MULA BLANCA # 21 | FEBRERO - ABRIL 2018 | PUBLICACIÓN GRATUITA
Dossier Nicanor Parra: (6) | Lucas Costa (19) | Felipe Cussen (27) | Jessica Díaz (31) | Gregorio Fonten (35) | Martín Gubbins (35) | Juan Manuel Silva (39) | Laura Petrecca (39) | Roger Santiváñez (43) Poesía: José de Jesús Sampedro (47) | Robin Myers (59) Prosa: Alberto Álvarez Alejo (81)
MULA BLANCA
# 21 | FEBRERO-ABRIL 2018 | PUBLICACIÓN GRATUITA
mulablanca.com DIRECCIÓN: José Luis Bobadilla EDICIÓN LITERATURA: Ricardo Cázares DISEÑO: Radjarani Torres REDES SOCIALES: Radjarani Torres DIRECCIÓN: Tamaulipas 153-C, Colonia Hipódromo Condesa, México, D.F., C.P. 06179.
N° de certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título: en trámite.
EDITORIAL En Mula Blanca buscamos que cada número se articule de modo orgánico, es decir, no imponemos nunca un tema y los materiales que reunimos a veces nos llegan generosamente y otra veces los solicitamos cuando algo en particular, por su calidad y su energía, nos interesa compartir. En esta ocasión era inevitable dedicarle algunas páginas a Nicanor Parra, uno de los más grandes poetas de la lengua española, recientemente muerto. Sus poemas son sin duda una posibilidad distinta de encarar la poesía. Sin hacer a un lado la seriedad le restó gravedad a la poesía en español introduciendo de modos sutiles la ironía y el habla cotidiana de su entorno. Esto es notable incluso en su atrevida traducción del Rey Lear de Shakespeare o en sus famosos “artefactos”, poemas visuales cargados de humor. En este número seleccionamos apenas una breve muestra de su trabajo y sumamos algunos textos de poetas latinoamericanos que le rinden cada uno a su modo un homenaje. Incluimos además una selección de poemas de José de Jesús Sampedro, quien ganara en 1976 el Premio de Poesía Aguascalientes. Creemos importante revisar constantemente el canon de la literatura mexicana. Hay también un grupo de poemas inéditos de Robin Myers, poeta norteamericana afincada en México y un cuento de Alberto Álvarez, joven narrador de Córdoba, Veracruz. En cuanto al material visual, invitamos a Julien Devaux, artista belga que vive por temporadas largas en nuestro país, quien a su vez nos invitó a seleccionar con él el material para esta revista. Son imágenes de carácter inmediato que se produjeron para la plataforma de Instagram. Por lo mismo hay en estas fotografías, además de la inmediatez, cierta intimidad, cierto ambiente de lo cotidiano. La poesía atraviesa todas las zonas de la experiencia humana y somos todos nosotros, quienes de algún modo, tenemos que reconocerla. JLB
TRES POEMAS Y TRES ARTEFACTOS Nicanor Parra
Soliloquio del individuo
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Yo soy el Individuo. Primero viví en una roca (Allí grabé algunas figuras). Luego busqué un lugar más apropiado. Yo soy el Individuo. Primero tuve que procurarme alimentos, Buscar peces, pájaros, buscar leña, (Ya me preocuparía de los demás asuntos). Hacer una fogata, Leña, leña, dónde encontrar un poco de leña, Algo de leña para hacer una fogata, Yo soy el Individuo. Al mismo tiempo me pregunté, Fui a un abismo lleno de aire; Me respondió una voz: Yo soy el Individuo. Después traté de cambiarme a otra roca, Allí también grabé figuras, Grabé un río, búfalos, Grabé una serpiente Yo soy el Individuo. Pero no. Me aburrí de las cosas que hacía, El fuego me molestaba, Quería ver más, Yo soy el Individuo. Bajé a un valle regado por un río, Allí encontré lo que necesitaba,
Encontré un pueblo salvaje, Una tribu, Yo soy el Individuo. Vi que allí se hacían algunas cosas, Figuras grababan en las rocas, Hacían fuego, ¡también hacían fuego! Yo soy el Individuo. Me preguntaron que de dónde venía. Contesté que sí, que no tenía planes determinados, Contesté que no, que de allí en adelante. Bien. Tomé entonces un trozo de piedra que encontré en un río Y empecé a trabajar con ella, Empecé a pulirla, De ella hice una parte de mi propia vida. Pero esto es demasiado largo. Corté unos árboles para navegar, Buscaba peces, Buscaba diferentes cosas, (Yo soy el Individuo). Hasta que me empecé a aburrir nuevamente. Las tempestades aburren, Los truenos, los relámpagos, Yo soy el Individuo. Bien. Me puse a pensar un poco, Preguntas estúpidas se me venían a la cabeza. Falsos problemas. Entonces empecé a vagar por unos bosques. Llegué a un árbol y a otro árbol; Llegué a una fuente,
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A una fosa en que se veían algunas ratas: Aquí vengo yo, dije entonces, ¿Habéis visto por aquí una tribu, Un pueblo salvaje que hace fuego? De este modo me desplacé hacia el oeste Acompañado por otros seres, O más bien solo. Para ver hay que creer, me decían, Yo soy el Individuo. Formas veía en la obscuridad, Nubes tal vez, Tal vez veía nubes, veía relámpagos, A todo esto habían pasado ya varios días, Yo me sentía morir; Inventé unas máquinas, Construí relojes, Armas, vehículos, Yo soy el Individuo. Apenas tenía tiempo para enterrar a mis muertos, Apenas tenía tiempo para sembrar, Yo soy el Individuo. Años más tarde concebí unas cosas, Unas formas, Crucé las fronteras y permanecí fijo en una especie de nicho, En una barca que navegó cuarenta días, Cuarenta noches, Yo soy el Individuo. Luego vinieron unas sequías, Vinieron unas guerras,
Tipos de color entraron al valle, Pero yo debía seguir adelante, Debía producir. Produje ciencia, verdades inmutables, Produje tanagras, Di a luz libros de miles de páginas, Se me hinchó la cara, Construí un fonógrafo, La máquina de coser, Empezaron a aparecer los primeros automóviles, Yo soy el Individuo. Alguien segregaba planetas, ¡Árboles segregaba! Pero yo segregaba herramientas, Muebles, útiles de escritorio, Yo soy el Individuo. Se construyeron también ciudades, Rutas Instituciones religiosas pasaron de moda, Buscaban dicha, buscaban felicidad, Yo soy el Individuo. Después me dediqué mejor a viajar, A practicar, a practicar idiomas, Idiomas, Yo soy el Individuo. Miré por una cerradura, Sí, miré, qué digo, miré, Para salir de la duda miré, Detrás de unas cortinas, Yo soy el Individuo.
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Bien. Mejor es tal vez que vuelva a ese valle, A esa roca que me sirviĂł de hogar, Y empiece a grabar de nuevo, De atrĂĄs para adelante grabar El mundo al revĂŠs. Pero no: la vida no tiene sentido. De Poemas y antipoemas, 1954.
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El anti-Lázaro
Muerto no te levantes de la tumba qué ganarías con resucitar una hazaña ................. y después .................................. la rutina de siempre no te conviene viejo no te conviene el orgullo la sangre la avaricia la tiranía del deseo venéreo los dolores que causa la mujer el enigma del tiempo las arbitrariedades del espacio recapacita muerto recapacita que no recuerdas cómo era la cosa? a la menor dificultad explotabas en improperios a diestra y siniestra
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todo te molestaba no resistías ya ni la presencia de tu propia sombra mala memoria viejo ¡mala memoria! tu corazón era un montón de escombros -estoy citando tus propios escritosy de tu alma no quedaba nada
a qué volver entonces al infierno del Dante ¿para que se repita la comedia? qué divina comedia ni qué 8/4 voladores de luces - espejismos cebo para cazar lauchas golosas ese sí que sería disparate eres feliz cadáver eres feliz en tu sepulcro no te falta nada ríete de los peces de colores aló - aló me estás escuchando? quién no va a preferir el amor de la tierra a las caricias de una lóbrega prostituta nadie que esté en sus 5 sentidos salvo que tenga pacto con el diablo sigue durmiendo hombre sigue durmiendo sin los aguijonazos de la duda amo y señor de tu propio ataúd en la quietud de la noche perfecta libre de pelo y paja como si nunca hubieras estado despierto no resucites por ningún motivo no tienes para qué ponerte nervioso como dijo el poeta tienes toda la muerte por delante De El anti-Lázaro, 1981.
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El hombre imaginario
El hombre imaginario vive en una mansión imaginaria rodeada de árboles imaginarios a la orilla de un río imaginario De los muros que son imaginarios penden antiguos cuadros imaginarios irreparables grietas imaginarias que representan hechos imaginarios ocurridos en mundos imaginarios en lugares y tiempos imaginarios Todas las tardes tardes imaginarias sube las escaleras imaginarias y se asoma al balcón imaginario a mirar el paisaje imaginario que consiste en un valle imaginario circundado de cerros imaginarios Sombras imaginarias vienen por el camino imaginario entonando canciones imaginarias a la muerte del sol imaginario Y en las noches de luna imaginaria sueña con la mujer imaginaria que le brindó su amor imaginario
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vuelve a sentir ese mismo dolor ese mismo placer imaginario y vuelve a palpitar el corazรณn del hombre imaginario De Hojas de parra, 1985.
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DURO DE ROER (PRÓLOGO A CHANCHULLOS) Lucas Costa
* Nunca he logrado entender del todo a Parra (si acaso algo hay que entender cuando leemos poesía). Mejor dicho: nunca he logrado cifrar bien qué es la antipoesía, ese primer estadio de su obra. Obviamente hubieron excepciones: recuerdo el entusiasmo con que, en la adolescencia, repasábamos sus hits en una edición tapa dura de Obra gruesa, sacada de la biblioteca del colegio, la que terminamos destruyendo. En ese tiempo un gran amigo, obsesionado con el delirio tipo Syd Barret, escribió –por puro joder– algunos versos de Preguntas a la hora del té en la pared de su cama, con una letra que recordaba a la tipografía del art noveau (con un trazo más bien siútico que bizarro). De esa irreverencia hiperventilada ya queda poco, pero todavía permanece el cuestionamiento: ¿cómo separar las aguas entre lo que queda afuera y lo que queda dentro de la antipoesía? ¿Ir contra la solemnidad desde lo más prosaico o lo cotidiano o no tener un declive sublime, eso la hace algo “único”? Nunca hablamos de qué nos decían esos textos, toda esa parafernalia que reservábamos como propia. Ahora que lo pienso, puede emparentarse con el afán de la ruptura; con la intencionalidad; con la ridiculez que nos enrostra. Por tanto, lectores y circunstancias fuimos –somos– develados. No obstante, nunca me cuajó esa imposibilidad de traficar un contenido, donde el texto sirve sólo para enrostrarte la estupidez. Y esto corre también para su autor, que es fruto de ese mismo procedimiento (ese gran armatoste). 19
* Hay una parte en estos fragmentos, donde Parra afirma su supuesta claridad, ese clásico afán universalista, el del poeta “popular” que todos pueden entender. Me pegunto: ¿en la calle, quién entiende a Parra? Es obvio que lo conocen, pero ¿lo habrán leído? Parafraseando a Enrique Lihn –quien le saca en cara de manera certera esa pretensión–, Parra no es un poeta ni de la claridad ni de lo popular, sino alguien a quien le interesa el realismo. Así, a secas. Es por ello que su dicción parece como si fuera claro. Pero no lo es: necesitamos de un buen arsenal para desentrañar su obra, de ahí que él mismo cite a autores de la filosofía, del psicoanálisis, de la ciencia moderna, de la crítica cultural, de la supuesta posmodernidad, para poder hablar desde su trinchera. O bien, no necesitamos echar mano a nada. Porque Parra (el supuesto de carne y huesos) es duro de roer. Este autor-ficción está más cerca del viejo zorro o del patrón de fundo, una especie un huaso que tira palabras con efecto, a la manera de trompos. Y ellas vuelven intactas a sus manos. Y uno se pregunta: ¿Qué pasa cuando las palabras vienen con ese efecto? *
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Hace mucho tiempo, Clara Sandoval (la madre de la familia Parra) ya la tenía clara. Conocía ese efecto: uno no se puede fiar de lo que dice Nicanor. El modus operandi es el que ya conocemos, el clásico hablar medio en serio y medio en broma para hacer al interlocutor pisar el palito, hundirse en el fango. Quizá lo que más aclara esta actitud son aquellos pasajes donde Parra nos narra con detalle los juegos que practicaba en su infancia, donde quien gana es siempre quien comienza con la broma. Esto se emparenta con el afán del pequeño Nicanor, cuyo deseo de infancia era ser Carabinero. Pero la idea de recopilar estos extractos no fue con un ímpetu
inquisidor (tarea que no me gusta ni corresponde). Lo que sí me tuvo taciturno fue lograr el hallazgo de fragmentos que se alejaran de la figura que conocemos hoy por hoy, esa especie de suvenir-asceta del nuestro litoral-Olimpo. Nadie lo culpe, pero a la mayoría de l@s entrevistadores de la época post Cruces son dados vueltas a pachotadas. Por eso este libro lleva la bajada Parra antes de las Cruces, porque en eso consistió el laburo: encontrar momentos en los que había cierto espesor o donde no aparecía con tanto ímpetu ese personaje aplastante. Fragmentos no en cuanto a verdad, sino en cuanto a consistencia (el criterio básico de selección fue que no respondiera con un artefacto). Pero sabemos que es difícil pillar a Parra: sus biografemas funcionan casi como artefactos. Y pueden llegar a ser pura challa. * Uno de los mitos-estandarte de nuestro poeta ha sido el tiempo de incubación de los Poemas y antipoemas (piénsese que Parra los publica a los 40 años). Podemos sospechar que esta fue otra estrategia más. El antipoeta ha sido siempre un hiperconsciente del lugar que ocupa cada cual en el contexto cultural, pendiente de la chimuchina y de las movidas de los payasos del circo literario. Pero hay fragmentos que contradicen estas ideas, que nos permiten ver cómo Parra aparece –con cierta dudosa humildad– develando su ignorancia (como no haber leído a Darío a tiempo o venir desde el mundo de las Matemáticas al campo minado de las letras, por ejemplo). Esto, por supuesto, no se condice con lo que vemos en sus poemas. Ahí, el simulacro se muestra en la constante preocupación por el lector, los cuales son interpelados de manera excesiva. Y es aquí donde encontramos otro rasgo de las entrevistas, una de sus estrategias clásicas: ser él su propio decodificador, quien traza las señales de ruta para la lectura de su obra. Esta conciencia profunda sobre el cómo y
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el qué decir en cada contexto nos lleva a una visión muy particular, muy parriana del espacio público. Porque desde el principio, para él, escribir fue una forma de posicionamiento, de ahí las ganas de ir en contra de lo que sea, de lo imperante: para salir a flote solo. Por eso en estos fragmentos aparece la figura incólume de Neruda, como una sombra de buen árbol bajo la cual cobijarse. Pensemos que, en tiempo de crisis, fue él quien le dio el visto bueno a los primeros borradores. Pero con el bacalao en el panorama era imposible publicarlos: quedaban apabullados ipso facto. Y Parra, obviamente, lo sabía. *
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Hay momentos precisos en este libro donde aparece esa exaltación parriana por la función romántica, esa de que el poeta debe ser “la voz de la tribu”. Si pensamos bien, esta afirmación no está muy lejos de las gestas nerudianas. Y otra vez aparece el gigante Neruda. No obstante, Parra afirma constantemente su cariño y admiración incondicional por él, a pesar de algunas conspiraciones temporales de ciertas épocas. Neruda era un personaje descomunal, del cual nadie se podía librar: una imagen casi omnipresente y opresora. A pesar de esto, Parra ve en él un modelo a seguir, un estandarte para calcar los pasos hacia el estrellato, como base para lograr el anhelado culto a la personalidad. Puede que yo sea de una generación demasiado joven, pero Parra nunca me pareció una figura afable (a pesar de mi admiración por su obra). Me parece hecho a la manera de Neruda, que es capaz de fagocitar y replicar sin ningún pudor. Pero puede ser que me equivoque, porque no podemos confiarnos de lo que dice el personaje.
* Alguna vez me contaron (o lo leí) que Parra, en vez de estar en sus clases de Oxford, asistía a las cátedras que dictaba el gran W.H. Auden sobre Shakespeare1. Aquí hay gato encerrado, me dije. Por entonces, recuerdo haber ido al litoral central con mi mujer. En la mitad de un asado nos dimos cuenta de que estábamos a unas cuadras de la casa de Parra. Mi polola en ese entonces, con una valentía a base de vino blanco y chela, me animó a rastrear su casa y ver si acaso nos abría. Llegamos de inmediato. Yo, que pensaba que no la íbamos a encontrar, me empecé a paranoiquear y el coraje postizo se comenzó a diluir. Tocamos una, dos, tres, cuatro veces. La Sole comenzó a gritar para que nos abrieran y yo: para qué molestar al viejo, qué lata si nos abre, me quiero puro ir, mejor volvamos al asado. En eso mismo estaba pensando cuando la Sole desapareció. No estaba por ninguna parte. De repente alguien me gritó del otro lado de la casa: había bajado por uno de los costados y estaba metida en una especie de garaje donde el viejo guardaba cachureos. A medida que avanzada hacia ella notaba cómo se acumulaban gatos y gatos a mi alrededor, sobre la pirca, con una mirada fija e inquisidora, como de gárgola. Logré hacerla entrar en razón para que nos fuéramos, pero me pidió que la dejara sola un segundo, que quería sacar algo. En eso escuché ruidos de pasos y, raramente, la paranoia se me quitó. Entonces subí hasta el dintel de la puerta y comencé a recitar de memoria una de las partes de la elegía a Yeats de Auden, uno de los únicos poemas que me he sabido de memoria (y ya no me acuerdo). Finalmente no pasó nada, pero rayé en el vidrio trasero del escarabajo blanco “In memory of W.H Auden”. Pasada la ridiculez, revisamos los talismanes obtenidos: un par de velas talladas con algo que no entendimos, material posible para un artefacto venidero. Al llegar a Santiago, la Sole dejó las velas detrás de su cama. Un día quisimos mostrárselas a alguien y sólo quedaban sus rastros: las velas, que estaban talladas como por ratas, las habían roído ellas mismas hasta pulverizarlas. Nunca lo vimos. 1 Parra cita el poema Spain 1937 en su Discurso de bienvenida en honor de Pablo Neruda, indicándole la manera consistente de cumplir “los deberes del hombre contemporáneo”, que son: hacerse cargo, de una manera crítica, del devenir social y político.
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* Cuando pienso en Parra se me vienen palabras como tráfico de influencias, simbiosis, camuflaje. Desde ahí hay veces en que se hace evidente el chanchullo, como cuando habla de la influencia que ha tenido la ciencia en su obra2. Pero no importa, de todos modos no sé bien si cuando hace esos cruces elucubra obviedades, que el lector saque sus propias conclusiones. Pero hay cosas que no pueden ser camufladas. Recuerdo un ejemplo bastante polémico: cuando Juan Andrés Piña le pregunta sobre si cabe alguna posibilidad de entender Las prédicas del Cristo de Elqui de otra manera, desde el contexto en que este fue concebido, Parra responde cualquier otra cosa, pero no toca ningún ápice la palabra dictadura. No hubo la intención de hacerse cargo de ese momento, algo insólito si creemos en los fragmentos sobre la violencia que sufrió durante los ochentas. Aquí cabe destacar todos esos extractos donde el antipoeta elucubra sobre la poesía como un ejercicio civil, político, ético, etc. Ahora que lo pienso puede ser que Parra sea uno de los únicos que no se han referido de manera clara sobre Pinochet (eso queda trazado en su indecisión en estos fragmentos). Y eso me hace pensar en dos cosas. La primera: en esa intencionalidad parriana por querer destacar (por oposición), por diferenciarse de la media. La segunda: en ese coro de Los Prisioneros, “nunca quedas mal / quedas mal / con nadie”. * 24
Desde sus opiniones sobre la Concertación hasta ser la figura estandarte del semanario The Clinic o de la Universidad Diego Portales, Parra ha sabido ocupar el lugar que le corresponde años que llevamos en democracia. Incisivo con la ecología, también le ha sabido ahondar y traficar con diversas mirada en torno a las prácticas religioso-filosóficas 2 Tomemos un ejemplo que sí productiviza de forma interesante u oblicua su formación científica: Jacques Raubaud (1932), poeta francés perteneciente al grupo Oulipo, que proyecta su obra desde las propiedades matemáticas, que se manifiesta en escrituras con ciertas restricciones.
orientales y, por sobre todo, ha aparecido como alguien a quien las mujeres tienen un lugar central. Pensemos en que sol ellas las (casi) únicas que lo pueden entrevistar desde las Cruces. Por otro lado, me parece fundamental su relación con Violeta3, tan diezmada y contradicha a través de todo el tiempo. Sobre todo porque hechos tan fuertes como su suicidio nos permiten vislumbrar al hombre tras la máscara. Y es que sabemos que la muerte ha sido un casi concepto parriano. Por eso mismo este prólogo se pudo llamarse, de forma irónica, “duro de matar”, pero sabemos que el chanchullo frente a la muerte termina siendo otro mecanismo (¿inocente?) de defensa, un paliativo para el efecto de realidad con que nos vemos al enfrentarnos a la vida. Por eso este no es un homenaje del centenario, sino otra cosa: una puesta en escena de una de las voces ineludibles de nuestra literatura, que a pesar de que ha pasado muchísima agua sobre el puente –esquizofrenia y cinismo mediante– sigue vivita y coleando, en pie de simulacro.
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3 En esto, el notable libro de Leonidas Morales, Conversaciones con Nicanor Parra (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2014) es clave. Contiene todo un capítulo sobre la relación entre Nicanor y Violeta, y sus varios pliegues. Un libro sin duda fundamental para dilucidar la figura y biografía de Parra.
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CUANDO NICANOR PARRA GANÓ EL PREMIO CERVANTES Felipe Cussen
1. Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes fui el primer chileno en enterarme. El día anterior le había asegurado a un par de amigos que jamás le darían a Parra el Cervantes, porque pensaba que nunca podría ser valorado en el ámbito español, tan conservador en sus gustos poéticos. Pero ese día en la mañana recibí un sorpresivo llamado a mi casa de Rogelio Blanco, Director General del Libro en España, contándome que habían escogido a Parra y preguntándome si tenía su teléfono para que le avisaran. Uno de los jurados, profesor mío cuando estudié en Barcelona, pensaba que yo podría tenerlo porque he trabajado en la Universidad Diego Portales, de la que el antipoeta es “rostro”. Pero no lo tenía. Creo que al final él se enteró por la prensa. 2. Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, una amiga periodista me preguntó si me gustaría escribir algo para The Clinic comentando la noticia. Le dije que sí, pero para criticar la manera en que Nicanor Parra ha sido secuestrado por The Clinic. No lo hice. Aunque compro puntualmente este periódico todos los jueves, y me río con algunos de sus chistes, siempre me ha parecido detestable ese aire a patota de colegio cuico que forman la mayoría de sus integrantes y, aún más, su abajismo paternalista. Yo mismo soy un cuico abajista, pero pienso que a Parra lo han rebajado al estatus de un viejo buena onda pero inofensivo, cuya máxima provocación habría sido escribir poemas con garabatos. Alguien que los divierte, y del que siempre podrán esperar un chiste. Creo que han caído en su trampa: quizás lo más llamativo de Parra es precisamente su capacidad de traicionar una y otra vez las expectativas de un lado y otro. Algunos de sus mejores poemas son serios, o incluso aburridos. Por otra parte, también me ha parecido
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un error que lo intenten erigir como un genio único en la tierra, pues se descontextualiza su aporte en la constante desestabilización de las formas poéticas, y se evita que la antipoesía pueda considerarse como parte de una familia más grande en la que podrían caber, por ejemplo, Joan Brossa, Bern Porter o John Cage. 3.
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Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, otro periodista me preguntó si me gustaría que ganara el Nobel. Le dije que sí: no podría decir que no me gustaría, porque creo que se lo merece. Pero la verdad es que preferiría que en vez de él lo gane cualquier otro autor desconocido en Chile, y que de ese modo se activen la traducción, edición y crítica de escritores tan interesantes como Wislawa Szymborska, J. M. Coetzee o Imre Kertész, que quizás ni siquieran hubieran podido ser leídos en estos parajes si no hubieran sido premiados. Ahora mismo me encantaría que lo ganara Adonis, por ejemplo. Pero acá nuestros periodistas culturales creen que si el ganador del Nobel es un escritor que ellos desconocen se trata obviamente de un invento de los suecos, y ni por un segundo se sientan a pensar que su abismante desconocimiento de la literatura de otros países los ha privado de conocerlo. Juan Manuel Vial, por ejemplo, se despachó tranquilamente la poesía de Tranströmer a partir de algunos textos leídos a la rápida en internet para concluir que obviamente era mucho mejor Parra. Ese comentario no le hace ningún favor a Parra. Sus admiradores no necesitamos que gane el Nobel para seguir leyéndolo. Es más, a veces pienso que hubiera sido fantástico que Gabriela Mistral y Pablo Neruda no hubieran ganado el Nobel, para que nos hubiéramos dedicado a leer a poetas mucho mejores, como Pedro Antonio González.
4. Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, un poeta extranjero me dijo: «Tal vez el Cervantes a Parra haga a los escritores chilenos menos arrogantes».
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¿A DÓNDE VAS NICANOR? Jessica Díaz
Una idea que tenía y que tengo y que tuve por años era la de volver a Chile y ver a Nicanor Parra, ver en dónde vivía y ver si era cierto que tenía un vocho. No me interesaba conocerlo, estrechar su mano, presentarme, llevarle un libro, no, desde hace mucho dejó de importarme conocer a los poetas (a los autores en general) que me interesan, que admiro pues temo que la distancia entre el autor y su obra sea muy grande, que no exista una correspondencia “orgánica” entre el trabajo y la persona. El trauma ocurrió en Chile exactamente en el 2001, estuve en Santiago y conocí a Zurita que era, en la universidad, mi apasionado objeto de estudio. El encuentro fue breve y, para mí, desastroso. Fue así que, ese deseo de conocer al autor como el creador de su obra se aplastó y desapareció por siempre. Por esto, tenía miedo que con Parra ocurriera algo similar, y que fuera un viejo enojón y arrogante. Como una fanática, hubiera ido a verlo, literalmente, verlo, nada más, y ése era uno de mis pendientes. Curiosamente, hace quince días, en una reunión conocí a una mujer chilena (últimamente, he conocido a muchas personas de aquel país, acá, en la ciudad de México) cuyo nombre no recuerdo, ella vive en N.Y. y edita una revista. No sé cómo terminamos hablando de Parra, ella me contó que su padre era conocido de Parra, de la misma generación, y criticó ciertas posturas de él ante ciertos episodios de la historia de Chile como la dictadura. En ese momento, yo, como si fuera una esposa abnegada de película mexicana del siglo de oro que ante la infidelidad de su marido prefiere fingir demencia a perderlo y por ende, terminar el matrimonio, evadí el tema defendiendo su poesía. Siete días después de aquella platica, Nicanor Parra, el 23 de enero, moría. Y para los que veíamos en Parra una especie de último muro de contención, el último de los pilares fundacionales de la poesía más renovadora, fresca, irónica, crítica, vital, potente del siglo XX, muriera. La poesía de Parra mantuvo una posición crítica hacia la tradición poética, hacia la historia y hacia el hombre: la antipoesía, la ecopoesía, los artefactos, las prédicas, el bufón, son parte de una visión y de un compromiso con
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la poesía misma. Una poesía inteligente que permite que el poema y la experiencia poética exista más allá del hombre común que fue Nicanor Parra, con sus incongruencias políticas o su figura pública, como que el día de su muerte, allá en su país, la nota salía en los noticiarios matutinos sosos que dan consejos de belleza y del buen comer. Así que, este año pensé que era probable que yo fuera a Chile y entonces iría a espiar a Parra, a sus 103 años y comprobaría si efectivamente tiene un vocho estacionado afuera de su casa. Y ahora, esto ya no podrá ser y, me pregunto ¿A dónde vas Nicanor? Nos dejas ante la disyuntiva de si reír o llorar mientras que tú, te mueres, morías, de la risa.
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A NICANOR PARRA Gregorio Fonten
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https://youtu.be/LpdNjmXBgZQ
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HASTA LOS MUERTOS MUEREN Martín Gubbins
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NICANOR PARRA Juan Manuel Silva
Leí a Parra como todo alumno colegial, con cierta sospecha, tanto de su fama como de las razones que lo posicionaron tan alto. Luego vino la universidad y los cursos de Literatura, donde las dudas crecieron y se radicalizaron ciertas posturas. Ya varios años después, dichos escrúpulos han desaparecido por completo, ya que poco me importa quién fue y cómo vivió. No lo conocí ni nunca me interesó conocerlo, mucho menos relacionarme con sus albaceas (espirituales y legales); en ese sentido, creo que hay escritores sobre los que puedo hablar en términos literarios y otros con los cuales me es imposible, por la cercanía biográfica. Nicanor Parra forma parte del vasto primer grupo. Por suerte, para mí, esta condición hace que aprecie con mucha más claridad las características de la versificación métrica española que muchas veces le impone a sus poemas: una serie de reglas que en algún momento fueron populares, pero en términos de escucha, pues siempre los creadores son pocos y configuran una suerte de elite. Los chilenos no hablamos en endecasílabos, no rimamos de esa forma, no componemos décimas ni la música que nos identifica es la cueca. Todos esas realidades culturales son fuertes, pero curiosamente han pasado desde orgullosos artistas populares a otra elite, esta vez intelectual, política o económica, que usa estas representaciones para defender un rancio conservadurismo: nada más lejano al afán de Parra, para quien estas eran posibilidades de abrir el juego hacia nuevos espacios. A pesar de todo esto, las formas de la cueca y la décima siguen vivas en circuitos menos regulados, más alegres y menos graves. En eso Parra, me parece, fue precursor: la artificialidad de sus formas son el antídoto natural para su uso conservador. Más que un set de reglas métricas, Parra es un experto en la logopoeia de la que hablaba Pound, dado que la búsqueda de un habla chilena lo lleva a un estadio superior: el pensamiento chileno, contradictorio, elusivo, dilatorio, olvidadizo y recolector, un salpicón de ideas dispersas y llenas de picardía que sirve de código para reconocerse, luego, en una lengua. Parra es el precursor de la gran búsqueda de la poesía chilena, la de una lengua poética propia que escuche el habla de la calle sin caer en la brevedad efervescente de la moda.
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PARRA LEÍDO Laura Petrecca
En el poema Defensa del árbol, el poeta se dirige al niño para advertirle sobre la gravedad de dañar a los árboles y la importancia de saber estar en la naturaleza. No lo hace con un tono pedagógico o con distancia, sino con la ironía y la severidad con las que se puede tratar de igual a igual: “creo que no hay en Chile /niño tan mal intencionado”; dándole entidad al niño que ya sabe, quizás por su misma condición, todo lo necesario en cuanto al valor verdadero de las cosas: “tú que comprendes claramente/ la gran persona que es el árbol”; pero recordándole también el paso del tiempo y su muerte. El poema es simple, prístino y persiste por sus temas esenciales. En esa capacidad de dirección, de transparencia, encuentro su luminosidad.
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HOMENAJE A NICANOR PARRA / EN LA HORA DE SU MUERTE Roger Santiváñez
Recuerdo que leí a Parra cuando frisaba los quince Allá en la lejana Piura de mis amores & frustraciones Mi primera frustración se llamaba María Antonieta & era rubia como los trigales que en Piura no existen La amé como un demente sin esperar nada Sino sus frases en mi teléfono cada noche de domingo Después de la misa donde me sonreía con la dulzura De las adolescentes tiernas de la canción de Tormenta (muy de moda en esa época de eyaculación precoz) Fui fulminado por el ritmo & la coloquialidad de Nicanor Tocayo de un pata mío que casi me mata un día Por haberle dicho a Toñi que era preciosa & él También estaba templado como cuerda de guitarra Según decíamos los chibolos de la esquina en esos Tiempos de rock and roll & La Revolución de Emiliano Zapata con el Atleta a forro tronchos Doors & conversa Sobre los ojos azules de Toñi ‘la perla de mi barrio’ (Lihn dixit) & volver a las calles desoladas con lluvia En marzo de verano a correrse la paja inmisericorde El único camino para no morirse de amor o mejor
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Dicho morirse anegado uno en su propia melanina Leyendo los antipoemas de Parra plagiándolo con Concha pana & elegancia así como ahorita que El hombre pasó de frente a su gran eternidad
[especial para mi amigo José Luis Bobadilla. Collingswood, New Jersey South. Febrero 3, 2018]
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POEMAS
José de Jesús Sampedro
La lluvia no dice nada
No quiero hablar acerca de la lluvia, en serio, no quiero no tiene objeto hacerlo, es tonto pero parece como si cualquier prenda, renovada de cabo a rabo, curiosa ¿hasta cómo te ha ido?, o tal vez más que eso y no puedes ignorar sus correrías angustiosas por mi adentro, por mi afuera y puntos intermedios; al final de tanta especulación termino diciendo: “la lluvia es un juguete precioso que una niña con cara de boba olvidó en la guardería del verano”, o equis frase o tal punto y coma; para el caso es lo mismo. Termino escribiendo de la lluvia aunque no diga nada.
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Horario puntual
Te escucho nave sin rumbo, por esos islotes donde la noche hunde su ancla y hace un alto para descender a mi pecho como un buzo que ha perdido todo símbolo de orientación y regreso. Te oigo pisar, huella, los recónditos insomnes de un huerto en el cual se guarda la amargura, como en el fondo de un cofre se guarda el pedazo de tela, el listón, el retrato. Te escucho puñado de garabatos inciertos, alfabeto Petrificado y vivo por sobre nunca. Conozco la encrucijada que huye, cómplice en actitud y fijeza. Te advierto, ciervo espantado, enemigo, amistad repentina, mirada que se forma y cohabita lo menos cerca de tú y yo juntos. Adivino, saciada, la superficie donde ser adiós y siempre significa amenaza y bastante. Te digo horario, reposo, tigre líquido. Te sujeto ronquido, desamparo, animal. Te nombro lluvia, nada más. 48
imagen
pasea a su regreso del suelo agitada huidiza deshojĂĄndose en reflejos a soplos vuelve sobre sĂ misma da el santo y seĂąa se identifica
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joe y marilyn
dimaggio no supo conectar esa pelota de haber tenido jit o sencillo bueno habrĂa anotado sumamente fĂĄcil pero no contĂł lo suficiente marilyn espera entre la primera y la tercera base neutra la muerte no estĂĄ en ninguna parte aparece de pronto home abandonada
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contribución a la perplejidad manifiesta de la última vaca que abandona para siempre este prado florido del otoño
un oboe cuenta su preludio de ozono rebota una cáscara violeta sin remedio amanece flor después en tu corpiño tenue combinación de grillo y mataperro basta la vaca paciendo se derrumba intocada su rabo madura dulce o fatídico de música el firmamento ha metido su armónica filosa nuestro prado florece en esta ruina y es como si yo también la abandonara
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cesare pavese amanece en turĂn niebla el gato de una fonda husmea resume un periĂłdico oxidado esto tanta herrumbre rodando mussolini en otro hotel se ha suicidado vendrĂĄ la muerte y no tendrĂĄ sus ojos
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yo remito a este canto antiguo
yo vi: madura la gracia naranja vivaz te nombro puercoespín tu corazón un toro agüero danza plenitud laberinto donde deshierba un pájaro contigo la luna cimbra en ti tu casa de anís la sinhueso precoz maldice retumba la nube joyel la mata tierna del maíz habla manso río venado ojo de jade si llueve y tú madreselva del águila agónica ama mi cautivo emplumado tú cita de sol mazorca benéfica boda de la castidad amarga la tierra brota sangre espesa pira de tu espejo nupcias en rincones abiertos de la mano malos presagios invaden nuestro tiempo bebe tu numen corola de guerra benigna flor de soledad te busca de la piedra vienen de la niebla puerco tasajeado del pez florido vienen del rumbo siniestro se posesionan tú lloras tú cuentas astros en tu manto de lluvia dijiste nuestro llano fecundará en mí tendrá jaula el maíz relámpago rey el agua mariposa madraza el pan hacías fiestas con la tortuga resplandeciente en tu lecho nocturno comía el jaguar te pareces espino en otoño me hablas aun la fatalidad enemiga tú soplas el viento del sabino tu coraza de tulipanes amenaza yo soy tu prisionero cultiva mis ojos en mi sembradío
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en mí teje tu rostro túnica de esmeralda en mí tu avidez de tormenta errante recolecta mis pertenencias para tu palacio de sal tu palacio de aspas cortantes: mi corazón no dará higuera privada el sol quema mi tierra pone su cuervo la llanura el reptil te visita hoy nadie te ha visto en un canasto tornadizo permanece en tu sombra cobija perezca mi muerte enhechizada la flecha salve mi vida en tu cántaro de agua me bebes la cara me defiendes del abandono en ti germino aderezo orejas en tu vientre canta el sol danza el reflejo nace un colibrí pulsaciones en tu vientre el pozo tiene sed el cielo instala sus estrellas un ardilla devora su raíz en tu vientre se oculta el sol mi muerte vuelve a suceder respira pájaros de la mañana preparan su lanza amarilla el maíz anda de prisa por tus pechos sube una espiga de luz a tus muslos abiertos ocupa la choza primordial se refugia a caminar en los campos su pedernal despierta redrojo en tu cuerpo la constelación del tiempo es visible la caña verde en su principio llueve abandona un rayo insistente sus ojos turquesa afluente la soledad transparencia balido de ciervo la hora suena en la muerte feroz en la vida presente 54
tú laguna remanso cristal
1975
un monje tumba nidos de golondrinas en un tejado antiguo en el firmamento un escorpi贸n mata a su hembra rilke supone otro port贸n infame rond贸 de una escoria sutil o inclemente traslaci贸n fincada en esto un caballo blanco trota un verdor de mediatarde rilke lo contempla es un anuncio fatal e inalterado salobre advenimiento de un exacto fin la ciudad de viena tiene plomo y tiene cebo dondequiera
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perdone usted (van gogh)
la ballena puso su remedio mete su diente bueno lo sujeta duro una oreja (toda) perfecto no se puede yo paseaba en otoño en una barca antigua mirando una muchacha idiota que comía durazno eso bien una vez y otra nunca fue tan difícil dije y no era cierto lo repito no (definitivo) después esa maldita ballena necia usted (van gogh) no me preste el menor interés trate de reírse un poco haremos de cuenta está olvidado yo trazo un simple plan para este libro no me haga caso pronto habrá pasado junto de nosotros y si usted pone su ojo ya no hablemos más no tendrá problema pero por favor (van gogh) permítame no me acuse todavía nada importa usted hará todo como está previsto (puntualmente) yo miraré desde aquí se lo prometo ni media palabra no hay poema prosiga usted (van gogh) yo se lo ruego 56
reprise
da lo mismo mencionar esto natalia pero entonces saberlo hubiera sido interesante (está lloviendo ahora) dije adiós bretón y abrí la puerta siempre tan burro como soy y lo hice perfecto la ciudad se torció fue demasiado un comando militar me apresaría me basta salir un momento (como ahora) y entenderlo todo
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I don’t remember anything about being born. But I remember other things. The early oceans crossed, the ensuing desert, a swing in the dark, a glass thermometer, one impossible snow, a girl, and my mother’s face, open as water as she fastened the buckles of my overalls every day of my life, in the way that childhood is a life.
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EL CUERVO Y LA CUCHARA Robin Myers
Traducción del inglés de Ezequiel Zaidenwerg
No me acuerdo de cómo fue nacer. Pero me acuerdo de otras cosas. Primero, atravesar el mar y después el desierto, un columpio en la noche, un termómetro de vidrio, una nevada absurda, una niña, y la cara de mamá, abierta como el agua al abrocharme el mameluco todos los días de mi vida, en el sentido en que la infancia es una vida.
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I always talk with the fruit and vegetable man, who is weary, and whose language is weary, private, and who gestures with great dignity, as if conducting a small-town orchestra, to the men who unload his watermelons from a truckbed.
Sometimes we sit on the steps and solve problems before I go home. He cuts a sliver from each fruit, exposing the flesh, and rests it on a pyramid of its fellows to show that they’re good.
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Siempre hablo con el verdulero, que parece extenuado, y habla una lengua extenuada, privada, y gesticula muy solemnemente, como si fuera el director de una orquesta de pueblo, para darles indicaciones a los hombres que descargan las sandĂas [de una camioneta. A veces nos sentamos en los escalones y resolvemos problemas antes de irme a casa. Corta una tajadita de cada fruta, exhibiendo la pulpa, y la coloca encima de otra, formando una pirĂĄmide, para mostrar que estĂĄ buena.
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I go to the park for some order. A man plays the flute toward the pond, where the geese shuffle and shit, and the dogs panic happily like giant hummingbirds and ignore their own names, and couples take hold of each other in a grave embrace, learning to dance, and a little girl skips rope in a sweatshirt that says FIRST LOVE, and her mother sips something from a thermos, watching. A fat child on a tricycle runs himself into a ditch, and comes up grinning. I want to weep; if I had any right to bless anything, 62
I would bless him, his ditch, his cowlick, his new teeth, his three wheels spinning, silly, flimsy, safe.
Voy al parque a buscar un poco de orden. Un hombre toca la flauta de cara al estanque, donde los gansos arrastran las patas y cagan, y los perros desatan su pánico feliz como colibríes gigantes e ignoran sus propios nombres, y las parejas se agarran entre sí en un abrazo solemne, para aprender a bailar, y una niña salta la soga con una sudadera que dice PRIMER AMOR y su mamá toma de a sorbos algo de un termo mientras la mira. Un niño gordo en un triciclo va a parar a una zanja y se levanta sonriendo. Me dan ganas de llorar; si tuviera algún derecho a darle la bendición a algo, 63
se la daría a él, a su cuneta, a su mechón despeinado, a sus dientes nuevos, a sus tres rueditas que giran; a él, ridículo, endeble, a salvo.
There’s nothing I like better than to lie on my back in the grass and remember where I came from. I came from the grass, and I like to remember what it has taught me: be small, look up, distribute yourself evenly over the space you are given. Love the damp earth. Love the ants’ tiny teeth. The green stain on a shirt. The worms.
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No hay nada que me guste más que tirarme en el pasto boca arriba y acordarme de dónde vengo. Vengo del pasto, y me gusta acordarme de lo que me enseñó: a ser pequeño, a mirar para arriba, a repartirme parejo en el espacio que me den. Ama la tierra húmeda. Ama los dientes diminutos de las hormigas. La playera manchada de verde. Los gusanos.
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Layered, people say, as if the history of this place were snow on dirt on rock on whatever, an inevitable sort of cake. As if walls were only stones, not the cracked hands that laid them or were forced to break them, to break their own bones breaking them. We are grafted.
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Capa por capa, dice la gente, como si la historia de aquí fuera nieve sobre tierra sobre roca sobre qué sé yo qué más, una especie de pastel inevitable. Como si los muros no fueran más que piedras, no las manos agrietadas que las apilaron o fueron obligadas a partirlas, a partirse los huesos para partirlas. Somos injertos.
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What has become of what we thought we wanted? There is no accounting for the wreckage. There it is, uncountable, uncounted. What is it that we thought we wanted? The family of cats still makes their nest in the scattered cinderblocks out back, but this is a small comfort, all things considered. I know nothing about you. I knew nothing about you or what you wanted. Newborn ruins, nineteen times the same village razed and raised up again.
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¿Qué se hizo de las cosas que pensábamos que queríamos? No se puede dar cuenta del naufragio. Ahí está, incontable, sin contar. ¿Qué era lo que pensábamos que queríamos? La familia de gatos sigue haciendo su nido entre los bloques de hormigón del fondo, pero, al final de cuentas, es un magro consuelo. No sé nada de ti. No sabía nada de ti, ni de lo que querías. Ruinas recién nacidas, la misma aldea diecinueve veces arrasada y vuelta a levantar.
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The kind of love I wanted was like adoption, orphaned or otherwise. I’m still not convinced there is any other kind. I wanted to know that the table, mine, would be set— I wanted to know that I myself had set it, had waited. I left a mug and spoon in the garden and the spoon—tarnished, once my mother’s— disappeared. This morning I found it in the road a mile from home. It had been chosen, I’m certain, by a crow, and carried off for keeping. Because that is what crows do. Most, don’t we?, want to have something to give. 70
A memory of my father during one of the wars, grilling eggplant outside, in the snow, a new happiness.
El amor que yo quería era una especie de adopción, con orfandad o no. Todavía no sé si existe otro. Quería saber que la mesa, mi mesa, estaría puesta: quería saber que yo mismo la había puesto, había esperado.
Dejé una taza y una cuchara en el jardín y la cuchara –sin lustre, que había sido de mamá– desapareció. Esta mañana la encontré en la calle a un kilómetro y medio de mi casa. La había elegido, estoy seguro, un cuervo, que se la había llevado para quedársela. Porque eso hacen los cuervos. La mayoría de nosotros, ¿no es así?, quiere tener algo que dar. 71
Un recuerdo de mi papá durante una de las tantas guerras, asando berenjenas al aire libre, bajo la nieve,
una felicidad nueva.
I sit for a while in the church courtyard, which seemed like a quiet place. But even there the purple flowers that the wind brushes across the paving stones scuttle like crayfish in dark water.
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Me siento un rato en el patio de la iglesia, que parecĂa un lugar tranquilo. Pero incluso ahĂ, las flores moradas que el viento agita entre los adoquines se escabullen como cangrejos de rĂo en aguas oscuras.
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No one who doesn’t want to be a musician understands anything. Look at his face, it’s as if even he can’t believe it, it hurts him, he is in love with it— as if what were rising from the piano had existed forever, or at least since a moment ago, or at any rate before him— and then he finds it, it unfolds itself, he leans forward with his hands open— open, but palms down, over the keys, over the ground, where it was born, 74
asking for more.
Nadie que no quiera ser músico entiende nada. Mírale la cara, es como si ni él se lo pudiera creer, le duele, está enamorado de eso que sale del piano y es como si existiera desde siempre, o al menos desde hace un instante, pero en cualquier caso antes que él: ahora lo encuentra, lo oye desplegarse, se inclina hacia delante con las manos abiertas: abiertas, pero con las palmas hacia abajo, sobre las teclas, sobre el suelo donde eso nació, 75
y quiere más.
It had been years since I’d seen a firefly, and far away. But when, making love against a kitchen wall, the light switch at her shoulder blades flicked on and off, on and off, the darkness absolute, the light entire, that is what I briefly understood us to be.
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Hacía años que no veía una luciérnaga, y fue a lo lejos. Pero cuando, mientras hacíamos el amor contra la pared de la cocina, los omóplatos de ella contra el botón de la luz la encendían y la apagaban, la encendían y la apagaban, oscuridad total y plena luz, por un momento comprendí que eso era lo que éramos.
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Even for you, young as you are, what you’ve lived by now is already your entire life, contained. Seen this way, the end is always part of it, inhabits you.
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Incluso para ti, por mĂĄs joven que seas, todo lo que viviste hasta el momento ya es tu vida entera, contenida. Visto asĂ, el fin es siempre parte de ella, te habita.
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FLORURO
Alberto Álvarez Alejo
1 Tomé medicina para la tos y dos horas después medicina para la alergia. Levanté el portátil del escritorio y mientras lo arrojaba hacia la cama sentí un impulso imprevisto que me llevó a visitar Fortín en Google Earth. Hice zoom a la casa de mis padres (lo que en otro tiempo llamé simplemente mi casa). Me dirigí hacia la carretera de Fortín Viejo, donde hice zoom una vez más para distinguir los miradores, que uno sobre otro abrazan las curvas en la pendiente. Perdida entre la vegetación, la figura de un tigre de bengala. Todo el mundo lo sabe, los políticos o los narcos o los empleados de los narcos coleccionan especies exóticas en sus casas de campo y, algunas veces, cuando no mueren de hambre o inadaptación, logran escapar. Sus cuerpos son encontrados a kilómetros de distancia, destruidos por el río que corre en el fondo de la pendiente. Otros más caminan en círculos hasta ser consumidos por la humedad y las avispas africanas que anidan en el bosque. Hice zoom al tigre e imaginé su posible trayectoria, su cansancio, el ardor en sus pulmones sumergidos. Seguí la carretera hasta tomar la desviación hacia las vías ferroviarias que desembocan en el puente de Metlac. Quizá Laura caminó sobre el puente y asomó la cabeza para ver la altura. Quizá tuvo las mismas sensaciones que yo al arrojar una piedra para calcular la distancia o al pasar las piernas a través de los orificios inferiores del barandal. Luego pensé que era imposible y que si ocurrió jamás iba a saberlo. Me quedé en el departamento el resto de la noche. Una tarántula raquítica se deslizó por debajo de mis pies. La hice desaparecer con un profundo parpadeo.
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2 20/01/2013/4:36AM: Mi consejo es el siguiente: jamás bebas agua de la llave ni utilices pasta de dientes hecha a base de fluoruro. Experimentar la vida después de la muerte depende de que tengas una glándula pineal moldeable y lo que el fluoruro hace es endurecerla. 3 Es imposible que aquel que me vigila lo haga solamente desde el exterior. Me parece obvio que ve y escucha todo lo que yo veo y escucho. A veces hablo en voz alta mientras estoy solo con la curiosidad morbosa de que me responda. Frecuentemente me descubro ajustando mi comportamiento ante su presencia. Es imposible que no esté mirándome escribir esto ahora mismo. Tal vez esté riéndose con un tono vagamente melodramático, o quizá observe las pausas que hago entre el tecleo de una oración y la otra y se pregunte lo que estoy pensando. Me pregunto si tiene voluntad o, cuando menos, opciones. Podría ser alguien que conozco. Podría ser alguien del otro lado del mundo. Pero es imposible que no esté ahí, que no sepa mi nombre, mi dirección, los nombres de mis amigos, los nombres de mi familia, la pornografía que veo, lo que escribo, lo que compongo. O quizá necesito empezar a dormir un poco más. 82
4 —¿Qué hay en tu cabeza? —escribió Laura en MSN. —Durante la madrugada pensé que iba a morir. Que tengo estos sueños para ayudarme a aceptarlo. —escribí. —¿Más sueños donde desapareces por un camino de terracería, donde te
desmayas a la vista de todos y en los rostros de las personas ves la certeza de tu muerte, donde eres atacado por un oficial de policía que te golpea hasta abandonarte sangrando a la orilla de una carretera oscura de una ciudad donde no conoces a nadie salvo a los perros que miras a los ojos mientras huelen la sangre de tus heridas profundamente? —Fue diferente esta vez. Recordé el sueño en su totalidad y permanecí sobre la cama sin hacer ningún movimiento durante 30 segundos. —¿Qué es lo primero que recuerdas? En tu vida, no en el sueño. —No lo sé. —Mi primer recuerdo es que iba caminando hacia casa con mi madre después de que me recogiera del jardín de niños. En una banqueta encontré un charco profundo que tenía un pequeño pez dorado adentro. Mi madre me preguntó: “Laura, ¿qué está haciendo el pez?” y yo imité el sonido obobobobob de su boca y ella no pudo dejar de reírse hasta que llegamos a contárselo a mi papá. —Recuerdo esa historia. —¿Cuándo te lo conté? —No lo sé. No he ido a la escuela en 2 semanas. Del departamento no he salido en 5 días. A veces me despierto y pienso que algo está pasando allá afuera. Y hoy planeaba salir a ponerme al tanto. Pero hay perros aullando en la puerta del edificio. Odio a los perros que salen de noche. Pienso que son parecidos a los humanos que salen de noche. Son perros que se golpean unos a otros por diversión y a veces terminan muertos. Siempre he tenido miedo de que esos perros intenten golpearme a mí o a mi propio perro. Creo que lo que más me da miedo es que mi perro prefiera unírseles. Quiero estar en la cama por 10 horas más y no pensar en nada. —¿Qué pasó en el sueño? —Soñé con algo que me pasó a los 11 años exactamente de la manera que pasó. A mi mamá no le quedó otra opción que aceptar el turno nocturno de su trabajo y no me tenía suficiente confianza para dejarme solo porque
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hacía años había intentado incendiar la casita de juegos de la escuela a pesar de que a los pocos días olvidé la razón por la que lo hice y jamás volví a sentir un impulso parecido. Contrató a una vecina del edificio para que me cuidara sin saber que tenía un odio especial por esa señora ya que sacaba a pasear a su afgano a la misma hora que yo salía para la escuela y esos perros me producen una fuerte combinación de miedo y asco que no he sentido jamás ante otra cosa o situación. La noche que lo supe soñé que me besaba con el afgano y amanecí con un hormigueo en la cabeza, algo similar a lo que siento ahora, que no desapareció hasta pasados varios días. La primera vez que la vecina me cuidó prendió la televisión de mi cuarto y me ordenó no salir de ahí durante el resto de la noche. La segunda y tercera noches fueron parecidas. En la cuarta noche la vecina entró a mi cuarto sin tocar y me descubrió masturbándome con la escena de sexo de una película. Me dijo que se lo diría a mi mamá a menos que encendiera la computadora de la sala, cosa que se le había indicado específicamente que no me permitiera hacer, y le enseñara qué tipo de pornografía realmente me calentaba, pero aunque me esforcé en pensarlo no pude dar con una respuesta así que teclee rubias tetonas en el buscador y abrí algunas imágenes que ya había visto antes y me habían gustado. Me apartó del teclado y puso el video de una señora de edad que recibía sexo oral de un adolescente que favorecía las partes hirsutas por encima de las partes rosadas. Esa noche soñé que separaba las regordetas piernas de la vecina y en el fondo me encontraba con el afgano y lo besaba de nuevo. Cuando desperté me sentía tan abrumado que se lo conté todo a mi mamá en el desayuno pero no me creyó y poco antes de que saliera a trabajar volvió a llamar a la vecina. Cuando llegó me dijo que si la volvía a acusar me obligaría a hacerle lo que veíamos en los videos. Esa noche no soñé nada pero de cualquier forma se lo volví a contar a mi mamá. Durante algunas temporadas en mi vida llegué a preguntarme si tal vez lo hice por el deseo oculto de ser castigado, pero como sea no
tiene la menor importancia ya que el castigo nunca ocurrió y la vecina no volvió a mencionar nada relacionado al tema durante los tres meses que me cuidó antes de que mi mamá recuperara el turno matutino de su trabajo y nos mudáramos a un departamento con vigilancia en el que me permitía quedarme solo. Privilegio que sólo duró hasta que incendié el tapizado del ascensor y la alarma se escuchó en el resto del condominio. Y ése fue el final del sueño. 5 La otra noche lo escuché. Los escuché. Por fin se comunicaron conmigo. Estaba acostado y a punto de dormir cuando dijeron “buen chico, vete a dormir”. En ese momento no estaba seguro de cómo debía reaccionar, así que salí a la calle a dar una vuelta y me fumé un cigarro. Mientras volvía se me ocurrió que alguien podía estar haciéndome una broma. Giraba la llave del departamento cuando escuché a mi perro llorar con gemidos agudos que no había hecho nunca. Entré de prisa y encontré a mi perro sentado y observando la única pared que conservo blanca y completamente descubierta. Me serví un vaso de leche y me apoyé en el desayunador. “¿Qué tipo de persona no se calienta la leche al menos 20 segundos?”, dijeron. Debí haber dado un salto hacia atrás o puesto una expresión facial explicita, pues lo siguiente que dijeron fue: “¿Nos está oyendo?” Escuché pasos en mi recámara. “Ahí viene”, dijeron mientras me acercaba. Escuché el murmullo que se forma cuando varias personas tratan de ocultarse al mismo tiempo. Las bocinas de mi computadora empezaron a sonar con heavy metal (no escucho heavy metal por lo que no sé precisar de qué tipo). Entré a la habitación. No encontré a nadie. Me acosté y cerré los ojos mientras escuchaba toca clase de ruidos absurdos dentro de mi cabeza. Me dormí con la televisión a todo volumen para bloquear el ruido.
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6 21/01/2013:8:39PM La peor parte es cuando despiertas y te das cuenta de que todo sigue igual aunque la noche anterior estabas convencido de que luego de experimentar aquello tu vida iba a cambiar para siempre. 21/01/2013:3:43AM Me gusta la idea de que los Antiguos Astronautas, el culto de la Puerta Celestial, todos los mexicanos convencidos de que el mundo terminaría en 2012, el Libro Tibetano de los Muertos, el discurso de Richard Linklater cerca del final de Waking Life, El Huevo de Andy Weir, etcétera, tienen un entendimiento sobre las cosas que al resto se nos escapa 7
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Esta madrugada vi a Laura por primera vez en cuatro años. Quedamos en el parque a unas cuadras de mi departamento. Llegó primero que yo y me saludó diciéndome que se cumplían exactamente tres meses desde que habíamos comenzado a escribirnos por MSN todos los días. Como acordamos, le conté todo sobre el último viaje. También le dije que hacía un par de días había perdido la facultad de soñar. Recorrí la oscuridad del parque con la vista en busca de algo que ya había olvidado lo que era. Me dijo que lo más probable fuese que las ratas jamás se hubiesen ido, si no podía recordarlo era porque me susurraban cosas que no quería escuchar y me obligaba a olvidar el sueño y luego me quedaba dormido hasta mucho más tarde. Luego habló de su experiencia con los calamares, que, a diferencia de las ratas, jamás hablaron con ella, sino que movían los tentáculos y cada vez que se manifestaban lo hacían con apariencia más podrida y nauseabunda. Le dije que yo jamás había visto un calamar.
Me dijo que desprenderse de las cosas era más difícil de lo que parecía, que ella no lo había logrado, pues cada noche esperan pacientemente: volveremos a dormir, lo saben, es inevitable. 8 25/01/2013:1:01PM Cuando te conocí estaba convencido de que mi capacidad de sentir atracción sexual había muerto, y aunque me habías gustado no me acerqué a ti porque toda la facultad pensaba que tenía novia y me casaría terminando la licenciatura, algo que jamás supe por qué dije y mucho menos por qué sostuve durante tanto tiempo, a pesar de lo difícil que era evitar que me descubrieran. 25/01/2013:1:03PM Me disculpo por la vez que te obligué a darme un apretón de manos a pesar de que una de tus reglas personales de interacción social era no tener, en ninguna circunstancia, apretones de manos con nadie. 25/01/2013:1:04PM ¿Recuerdas la vez que tuve que ponerme el chaleco fosforescente y guiar a los compañeros por la salida de emergencia? Me miraste fijamente y, aunque sabía que estabas bromeando, no pude evitar sentirme confundido. Estoy al tanto de que te hice sentir rara cuando volviste al edificio y en vez de decir algo perdí la mirada hacia una pequeña casa entre los cerros. Confieso que no me sentí mal por eso hasta mucho tiempo después. 25/01/2013:5:35PM Siempre me pregunté por qué seguías en el chat grupal si nunca decías nada a pesar de que los demás hablaban todas las noches. Por qué cuando
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tuve el ataque epiléptico me mandaste diez mensajes preguntándome si estaba bien y por qué cuando mi amigo murió y tu mamá te había castigado con la computadora me mandaste por correo portal 20 estampas de Bob Esponja. 25/01/2013:7:40PM Durante muchos meses pregunté por a ti en cada uno de los sitios que sabía que frecuentabas. Quería decirte en persona que en Japón visité un parque que lleva tu nombre. Que me había encontrado con tu amigo japonés en el café del que siempre te habló cuando estuvo en la facultad. Nos pusimos borrachos y le hice prometerme que al día siguiente te llamaría y te preguntaría dónde estabas, pero supongo que no lo hizo, o lo hizo y no te importó. 26/01/2013:3:33AM Acabo de soñar que huíamos de la policía en una carretera soleada y que tú te reías de un chiste acerca del manual de jardinería que estuve leyendo antes de quedarme dormido. Al poco tiempo tu risa dejaba de ser acogedora y los policías eran una manada de lobos que nos destazaban sin que pudieras dejar de reír. Haré lo posible por no volver a caer dormido nunca más. 9 88
Cenamos pizza de vegetales y bebemos agua. La televisión transmite un documental sobre los chamanes centroamericanos que miramos sin mucho interés. La sonrisa de Laura se fija en la pared blanca, descubierta. Mi perro aparece por el pasillo que da a mi habitación y se escurre hasta el centro de la sala. Laura, con la silla en las manos, girándola hacia él, lo llama haciendo un ruido con los labios que me provoca un escalofrío. El
perro no responde. Frota la muñeca en el cuello de mi suéter y la desliza hasta su hocico, pero una vez más no responde. La presión de su mano permanece ahí, como si la ejerciera con otra mano, una invisible. Un sujeto de cabello quebrado, con la mitad del rostro oculto tras gafas oscuras, dice desde la televisión: “Me refiero a aquellos individuos apartados del sentido común, los que funcionan de acuerdo con lógicas distintas. Hoy, sin dudarlo, los ponemos dentro de una institución mental y ni siquiera conocemos las otras perspectivas. Por ejemplo, antiguos sacerdotes, y tal vez todos los hombres con vocación de profeta alrededor del mundo, veían en alcanzar ese grado de iluminación la finalidad de sus existencias. ¿Por qué? ¿Qué sabían estos hombres? ¿En verdad se consideraban catalizadores de vínculos con otras dimensiones y estados de la consciencia? Y yo pienso: es decir, si todo está en tu cabeza, ¿de dónde obtiene la información?” Laura se pone de pie y apaga la televisión.
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