Murtuus in Anima Curam Gero Cutis Revista. Año 1. Número 5. Enero 2014. Director: Gabriela Córdoba. Edición/ Redacción: Mme. Eglantine, Gabriela Córdoba. Paginación: Hayden Coffin. Strigoi Publicaciones. Arcadia, Parterre bucólico. info@strigoi.com.ar http://strigoi.com.ar/ Murtuus in Anima Curam Gero Cutis Revista es una publicación de Strigoi. Registro Nº 1209112322232 SafeCreative. Todos los derechos reservados. Prohibido reproducir total o parcialmente el material publicado en este número. Los artículos y colaboraciones son responsabilidad del autor y no reflejan el punto de vista de Murtuus in Anima Curam Gero Cutis Revista.
Coverture: Collage & Couleur pour S. Angoisser.
A Nuestros Lectores ..................................................................... 8-9 Cementerios por Paul Sébillot. Final (Traducción) .............. 10-16 Les Oupires de Alexis Tolstoï .................................................. 17-21 Invasion of the corporate body snatchers .............................. 22-24 Reseñas de Libros y Revistas ........................................................ 25
Secretaria de Redacción: Fundadora-Directora: MME. EGLANTINE GABRIELA CÓRDOBA
Paginación: HAYDEN COFFIN
STRIGOI PUBLICACIONES 9. Bd. Corelli, Arcadia SOCIÉTÉ DES ARTISTES MORTES 3. BOULEVARD DES DECHÚS
AÑO 1 Nº 5
ENERO 2014
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MIACGC REVISTA 1er AÑO. S E I S N Ú M E R O S:
MIACGC REVISTA 1er AÑO. S E I S N Ú M E R O S:
. The Vampire por William Mortensen. . Drácula. Vlad Tepes, El Empalador y sus Antepasados, de Ralf-Peter Märtin. . The Working Man and His Vampire por Otto Marcus.
. El Vampiro. Comedia en un Acto por Antonio García Gutiérrez. . Les Històries Naturals de Juan Perucho. . El Vampiro, un Poema de Rudyard Kipling. Erfüllungspolitik Thomas Heine.
Le Volume :
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Broché. 0 cent. Cart. 0 cent.
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vampiros.
sta colección ofrece al lector todo el material bibliográfico libre de derechos de autor con el que MIACGC Blog elabora sus entradas. Constituye una guía seleccionada con la mayor rigurosidad para la indagación literaria, histórica y científica referida a
Le Vampire Passif de Gherasim Luca
InglaterraVictoriana. Atmósfera clave en la conformación y asimilación de la figura vampírica, está incluido entre los volúmenes, los que pueden descargarse de modo gratuito y libre desde la Biblioteca de MIACGC en Scribd.
Valentine Penrose: Breviario de la sanguinolenta Magna Mater melancólica
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La mujer-vampiro de Apolonio de Tiana
bilidad al instante de tratar con vampiros. De tal suerte, este proyecto que sin duda se refleja como el órgano de divulgación primordial de MIACGC Investigación Vampirológica, alcanzó (según las intenciones grupales propuestas originariamente) un nivel moderado de calidad tanto gráfica como expresiva, a su vez prudentes como para ser exhibido ante todo atento motivado por la temática. Destacamos la valía, finalmente, de los receptores y no ignoramos que su participación mediante búsquedas clave en nuestro blog, fomentó cada una de nuestras indagaciones. Agradecemos también la estima fraterna de los visitantes extranjeros, apreciadores cabales de este propósito, y a cada ser humano que, con visión ecuánime, desmitificó a nuestro lado al terrible monstruo trocándolo por fabuloso portento proclive a ser acicalado por procedimientos que ennoblecen la inventiva del Arte. ¡Hasta la próxima etapa de MIACGC Revista! El Equipo de Strigoi Publicaciones
a temporada que este número finaliza nos significó una evolución anímico-intelectual de enorme consideración para nuestros intereses personales. Impusimos cánones de trabajo que no debían ser desatendidos incluso a pesar de la aparición imprevista de cualquier obstáculo: fuimos programando contenidos que atendieran la preeminencia del mito vampírico siempre resguardando el valor de hacer llegar al ameno lector un constatable sentido empírico, que presentara el material de modo exhaustivo, aunque sin la superposición (quizá importuna para estos fines) de metalenguajes. Mares de dudas se nos interpusieron. Textos casi inaccesibles en cuanto a su traslación, ausencia de referencias rastreables que engrosaran la información presentada o mal uso de crónicas sobrevivientes, que adolecían en variedad lamentable de añadiduras textuales, complicaron los procesos de redacción de esta publicación. Negociamos, como respuesta a ésas, con nuestro anhelo de perfecti8
WHY HE CANNOT SLEEP, ILUSTRACIÓN POR THOMAS NAST. CABE AGRADECER LA COMPAÑÍA PERENNE MUSICAL CUANDO CONFECCIONAMOS ESTE NÚMERO: SONATE A VIOLINO E VIOLONCELLO O CIMBALO, OP. V 7-11, FOLLIA DE ARCANGELO CORELLI Y THE REPTILE HOUSE DE LOS INEXTINGUIBLES SISTERS OF MERCY.
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TRADUCCIÓN. PARTE FINAL
E dice en el país de Tréguier que algunos chicos que pasaron una noche cerca del cementerio de Pommerit vieron unas formas negras que parecían balancearse como bretonas en danza. Uno de ellos saltó el seto y volvió, llevando en su mano un gorro blanco, y añadió que las bailarinas habían desaparecido. Más tarde, al regresar, monologaba consigo mismo: “¡Pequeña cofia de tela fina, cuán graciosa habrá sido la cara que encuadrabas!; una linda niña, seguramente… deseo sólo una cosa, y es que ella venga a mi casa a reclamarla.” Cuando el chiquillo estuvo en su hogar, guardó la prenda en un armario y, al día siguiente, volvió a abrirlo con la sorpresa de que, sobre la cofia, había una calavera, la que le dijo: “Hice según tu deseo; vine a solicitártela.” Entonces, se buscó al sacerdote, quien tomó la calavera y le ordenó al chico que la llevara a medianoche al osario de Pommerit, sin descuidar ser asistido por la compañía de un niño que todavía no hubiese sido bautizado. Una vez que el muchachito hubo puesto el cráneo en el osario, escuchó gritar a todos los cadáveres a coro: “¡Tuviste una gran idea en hacerte acompañar por este niño puesto que no tenemos el derecho de privarlo del bautismo. De otro modo, tus huesos y los suyos ya estarían dispersos entre los nuestros!.” Igualmente, el pequeño había visto a la Muerte demasiado cerca; no pasó un año y murió 39. En Saint-Martin-des-Champs se observó en varias oportunidades pasearse en el cementerio a un clérigo. Éste se detenía, adquiriendo una postura pensativa, en el borde del pozo. Los vecinos decían que era uno de los ermitaños condenado a errar después de su muerte por haber cometido alguna falta 40. Muchas leyendas cuentan sobre los terribles castigos infligidos, a menudo por los propios muertos, a aquellos que se atrevieron a profanar su sepultura para llevarse una parte del cuerpo, o para apoderarse de los objetos de valor que fueron enterrados con ellos. La historia que sigue, recogida en 39 A. LE BRAZ, 1. C., p. 182-187. 40 LECOEUR. Esquisses du Bocage, t. 1, p. 322. 10
Gascuña, no ha sido constatada. Una dama que perdió la pierna, se había hecho hacer una nueva de oro en su reemplazo. Cuando murió fue enterrada con la prótesis, pero, más tarde, un criado de la mujer fue al cementerio, desenterró la pierna y la escondió en su armario. Tan pronto como fue sustraída, se escuchó una voz que desde el camposanto gritaba: “¡De oro, de oro! ¡Devuélveme mi pierna de oro!”. El sepulturero avisó al marido, quien se acercó hasta el lugar y reconoció la voz de su esposa. Seguidamente, una sirvienta también la oyó. Por fin, el marido envió al criado y éste preguntó: “¿Qué quiere, señora?”. “Es a ti a quien quiero”, respondió la dama mientras salía de la fosa y se llevaba al desgraciado para comérselo 41. Sucedió también que habían sepultado a Alice de Quinipily con todas sus joyas; un valet y una doméstica que se habían comprometido en matrimonio, fueron esa misma tarde a profanar su tumba y tomaron de la muerta todo lo que con ella había sido guardado, hasta un sudario de seda. Desde ese día, los pueblerinos contaban que cada noche un fantasma tocaba a las puertas y gritaba: “¡Regréseme mi sudario!”. Por tal motivo, los ladrones acabaron por reconocer todo a su confesor, y aquél les ordenó que, una vez en el cementerio, le devolvieran a la muerta todas las alhajas que le habían robado. En la noche, hasta allá fueron con un ramo de boj bendito, sin que nadie supiese luego qué había pasado. Al otro día, los fieles que concurrieron a la iglesia advirtieron cerca de la tumba de Alice el rosario de la criada y el sombrero del valet junto al ramo de flores que llevaban, pero jamás volvió a verse a la pareja culpable en la comarca de Baud 42. Dentro de una leyenda bastante alterada, que viene desde los límites de las Costas del Norte y de Morbihan, un hombre tomó la mortaja de una joven muerta. Al llegar a su casa, escuchó: “¡Devuélveme mi sudario!”. Al día siguiente, arrebató un collar con una cruz que habían depositado sobre la tumba de la chica. Otra vez en su hogar, oyó la voz decir: “¡Regrésame mi cruz!”. La tercera vez, saqueó las joyas de la fallecida y, nuevamente, la voz en su casa, le gritaba: “¡Devuélveme mis joyas!”. Al parecer, aquel ladrón que no había retrocedido ante la profanación de la sepultura, sí acabó siendo espantado por la repetición de las voces 43. Un cuento gascón habla de una muchacha que padecía gula a tal extremo que sólo pensaba en comer carne cruda. Sus padres le habían prometido un plato especial de Agen, pero no pudieron encontrar a los carniceros. Al pasar junto a un cementerio por la noche, la mujer le pidió a su marido ayuda para tomar un pedazo de carne de un muerto que había sido enterrado durante la mañana. Ambos le cortaron la pierna izquierda y la Tragona se la comió. Una vez en su aposento de paso, pudo oírse una voz que decía: “¡Devuélveme mi pierna!”. La Tragona que había ido al campo con su familia, fue enviada a casa. Cuando todo el conjunto regresó, finalmente, la encontraron colgada de la cremallera, sin su pierna izquierda. El muerto se había llevado a la Tragona al cementerio para devorársela 44. Esta narración oral, así como otras del mismo país citadas anteriormente, muestran a muertos que se entregan a la antropofagia. Otras dos leyendas, de las cuales la primera fue recogida en Nivernais, hablan de verdaderos actos de vampirismo. Son las únicas, de las cuales yo tengo referencias comprobadas, que han sucedido en Francia. Un hombre se había casado con una mujer tan hermosa que parecía un hada; ella sólo tomaba una cucharada de sopa diaria. Pero lo raro era que pasaba fuera la mayor parte de la noche. Salía a medianoche y retornaba al hogar después de transcurridas seis horas. Su esposo, que la había seguido, la vio entrar en el cementerio, cavar en la tierra y después sacar un cadáver que comenzó a masticar. Cuando ella supo que su marido conocía el repugnante alimento que ingería, lo convirtió en perro 45. El cuento que a continuación narramos fue tomado prestado de un libro bastante sospechoso, hasta [si fuese analizado] con un punto de vista legendario. Aunque, a pesar de su forma novelesca, es posible que pertenezca a la tradición popular. En la región de los Pirineos, una fortaleza que hoy se halla 41 42 43
dée).
J. F. BLADÉ. Contes de Gascogne, t. II, p. 325-7. FOUQUET. Légendes du Morbihan, p. 95-97. PAUL SÉBILLOT. Légendes chrétiennes, p. 32 (Extraído de la Revue de Bretagne et de la Ven-
44 J. F. BLADÉ. Contes de Gascogne, t. II, p. 329-331. 45 ACHILLE MILLIEN. Congrès des Traditions populaires, p. 58-61. Este recitado reproduce algunos incidentes del cuento de las Mil y Una Noches : Amine et la Goule (Histoire de Sidi Nouman). 11
en ruinas, lleva el nombre de Castillo del Vampiro. Estuvo habitada por un joven señor que se desposó con una bella pastora. La mujer, durante la noche de bodas, en el mismo momento en que él comenzaba a dormirse, escuchó llegar desde el patio el sonido de un relincho y un aullido siniestro. Asustada, fingió dormir. Fue cuando vio a su marido, presa de turbación y agitado, acercarse a la ventana diciendo: “¡Voy, voy!”. Salió y regresó al cabo de dos horas, con la misma apariencia de un cadáver congelado. La misma escena se produjo la segunda noche, y también la tercera, vez que la muchacha lo siguió para verlo entrar en el camposanto, donde se deslizó en compañía de un perro negro hasta una sepultura recién cavada, donde los dos se apostaron y comenzaron a comer un cadáver 46. Las leyendas que siguen no tuvieron relación con violaciones de tumbas propiamente dichas, sino con la falta de respeto a la memoria de los muertos, y en especial a la cabeza de éstos, parte del cuerpo que es considerada la más noble y que conserva durante mayor tiempo su forma, motivo por el cual es objeto de cierto culto macabro, después de la exhumación, en ciertos países. En el gwerz [canción folclórica de Bretaña, que en Francia se desarrolló más en aquellas regiones influenciadas por la cultura celta. Por lo general guardan un tono nostálgico que rememora hechos épicos, históricos o mitológicos]* bretón titulado Carnaval de Rosporden, un niño va al cementerio y coloca sobre los restos de su madre el cráneo de un fallecido. Además, deposita dos luces en los huecos de los ojos y abandona el sitio de reposo de los difuntos para ir a divertirse en las calles de la ciudad [siguiendo las costumbres que se realizan durante la festividad]. Antes de acostarse, recuerda a la cabeza que dejó en el cementerio y le ruega: “Ven calavera, sal de allí y mañana cena conmigo”. Cuando arriba el nuevo día, se escucha que alguien golpea en su puerta. Es el muerto que lentamente ingresa a la casa y dice: “Señor, he venido aquí para cenar contigo. Vamos, querido amigo, no estamos lejos, vayamos a sentarnos juntos en mi mesa que ha sido levantada sobre mi tumba”. No bien termina de hablar, el muchacho da un grito espantoso y la cabeza del desgraciado se estrella violentamente en el suelo 47. En Picardie, un jovencito, para causarles miedo a las señoritas, también se había apropiado de una calavera que descubrió entre un montón de huesos. Al momento de reponerla al cementerio, invitó al fallecido a cenar con él en el término de quince días. El cráneo le respondió que aceptaba. Cuando el día llegó, un esqueleto se acercó hasta el muchacho para sentarse ambos en la mesa y hacer los honores pertinentes a la comida. Después de beber alegremente, le propuso al muerto bailar y cuando la música terminó, se acostó cerca de su huésped. Al cantar el gallo, el muerto había desaparecido. Otro día, el campesino fue a pasear por los alrededores de la necrópolis y encontró al fallecido con el que había festejado tiempo atrás. Éste lo cogió de la mano y lo introdujo en el campo de descanso donde los esperaba una multitud de fantasmas. Allí, siguieron hasta la capilla, levantaron la piedra que bloqueaba la puerta del recinto y entraron en una bodega donde se sentaron con todos los muertos alrededor de una gran mesa. A continuación, el hombre junto a los cadáveres bailaron hasta que cantó el gallo, hora en que las presencian incorpóreas desaparecieron. El campesino quedó atolondrado hasta la subida del sol. Cuando despertó y retornó al pueblo, decidió convertirse en sacerdote 48. […]** Se sospecha, en numerosos países, que quien lleva a su casa un objeto robado de un cementerio, se expone a algunas desgracias. Asimismo, los muertos de un osario siempre son indulgentes con aquellos que los molestan, cuando las intenciones son piadosas. Una muchachita de Lancieux había realizado una apuesta: iría por la noche a buscar una calavera en el camposanto. Si la conseguía, ganaría cinco francos que deberían ser empleados para dar misa en rememoración del difunto al que le había arrebatado la cabeza. Cuando llegó al osario, todos los muertos conocían su plan y cada uno quería sacar provecho de eso. Las cabezas saltaban alrededor de la chica, todas se esforzaban por colocarse cerca de su mano y así ser llevadas. Ella tomó una al azar, la colocó dentro de su delantal y salió lo más rápido posible. Mas, cuando hubo llegado a casa, vio dos cabezas en vez de una; la segunda se había colocado sola entre su vestimenta. Se rezaron las oraciones requeridas luego, trasladaron las cabezas nuevamente 46 47 48
KARL DES MONTS. Légendes des Pyrénées, p. 61-84. H. DE LA VILLEMARQUÉ. Barzaz-Breiz, p. 262-295. H. CARNOY. Littérature orale de là Picardie, p. 120-125. 12
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EL ENTERRAMIENTO EN BRETAÑA O EL ENTERRAMIENTO BRETÓN. MUJERES ALREDEDOR DE UN ATAÚD (1897), LITOGRAFÍA POR CHARLES COTTET. © BIBLIOTHÈQUE DE L’INSTITUT NATIONAL D’HISTOIRE DE L’ART.
al cementerio y a la niñita no le sucedió nada malo 49. Por otro lado, se cree que los muertos ansían una mortaja conveniente. Si sus deudos no se ocupan de otorgárselas, salen del lugar de reposo para reprocharles a los vivos por haberles faltado. Una buena mujer de los alrededores de Rennes era tan avara que sepultó a su marido envuelto en una sábana agujereada. Por la tarde, cuando fue a realizar el culto de los muertos, él se le apareció y le reprendió: “¡Mujer mala, mezquina, no serán suficientes tus días ni tus noches para enmendar esta falta!” 50. En Auvergne, donde los difuntos de la parroquia también realizan la procesión de Ruegos, una mujer vio a su esposo que marchaba detrás de otros con un sudario andrajoso. Se acercó hasta él y le preguntó por qué actuaba así. El marido le respondió que recordara que había sido ella quien lo había enterrado con una sábana tan gastada que al menor contacto con una zarza, la tela se arrancaba a colgajos 51. Varias leyendas, que hasta ahora sólo han sido encontradas en Bretaña, relatan el castigo terrible que alcanza a los que, viendo una mortaja en el cementerio, se atreven a tomarla y a llevársela. En ninguna de esas historias se explica por qué las telas con que se envuelven a los fallecidos salen de la tumba para venir a tentar a los transeúntes. Una costurera de Pluzunet, concurriendo al camposanto a visitar la sepultura de su madre muerta desde hacía un año, vio sobre el monumento la sábana blanca manchada con gotas de sangre y la llevó a su casa. En la madrugada, el fantasma de su progenitora totalmente desnuda, demacrada, horrible de contemplar, vociferó tres veces con voz tristísima: “¡Devuélveme mi mortaja!”. Tres noches la hija contempló la misma aparición acompañada por similares gritos. Finalmente, fue al encuentro con un sacerdote que la amonestó diciéndole que había cometido un gran pecado. Esa sábana era la misma mortaja con la que se había sepultado a su madre; había que regresarla al lugar de donde la había tomado. Cuando la mujer se dirigió al cementerio, observó que todas las tumbas estaban recubiertas con sudarios blancos; solamente la tumba de su madre no poseía uno. Al instante, distinguió a su madre amenazadora y completamente desnuda, de pie, sobre la lápida sepulcral. La aferró del brazo y la arrastró consigo hasta el fondo de su fosa. La piedra que se había levantado, recayó con grave estrépito sobre la madre y la chica 52. Souvestre dio cuenta en la primera edición de sus Derniers bretons de una versión que difería de la mencionada sólo por la forma, y que no aparece en las ediciones siguientes del libro. En Alta Bretaña, una modista también recoge una sábana blanca de una tumba e instantáneamente una voz le lanza: “¡Regrésame mi sudario!”. Al día siguiente, el clérigo que la acompaña hasta la puerta del cementerio, le dice que no basta con colocar un objeto sobre el sudario. Hace falta que lo cosa a la prenda. Así, ella coloca una calavera encima de la sábana y cuando está por dar el último punto, la pincha. Enervado, el cráneo exclama “¡Oh, usted me hace daño!”. La costurerita es presa de tanto miedo que muere en seguida 53. […] En un hostal de Gouray, un hombre que aseguraba que los muertos no volvían, apostó que iría al cementerio y si encontraba a un resucitado, lo invitaría a beber una botella con él. Al llegar al lugar, vio a uno parado cerca de la cruz y le invitó. El muerto siguió al apostador hasta el hotel pero sin querer tomar nada. De regreso, el que invitaba veía al aparecido por todas partes. Cuando fue a consultar al sacerdote, éste le respondió al feligrés que para desembarazarse del resucitado debía reconducirlo al cementerio, y una vez en la puerta, decir: “Adelante, voy a seguirte”, retrocediendo paso a paso. Debido a esta medida, el hombre no experimentó ningún mal posteriormente 54. Cierto día, a los jóvenes de Bosquel, se les ocurrió, al regreso de una fiesta, continuar bailando en el cementerio. Danzaron sobre los montículos de los muertos hasta medianoche. Cuando sonó la campana de la iglesia del pueblo, detuvieron sus brincos. Las tumbas se entreabrieron y todos fueron engul49 p. 6. 50 51 52 53 54
PAUL SÉBILLOT. Notes sur les traditions de la Haute Bretagne, ext. de l’Archivio (t. VII, n° 2), A. ORAIN. Promenade aux environs de Rennes, 1884, p. 10. PAUL SÉBILLOT. Littérature orale de l’Auvergne, p. 98-100. F.M. LUZEL. Légendes chrétiennes, t. II, p. 155-160. PAUL SÉBILLOT. Contes de la Haute-Bretagne, t. 1, p. 303. PAUL SÉBILLOT. Légendes chrétiennes, p. 32-34. 14
lidos. Se supone que cada año, el día de la fiesta patronal, los sepulcros se abren y los bailarines repiten sus rondas, profiriendo terribles gemidos. Al llegar la madrugada, las tumbas se cierran, recluyendo a cuanto fantasma se halle en las cercanías, y todo vuelve a permanecer en silencio 55. Para conjurar una desgracia, un cura envió a una joven a pasar tres noches en la iglesia. La primera noche, no vio nada. Sin embargo, la segunda, al filo de la medianoche, cada uno de los que allí habían sido sepultados salió de su tumba, y todos comenzaron a realizar una procesión. Adelantándoseles, un muerto cubrió a la mujer con su mortaja y ella permaneció así hasta que arribó el alba. Por la mañana, escondió el sudario detrás del altar. La tercera noche, se envolvió en dicha mortaja nuevamente y esperó. Cuando la hilera pasó cerca, un fallecido sacudió la tela que la chica había escondido en la víspera. Repentinamente, emergieron millares de arañas, sapos y murciélagos que cargaron a la infortunada damisela y la depositaron en una fosa, para acabar comiéndosela viva 56.
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OS muertos no eran sólo huéspedes del cementerio. Aunque el lugar estuviera bendecido, y se hallara más o menos en las cercanías de una iglesia, se creía que las apariciones podían mostrarse únicamente a quienes estaban relacionados con asuntos infernales, con hadas o con diablillos 57. El cementerio de la antigua leprosería de Pont-Audemer fue frecuentado por diversas apariciones y también el diablo asomaba en el lugar. Un aldeano, cierta ocasión en la que se llevaba a cabo la conmemoración de la festividad del patrono de la zona, había gastado muchas bromas acerca del satán de Saint-Germain. El malvado espíritu lo esperó en uno de los pasajes de la procesión, cogió al hombre por los aires y lo liberó desde una altura bastante considerable 58. En los camposantos aislados de la Baja Bretaña, encontramos un pequeño demonio llamado Jean-Gant-Y-Tan, que transporta cinco candelas entre los dedos de la mano izquierda y las hace girar con asombrosa rapidez. Con la mano derecha, se apropia de las almas de los condenados y las coloca en un bolso de cuero rojo que lleva siempre consigo, hasta dejarlas en el Infierno 59. En el cementerio de Saint-Martin-des-Champs, podía verse constantemente a una dama vestida de blanco sentada a los pies del portón. Los lugareños se habían acostumbrado a su presencia y muchos no temían pasar por el camino o permanecer durante la noche en los alrededores. “¡Apártate!”, le decían al fantasma, y ella se alejaba. Una noche, un paisano que había atravesado el cementerio se encontró distraídamente en el otro extremo, frente a la aparecida. Se quitó educado el sombrero y le rogó que le hiciera sitio. Halagada por esa seña, la dama misteriosa le respondió: “Pase, pase. Mi luz va a acompañarlo hasta el bajo de las rocas”. A continuación, una claridad fantástica lo precedió hasta guiarlo al pie de la escarpadura rocosa 60. Otros espectros se manifiestan bajo forma animal, sin que se sepa exactamente cuál es su naturaleza. Si fueron almas en pena, demonios o duendes. En el país de Bayeux, los duendes son fantasmas similares a los lobos que vagabundean en la noche, procuran permanecer en los cementerios y son bastante miedosos. El animal cabecilla es de color negro y más grande, en tamaño, que los demás. Cuando se acerca a alguien, se levanta sobre las patas y comienza a aullar. De inmediato, el resto de lobos grita: “¡Robert está muerto!, ¡Robert está muerto!” 61. Algunos pescadores del país de Argentina afirman haber visto a estos diablillos. Piensan que representan el alma de los cristianos que no han podido ser enterrados en tierra santa 62. Los duendes de Berry son espíritus tristes, soñadores y bobos que, bajo formas extrañas y repulsivas, pasan su vida conversando entre ellos en una lengua desconocida, a través de los muros de los cementerios. En ciertos lugares, se les acusa de introducirse en el campo de descanso 55 56 57 58 59 60 61 62
H. CARNOY. Litt. orale de la Picardie, p. 126. J.F. BLADÉ. Contes de Gascogne, t. II, p. 242-3. A. BOSQUET, p. 491. VÉRUMOR, Voyage en Basse-Bretagne, p. 343. VÉRUMOR. Voyage en Basse-Bretagne, p. 71-72. LECOEUR. Esquisses du Bocage, t. Il, p. 419. PLUOUIÏT, Contes populaires de Bayeux, p. 14. CHRÉTIEN, Veillerys Argentenois, mss. 15
y roer allí huesos. En este último caso, pertenecen a la raza del licántropo y del hombre lobo y deben ser nombrados como altramuces [desconocemos si existe alguna especie animal con esta denominación, mas nuestra pesquisa arroja que la palabra francesa “lupins” corresponde a la castellana “altramuz”, que en nuestra jerga refiere a plantas de granos o choclo] 63. En Picardie, el Herminette es un espíritu travieso que habita antiguos cementerios. Por lo general, se muestra con la forma de un gato blanco. Se teme que aparezca, particularmente, en la víspera de la noche de Navidad, hacia las nueve, ya que se supone que la gente debería estar en matinés y él se encarga de reprender a quienes no cumplen con tal costumbre 64. El cementerio que rodeaba la iglesia de Saint-Martin des Champs, cerca de Condé sobre Noireau, solía ser frecuentado por toda suerte de animales sospechosos: caballos magníficamente ataviados se presentaban frente a los viajeros y una vez que los encantaban, los sumergían en un abismo infernal del que jamás volvían 65. En Franche-Comté también se conocían los caballos maléficos de los cementerios. Una mujer de Chamblay había visto, cierta noche, un maravilloso ejemplar que pacía por el césped de los muertos y que, conjeturaba ella, no pertenecía a ninguna persona que conociera. Se le acercó, lo agarró de la pata y, al encontrarlo dócil y gentil, pensó en salvarlo y llevarlo hasta su cuadra. No obstante, cuando el corcel la sintió sobre su lomo, comenzó a hacer cabriolas desesperadas y se lanzó en carrera alocada hacia el río, en donde abandonó a la mujer en la parte más profunda 66. La aparición de ataúdes que son regresados [esto refiere a féretros que, debido al paso del tiempo, vandalismo o deterioro del terreno en el que fueron depositados, emergen de las honduras al ras de la tierra], según un antiguo rito, es conocida en Bretaña, en Berry y en muchos otros países, pero no encontramos registros de esta creencia en la Baja Normandía, donde los ataúdes obstaculizan los caminos 67. La única obsesión con los cementerios que sustenta un carácter gracioso ha sido reportada por el Dr. F. Noëlas, y es, probablemente, la que más carece de poesía. En Forez, los infantes inocentes muertos antes del bautismo se entierran debajo de un olmo. El buen Dios les otorga alas y plumas, además de una dulce voz para susurrar divertimentos a los muertos. Tan pronto como el sol asoma sobre las montañas, vuelan de tumba en tumba, bajo la mirada de nobles santos que se ríen de verlos llegar. Por la noche, se piensa que brillan como antorchas o estrellas 68. En la Baja Bretaña aún existe la creencia en que los niños que fallecieron sin bautismo yerran en el aire con la forma de aves. Emiten un leve grito lastimero como un vagido. A menudo, los pueblerinos piensan que son pájaros verdaderos. Así, diseminados en el espacio, esperan a que venga el fin del mundo. Será el día de San Juan Bautista cuando se les administrará el sacramento, y una vez bendecidos, volarán directamente al cielo 69. En Poitou, las almas de los chicos muertos, perseguidos por el diablo, aterrizan en forma de pequeñísimas aves sobre el pañuelo de un soldado, al que le piden que se convierta en su padrino 70.
* Las aclaraciones entre corchetes en bastardillas son mías. ** Fueron eliminados algunos ejemplos de tradiciones orales y leyendas escritas demasiado análogos a los ya trasladados en la exposición de Sébillot, que difieren únicamente en el sitio de procedencia, y que obstruían una lectura grata, tornando el texto en áspero registro de detallismos infructuosos. © de la digitalización del original: Gallica, Bibliothèque numérique. BnF, Bibliothèque nationale de France. © de la traducción: Gabriela C. R. Córdoba. Todos los derechos reservados. 63 64 65 66 67 68 69 70
GEORGE SAND, Légendes rustiques, p. 149. CORBLET, Glossaire du patois picard. A. BOSQUET, La Normandie romanesque, p. 269. D. MONKIER et A. VINGTRINTER, Croyances et traditions de la Franche-Comté, p. 696. BOSQUET, 1. c. p. 275. Légendes et traditions forèziennes, p. 283. LE BRAZ, 1. c. p. 271. L. PINEAU, Le folk-lore du Poitou, p. 118. 16
SOBRINO DEL ESCRITOR LEÓN NICOLAEVICH TOLSTOI, ALEXIS TOLSTOI SE RELACIONÓ AMPLIAMENTE, DURANTE SU ESTADÍA EN VIENA, CON LA BOHEMIA LITERARIA. EMIGRÓ A BERLÍN A CAUSA DE LA REVOLUCIÓN. EXILIADO POR PROPIA VOLUNTAD, RETORNÓ A RUSIA EN 1922. EL CUENTO QUE SIGUE APORTA OTRA CLARA VISIÓN DE ALGUNAS COSTUMBRES FOLCLÓRICAS EN LAS CREENCIAS BALCÁNICAS SOBRE VAMPIROS.
L baile estaba en pleno apogeo. Después de un vals ensordecedor, Rounievski escoltó a su pareja hasta el lugar de descanso y comenzó a errar de sala en sala, examinando, al pasar, los diferentes grupos de invitados. De pronto, su mirada fue atraída por un hombre visiblemente joven todavía, aunque con la tez muy pálida y con cabellos casi totalmente blancos. Se hallaba pegado a una chimenea y parecía por completo absorto en lo que sucedía en uno de los rincones de la habitación, al punto tal que no se había percatado de que el faldón de su frac había comenzado a quemarse con las llamas del fogón. Intrigado por el aspecto singular del personaje, Rounievski sacó provecho de esa circunstancia para entablar conversación. -Sin duda, usted busca a alguien, pero mientras espera, su traje va a arder. El desconocido se volvió, y una vez apartado de la chimenea, observó a Rounievski con atención antes de responderle: -No, no busco persona; ¡sólo que me resulta extraño ver este baile frecuentado por oupires! -¿Oupires?, repitió Rounievski, ¿cómo es eso? -Oupires, contestó el desconocido con toda la calma del mundo. Dios sabrá el porqué, pero usted también puede llamarlos vampiros, aunque le aseguro que el verdadero nombre en ruso es oupire, y, puesto que son de origen puramente eslavo –a pesar de que se los encuentra desde Europa hasta Asia–, no se obstine en esas tierras en usar un término corrompido por los monjes húngaros. Éstos, por un tiempo, tomaron la decisión de convertir toda la moda latina y a la palabra oupire la trocaron en vampiro. ¡Vampiro, vampiro! lo repito con desprecio; ¡es como si los rusos fuésemos a decir, en lugar de privedenie 391, fantasma o resucitado! 1
Privedenie: Literalmente, aparición (esta nota es aclaración del traductor francés). 17
ILUSTRACIÓN QUE ACOMPAÑÓ LA EDICIÓN RUSA DE OUPIRES DURANTE EL SIGLO XIX. SE DESCONOCEN MAYORES DETALLES ACERCA DEL NOMBRE Y PROCEDENCIA DEL DIBUJANTE.
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-Asimismo, preguntó Rounievski, ¿cómo puede haber vampiros aquí… es decir… oupires? A modo de respuesta, el desconocido señaló con la mano a una dama de cierta edad que dialogaba con otra, la cual dirigía, de vez en cuando, una mirada aprobatoria a una muchacha que estaba sentada a su lado. Ella era, de manera evidente, el motivo de la plática porque a veces sonreía y se sonrojaba ligeramente. -¿Conoce a esa vieja?, inquirió Rounievski. -Es Sougrobina, viuda del general Sougrobine. No la conozco personalmente, pero me dijeron que era muy rica y que poseía en los alrededores de Moscú una bella datcha [o dacha, casa de campo rusa], que en lo absoluto podría ser del gusto de un general. -Sí, efectivamente, era Sougrobina, hace muchos años… pero ahora no es nada más que un oupire de los más abyectos, que acecha con la única intención de hartarse de sangre humana. Vea las miradas que le lanza a esa pobre muchacha; se trata de su propia nieta. Acérquese un poco y escuche lo que le dice la vieja: no deja de engatusarla y se deshace por convencerla de ir a pasar una semana o dos en su datcha. Mas le puedo afirmar que no transcurrirán tres días y la indefensa habrá muerto. Los médicos hablarán de fiebre o neumonía… ¡podría usted creerles! Rounievski le escuchaba y no daba crédito a sus oídos. -¿Duda?, continuó el otro. Sin embargo, nadie mejor que yo se halla en condiciones de probar que Sougrobina es un oupire, puesto que asistí a sus funerales. Si me hubiesen prestado atención entonces, habrían plantado una estaca entre sus hombros por precaución. Pero… ¿qué podía hacer? Los herederos estaban ausentes y, en cuanto a los demás, ¿qué les importaba? En ese momento, una especie de igual se acercó hasta la anciana portando una peluca y un frac marrón. En el cuello llevaba una gran cruz de la Orden de San Vladimir y sobre la solapa, una distinción por cuarenta años de servicios leales. Mientras se aproximaba a ella, extendió con ambas manos una tabaquera de oro. -¿Él también es un oupire?, indagó Rounievski. -Sin ninguna duda, respondió el desconocido. Es el consejero del Estado Téliaïev, un gran amigo de la Sougrobina. Murió dos semanas antes que ella. Una vez cerca de la generala, Téliaïev sonrió y ligeramente chasqueó el pie. La vieja respondió a
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su sonrisa y sumergió los dedos en la tabaquera del funcionario. -¿Tiene meliloto [fragancia con la que antaño se solía aromatizar el tabaco], querido? -Sí, Madame, respondió Téliaïev con voz suave. -¿Entendió?, le dijo el desconocido a Rounievski. Es, palabra por palabra, la conversación cotidiana que ellos mantenían cuando todavía estaban vivos. Cada vez que se encontraba con la Sougrobina, Téliaïev le tendía su tabaquera y ella tomaba una pizca de tabaco, no sin antes preguntarle si tenía el aroma del trébol dulce. A continuación, Téliaïev contestaba afirmativamente y se sentaba a su lado. -Pero… dígame, le pidió Rounievski, ¿cómo se fía para saber quién es un oupire y quién no lo es? -Es extremadamente simple. En lo que concierne a aquellos dos, no puedo equivocarme, ya que los conocía antes de sus muertes. Por otra parte, dicho sea de paso, no estoy asombrado de encontrarles entre gente para la cual están lejos de ser desconocidos. Hay que reconocer que dan prueba de una audacia singular. Aunque… usted pregunta ¿cómo reconocer un oupire? Note la manera que tienen, cuando se encuentran con uno de los suyos, de hacer rechinar su lengua. Verdaderamente no es un castañeteo. Se parece, más bien, al ruido que hacen los labios cuando se chupa una naranja. Ese es un signo convenido mediante el cual ellos se reconocen y se saludan. Un dandy joven se acercó entonces a Rounievski, y le recordó que se encontraba allí para ser su compañero. Todas las parejas de baile ya estaban ocupadas, y como Rounievski no prefería aún, bajo ningún punto, caballeros, se apresuró a invitar a la chica que el desconocido había consagrado a una muerte próxima si aceptaba la invitación de su abuela a la datcha. Durante el tiempo que duró la danza, tuvo oportunidad de estudiarla con detenimiento. Debía tener unos diecisiete años. Los rasgos de su rostro, muy bello por cierto, poseían una expresión extraordinariamente conmovedora. Habría podido pensarse que una sorda tristeza era todo lo que componía el trasfondo de su carácter pero, cuando Rounievski abordaba un aspecto agradable de algún sujeto del que hablaban, esa expresión se desvanecía para hacer sitio a la más radiante sonrisa. Todas sus respuestas eran espirituales; todas sus observaciones, pertinentes y originales. Reía y hacía bromas sin ninguna maldad y con tal franqueza, que hasta los burlados no hubieran podido sentirse ofendidos. Era un hecho manifiesto que no necesitaba ningún esfuerzo para formar sus ideas o para escoger sus palabras; las primeras nacían del modo más improvisado, las segundas parecían ser evidentes. A veces, lucía ausente, y una nube, de nuevo, ensombrecía su frente. Los rasgos de su cara pasaban de la alegría a la tristeza o de la tristeza a la alegría, el contraste era sorprendente. Viendo su silueta esbelta y ligera revolotear en medio de los bailarines, Rounievski creía tener ante sus ojos una criatura terrestre, no obstante, también de ésas aéreas que, aseguran los poetas, las noches de plenilunio mariposean encima de las flores hasta que éstas se doblan bajo su peso. Ninguna mujer antes había producido en él una impresión tan fuerte. Tan pronto la danza terminó, pidió serle presentado a su madre.
BREVE COMENTARIO
EEneida
L subgénero fantástico, hijo dilecto de la narrativa, acompaña al hombre desde los inicios de los procesos del pensamiento. ¿Sobre qué base, sino, vierten su composición obras canónicas como la Biblia, la , los cuentos mitológico-tradicionales chinos o Las Mil y Una Noches? La principal intención ha sido y será estimular en el lector la permanencia en su ámbito textual irreal, a través del patrocinio del asombro. Así subgéneros tales como gótico, detectivesco, ciencia ficción o terror-gore pueblan las colecciones de autores célebres en el tiempo como Walter de la Mare, Poe, Lovecraft, Horace Walpole, Max Beerbohm y Bram Stoker, entre innumerables. Oupires fue publicado en San Petersburgo, en 1841, cuando Tolstoï contaba con veinticuatro años. A pesar de haber iniciado una fértil carrera literaria desde los círculos más cercanos a la corte rusa por estar emparentado a través de su familia con el gobierno (su abuelo, Alexeï Razoumovski, había sido 20
Ministro de Instrucción Pública de Alejandro I y, más tarde, él mismo integró el Ministerio de Asuntos Extranjeros), este relato corto apareció con un seudónimo que callaba su verdadera identidad: Krasnogorski. Inspirando su corpus en las obras de Scott y Goethe, el cuento fantástico de Alexis Constantinovitch Tolstoï, Oupires, no escapa a los preceptos básicos que rigen para las narraciones sobrenaturales. Incluso, en el fragmento que se traduce en esta ocasión para MIACGC Revista, no directamente del ruso, pero sí desde el idioma francés (traslación que revisó en vida el mismo escritor, ya que dominaba a la perfección la lengua gala), podemos hallar la remarcable presencia del desiderátum (concreción de un hecho específico, que toma lugar en una localización determinada, entre un número limitado de personajes), elemento esencial para el desarrollo de una atmósfera fantástica infalible. Y esa última palabra del párrafo anterior merece especial atención. Infalibilidad que se sostiene por la presentación del fenómeno imposible dentro de una sucesión de aconteceres naturales que de ningún modo lo anticiparían. La aparición del elemento sobrenatural, en Oupires, no es sospechable. Los lectores atentos que inician el relato, no podrían advertir con antelación, que aquella reunión que celebra la aristocracia rusa está plagada por vampiros. Nótese, además, de qué manera Tolstoï indica o sugiere vagamente el énfasis de la rareza cuando Rounievski insiste en que el desconocido le de pruebas para comprobar que aquellos concurrentes son, en realidad, monstruos que usurpan la vida. Debido al límite permitido en cuanto al número de palabras que pueden ser publicadas de una obra sobre la que todavía rigen los derechos de autor (hemos tomado este fragmento de la Collection Classiques Slaves de Jacques Catteau y Vladimir Dimitrijevic, publicada en Suiza en 1993), no podemos ofrecer una traducción completa del cuento. Asimismo, en nuestro blog sí hemos transcripto en su totalidad el relato La Familia de los Vourdalaks, otra de las historias con vampiros producto de la genialidad de Tolstoï. © Traducción y comentario Gabriela Córdoba.
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ARA la sección Arte del último número de MIACGC Revista de la primera etapa, hemos elegido una caricatura del ilustrador Herb Block que fue publicada el 21 de abril de 1985 en The Washington Post con el título Invasion of the corporate body snatchers (La invasión de los rateros del cuerpo corporativo). Este dibujo abre un conjunto de composiciones que incluyen otras once historietas en las que el tema principal es el cuestionamiento del ilustrador a la desregulación legislativa ocurrida durante la década de 1980 en Estados Unidos, la cual otorgó mayor libertad a las grandes corporaciones, además de propiciar, por tanto, el aumento de transacciones en Wall Street a través de bonos basura y el comercio ilícito de información privada. Herbert Block se valió del humor como mejor herramienta para expresar las calamidades que afectaban al mundo durante los convulsionado inicio y mediados del siglo XX. Fue un reconocido opositor a las políticas de gobierno implementadas por el presidente Reagan, resistió enérgicamente con sus trabajos la expansión del fascismo en Europa y América, y señaló, de un modo demasiado arrojado para la época, los desmanes cometidos
por la tiranía comunista en la Unión Soviética. La viñeta que adjuntamos fue realizada utilizando diversos materiales: tinta, lápiz, variadas plumas con punta porosa y superposiciones definidas por color azul sobre el dibujo original hecho con crayones. Identificamos en ella a seis hombres vampirizados que planean por encima de las calles de la ciudad, con una pronunciada actitud malintencionada. Los cinco que se ven en la posición frontal del dibujo llevan inscripciones en las pecheras de sus trajes: “Takeover Tactics” (Tácticas de toma de control), “Raiders” (Asaltantes), “Green Mail Specialists” (Especialistas del Greenmail), “Stock Manipulations” (Manipulaciones de Stock) y ”Junk Bond Finances” (Finanzas de Bono Basura). Desde edificios y veredas, las personas apostadas en aquella área comercial contemplan el asalto de la bandada de chupasangres. Si bien se muestran pasmados por el espectáculo, no parecen confrontar ninguna actitud retadora a los atacantes y, si arriesgamos una reflexión concluyente de la imagen, pensamos que es la intención descalificadora central que pretendió resaltar el ilustrador, puesto que numerosas instituciones de préstamo debieron declararse en quiebra a raíz de la emisión 22 22
de bonos basura que, a pesar de que ofertaban un rendimiento con mejores beneficios que los bonos seguros, los inversionistas que optaban por ellos exigían (al no poseer el aval crediticio necesario) mayores intereses por el riesgo de adquisición. Indefectiblemente, esa situación afectó de manera taxativa a los contribuyentes norteamericanos, quienes fueron los que tuvieron que soportar la pérdida de sus ganancias estimadas en cientos de miles de millones de dólares. Así, Invasion of the corporate body snatchers viene a engrosar la extensa lista de obras artísticas que toman la alegoría del vampiro – en plena acción anómala está ese siniestro embaucador cual gigante sobrehumano que extiende su malicia en pos de desproveer enteramente a la víc-
tima– como esquema susceptible a la elaboración comparativa, en la que la realidad se transforma en reconocible por estar vinculada a una verdad unívoca, y esta tarea sólo puede ser lograda cuando la estética se ancla en la Historia. Para el lector al que le haya despertado interés esta escueta acotación sobre el desempeño de Herb Block como dibujante y desee interiorizarse en su labor, sumamos aquí un vínculo a Herblock’s
History Political Cartoons from the Crash to the Millenium, web que se le dedica íntegramente.
© del comentario a la ilustración: Mme. Eglantine. Todos los derechos reservados.
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INVASION OF THE CORPORATE BODY SNATCHERS BY HERB BLOCK. PUBLICADO EN THE WASHINGTON POST (APRIL 21, 1985).
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ON 181 páginas, Encyclopedia of Vampire Mythology de Theresa Bane reconcilia a las obras de consulta bibliográfica relativas a vampiros. Y tal mérito no es casual. En el prefacio del volumen, la autora aclara, tanto a simples aficionados como a profesores de literatura e historia, que ha obviado conscientemente las referencias a vampiros ficcionales. La elección particular concentra su cometido en no cooperar en acrecentar una definición parcial, que jamás acabará de completarse, añadiéndole clasificaciones individuales formadas por un escritor o grupo de creaciones. La preferencia no es errónea, pensamos al escribir esta reseña, ya que nuestro propio trabajo siempre ha intentado remarcar también las diferencias entre invenciones para el lúdico esparcimiento y tradiciones que se han curtido (y extendido, enriqueciéndose) desde las más remotas civilizaciones. Tal vez, al riesgo de adición de aditamentos conceptuales superfluos se termine abandonando el término, los que, más tarde, desintegrarán su relevancia histórica. La selección incluye nombres vernáculos de diferentes países, folclores, mitologías y religiones. Al mismo tiempo, amplifica anteriores revisiones enciclopédicas que han tratado a homicidas, caníbales y asesinos seriales diagnosticados médicamente con tendencias vampíricas (obsesivos bebedores de sangre humana o fetichistas). En suma, la segunda edición del libro de Bane, publicado en 2010 por McFarland & Company, Inc., Publishers, originalmente escrito en idioma inglés, nos resultó un complaciente recorrido por las coincidencias y desavenencias culturales que socorren a los investigadores de vampiros, toda vez que se emprende una meticulosa aproximación a la elaboración prístina del vocablo. 25