Si eres niño, si eres grande, si eres pequeño o mediano, para leer no hay edad y no importa tu tamaño. Debes conocer historias que al tiempo han sobrevivido; haz un poco de memoria y adivina si has leído. Había una vez un niño que decía muchas mentiras y cada vez que lo hacía, su nariz crecía y crecía. Había también un rey que caminaba desnudo, él creía vestir de lujo, de terciopelo y de lino, hasta que un niño lo descubre y su vanidad le dio frío. Érase una vez un cuento de una niña blanca, blanca, que huye para no morir
de su malvada madrastra; y siete pequeños seres la cuidan y la acompañan. En otra historia dos niños en el bosque están perdidos y para regresar a casa dejan huellas en el camino. Los cuentos cuentan de un gato que es dado en herencia a un chico y de la noche a la mañana lo hace rico, muy rico. Dicen que hace mucho tiempo vivía en un castillo un gigante, que se fue quedando solo por su avaricia y talante. O de aquel patito triste que busca rumbos lejanos, en cisne se ha transformado. Hay tríos muy conocidos, en esos cuentos de antaño.
Unos hacen casas y se protegen del lobo. Los otros pasean en el bosque y cuando regresan a casa, encuentran una linda niña que se lo ha comido todo y está durmiendo en su cama. ¿Y sabes aquella historia de ese duende de luz de luna, que se come las pesadillas de la niña Dormilina? Si no la has leído nunca, ya es hora de que la descubras.
Las historias no terminan, son parte de nuestra vida. Descubre a Alicia, al Ruiseñor, al Príncipe Feliz o al Tragasueños. Sean de antes o de ahora, los cuentos serán eternos. Si eres niño, si eres grande, si eres pequeño o mediano, para descubrir los cuentos solo tienes que desearlo.
Érase una vez, un pastorcito muy travieso que cuidaba las ovejas más bonitas del campo, queriendo divertirse a costa de los demás se puso a gritar con toda su fuerza: El lobo, el lobo, viene el lobo. Entonces los vecinos campesinos al oírlo corrían en su auxilio, pero al llegar donde estaba el pastorcito lo encontraban acostado tranquilamente a la sombra de un árbol. Al día siguiente y con más ganas de bromear, volvió hacer lo mismo a los campesinos del lugar, gritando dijo: ¡Socorro, socorro viene el lobo! Los demás campesinos escuchando el auxilio acudieron inmediatamente, sin embargo su sorpresa fue muy molesta ya que no encontraron lobo alguno, solo al pastorcito riéndose con mucho gusto por su gran mentira. Los pastores indignados regresaron disgustados a sus campos. Al poco rato, un lobo se apareció cerca del corral del pastorcito, y aunque este mentiroso jovencito gritaba con toda su fuerza: ¡Auxilio, auxilio!, nadie acudió a salvarlo. El lobo viendo que nadie iba a auxiliar al pastorcito, se hizo dueño de las ovejas y salió corriendo con todas ellas. Aquel día fue muy triste para el pastorcito mentiroso y aprendió una lección que no olvidará jamás:
“En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”.
ยกSOCORRO!