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PACO RABANNE

Icono Futurista

EL DISEÑADOR ESPAÑOL CONOCIDO POR SER VANGUARDISTA Y POR SU

DISEÑO METÁLICO, DEJA UN LEGADO EN EL MUNDO DE LA MODA, COMO UNO DE LOS INFLUYENTES DEL SIGLO XX.

Logró plasmar su esencia en el universo de la perfumería, el signo de lujo asequible de su concepto de moda.

¿Qué destino le deparaba al niño que huyó de los horrores de la guerra y del totalitarismo? Un futuro. La vida y la libertad. Francisco Rabaneda Cuervo, mundialmente conocido como Paco Rabanne, tenía cinco años cuando de la mano de su madre y su abuela avanzaba, junto a sus tres hermanos mayores, a salto de mata entre los abruptos caminos de los Pirineos para dejar atrás la natal España hacia el país vecino, una Francia llena de posibilidades. Era 1939. Tres años antes su padre, coronel republicano, había sido fusilado por las tropas franquistas durante la Guerra Civil Española. Su madre, activista de las libertades de la mujer bajo el partido comunista, estaba en la mira, como todos los habitantes dedicados a la pesca en aquél poblado de Pasajes, Guipúzcoa. Paco niño había visto metal, gris y destrucción. Significantes que llevaba en la mirada y que, si sobrevivía, serían manifestaciones creativas.

Herencia Creativa

“Ahora están de moda los uniformes militares porque el ejército se impone. La próxima moda será la de los uniformes quemados porque la próxima guerra será atómica”, declaró el visionario que irrumpió en la Bienal de París de 1963 con sus primeros vestidos elaborados con plástico y plumas. Ahí estaban sus primeras lecciones de vida: supervivencia, naturaleza. El principio de una alquimia después de estudiar arquitectura en la École Nationale Supérieure de Beaux-Arts, de París donde habían estudiado artistas como Edgar Degas, Eugène Delacroix y hasta Pierre-Auguste Renoir, entre otros. Francisco, que a veces jugaba a llamarse “Frank”, ya había diseñado complementos como botones y otros accesorios, elaborados con los incipientes desechos plásticos para Cristóbal Balenciaga, Hubert de Givenchy y Christian Dior. Su madre, María Luisa Cuervo, fue líder de costureras de Balenciaga en España y le había heredado, además de las duras lecciones, un oficio y un consejo fundamental para el mito Rabanne: “Hijo mío, no tienes derecho a estropear la belleza de una mujer”.

Visionario

Francisco Rabaneda, con 29 años, observaba, miraba y también olfateaba. Los sentidos, en alerta constante, se desarrollan más en quienes han sobrevivido situaciones bélicas o de riesgo cotidiano. En los 60 del siglo XX no había manuales ni protocolos terapéuticos tan elaborados como ahora pero él había vivido en carne propia y manifestaba de modo creativo. Callado, hermético, misterioso, pasaba largas horas entre dibujos y labores, una búsqueda con las que quizá callaba esas noches infantiles de guardia: un olor de rama de pino, caído o quebrado, podrían significar la diferencia entre un ritmo de la naturaleza o un enemigo; el almizcle es salvaje y la canela es hogar. Las posibilidades, vivo, eran casi infinitas. ¿Por qué no aprovechar el momento? Francia ya era el cuarto país en desarrollar armas nucleares, aquél imperio colonial francés se había desmoronado comenzaba la descolonización de sus territorios africanos. En Inglaterra y Estados Unidos comenzaban movimientos sociales de desobediencia civil, el hippismo, lo unisex. La nueva estética, futurista y pop, ahí estaba. El pensamiento oriental se leía en las calles: “Todo tiene su belleza, pero no todos son capaces de verla”, Confucio.

Signo De Talento

En 1966 debutó con su primera colección primavera-verano como diseñador, “Manifiesto”, formada por 12 vestidos realizados en materiales como metal y otros materiales industriales. La crítica reaccionó unánime a su favor y hasta Coco Chanel lo denominó como el “metalúrgico de la moda”. Él, como un Vulcano moderno, había pasado horas en el estudio: “Pinzas, tenazas, martillos y pegamento son las herramientas de mi oficio”, había declarado a los medios. Comenzaba el mito Paco Rabanne. El hombre de patilla larga, bigote tupido y pelo negro, muy a la española en París. Que fue diseñador de modas y perfumista de grandes esencias, que hoy se mantienen en tendencia, iconos contemporáneos como One Million, Invictus, Fame y Phantom, de la mano de la firma española Puig. El osado que vistió a la modelo Françoise Hardy con un entallado y corto vestido conformado por cuadrados de oro puro engarzados entre sí con cadenas cuyo peso alcanzó 9 kg y una magia tan imposible que parecía más túnica que objeto precioso. Rabanne, quien expuso su obra pictórica conformada por dibujos de la infancia, bocetos de joyería y envases icónicos, además de lienzos influidos por la pintura vanguardista francesa en la Galería Punto de Valencia, España, en 2007.

Aunque Rabanne habló poco de su pasado inmigrante, desde su fundación apoyó centros para inmigrantes y artistas sin medios, proyectos humanitarios y del medio ambiente. Fiel al mensaje de su padre cuya carta, días antes de ser fusilado, decía: “Tan solo he luchado por una causa que me creo justa y leal y en la que toma parte todo el pueblo español al impulso generoso de mantener una justicia de emancipación y libertad. Si alguna vez tenéis que intervenir en política no mantener más que un ideal, el del beneficio común […]. Muero defendiendo un ideal al que el mañana más próximo vosotros acaso seréis los mejores luchadores”.

Paco Rabanne murió 15 días antes de cumplir 89 años. Nos deja un presente de constante inspiración y grandes lecciones para crear las infinitas posibilidades.

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