Me levanto muy temprano y antes de ir a la escuela tomo una taza de leche con cereales y canela. ¡Es la hora de comer! y yo quiero alimentarme, no quiero ponerme débil y sin razón enfermarme. Mis padres han preparado mil manjares y bocados, porque quieren verme fuerte, no como un niño cansado. Llamo a mi hermana María y corremos a la mesa, ya no hay por qué demorar el estómago no espera. Todo se ve delicioso, no hay nada de qué quejarse. Bueno, ¡que empiece la de elefante.
Empezaré con las frutas: manzanas, higos y peras mezcladas con un poquito de miel de abejas de tierra. Viene enseguida una sopa de espinacas y lentejas. ¡Qué buena está la comida! Ya no le temo a la anemia. Y la señora gallina, que es mi amiga desde siempre, unos huevos me ha dejado para que yo me alimente. Con esta comida mágica y con mi hambre de elefante seré un niño muy fuerte que siempre saldrá triunfante.