Me gusta leer y mi mascota me acompaña mientras lo hago. Siempre está junto a mí, debajo de la cama o de la mesa, en el jardín o en la cocina, creo que me sigue para asegurarse de que me encuentro bien, ella se acuesta y descansa mientras yo disfruto de un buen libro. Muchas veces leo en voz alta y de pronto mi perro ladra y ladra y yo no sé lo que quiere decirme. Lo hago callar pero él continúa, insisto en que no me interrumpa, pero pareciera que quiere conversar conmigo. Dejo de mirarlo y sigo mi lectura, él nuevamente se recuesta mirándome con sus ojos bien abiertos. Una mañana hacía mucho ruido con sus ladridos, me senté frente a él y coloqué en el piso muchos libros, también periódicos, revistas y comencé a leer en voz alta. ¡Oh sorpresa, tenía toda su atención! Empecé por leer las noticias del día y movía su cabeza de un lado a otro como diciendo: ¡no puede ser! Después leí poesía, se recostó poniendo su cabeza sobre sus dos patas y suspiró como si recordara algún hecho pasado. Leí sobre farándula, espectáculos y otros eventos y sin pensarlo dos veces me abandonó, tal vez porque eso le recordaba mis ausencias. Leí sobre hermosos lugares al aire libre y de pronto lo tenía a mi lado con la correa de paseo en su hocico y saltando desesperado. Leí sobre cocina y sobre deliciosas recetas con jugosas presas de pollo o trozos inmensos de carne. Mi perro se alborotó y corrió de un lado a otro mostrándome su plato de comida. Luego leí sobre la guerra y puso su pata sobre mi pierna y dio un ladrido como de dolor, entonces tuve que cambiar de lectura inmediatamente. Después de aquel día entendí mejor a mi querida mascota y me di cuenta de que mi perro leía mucho mejor que yo.
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