Autor: Jonathan Mendoza M.
Artículo redactado para el curso “Visión Cristiana de Nuestro Tiempo”.
Tecnología e intimidad
Hace unos meses Facebook anunciaba el cambio en sus políticas de privacidad, el portal daba cuenta a sus usuarios que toda la información subida a la página pasaría de forma “irrevocable y perpetua” a propiedad de la compañía aun cuando la persona eliminara su cuenta. Días después, y ante la negativa de sus usuarios, el fundador de Facebook trataba de calmar los ánimos justificando su decisión, y más tarde sometería a “votación” las políticas de privacidad, así se tenía la posibilidad de optar entre las políticas que proponía Facebook o las creadas por los miembros de la red social.
Este tema despertó el interés de muchos quienes se preguntaron sobre cómo la empresa utiliza sus datos.
Profesor: Manuel Ugarte Cornejo
Universidad Católica San Pablo, Arequipa.
Las redes sociales como Facebook, son sin duda, un cambio en la forma de interacción social, en la que muchas personas no son conscientes de los posibles riesgos de exponer su privacidad en internet. Así la tecnología, que debería ser una herramienta del hombre moderno que le sirva para mejorar como persona y en su actividad en general, se ha convertido en una espía de sus secretos. De esta manera, los medios tecnológicos han pasado a ser utilizados de manera perjudicial para el hombre.
Ante esto, y siguiendo a German Doig, consideramos que se ha llegado a tal extremo porque se ha alterado la manera de entender la tecnología y, sobre todo, ha surgido una nueva forma de relacionarse con ella. Esto se debe a
que se le está dando un lugar demasiado protagónico. Una recta aproximación debería rechazar estas posiciones tecnocentristas para ubicarla en un marco más amplio entendiendo qué es y qué lugar debe ocupar en la vida del ser humano.
De tal manera, la tecnología al ser una expresión de la actividad humana pertenece a una de sus dimensiones: el hacer. Sin embargo el hombre no se limita a esta actividad, sino que previamente conoce y luego actúa. Siempre que estas tres dimensiones se desarrollen de manera ordenada y respetando la naturaleza del hombre, le permitirá un mejor desarrollo como persona. Si lo contrario sucediera, se perdería el sentido con relación al ser humano.
Por lo tanto, creemos que el mal uso que se está dando a la tecnología, y en este caso particular afectando a un derecho fundamental como la intimidad, responde a que el hombre moderno se olvida que la tecnología debe ser utilizada como un medio para alcanzar sus fines, subordinándola a la ética y al conocimiento de la verdad, sin perjudicar a terceros o a uno mismo.
No dejemos, pues, que nuestra realidad se acomode a la realidad tecnológica que se nos presenta novedosa, versátil y atractiva. Y que, como ya tenemos dicho, ha convertido las formas de interacción social, en la que una PC y el Internet son los nuevos canales de comunicación, y todo esto a cambio de nuestros derechos.