetaria

Supergigante roja

Enana blanca

Protoestrella Estrella masiva

Nebulosa estelar

Enana negra Es una estrella muerta.

Supernova

Agujero negro Puede suceder con estrellas mucho más masivas que el Sol.

Nébula planetaria Estrella de neutrones

OBSERVACIÓN EN DIRECTO DE UNA SUPERNOVA Galaxia espiral NGC-2770, en la constelación de Lince, a 90 millones de años luz de la Tierra.

LA SUPERNOVA, EL FINAL EXPLOSIVO DE UNA ESTRELLA MASIVA 1 El combustible 2 El núcleo colapsa sobre 3 Expansión y enfriamiento de la corona de gases. sí mismo y genera una nuclear de una explosión que propaga estrella se agota. una onda de choque. Rayos X

SN-2007uy

Núcleo Galaxia NGC-2770

El 9 de enero, mientras se observaba la supernova 2007uy se detectó el colapso de otra estrella. Esta supernova fue denominada SN-2008d.

Gas / Fotosfera Viento

Onda de choque

Fuentes: Revista Nature, NASA y agencias.

NACHO CATALÁN / EL PAÍS

Vida y muerte de una estrella Los astrónomos captan, por primera vez, una explosión de supernova ! La estrella ‘muerta’ era 20 veces mayor que el Sol ALICIA RIVERA Madrid La casualidad y la buena suerte juegan a veces un papel estelar en el descubrimiento científico, siempre y cuando el investigador esté capacitado para darse cuenta de lo que tiene delante y disponga de los medios apropiados. Eso es lo que les ha pasado a unos astrónomos que estaban observando un fenómeno celeste (la evolución de la explosión de una estrella convertida en supernova) y encontraron otro inesperado: una supernova que estallaba en ese momento, delante de las narices de su telescopio. Nunca hasta ahora se había visto algo así. El fenómeno era inesperado ahí, donde estaban mirando. Pero en realidad ese tipo de explosiones de supernova se dan a menudo en el universo, aunque nadie sabe anticipar dónde y cuándo sucederán. Una supernova es el colapso de una estrella grande y el resplandor que genera destaca sobre el brillo de toda la galaxia —cientos de miles de millones de estrellas— en la que se produce. Estallan unas pocas supernovas cada siglo, pero como hay tantas galaxias en el cielo estas explosiones son corrientes. Ahora bien: ¿Adónde apuntar el telescopio para pillar in fraganti a la próxima? No vale quedarse mirando fijo a una galaxia porque la siguiente supernova puede tardar años, mientras otra explota en un lugar que nadie está observando. El pasado 9 de enero, unos astrónomos estaban observan-

do, con el telescopio en órbita de rayos X y rayos gamma Swift, de la NASA, una supernova que estalló el año pasado en la galaxia espiral NGC-2770, situada a unos 90 años luz de la Tierra. De repente vieron que se había producido otra al lado. La explosión —en rayos X— fue 100.000 millones de veces más brillante que el Sol, y duró 10 minutos. Los astrónomos inmediatamente pusieron en alerta la red internacional de observación para estos casos. Se apuntaron entonces varios telescopios del suelo y el espacio hacia la supernova recién descubierta, denominada SN2008D, para estudiarla en todas las longitudes de onda posibles, desde los rayos X hasta el radio, pasando por la luz visible. Ahora un equipo de

43 científicos, liderados por Alicia Soderberg (Universidad de Princeton, EE UU) ha dado a conocer su hallazgo y sus conclusiones en la revista Nature. Para más casualidades, otros astrónomos estaban mirando esa galaxia NGC-2770 unas horas antes de que explotara la supernova y, aunque ésta no fue directamente visible hasta el día siguiente, la información recabada por este segundo equipo (incluido el español David Barrado Navascués) ha resultado importante para conocer el fenómeno. Ellos presentan sus datos en otra revista: The Astrophysical Journal. Los científicos saben que una supernova significa el final de la vida de una estrella grande (unas ocho veces más masiva

Un telescopio vigía El telescopio en órbita Swift, que la NASA lanzó al espacio en 2004, es una especie de vigía en órbita cuya principal misión es rastrear el universo para ver estallidos de alta energía, de rayos X o de rayos gamma, que pueden producirse en cualquier punto de la bóveda celeste, y avisar inmediatamente a los astrónomos indicando las coordenadas del fogonazo. Ante una alerta de este tipo, los científicos, organizados en una red internacional, pueden apuntar hacia el objeto explosivo los telescopios

que necesiten, tanto si están también en el espacio, como el Chandra, el Newton (de rayos X ambos) o el Hubble, como si están en la superficie de la Tierra. Pero el Swift también observa regiones celestes y objetos ya conocidos, como sucedió el pasado 9 de enero cuando estaba apuntado hacia la supernova que había explotado el año pasado y detectó la nueva. A bordo lleva detectores capaces de ver los fenómenos celestes que emiten en rayos gamma, en rayos X y en luz ultravioleta.

que el Sol). Los astros lucen porque en su interior funciona un horno nuclear en el que la fusión de átomos —de hidrógeno, sobre todo—, genera enormes cantidades de energía. Esto impide que el astro colapse por su propia gravedad. Pero cuando se agota el combustible de la fusión nuclear en una estrella muy masiva, se hunde de forma catastrófica sobre sí misma, formando un cuerpo ultradenso en su centro que puede ser una estrella de neutrones o un agujero negro. Esto dispara una onda de choque que hace saltar toda la envoltura gaseosa del astro, que se dispersa en el espacio. Es el momento del brillo colosal de la supernova, lo que captó el Swift el 9 de enero. Los análisis de los astrónomos indican que la estrella que murió en ese estallido era, por lo menos, 20 veces más masiva que el Sol. También han visto que encaja en el tipo de supernova Ibc, que son las más brillantes y las menos corrientes. Con este raro y casual descubrimiento, los científicos tienen por fin observaciones del nacimiento y primeros pasos de una supernova, porque hasta ahora sólo podían observarlas cuando ya lucían en el cielo, unos días o semanas después del cataclismo inicial. “Hemos soñado durante años con poder ver una estrella justo en el momento en que explota, pero dar con una es realmente una ocasión única en la vida”, ha dicho Soderberg. “Esta supernova recién nacida va a ser como la piedra de Rosetta para los estudios de las supernovas durante los próximos años”.

JAVIER CUARTAS, Oviedo El aumento del nivel del mar, la mayor acidez de las aguas, el aumento de su temperatura y las consiguientes migraciones de las especies, son algunos de los efectos que está produciendo el cambio climático en los océanos. Son conclusiones de un amplio equipo de expertos oceanógrafos —450 científicos de 60 países— reunidos la semana pasada en Gijón, en un congreso internacional organizado por el Centro Oceanográfico y con el respaldo de tres consejos internacionales, el Council for the Exploration of the Sea (ICES), North Pacific Marine Science Organization (PICES) e Intergovernmental Oceanographic (IOC-Unesco). La migración de las especies marinas es un hecho. El biólogo Harald Loeng aportó en el congreso estudios que confirman que el bacalao, la caballa, el arenque y otras especies se desplazan buscando aguas frías en el Atlántico Norte. El pH de los océanos ha descendido un 0,1% como resultado del efecto del dióxido de carbono en el mar. Patricio Bernal, que dirige la comisión oceanográfica de la Unesco, y Richard Feely, miembro de la National Oceanic and Atmospheric Administration, advirtieron de las consecuencias de que “el agua del mar se esté volviendo más ácida” y explicaron por qué se está produciendo la pérdida de color de los corales y la dificultad de formación de esqueletos y caparazones: “Las conchas son de carbonato de calcio, que se disuelve en ácido”, señalaron. Alexander Bychkov, secretario general de la Organización de Ciencia Marina del Pacífico Norte (PICES), añadió que “si desaparece el coral, muchos peces quedarán sin alimento”.

Huracanes El deshielo de los polos está contribuyendo a incrementar el volumen del agua marina debido al aumento de la temperatura. Y los científicos estudian otros efectos, por ejemplo en las tormentas tropicales. Lynne Tayler, de la Universidad de California, sostuvo en la reunión de Gijón que “los huracanes van a ser más intensos y quizá la región donde se originan va a ser más amplia. Pero aún no se sabe, porque hay diagnósticos contradictorios, si se producirán en mayor número y con más frecuencia”. Los expertos advierten que los efectos potenciales del calentamiento del planeta sobre el océano aún no son predecibles en su totalidad.


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