Grupo de discusión VI

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Tema: La mirada externa: crecimiento y auge de los modelos documentales

Brooklyn 11 de septiembre de 2001. Thomas Hoepker Mágnum

Grupo de Discusión sobre Arte Contemporáneo Martes 26 de mayo, 20,10 h. Biblioteca – Centro de Documentación del MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León


Miremos la realidad de frente Susan Sontag (Publicado por Le Monde, Paris, el 18 de septiembre de 2001) Para una norteamericana aterrorizada y triste, Estados Unidos nunca pareció estar más lejos de reconocer la realidad que frente a la monstruosa dosis de realidad del martes 11 de septiembre. El abismo que separa lo que pasó de lo que debemos comprender, por una parte, y la verdadera ceguera y la majadería campante exhibida prácticamente por todos los personajes de la vida pública y los comentaristas de televisión, por otra parte, es una distancia sorprendente y deprimente. Las voces autorizadas de quienes siguen el curso de los acontecimientos parecen haberse asociado en una campaña cuyo fin es infantilizar al público. ¿Acaso alguien ha reconocido que no se trató de una "cobarde" agresión contra la "civilización", la "libertad" o la "humanidad", o contra el "mundo libre", sino de una agresión contra los Estados Unidos, la autoproclamada superpotencia mundial, una agresión fruto de algunas acciones y de algunos intereses norteamericanos? ¿Cuántos estadounidenses están al tanto del mantenimiento de los bombardeos a Irak? Y, ya que se emplea la palabra "cobarde", ¿no habría que aplicarlo a quienes matan por fuera del marco de las represalias, desde el cielo, antes que a quienes aceptan morir para matar a otros? En cuanto al coraje -un valor moralmente neutro- dígase lo que se diga de quienes cometieron la masacre del martes, no eran cobardes. Los dirigentes norteamericanos quieren hacernos creer a toda costa que todo va bien. Que Estados Unidos no tiene miedo. Que nuestra resolución no se ha roto. Que "ellos" serán perseguidos y castigados (sea lo que sea ese "ellos"). Tenemos un presidenterobot que nos asegura que Estados Unidos siempre mantiene la cabeza en alto. Una panoplia de personajes públicos, ferozmente opuestos a la política exterior de esta administración, aparentemente se siente tranquila y no dice más que "estamos todos unidos tras el presidente Bush". Nos aseguraron que todo iría bien o casi, aun cuando se tratara de un día que quedaría grabado con el sello de la infamia y aun cuando Estados Unidos estuviera ahora en guerra. Sin embargo, no todo va bien. Y esto no es Pearl Harbor. Habrá que reflexionar mucho -quizás se esté haciendo en Washington y en otras partes- sobre el fracaso descomunal del espionaje y del contraespionaje norteamericano, sobre los objetivos de la política exterior, en especial, en Oriente Medio, y sobre lo que debe ser un programa de defensa militar inteligente.


Pero quienes tienen funciones oficiales, quienes aspiran a ellas y quienes las han ocupado en el pasado, han decidido -con la complicidad de los principales medios- que no se le pedirá al público llevar una dosis demasiado grande del peso de la realidad. Las simplezas conformistas y unánimemente aplaudidas del Congreso de un partido soviético se ven anodinas. La unánime retórica moralizadora recitada por los responsables norteamericanos y los medios en estos días, destinada a disfrazar la realidad, es indigna de una democracia adulta. Los responsables norteamericanos y quienes aspiran a serlo, nos han demostrado que consideran su trabajo como una manipulación: consiste en dar confianza y administrar el dolor. La política, la política de una democracia -lo que conlleva desacuerdos y fomenta la sinceridad- fue remplazada por la psicoterapia. Suframos juntos, pero no seamos estúpidos juntos. Un poco de conciencia histórica puede ayudarnos a comprender qué fue exactamente lo que ocurrió, y qué puede seguir ocurriendo. Se nos repite insistentemente que "nuestro país es fuerte". A mí, en verdad, eso no me consuela. ¿Quién puede dudar que Norteamérica sea fuerte? Lo cierto es que Norteamérica no debe ser sólo eso.


Lo infraordinario, Georges Perec Traducción de Pilar Ortiz Lovillo.

¿Aproximaciones a qué? Me parece que lo que más nos atrae siempre es el suceso, lo insólito, lo extraordinario: escrito a ocho columnas y con grandes titulares. Los trenes sólo comienzan a existir cuando se descarrilan, y entre más muertos haya más importantes se vuelven; los aviones sólo acceden a la existencia cuando son desviados; los automóviles tienen como único destino chocar con los árboles: cincuenta y dos fines de semana por año, cincuenta y dos reportajes; entre más muertos mejor para los noticieros, lo deseable es que las cifras no dejan de aumentar. Es necesario que detrás de los acontecimientos haya un escándalo, una fisura, un peligro, como si la vida sólo pudiera rebelarse a través de lo espectacular, como si lo convincente, lo significativo, fuera siempre anormal: cataclismos naturales o revoluciones históricas, conflictos sociales o escándalos políticos... En nuestra precipitación por mesurar lo histórico, lo significativo, lo revelador, no dejemos de lado lo esencial, lo verdaderamente intolerable, lo verdaderamente inadmisible: el escándalo no es el grisú, es el trabajo en las minas. Los “malestares sociales” no son preocupantes nada más en periodo de huelga, son intolerables veinticuatro horas sobre veinticuatro, los trescientos sesenta y cinco días al año. Los maremotos, las erupciones volcánicas, las torres que se derrumban, los incendios de los bosques, los túneles que se caen, Publicis que se quema y Aranda que habla. ¡Horrible! ¡Terrible! ¡Monstruoso! ¡Escandaloso! ¿Pero en dónde está el escándalo? ¿El verdadero escándalo? El periódico no nos dice otra cosa que: “estén tranquilos, ya saben que la vida existe, con sus altas y bajas, ya saben que siempre pasan cosas”. Los periódicos hablan de todo menos del periodista. Los diarios me aburren, no me enseñan nada; lo que cuentan no me concierne, no me preguntan ni me responden mejor a las preguntas que me planteo o que quisiera plantearme. Lo que vivimos es lo que pasa verdaderamente, el resto, todo el resto ¿dónde está? Lo que pasa cada día y regresa cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, la música de fondo, lo habitual ¿cómo dar cuentas de eso?, ¿cómo interrogarlo?, ¿cómo describirlo? Para qué interrogar a lo habitual. No estamos habituados a eso. Nosotros no lo interrogamos ni nos interroga, parece no dar problemas, lo vivimos sin pensar en ello, como si no llevara consigo ni pregunta ni respuesta, como si no fuera portador de ninguna información. No es siquiera condicionamiento, es anestesia. Dormimos nuestra vida en un sueño sin sueños. ¿Pero dónde está nuestra vida? ¿Dónde está nuestro cuerpo? ¿Dónde está nuestro espacio? Cómo hablar de esas cosas comunes, cómo acorralarlas antes, cómo apartarlas, cómo arrancarlas a lo estéril a lo cual permanecen ligadas, cómo darles un sentido, una lengua: que hablen al fin de lo que existe, de lo que somos.


Quizá se trata de construir nuestra propia antropología: la que hablará de nosotros, la que irá a buscar en nosotros lo que por tanto tiempo hemos plagiado de los otros. Ya no lo exótico sino lo endótico. Interrogar lo que parece tan natural que ya olvidamos su origen. Quisiéramos volver a encontrar algo del asombro que sentían Julio Verne y sus lectores ante un aparato capaz de reproducir y transportar los sonidos. Porque este asombro existió, y otros más, y éstos fueron los que nos modelaron. Debemos interrogar al ladrillo, al cemento, al vidrio, a nuestros modales en la mesa, a nuestros utensilios, a nuestras herramientas, a nuestras ocupaciones, a nuestros ritmos. Interrogar lo que ha dejado de sorprendernos. Es cierto que vivimos, es cierto que respiramos; caminamos, abrimos puertas, bajamos escaleras, nos sentamos a una mesa para comer, nos acostamos en una cama para dormir. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? Describa su calle. Describa después otra. Compare. Haga el inventario de sus bolsillos, de su bolsa. Interróguese de dónde proviene el uso y el devenir de cada uno de los objetos que saque de ellos. Pregunte a sus cucharillas. ¿Qué hay sobre su papel tapiz? ¿Cuántos gestos hay que hacer para marcar un número telefónico? ¿Por qué? ¿Por qué no venden cigarros en las panaderías? ¿Por qué no? Me importa poco que esas preguntas sean fragmentarias, apenas indicativas de un método o cuando mucho de un proyecto. Me importa mucho que parezcan triviales o fútiles: es precisamente eso lo que las hace más esenciales que muchas otras a través de las cuales hemos intentado inútilmente decir nuestra verdad.

Georges Perec ISBN 968.9103.48.2 96 páginas


Lo malo de los muros es que lo que se gana en seguridad, se pierde en horizonte. Vocabulario figurado. 2005

El Roto. Ilustrador del diario El PaĂ­s.


La vie, mode d'emploi (La vida: instrucciones de uso), 1978 George Perec


CALVIN WASHINGTON (2002) C&E Motel, Room No. 24, Waco, Texas Where an informant claimed to have heard Washington confess Wrongfully accused- Served 13 years of a Life sentence for Murder. Serie The Innocent 2002 Taryn Simon

(CALVIN WASHINGTON (2002) C&E Motel, Room No. 24, Waco, Texas Cuando un informante dijo haber escuchado Washington confesó. Injustamente acusado de 13 años de una pena de cadena perpetúa por asesinato. Serie The Innocent 2002 Taryn Simon


Untitled, 2003

Rinko Kawauchi


Grizzly Man

2005 Werner Herzog


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