Hace mucho, mucho tiempo, el padre de Baltazara había llegado desde África, lo habían traído unos hombres blancos para trabajar en las minas de oro de Sigchos. Después de muchos años en este país conoció a una hermosa joven que vestía anchas polleras de colores, ella era Yanay quien al verlo con su piel negra, muy negra y brillante, quedó profundamente enamorada. Después de pocos años nació Baltazara, que era una hermosa negra, negrita; samba, sambita; que creció en medio de tres culturas, la africana de su padre de la que aprendió a bailar, la indígena de su madre de la que aprendió a cantar y la de los hombres blancos de la que aprendió a rezar y es que Baltazara tenía un poquito de todo y eso la hacía feliz. Ella saltaba y corría, corría y saltaba; cantaba y bailaba, bailaba y cantaba; y muchas veces rezaba junto a sus dos hermanos, negros, negritos, tan negros negritos como ella. Y es que Baltazara y sus hermanos tenían un poquito de todo.
Así crecieron hasta que una noche antes de dormir a Baltazara se le ocurrió una gran idea, que puedan participar todos? Y pensando, pensando, se quedó dormida. Su papá que lo había escuchado todo y la quería mucho, mucho; tanto como saben querer los papás que nacieron en África y su mamá que también la quería mucho, mucho; tanto como saben querer las mamás indígenas; quisieron hacer un regalo a sus hijos. A la mañana siguiente, su papá se vistió con las polleras anchas y las blusas bordadas de Yanay, se
también se engalanó como si juntos bailando y cabalgando por las calles del pueblo. La gente al verlos empezó a seguirlos porque les llamaba mucho la atención aquel hermoso y pintoresco cuadro. Cada vez se unieron más y más personas que también quisieron disfrazarse de otros personajes como los huacos, indígenas que realizaban ritos especiales, un Rey Moro, un ángel con estrella que decía rezos y alabanzas, y muchos más. Finalmente se unió una gran banda de pueblo que completó la
puso chalinas, pañuelos y se adornó con muchos collares, aretes y piezas brillantes; se lo veía muy divertido y cuando sus hijos lo vieron se reían mucho y gritaban en su lengua negra-indígena, porque ya sabemos que Baltazara y sus hermanos tenían un poquito de todo: ¡Ella es la Mama Negra! ¡Ella es la Mama Negra!, decían. Para completar la diversión, la Mama Negra, como lo bautizaron, se montó en un caballo muy adornado y levantó en brazos a Baltazara haciéndola bailar sin parar y a los niños los colocó en las alforjas del caballo, su mamá
iniciaron Baltazara y su familia. Y es que la gente de este pueblo tenía un poquito de todo, igual que Baltazara. Cuentan que desde aquel día todos los años se repite esta comparsa y más y más gente se une a esta Negra”. poquito de todo, por eso les gusta a muchas personas.