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Bombardeos en Euskadi (1936-1937)
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Bombardeos en Euskadi (1936-1937)
Gernika-Lumoko Historia Bilduma, XIII
1937-04-26
GERNIKA-LUMO
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GERNIKA-LUMO
BOMBARDEOS EN EUSKADI 1936-1937 Gernika-Lumoko Historia Bilduma, XIII
BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937
BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937 Gernika-Lumoko Historia Bilduma, XIII ©Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa – Fundación Museo de la Paz de Gernika ©Gernikako Bonbardaketari buruzko Dokumentazio Zentrua – Centro de Documentación sobre el Bombardeo de Gernika Editores: Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Fundación Museo de la Paz de Gernika Gernikako Bonbardeaketari buruzko Dokumentazio Zentrua / Centro de Documentación sobre el Bombardeo de Gernika Equipo de Coordinación: Iratxe Momoitio Astorkia (Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa) Ana Teresa Núñez Monasterio (Gernikako Bonbardeaketaren Dokumentazio Zentrua) Xabier Irujo Amezaga (University of Nevada, Reno) Colaboradores: GOGORA Memoriaren, Bizikidetzaren eta Giza Eskubideen Institutua/ Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Fotografías de las jornadas y pertenecientes a los autores de cada artículo. ISBN: 978-84-945379-4-3 D.L: BI-1703-2017 Diseño e impresión: Estudios Durero www.estudiosdurero.com durero@estudiosdurero.com Agradecimientos: A todos los que han hecho posible este libro de la colección. A todos los participantes y público asistente a las jornadas. * La responsabilidad de los contenidos de los artículos incumbe exclusivamente a los autores.
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SUMARIO
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BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937
PRÓLOGO...................................................................................................................................................................................................... 7 José María Gorroño Etxebarrieta INTRODUCCIÓN....................................................................................................................................................................................... 9 Ana Teresa Núñez Monasterio Xabier Irujo Amezaga BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937 Ángel Viñas ..................................................................................................................................................................................... 21 Negociaciones sobre el apoyo nazi-fascista a Franco Paul Preston ................................................................................................................................................................................... 67 Britain and the Basque Campaign of 1937: The Government, the Royal Navy, the Labour Party and the Press Jon Irazabal Otxandio: Crónica de una tragedia ..................................................................................................................................... 97 31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango .....................................................................................................................108 Patxi Juaristi ................................................................................................................................................................................123 Características, vivencias y consecuencias de los bombardeos aéreos contra la población civil de Berriatua, Markina-Xemein, Etxebarria, Ziortza-Bolibar y Munitibar durante la Guerra Civil
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Sumario
Aitor Miñambres ......................................................................................................................................................................135 Legutio, entre el cielo y la tierra Jesús Gutierrez ..........................................................................................................................................................................149 Bombardeos sobre Eibar, la ciudad símbolo de la República Joseba Agirreazkuenaga ..................................................................................................................................................159 Los bombardeos sobre Bilbao 1936-1937: “Reducir, a pesar de todo, Bilbao mismo ahora a escombro y cenizas” Iñaki Goiogana ..........................................................................................................................................................................179 “Las aves monstruas”. Bombardeos aéreos sobre Lekeitio, octubre de 1936 Xabier Irujo ...................................................................................................................................................................................193 Gernika, un experimento de guerra Iosu Gallarreta ............................................................................................................................................................................217 1937- Bombardeos de Zalla tras la conquista de Bilbao ANEXOS Programa del seminario ......................................................................................................................................................233 Fotos del seminario .................................................................................................................................................................237
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PRÓLOGO José María Gorroño Etxebarrieta Alcalde de Gernika-Lumo y Presidente de la Fundación Museo de la Paz de Gernika
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BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937
Este año se cumplen 80 años de la mayor parte de los bombardeos que sufrió Euskadi durante la guerra civil. Una campaña de bombardeos indiscriminados que fue anunciada públicamente por el general Mola en 1936 y que no cesó hasta agosto de 1937. Hasta el momento se han contabilizado más de 1100 operaciones de bombardeo en Euskadi en una investigación que sigue abierta Este seminario, organizado por la Fundación Museo de la Paz de Gernika y el Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika pretende ahondar en el estudio de estos bombardeos que se produjeron entre 1936 y 1937. El año 2000 celebramos nuestro primer seminario dedicado a la figura de Herbert R. Southworth cuya magnífica obra desmontó las tergiversaciones franquistas en torno al bombardeo de Gernika. Fue el comienzo de un ciclo de seminarios y congresos que hemos venido organizando sobre historia en colaboración con otras instituciones y asociaciones locales. Fruto de todo ello es la colección GernikaLumoko Historia Bilduma compuesta por las publicaciones de las actas de estas jornadas. Es fundamental la difusión de nuestra historia y memoria, así como la transmisión a futuras generaciones. Este seminario sobre los bombardeos en Euskadi que se celebra en Gernika-Lumo, los días 24 y 25 de abril de 2017, es una contribución más a esta importante labor.
José María Gorroño Etxebarrieta Alcalde de Gernika-Lumo y Presidente de la Fundación Museo de la Paz de Gernika
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INTRODUCCIÓN Ana Teresa Núñez Monasterio Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika
Xabier Irujo Amezaga University of Nevada, Reno
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BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937
PREFACIO. BOMBARDEOS AÉREOS REBELDES EN EL FRENTE VASCO Stanley Baldwin señaló en el parlamento británico en 1932 que “el hombre de la calle se debe dar cuenta de que no hay ningún poder sobre la tierra que le pueda proteger de ser bombardeado. A pesar de cuanto puedan contarle, el bombardero siempre conseguirá alcanzarlo (...). La única defensa es el ataque, lo que significa que es preciso matar a más mujeres y niños y más rápidamente que el enemigo si se quiere sobrevivir1”. El mando rebelde percibió desde los primeros momentos de la insurrección militar de julio de 1936 que la demolición del orden republicano y el establecimiento de una base social y política sólida sobre la que erigir el nuevo orden dictatorial requería implementar una estrategia de terror. Mola lo anunció así el 19 de julio de 1936 a los alcaldes de la cuenca de Pamplona, “hay que sembrar el terror…, hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros2”. Pero generar terror era tan solo una condición necesaria, no de por sí suficiente. Mola entendía que dicho terror debía ser administrado, como un veneno social, a lo largo del tiempo, a fin de vencer y de someter la resistencia al nuevo orden. Por todo esto aseguró el general al inicio de la contienda que “en este trance de la guerra yo ya he decidido la guerra sin cuartel. A los militares que no se han sumado a nuestro Movimiento, echarlos y quitarles la paga. A los que han hecho armas contra nosotros, contra el ejército, fusilarlos. Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo3”. Las ideas de Mola eran compartidas por la práctica totalidad de los líderes del bando golpista y por sus aliados. El coronel Wolfram von Richthofen, jefe de estado mayor de la Legión Cóndor, entendía que la aviación militar no se debía limitar a bombardear las líneas del frente y asistir a las tropas de tierra en el campo de batalla (bombardeos tácticos), sino que debía concentrarse en destruir los medios de comunicación e interrumpir el transporte de tropas y material de guerra entre la retaguardia y el frente, destruir las fuentes de suministro de alimentos e industrias de armamento en la retaguardia (bombardeos estratégicos) y, fundamentalmente, destruir la moral del enemigo mediante el bombardeo de la población civil (bombardeos de terror)4. Los líderes rebeldes entendieron muy pronto que el poder destructivo de los bombardeos aéreos era limitado pero que su poder como arma psicológica era inmenso y que los bombardeos de terror constituían la mejor herramienta para sembrar el terror y quebrar la moral de la población y las tropas republicanas. El general Vincenzo Velardi, jefe de la fuerza aérea italiana, expresó en un informe del 13 de abril de 1937 que “el efecto moral [de los ataques aéreos] ha demostrado ser muy grande5”. Dos días después de la toma de Bilbao y a la vista de los excelentes resultados militares que la campaña de bombardeos de terror había dado en Euskadi, Mussolini envió un telegrama a Bastico ordenándole que no diese tregua alguna al enemigo, que debía ser bombardeado hasta ser plenamente desmoralizado6.
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Ana Teresa Núñez Monasterio / Xabier Irujo Amezaga
El bando rebelde ni tan siquiera se planteó la posibilidad de respetar los núcleos de población sin interés militar o estratégico por lo que la decisión de bombardear núcleos urbanos de forma indiscriminada se materializó en la práctica, sin mediación de planteamiento estratégico alguno, el mismo 22 de julio de 1936, cuatro días después de producirse el golpe de estado, cuando dos Breguet Br.19 bombardearon Otxandio. El resultado fue monstruoso, con un saldo de 61 personas muertas en media hora, 45 de ellas civiles, 9 militares y no hay datos sobre los otros siete7. Esto es, al menos un 73,77% de las víctimas eran civiles, 24 menores de edad, un 39% del total. 16 de los muertos eran menores de diez años (26%)8. El reportero del diario Euzkadi que visitó Otxandio tras la masacre afirmó que Sabina Oianguren tenía la mirada perdida. Luego supo que esta mujer había perdido en el curso de esta trágica media hora a su marido, Emeterio Garces, y a cuatro de sus cinco hijos: Pedro, Juan Manuel, Teodoro y Maria Jesus. El mayor tenía trece años9. En virtud del artículo 25 de la convención de La Haya de 1907, en el curso de una guerra las fuerzas aéreas debían respetar hospitales, enfermerías y centros donde se alojase a enfermos y heridos10. No obstante, el resultado de los bombardeos indiscriminados de los primeros meses de conflicto indujo al mando rebelde a transgredir las normas de la guerra y potenciar los bombardeos indiscriminados. De hecho, el sábado 24 de octubre de 1936 el general Queipo de Llano amenazó con bombardear hospitales11 y tan sólo unos días más tarde se registraron ataques aéreos a diversos centros hospitalarios vascos como el del 25 de octubre contra el hospital de sangre de Markina sobre el que, a pesar de que lucía de forma visible el emblema de la Cruz Roja, los aviones rebeldes lanzaron cinco bombas12. El hospital de campaña de Elorrio, el de Durango o el hospital de San Luis en Bilbao fueron asimismo atacados por la aviación franquista. No en vano Imanol Agirre, un niño de escasos diez años de edad en 1937, expresó tras sobrevivir al bombardeo de Gernika que en el curso de un ataque aéreo rebelde era más seguro protegerse en una fábrica de armamento que en un hospital13. Esta campaña de bombardeos indiscriminados fue anunciada públicamente por Mola al anunciar desde Valladolid el 18 de noviembre de 1936 que dichos raids se ejecutarían con tanta violencia como las necesidades militares lo requiriesen y sin previo aviso: “Vascos y montañeses: Conquistados Irún y San Sebastián por mis tropas, inmediatamente voy a dar orden prosigan las operaciones sobre las provincias de Vizcaya y Santander. […] A partir de una hora del 25 del corriente, quedo en libertad de acción para proceder contra los objetivos tácticos y estratégicos con la violencia que las necesidades militares lo requieran. A partir de esa fecha ningún bombardeo aéreo será anunciado. Para adoptar una decisión se da tiempo suficiente14”. Y Richthofen acordó con el coronel Juan Vigón, jefe de estado mayor de las brigadas navarras bajo el mando del general Solchaga, que las unidades aéreas alemanas, italianas y españolas atacarían desde el aire las posiciones enemigas, las reservas locales y otros sectores “sin consideración de la población civil15”.
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Un mes más tarde, nueve bombarderos Junkers Ju52 escoltados por doce aviones de ataque a tierra Heinkel He52 atacaron el área urbana de Bilbao. Los diecisiete aparatos enemigos aparecieron hacia las cuatro de la tarde sobre Bilbao, lanzando su carga de bombas explosivas e incendiarias sobre el casco antiguo y el barrio de Matiko. El bombardeo en Bilbao produjo desperfectos de consideración. Las casas situadas en los números 28 y 29 de la calle Iturribide fueron alcanzadas por varias bombas, derrumbándose la primera y sufriendo grave quebranto la segunda. Las tres bombas causaron asimismo daños en el lavadero, entre cuyos escombros fueron recogidas dos mujeres con vida16. Afortunadamente, la mayor parte de los vecinos de estas viviendas habían buscado refugio en los túneles cercanos, por lo que no hubo que lamentar una catástrofe17. Los ocho aviones de caza estacionados en Lamiako salieron al encuentro de los atacantes entablando un combate aéreo sobre el mismo Bilbao, en el curso del cual fueron derribados tres aparatos rebeldes. Uno de los aparatos rebeldes cayó incendiado en Larraskitu, otro en Alonsotegui y otro en Enekuri, en las afueras de Bilbao y uno de los cazas republicanos fue asimismo derribado18. El parte del consejero de defensa de Euskadi afirmó que “el combate fue emocionante y perfectamente visto por numeroso público. Pronto se pudo observar la eficacia de nuestros aparatos, pues un potente trimotor enemigo, al que había acosado con verdadero coraje uno de nuestros cazas, caía envuelto en llamas, mientras sus ocupantes descendían en los paracaídas. El aparato faccioso incendiado cayó en las proximidades de los pinos de Arráiz, cerca del caserío ‘Arana’, lugar situado a espaldas del barrio de Torre Urízar, precisamente donde tomaban tierra los ‘capitanes’ que ascendían en globos hinchados con humo que se elevaban en la plaza de toros. Uno de los pilotos descendió en el jaro de Arana y los otros dos han debido caer en la parte del monte Cobetas. Tres aviadores más, con sus paracaídas descendieron en diversos lugares. El piloto que resultó muerto, y que tenía la categoría de alférez de aviación del ejército alemán se llamaba Adolf Herrmann, de profesión montador, natural de Gelsenkirchen (Renania del Norte-Westfalia) con domicilio en Berlín. Tenía 27 años19”. La prensa subrayó la procedencia de los aparatos y los pilotos, “todos los aviones eran alemanes, tripulados por pilotos de esa nacionalidad, cuya lista obra en poder del gobierno, cinco de los cuales han perecido carbonizados dentro de los aparatos20”. El parte de la jefatura del aire rebelde, inexacto y mucho más parco, se limitó a registrar que “nueve aviones Junkers bombardearon la central termo-eléctrica y el puerto de Bilbao. (…) En el ataque a Bilbao fueron derribados dos cazas rojos y un Junkers nuestro21”. Ninguna referencia al lavadero de Iturribide. No era la primera vez que Bilbao había sido bombardeada. El 25 de septiembre de 1936 siete aviones bombardearon Bilbao por la mañana por espacio de hora y media y, otros cuatro por la tarde, durante
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Ana Teresa Núñez Monasterio / Xabier Irujo Amezaga
una hora. Un total de al menos cinco impactos se registraron en las inmediaciones del hospital de San Luis. En línea con la lógica de los bombardeos de terror, Mola hizo llegar a las autoridades vascas un ultimátum exigiendo la rendición incondicional de las tropas vascas antes de la medianoche del 25 de septiembre de 1936, con la alternativa de un ataque por tierra, mar y aire, que no fue contestado22. Ese mismo día, aviones rebeldes arrojaron cuatro bombas sobre Durango que afectaron el frontón Ezkurdi, la huerta del médico Marcos Unamunzaga y la estación de ferrocarril. La bomba que impactó el frontón causó la muerte de las personas allí reunidas. Si bien se han registrado 12 muertos y gran número de heridos, Joxe Iturria recordaba haber realizado tres viajes en su camión trasladando los cuerpos del frontón al cementerio, lo cual hace un total de más de treinta cuerpos según sus estimaciones23. Y un día más tarde, el 26 de septiembre, seis aviones volvieron a bombardear Bilbao durante tres horas en grupos de a dos. Según datos del tribunal de distrito de Bilbao y de Getxo, del departamento de estadística del ayuntamiento de Bilbao y del departamento de sanidad del Gobierno Vasco, los ataques de los tres días mencionados sobre Bilbao y Areeta causaron 96 muertos y 650 heridos24. Pero Bilbao sería bombardeada en muchas más ocasiones. De hecho, es difícil encontrar una población de Bizkaia que no fuese bombardeada repetidamente. Bilbao y Legutio sufrieron 56 ataques aéreos. Markina y Zornotza sufrieron 40 operaciones de bombardeo, Zigoiti 33, Mungia 32, Bermeo 29, Galdakao 27, Eibar, Otxandio y Larrabetzu 25, Irun y Leioa 23, Elorrio, Lemoa y Barakaldo 22, Arrasate y las posiciones de su municipio en Santa Marina, Udala y Kurtze Txiki fueron bombardeadas en 21 ocasiones, Durango, Sondika y Donostia 18 (de estos últimos ocho navales), Lezama y Zeanuri 15, Dima y Getxo 14, Ubide 14, Arrigorriaga Lekeitio, Ugao-Miravalles y Zuia 13, Abadiño 12, las posiciones de Bergara, Ondarroa, Elgoibar y Mañaria 11… Y un número interminable de poblaciones fueron bombardeadas en menos de diez ocasiones, hasta hacer un total de más de mil operaciones de bombardeo sobre suelo vasco en un año25. Desde que el 25 de septiembre los rebeldes bombardearon por vez primera Bilbao hasta enero de 1937 se habían construido 160 refugios26. Más tarde el número de refugios se elevaría a 26927. Pero, obviamente, esto no era suficiente. La campaña de primavera de 1937 se inició con un magnífico despliegue de la aviación rebelde sobre el frente de Bizkaia y el mes de abril resultó terriblemente sangriento: se registraron más de 250 operaciones de bombardeo tan solo en el mes de abril y más de 300 en mayo. El saldo en vidas humanas fue asimismo aterrador, el Gobierno de Euskadi contabilizó 2.445 muertos y 1.601 heridos a causa de los bombardeos aéreos tan solo ese mes de abril de 193728. Los responsables directos de dichos raids eran perfectamente conscientes de los efectos de dichos ataques sobre la población civil, de hecho, Richthofen acudía puntualmente a estudiar los efectos de las bombas tras los ataques sobre las localidades del frente una vez las
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BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937
tropas rebeldes las ocupaban. De este modo, después de estudiar las ruinas de Otxandio el 4 de abril, apuntó en su diario: “He ido hasta Ochandiano. Estupendos efectos del bombardeo, y de los cazas [Heinkel He51 y Messerschmitt Bf.109] y de la A/8 [Heinkel He70 y Heinkel He45 de las escuadrillas de reconocimiento]. Por todas partes muertos y mutilados, camiones pesados, que llevaban parte de su munición, explotados. Ochandiano muy destruido, con muchos muertos29”. La guerra aérea en Euskadi comenzó tan solo cuatro días después del alzamiento y es posible dividirla en tres sucesivas ofensivas (verano y otoño de 1936 y primavera de 1937) a su vez muy dispares en lo que respecta a la guerra aérea, sus recursos y el impacto que tuvieron sobre la población civil. La ofensiva de verano comenzó abruptamente con el bombardeo de terror de Otxandio inmediatamente después del alzamiento militar en Marruecos. Esta ofensiva se centró fundamentalmente en la toma y control de Gipuzkoa, por lo que la mayor parte de los bombardeos se registraron en este territorio, concretamente en el contexto de la batalla de Irun y la captura de Donostia por parte de las tropas rebeldes el 12 de septiembre de 1936. En este período se registraron un total de 91 operaciones de bombardeo, lo cual supone un 8% del total de las operaciones de bombardeo registradas en la contienda. La desproporción de los efectivos rebeldes y republicanos es patente desde un principio, lo cual explica que de estos 91 bombardeos de la ofensiva de verano, 71 o un 78% del total, correspondan al bando rebelde. Una operación de bombardeo es el ataque aéreo contra un objetivo (posiciones de montaña, núcleo urbano u otro objetivo aéreo) en un día determinado. Este es el caso del bombardeo del monte Bizkargi el 15 de mayo de 1937. Entre las 7:45 y las 9:05 de la mañana escuadrillas de cazas italianos Fiat Cr.32 y unidades de las Fuerzas Aéreas del Norte del grupo 1-G-15-17 ametrallaron y bombardearon con bombas ligeras las posiciones del monte Bizkargi30 y, posteriormente escuadrillas de aviones de ataque a tierra J/88 de la Legión Cóndor atacaron por segunda vez a baja altura las concentraciones de infantería destacadas en dicho monte31. Por la tarde, despegando de sus bases a las cuatro, las dos escuadrillas del Grupo 1-G-15-17 de las FAN bombardearon el área por vez primera y, tras repostar en sus respectivas bases, realizaron un nuevo bombardeo sobre los mismos lugares. Ambos servicios fueron efectuados bajo la protección de la escuadrilla de caza italiana y todas las unidades regresaron a su base del aeropuerto a las siete habiendo arrojado más de de diez toneladas de explosivo32. Estos seis servicios (o misiones de ataque a tierra) llevadas a cabo por aparatos de las tres fuerzas aéreas presentes en el teatro de operaciones constituyen una única operacion de bombardeo por lo que el número total de servicios y de bombardeos es sustancialmente mayor que 1.000 y muy probablemente supera los varios millares.
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Ana Teresa Núñez Monasterio / Xabier Irujo Amezaga
Tras la captura de Donostia, se inició la ofensiva de otoño-invierno que se dilató hasta el 31 de marzo de 1937, aunque no se registran apenas bombardeos entre enero y marzo de dicho año debido al mal tiempo. En esta fase de la guerra en la que las fuerzas republicanas protagonizaron la ofensiva sobre Legutio, se produjeron 291 operaciones de bombardeo, lo cual supone un 19% del total de los bombardeos registrados en la guerra de Euskadi. Como había ocurrido durante la ofensiva de verano, la supremacía aérea de las fuerzas rebeldes resultó patente, con un 63% del total de las operaciones de bombardeo. La ofensiva de primavera comenzó el 31 de marzo de 1937 y el 18 de agosto de dicho año se registra el último bombardeo sobre suelo vasco. Con un total de 718 operaciones de bombardeo, un 73% del total, se trata de la fase más sangrienta de la guerra. Sin apenas intervención de la aviación republicana, un 97% de las operaciones de bombardeo de esta fase fueron ejecutadas por el bando rebelde. De lo dicho hasta aquí se deduce que el número de operaciones de bombardeo se incrementó dramáticamente a lo largo de la guerra y que es cuando la Legión Cóndor se traslada al frente vasco a partir de finales de marzo de 1937 cuando se producen la mayor parte de los bombardeos. De una media de dos operaciones de bombardeo diarias en agosto de 1937, la tasa se dispara a tres operaciones de bombardeo diarias en octubre y a prácticamente el doble, cuatro diarias, en diciembre de dicho año. En abril y mayo de 1937 la tasa se eleva a una media de diez operaciones de bombardeo diarias. Bombardeos en el frente vasco por ofensiva
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Por lo que respecta a la relación de bombardeos por bandos, el número de operaciones de bombardeo rebeldes asciende constantemente hasta alcanzar su pico en primavera, ya que la práctica totalidad de las operaciones de bombardeo a partir de marzo de 1937 fueron ejecutadas por el bando rebelde. En el caso de las operaciones de bombardeo ejecutadas por el mando republicano la progresión es la inversa, esto es, con dos picos máximos en los meses de octubre y diciembre de 1936 donde se registran 44 y 39 operaciones de bombardeo respectivamente en el contexto de la ofensiva de Legutio, el 57% del total de las operaciones del bando republicano para el conjunto de la guerra.
Bombardeos aéreos en el frente vasco
En líneas generales el dominio del aire estuvo en manos del bando rebelde a lo largo de toda la guerra, que si bien es especialmente notorio a partir de la primavera de 1937 y, a la luz de los datos que poseemos, podemos señalar que la participación de las unidades aéreas de la Luftwaffe, con registros de hasta diez operaciones de bombardeo diarias en mayo de 1937, fue decisiva para determinar el curso de la guerra. Es asimismo patente que la mayor parte de estas operaciones fueron bombardeos de terror sobre localidades alejadas del frente de guerra y, a la luz de la cantidad de localidades bombardeadas podemos afirmar asimismo que la mayoría de los municipios de Bizkaia sufrieron repetidos ataques aéreos indiscriminados. En líneas generales y circunscribiendo el análisis cuantitativo a la campaña de primavera de 1937, entre el 31 de marzo y el 18 de agosto de 1937, las siete comarcas bizkainas sufrieron repetidos ataques aéreos y 92 de los 112 municipios
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Ana Teresa Núñez Monasterio / Xabier Irujo Amezaga
de Bizkaia fueron bombardeados (82%), muchos de ellos en repetidas ocasiones. En concreto, todos los municipios del Gran Bilbao y Enkarterri y la práctica totalidad de los de Arratia-Nerbioi sufrieron bombardeos y, como hemos indicado, 33 de ellos sufrieron más de diez operaciones de bombardeo. En el presente libro analizaremos algunos de los bombardeos más destacados, si bien aún queda mucho por investigar y existen numerosos municipios vascos sobre los que aún no hay datos suficientes como para establecer un análisis pormenorizado del alcance y consecuencias de la campaña de bombardeos de terror en Hegoalde entre 1936 y 1937.
Ana Teresa Núñez Monasterio Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika Xabier Irujo Amezaga University of Nevada, Reno
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Bibliografía Barrio, Javier et alia (Eds.), Itxaropena iñoiz ez da galtzen. Encartaciones. 1937. Los últimos meses de la guerra civil en Euskadi, Enkarterriko Museoa, Bilbo, 2017. Cloud, Yvonne (Yvonne Kapp): Ellis, Richard, The Basque Children in England. An Account of their Life at North Stoneham Camp, Victor Gollancz Ltd., London 1937. Gaskin, Margaret, Blitz: The Story of December 29, 1940, Houghton Mifflin Harcourt, Orlando (FL), 2006. Iribarren, José María, Mola: datos para una biografía y para la historia del Alzamiento Nacional, Librería General, Zaragoza, 1938. Irujo, Xabier, Gernika 1937: The Market Day Massacre, University of Nevada Press, Reno, 2015. Irujo, Xabier, Gernika: 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017. Iturralde, Juan [pseudónimo de Juan Jose Usabiaga Irazustabarrena], El catolicismo y la cruzada de Franco, EGI Indarra, Vienne, 1960. Iturria, Joxe, Memorias de Guerra, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013. Maier, Klaus A., Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976. Maldonado, José María, El frente de Aragón: la Guerra Civil en Aragón (1936-1938), Mira Editores, Zaragoza, 2007. Olabarria, Zigor, Gerra Zibila Otxandion, Eusko Ikaskuntza, Donostia, 2011. Reig Tapia, Alberto, Ideología e historia: sobre la represión franquista y la guerra civil, Akal, Madrid, 1986.
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Ana Teresa Núñez Monasterio / Xabier Irujo Amezaga
1
Gaskin, Margaret, Blitz: The Story of December 29, 1940, Houghton Mifflin Harcourt, Orlando (FL), 2006, p. 35.
Iturralde, Juan [pse. De Juan Jose Usabiaga Irazustabarrena], El catolicismo y la cruzada de Franco, EGI Indarra, Vienne, 1960, vol. 2, p. 88. Ver asimismo, Maldonado, José María, El frente de Aragón: la Guerra Civil en Aragón (19361938), Mira Editores, 2007, p. 28. 2
3
Reig Tapia, Alberto, Ideología e historia: sobre la represión franquista y la guerra civil, Akal, Madrid, 1986, p. 146.
Richthofen, Diario, marzo 24 y 26, 1937. Maier, Klaus A., Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, pp. 52-53. Ver asimismo, Informe sobre las experiencias de la Legión Cóndor acerca de la acción de los pilotos de combate de Knauer, p. 185. 4
5
Velardi, Vincenzo, Promemoria per S. E. Il Sottosegretario di Stato, Gasteiz, abril 23, 1937, p. 6. USAM, Prot. M.2325.
Telegrama de Benito Mussolini al general Ettore Bastico. Roma, junio 21, 1937. AMAE, Gabinetto del Ministro (1923-1943), Busta 7 (Uffizio Spagna Leg. 44, No 1.250). 6
7
Olabarria, Zigor, Gerra Zibila Otxandion, Eusko Ikaskuntza, Donostia, 2011, pp. 79 y 81.
8
Irujo, Xabier, Gernika: 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017, p. 106.
9
Irujo, Xabier, “El bombardeo de Otxandio según el general Salas”, Deia, sábado, julio 18, 2015, pp. 18-19.
Anexo a la convención sobre las regulaciones de las leyes y usos de la guerra. Secciones I y II, cap. primero sobre medios de dañar al enemigo, sitios y bombardeos. 10
11
“Los facciosos bombardean, a sabiendas, los hospitales”, El Liberal, 36, n.º 12429, octubre 28, 1936, p. 2.
12
“La guerra en los frentes de Guipúzcoa”, El Noticiero Bilbaino, 62, n.º 21376, octubre 28, 1936, p. 1.
13 Yvonne Cloud (Yvonne Kapp) y Richard Ellis, The Basque Children in England. An Account of their Life at North Stoneham Camp, Victor Gollancz Ltd., London 1937, pp. 56-57.
14 Panfleto de guerra lanzado desde los aviones sobre Bizkaia. En, Iribarren, José María, Mola: datos para una biografía y para la historia del Alzamiento Nacional, Librería General, Zaragoza, 1938, p. 231.
15
Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 52.
16
“Los de ayer lunes [4 de enero]”, El Noticiero Bilbaino, 62, No. 21.434, enero 5, 1937, p. 1.
17
“Los daños causados”, Euzkadi, 25, No. 7.495, enero 5, 1937, p. 1.
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BOMBARDEOS EN EUSKADI, 1936-1937
“Los partes oficiales”, Euzkadi, 25, No. 7.495, enero 5, 1937, p. 3. Y, “Parte oficial del ministerio de marina y aire”, El Liberal, 37, No. 12.487, enero 5, 1937, p. 3. 18
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“Los de ayer lunes [4 de enero]”, El Noticiero Bilbaino, 62, No. 21.434, enero 5, 1937, p. 1.
20 “Parte oficial del País Vasco”, El Liberal, 37, No. 12.487, enero 5, 1937, p. 3. Y, “Partes del consejero de defensa del gobierno de Euzkadi”, El Noticiero Bilbaino, 62, No. 21.434, enero 5, 1937, p. 1. Ver asimismo, “Detalles del emocionante combate aéreo librado ayer en Vizcaya”, El Noticiero Bilbaino, 62, No. 21.434, enero 5, 1937, p. 1.
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Parte de la jefatura del aire del estado mayor, sección de información, Salamanca, enero 4, 1937.
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Irujo, Xabier, Gernika 1937: The Market Day Massacre, University of Nevada Press, Reno, 2015, p. 26.
Entrevista a Joxe Iturria. Lesaka, 17 y 21 de mayo, 7 de junio y 30 de julio de 2013. Ver asimismo, Joxe Iturria, Memorias de Guerra, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, 2013, pp. 67-68. 23
Euzko Deya, I, No. 4, París, Diciembre 10, 1936.
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Irujo, Xabier, “Bonbaketa kanpaina Enkarterrin”, en, Barrio, Javier et alia (Eds.), Itxaropena iñoiz ez da galtzen. Encartaciones. 1937. Los últimos meses de la guerra civil en Euskadi, Enkarterriko Museoa, Bilbo, 2017, pp. 97-98. 25
26
“Bilbao cuenta hoy con 160 refugios”, Euzkadi, 25, No. 7.495, enero 5, 1937, p. 5.
González, Tania, Bilbao bajo las bombas: Análisis espacial de los refugios antiaéreos de la ciudad en época republicana (1936-1937), Trabajo de fin de grado de arqueología de la Universidad de Barcelona, manuscrito, Barcelona, 2017, p. 4 & 17. 27
Relación de víctimas causadas por la aviación facciosa en sus incursiones del mes de abril de 1937, IRARGI, Euskadiko Dokumentu Ondarearen Zentroa / Centro de Patrimonio Documental de Euskadi, Doc. GE-0037-03. 28
29 Entrada del diario de Richthofen del 4 de abril de 1937. Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 104.
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POFAN, No. 350, mayo 15, 1937.
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LCIJA, Gasteiz, mayo 15, 1937.
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POFAN, No. 350, mayo 15, 1937.
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Negociaciones sobre el apoyo nazi-fascista a Franco Angel Viñas Catedrático emérito Universidad Complutense Este ensayo examina las implicaciones de la no negociación por Franco del apoyo que, en la guerra civil, recibió de las potencias del Eje ni en lo que se refiere a hombres ni a material. Fueron los Estados que le protegieron los que decidieron por él. Lo poco que hubo de negociación versó sobre el empleo de unos y otro. Para el caso alemán se documenta la veracidad de ambas tesis referida a la utilización del arma aérea hasta la destrucción de Gernika. Las tropas alemanas e italianas fueron consideradas aliadas del Ejército español, algo nunca públicamente reconocido. Palabras clave: Guerra civil, Ayudas del Eje, Legión Cóndor, Cooperación con Franco, Gernika
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El tema objeto de este ensayo es, a la vez, fácil y difícil. Fácil, porque entre Franco y las dos potencias nazi-fascistas no hubo lo que suelen denominarse habitualmente “negociaciones”. Es difícil, sin embargo, porque en los archivos que he ido consultando a lo largo de un período de más de cuarenta años sobre la guerra civil y su contexto internacional apenas si he encontrado rastros documentales que permitan iluminar con la deseable claridad las que hubo sobre su empleo.
BASE CONCEPTUAL La presencia, deseada o no, de fuerzas militares extranjeras en Estados soberanos fue un acompañante de la expansión del imperialismo europeo y norteamericano en el siglo XIX, en particular en Asia. Los casos de China y Siam (también, en un período muy limitado, en Japón) son conocidos. Tal presencia estuvo amparada por un estatuto que las sustraía a la jurisdicción de los Estados receptores. Con particularidades especiales, el régimen turco de capitulaciones también puso a comerciantes foráneos al margen de diversas leyes penales del Estado otomano. En la primera guerra mundial, y en particular en el frente occidental, las distintas fuerzas aliadas parece ser que se guiaron por sus códigos militares y penales propios. No he podido localizar los arreglos precisos que hubiese entre franceses, británicos y norteamericanos para abordar, por ejemplo, los casos en que soldados de otra nacionalidad cometieran delitos en territorio francés contra propiedades y civiles. Antes de la segunda guerra mundial un manual clásico de Derecho Internacional indicaba que “siempre que fuerzas militares están en el extranjero al servicio de su país de origen se las considera extraterritoriales y en consecuencia permanecen bajo su jurisdicción”1 . Esto me ha eximido de buscar más antecedentes. Para el caso más complicado de la segunda guerra mundial todo hace pensar que continuó aplicándose el mismo enfoque. De cara al Reino Unido el trabajo de época de Goodhart da varios ejemplos de cómo se acomodó la presencia en territorio británico de fuerzas de la Commonwealth y norteamericanas. A él cabe añadir el de estas últimas en India2. Después de la segunda guerra mundial otro tratadista muy conocido en España3 señaló que en tiempo de guerra un ejército, o cualquiera de sus unidades aisladas, en territorio extranjero ocupado se rige por las leyes del país a que pertenece y no por la ley territorial. Muy diferente es el caso en tiempo de paz cuando se produce un choque de soberanías. En lo que sé, la primera demostración de un trato de favor en España a normas jurisdiccionales extranjeras no apareció hasta los acuerdos de 1953 en forma de derogación de las españolas4. En el ínterin los
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norteamericanos habían negociado varios estatutos para sus fuerzas en diversas partes del globo. Para los miembros de la OTAN se aplicó, a partir de 1951, el acuerdo multilateral elaborado en el marco de dicha organización. Se trata de un SOFA (Statute of Forces Agreement) en la designación habitual que establece los derechos y obligaciones con respecto a militares y asimilados extranjeros que estén basados en los territorios de cada Estado miembro. Este SOFA permite, además, acuerdos específicos bilaterales con ellos. Así, con respecto a Estados Unidos en España se introdujo una cuña bilateral en el acuerdo de cooperación para la defensa de 1º de diciembre de 1988, una vez que los ciudadanos españoles se pronunciaran a favor del mantenimiento de España en la Alianza en el referéndum de marzo de 1986. Fuera del marco OTAN Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Rusia y, obviamente, Estados Unidos han negociado también acuerdos bilaterales con países en los que tienen asentadas fuerzas propias. Nada de esto era previsible en el período de entreguerras. En consecuencia, no podría pedirse a los españoles en una guerra civil internacionalizada desde antes de su comienzo que negociaran fórmulas ad hoc para los combatientes extranjeros. El peso del derecho internacional en la época, la costumbre y la falta de experiencia militaban en contra. En el estado actual del conocimiento es preciso partir de la tesis de que los franquistas se contentaron con abordar otro tipo de cuestiones. Destacan, en particular, cómo asegurar los apoyos materiales y personales. Por lo que sabemos, las fórmulas seguidas, si las hubo, no encontraron expresión escrita en forma de acuerdos ad hoc. Al menos no se han localizado. Debemos, pues, entender que quedaron a la discreción de los Ejecutivos correspondientes. Siendo las potencias del Eje las que aportaban el apoyo estaba en su poder expandirlo o limitarlo. Las peticiones con frecuencia insistentes de Franco o de sus instancias subordinadas podían atenderse o no o parcialmente, según los casos. En momentos determinados los Estados fascistas decidieron en conjunto, pero también individualmente, cómo acomodarse para hacer frente a las demandas franquistas. En lo que se refiere a los eventuales delitos contra las personas y las propiedades que pudieran cometer los militares del Eje hemos de suponer que se abordarían con arreglo a los códigos disciplinarios y penales de sus Estados de origen, en conformidad con las reglas del Derecho Internacional de la época. De aquí que este aspecto no aparezca en el presente ensayo. Este abarcará, pues, únicamente dos aspectos relevantes para el caso franquista: cómo se decidió la ayuda extranjera y, sobre todo, qué formulaciones se adoptaron para coordinar el empleo en la guerra civil.
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Este segundo aspecto es de particular importancia para esclarecer el encadenamiento de responsabilidades que existió ante el bombardeo y destrucción de Gernika. Es sobradamente conocido que la propaganda y la historiografía franquistas o pro-franquistas trataron siempre de exonerar a Franco de toda responsabilidad por lo ocurrido el 26 de abril de 1937. Esta tesis, reiterada en este año del LXXX aniversario, no tiene en cuenta, en mi opinión, evidencia documental debidamente contextualizada.
EL PRIMER APOYO FASCISTA La comparación entre los apoyos alemanes e italianos a Franco hace aparecer una serie de rasgos comunes pero también importantes diferencias. Política e historiográficamente las más significativas son estas últimas. Mussolini se adelantó con mucho a Hitler en ofrecer su apoyo material a quienes pronto iban a sublevarse. Esta no es afirmación que se encuentre habitualmente en la literatura pero es comprobable gracias a ciertos documentos firmados el 1º de julio de 1936. En esta fecha un enviado y número dos de Calvo Sotelo (tras Antonio Goiocoechea), el diputado por Santander y catedrático de la Universidad Central Pedro Sainz Rodríguez, firmó cuatro convenios con la sociedad italiana SIAI. En virtud de los que he denominado “contratos romanos” esta sociedad se comprometió a suministrar, para la ya prevista sublevación, un apoyo aéreo considerable. No se trató de armas portátiles. Tampoco de piezas de artillería más o menos pesada. Lo que se negoció fueron aviones. Es decir, de material del que los futuros sublevados más iban a carecer durante la rebelión. No hay que olvidar que el servicio de Aviación era, probablemente, el más republicanizado del Ejército español de la época. Los contratos perfilaron el suministro de 15 bombarderos Savoia-Marchetti 81 (de los cuales una docena figuran en el primero), 24 cazas Fiat CR 32 y 4 hidroaviones de varias marcas. El contrato nº 1 debía cumplimentarse en el mes de julio y los tres siguientes en agosto. Desgraciadamente, si bien Sainz Rodríguez conservó un ejemplar de cada contrato, no lo hizo con respecto a la documentación que debería haber iluminado las negociaciones que precedieron a su firma. Es improbable que él las llevara a cabo puesto que el extraordinario detalle del material a suministrar exigía unos conocimientos técnicos y de aviación de los que el reaccionario hombre político carecía totalmente. A no ser que, inaugurando la línea que después siguió Franco, se hubiera dejado a los italianos el cuidado de determinar lo que quisiesen. Algo que, en principio, no debería descartarse a priori, aun cuando pueda parecer extraño.
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La SIAI, constructora de los Savoia-Marchetti, obraba por cuenta del Ministerio de Aeronaútica. Los aviones que se comprometió a suministrar no eran solo de su propia producción sino también de otras marcas como, por ejemplo, la Fiat y las de los hidroaviones. Si tenemos en cuenta que el comercio de armamento, y en particular de material de guerra aéreo, estaba estrechamente regulado en la Italia fascista, que el municionamiento y combustible para los aparatos que no fabricaba no los generaba la SIAI y que los pilotos iban a ser oficiales de la Regia Aeronautica parece imposible que el Ministerio del ramo estuviese en la más absoluta ignorancia tanto de la operación como de lo que histórica y políticamente es más significativo: su génesis y desarrollo. Quizá algún historiador, pro-franquista o no, tenga más suerte que quien esto escribe y localice en el futuro la documentación sobre tales contactos. Sí cabe adelantar que los conspiradores calvosotelistas, del Bloque Nacional o monárquicos alfonsinos de extrema derecha, contaban a partir de marzo de 1936 con una sustancial suma puesta entonces a su disposición por Juan March a través del Kleinwort Bank londinense. El medio millón de libras que les entregó generosamente cubrió la casi totalidad de los pedidos. Los aviones podían ser operativos, como así ocurrió, desde el primer momento5. Es, pues, muy empobrecedor limitar la ayuda de March a la rebelión a la puesta a disposición de fondos (dos mil libras, según se afirma habitualmente) para contratar el vuelo chárter del Dragon Rapide con el fin de trasladar a Franco desde Canarias a Marruecos, una acción muy conocida pero que oculta más de lo que revela como se demostrará en una próxima obra. Es más, poco antes de que estallara la sublevación, el 15 de julio, una parte de los aviones comprometidos se trasladó a una base del sur de Cerdeña desde los más lejanos aeródromos del Norte. Es evidente que desde la isla sarda era mucho más fácil y más rápido llegar al Protectorado en apoyo del general que debía ponerse al frente del Ejército de África6. Si esto no es suficiente para pensar que el apoyo a la inminente rebelión se había preparado cuidadosamente por parte de las autoridades fascistas, hay que esperar que los historiadores a lo Payne, que siguen negando cualquier tipo de complicidad de la Italia mussoliniana en la dinámica que condujo a la sublevación del 18 de julio, aporten documentación que permita desmontar tal razonamiento. El volumen de apoyo en hardware (aviones), software (consumibles tales como bombas, motores de repuesto, pólvora, combustible) y servicios (pilotos de la Regia Aeronautica) muestra que los conspiradores y sus cómplices fascistas se preparaban no para un golpe militar a la antigua usanza, sino para una pequeña guerra que probablemente estimaban de corta duración. Ningún historiador pro-franquista o para-franquista se ha hecho hasta ahora eco, que yo sepa, de tal información que cambia radicalmente la interpretación tradicional sobre el origen de la
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internacionalización de la guerra de España. Lo cual tiene como consecuencia dar la vuelta como a un calcetín al mito franquista de que el 18 de julio se hizo para prevenir una presunta revolución apoyada por la larga mano de Moscú. Este fue el motivo esencial para justificar la sublevación. Aunque, dado que algunos manipulan el pasado como si fuese de plastilina, hay quien afirma que “no fue contra la democracia sino contra la pérdida de la democracia”, Stanley G. Payne dixit (ABC, 22 de febrero de 2017).
APARECEN LOS NAZIS A diferencia de Mussolini, adversario de la República desde su instauración como hace ya tiempo demostraron Saz y Heiberg, el dictador alemán no había estado interesado en España, por mucho que toda una tradición historiográfica, en general de corte comunista, haya pretendido lo contrario. Los pormenores del comienzo de la ayuda nazi y sus antecedentes fueron el tema de mi ya lejana tesis doctoral en 1973, tras una minuciosa exploración de los archivos alemanes. En la actualidad, aunque han aparecido nuevos datos y alguna que otra nueva pista, aquella tesis, ampliada, sigue teniendo vigencia documental. A pesar de afirmaciones en contrario no ha salido a la luz evidencia primaria relevante de época que impugne su validez. Ciertamente soy el primero en reconocer que todavía hoy se ignora una gran parte de la documentación relativa a la conspiración por parte española. Por algo será, pero está perfectamente establecido que fue el 25 de julio cuando llegaron a Bayreuth dos emisarios de Franco. Se trataba de miembros de la diminuta célula del partido nazi asentado en el Protectorado. Hitler decidió rápidamente ofrecer su apoyo sin encomendarse ni a dios ni al diablo, si bien con el apoyo entusiasta del teniente general Göring, dueño y señor de la incipiente Fuerza Aérea nazi7. En la actualidad he llegado a la conclusión de que la versión que entonces también clarifiqué, y según la cual Mola echó mano a contactos previos con círculos alemanes que hundían sus raíces en los tiempos de la dictadura primorriverista, se quedó un tanto corta. Los conspiradores civiles que lo rodeaban se prometieron siempre más ayuda de Mussolini, con quien Goicoechea estaba en contacto epistolar hasta el punto de que en junio se había atrevido a pedirle fondos para financiar a los pistoleros (“grupos de acción directa”) falangistas. Pero esto no significa que la conspiración tuviese como punto culminante de la búsqueda de contactos nazis el famoso viaje del general Sanjurjo y del teniente coronel Beigbeder a Berlín en marzo de 1936, que no dio -por lo que sabemos- el menor resultado.
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Gracias a la amabilidad de un historiador de Durango, Jon Irazabal Agirre, he podido examinar nueva documentación, conservada por el eminente político carlista Esteban Bilbao Eguía. Hace pensar que también algunos elementos de la Comunión Tradicionalista habían tendido sus tentáculos hacia el Tercer Reich pero sin llegar a alcanzar ningún compromiso operativo8. A pesar de que ahora ciertos autores siguen enfatizando de nuevo, en el surco abierto hace más de sesenta años por B. Félix Maiz, contactos previos de los conspiradores con el almirante Canaris, jefe del servicio de Inteligencia Militar nazi (Abwehr) y buen conocedor de España desde la época de la primera guerra mundial, no han sido capaces de documentarlos ni mucho menos de demostrar que tuvieran algún impacto9. Sí existen, por el contrario, evidencias de dicho servicio de antes de la sublevación que no sitúan a España para nada en el centro del interés del espionaje militar. Es más, se conserva incluso el relato de un agente del Abwehr en España (que actuaba bajo el seudónimo de TRAVAGLIO) a quien el golpe le pilló absolutamente en mantillas10. Las gestiones de los conspiradores apuntan mas bien hacia von Ribbentrop. Como es notorio, a finales de julio de 1936 aviones italianos y alemanes empezaron a transportar tropas del Ejército de África a la península. Los primeros, nueve Savoia-Marchetti11, participaron casi inmediatamente en acciones bélicas. Los segundos apenas si tardaron un par de semanas en hacerlo. Sabemos que la decisión sobre el contingente alemán, que es la que aquí más nos interesa, no estuvo subordinada a Franco en términos jurídicos. Se esperaba que ayudasen al general rebelde y lo pusieran en condiciones de alzarse rápidamente con la victoria. Canaris y su homólogo italiano, el general Mario Roatta, acordaron cómo repartirse el apoyo entre ambas potencias. Esta colaboración de cara a la incipiente guerra de España fue uno de los elementos que contribuyeron a la formación, poco más tarde, del Eje. La ayuda material y personal de las potencias fascistas tuvo una importancia estratégica para Franco y la sublevación imposible de exagerar. Los aviones transportaron a la península fuerzas de regulares, de legionarios e indígenas reclutados con la mayor celeridad posible. Todos ellos combatientes aguerridos. Se conoce con bastante precisión documental el ritmo y resultados de, por lo menos, los esfuerzos nazis: en los primeros veinte días de actuación pasaron unos 2.850 hombres con su impedimenta y material (casi 8.000 kilos). Luego dieron (o se les pidió que dieran) la prioridad a este último, algo que no suele subrayarse en la literatura pero que tuvo un impacto absolutamente esencial. Así, por ejemplo, en la semana del 17 al 23 de agosto pasaron 700 hombres y 11.650 kilos y en la siguiente 1.275 y 35.300 kilos. Hubieran podido trasladarse más de no haber sido por la falta de combustible, a pesar de que nazis y fascistas lo habían enviado desde el primer momento para que sus aviones fuesen plenamente operativos.
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En septiembre los transportes alemanes ascendieron en la primera semana a 1.200 hombres y 36.850 kilos; en la segunda a 1.400 y 46.800 kilos; en la tercera a 1.120 hombres y 39.000 kilos y en la cuarta a 1.550 y 68.450 kilos. Sobre la importancia de estas cantidades puede discutirse. Pero parece evidente que la presencia en suelo peninsular en apenas dos meses y pico de más de 5.000 fieros combatientes adicionales a los trasladados por mar tuvo que dar resultados óptimos frente a las depauperadas fuerzas gubernamentales y a los campesinos que se movilizaron con armas de fortuna y que apenas si sabían manejar. Con todo, y aun siendo este contingente muy significativo, es preciso insistir en que tan impactante fue el traslado de material bélico. No hay que olvidar que el Ejército de África estaba comparativamente bien pertrechado y que cinco mil hombres que contaban con armamento muy eficaz para la guerra colonial podían utilizarlo con incluso mayor contundencia en las escaramuzas del suelo peninsular. A diferencia de las campañas del Rif, la República no pudo oponer a los contingentes trasladados de Marruecos fuerzas equivalentes a los que habían sido rifeños insumisos, guerreros por naturaleza. No había fuerzas combativas salvo los soldados de la recluta, en un ejército desorganizado, y voluntarios que no tenían la menor idea de cómo comportarse frente a operaciones militares. Desde finales de septiembre al 11 de octubre continuó la prioridad nazi al material (25.550 kilos y 1.600 hombres). En total, desde el 26 de julio a esta última fecha se trasladaron 13.520 hombres en números redondos pero algo más de 270 toneladas de material de guerra12. La combinación de unos y otras resultó irresistible. La coordinación entre los apoyos nazi y fascista se produjo al margen de Franco que casi siempre pidió más y más. Hay constancia de que en ocasiones sugirió que la ayuda fuese más activa. A nadie le amarga un dulce. La participación alemana en operaciones aéreas de reconocimiento primero y de bombardeo terrestre y marítimo después fue consecuencia de los deseos manifestados por Franco. Los nazis incluso cedieron a la minúscula Fuerza Aérea rebelde algunos aparatos. En aquellas semanas críticas de agosto/septiembre de 1936 tomó, pues, cuerpo un rasgo característico de los primeros meses de la ya declarada guerra civil. Aunque Franco casi nunca se quedó corto en pedir aquello que más necesitaba (aviones, armamento moderno y municiones) su concesión o no dependió exclusivamente de las políticas y posibilidades de sus protectores. Franco reveló ser un protegido costoso. Italia tenía experiencia reciente en el envío a distancia de pertrechos bélicos y unidades de combate, gracias a las campañas de Abisinia. El Tercer Reich, por el contrario, se encontraba en un proceso de expansión y modernización de la nueva Wehrmacht
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y de la Luftwaffe. En el teatro español proyectó, pues, la primera operación de combate a distancia. Incluso cabría pensar que ni siquiera en la Gran Guerra se había visto inmersa en una operación de tal calibre, pues la resistencia de los contingentes alemanes en las colonias africanas se hizo básicamente con sus propias fuerzas, cortadas las comunicaciones ultramarinas por los aliados, y en el Medio Oriente la situación había tenido particularidades propias. En el plano político a los nazis les preocupó contribuir a mantener a toda costa la autoridad militar de Franco como receptor de su ayuda de tal suerte que, frente a una amplia solicitud de armamento por parte de Queipo o Mola, solo se atenderían desde los arsenales las que procedieran de él. Esto quedó establecido hacia mitad de agosto. Canaris y Roatta sellaron, a finales de mes, un modus operandi similar. No obstante, los nazis no dejaron a Mola en dique seco. Se le envió armamento a través de las conexiones de la Abwehr, pero que procedía de la industria privada. Uno de los canales fue el traficante Josef Veltjens, bien conectado con Göring. Mola también se sirvió de varios intermediarios, en particular de José Ignacio Escobar, a la sazón marqués de las Marismas del Guadalquivir y posteriormente de Valdeiglesias. Más significativo fue el papel del inventor del autogiro, Juan de la Cierva, que había participado en el alquiler del Dragon Rapide. De la Cierva, como comunicó a Mola en una carta que se conserva en el CDBG, se entrevistó con Canaris a mitad de septiembre de 1936. Terminó de concertar varios pedidos. Apalabró otros nuevos y se informó de los hechos a Finlandia por el gobierno de Madrid. Veltjens, por su parte, le dijo que había mercancía detenida en Alemania con destino a los republicanos (mil ametralladoras y dos millones de cartuchos), que se les quitarían partes esenciales para su funcionamiento y que, en cuanto se recibiera el pago, se enviarían a España, donde los “rojos” no podrían utilizarlos. Una muestra en estado químicamente puro de las trampas y manipulaciones que se enfrentó el Gobierno y que estudiará Miguel Íñiguez Campos en un próximo libro. A los fascistas les interesó más desde el primer momento la posibilidad de influir sobre Franco en el plano político. Ya el 20 de septiembre el cónsul general en Tánger, siguiendo instrucciones, se desplazó en secreto a Sevilla para familiarizar al futuro Caudillo con el elemento social imprescindible al “movimiento”, ya que la “revolución nacional” era cosa de todos. ¡Qué casualidad! Franco también lo enfatizó. Igualmente fue Italia la primera de las dos potencias que se esforzó en llegar a un acuerdo político con Franco. Se materializó a finales de noviembre. De esta manera se reconoció indirectamente, y en secreto, la innovación que había constituido la ayuda inducida por un sector de las filas monárquicas.
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RESULTADOS DEL PRIMER MES DE APOYOS El ritmo de escalada de los envíos puede determinarse en tres momentos del tiempo. Especificaremos, ante todo, los referentes al primer mes, a finales de agosto de 1936. A esta fecha los nazis habían suministrado 26 Junkers de bombardeo con sus correspondientes tripulaciones; 15 Heinkel de caza sin ellas13; 20 piezas y ametralladoras antiaéreas; 50 ametralladoras; 8.000 fusiles; 5.000 máscaras antigás y bombas y municiones. Los italianos, por su parte, habían enviado 12 cañones antiaéreos de 20 mm con 96.000 proyectiles; 20.000 máscaras; 5 carros veloces con tripulación y armamento; 100.000 cartuchos para ametralladoras del modelo 35; 50.000 bombas de mano; 12 bombarderos (tres más que a finales de julio) y 27 cazas con radio, armamento y tripulaciones (todos llegados en agosto); 40 ametralladoras S. Etienne con cien mil cartuchos; 20000 bombas de 2 kilos; 2.000 bombas de 50-100 y 250 kilos; 400 toneladas de gasolina y carburante; otras 300 por cuenta de Alemania y 11 toneladas de lubricantes14. Fue entonces cuando Canaris y Roatta convinieron en que el personal militar enviado dependería de los mandos españoles con los cuales operaba pero que en aquellos lugares o unidades en los que hubiese oficiales alemanes o italianos el de grado más elevado o el más antiguo se encargaría de la vigilancia disciplinaria y se haría responsable de su comportamiento ante los mandos españoles, ya fuese directamente o a través de los jefes de las misiones militares respectivas. En Roma se aceptó la propuesta, no así en Berlín donde se modificó15. No he visto documentadas ni las razones ni los resultados. Es de imaginar que los nazis no quisieran que los italianos tuviesen mando sobre sus hombres ni tampoco que se estableciera una dependencia respecto a los militares españoles. Al principio la ayuda se mantuvo dentro de límites relativamente pequeños pero no tardó en aumentar16. Lo hizo casi automáticamente. Empeñado el prestigio de los dictadores, no podían echar marcha atrás y dejar a Franco en la estacada. Enviaron sendos representantes a la España sublevada para asesorar y recibir de Franco sus deseos, al tiempo que remitían a las respectivas capitales análisis político-militares más fundados que los de los jefes de las todavía pequeñas fuerzas presentes en el teatro de operaciones. Se sabe que ambos representantes, los tenientes coroneles Walter Warlimont y Emilio Faldella (este último oficial de la inteligencia militar destinado en España antes de la guerra bajo cobertura consular en Barcelona), cumplieron a plena satisfacción su cometido. A Franco lo que más le interesaba era el apoyo aéreo pero Warlimont, por ejemplo, le convenció de la necesidad de contar con carros de combate y pequeños grupos de artillería. Los combatientes enviados a España fueron soldados, suboficiales y oficiales regulares, estimulados o inducidos a presentarse para un destino excitante y secreto. A veces recibieron órdenes directas
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al efecto. Contrariamente a lo escrito por algunos historiadores alemanes, españoles e incluso norteamericanos no se trató de voluntarios que se hubieran decidido a ir a combatir a un país extranjero. Estaban sometidos a las regulaciones militares de cada Ejército. Su cadena de mando permaneció intacta17. Esto confirma la tesis con la que hemos iniciado este ensayo. El envío de material bélico más moderno que el que había en España obligó a destinar a especialistas que pudieran manejarlo y enseñar a los españoles. Warlimont llegó a creer que la guerra estaba a punto de ganarse en septiembre. En ello, sin saberlo, coincidía con la apreciación del presidente Azaña: la retracción de las democracias y la política de no intervención, que se saltaba el Eje naciente, condenaban irremisiblemente a la República. Mucho más preocupado se hubiera mostrado Azaña de haber sabido que, precisamente a finales de septiembre, en Roma se estaban examinando planes, en respuesta a una petición franquista, para suministrar toda una división con 20.000 hombres, la llamada operación GARIBALDI18. Solo el temor a que ello pudiera acelerar una intervención soviética19 hizo postergar la decisión de Mussolini hasta diciembre, ya en otras circunstancias. Fue de Franco de quien, al parecer, había partido la idea. Es interesante comparar los resultados en material y personal militar plenamente operativos enviados por las potencias del futuro Eje. Sin olvidar que el mes de agosto fue uno de combates de unidades regulares y debidamente encuadradas, sobre todo en el caso del Ejército de África. No extrañará que Franco y Queipo de Llano entraran en sus enemigos a cuchillo, como si lo emplearan contra un bloque de mantequilla.
LA ESCALADA DE AYUDA MATERIAL No se ha mencionado nada hasta ahora acerca de la ayuda bélica soviética a la República. No se había producido, salvo gestos políticos y diplomáticos y envíos de carácter humanitario. Conviene dar a conocer algunos datos de la época que alumbran el volumen de los apoyos que continuaron, sin solución de continuidad, afluyendo a Franco. La fuente que ahora utilizamos es italiana. Cabe pensar que es bastante exacta en lo que se refiere a los suministros propios. Sabemos, sin embargo, que no refleja la totalidad de los alemanes. En este caso, y desde el punto de vista de las posteriores actuaciones de la Aviazione Legionaria, nos parece que lo más relevante son los grandes equipos, en particular aviones. El grueso del material, aparte de los 9 iniciales llegados en julio, se distribuyó en varias expediciones, en agosto y septiembre. Amén de otro material en curso en el momento de redactar los inventarios. Combinaremos las tres primeras expediciones.
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Suponemos que en los datos están integrados los enviados en agosto, por lo que la caracterización de “adicionales” se refiere a septiembre aunque la utilizamos solo para equipo pesado. • Por cuenta del Ministerio de la Guerra (Ejército de Tierra): 12 ametralladoras antiaéreas del calibre 20, modelo 35, con 96.000 proyectiles 20.000 máscaras antigás 15 carros veloces con tripulación y armamento (3 lanzallamas) (un aumento de 10) 100.000 cartuchos para ametralladores modelo 35 70.000 bombas de mano (un aumento de 20.000) 40 ametralladoras Saint Etienne con 100.000 cartuchos 32 ametralladoras con 160.000 cartuchos 5 toneladas y media de pólvora blanca para maúseres Artillería 6 piezas del 65 con el amunicionamiento correspondiente 8 baterías de montaña 65/17 (32 piezas) con municiones • Por cuenta del Ministerio de Aeronaútica: Aviones completos 18 bombarderos S. 81 (aumento de 6) 1 hidroavión de bombardeo S. 55 (adicionales) 36 cazas Fiat CR. 32 (aumento de 9) 3 hidroaviones de caza M. 41 (adicionales) 10 cazas RO.37 (nuevos) 1 hidroavión CANT. Z. 501 = 69 aparatos (adicionales) Motores de reserva: 11 (adicionales) Municiones y explosivos 180 bombas de 250 kilos 800 bombas de 100 (minas) 3.500 de 100 (torpedos) 1.750 de 50 (torpedos) 500 de 20 1.200 bombas de 12 64.000 bombas de 2 100.000 bombas de 2 (incendiarias) 430.000 cartuchos de ametralladora del 7,7 (ordinarios) 91.000 id (perforantes)
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60.000 id (trazadores) Carburantes y lubricantes 730 toneladas de gasolina de aviación 14 de gasolina etilada 87 octanos 141 de mezcla ternaria 21 de aceite de ricino 0,7 de aceites minerales 0,8 de petróleo 1 de grasas 7 de benzol 7 de alcohol A lo que antecede habría que añadir recambios para aviones y motores, materiales varios de uso general y de consumo, instrumentos múltiples, 4 estaciones de radiotelegrafía automóvil, una ambulancia, etc. Estaban en vías de suministro 5 estaciones de radio con sus autocarros para el transporte, otras 16 estaciones, 220 centralitas, 4 estaciones fotoeléctricas, 50.000 máscaras, etc. También 18 aviones completos (sin identificar, por lo que no haremos desglose alguno), instrumentos, recambios, artillería para el Canarias y pequeños navíos auxiliares amén de bombas y piezas artilleras para la defensa del puerto de Cádiz. En cuanto al material enviado por Alemania señalaremos, simplemente, en aras a la brevedad, los aviones y otro material pesado. Dejamos de lado en este caso las armas portátiles de infantería y munición de todas clases. Aviones 26 Junkers 52 (Merkes: 28; RR: 28) 24 Heinkel 51 (RR: 24) 46 Heinkel 46 (Merkes: 20; RR: 20) 1 Heinkel 59 (desaparece en RR) 1 Heinkel 60 (RR:2) 1 Heinkel 50 (RR: 1) 1 Henschel 123 (Merkes: 2; RR: 2) (Merkes y RR añadieron: 3 Bf 109 y 5 aviones correo; RR añaden 2 He 70) = entre 86 y 110 aparatos a causa de las diferencias en los He 4620
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Más piezas de recambio para los Ju 52, He 51 y He 46. Artillería 28 piezas antiaéreas de 2 cm (los italianos señalaron 30) 1 batería de 8,8 antiaérea con cuatro piezas, recogida por los italianos 24 cañones anticarro (los italianos señalaron 20) 50 minadores (no recogidos por los italianos) 41 carros armados21 Naturalmente, la utilidad de todos estos materiales, y otros que no hemos identificado, dependería en gran medida de la forma y pericia en su empleo. Esta debemos considerarla como dada en la mayor parte de las unidades de dos ejércitos regulares, pero hay tres características muy significativas. Todo este hardware y software -- procedía de los arsenales nacionales respectivos. -- se remitía en perfectas condiciones y listo para su uso inmediato -- su manejo corría a cargo de personal especializado de origen, aunque en ciertos casos, y como era lógico, una parte se pasó a los españoles. Esta situación fue muy diferente a la que se daba en la España republicana y que describirá con detalle Íñiguez Campos. Aquí el desbarajuste fue total. La no intervención hizo mella casi desde el primer momento y los aviones modernos enviados desde arsenales nacionales fueron únicamente franceses. Casi a la mitad de agosto llegaron 13 cazas Dewoitine D372 y 6 bombarderos Potez 54. De los cazas tres se averiaron rápidamente, aunque fueron reparados. Los que aterrizaron lo hicieron sin gasolina etilada y sin armamento. No pudieron entrar en acción hasta mucho más tarde. La forma de su empleo no fue nada óptima, ya que se desperdigaron en acciones individuales. En el curso de los tres primeros meses de guerra, y antes de la llegada del grueso de la aviación alemana, el Gobierno solo pudo conseguir algunos bombarderos y cazas después de azarosas complicidades. La no continuidad en los suministros procedentes de arsenales nacionales que no fueran los soviéticos constituyó, salvo en un período relativamente corto, un problema estructural de imposible solución.
LA GRAN INNOVACIÓN ALEMANA: LA LEGIÓN CÓNDOR En el inmediato curso de la ya declarada guerra los nazis se adelantaron a los fascistas. No en el plano político, como hemos visto, pero sí en el militar. Lo hicieron en un ambiente caldeado por los rumores que llevaban semanas circulando en los medios públicos y no públicos internacionales acerca de la inminencia de una intervención soviética. Los servicios de inteligencia del naciente Eje
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los potenciaron a su vez. No está claro todavía hasta qué punto se trataba de intoxicaciones (muy exageradas en los medios de extrema derecha franceses) o de auto-intoxicaciones (en los italianos y alemanes). Conviene destacar que, en su mencionada entrevista con el cónsul italiano, Franco se mostró convencido de que la ayuda soviética era inminente. Probablemente se hacía eco de lo que se afirmaba en la prensa internacional. El tema es importante porque, en contra de lo que afirmó ante el diplomático fascista, no aceleró demasiado la marcha sobre Madrid. Fue en esta época un tanto febril cuando hacia principios de octubre debió de empezar a madurar en Berlín la idea de dar un salto cualitativo. Lo que Franco necesitaba, se creyó, era una ayuda de nuevo cuño. Los nazis se inspiraron en los desarrollos teóricos que venían haciendo desde antes de la implantación del Tercer Reich, pero que se estimularon grandemente a partir de este momento, sobre el papel de la aviación en una futura guerra. Tanto Hitler como una parte de sus generales la consideraban inevitable. Se dirigiría contra la Unión Soviética en busca de Lebensraum, lo que implicaba la germanización por la fuerza de los extensos y fértiles territorios del Este europeo. Se destaca poco en la literatura pro-franquista que cuatro días después de que los conservadores monárquicos alemanes le permitieran dar el salto a la Cancillería, Hitler expuso sus planes ante varios generales en presencia del ministro de Asuntos Exteriores. Ninguno rechistó. Sin embargo, las alarmas se dispararon de inmediato en el Kremlin ya que una agente, hija del anfitrión que organizó la cena, hizo llegar rápidamente un informe a Moscú22. El deterioro de las relaciones políticas y económicas asi como los excesos ideológicos del Tercer Reich fueron en la misma dirección. Cuando en septiembre de 1933 Hitler liquidó la cooperación secreta de tipo militar que se había mantenido entre los dos países desde los años veinte, la preocupación aumentó en intensidad23. Stalin pasó a considerar a Hitler un riesgo definible y definido. La nueva forma de ayuda a Franco no consistió en enviar más y más de lo mismo, es decir, armamento de diversos tipos y ayuda técnica (como hicieron italianos y soviéticos), sino en suministrar una unidad multi-armas integrada, con base en la aviación, que pudiera actuar bajo un mando único y en colaboración con el ejército franquista a modo de puño de hierro que perforase las defensas republicanas. Se sabe que a mediados de octubre los planes para el montaje de tal unidad estaban en marcha. Esto es al menos lo que dijo el entonces comandante Hermann Plocher al historiador y exaviador militar norteamericano Raymond Proctor24. Plocher se incorporó en aquella fecha al grupo de trabajo que los preparaba. La formación de una unidad completamente diferente de las que hasta entonces se habían enviado a España requería una exploración previa que llevaría tiempo. Un
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historiador español incluso se ha inclinado por pensar que la idea pudo germinar en el ánimo de Hitler a finales de septiembre o que alguien se la hiciera llegar25. Conocemos documentalmente que en el caso soviético los planes operativos para enviar ayuda a la República duraron, por lo menos, veinte días. Aunque la comparación no puede ser absoluta, indica que, por lo menos, en ninguno de ambos casos los Estados Mayores improvisaban. Añadamos que, en el caso alemán, lo que se pretendía era algo muy diferente de lo que los soviéticos pensaban hacer. No se trata de una cuestión intrascendente. Habitualmente se presenta la creación de la nueva unidad, la futura Legión Cóndor, como respuesta a la ayuda de Moscú a la República. Sabemos, no obstante, que los alemanes no se enteraron con toda certidumbre de la llegada de esta a Cartagena hasta el 15 de octubre. En ese día el torpedero Luchs fotografió la descarga del famoso Komsomol (que había entrado en puerto la víspera) de 50 carros con 10.000 proyectiles y 3 millones de municiones, 20 toneladas de combustible, piezas de repuesto y 50 motores. Al día siguiente la embajada, todavía en Madrid, lo comunicó a la Wilhelmstrasse, pero es indudable que los navíos de guerra lo hicieron inmediatamente al mando de la Kriegsmarine26. Warlimont no tardó en ordenar a los aviadores nazis que bombardearan el puerto. Es de suponer que lo hiciera previa consulta con Franco, a no ser que este se lo pidiese de antemano. Nos parece verosímil que el vector soviético se incorporó en su plenitud a los planes de la futura unidad ya que en los días 18, 19 y 20 de octubre aviones alemanes atacaron el puerto, el arsenal, el astillero y algunas instalaciones cartageneras. Más adelante, se bombardeó de nuevo en la noche del 27 al 28. Los ataques también se extendieron a Málaga, donde en realidad habían comenzado el 5 de octubre. 15 aviones participaron en la acción, que continuó el 20, dirigida en esta ocasión contra los barcos surtos en puerto. El 23 se bombardeó el aeropuerto malagueño. Para reforzar tales ataques se trasladaron 5 Ju-52 de Sevilla a Granada27. Es decir, los alemanes no proyectaban una decisión como la que tomó Hitler el 25 de julio. Es más verosímil que trataran de combinar dos factores: el deseo de impelir a Franco hacia una rápida terminación de las operaciones y combatir la ansiedad por el efecto de la ayuda soviética. Todo ello nos lleva a situar la decisión de crear la Cóndor en la primera quincena de octubre o incluso antes, pero no después. Fue, sobre todo, un movimiento proactivo y agresivo y menos reactivo o defensivo de lo que ha solido afirmarse. No hay que olvidar que una constante en la historiografía pro-franquista ha estribado hasta hace poco tiempo en jugar con ciertas fechas muy determinadas. Siempre se adelantó, por ejemplo, la fecha de creación de las Brigadas Internacionales al 26 de julio28. Evidentemente lo que subyace
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a tales intentos, que ha costado mucho trabajo desmitificar, no podía estribar en otra cosa que presentar la decisión de Hitler como una reacción a la supuestamente ya preparada por los bolcheviques. Con ello se avanzaba en la línea de “justificar” una sublevación organizada para prevenir la inventada conspiración comunista. Ante ella, era obvio que las fuerzas del Bien debían oponerse con toda energía y violencia, a fin de evitar que la PATRIA (siempre con mayúsculas) se despeñara en el abismo. El caso es que, con la creación de una innovadora unidad inter-armas totalmente integrada, el apoyo alemán a Franco dio un salto cualitativo. Su impacto fue haciéndose cada vez más vital a medida que la guerra continuaba. Se trató, sin la menor duda, de la aportación foránea más importante en el aspecto militar durante las hostilidades. No es de extrañar que haya dado origen a una abundante literatura y que los historiadores pro-franquistas apenas hayan trabajado adecuadamente aspectos como los que aquí nos interesan.
EL INNEGOCIADO MARCO DE ACTUACIÓN PARA LA CÓNDOR Es muy conocido, aunque no siempre se ha presentado con la frialdad debida, que la idea germana se elevó a Franco sin que mediara negociación previa. Es decir, los nazis hicieron llegar sus ideas al ya jefe supremo del Estado naciente sin darle oportunidad de insertar en ellas sus quizá grandes cualidades de político y de genial estratega en la escena internacional. Sin embargo, a juzgar por las memorias de Francisco Serrat, su primer protoministro de Asuntos Exteriores, no parece que de ellas andara sobrado en aquel entonces. Algo de lo que los historiadores pro-franquistas todavía no han tomado nota. El traslado de los resultados de las cogitaciones en Berlín es difícil de negar, aunque varios de tales historiadores han intentado edulcorar sus consecuencias en todo lo posible. Desde la publicación en inglés en 1950 de una selección de los capturados documentos diplomáticos alemanes sobre la guerra civil se sabe que el 30 de octubre de 1936 el Ministerio de la Guerra berlinés, en conexión con la Wilhelmstrasse, finalizó una comunicación a Franco29. En ella se afirmaba que continuar con los procedimientos de combate hasta entonces seguidos, tanto en tierra como en el aire, no conduciría a la victoria. Posiblemente fue una estimación correcta. Para entonces la resistencia republicana se había endurecido. Los estrategas nazis pensaban que, de seguir haciendo lo mismo sin aprovechar adecuadamente la situación entonces existente, podría ponerse en peligro lo ya conseguido. La toma de Madrid les parecía urgente porque solo
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después de producirse Berlín y Roma reconocerían al “gobierno” de Franco. La captura de la capital constituiría, además, el fundamento para continuar las medidas de apoyo más amplias posibles. Merece la pena analizar algo más lo que antecede. El argumento era plausible en la medida en que tras el reconocimiento diplomático podría aducirse que dos gobiernos entre los cuales se habían establecido relaciones oficiales tenían la capacidad de entrar en contactos libres y abiertos. Naturalmente, el estricto secreto -sobre todo por parte nazi- con que desde el principio se envolvió la acción de ayuda masiva contribuiría a mantener, simultáneamente, el camelo de su “leal” participación en la política de no intervención. Se esperaba que las partes a la misma no levantaran objeciones insuperables. Este cálculo fue correcto, si bien ni británicos ni franceses ignoraron lo que pasaba. Simplemente se hicieron los suecos. Con perdón para estos. Lo que Londres y París querían preservar a todo trance era un supuesto desconocimiento de la existencia de tropas alemanas e italianas en España. Incluso la advertencia soviética en el Comité de No Intervención de que si el apoyo nazi-fascista no cesaba Moscú se sentiría con las manos libres quedó sin efectos. Con la Cóndor ya en el teatro de operaciones la situación sería algo más complicada pero en Berlín debió de creerse que podría manejarse si se establecían las relaciones diplomáticas y, a la vez, se ocultaba la nueva unidad. La condición indispensable era la caída de Madrid. Cuando se vio que tal no era el caso, nazis y fascistas decidieron no esperar más y las establecieron, a las bravas, el 18 de noviembre. La ficción de la no intervención continuó, sin embargo, imperturbable en su ritmo y en sus tiempos, en un ejercicio de cinismo que determinó en gran medida el resultado de la guerra. Según las ideas que debían plantearse a Franco cinco condiciones eran imprescindibles para que la aviación alemana pudiera reforzar el apoyo que ya le proporcionaba el Tercer Reich: La primera estribaba en que el manejo de dicha aviación sería de la competencia exclusiva de su comandante en jefe, el general Hugo Sperrle, único consejero o asesor de Franco. Respondería única y directamente ante él por las medidas que adoptase. Eso sí, hacia el exterior se preservaría la noción del mando español. No se trataba de una cortesía. Era necesaria para preservar el “camelo” de la no intervención. Esta fue la condición, en mi opinión, más importante. Parece obvio que los alemanes no estaban dispuestos a que mandos españoles pudieran imponer el diseño de la estrategia aérea. De aquí el doble papel de Sperrle: mantener un estrecho contacto con Franco para convenirlo y responder ante él de las medidas que tomase con las fuerzas bajo su mando. La Legión no podría actuar
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contra los deseos de Franco, porque tal no era en modo alguno el sentido de la ayuda, pero esto no significa que Sperrle recibiese órdenes del ya casi glorioso Caudillo como si fuese un general español cualquiera y se viera obligado a cumplirlas pasara lo que pasase. La segunda condición era estrictamente de orden interno alemán. Todas sus unidades existentes en España (aéreas, antiaéreas, de información y de comunicaciones, etc. con sus servicios correspondientes) se integrarían en la nueva formación. Con ello se conseguía asegurar la unidad de mando en situaciones que pudieran ser más complicadas que las registradas hasta la fecha. También podrían evitarse eventuales interferencias españolas. Si surgían, los oficiales y jefes alemanes habrían de seguir su propia cadena de mando hasta llegar a Sperrle. Y este, entonces, despacharía los asuntos con Franco o con quien este señalara. Es una pena que de las conversaciones de Sperrle con el ya Generalísimo no haya quedado -o no se haya encontrado hasta ahora- rastro alguno. ¿Por qué será? La tercera condición fue de tipo logístico, pero también significativa. Los aeródromos y bases alemanes deberían protegerlos fuerzas de tierra españolas en medida suficiente. Se ampliarían en caso de necesidad. Los aviadores, soldados y especialistas nazis eran demasiado preciosos como para emplearlos en actividades que podían correr a cargo de los españoles. La cuarta condición reflejaba la creencia de que el manejo más activo y mejor orientado de los combates, tanto en tierra como en el aire, era indispensable para tomar lo más rápidamente posible los puertos a los que llegara la ayuda soviética. Tal aspiración, desde luego, no pudo cumplirse. Ningún puerto del Mediterráneo estaba al alcance de las tropas franquistas en aquellos momentos. Por consiguiente de lo que se trató fue de obstaculizar el desembarco de armamento soviético. Jamás los republicanos estuvieron en condiciones de actuar de tal manera sobre los puertos que acogerían la llegada del material alemán e italiano, algo que suele obviarse en la abundante literatura bélica sobre la guerra civil. La quinta condición fue el caramelo final. En el caso de que Franco aceptara las puntualizaciones anteriores los nazis pensarían en activar un mayor volumen de ayuda. Esta condición, expuesta en términos muy vagos, daría lugar a fricciones como más adelante veremos al abordar la dinámica que apuntaba hacia Gernika. A las cinco condiciones se añadió una lista de las unidades de aviación y de los correspondientes servicios.
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Quien esto escribe confiesa honestamente que ignora la forma y manera en que el almirante Canaris presentó a Franco las condiciones. Las versiones que circulan en la literatura carecen de toda referencia documental y, en ocasiones, están sumamente adornadas. Podemos, eso sí, suponer que Canaris, perro viejo en las lides españolas, doró la píldora todo lo que le fue posible. Desde nuestro punto de vista lo que conviene es subrayar que para el envío de la gran innovación nazi en la guerra civil no hubo la menor negociación previa. Fue una idea nazi que se presentó a Franco, probablemente con toda la suavidad necesaria, pero con respecto a la cual no se admitieron, que sepamos, modificaciones sustanciales. Naturalmente, nada de lo que antecede aparece ni lo más mínimo en el último trabajo que conozco, debido a la pluma del insigne coronel de Montoto, en el que también sigue afirmándose que la Cóndor la componían voluntarios. No extrañará que en el curso de la contienda surgieran desavenencias y desencuentros que no conviene exagerar pero tampoco ignorar o minimizar. La presencia de fuerzas extranjeras en las filas franquistas conllevaba irremediablemente un choque de culturas y de tradiciones militares. Se trata de un tema que ya Merkes en 1969 y ahora Schüler-Springorum han aclarado de forma suficiente. Nunca se trató de ir más allá de lo que Franco podía admitir, pero los informes internos nazis traducen con frecuencia el escaso entusiasmo de sus militares por la forma en que Franco conducía la guerra. Análoga cosa podría decirse de los fascistas. En lo que se refiere a la ayuda de Mussolini las desavenencias fueron mayores. En parte porque Mussolini deseaba terminar lo más pronto posible su intervención en España, que podía afectar a su rearme. Sin olvidar que la estrategia de Franco tal y como fue mostrándose, meditada, sistemática y lenta, en una combinación de ocupación y “limpieza” del territorio, no satisfizo siempre a los generales italianos más perspicaces. En ocasiones, enviados fascistas se mezclaron además en asuntos políticos internos españoles o intentaron dar lecciones a militares hipernacionalistas muy susceptibles. No es de extrañar, pues, que con el tiempo aumentaran las desavenencias. Los nazis se cuidaron mucho de seguir esa misma pauta. Lo que terminó interesándoles, fuera de los aspectos militares, fue cómo estrujar más y mejor la economía española a manera de un limón maduro. En términos de su propio rearme la desviación de recursos hacia la guerra civil no careció de efectos negativos pero los compensaron sobradamente la experiencia adquirida en combate, la utilización de nuevas armas en situaciones de guerra real y la experimentación con nuevas tácticas y estrategias.
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LLEGAN MÁS CONTINGENTES NAZI-FASCISTAS En el balance de ayudas respectivas la aparición de la Cóndor desequilibró radicalmente la idea preexistente de que ambas potencias tratarían de mantener a un nivel aproximado sus respectivas ayudas a Franco. Por el lado italiano Roatta se pronunció a finales de noviembre en favor de un incremento inmediato argumentando que Madrid no había caído gracias a la intervención soviética. El reconocimiento diplomático de Franco, añadiremos, había creado una nueva situación. Los dictadores habían empeñado abiertamente su prestigio personal y político. Para el general fascista lo más importante era impedir el apoyo soviético donde más vulnerable era: en el mar y en los puertos. Remitió varias recomendaciones de acuerdo con Sperrle: sería preciso bombardear Madrid sin miramiento alguno. Si no podían interrumpirse los suministros soviéticos, habría que intervenir con grandes unidades. En Berlín se debatió la posibilidad de reforzar la Cóndor con diez mil “voluntarios” de las SS y otros tantos “camisas negras” en uniforme español y bajo mando italo-alemán o, al menos, con un Estado Mayor conjunto con los españoles. Se barajaron otras ideas. Mussolini sugirió alternativamente el envío de grupos reducidos que se encuadraran en la Legión o en las fuerzas que designase Franco o bien que oficiales alemanes e italianos instruyesen a las tropas españolas. También podría crearse un Estado Mayor italo-germánico, intensificar la guerra naval y bombardear puertos, etc. El 21 de diciembre los trabajos de planificación contemplaron la posibilidad de trasladar a España 20.000 hombres de los cuales casi un tercio procedería de las SS. Hitler, sin embargo, preferió esperar. Los italianos estaban por lo demás en estrecho contacto con Franco y habían sugerido la formación de brigadas mixtas, idea que tampoco cayó bien. Fue entonces cuando Faldella anunció al ya casi invicto Caudillo (tras el fracaso de Madrid) la próxima llegada a Cádiz de 3.000 “camisas negras” y le propuso que se distribuyeran entre las distintas fuerzas pero conservando sus propios oficiales. Tal enfoque tampoco tuvo recorrido. Franco hubiese preferido divisiones alemanas e italianas bien equipadas y entrenadas y no milicianos, reclutados deprisa y corriendo. Al fin Mussolini decidió enviar muchos más soldados y elementos de la Milicia fascista. No se desplegarían mezclados con unidades españolas. Actuarían de manera autónoma, en formación cerrada, bajo el mando de oficiales propios y en colaboración, eso sí, con el alto mando franquista. Era como -salvando las distancias- ocurría con la Cóndor. A Franco no le gustó la idea pero evidentemente no pudo negarse a tal apoyo. No se muerde la mano que da de comer. Salvo en el rechazo a ciertas ideas italianas más o menos torpes no hemos detectado que tampoco hubiera negociaciones en sentido estricto, porque cuando Mussolini se cansó de lanzar sugerencias procedió al envío de más
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contingentes de fuerzas regulares y de milicias. Se conoce la cadencia de envíos de unos y otros a lo largo de la guerra civil. Dos aspectos relativos a la coordinación estratégica y operativa revisten particular importancia en el presente ensayo. Las potencias del Eje habían tenido experiencias diversas pero en cierto modo paralelas en el curso de la Gran Guerra. En bandos contrarios, cada una había tenido que acomodar mínimamente su estrategia con la de sus aliados. Alemania con Austria-Hungría y Turquía. Italia, con la Entente francobritánica. En los planos operativo y táctico, sin embargo, sus respectivos soldados habían luchado prácticamente solos contra el adversario. Italia contra el Imperio austro-húngaro y Alemania contra Rusia y la Entente. Tal no era el caso, ciertamente, de los aliados. Los británicos y las tropas de la Commonwealth combatieron codo a codo en los campos de Francia. Más tarde se añadieron los norteamericanos. Las experiencias de coordinación que ganaron a todos los niveles fueron inmensas. Por el lado español la situación tenía otros ribetes. El ejército en su conjunto carecía de la menor experiencia de combate al lado de fuerzas extranjeras, salvo la muy mínima de cooperación con Francia en Marruecos en 1925. A no ser, claro, que nos remontemos a la presencia de fuerzas británicas durante la guerra de la independencia. En 1936, más de un siglo después, franquistas y republicanos tuvieron que improvisar para integrar a importantes contingentes de tropas alemanas, italianas, marroquíes, internacionales y soviéticas. En el caso franquista los moros reclutados pasaron a formar parte de las fuerzas de Regulares pero con alemanes e italianos la solución fue muy diferente. Quien esto escribe ha encontrado documentación que permite intuir cómo se formalizó la cooperación operativa franquista con la aviación alemana a partir de la llegada de la Cóndor. Innecesario es señalar que hasta el momento, que yo sepa, pocos historiadores pro-franquistas han querido lidiar con estos temas, salvo el coronel de Montoto que no oculta que hubo dificultades para que Kindelán ejerciera el mando supremo de las tres aviaciones hasta que, por fin, “su autoridad fue plenamente aceptada por italianos y alemanes”. Desgraciadamente no dice cuándo lo consiguió (p. 254).
PROTOCOLOS DE COLABORACIÓN CON LA AVIACIÓN EXTRANJERA Desde el punto de vista operativo lo más urgente fue determinar la forma de insertar las actuaciones de los aviadores foráneos en los planes del mando franquista. En este sentido, italianos y alemanes estaban en el mismo nivel. Tenían cadenas de mando propias, estructuras verticales y la posibilidad de
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acceder a Franco y/o, por debajo de él, a sus generales. Nunca hubo mandos conjuntos porque eran inaceptables para el endiosado Generalísimo, muy celoso de su autoridad, y porque probablemente la fórmula hubiese creado mayores problemas. La inserción de las actuaciones en el plano operativo fue lo más fácil de abordar entre militares por muy diferentes que fueran sus culturas respectivas. Se hizo mediante lo que, en terminología moderna, podríamos denominar “protocolos de actuación”. En su tiempo descubrí en los archivos militares españoles muestras de la coordinación implantada con la Legión Cóndor. Es de suponer que también abarcaría la Aviazione Legionaria, aunque en este caso se plantea la relativa autonomía de la Aviación de las Baleares, que solía recibir órdenes directas de Roma. Tal coordinación, que ¡sorpresa, sorpresa!, ningún historiador pro-franquista (tampoco el general Jesús Salas Larrazábal) ha tenido el menor interés en alumbrar, se muestra en la utilización de formularios estandarizados de la Jefatura del Aire, Estado Mayor, sección 3ª, es decir, Operaciones. En ellos se especificaba el objetivo deseado para una y otra fuerza aérea. Como era habitual entre españoles los formularios se dividían en tres secciones: información, misión y ejecución. En la primera figuraban apartados sobre la situación propia, informes sobre el enemigo y la misión de otras fuerzas aéreas (es decir, las propias y las italianas -o alemanas en su caso). La segunda sección, generalmente breve, establecía la misión de la unidad a la que se dirigía el formulario. En la tercera la ejecución se desglosaba en: idea general de la maniobra; constitución de la fuerza y organización del mando; condiciones de la ejecución; enlaces y comunicaciones y, eventualmente, prescripciones varias. Los formularios tenían espacio para los destinatarios y las copias. Iban numerados correlativamente. De no haber sido destruída tanta documentación sobre la contribución italiana y alemana a la VICTORIA (con mayúsculas) habría habido menos dificultad en reconstruir las diversas manifestaciones de la coordinación entre las fuerzas franquistas y las del Eje desde el primer momento. Por desgracia, y en lo que se refiere a la Cóndor, que es lo que aquí nos interesa, quien esto escribe encontró hace años, al investigar el tema, solo tres formularios. Hubo, sin duda, millares. Alguien debería continuar la tarea. Con la estandarización es, sin embargo, posible hacerse una idea del tipo de coordinación de las actuaciones de las fuerzas aéreas extranjeras. Innecesario es señalar que debieron de haber sido objeto de algún tipo de acuerdo con alemanes e italianos. No era cuestión de imponerles por las buenas costumbres españolas. Repetimos que no se muerde la mano que da de comer.
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Tiene interés destacar que los protocolos encontrados datan de diciembre de 1936, tras la llegada completa de los efectivos de la Cóndor, que se produjo a lo largo de noviembre. Es posible, no lo sabemos, que ya se aplicaran antes. Dado que las órdenes de actuación parece que iban numeradas, quizá sea algo exagerado pensar que antes del 9 de diciembre ya se hubieran realizado un centenar y medio de operaciones con participación de aviones de la Cóndor. Tampoco conviene olvidar que en dos de los tres protocolos aparece el coronel von Richthofen (este era el empleo que se le reconoció en España, cuando en la Luftwaffe era teniente coronel). Se encargaba de la organización de las acciones. El número de órdenes se dispararía exponencialmente tan pronto como la aviación foránea al completo estuviera en condiciones de participar en combate en todos los frentes. En el plano operativo los mandos franquistas no dejaron que la Cóndor actuase como le viniera en gana. Esto es algo que se derivaba de las condiciones establecidas en Berlín para su traslado a España. Sperrle no estaba autorizado a imponer sus opiniones a quien era el jefe de un Estado formalmente reconocido por el Tercer Reich. De aquí que se produjera un toma y daca en multitud de ocasiones, tanto al nivel de ambos como en los inferiores. En este último caso los escalones inferiores habrían de ir con cuidado para no pelotear las decisiones hacia arriba si no era absolutamente necesario. Los protocolos especificaban con exactitud el objetivo. Por ejemplo, el 9 de diciembre de 1936 se trató de aprovisionar el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza; el 13 de bombardear tres localidades (El Carpio, Montoro, Bujalance) y las trincheras avanzadas enemigas y el 19 de reconocer las vías de comunicación que conducían a la zona de operaciones de Córdoba. Tres tipos de actuación muy diferentes entre sí. Naturalmente tuvo que haber muchísimos más. En los casos anteriores las referencias fueron la orden del general en jefe del Aire o la del general en jefe del Ejército del Sur, es decir, de Kindelán y Queipo de Llano respectivamente. No hay que ser un lince para suponer que en la campaña del Norte serían Kindelán y Mola. Las misiones se detallaron como sigue: Orden nº 162: “arrojar víveres y demás efectos que se le entregen en la zona del Santuario de la Virgen de la Cabeza, marcada con una cruz blanca sobre el terreno”. Orden nº 170: “bombardeo de los pueblos El Carpio, Montoro y Bujalance. En el El Carpio debe bombardearse con preferencia el castillo por estar fortificado. Asímismo bombardear los atrincheramientos enemigos que se marcan en el croquis ametrallando al personal descubierto”. Avancemos que esto constituye un antecedente de lo que ocurrió en Gernika.
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Orden nº 178: “reconocimiento del ferrocarril desde El Carpio hacia la parte de Valdepeñas (Ciudad Real) y otro por la carretera de Jaén hacia Albacete”. La idea general de maniobra, en los respectivos casos, fue la siguiente: a) “dirigirse primero a Córdoba, al pasar por cuyo aeródromo despegará una patrulla de Fiat”; b) “rebajar la moral de las fuerzas enemigas situadas en estos pueblos” y c) “saber si el enemigo lleva refuerzos hacia la zona de operaciones”. Sobre la constitución de fuerzas se estableció lo siguiente: a) “aparatos números 22-75 y 22-93”; b) “las fuerzas de la Legión Cóndor se organizarán en la forma y mandos que determine el coronel Richthofen”; c) “en la forma que ordene el coronel Richthofen”. Este era, en aquellos momentos, el jefe de Estado Mayor de la Legión. En cuanto a las condiciones de ejecución se fijó: a) “al regreso tomarán tierra en Córdoba donde cargarán de víveres para hacer un segundo servicio”; b) “queda a la iniciativa del coronel Richthofen. Los bombardeos se efectuarán durante el día 14 de diciembre”; c) “las que determine el coronel Richthofen. Este reconocimiento debe hacerse en el día de hoy y comunicar a la torre de mando del aeródromo de Tablada lo más rápidamente posible el resultado del reconocimiento”. Sobre enlaces y comunicaciones se dispuso: a) “obsérvense los paneles y señales que tengan puestos los defensores del Santuario y Lugarnuevo”; b) “además de las de la Legión Cóndor nuestras fuerzas emplearán la clave de paneles adjunta”; c) “conocidos”. En prescripciones varias se observó para la segunda operación: “mientras tanto no se ordene lo contrario durante el día 14 no efectuarán vuelos sobre Albendín, Valenzuela y Porcuna ni carretera que une estos tres pueblos”. En el caso de la primera operación, y en el subapartado “misión de otras fuerzas aéreas”, se indicó que “del aeródromo de Córdoba despegará una patrulla de Fiat que les acompañará en servicio de protección”. Para la segunda, “no actuarán sin previo aviso ninguna otras fuerzas aéreas distintas de las de la Legión Cóndor”. En definitiva, los protocolos se cursaban desde la Jefatura del Aire o desde la del Ejército del Sur. Esto es muy importante. Se especificaban objetivos y modalidades; se dejaba un amplio margen organizativo a von Richthofen y se establecían formas de cooperación con otras fuerzas aéreas,
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italianas o españolas. Si, como ocurrió en el primer caso, los Fiat debían asegurar la protección de los transportes alemanes, el jefe de la patrulla correspondiente recibía una copia del protocolo30. Se observa que, con todas las imperfecciones que se quieran, ni alemanes ni italianos obraban a su antojo. En mi epílogo a la actualización del libro de Southworth mencioné varios ejemplos, todos ellos de marzo, como muestra de que la Legión Cóndor era extremadamente escrupulosa a la hora de informar a la Jefatura del Aire y a la Aviazione Legionaria de las operaciones que realizaba, con qué aparatos, qué peso de bombas arrojaba y de cuáles, qué resultados se habían conseguido, etc. En la muestra que seleccioné los bombardeos se realizaron sobre Titulcia, Alcalá de Henares, Santander, Ocaña, Tremps, Brihuega, Guadalajara, Alcázar de San Juan y otros objetivos. Los vuelos de los aviones de reconocimiento aportarían más datos. Es decir, la coordinación funcionaba31. Ahora bien, tampoco ello significa que los alemanes siguieran como autómatas todos los deseos del jefe del Aire o del propio Franco. Este es un tema muy significativo de cara a esclarecer las responsabilidades por el bombardeo y destrucción de Gernika. Para acercarnos a este momento conviene traer a colación un ejemplo que demuestra la subsistencia en abril de 1937, poco antes de la acción contra la villa foral, de las condiciones con las que el Tercer Reich prestó la Cóndor a Franco. Se trata de un tema importante porque desde los años del franquismo tardío, cuando ya era imposible negar la actuación alemana, los historiadores y publicistas pro-franquistas argumentaron (y algunos siguen haciéndolo) que había sido una operación efectuada sin conocimiento del “mando nacional” o, por lo menos, de Franco, cuya figura para la HISTORIA había, y hay, que salvaguardar en todo lo posible.
UN SIGNIFICATIVO CHOQUE ENTRE FRANCO Y SPERRLE Debemos recordar que la primera condición fue que Sperrle debía depender directamente del Generalísimo. Era responsable solo ante él de las medidas que tomase. ¿Habría cambiado tal condición cuando la Legión Cóndor participó en la campaña del Norte y se produjo el bombardeo de Gernika? Numerosos historiadores siguen sin abordar las implicaciones de un choque entre Sperrle y Franco que ya denuncié hace cuarenta años. Mucho menos aún sus antecedentes. Si esto no es escribir sesgados, no se me ocurre cómo podrían caracterizarse sus procedimientos de búsqueda de la verdad documentable.
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Poco antes de que empezara la ofensiva en el Norte el comandante en jefe de la Cóndor hizo presente a Franco que era preciso contar con dos o tres brigadas más que las previstas y dotadas de la suficiente artillería para alcanzar la deseada ruptura del frente32. Franco no aceptó. Con obligada sobriedad, el análisis posterior alemán de la campaña recogió tal carencia que, señaló, tuvo lamentables consecuencias. Fue una primera discrepancia. El 2 de abril de 1937 Sperrle se dirigió a Kindelán indicándole que si las tropas no avanzaban con mayor rapidez no se entraría en Bilbao en el plazo previsto. El tan alabado historiador militar franquista, coronel Martínez Bande, en su narrativa de la campaña consideró que el juicio era un tanto sombrío, aunque con un fondo de verdad. Tuvo incluso la amabilidad de reproducirlo33. No comentó sin embargo los datos fácticos de la nota. ¿Fue renuente la artillería? ¿Disparó poco o mucho? ¿Había fuerte resistencia o no? ¿Hizo caso Franco de la invitación a visitar el frente? La suya nos parece una forma un tanto curiosa de analizar y contextualizar un documento. Es más, el 11 de abril Sperrle subrayó, esta vez ante Franco, que si las operaciones llevaban tanto tiempo era porque no se había contado desde el primer momento con fuerzas suficientes. Es decir, Sperrle presumiblemente se sintió obligado a “pasar” de Kindelán y dirigirse a la mayor autoridad del preclaro Caudillo. Por lo demás no estaba solo porque incluso el teniente coronel Antonio Barroso, jefe de la Sección de Operaciones del Cuartel General, pidió a Franco el refuerzo de las brigadas34. No entraremos a enjuiciar si habría sido posible o no aumentar los efectivos. Martínez Bande se inclinó por la negativa con un argumento capcioso. No se disponía entonces de la gran masa de maniobra necesaria para estas operaciones. Representativo de la forma en que los historiadores militares franquistas escribían la historia es el hecho de que tan distinguido coronel, artillero, regurgitando la documentación que entonces monopolizaba el Servicio Histórico Militar y a la que era difícil, cuando no imposible, acceder, se “olvidó” de abordar un aspecto fundamental, pero que probablemente le pareció despreciable. Nos expresamos con un toque de ironía porque Martínez Bande ignoró la reacción de Franco al repetido “toque” de Sperrle, en el supuesto de que a Kindelán no se le hubiera olvidado dar cuenta del primero. Fue inmediata. Al día siguiente, 12 de abril, Franco solicitó al mando alemán que enviase al frente de Madrid todos aquellos aviones de que la Legión Cóndor pudiera prescindir en el Norte pues se necesitaban con urgencia en la región Centro. Es decir, a la queja de Sperrle le respondió con el clásico “si no quieres café, toma tres tazas”. Ignoramos, claro está, lo que pasó por la mente del invicto estratega. Tenía sus razones que veremos más adelante. Se equivocó rotundamente.
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Sperrle no le hizo el menor caso. Como suena. Es más, le respondió el día 14 por escrito y lo hizo en alemán. No se molestó en ordenar a algún traductor de la Cóndor (los había y en número considerable) que lo pusiera en castellano. Dejó absolutamente en claro, sin la menor sombra de duda, la relación entre el Caudillo y él en cuanto al empleo de la Cóndor. No se trató de una respuesta diplomática y sí muy contundente. Decía -en traducción- así: “Le informo nuevamente que tengo órdenes tajantes de utilizar la Legión Cóndor solo en bloque, de acuerdo con sus instrucciones, y no en partes aisladas. En estas condiciones se puso la Legión Cóndor bajo mi mando a disposición de V.E. en noviembre del pasado año”35. Es decir la primera condición de 1936 subsistía plenamente poco antes del bombardeo y destrucción de Gernika. También, esto es obvio, subsistía la cualidad de Franco de emisor de órdenes, pero sujeta a la restricción aceptada por él. Podría argumentarse que quien esto escribe exagera. No es así. Probablemente fue una de las gotas que colmaron el vaso de otras fricciones entre Franco y Sperrle en torno a las modalidades de colaboración de la Legión con el mando español. Es una hipótesis que no carece de consistencia, visto lo que ocurrió después, y que de nuevo los historiadores franquistas, empezando por Martínez Bande y llegando a Salas Larrazábal, silencian alegremente. Como es obvio Sperrle comunicó a Berlín lo sucedido, es decir, consideró el episodio suficientemente grave. Esto es lo único que puede explicar que en el choque interviniese nada menos que el propio ministro de la Guerra desde la capital del Tercer Reich, el mariscal Werner von Blomberg. Es la única ocasión que conozco en que lo hizo. Se plasmó en un escrito dirigido a Franco. El mismo día en que recibió el telegrama de Sperrle, 14 de abril, envió una comunicación que no han interpretado ni mencionado los autores pro-franquistas. Decía así: “En el interés de la tropa y de un éxito militar debo insistir en que la Legión Cóndor actúe siempre en bloque bajo las órdenes de su general en jefe, siempre y cuando este no decida de por sí y bajo su responsabilidad hacer una excepción”36. Es decir, existía una cierta flexibilidad. Sperrle podía, bajo su propia responsabilidad, autorizar una utilización algo menos estricta de la unidad bajo su mando, siempre y cuando pudiera defender tal excepción ante Berlín. No se trataba de imponer a Franco un ultimátum. Llama poderosamente la atención que el mensaje de von Blomberg se transmitiera en excelente castellano. Sin duda
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en el Tercer Reich no se quiso dejar al azar de una traducción local la eventualidad de una mala interpretación por parte de Franco. Lo que antecede significa que, en la campaña del Norte, Sperrle tuvo una cierta proclividad en utilizar su fuerza aérea en masa, aprovechando la capacidad de ariete de la Cóndor. Ni que decir tiene que ni el Gobierno vasco ni el republicano disponían de una fuerza aérea que oponerle en plan de escudo. No es de extrañar que nazis y fascistas se enseñorearan del cielo. Los protocolos que hemos examinado y la situación de dependencia flexible de la Legión Cóndor con respecto a Franco, vía Sperrle, muestran a mi entender el tipo de relación entre la aviación y el apoyo alemanes con el mando franquista. No hubo negociaciones en lo que se refiere a las grandes decisiones en la cúpula. Sí hubo contactos en el plan operativo y táctico en los que, lógicamente, los nazis debían tener en cuenta los deseos españoles pero no hasta el punto de ignorar los planteamientos estratégicos. Xabier Irujo ha explorado detenidamente estos contactos.
LA GÉNESIS DE LA CAMPAÑA DEL NORTE Los grandes historiadores militares pro-franquistas que han abordado tal campaña (pensemos en el coronel de Artillería Martínez Bande y en el general de división en el Ejército del Aire Salas Larrazábal) hicieron un esfuerzo sostenido y auto-alimentado por excluir el vector alemán en su origen. Quizá, por motivos “patrióticos”. Que una de las operaciones estratégicas de la guerra civil tuviera en su génesis un componente nazi no podía ser bien visto por la historiografía “nacional”. Ambos fueron extremadadamente cuidadosos a la hora de extirparlo. Ninguno consultó, en particular, documentos alemanes ya entonces disponibles. Debemos concentrar nuestra crítica sobre Salas quien, en las diferentes versiones de su monografía sobre el bombardeo y destrucción de Gernika, ocasionalmente afirma que acudió a ellos. La tradición persiste hoy: ni el coronel de Montoto ni el coronel Medina, que escribe sobre las operaciones terrestres, mencionan el input alemán. El primero (pp. 256s), astuto, afirma que Franco y Kindelán “convencieron a Sperrle para que desplegara en el frente de Vizcaya a casi toda la Legión Cóndor. Además, pusieron bajo su mando a unidades de la Aviación Legionaria”. Es cierto, pero de ello no se infiere necesariamente que ni Franco ni Kindelán puedan irse de rositas en lo que a Gernika se refiere. El citado coronel, prudente o sabiamente, se abstiene de entrar en este temita porque, para él, fue Sperrle quien arremetió, por las buenas, contra la villa foral donde “causó más de 100 muertos en la población civil”. ¡Tres hurras a tan distinguido militar!
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El relato alemán oficial sobre la campaña del Norte empieza con el siguiente análisis: “El fracaso de los ataques de los nacionales contra Madrid y la ofensiva de Guadalajara en febrero y marzo de 1937 obligaron a adoptar nuevas decisiones operativas. Había que intentar compensar los indeseados efectos políticos de tales tortazos mediante actuaciones en otros frentes y evitar que la iniciativa pasara al enemigo. En este sentido el comandante en jefe de la Legión, general Sperrle, insistió cerca del Generalísimo a que se tomara alguna decisión”. Observamos, pues, cómo Sperrle materializaba su papel de consejero y asesor de Franco. Era consciente de la situación que en DKN se describió como sigue: “No existían reservas operativas en formación cerrada. La capacidad combativa de las fuerzas en el frente de Madrid estaba quebrada por el momento. No cabía contar con las brigadas italianas por el momento. El Ejército del Sur estaba cansado. El ataque contra el frente Córdoba-Don Benito-Toledo, que el general Sperrle había aconsejado repetidamente, no podía realizarse en aquellas circunstancias. En el extenso frente de Aragón se mantenía la calma, con independencia de algunos avances locales. La fuerza y condiciones de las tropas no permitían llevar a cabo ataques de grandes dimensiones”. ¿Y en el Norte? Escasas posibilidades de ofensiva en el arco Oviedo-León pero en la parte oriental… Aquí el relato alemán se hizo eco de las presiones de Mola durante meses para obtener más recursos con que reforzar sus brigadas navarras con aviación y, sobre todo, con artillería para avanzar rápidamente hacia Bilbao37. Teniendo en cuenta que DKN es un relato de las operaciones militares no puede sorprender que el trasfondo político quede minidimensionado, pero lo cierto es que desde el mes de enero, si no ya en diciembre, los alemanes habían empezado a pensar en una ofensiva en el Norte. Mola, a quien los grandes historiadores franquistas rinden el homenaje de haber lanzado la idea, no les anduvo a la zaga porque formalmente sus concepciones las reflejó en un proyecto datado el 26 de enero. Antes del 9 de febrero el general en jefe de la 6ª División, Solchaga, había preparado un boceto de plan de operaciones. ¿Pero qué había detrás? Nos parece obvio que los constantes apremios de Sperrle no pudieron ignorarse indefinidamente. El comandante en jefe de la Cóndor no pensaba que la suerte de la guerra pudiera decidirse rápidamente en el Norte, pero sí que favorecería la superioridad moral y material franquista (en
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esto coincidía con otros militares españoles) y la recuperación del prestigio de sus armas. Todo ello sería un aliciente para lograr una victoria en la región central. El relato alemán no dejó de aludir al aliciente adicional de las reservas mineras y fabriles de Vizcaya, algo que interesaba sobremanera en la estrategia global (no solo militar) del Tercer Reich en España. Franco fue, sin embargo, difícil de convencer. Hasta el 20 de marzo no dio la luz verde. Su cautela no cabe sobreestimarla. Nunca tuvo prisa, pero ante la presión de sus propios militares y de Sperrle no opuso otra alternativa. Sabemos que inmediatamente von Richthofen empezó a discutir los detalles el 24 de marzo y que, como ha señalado Irujo, estuvo en permanente contacto con Vigón. Se multiplicaron las reuniones en Vitoria y Burgos. Es verosímil que hubiese controversias. Nazis y franquistas tenían concepciones diferentes sobre la forma de hacer la guerra. Sperrle y su jefe de Estado Mayor no desaprovecharon la ocasión de pasar a sus aliados sus propias ideas sobre el empleo de la aviación. Según DKN von Richthofen subrayó que había que conjuntar toda la potencia aérea disponible para impulsar el avance. Tras largas discusiones los españoles aceptaron las ideas alemanas ya que, por la cuenta que les traía, las fuerzas de tierra franquistas deseaban tener la mayor coordinación posible con la aviación. De lo que antecede se deducen, sin la menor dificultad, dos nociones. La primera es la primacía de Franco como Generalísimo, algo que nadie discutía. La segunda es que españoles y alemanes empezaron a poner en pie los puntales para sostener una estrecha coordinación operativa y táctica. Se mantuvo, con pleno conocimiento de todos los escalones implicados en ella, desde la jefatura de las unidades de tierra, pasando por Vigón y Mola y llegaba hasta Kindelán y Franco. Subsistía plenamente en el aciago 26 de abril de 1937. ¿Cabría hablar de “negociaciones”? Solo hasta cierto punto porque, en el decisivo aspecto del uso de la fuerza aérea, los alemanes tenían gran experiencia y nunca fue cuestión prescindir de ella, como lo demuestra el choque FrancoSperrle aludido.
LOS ESFUERZOS DE EXONERAR DE RESPONSABILIDAD AL MANDO FRANQUISTA La vieja y escasamente honorable actitud de querer mantener impoluto el honor de Franco echa sus raíces en la repercusión internacional del bombardeo y destrucción de la villa foral. Sigue viva en la actualidad, con las modificaciones oportunas. Hay diversas formas de presentarla. La primera, arquetípica, consiste en ignorar la cuestión. Es lo que hace el coronel Medina Dávila. La segunda estriba en echar la culpa a Sperrle. Es lo que hace el coronel de Montoto. Son en mayor o menor medida seguidores del general Jesús Salas Larrazábal quien, con malas artes y numerosas tretas,
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oscureció todo lo posible la cooperación estratégica, operativa y táctica entre alemanes, italianos y el ejército comandado por Mola. Con nuevos acentos me veo obligado a situar en esta tradición la reciente obra de Muñoz Bolaños, más sofisticada que las anteriores. Este autor (p. 181) niega que existiese un mando unificado “en la aviación sublevada, más allá de la jefatura suprema que Franco ejercía, actuando la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria con “autonomía excesiva” “. Se basa para ello en una interpretación, en mi humilde opinión un tanto peculiar, de una carta que Kindelán escribió a Franco el 12 de abril (pp. 177-179). En primer lugar, el Jefe del Aire alabó en ella las altas dotes de los mandos italiano y alemán, pero para introducir su queja: “no existe la necesaria unidad de mando de las Fuerzas Aéreas, que proceden con excesiva autonomía, con perjuicio en muchos casos del Ejército de Tierra”. Lo que hemos puesto en itálicas gruesas acota radicalmente dicha autonomía. Kindelán lo amplió como sigue: “A veces por la autonomía excesiva de las aviaciones italiana y alemana se desaprovechan excelentes ocasiones de actuar desde el aire y en otras se deja en situaciones difíciles o incómodas a algunas tropas, por no obedecer los mandos aliados las indicaciones V.E. por mi transmitidas”. Obsérvese que Kindelán se refiere exclusivamente a la coordinación tierra-aire, algo no de extrañar en unos momentos en que se realizaba por primera vez en la guerra (con la aviación desempeñando con frecuencia el papel de la artillería). Ahora bien, el último renglón indica que Franco, como es lógico, seguía de cerca el desarrollo de la campaña. Es decir, si daba indicaciones de cómo proceder, cabría pensar que incluso también pesaba sobre las decisiones de Mola, jefe del Ejército del Norte. ¿O dejó que Mola fuese a su aire? ¿Se abstuvo Franco de dar indicaciones respecto a cómo proceder en Gernika? ¿Las dio y han desaparecido? Pero lo importante, y en lo que no repara demasiado Muñoz Bolaños, es que Kindelán no hacía referencia al Norte. Se refería a otra geografía. El ejemplo que adujo para mostrar a Franco lo bienfundado de su “queja” lo hacía a la región central. Según él, los mandos de la aviación juzgaban la situación general “con arreglo a su propio criterio, fundado en las informaciones fragmentarias o insuficientes que poseen, o deformado por prejuicios doctrinales. Así ha sucedido recientemente, con ocasión de las reiteradas órdenes de acción cooperante con las tropas de la División Reforzada de Madrid, duramente atacadas, órdenes hasta hoy incumplidas”.
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De este párrafo pueden extraerse dos conclusiones. La primera es que a Kindelán los temas de doctrina quizá le importaran un pimiento. No sé hasta qué punto seguía la evolución del pensamiento en materia de innovaciones en la guerra aérea. Podría haberse quedado rezagado. O no. Carezco de información al respecto. La segunda es más importante. Kindelán no aludía al Norte. Sin duda había pedido auxilio a alemanes e italianos, concentrados esencialmente en el frente de Vizcaya, para que le enviaran unos cuantos aviones. Y, claro, Franco le hizo caso. El mismo día en que Kindelán le escribió la anterior carta llamó a Sperrle y le transmitió el deseo del jefe del Aire. Esto es lo que explica el choque entre ambos que tuvo lugar en aquella fecha. Kindelán tuvo que enterarse. Esto no lo percibe, por desgracia, Muñoz Bolaños. Item más. Muñoz Bolaños ignora las implicaciones de un cruce de cartas que los días anteriores a la “queja”, Kindelán había tenido con Sperrle. El jefe del Aire había propuesto el 10 de abril una determinada distribución de las fuerzas aéreas en los frentes de la campaña del Norte, un aspecto fundamental. La respuesta, al día siguiente, fue el pleno acuerdo del general en jefe de la Cóndor con una única excepción. Una determinada escuadrilla (la comandada por Rudolf von Moreau, la Versuchsbomberstaffel VB/88) no era lo bastante fuerte ni lo suficientemente independiente para actuar sola. Disponía de aviones de prueba exclusivamente y no estaba en condiciones de atender las propuestas españolas. Es un tema significativo. Kindelán probablemente no aceptó esta argumentación y consiguió que, por razones no explicadas, el Generalísimo decidiera otorgar a la mencionada escuadrilla una condecoración. Sperrle se opuso de nuevo con mejores razones. El 9 de junio el alemán escribió a Kindelán una carta extremadamente cortés, pero firme. Le agradeció la idea pero rogó que no se llevara a cabo porque la escuadrilla hacía tiempo que se había disuelto, con la excepción de su comandante, y había sido sustituída por otro personal. No era posible distinguir a una escuadrilla por encima de otras que también cumplían con su deber: equivaldría atentar contra los principios, como soldados y como nacionalsocialistas, de los componentes de la Cóndor. Si el Generalísimo deseaba distinguir a todos ellos, nada se opondría pero sería conveniente hacerlo al final de su misión. No sé porqué Kindelán se había empeñado con von Moreau. Volviendo a la carta del 10 de abril debo subrayar que el tema de la región central había surgido ya entre ambos generales. De aquí que Sperrle terminara su misiva de aceptación diciendo a Kindelán que “tan pronto como concluya la acción contra Bilbao no habría el menor inconveniente en que una parte esencial de la Legión Cóndor se destinara a las operaciones en el centro”.
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Es decir, Sperrle siguió las indicaciones de Kindelán sobre el despliegue en el Norte y le prometió atender a su petición para la región central tan pronto como fuera posible. Después, ya fuese Kindelán o el propio Franco terciaron en favor de von Moreau. La “queja” del jefe del Aire al Generalísimo resulta ser la manifestación de un “pique” entre Kindelán y Sperrle y que el primero peloteó hacia arriba. No es relevante para esclarecer la situación respectiva de los mandos español y alemán y habla más en favor de la preeminencia del primero, siempre que estuviese cubierto por Franco. Muñoz Bolaños (p. 144) cita igualmente otra carta del 29 de marzo de Vigón a Kindelán pero, en mi opinión, tampoco la interpreta adecuadamente. En ella el jefe de EM de las Brigadas de Navarra escribió que “no sabíamos aún vuestra idea. Yo desearía que de no tener tú el mando, lo conservasen v. Sanders (sic, Sperrle) y v. Richthoffen (sic) con quien espero ir muy bien”. Ello sirve de base a tal autor para afirmar que “ocho días antes del inicio de la ofensiva, el mando operativo de la campaña, no tenía ningún conocimiento sobre el papel que correspondía a esta arma y, lo que resultaba aun más extraño, quién la iba a mandar”. Es una interpretación, en mi modesto entender, muy exagerada. Vigón esperaba que Kindelán estuviera al frente de la Aviación (Franco lo decidió así el 29 de marzo) pero el retraso en decidir no correspondía a Sperrle sino al Generalísimo, teniendo en cuenta las condiciones de utilización habitual de la Cóndor. Muñoz Bolaños deja de lado que, en la misma carta, Vigón explicó a Kindelán algunas propuestas como si fuera a este a quien correspondiera decidir. Nada mejor que citarlas extensamente: “Quería decirte: 1º Que me parecía indispensable [subrayado] que contribuyésemos a rehabilitar el crédito de las armas italianas, por razones buena política externa; 2º Que para ello deberíamos facilitarles las cosas, asignándoles misiones sin riesgo; utilizarlos solo en apariencia; 3º asociarlos a nuestros éxitos -si Dios nos los otorga- con la máxima generosidad. Todo ello, sin exponerlos, ni exponernos, a un paso atrás poco elegante”. Es decir, Vigón proponía hacer uso de la Aviazione Legionaria de cierta manera, en particular tras el desastre de Guadalajara, pero es obvio que no se hubiera dirigido así a Kindelán de no haber tenido este capacidad de disposición. La alternativa que eligió Franco fue poner a los italianos bajo el mando operativo alemán. Pero, en todo caso, la “Orden general de operaciones” para las Brigadas de Navarra del 10 de abril señaló que la forma de cooperación entre las mismas y la aviación “tanto en la preparación como durante la ejecución del ataque, será establecida por el Jefe de las Fuerzas Aéreas”. ¿Y quién era?
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Kindelán. Afirmar, como hace Muñoz Bolaños (p. 181) que “no existía un mando unificado en la aviación sublevada más allá de la jefatura suprema que Franco ejercía” no es sostenible. Los choques Kindelán-Sperrle y Sperrle-Franco fueron chiquitos en comparación con el que se produjo entre Mola y Sperrle. El general en jefe del Ejército del Norte, un terrorista sin fisuras, empezó la campaña con la peregrina idea de arrasar la industria vizcaína y reruralizar Vizcaya. La entrada del diario de von Richthofen del 2 de abril, al tercer día de campaña, recoge que Mola le pidió que la aviación destruyera Bilbao. Como suena. El alemán se negó y se produjo otro choque. Hubo que buscar una salida. Estribó en bombardear duramente una fábrica de pólvora en Galdácano. Von Richthofen, en cualquier caso, pidió la orden por escrito. Mola quiso zafarse endosando el “muerto” a Vigón. De nuevo el jefe de EM de la Cóndor se negó a aceptar tal solución que hubiese provenido de un jefe de su mismo rango. Mola tuvo que aguantarse y la firmó. Se llegó a un compromiso. El 24 de abril mientras una escuadrilla lanzaba el ataque contra la fábrica, von Moreau se dirigió contra el aeródromo y las instalaciones portuarias bilbaínos. Dos días más tarde operó sobre Gernika. Nada de ello aparece en la correspondencia entre Vigón y von Richthofen que he consultado. Tampoco, por cierto, sobre Gernika. En consecuencia, sin entrar en más tediosos detalles, me parece que la exoneración de Kindelán en el complejo de responsabilidades por el uso de la Aviación en Gernika es insostenible. Con independencia de las muestras de la colusión, que ya expuso Soutworth y reafirmó quien esto escribe, entre él y Sperrle a la hora de escurrir el bulto tan pronto trascendió internacionalmente el escándalo del bombardeo.
¿POR QUÉ DESTRUIR GERNIKA? La respuesta a esta pregunta ha generado centenares de libros y artículos. Muchos de ellos, de tipo pro-franquista y publicados tanto en España como en el extranjero, basados en suposiciones, falacias y mentiras. Cabe aducir, y así lo han hecho numerosos autores, factores varios. Xabier Irujo ha resaltado incluso la significación del cumpleaños de Hitler (“Führertag”, el 20 de abril) y el deseo de Göring de ofrecerle un símbolo como regalo. Aquí solo nos interesa un solo aspecto, que hasta hace poco no se había documentado adecuadamente. Es decir, sin apenas posibilidad de rebatirlo. La profesora Schüler-Springorum encontró durante su investigación un documento con fecha 28 de mayo de 1937, casi al mes exacto del bombardeo, que demuestra inequívocamente que se trató de un bombardeo experimental con objeto de lograr el efecto de destrucción más amplio posible. Es
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decir, más o menos lo que se apreció desde el primer momento tras lo ocurrido y que el corresponsal de The Times londinense, George L. Steer, elevó al nivel de categoría. De entre los centenares de bombardeos de posiciones, villorrios y pueblos vascos el documento destacó el de Gernika como el final de una serie que había englobado a otros dos núcleos urbanos, Durango y Eibar. El primero fue bombardeado por los italianos con rompedoras de 50 kilos lanzadas desde una cota de mil metros de altura. Se alcanzó un porcentaje de daños que el feroz guerrero del aire estimó en el 50 por ciento. En Eibar las bombas también fueron italianas, de 100 kilos, e incendiarias y la cota de lanzamiento se redujo a entre 600 y 800 metros. El grado de destrucción fue, según tal documento, del 60 por ciento. [Hemos de suponer que con gran alegría de italianos, alemanes y franquistas]. En Gernika los tres aliados pudieron dar alaridos de gozo. Se logró un salto en la escalada utilizando rompedoras de 250 kilos (pero también se lanzaron varias toneladas de incendiarias). En ambos casos esta mezcla se hizo desde una cota similar a la de Eibar. La destrucción llegó en Gernika al 75 por ciento, en la estimación del autor del documento (en realidad fue superior). Este no tuvo inconveniente, un mes después, en poner los puntos sobre las íes. Con toda frialdad. Para la futura guerra en Europa el empleo de rompedoras de 50 kilos no le pareció conveniente porque no provocaba la total destrucción de los edificios. Era mejor acudir a las bombas de 50 kilos y, de cara a la destrucción de los bloques de vivienda, hacer uso de las técnicas de lanzamiento italianas. Ya podían echarse a temblar polacos, belgas, holandeses y, sobre todo, franceses, con casas similares a las de Euzkadi. Sobre la base de las experiencias adquiridas en Vizcaya el militar alemán recomendó el desarrollo de nuevas bombas rompedoras de entre 100 y 150 kilos. También le pareció deseable ensayar las posibilidades de lanzamiento con diversos tipos y formas de hacerlo. Trasladadas tales experiencias a las circunstancias existentes en Europa central y occidental, su consejo fue que convenía descartar en todo caso las bombas de 50 kilos. Vemos, pues, una división del “trabajo” entre italianos y alemanes, bajo los auspicios del jefe del Aire, por ver cómo se podía destruir más y mejor. Porque supongo que Kindelán y Franco no ignorarían los bombardeos de Durango y de Eibar. Me parece un tanto sorprendente el esfuerzo de evitar cualquier tipo de alusión que pudiera “manchar” la figura y el recuerdo de este general monárquico y no añadir su nombre al elenco en el que también figuran Vigón, Solchaga, Mola y Franco. El documento utilizado por Schüler-Springorum, firmado por el teniente coronel von Richthofen 2, no procede del jefe de Estado Mayor de la Cóndor. Por una casualidad, lo pergeñó otro jefe alemán del mismo apellido, pero de diferente nombre (Joachim), que trabajaba en el centro de operaciones
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que supervisaba la actuación de la Cóndor en Berlín. Es decir, estaba orientado al aprovechamiento de las enseñanzas extraídas de la destrucción de villas y pueblos en el Norte de España38. En cuanto a Mola se han publicado las memorias, escritas en 1980 pero no aparecidas hasta 2007, de B. Félix Maiz, su conocido secretario. Este caballero todavía defendió en fecha tan avanzada la culpabilidad de alguien que hasta ahora no ha aparecido en el presente ensayo, pero que se jaleó abundamente en los años franquistas hasta que empezó a producir risas: los dinamiteros “rojos”. Sus afirmaciones a este tenor se reproducen en el anexo. La responsabilidad por la destrucción de Gernika radicaba, según Vigón, en Moscú, por activa o por pasiva. En realidad, dado que Gernika era el último obstáculo de relevancia antes de proseguir el avance hacia Bilbao se le reservó, como ha demostrado Irujo, lo más granado del arsenal de que disponían las aviaciones del Eje en la España de Franco. Toda la cadena de mando franquista, desde la cúpula hasta Vigón, hombre de enlace permanente con la Cóndor, participó en las responsabilidades por su destrucción.
CONCLUSIONES Salvo documentación en contrario, que no he visto publicada, los dos aspectos que suelen ser fundamentales en toda cooperación militar entre Estados (la España franquista fue considerada como tal por las potencias del Eje tras su reconocimiento diplomático) como son la acogida de soldados extranjeros y su empleo en acciones militares no fueron objeto de negociaciones formales. Al menos, ninguno se reflejó en acuerdos o convenios, públicos o secretos, entre las partes. Si lo fue, no se han localizado todavía. En lo que a los suministros de material se refiere se establecieron mecanismos ad hoc. En un período inicial las potencias del Eje tomaron la iniciativa. Los primeros envíos respondieron a peticiones de los sublevados, pero las cantidades y modalidades suministradas las determinaron separadamente la Alemania nazi y la Italia fascista. Con el fin de facilitar el triunfo de la sublevación fueron mucho más allá de lo que los insurgentes habían solicitado. Una vez enviados pequeños contingentes alemanes e italianos al teatro de operaciones mejoraron las condiciones para que los mandos rebeldes hicieran llegar rápidamente sus deseos a Roma y Berlín. A veces se tuvieron en cuenta en sus estrictos términos. En ocasiones, no. Las potencias del Eje siempre abrieron y cerraron la espita según su propio juicio.
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Ahora bien, por razones logísticas y políticas, tanto Hitler como Mussolini se fijaron prontamente en el general Franco como receptor fundamental de la ayuda, una circunstancia aceptada por Mola. Este fue uno de los factores que determinó la preeminencia del futuro Caudillo y que, junto a su supuesto monarquismo, llevó a Kindelán a abogar por su elevación al mando único, militar y político. Franco se agarró a él, nunca por la gracia de Dios, y jamás lo abandonó. Los generales monárquicos se quedaron con un palmo de narices. En el presente ensayo me he limitado a abordar el período que discurre hasta el comienzo de la ofensiva en el Norte. De haber continuado a lo largo de toda la guerra hubiera podido demostrar que el único terreno en el que Franco mostró una resistencia numantina a las presiones nazis fue el económico. Terminó, en el otoño de 1938, con una sonora victoria alemana. El perro no suele morder la mano que le da de comer. En el caso italiano las negociaciones casi siempre fueron más fáciles y, al menos en el plano estratégico, Franco supo aprovechar hábilmente la derrota fascista en Guadalajara para imponer la concepción que ya había elaborado de una guerra larga que combinase ausencia de derrotas, avances sistemáticos y limpieza brutal de la retaguardia. Mussolini se inclinó. La combinación, demostrada poco antes del bombardeo y destrucción de Gernika, de la validez de la condición fundamental establecida en Berlín para el empleo de la Legión Cóndor y la estandarización de los “protocolos de actuación” de la aviación extranjera muestra la continuidad de la línea de mando que, pasando por el jefe del Aire (Kindelán), involucraba a Mola y llegaba diariamente al Cuartel General. Con independencia de otros factores que este ensayo no aborda es innegable que la utilización de la Cóndor no pudo efectuarse sin el consentimiento de los tres, bajo la suprema autoridad del último. El “estatuto” jurídico de las fuerzas alemanas no se aclaró nunca públicamente. Sin embargo, un apunte preparado para la reunión del Consejo de Ministros de 24 de junio de 1940 lo alumbra de forma mínima. Estaba entonces en discusión el nombramiento de una misión española que debía examinar los comprobantes alemanes de los gastos realizados con motivo de la ayuda en la guerra civil. Los vencedores consideraron la participación del Tercer Reich había tenido un carácter eminentemente político. El apoyo a Franco había sido una contribución a una empresa internacional de interés para ambos países. La guerra civil, se afirmó, “tuvo un indudable aspecto internacional y puede y aun debe ser considerada lucha precursora de la contienda mundial vigente”. Tal reconocimiento, para quien
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escribe evidente, es algo en lo que todavía algún sector de la historiografía pro-franquista no entra. Respecto a la Cóndor, la exposición al Consejo de Ministros confirmó que no se trataba de una tropa mercenaria sino de una tropa aliada del Ejército español. Esta característica la remachó en noviembre del mismo año el propio Franco al afirmar que durante la guerra se le habían hecho, por parte de las autoridades militares alemanas, de que dicha Legión era una fuerza germana en todos sus aspectos39. Lo que quedaba sobre la mesa sería una larga, y a veces dura discusión, sobre cómo repartir los gastos que la intervención del Tercer Reich en España le había ocasionado. La formulación anterior es lo más próximo a una identificación del estatuto de las fuerzas alemanas en España que he encontrado. Respondía, ciertamente, a la realidad de las cosas. Hitler y Mussolini fueron aliados de Franco y, por consiguiente, a los tres les corresponde su parte de responsabilidad en el bombardeo y destrucción de la villa foral. De los dos primeros cabría decir que no seguían el día a día en España. Del tercero no puede suponerse esto.
ANEXO “De las últimas notas recogidas en mi diario destacaremos (…) la interesante información sobre la destrucción de Guernica conocida por el jefe del Estado Mayor del Ejército del Norte, coronel Vigón, información procedente de México y Nueva York. Sobre este último asunto había terminado la guerra cuando llegó la información”. “Luego, estábamos en lo cierto”, me decía Vigón. El trío Sormenti, Siqueiros y Mink, agentes directos de Moscú, para que el caso Guernica tuviese influencia, tal vez decisiva en los medios internacionales, tanto en México como en Nueva York, habían alardeado de su trágica intervención en el arrasamiento de la villa vizcaína. En una conversación del pintor mexicano David Siqueiros con Julio Antonio Mella, dirigente del partido comunista en su país, y anulado por Vidali [coronel Contreras], confesó la acción de aquel grupo de dinamitardis en aquella terrorífica tarde de Guernica. “No llegaban los bombardeos de Franco y todo estaba a punto. Podíamos fracasar. Pensamos en Moscú. Por fin llegó un Junker. Descargó seis o siete bombas que estallaron en extremos apartados. El Junker se alejó en dirección al mar. De pronto explotó un convento de monjas. El hospital ardía. Gritaba la gente. Huían los hombres y mujeres con sus burros. Llegaron dos bombarderos más. Arrojaron tres o cuatro bombas que explotaron en el extremo opuesto de la ciudad. Entonces, a los tres o cuatro minutos, se oían nuevas explosiones y volaban trozos de la carretera a Bilbao. La confusión era horrorosa”.
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Los aviones se habían alejado y se escuchaban nuevas explosiones. ¿Bombas de tiempo? Nadie sabía en Guernica el episodio de los dinamitardis. En los equips de Sormenti hubo bajas, por castigo (….) Juan Vigón, general y ministro del Aire en los gobiernos del general Franco entre el 26 de junio de 1940 y el 20 de julio de 1945, hombre tenaz como su Director, el general Mola, persiguió toda clase de informaciones que pudiesen aclarar aquella operación tenebrosa ejecutada sobre Guernica para la cual ni el jefe del Cuartel General del Ejército del Norte, ni el jefe de su Estado Mayor habían contribuido. Le importaba a Vigón por su intervención en las citadas operaciones quedar libre de aquel título adjudicado a los conquistadores de Guernica. “No eran los verdugos de Guernica”. Los informadores norteamericanos ponían al mismo tiempo en conocimiento del genral Vigón que muy pronto se publicaría en la revista Bohemia, editada en La Habana, una sería de crónicas relativas a episodios ocurridos en la guerra civil española y todavía inéditos. No se tuvieron noticias referentes a tal revista”40. Fuente: Maíz, pp. 572s. Las itálicas y grafía son del original
NOTAS * El presente ensayo está dedicado a la memoria del Dr. Herbert R. Southworth y del profesor Manuel Tuñón de Lara, participantes entre otros en la mesa redonda de historiadores que conmemoró el XL aniversario de la destrucción de Gernika, en los albores de la recuperación de la libertad en España. Incansables debeladores de los mitos franquistas, Southworth y Tuñón fueron y siguen siendo objeto de ludibrio, cuando no ignorados, por parte de publicistas de tal cuerda. Este mismo ensayo no se hubiera escrito de no haber sido por la sugerencia de Ana Teresa Núñez y por su amabilidad en darme acceso a una parte de la documentación del general Kindelán, disponible en el Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika.
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1
Citado en Goodhart. El manual, International Law: A Treatise, era el de L. F. L. Oppenheim, todavía utilizable.
Lawmin.nic.in/legislative/textofcentralacts/1942.pdf. Se trata de las “ordinances” (decretos) LVI y LVII, publicadas en la Gazette of India Extraordinary, 26 de octubre de 1942. 2
3
Alfred Verdross.
4
Viñas, 2003, pp. 224s.
Viñas, en Sánchez Pérez, cap. II. El lector buscará en vano alguna referencia a estos temas en la canónica obra sobre historia militar de la guerra civil patrocinada por la Real Academia de la Historia. El autor del capítulo dedicado a las operaciones aéreas, el coronel Jaime de Montoto, omite todo detalle a cómo y porqué llegaron aviaciones extranjeras a la autodenominada España nacional.
5
6
Jorge Penado, p. 135.
7
La última actualización de mi tesis en Viñas, 2001.
Viñas, 2013b, pp. 389-399. Esta tesis se desprende de las gestiones hechas por el teniente coronel Antonio Barroso, tras su dimisión como agregado militar en París, con un acaudalado rentista norteamericano, William T. Middleton, residente en la capital francesa y pro-carlista, para que se desplazara a Berlín a entrevistarse con el entonces consejero de Hitler en asuntos exteriores, Joachim von Ribbentrop. Middleton, que se sepa, no llevó a cabo la gestión pero dejó constancia de ella en una carta a Bilbao Eguía de 28 de enero de 1940.
8
9
Sacanell, 2004.
10
Viñas, 1984.
Se enviaron los doce previstos en el primer “contrato romano”, pero dos se estrellaron y uno aterrizó en Marruecos francés. En la literatura no se ha interpretado correctamente el envío. Formaban parte de la quincena de bombarderos contratada por Sainz Rodríguez y probablemente eran los que ya se habían trasladado a la base aérea al sur de Cerdeña. 11
Datos brutos tomados de Unternehmen Feuerzauber (UF). cap. I. La suma de efectivos no cuadra pero puede ser que hubiera también otros que se computaron en la final. O los nazis no sabían sumar, porque las cifras indicadas dan un total de 11695. Mi buen amigo Bob Whealey, p. 101, recoge únicamente la cifra de 13520 hombres (de Montoto, p. 251, la sube a 13952 y afirma que se transportaron 500 toneladas de material). 12
Estos aviones no aparecen en otras estimaciones. Porqué lo hacen en los documentos italianos lo ignoro. Podría ser que los nazis dieran informaciones erróneas o que los fascistas las tomaran mal. O que las estimaciones de quienes los desconocen no sean correctas. 13
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14
La relación se encuentra en DDI, doc. nº 819. También figura en Rovighi/Stefani.
15
UF, p. 61
16 Ni que decir tiene que al menos los británicos seguían atentamente la intervención nazi-fascista. Habían montado un servicio ad hoc de escuchas y desciframiento de comunicaciones que mantenía al corriente al gobierno. Viñas, 2006, da numerosos ejemplos de las cifras obtenidas por el denominado Air Intelligence Service.
Schüler-Springorum, pp. 105 y 109. [La versión castellana abreviada, pp. 87-89, lo presenta de forma diferente]. La cuestión del voluntariado ya lo había señalado Merkes, pp. 79s. 17
Heiberg, pp. 80-82. Su jefe designado era nieto del gran general del XIX. Es de notar que los dos historiadores oficiales del Ejército italiano, Rovighi y Stefani, no hacen la menor alusión a GARIBALDI. 18
Curiosamente el 26 de septiembre Stalin dio la luz verde final para intervenir en favor de la República, dos meses después de que se pusiera en marcha la nazi. 19
Hay otras estimaciones. Hemos indicado las de Ries y Ring.
20
21 Las cifras de Merkes, p. 380, son a su vez son fragmentarias. Los datos italianos proceden de Rovighi/Stefani, pp. 125-129. En Viñas, 2013b, p. 47, se identifican los barcos italianos que hicieron el transporte. A veces figuran sus cargas. Hubo también vuelos directos.
22
Wirsching ha analizado todo el episodio.
Es muy interesante el resumen de Gorlow, con documentación soviética hasta entonces inédita.
23
24
Proctor, p. 57.
25
González Álvarez, p. 93.
A decir verdad, el primer envío de armas soviético tuvo lugar en el petrolero reconvertido Campeche, que zarpó de Odesa el 24 de septiembre y llegó a Cartagena el 4 de octubre. Transportó material anticuado que incluía 24385 fusiles con 9,49 millones de munición, 550 ametralladoras de distintos tipos y 7 millones de munición, 240 lanzagranadas alemanes con 100000 proyectiles y 6 obuses ingleses con 6000 proyectiles. Según Howson, solo estos últimos eran útiles. El resto era morralla. Los datos que he indicado son de procedencia soviética.
26
UF, p. 181. La numeración sigue la paginación correlativa que enlaza varios capítulos del legajo. Lo que antecede se encuenta en la parte V. Para el contexto Viñas, 2006, pp. 351-354. 27
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Esta fecha la indicó el 7 de agosto un periodista francés y entró en la historiografía de la mano de un panfleto de propaganda profranquista difundido en el Reino Unido bajo el título de I accuse France y cuyo autor aparece como un simple abogado sin nombre (A Barrister). 28
29
ADAP, doc. nº 113. La he reproducido en mi blog el 30 de mayo de 2017.
Los alemanes conocían por la experiencia ganada sobre el terreno que, en ocasiones, la unidad de mando franquista se revelaba más teórica que real, en particular con Mola y Queipo de Llano. 30
Lo que antecede está tomado de mi epílogo “El fallido intento de exonerar al Alto Mando franquista. La agónica metodología de un general de División en el Ejército del Aire”, en mi edición de la ineludible obra de Southworth, pp. 633-635. 31
32
Die Kämpfe im Norden (DKN), p. 23
“General Kindelán. Sofort [Inmediato}. Überbringen in verschlossenem Umschlag [Llevar en sobre cerrado]. Salamanca. General Sander [Sperrle] opina que si las tropas no avanzan con más rapidez no entraremos en Bilbao. El retraso de avance de las tropas es debido al escaso apoyo de la artillería. En el día de ayer apenas si disparó. La resistencia enemiga no es grande y estima que la acción de la aviación será inútil si no se aprovecha para el avance. Pone su avión a disposición del Generalísimo por si quiere venir. Comandante Sierra”. 33
34
Martínez Bande, p. 84.
El texto se lee igual de frío en el original: “Ich melde Ihnen erneut, dass ich den strikten Befehl habe, die Legion Condor nur geschlossen nach Ihren Weisungen einzusetzen und nicht in einzelenen Teilen. Unter diesen Bedingungen ist E.E. im November vorigen Jahres die Legion Condor unter meinem Befehl zur Verfügung gestellt worden”.
35
El episodio lo consulté hace cuarenta años en el entonces Servicio Histórico Militar, donde se encontraba bajo la siguiente referencia: Archivo de la Guerra de Liberación, Madrid, Documentación Nacional, armario 8, legajo 389, carpeta 29. No he verificado si se halla en el Archivo General Militar de Ávila. La presente elaboración es algo más amplia y concreta. 36
He tomado ideas y transcripciones de la primera y segunda sección de la primera parte del capítulo primero de DKN dedicado al origen del plan de operaciones, pp. 1-5. 37
El documento se encuentra en el Bundesarchiv, Archivo intermedio de Dahlwitz-Hoppegarten, signatura ZA VI, 3365/III. Se menciona también en la edición española, con su título, en p. 256 (nota 80). Estoy profundamente reconocido a la profesora Schüler-Springorum por haberme enviado una copia del mismo. La traducción al castellano fue revisada por el profesor y coronel Fernado Puell de la Villa. Irujo se ha hecho eco de tan vital documento. Está por ver todavía el esforzado historiador o alevín de historiador pro-franquista que lo haya 38
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impugnado. A decir verdad, no conozco a ninguno que lo haya utilizado. Agradezco muy sinceramente al Dr. Ingo Niebel que me llamara la atención sobre la autoría del documento. He publicado algunos comentarios adicionales en mi blog el 23 de mayo de 2017. 39 Viñas, 2013b, pp. 342s y 349. También, con objeto de reforzar el ánimo de sus negociadores en Berlín, añadió cosas demostrablemente erróneas. No nos interesan.
40
Renuncio a reproducir la no menos grotesca descripción que Maiz hizo del bombardeo.
REFERENCIAS Fuentes no publicadas Unternehmen Feuerzauber, Bundesarchiv-Militärarchiv, Friburgo, II L 234/75, tomo 1. Die Kämpfe im Norden, Centro de Documentación sobre el Bombardeo de Gernika Carta de Juan de la Cierva a Mola del 19 de septiembre de 1936, ibid. Correspondencia Vigón-Kindelán, ibid. Fuentes publicadas Akten zur deutschen auswärtigen Politik (ADAP). Deutschland und der spanische Bürgerkrieg, serie D, vol. III, Imprimerie Nationale, Baden-Baden 1951. Documenti Diplomatici Italiani, octava serie, 1935-1939, vol. IV: 10 de mayo a 31 de agosto de 1936, Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, Roma,1993. A.Rovighi y F. Stefani, La partecipazione italiana alla guerra civile spagnola. Documenti e allegati, volumen 1, Stato Maggiore dell´Esercito, Ufficio Storico, Roma, 1992. Bibliografía M. González Álvarez, Aspectos militares de la guerra civil. La actuación en España de la Legión Cóndor, Servicio de Publicaciones de la Universidad, León, 2006. A. L. Goodhart: “The Legal Aspects of American Forces in Great Britain”, American Bar Association Journal, noviembre de 1942 (descargable en https://www.jstor.org/stable/25714418?seq=1#page_scan_tab_contents)
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S. A. Gorlow, “Geheimsache Moskau-Berlin. Die militärpolitische Zusammenarbeit zwischen der Sowjetunion und dem Deutschen Reich 1920-1933”, en Vierteljahrshefte für Zeitgeschichte, 1, 1996, pp. 133-165 (descargable en http://www.ifz-muenchen.de/heftarchiv/1996_1_6_gorlow.pdf ). M. Heiberg, Emperadores del Mediterráneo. Franco, Mussolini y la guerra civil española, Crítica, Barcelona, 2003. X. Irujo, Gernika. 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017. M. Merkes, Die deutsche Politik im spanischen Bürgerkrieg, Ludwig Röhrscheid Verlag, Bonn, 1969. D. Jorge Penado, Inseguridad colectiva. La Sociedad de Naciones, la guerra de España y el fin de la paz mundial, Tirant Humanidades, Valencia, 2016. Maíz, B. Félix, Mola frente a Franco. Guerra y muerte del general Mola, Laocoonte, Pamplona, 2007. J. M. Martínez Bande, Vizcaya, Monografías de la Guerra de España, nº 6, Librería Editorial San Martín, Madrid, 1971. Medina Ávila, Carlos J., “Operaciones terrestres”, en Historia militar de España. Edad Contemporánea. II. De 1898 a 1975, dirigida por Hugo O´Donnell, coordinador con Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, Comisión Española de Historia Militar, Real Academia de la Historia, Ministerio de Defensa, Madrid, 2016. Montoto y de Simón, Jaime de, “Guerra aérea sobre España”, ibid. R. Muñoz Bolaños, Guernica. Una nueva historia. Las claves que nunca se han contado, Espasa, Madrid, 2017. R. L. Proctor, Hitler´s Luftwaffe in the Spanish Civil War, Greenwood Press, Westport, Conn., 1983. K. Ries y H. Ring, Legion Condor, 1936-1939. Eine illustrierte Dokumentation, Maguncia, Verlag Dieter Hoffmann, 1980. E. Sacanell Ruiz de Apodaca, El general Sanjurjo. Héroe y víctima. El militar que pudo evitar la dictadura franquista, La Esfera de los libros, Madrid, 2004. J. Salas Larrazábal: Guernica. El bombardeo. La Historia frente al mito, Galland Books, Valladolid, 2012. S. Schüler-Springorum: Krieg und Fliegen. Die Legion Condor im spanischen Bürgerkrieg, Schöningh, Paderborn, 2010 (la versión en castellano, La guerra como aventura. La Legión Cóndor en la guerra civil española, Alianza, Madrid, 2014, está abreviada con autorización de la autora). H. R. Southworth, Herbert, La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia, edición de Á. Viñas, Comares Historia, Granada, 2013.
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Negociaciones sobre el apoyo nazi-fascista a Franco
A. Viñas, “La connivencia fascista con la sublevación y otros éxito de la trama civil”, en F. Sánchez Pérez (coord.), Los mitos del 18 de julio, Crítica, Barcelona, 2013. Las armas y el oro. Palancas de la guerra, mitos del franquismo, Pasado&Presente, Barcelona, 2013b. El escudo de la República. El oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937, Crítica, Barcelona, 2007. La soledad de la República. El abandono de las democracias y el viraje hacia la Unión Soviética, Crítica, Barcelona, 2006. En las garras del águila. Los pactos con Estados Unidos, de Francisco Franco a Felipe González (1945-1995), Crítica, Barcelona, 2003. Guerra, dinero, dictadura. Ayuda fascista y autarquía en la España de Franco, Crítica, Barcelona, 1984. R. H. Whealey., Hitler and Spain. The Nazi Role in the Spanish Civil War, The University Press of Kentucky, Lexington, 1989. A. Wirsching: “Hitlers Rede vor den Spitzen der Reichswehr am 3. Februar 1933”, en Viertelsjahrshefte für Zeitgeschichte, 3, 2002, pp. 517-550 (descargable en http://www.ifz-muenchen.de/heftarchiv/2001_3_5_ wirsching.pdf ).
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Britain and the Basque Campaign of 1937: The Government, the Royal Navy, the Labour Party and the Press Paul Preston London School of Economics & Political Science The reaction of the great powers determined to a large extent both the course and the final outcome of the Spanish Civil War. This was especially the case with regard to the policy of Non-Intervention pursued by the Conservative Government of Great Britain. The policy was particularly damaging for the Republic because its rights in international law were denied and its ability to arm itself severely limited. At the same time, Non-Intervention facilitated Italian and German aid to Franco. It had decisive consequences regarding the war in Euzkadi. At first, British naval la policy towards the Francoist attempt to prevent food reaching Bilbao contradicted British maritime traditions of safeguarding the freedom of the seas. It provoked protests within public opinion and considerable unease with the officer corps of the Royal Navy. Thanks to the pressure of the leader of the Labour Party, Clement Attlee, with the help of the M.P. Philip Noel-Baker, using information supplied by the journalist George Steer, a change of policy was brought about and thus the siege of Bilbao was broken and the way was opened to the evacuation of Basque children to Great Britain. Palabras clave: Spanish Civil War, Royal Navy, Labour Party, Press, Bilbao
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To a large extent, the reaction of foreign powers dictated both the course and the outcome of the Civil War. That was hardly surprising since the Spanish conflict was only the latest and fiercest battle in a European civil war which had been raging intermittently for the previous twenty years. The Russian revolution of October 1917 had provided a dream and an aspiration for the left throughout Europe. Ever since, the right in Europe had been trying both internationally and domestically to build barriers against both real and perceived revolutionary threats. The savage repression of revolution in Germany and Hungary after the First World War, the destruction of the left in Italy by Mussolini, the establishment of dictatorships in Spain and Portugal and even the defeat of the general strike in Great Britain had been part of this process. The crushing of the German left in 1933 and of the Austrian in 1934 were its continuation. On a wider canvas, fear and suspicion of the Soviet Union had been a major determinant of the international diplomacy of the Western powers throughout the 1920s and even more so in the 1930s. The early tolerance shown to both Hitler and Mussolini in the international arena was a tacit sign of approval of their policies towards the left in general and towards communism in particular. Gradually, it became apparent that the corollary of the rearrangement of the domestic power balance in Italy and Germany in favour of capitalism was to be an effort to alter the balance of foreign competition by policies of imperialist aggression. Yet even then, the residual sympathy for fascism of the policy-makers of the Great Powers ensured that their first response would be simply to try to divert such ambitions in an anti-communist, and therefore Eastwards, direction.1 Within that broad aim, the Conservative government adopted a general policy of appeasement with the primary objective of reaching a rapprochement with Fascist Italy to divert Mussolini from aligning with a potentially hostile Nazi Germany and Japan. Given the scale of British imperial commitments, both financial and military, there would be no possibility of confronting all three at the same time. These concerns fed into the policy of the Foreign Office and the British Cabinet towards the Spanish Civil War. There was a prevailing belief that in Spain, the victory of the Popular Front in February 1936 had signified the beginning of a pre-revolutionary crisis. The Republican Government was seen as powerless to restrain an increasingly violent conflict between counter-revolutionary forces and revolutionary masses. Accordingly, the British Cabinet adopted a policy of tacit and benevolent neutrality towards the military insurgents, with the covert aim of avoiding any direct or indirect help to the legitimate Republican Government.2 The consequent official British line on the Spanish crisis was one of Non-intervention. This institutionalized hypocrisy originated in a suggestion by the French in response primarily to political opposition within France and, to a lesser extent, to British pressure. On 19 July 1936, JosĂŠ Giral had sent a telegram to the prime minister of the Front Populaire government in Paris, Leon Blum: ‘Surprised by dangerous
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military coup. Beg of you to help us immediately with arms and aeroplanes. Fraternally yours, Giral’. Blum’s tentative reaction was to help the legitimate Frente Popular government to combat the military coup. To do so favoured French strategic interests. The security of both the French Pyrenees frontier and the North African colonies depended on a friendly or neutral regime in Spain. If the Spanish military rebels were to win, there was a serious danger of right-wing Spain establishing close relations with France’s enemies, Fascist Italy and the Third Reich. Moreover, there was a legal basis in both French and international law for responding favourably to Giral’s request in that a 1935 commercial treaty between Spain and France contained a secret provision permitting Spain to purchase French munitions to the value of twenty million francs. After consulting Yvon Delbos, the Minister of Foreign Affairs, Edouard Daladier, the Minister of Defense and Pierre Cot, the Minister of Aviation, Blum hesitantly decided to go ahead. On July 22, a formal and more specific request was received from Giral for twenty Potez bombers, fifty light machine-guns, eight Schneider artillery pieces, one thousand rifles, 250,000 machine-gun bullets, four million cartridges, and 20,000 bombs.3 The pro-rebel Spanish ambassador in Paris informed Charles Corbin, the French Ambassador in London, and asked him to inform the British Government about Giral’s request and Blum’s response. Blum was due in London on 25 July to discuss a British-French-Belgian response to the German occupation of the Rhineland. On 22 July, as Daladier and Cot were arranging the shipment, Blum received an urgent phone call from Corbin. According to a report from the American Ambassador to France, Jesse Straus, to the State Department, the British Government had asked Corbin to request that Blum come to London ahead of the scheduled meeting to discuss the situation with Stanley Baldwin and Anthony Eden.4 While Blum was in London, the matter was not raised at the tripartite conference. However, Baldwin and Eden left Blum in no doubt as to their concerns. According to Blum himself, in the vestibule of Claridge’s hotel, Eden, whom he trusted implicitly, asked him if he planned to send arms to Madrid. When Blum confirmed that this was his intention, Eden said: ‘It’s your business; I ask only one thing of you, I beg of you, be cautious (C’est votre affaire, mais je vous demande une suele chose - soyez prudent).5 Another source, Jean Grandmougin, however, claimed that it was Baldwin and not Eden who had spoken with Blum at the hotel and had said ominously: ‘That’s your business; but in that case, do not count on us’.6 If the words of Eden and/or Baldwin did not make Blum consider abandoning the arrangements for sending arms to Spain, dramatic events in France did. The Spanish Military Attaché, Major Antonio Barroso, had leaked to the French right-wing press Blum’s positive response to Giral’s request. This provoked a vicious press campaign against Blum. and the Spanish Republic. After a cabinet meeting on July 25, overshadowed by concerns of violence between left and right being provoked by events in Spain, a communiqué was issued to the effect that France would not deliver war matériel to Spain.
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It was the beginning of a process over the next two weeks that led to a complete reversal of Blum’s commitment to helping the Spanish Republic and to the feeble compromise of Non-Intervention. By 1 August, the French government had decided to propose a non-intervention agreement and by 8 August had opted for a complete arms embargo.7 Although official British records make it clear that these decisions were not the result of any ultimatum to the French Government authorized by either the Cabinet or the Foreign Secretary, there was no lack of friendly suggestions. On 31 July, Winston Churchill wrote to Corbin the French Ambassador: ‘I think I ought to let you know that in my judgement the great bulk of the Conservative Party are very much inclined to cheer the so-called Spanish rebels. One of the greatest difficulties I meet with in trying to hold on to the old position is the German talk that the anti-Communist countries should stand together, I am sure if France sent aeroplanes etc to the present Madrid Government and the Germans and Italians pushed in from the other angle, the dominant forces here would be pleased with Germany and Italy, and estranged from France. I hope you will not mind my writing this, which I do of course entirely on my own account. I do not like to hear people talking of England, Germany and Italy forming up against European Communism. … I am sure that an absolutely rigid neutrality with the strongest protest against any breach of it is the only correct and safe course at the present time.’8 On 5 August, in an effort to clarify the British position, Blum sent Admiral Darlan to speak with the First Sea Lord, Admiral Ernle Chatfield, about the dangers of a rebel victory in Spain. Chatfield made it quite clear that the British were determined to remain totally neutral, a position which Darlan quickly made his own. Returning to France, he told Blum that, if French intervention in Spain led to European war, France could not rely on British support. This weighed heavily with Blum.9 Then, on 7 August Sir George Clerk, allegedly acting on his own initiative, spoke to Delbos in terms highly critical of the Madrid government. His words were clearly intended to make the French cabinet revise its proRepublican stance. His report received the following response from the Foreign Office: ‘Your language is approved and appears to have had good results’. It is very likely that Delbos was unaware that Clerk was not speaking on behalf of the British Government. Certainly, Clerk’s words influenced him in the direction of caution at the cabinet meeting which followed and at which the decision was taken to abide by strict non-intervention. The relevant press communiqué stated that the government has ‘decided unanimously not to intervene in any way in the internal conflict in Spain.’10 The Socialist lawyer, Luis Jiménez de Asúa, who had drafted the Constitution of the Spanish Republic, was part of the Republican Embassy in Paris. When he visited Blum to ask why he had changed his mind about aiding the Republic, a tearful Blum told him that Baldwin had contacted President Albert Lebrun, and told him that, if as a result of French assistance to Spain, war resulted with Germany
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or Italy then Britain would not help her. That such pressure had been applied was always denied by British officials. However, even if no explicit pressure was applied, there can be little doubt that there were strong, and decisive, hints that, in the event of war, France would be left without crucial British support.11 It was hoped in London that if Non-intervention could be imposed, the Spanish war would peter out for lack of arms and ammunition. British policy was based on caution, tempered by a degree of sympathy with the military rebels. By tradition and as a reaction against the horrors of the First World War, the British were determined to avoid a general war. Accordingly, to avoid a complex process of international treaty-making, on 15 August, London and Paris exchanged diplomatic notes agreeing to Non-Intervention in Spain. It was announced that a strict embargo on the delivery of weapons and munitions to Spain would began as soon as the governments of Germany, Italy, the Soviet Union and Portugal agreed.12 The Spanish Republicans, however, found it hard to believe that this could outweigh an awareness of the need to avoid strengthening the position of Nazi Germany. After the Civil War had come to an end, the Republican Minister of Foreign Affairs in both the Largo Caballero and Negrín cabinets, the Socialist Julio Alvarez del Vayo, wrote, ‘Not a day passed until almost the end, when we did not have fresh reasons to hope that the Western democracies would come to their senses and restore us our rights to buy from them. And always our hopes proved illusory’.13 The British, however, saw the Spanish conflict in the context of a wider foreign policy which involved issues far more complex than the Republic’s rights to buy arms. Like the French, the British government was committed at all costs to diminishing the risks of a European conflagration. In addition, an implicit goal of British appeasement was to persuade the Germans that they should look to the East if they wished to expand. Hence the willing sacrifice of Austria and Czechoslovakia; hence the attempts by Chamberlain to extricate Britain from her agreement to go to Poland’s aid in the event of attack. This was the logical concomitant of British policy since 1935, during which period a blind eye had been turned to Germany’s open rearmament and to the Italian invasion of Ethiopia, a member state of the League of Nations. Where the Spanish war was concerned, Conservative decision-makers in London tended to let their class prejudices prevail over the strategic interests of Great Britain. The journalist Henry Buckley was told by a British diplomat that ‘the essential thing to remember in the case of Spain is that it is a civil conflict and that it is very necessary that we stand by our class’.14 This was obvious from the first. Mussolini and his Foreign Minister Count Galeazzo Ciano proceeded in the confidence that Britain approved of their intentions. Ciano told the French Ambassador that ‘because Portugal had declared its sympathy with insurgents and as the Portuguese hardly ever came out in the open on any matter without first being assured of British support owing to long-standing Anglo-Portuguese alliance, Great Britain was in favour of the rebels.’15 When King Vittorio Emanuele learned that Mussolini was
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going to send aircraft to Franco, he insisted that the British Embassy be told. Accordingly, on 28 July 1936, Ciano informed Edward Ingram, the British Chargé d’Affaires in Rome. Ingram allegedly replied that ‘the Foreign Office had understood the Italian initiative in its precise significance’.16 After the point of no return, all of the feedback from London reinforced the assumption that the British would do nothing to impede Italian help for Franco. Even as the first Italian aircraft were on their way to Morocco, the Italian Chargé in London, Leonardo Vitetti, reported on the widespread sympathy to be found within the highest reaches of the Conservative Party for the Spanish rebels and for Italian fascism. Vitetti’s conclusions derived from conversations with Conservative M.P.s, Captain David Margesson, the Conservative leader of the House, with senior Tories at the Carlton Club and with representatives of the ultra-right-wing press belonging Lord Rothemere. Tory Members of Parliament told Vitetti of their conviction that the events in Spain were the direct consequence of ‘subversive Soviet propaganda’ and of their anxiety to see the Spanish left crushed. The right-wing Leo Amery, who had been First Lord of the Admiralty in the early 1920s, had told him that the Spanish war raised ‘the problem of the defence of Europe against the threat of bolshevism’. Ciano was delighted and encouraged further contacts. Vitetti reported that British support for French proposals for nonintervention was based entirely on the belief that it was a useful device for preventing French help to the Spanish Republic.17 Franco never ever admitted in public that ‘perfidious Albion’ had made an enormous contribution to his eventual success. The hastily created administration created by the rebels, the Junta de Defensa Nacional, commissioned a series of legal reports on the international situation. The first, produced on 4 August, was optimistic: ‘The general drift of the diplomatic situation is favourable to our movement firstly because of the overwhelming ímpetus of the totalitarian states throughout the world and secondly because even in the states locked in liberalismo, or even in the sway of the Popular Front, there exists, in proportion to the danger, a nationalist reaction. France, if not entirely hostile, is hardly favourable…, England is practically neutral, we have the sympathy of Portugal, Italy and Germany.’ (El tono general de la situación diplomática es favorable a nuestro movimiento, primero porque en el mundo entero están hoy en plena lozanía los ímpetus arrolladores de los Estados totalitarios y segundo porque aún en aquellos países, anclados en el liberalismo, o entregados ya al Frente Popular, existen, en proporción a la gravedad del mal, una reacción de tipo nacionalista. Tenemos a Francia si no absolutamente en contra, por lo menos poco favorable (...), tenemos a Inglaterra prácticamente neutral, tenemos las simpatías de Portugal, Italia y Alemania.)18 Within a week a much more upbeat report was presented by the legal team declaring that ‘Overall, the English favour us, as can be appreciated by the forthright, open and admirable assistance given us by Portugal, a country tied to the British to such an extent that it must be admitted that Oliveira Salazar has the fullest approval of
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the British Government in aiding us on the scale that he does.’ (‘Que en conjunto la actuación inglesa nos es favorable puede apreciarse en la franca, abierta y admirable ayuda que nos está prestando Portugal, ligado a los intereses británicos de tal manera que es preciso admitir que Oliveira Salazar cuenta en absoluto con el beneplácito del Gobierno inglés para ayudarnos en la medida que lo hace.’)19 In early August, Juan de la Cierva, the Spanish inventor of the autogyro, and the man who had helped arrange Franco’s flight from the Canary Islands to Morocco, had already told the Italian Chargé in London, Leonardo Vitetti, that he had bought all the aircraft available on the free market in Britain and was about to send them to Mola. De la Cierva said that ‘the British authorities had given him every facility even though they knew only too well that the aircraft were destined for the Spanish rebels’.20 The British were inclined by their considerable commercial interests in Spain, with substantial investments in mines, sherry, textiles, olive oil and cork, to be anything but sympathetic to the Republic. The business community inevitably tended towards the Nationalist side since it was believed that the anarchists and other Spanish revolutionaries were liable to seize and collectivize British holdings.21 Equally, members of the British government and the diplomatic corps, for reasons of class and education, sympathised with the anti-revolutionary aims of the Nationalists as they did with those of Hitler and Mussolini. Moreover, it was commonplace for Spanish aristocrats and the scions of the main sherry exporting families to be educated at English Catholic Public Schools (colegios privados) like Beaumont, Downside, Ampleforth and Stonyhurst. They spoke the same language as the upper class Englishmen with whom they pleaded Franco’s cause. There was thus a nexus of upper class contacts and friendship which intensified the underlying hostility of British Conservatives to the Spanish Republic.22 Added to the determination to avoid war, these factors made the adoption of a policy of non-intervention a logical step. Above all, it would serve to neutralise and localise the Spanish war. But it had a further advantage for the British Conservatives. Non-intervention treated both sides in the Civil War as equally reprehensible, although one was the legal government and the other a group of rebellious generals. Both sides were denied aid, although the Republic had a right under international law to buy arms and supplies. By denying the Republic this right, nonintervention absolved the British from any fear that they might be helping the forces of revolution. Sir Henry Chilton, the British Ambassador in Spain in 1936, was openly and unremittingly hostile to the government to which he was accredited. The American Ambassador, Claude Bowers wrote that Chilton ‘was violently against the loyalists from the first day, and he habitually called them “reds”‘.23 From his splendid French residence in St Jean de Luz, where he remained until his retirement in late 1937, Chilton maintained cordial relations with the military rebels on the other side of the border. This was particularly true of his friendship with the Carlist Major Julián Troncoso Sagredo, the Francoist
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governor of Irún.24 Day-to-day contact with the Republican government was left in the hands of a chargé d’affaires, George Ogilvie Forbes, first in Madrid and later in Valencia. The information supplied by Chilton to London about what was happening in the Basque Country was almost exclusively based on what he learned from Troncoso.25 The British commitment to Non-Intervention had been reiterated on 8 March 1937 when Whitehall had secured the agreement of the other powers to the establishment of a system of land and maritime observers to prevent the arrival of arms and volunteers. Great Britain would undertake to patrol Spain’s northern coast. This was met with outrage in Franco’s headquarters where it was seen as interference on the part of the Republic.26 Until this point in the war, the Royal Navy had not faced an onerous task in the Bay of Biscay. However, the defeat of the rebels at the battle of Guadalajara on 20 March 1937 had imposed on General Franco a momentous strategic volte-face. Increasing evidence that the Republic was concentrating its best-trained and equipped troops in the centre of Spain and leaving other fronts relatively neglected led to a decision to abandon the obsession with capturing Madrid and destroying the Republic by instalments elsewhere. Accordingly, by late March, priority was being given to operations in the north so that the rebel cause might be strengthened by the seizure of the coal, iron and steel reserves and the armaments factories of the Basque provinces.27 A perceptive report to the War Office on the military situation in Spain by the Assistant Military Attaché to the Spanish Government, Major E.C. Richards, suggested that the decision was influenced by the German need for iron ore. He believed that it was strategically unfortunate since the campaigns to capture Vizcaya, Santander and Asturias gave the Government seven months breathing space to improve organization, training and equipment in the centre.28 In fact, Franco, obsessed by the desire to annihilate the Republic totally, was in no hurry. The consequent lengthening of the war did not matter to him. The establishment of the control system around the time that Franco was about to launch his assault on the Basque Country would seriously put to the test the British commitment to Non-Intervention. Franco would attempt to block the delivery of food supplies to a starving Bilbao which was totally dependent on sea-borne trade. Since September 1936, Vizcaya had been cut off from land transport from France and separated from the rest of Republican Spain other than Asturias and Santander. Traditional agricultural supplies from the Levante and the Castilian provinces were no longer possible. Food stocks had been depleted by the influx of refugees from the neighbouring Basque provinces of Guipúzcoa and Álava. Since the beginning of the Francoist attack at the end of March, many civilians fled before the advancing rebel forces. The population of Bilbao would soon have more than doubled as a result. By mid-April, it would be reported that bread and milk had run out and the adult population was living off rice and beans.29 Bilbao was entirely reliant on deliveries by sea.
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This changed situation would dramatically alter the responsibilities of the Royal Navy whose duties had so far been concentrated on evacuating refugees. Now the determination of Franco to starve Bilbao into submission became an issue. Lord Cranborne of the Foreign Office wrote that ‘the NonIntervention Agreement does not prohibit the carrying of food to Spain by ships of the participating countries. HMG would in fact protest against any interference on the high seas with British ships carrying food or other commodities, and the Navy would prevent such interference whenever they could.’ The attitude of most Royal Navy officers to the Spanish conflict was very much in favour of the military rebels. This was largely a consequence of the slaughter when below-decks crews mutinied against rebel naval officers at the beginning of the war. At the same time, there was a degree of sympathy for the Basque auxiliary fleet made up of armed trawlers.30 On 30 March, The Times reported that Franco’s headquarters ‘had broadcast a warning that British steamers should respond quickly to any signals by insurgent warships off the coast of Spain’. In a comment that clearly suggested an official source, the newspaper went on to say that, while there was a case for British merchant ships to obey within Spanish territorial waters, ‘the British Government are not prepared to tolerate the stopping of British steamers on the high seas for the purpose of search’.31 Franco’s chief of naval staff, Admiral Juan Cervera Valderrama, threatened that ‘any British ship found within territorial waters will be seized or sunk.’ Behind the warning was the knowledge that the principal suppliers of food to Bilbao were twelve merchant ships, flying under the British flag, that had been contracted by the Basque Government.32 However, around 5.30 a.m. on 6 April 1937, the SS Thorpehall, a British cargo vessel bound for Bilbao with food supplies, sent a distress signal to HMS Brazen, one of the four Royal Navy destroyers of the Home Fleet patrolling the 150 miles of the North coast of Republican Spain. Thorpehall’s captain reported that his ship had stopped outside Spanish territorial waters by the Spanish rebel armed trawler Galerna which had fired a shot across his bows. Brazen’s captain, Commander Taylor, went to investigate. While HMS Brazen was alongside Thorpehall, the rebel battlecruiser Almirante Cervera arrived and signalled that food would not be allowed to enter Bilbao. Brazen was outgunned by the Spanish warship so Commander Taylor stalled and told the Thorpehall’s captain not to proceed. At that point, the Brazen was reinforced by the arrival of the destroyer HMS Blanche whose captain, Commander Clifford Caslon, had just been made Senior Naval Officer North Spain. A potentially disastrous confrontation was avoided when a German pocket battleship arrived and, rather unexpectedly, advised the two rebel warships to leave and thus avoid an incident with the British. The Almirante Cervera reappeared and made some threatening moves towards the Thorpehall but was driven off by the combination of HMS Brazen, HMS Blanche and HMS Beagle another of the four British ships patrolling the area. The fourth, HMS Brilliant, was refuelling in La Coruña. Blanche
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signalled to the Spanish battle cruiser: ‘His Majesty’s Government would not allow any action to be taken against British merchant ships outside of territorial waters.’ Thorpehall was then escorted to the limits of territorial waters.33 The Thorpehall reached Bilbao safely thanks to the skill and good sense of Commanders Taylor and Caslon. However, the incident raised the serious problem for the British Government of how the policy of Non-Intervention could be made compatible with the protection of British merchant shipping. This was a problem rendered apparently intractable by the stance of Salamanca that such protection constituted intervention on the side of the Republic. The pusillanimous manner in which the Government initially responded to the problem would lead to acute problems both in the House of Commons and within British public opinion in general. The issue was summed up by the report on the Thorpehall incident sent by Commander Caslon to the Admiralty: ‘Incident of British ship Thorpehall today 6 April is accounted for by Insurgent offensive against Bilbao and close blockade, which has been started to prevent supplies of any kind reaching that port in particular. Blockade is effective and I consider further incidents are likely unless prevented by concentration of my forces for each British merchant ship, which arrives, which amounts in fact to blockade running by armed forces…. Alternatively I consider that (a) reinforcements are necessary. (b) British ships should be stopped trading to Bilbao whilst close blockade lasts.’ The two recommendations made sense and Caslon sent a signal to the effect that any British merchant vessel approaching Bilbao should inform HMS Blanche. However, the statement that the rebel blockade of Bilbao was effective would involve the British Government in serious political difficulties. On the basis of information supplied by Troncoso, the British Ambassador Sir Henry Chilton also wrote to London that ‘Bilbao is now effectively blockaded by one battleship, cruiser, light cruiser and destroyer plus armed trawler, all of which operate outside territorial waters’ and concluded that ‘policy of protection of British shipping on high seas cannot be carried on in present circumstances affecting Bilbao’.34 When the Cabinet met on 7 April, the implications of the Thorpehall incident were discussed at length. Sir Samuel Hoare, the First Lord of the Admiralty, expressed concern that a situation had nearly occurred in which a British ship was captured by a Spanish Cruiser in the presence of three British Destroyers. It was taken for granted that the rebel blockade was effective even though, Neville Chamberlain, the Chancellor of the Exchequer, pointed out that on the high seas General Franco was not entitled to stop ships, as he did not possess belligerent rights. There was also debate as whether rebel warships had the right within territorial waters to impose a blockade or to sink or capture any foreign ships carrying foodstuffs. A committee was appointed to discuss the matter and its conclusions were discussed at the Cabinet meeting of 11 April.
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In the meanwhile, Troncoso visited Chilton. Acting on direct instructions by telephone from General Franco, he informed Chilton threateningly that, if the four British Merchant Ships currently at St. Jean de Luz attempted to proceed to Bilbao, they would be ‘resisted by insurgent warships by all possible means even at risk of serious incident which they are most anxious to avoid.’ He also claimed that the Nationalist fleet had mined the approaches to Bilbao. Chilton asked Caslon to inform London that rebel interference on high seas would be avoided if possible but not within Spanish territorial waters because the Francoist determination to capture Bilbao at all costs made blocking the entry of foodstuffs of paramount importance. In consequence, at the 11 April Cabinet meeting, it was decided to send both the cruiser HMS Shropshire and the battleship HMS Hood to the Bay of Biscay to ensure that ‘the British forces in that region might not be inferior to those of General Franco’. Meanwhile, British ships en route to Bilbao were being advised to proceed temporarily to St. Jean de Luz. At the Cabinet meeting, mealy-mouthed concerns were expressed that protection of British shipping might provoke Germany and Italy into abandoning Non-Intervention which was utterly hypocritical given the existing scale of Italo-German aid to Franco. Even more cowardly was a discussion about requesting Franco to allow British ships carrying only ballast to enter Bilbao in order to leave with iron ore. It was finally decided to send a message to Franco as follows: ‘We cannot recognise or concede belligerent rights and we cannot tolerate any interference with British shipping at sea. We are, however, advising our shipping that, in view of the conditions at present prevailing in the neighbourhood of Bilbao, they should not go into that area so long as these conditions continue.’ It was decided that Sir Samuel Hoare, the First Lord of the Admiralty, should instruct the Naval authorities on the Spanish coast that ‘all Naval protection is to be withdrawn from British merchant ships which disregard the wishes of His Majesty’s Government that they should not proceed to the Bilbao area’. After the meeting, Hoare sent a telegram to Chilton and to the Royal Navy warships in the Bay of Biscay confirming the Cabinet decision. The decision to prevent British merchant shipping from going to Bilbao was effectively based on the Francoist threats from Troncoso. The opinion of the British Consul in Bilbao, Ralph Stevenson, had not been sought.35 On the following day, Troncoso again visited Chilton. Pushing the Francoist point of view, he asked what would be the British reaction if rebel warships ‘either prevented British ships from entering Spanish territorial waters by manoeuvring round them or fired upon any British ship they found inside the three mile limit’. Chilton was unable to answer.36 The implicitly humiliating position of the British Government was underlined on the same day when Pablo Azcárate, the Spanish Republican Ambassador visited the Foreign Office. Sir George Mounsey told him that ‘in view of the conditions prevailing in the neighbourhood of Bilbao’, British merchant vessels were being advised to steer clear. Azcárate replied that the Republican Government could understand that there would be no protection for ships within
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the three-mile limit. However, since the Basque Government had fortified the coast with long-range guns, ‘it would therefore only be necessary for British merchant ships to be assured of protection up to the three-mile limit as once they were within that limit they would be amply protected by the shore defences.’ When Mounsey reiterated the alleged dangers from rebel air attacks and mines, Azcárate replied: ‘this in fact meant that His Majesty’s Government were giving way to General Franco’s threats and admitting his right to blockade in fact, even though they denied it in words.’ An embarrassed Mounsey insisted that HMG’s position was simply a reaction to an objective situation to which Azcárate responded that this line ‘would appear to the Spanish Government as completely contradictory of their traditional advocacy of the freedom of the seas’. 37 On the following day, the French Ambassador, Charles Corbin, made it clear to Eden that his government shared Azcárate’s dismay. Eden had argued unconvincingly that to break Franco’s blockade by force would constitute an intervention on the side of the Spanish Republic.38 This was a view shared by the liberal press in both Britain and France and, needless to say by General Franco himself. Troncoso informed Chilton on 16 April of Franco’s satisfaction at the position of the British Government.39 The policy towards the Spanish conflict of the British Conservative Party was facilitated by divisions within the Labour Party. There was a pacifist element within the party and a substantial Catholic element that was influenced by news about anti-clerical atrocities committed within the Republican zone. Then, the left and the unions, led by Ernest Bevin, favoured action to undermine the government’s policy of appeasement. The right was inhibited by suspicion of Soviet military intervention in favour of the Spanish Republic. Accordingly, in October 1936, after initially endorsing the government’s nonintervention policy, the Labour Party’s principal bodies, the Parliamentary group, the executive and the Trades union Congress all called for the Spanish Republic to be granted its rights at international law to buy arms. Nevertheless, the leadership of the Labour Party had little stomach for anything other than humanitarian assistance although numerous individuals volunteered to fight in the International Brigades and there were many Members of Parliament who were determined to change Government policy. Outrage over the Government’s response to the war in the Basque Country emboldened them.40 One of the most committed was the M.P. for Derby, Philip Noel-Baker, a fervent supporter of the Spanish Republic, was determined to change government policy. Already in the autumn of 1936, Leslie Carruthers, a fellow supporter of the League of Nations, wrote that Noel-Baker was ‘almost alone in the PLP [to] have handled with sincerity and courage the British policy in Spain’.41 Noel-Baker confessed to the former Liberal Prime Minister David Lloyd-George that he had ‘obsessed day and night’ about the fate of the Republic.42 Indeed, the one-time editor of the Observer, James Louis Garvin ‘Ignotus’ criticised him for speaking ‘too much in Parliament. It is monotonous to find the same persons chattering day
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after day.’ He campaigned in favour of the Spanish Republic with several international organizations but his most committed efforts could be seen in the House of Commons. In this, he was supported by the journalist George Steer who urged him to make as much fuss in parliament as possible in order to shame the British government into modifying its covertly pro-Franco policy.43 Noel-Baker was in touch with Indalecio Prieto during the Basque campaign, informing him that ‘several of us have been receiving special private messages from British correspondents on Bilbao. In one of these in particular we have great confidence.’ – a clear reference to Steer.44 In fact, their collaboration was intense during the Francoist assault on Vizcaya. Linked by their mutual loathing of fascism, Philip Noel-Baker and George Steer, combined to put pressure on the British government to do something to hinder Franco’s conquest of Vizcaya. They exchanged ‘letters and telegrams almost every day’in a collaboration aimed at shaming Stanley Baldwin’s Conservative Whitehall into changing its naval policy and allowing the Royal Navy to protect British ships in Spanish waters. In different ways, Noel-Baker in Parliament and Steer in the press, contributed to international outrage both before and after the bombing of Gernika. Their efforts on behalf of refugees impelled a reluctant British government to permit asylum being given to 4,000 children.45 In order to strengthen the impact of the information being fed to Noel-Baker, seven days before the bombing of Gernika, Steer told him: ‘Don’t use my name except in private. Describe me as an observer in Bilbao.’ He was clearly concerned that he might be seen as merely a mouthpiece for the Basque Government.46 On 31 March, the day before the opening offensive, General Mola had made his notorious broadcast from Vitoria in an attempt to spread mass fear with a proclamation that was also printed in a leaflet dropped on the main towns. It contained the following threat: ‘If your submission is not immediate, I will raze Vizcaya to the ground, beginning with the industries of war. I have ample means to do so’.47 Both Noel-Baker and Steer were fully aware of the this. Over the next three months, they worked together to counter Mola’s notorious threat. They had been in touch since Steer was a student at Oxford.48 During the Basque campaign, they communicated almost daily via letters and telegrams. Noel-Baker’s performances in parliament were effectively scripted by Steer. This was acknowledged when he wrote: ‘your magnificent dispatches have had a great effect. I have never known such good journalistic work.’ And confessed that using Steer’s information, ‘I have tried to make trouble of every kind’.49 Their first triumph would be in regard to the supply of food to Bilbao. Needless to say, they did not do this alone. Noel-Baker’s efforts were merely the most important part of a campaign mounted by Liberal and Labour M.P.s. On 12 April, Sir Archibald Sinclair, the leader of the Liberal Party, asked in the House of Commons what the government proposed to do to prevent interference with British shipping to Bilbao. The Prime Minister Stanley Baldwin responded that since
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Bilbao was very close to the war zone there was a constant threat to shipping from bombs, from aircraft and from mines laid by both sides in the approaches to Bilbao. In making this statement, Baldwin was effectively relying on the unsubstantiated reports from the pro-Franco Chilton which he, in turn, had received from Troncoso. Accordingly, Baldwin declared that the Government was ‘warning British shipping that, in view of conditions at present prevailing in. the neighbourhood of Bilbao, they should not, for practical reasons, and in view of risks against which it is at present impossible to protect them, go into that area so long as those conditions prevail.50 Although it was not his intention, Baldwin was effectively saying that the government’s advice to merchant ships not to go to Bilbao would apply only as long as it was clear that territorial waters were dangerous. If it could be demonstrated that there was no threat to British shipping within territorial waters, the government’s position would no longer be tenable. Steer, Noel-Baker and others, including the Basque President José Antonio Aguirre, set about doing so. In the meanwhile, there was outrage within the parliamentary opposition and considerable swathes of popular opinion that the world’s greatest naval power should be seen to be announcing that it was unable to protect British merchantmen. Two days later, Clement Attlee put forward a motion ‘That this House, taking note of the statement of the Prime Minister on the situation at Bilbao, deplores the failure of His Majesty’s Government to give protection to British merchant ships on their lawful occasions.’51 On 14 April, prior to the debate on Attlee’s motion, the Cabinet met and again discussed the Basque situation. The Ministers gathered aware of the considerable hostile press to which they had been subjected. Under the headline MR BALDWIN SURRENDERS TO FRANCO’S THREATS, the News Chronicle on 13 declared: ‘In effect Mr. Baldwin said yesterday: “British ships are to be warned against attempting to carry milk to starving Basque babies because a Spanish pirate has said that he will fire upon them if they do.”’52 In patriot mode, the Daily Herald, under the strapline ‘FRANCO WARNS BRITISH FOODSHIPS, ‘KEEP AWAY – OR BE SUNK, asked rhetorically ‘Why Have a Navy?’.53 The idea that a great sea power that once ruled the waves was giving way to a tin-pot would-be dictators had an impact on those who would normally shy away from support for the Spanish Republic. Moreover, contrary to Hoare’s insinuation that the merchant skippers were sleazy profiteers, David Scott of The Times humanised three of them with nicknames David John ‘Potato’ Jones of the Marie Llewellyn, David ‘Ham-and-Egg’ Jones of the Sarastone and Owen ‘Corn-Cob’ Jones of the MacGregor. ‘Potato’ Jones endeared himself to the public when he was quoted as saying ‘It makes me sick, thinking of these Spanish Dons strutting about the quarter-decks of their miserable ships intimidating the British Navy and interfering with shipping.’ According to Scott, he was ‘the picture of a bluff sea-captain, with an added dash of independence derived from half-ownership of his vessel’.54
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As the Cabinet met, on the table was a telegram from President Aguirre, probably drafted by Steer and certainly sent on his advice. It explained in detail why the alleged blockade by the Francoists was based largely on bluff and constituted no threat to the safety of merchant shipping. The telegram had been sent to both to the British government and to Philip Noel-Baker which meant that the information therein was in the hands of the parliamentary opposition. Aguirre pointed out that there were no mines in the approaches to the port of Bilbao laid by either the rebels or the Basques themselves; that in the first two weeks of April there had been twenty six sailings in and out of the port of Bilbao without any incident within territorial waters; that powerful coastal batteries were able to keep the rebel fleet over fifteen miles from the shore and that, on 13 April, the British ship Olavus had left Bilbao without incident. Moreover, he reminded the Government of the assistance given by Basque shipping to Great Britain during the Great War and even suggested that this was reason for intervention on the side of the Basques.55 In the light of the telegram, the ever-sinuous Hoare argued that, in the up-coming debate, it would be safer to justify not protecting British shipping in terms of the danger to the policy of Non-Intervention rather than the danger from mines. The Home Secretary, Sir John Simon, who was to lead for the Government in the debate, claimed that there was still a danger from mines. In fact, as James Cable has revealed, the Admiralty had solid information that the entrance to Bilbao was absolutely safe. Moreover, there was a problem arising from the fact that the Prime Minister had stated in the House of Commons on 12 April that His Majesty’s Government ‘cannot tolerate any interference with British shipping at sea’. It was decided that, to avoid embarrassment, it would be necessary to acknowledge that if, despite the Government’s advice, a ship sailing to Bilbao ‘was molested or menaced on the high seas and sent a signal asking for assistance, this should not be withheld’. Eden raised the issue posed by Troncoso’s question to Chilton on 12 April as to the British response if the rebels prevented British ships from entering Spanish territorial waters or fired on them inside the three mile limit’. He proposed replying that he was not prepared to give General Franco any undertaking to refrain from protecting British ships.56 In doing so, the government had tacitly accepted that there was no real threat to British shipping and that instead, the government were advising merchant ships not to go to Bilbao in the spirit of Appeasement. In the House of Commons, on 14 April, Clement Attlee pointed out that Franco was not recognised as a belligerent and had no right in international law to declare a blockade. He went on to say that the Conservative government’s action was friendly to General Franco: ‘, and it is interesting to see what his response is. General Franco promptly sends out by radio a message that any British ship found in Spanish territorial waters will be seized or sunk. That does not seem to have provoked any response at all from the British Government. But the action of the British Government has
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provoked a very wide reaction throughout the world. There was widespread amazement that this country should step down from the position that it has always taken with regard to the right of vessels at sea, and there is widespread suspicion that the British Government which is prepared to take action of that kind must be backing General Franco.’ Later in the same debate, Noel-Baker declared: ‘I believe this is the first time since 1588 that British ships have been menaced by the Spanish fleet. As I listened to the Home Secretary explaining away our naval rights, I thought that the ghosts of Queen Elizabeth and Francis Drake must be stirring uneasily in our midst, as indeed must have been the spirit of Admiral Jellicoe.’ Noel-Baker attacked what he demonstrated as being the hypocrisy of the Government. ‘In this case there has not been a single case of ships being actually bombed but a mere declaration by General Franco that they may be bombed. Are we going to agree to the indiscriminate laying of mines? We are particularly sorry that it should be at this moment that the British Government are taking a new step in policy, that they are allowing threats of menace by air, mine and ship, which did not move them earlier, to induce them now to prevent British food ships going to Spanish ports. For it comes exactly at moment when the sending of food into Bilbao is a matter of military importance. Another of those British captains quoted in the “Daily Telegraph” said: I do not think the Basques will surrender unless they are starved. We are sorry that this change should have happened now. The Spanish policy of the Government has not been notable for its luminous clarity, but today, against the background of its murky obscurity, the Government have flashed out a Franco sign. We know that it is a defeat for the Foreign Secretary. We all agree with what he wants to do. It is with his methods that we do not agree. He spoke the other night of pursuing his purposes patiently and persistently. We are afraid that his policy is all patience and very little persistence. His whole theory in dealing with dictators is that if he treats them gently they may stop intervening. When are the Government going to learn from their own experience?’57 Other members of the opposition argued powerfully that the policy of the Government amounted to yielding to fascist aggression rather than avoiding a general war was likely to hasten it. Sir Archibald Sinclair commented that the failure of the British Government to protect lawful merchant shipping heading for Bilbao had ‘created a feeling bordering on consternation in French Government circles. On the other hand, the Germans and Italians are jubilant. They hail it as a clear sign of weakness. Senator Farinacci, who is a member of the Grand Council of the Fascist party in Italy and one of the leading statesmen of Italy at the present time, declares: The British Government met urgently, with
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the intention of raising a loud voice against whoever dares to impose any limitation on the Union Jack. Instead, they had to admit that Britain could not defend her own craft in Spanish waters. That is the impression which has been made upon Italy. This is Abyssinia all over again, retreating step by step in the face of the threats of the dictators.58 This point was reinforced by both James Maxton, the Independent Labour Party M.P. for Bridgeton and Colonel Josiah Clement Wedgewood, the Labour M.P. for Newcastle-Under-Lyme. Maxton compared Franco to a pirate. Wedgewood declared: ‘The hon. Member for Bridgeton (Mr. Maxton) said rightly that we were feeding the dictators with what they lived upon. Every time England gives way and shows fear we invite a further kick in the pants, and we bring nearer the day of reckoning. The main support of peace today is fear of Great Britain, not contempt of Great Britain, and it is because we feel that the measures that were taken at the Cabinet meeting on last Friday were just one more surrender, just one more evidence of weakness, just one more sop to the dictators, that we are moving this Vote of Censure and praying that even now the Government will change their policy and show their teeth. We do not want war; we want to take the only steps possible to prevent war coming.’59 The speeches made during the censure debate of 14 April helped change public perception both of Government policy and also of the Basque people. It was constantly reiterated both in Parliament and the press that the Basques were an independent, democratic, predominantly Catholic people who had helped Britain during the Great War and were now facing a humanitarian crisis as a result of the British Government accepting as fact the Francoist boasts of an effective blockade.60 The information provided by Steer to Noel-Baker underlay some of the most powerful speeches made by the Labour and Liberal opposition during the debates in Parliament. In addition, the weaknesses of the Government’s position was subjected to fierce forensic analysis by Sir Archibald Sinclair, Clement Attlee, Arthur Alexander and others. The more potent points made in the debates in the House of Commons were echoed in the popular press, particularly the pro-Republican Daily Herald and the News Chronicle. Reporting from the Bilbao, the popular press exposed as false the Government’s insistence on the existence of an effective blockade. Basque officials, including Santiago Aznar, the Consejero de Industria, were quoted to the effect that Basque minesweepers ensured that the territorial waters were clear and that coastal artillery kept rebel warships outside the three-mile limit.61 Accordingly, the combination of portraying the Government as cowardly in the face of the dictators, generating sympathy for the plight of the Basques and building up the merchant skippers as heroic seafarers had a significant impact on public opinion. Much was made of the fact that Hewlett Johnson, the ‘red’ Dean of Canterbury sailed from Bilbao to St Jean de Luz without incident.62
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In fact, as Franco’s naval chief, Admiral Cervera, himself later admitted in his memoirs, an effective blockade of the Cantabrian coast was impossible. To cover 160 nautical miles (184 miles) in extremely inclement weather, he had at his disposal only four armed warships – the relatively new but technologically obsolete battleship España, the battle cruiser Almirante Cervera, the destroyer Velasco and the minesweeper Júpiter.63 The extent to which the Government was hiding behind the farce of Non-Intervention to mask its tacit support for Franco was revealed by the pusillanimous gesture of sending a deputation to negotiate with Franco. ‘The Burgos authorities will be asked to accept the good faith of the British Government as shown by its instructions to merchant ship owners not to enter into any further charters for Spanish ports’.64 Aguirre’s declaration that there was no danger to British ships because the entrance to Bilbao was not mined and that rebel ships were not in control of Basque territorial waters was not forwarded by the British Government to the Royal Navy ships in the area. This despite the fact that it was reported in the press and discussed in parliament.65 Moreover, the failure of British ships to reach Bilbao was because the Royal Navy was actively trying to dissuade captains from breaking the blockade. David ‘Potato’ Jones, captain of the Marie Llewellyn, was told by the captain of the British destroyer that escorted his ship back to St. Jean-de-Luz that ‘other high authorities besides those of Salamanca disapprove of blockade-running’. As a result, with his cargo rotting, he left St Jean de Luz on 17 April. In the meanwhile, he had been portrayed in The Times on 17 April as an heroic sea-dog rather than the profiteering blockade runner of government rhetoric. This would add fuel to the flames of public opinion disgusted with the Conservative Government. In parliament, Sir Samuel Hoare was severely taken to task over the incident by David Lloyd George.66 On 19 April, writing from the Basque Government offices, Steer sent a telegram to Noel-Baker, exposing what was effectively Cervera’s bluff: ‘Coastal defences of Bilbao are as follows: five batteries heavy artillery mostly Vickers six-inch 1936. Range 15 miles beautifully placed; destroyers, submarine and armed trawlers, bombing aircraft at aerodrome near coast.’ He showed that the blockade did not exist in any meaningful way ‘for any power prepared to protect its shipping outside Spanish territorial waters’. He went on: ‘Everybody here from Consul downward knows that there is not slightest danger and that [the] blockade [is] made out of paper and exists only in [the] hopes [of ] Salamanca [and the] imagination [of ] Whitehall’. He reported that Basque mine-sweepers had ensured that the approaches to Bilbao were not mined. He further pointed out that Basque batteries of naval artillery with a fifteen-mile range were keeping the Nationalists at bay. In the light of his information on the coastal defences of Bilbao, he stated that it was ‘Quite impossible for Franco’s few ships to come within ten miles of territorial waters.’ Although clearly an exaggeration in the light of various incidents involving Royal Navy vessels, Steer’s comment was broadly true.67
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This information was repeated in an article that appeared in The Times on the following day. Steer recounted that Ralph Stevenson, the British Consul, had visited the Presidency on Saturday 17 April and been given a full account of Basque measures for the protection of merchant shipping within the three-mile limit: ‘Five batteries of coastal artillery, mostly heavy guns are placed on either side of the mouth of the River Nervión in positions high above the sea. There are coastal survey aeroplanes to reconnoitre for ships entering and leaving. There is complete freedom from mines both inside and well outside territorial waters. This is ensured every night by searchlights on either side of the Nervión and patrol boats varying from three at full moon to six at new moon. Every day 16 minesweepers sweep the whole bay and well outside territorial waters. These measures have prevented mine-laying by the insurgents since January 17. On the high seas, Bilbao can set two destroyers, one submarine, and half a dozen armed trawlers against the battleship España and four armed trawlers occasionally supplemented by the cruiser Almirante Cervera. Still more trawlers are being armed here. The Consul was informed that the blockade was no more severe than it had been during the last six months, that no merchant ship had yet been sunk, mined, shot at, or molested in the territorial waters around Bilbao, and that the Basque Government could not do more than repeat their guarantee that British shipping was safe in their territorial waters.’ Thus, Noel-Baker and therefore Attlee with whom he was in close touch, not to mention readers of The Times were in possession of proof that the government was misleading the ships both of the Royal Navy and the merchant marine.68 Then, on the night of 19 April, the S.S. Seven Seas Spray left St Jean de Luz. Ten miles off the Basque coast, it was met by a British destroyer which signalled the Captain, William Roberts, that he entered Bilbao at his own risk and wished him good luck. On the morning of 20 April, Steer went out on a Basque trawler to meet the Seven Seas Spray, the first British ship successfully to run the gauntlet and he was aboard as it made a triumphal passage down the nine miles of the River Nervión that lead to Bilbao. His moving account of the cheering crowds helped lead eventually to Royal Navy ships escorting subsequent food convoys. The British Government was forced to admit its mistake in claiming that the approaches to Bilbao were mined and issued instructions to the Royal Navy to protect British merchant shipping.69 On the evening of 20 April, this information was used to great effect in the House of Commons by the Labour MP for Hillsborough Albert Alexander, stressing that the blockade, owed any effectiveness that it might have to the British government. He reminded the House that, on the previous day, the First Lord of the Admiralty (Hoare) said: ‘The reports which have been received from the Vice-Admiral Commanding Battle Cruiser Squadron, in His Majesty’s Ship ‘Hood’, read together with the reports received from the other authorities concerned, have confirmed the view that the Spanish insurgent authorities have established an effective de facto blockade of Bilbao. In that debate on 19 April,
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tempers had risen. Sir Archibald Sinclair asked Eden ‘whether General Franco notified His Majesty’s Ambassador at Hendaye that he would resist by force attempts to break his blockade of Bilbao whatever the consequences might be; and on what date this message was received in London?’When Eden replied: ‘The Military Governor of Irun, acting on instructions from General Franco, informed Sir Henry Chilton on the evening of 9th April that the entrance into Bilbao of four British ships known to be lying in St. Jean de Luz would be resisted by insurgent warships. This information was received in London on the morning of 10th April.’ According to the The Times Sir Archibald Sinclair was ‘white with indignation’ at Eden’s admission.70 Now on 20 April, Alexander, with devastating impact, then read out Steer’s telegram to Noel-Baker: ‘I personally accompanied the ‘Seven Seas Spray’ into harbour 8.30 this morning. She left France suddenly 10 o’clock last night. Captain was semaphored frantically from shore to stop but he turned blind eye. Voyage completely uneventful. Captain’s 20-year-old Fifi slept like a top. Only incident was one British destroyer patrolling the Basque coast about 10 miles to sea feebly attempted to enforce imaginary blockade, warning Captain Roberts that he proceeded at his own risk. Roberts answered ‘I accept full responsibility.’ Destroyer wished him good luck and sheered off. No insurgent ship was ever sighted. Bilbao’s destroyers and armed trawlers went out to meet the ‘Seven Seas Spray’ which, since there are no mines in Bilbao territorial waters, was able to enter the harbour without a pilot. Large force fighting planes circled overhead. As boat slowly moved up river with captain and daughter on the bridge huge crowds cheered, waved handkerchiefs and shouted Vivas for the English sailors and for Liberty.’71 During that debate on 20 April, Sir Samuel Hoare was still arguing in parliament that the approaches to Bilbao were mined. In attempting to defend the Government’s position, Hoare was asked by Colonel Wedgewood where the Government got the information on which its policy regarding the Basque Country. Hoare replied: ‘Our informants are the British Ambassador, our Consular agents and the naval authorities.’ Clement Attlee leapt on this to ask Hoare: ‘Will the right hon. Gentleman make plain where our Ambassador, who is not living in Spain, gets his information from?’ Hoare revealed perhaps more than he intended when he responded: ‘As the right hon. Gentleman knows, there is only a bridge between him and Spain, and we have during all these months received a considerable volume of information from him.’72 It was an inadvertent admission that Government policy was being made on the basis of information supplied by Major Troncoso. A greatly effective device used by members of the parliamentary opposition was to argue in jingoistic terms that the Government’s policy towards Franco was undermining British prestige. Albert Alexander had taken this line during the 20 April debate. ‘I am convinced’, he said, ‘that, if a Labour
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Government had been in office, and had adopted a similar form of action in regard to a blockade of the ports of a Government more in tune with the political views of right hon. Gentlemen opposite, and if we had thereupon refused the effective protection of the British Navy for ships flying the British flag and attempting to get to those ports, every one of them would not only have demanded that the Labour Government in such circumstances should be asked to change their policy, but would have denounced them as enemies of their country, as cowards who would not defend their own kith and kin, as improvident statesmen who would not even have the sense to protect British commercial interests in the future, and would have demanded immediately the resignation of the Labour Government.’ He went on to declare vehemently: ‘Over and over again in the course of the foreign policy of this Government I have observed an attitude which convinces me that when questions arise which affect the safety of the British Commonwealth, the passage of the sea routes of the Empire, the whole future position of the nations gathered together within that Empire—over and over again they adopt a policy which is prejudicial because they are afraid of even appearing to give any support to policies of the Left.’ 73 The questioning of the government by Albert Alexander, David Lloyd George and others, using information in Steer’s telegrams and in much of the press, pushed the Cabinet into changing its position. On the following day, the Cabinet again discussed, ‘in the light of the latest information and of a Debate in Parliament on the previous evening, the question of the advice to ship-owners as to voyages to Bilbao, Santander and Gijon.’ Moreover, it was necessary to deal with a message from the United Kingdom Chamber of Shipping, who considered that there was no effective blockade and that the Government’s advice to ships not to attempt to enter Bilbao ‘involved a breach of warranty and invalidated insurance policies in respect of voyages to Bilbao.’ Eden, clearly influenced by the opposition and the press, admitted that ‘the degree of warning was excessive in present circumstances, and in that event the notices to shipping might have to be altered’. Hoare was reluctant to alter the advice to shipping. In the end, it was decided ‘That the policy of the Government, namely, to afford protection to British shipping on the high seas but not in territorial waters, should not be changed., but that notices to shipping and instructions to the Naval Commander-in-Chief must depend, upon the facts of the situation, which were liable to vary from day to day.’74 Nevertheless, in the wake of the success of the S.S. Seven Seas Spray, it became clear that the British Government had been obliged to reverse its position on protection for British shipping.75 On 22 April, under the headline BALDWIN’S BLOCKADE, the Daily Herald published a stark challenge to the Government by declaring that, if advice to merchant shipping not to go to Bilbao was not withdrawn, it would be clear that the Cabinet was effectively helping the insurgents: ‘There has never been a
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blockade by General Franco. There has been a virtual blockade by Mr. Baldwin.76 That the press and the speeches of the parliamentary opposition had considerable effect was made starkly clear on 23 April. Three British ships carrying 8,500 tons of food, the Hamsterley, the Macgregor and the Stanbrook left St Jean de Luz for Bilbao. Moreover, the captains of a further three ships notified Vice-Admiral Geoffrey Blake that they also intended to sail for Bilbao. Accordingly, Admiral Blake signalled to the Admiralty ‘H.M.S. Hood will be there’, meaning that while not offering direct escort for the food convey, he would keep his ship in the area lest they encounter problems with rebel warships. The Almirante Cervera and the armed trawler Galerna stopped the lead ship of the convoy, the MacGregor. The captain David ‘Corn Cob’ Jones signalled for assistance, and was joined by one of two destroyers sailing with HMS Hood, HMS Firedrake. The captain of the Almirante Cervera demanded that the British warships leave on the grounds that they were in the six-mile limit that the rebels claimed as territorial waters. Despite the overwhelming superiority of the British flotilla, the Galerna fired across the bows of SS MacGregor. Admiral Blake decided to intervene and signalled MacGregor to continue on to Bilbao. The captain of the Almirante Cervera responded by aiming his guns at the British warships. Blake ordered Hood’s own guns to be ranged against the rebel battle-cruiser as a warning. He signalled that he would open fire if the Spanish ships did not leave which they did. The Galerna then entered Basque territorial waters and was driven off by the coastal batteries. The convoy was then escorted to Bilbao by Basque armed trawlers.77 On Sunday 25 April, two more British merchant vessels, SS Thurston and the SS Stesso reached Bilbao with food cargos. Over the next few days, they were followed by the Sheaf Garth, the Backworth, the Sheaf Field, the Thorpehall, the Marvia, the Portelet. 78 In response, Troncoso was sent by Nicolás Franco to protest to Chilton. Incandescent, Troncoso made the absurd threat that ‘if we wanted war, we could have it. He then went on to say that General Franco would stop all commerce with Great Britain if our attitude was persisted in. He added that commanding officer of Admiral Cervera had attempted suicide from mortification.’ Troncoso demanded that Franco’s Spain be afforded belligerent rights and also the extension of territorial waters to six miles. There could be no question of belligerent rights. Eden discussed this in cabinet on 28 April stating that ‘If belligerent rights were granted, our ships could be stopped on the high seas, taken into Spanish ports for search, and all commerce with Spain would come to an end. If we did it alone a difficult Parliamentary situation would be created.’ Accordingly, Eden replied to Chilton on 28 April, instructing him to inform Troncoso that British policy ‘is to the effect that whilst unable to advise British shipping to enter Bilbao they are determined, in the event of British ships ignoring the warning, to give them full protection on the high seas if called upon to do so.’79
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An ironic sequel to the issue of the mining of the approaches to Bilbao took place on 30 April. Shortly after 8.15 a.m., while attempting to intercept a British merchant ship, the SS Knitsley, going to Bilbao to pick up iron ore, the Spanish destroyer Velasco, received a distress signal from the battleship España. The crew of the Knitsley witnessed the destroyer going alongside the España. Shortly afterwards, the battleship listed to port before turning over and sinking stern first. The España sank as a result of hitting a mine laid by the rebels themselves which had broken free of its moorings. Needless to say, the Francoist authorities denied that this had been the case. There was speculation that the warship had been sunk as a result of being bombed by a Republican aircraft. However, an investigation by the British Admiralty, alarmed at the prospect of airborne attacks on its vessels, concluded that the España had indeed been sunk by a mine.80 Throughout May and June Noel-Baker and Steer sought to apply diplomatic and political pressure to help give the Basques the best possible chance of defeating Franco’s forces. In the month and a half after the bombing of Gernika, they went to great lengths, with professional and personal risks, to prevent a Nationalist victory. Their principal efforts were directed towards trying to get aircraft for the Basque forces. The biggest single weakness of Basque defence was the absence of adequate air cover over Bilbao to combat the overwhelming strength of the Condor Legion and the Aviazione Legionaria. On 8 May, Steer wrote to Noel-Baker that ‘the depression of the militia [is] due most of all to the entire absence of aviation on our side.’ Promises by the Valencia government to send aircraft to Bilbao came to nothing in part because of the crisis that broke out on 3 May in Barcelona. In his 8 May letter, Steer implored Noel-Baker to ‘do your utmost to see that planes of some sort arrive. The only way it can be done is through the French, through Pierre Cot, with French planes.’81 In fact, on that day, fifteen Spanish Republican aircraft had landed at the Air-France airfield at Montaudran outside Toulouse. They were en route from Catalonia to the Basque Country. It was expected that sympathetic socialist employees of Air France would refuel them. In fact, under pressure from the Non-Intervention Patrol Commission inspectors, they were obliged to return to Lérida on the following day escorted by a squadron of the French air force.82 In response, an indignant Steer, recalling that, in 1936, Pierre Cot, as the French Minister of Aviation, had covertly supplied the Republican forces with sixty aircraft, tried once more to mobilise Noel-Baker who had close relations with Cot through collaboration in the League of Nations. Declaring himself ‘angered by French cowardice’, Steer wrote sarcastically: ‘I hope you’ll be able to congratulate on my behalf Pierre Cot for the stoppage of the Spanish government planes at Toulouse. The fact that no planes can now come to Bilbao means that the town will be taken, Madrid will be next, then the whole of Spain. … France will be the next place for the Fascist conspiracy, and Cot himself the next man for the high jump. If he acts with coolness and decision now he can turn defeat into victory.’ Noel-Baker could do
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nothing and nor could Cot who was under pressure from his prime minister Leon Blum to conform to Non-Intervention rules. In consequence, he wrote to Lloyd-George that the resulting demoralisation of Basque troops ‘led to the abandonment of very good strategic positions’.83 Lloyd-George felt that Cot was not to blame, describing him as ‘the only man in the present French Ministry who is worth a dime.’84 On 17 May, the Valencia government tried again, this time sending thirty-five aircraft from Lérida. Because of bad weather, half were forced to return to base and only seventeen reached Toulouse. The result was virtually the same. The French government gave permission for them to proceed to Bilbao after first removing their machine guns. The Valencia government decided that this was pointless and ordered them to return to Lérida. The Republican government therefore made the decision to send aircraft via the direct, and more dangerous, route over Francoist territory. Insufficient to start with, the losses suffered en route ensured that not enough aircraft arrived.85 Reflecting the desperate situation, Steer wrote that ‘the fall of Bilbao is more than probable if new material does not arrive.’86 It took a little longer than he had feared but Franco’s forces had penetrated Bilbao’s socalled ‘Iron Ring’ on 12 June and entered the city one week later. British concerns over such Francoist blockade as existed were at an end.
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1
2 Enrique Moradiellos, La perfidia de Albión: el Gobierno británico y la guerra civil española (Madrid: Siglo XXI, 1996) pp. 64-87.
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3
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5
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6
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8
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10
11
Lacouture, Léon Blum, pp. 311-12; Dreifort, Yvon Delbos, pp. 50-1.
12
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14
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Ingram to Eden, 28 July 1936, Documents on British Foreign Policy 2nd Series, Vol. XVII (London: HMSO, 1979) pp. 31-2. 15
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16
17 Vitetti to Ciano, 29 July, 3 August, Ciano to Vitetti, 30 July 1936, I Documenti Diplomatici Italiani, 8ª serie, vol. IV (10 maggio - 31 agosto 1936) (Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato/Libreria dello Stato, 1993) pp.711-13, 71920, 736-7; Ismael Saz Campos, Mussolini contra la II República: hostilidad, conspiraciones, intervención (1931-1936) (Valencia: Edicions Alfons el Magnànim, 1986) pp. 204-5; Enrique Moradiellos, Neutralidad benévola. El Gobierno británico y la insurrección militar española de 1936 (Oviedo: Pentalfa Ediciones, 1990) pp. 172-3.
Enrique Moradiellos, ‘El mundo ante el avispero español. Intervención y no intervención extranjera en la guerra civil’, en Historia de España Menéndez Pidal Tomo XL. República y guerra civil edited by Santos Juliá, (Madrid: Espasa Calpe, 2004) p. 253. 18
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20
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21
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23
24 On Troncoso, see Gabriel Pretus, ‘Commander Troncoso: a man for all seasons in the northern campaign of the Spanish Civil War 1936-1937’, unpublished M.A. Dissertation, RHUL.
25
G.L. Steer, The Tree of Gernika: A Field Study of Modern War (London: Hodder & Stoughton, 1938) pp. 195-6
26
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30
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31
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32
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33
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34
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36
Chilton to Eden, 12 April 1937, FO371/21352, W7033/23/41.
37
Mounsey conversation with Azcárate, FO371/21352, W7196/23/41.
38
Eden to Hugh Lloyd Thomas (British Minister at Paris Embassy), 13 April 1937, FO371/21352, W7162/23/41.
Cable, The Royal Navy, pp. 66-7; Chilton to Eden, 16 April 1937, FO371/21352, W7418/23/41; Lloyd Thomas to Eden, 18 April 1937, FO371/21331, W7493/7/41. 39
40 Lewis H. Mates, The Spanish Civil War and the British Left. Political Activism and the Popular Front (London: I.B. Tauris, 2007) pp. 61-75, 91-6; Tom Buchanan, The Spanish Civil War and the British Labour Movement (Cambridge: Cambridge University Press, 1991) pp. 29-30, 167-73.
Leslie Carruthers to Noel-Baker, 25 Nov. 1936, Noel-Baker Papers, Churchill Archives Centre, Churchill College, Cambridge (henceforth CAC-NBKR), CAC, NBKR, 4/656. 41
42
Noel-Baker to Lloyd-George, 13 May 1937, CAC, NBKR, 4/660.
43
Steer to Noel-Baker, 31 May 1937, CAC, NBKR, 4X/118.
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44
Noel-Baker to Indalecio Prieto, 13 May 1937, CAC, NBKR, 4/660.
45
Noel-Baker to Megan Lloyd-George, 13 May 1937, CAC, NBKR, 4/660.
46
Steer to Noel-Baker, 19 April 1937, CAC, NBKR, 4X/118.
47 Steer, The Tree of Gernika, p. 159; Bowers to Hull, 30 April 1937, Foreign Relations of the United States 1937 Vol.I (Washington: Government Printing Office, 1954) p. 291; Manuel Aznar, Historia militar de la guerra de España (1936-1939) (Madrid: Ediciones Idea, 1940) p. 398. See the press cutting reproduced in Martínez & Mendaza, 1936 Guerra civil en Euskal Herria III, p. 211.
Tom Buchanan, The Impact of the Spanish Civil War on Britain. War, Loss and Memory (Brighton: Sussex Academic Press, 2007) pp. 25, 27, 31. 48
49
Noel-Baker to Steer, 11 & 15 May 1937, CAC, NBKR, 4/660.
50
H.C. Deb 12 April 1937 vol. 322, cc.593-9; Daily Mail, 12, 13 April; The Times, 13 April 1937.
51
H.C. Deb, 12 April 1937, vol. 322, cc. 1029-1142.
52
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53
Daily Herald, 13 April 1937.
The Times, 15, 17, 20 April 1937; Cable, The Royal Navy, p. 72; P.M. Heaton, Welsh Blockade Runners in the Spanish Civil War (Newport, Gwent: The Starling Press, 1985) p. 39. 54
The text of Aguirre’s telegram is Appendix 1, in Cabinet Minutes, 14 April 1937, CAB 23-88, pp. 109-10. See also Jose-Antonio Aguirre to Noel-Baker, 14 April 1937, CAC, NBKR, 4x/118. 55
56
Cabinet minutes, 14 April 1937, CAB 23-88, pp. 88-98; Cable, The Royal Navy, pp. 68-70.
57
Daily Herald, 13 April 1937; H.C. Deb 14 April 1937, vol. 322 cc.1029-45.
58
H.C. Deb 14 April 1937, vol. 322 cc. 1057-61.
59
H.C. Deb 14 April 1937, vol. 322 cc. 1112-13.
60
H.C. Deb 14 April 1937, vol. 322 cc. 1060-1; News Chronicle, 13, 14 April 1937.
61
Daily Herald, 14 April, News Chronicle, 14, 18 1937.
94
Paul Preston
62
News Chronicle, 12 April, Evening Standard, 15 April 1937.
63
Cervera Valderrama, Memorias de Guerra, pp. 135-7.
64
Daily Mail, 14 April 1937.
65
Daily Herald, 14 April 1937; Steer, Gernika, pp. 196-7.
66
The Times, 17, 19 April 1937; H.C. Deb, 20 April 1937, vol. 322 cc. 1680-5.
67
CAC, NBKR 4x/118
68
Steer to Noel Baker, 19 April 1937, Noel-Baker Papers, CAC, NBKR, 4x/118; The Times, 20 April 1937.
The Times, 15, 21, 24 April 1937; Heaton, Welsh Blockade Runners, pp. 35-54; Cable, The Royal Navy, pp.55-76; Steer, Gernika, pp. 190-4; Rankin, Telegram, pp.1 05-8.
69
70
H.C. Deb, 19 April 1937, vol. 322, cc. 1410-11, 1441.
71
H.C. Deb, 20 April 1937, vol. 322, cc. 1653-62.
72
H.C. Deb 20 April 1937, vol. 322, cc. 1670-1682.
73
H.C. Deb 20 April 1937, vol. 322, cc. 1651-4.
74
Cabinet minutes, 21 April 1937, CAB 23-88, pp. 123-6.
75
Noel-Baker to Steer, 23 April 1937, CAC, NBKR, 4/660.
76
Daily Herald, 22 April 1937.
77 The Times, 24 April, Daily Mail, 1937; Steer, Gernika, pp. 206-09; Cable, The Royal Navy, pp. 76, 87-90; Cervera Valderrama, Memorias, pp. 145-6; Michael Alpert, La guerra civil española en el mar (Madrid: Siglo XX, 1987) pp. 255-7.
H.C. Deb 26 April 1937 vol. 323, cc. 11-12, 28 April 1937 vol. 323 cc. 312-9; Heaton, Welsh Blockade Runners, pp. 47-8; Alpert, La guerra civil española en el mar, pp. 257-8.
78
Chilton to Eden, 26 April; Eden to Chilton, 28 April 1937, FO371/21353, W8187/23/41; Cabinet minutes, 28 April 1937, CAB 23-88, pp. 139-43. 79
80
Alpert, La guerra civil española en el mar, pp. 259-60; Gerald Howson, Aircraft of the Spanish Civil War 1936-1939
95
Britain and the Basque Campaign of 1937: The Government, the Royal Navy, the Labour Party and the Press
(London: Putnam, 1990) p. 160. The issue was discussed in parliament on 5 and 26 May. See HC Deb 5 May 1937 vol. 323, cc.1135-7; HC Deb 26 May 1937 vol. 324, cc.256-7. Steer to Noel-Baker, 8 May 1937, CAC, NBKR, 4X/118; Noel-Baker to Lloyd-George, 13 May 1937, CAC, NBKR, 4/660. 81
Ramón Salas Larrazábal, Historia del Ejército popular de la República 4 vols (Madrid: Editora Nacional, 1973) II, p. 1381; David Wingeate Pike, France Divided. The French and the Civil War in Spain (Brighton: Sussex Academic Press, 2011) p. 136; Hugh Thomas, The Spanish Civil War 3rd ed. (London: Hamish Hamilton, 1977) pp. 680. 82
Steer to Noel-Baker, 9 May 1937, CAC, NBKR, 4X/118; Noel-Baker to Archibald Sinclair, 10 May 1937, CAC, NBKR, 4/660; Noel-Baker to Lloyd-George, 13 May 1937, CAC, NBKR, 4/660. 83
84
Lloyd-George to Noel-Baker, 14 May 1937, CAC, NBKR, 4/660.
85
Salas Larrazábal, Historia del Ejército popular, II, pp. 1381-4.
86
Steer to Noel-Baker, 31 May 1937, CAC, NBKR, 4X/122.
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Otxandio: Crónica de una tragedia Jon Irazabal Agirre Miembro de Gerediaga Elkartea Estudioso de la Merindad de Durango
El 22 de julio de 1936 aviones afines a los militares sublevados contra el gobierno de la República española bombardean la villa vizcaína de Otxandio inmersa en sus fiestas patronales de Santa Marina. La incursión aérea que deja 61 muertos, la mayoría civiles vecinos de la villa, se cierne casi exclusivamente en la plaza Andikona. La autoría del mismo hoy tradicionalmente atribuida a los hermanos Lezama Leguizamon hoy día es asignada a Ángel Salas Larrazabal y José Muñóz Jiménez. Palabras clave: Otxandio, bombardeo, Salas Larrazabal
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Otxandio: Crónica de una tragedia
OTXANDIO 1936 La villa de Otxandio, cuyo ayuntamiento lo presidia Remigio González de Langarica, contaba en 1936 con una población de 1.400 habitantes aproximadamente. Durante muchos siglos fue el pueblo ferrón por antonomasia, pero la crisis industrial de fines del siglo XIX cerró las fraguas de antaño y generó que la agricultura cobrara importancia en la economía local. Esta crisis no arrasó toda la industria perdurando algunos elementos puntuales de esa tradición fabril que en los años 30 se veía reflejada en los Talleres Omega, Sucesores de López Heredia, Vicinay y otras fábricas. Estas características económicas también tenían su reflejo en la propia sociedad de Otxandio donde además de los habituales tradicionalistascarlistas y nacionalistas vascos, también convivían, aunque minoritarios, afiliados de la Unión General de Trabajador [UGT] y del Partido Comunista de España.
Plaza mayor de Otxandio en los años 20. Archivo Antton Arrospide
18 DE JULIO El 18 de julio el general Emilio Mola se suma a la sublevación militar iniciada la víspera bajo el mando del general Franco en Ceuta y Melilla. Mola, que esta involucrado en la planificación de la misma bajo el seudónimo de “el director”, decreta el estado de guerra en Pamplona. Esa misma tarde sale de Pamplona con destino a Vitoria la orden del general Mola de que también se decrete el estado de guerra en dicha capital. El día 19 el coronel Camilo Alonso Vega decreta el estado de guerra en la capital alavesa. En Vitoria hay estos días muchos avatares generados por unas autoridades republicanas ingenuas, que creen en la lealtad de los militares a la legalidad y no arman a los grupos afines a la república para la defensa de la misma.
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Jon Irazabal Agirre
Por lo que respecta a Bilbao la sublevación ha sido neutralizada. Las fuerzas de orden público y guardia civil se han decantado a favor del gobierno republicano. Esta situación genera que los grupos que se habían organizado, desde muchos meses antes, para apoyar el golpe de estado no actúen dada la situación adversa. Estas personas optan por esconderse esperando un momento más idóneo, o por huir hacia Vitoria u otras zonas controladas por los sublevados. El 18 de julio es la festividad de Santa Marina, patrona de Otxandio y por ende fiestas de la villa. Dada la situación política se suspende la carrera ciclista, los partidos de pelota y otros festejos programados. La gente se encuentra nerviosa por lo que está sucediendo en este ambiente tenso. Al atardecer, aparece en la plaza Cortazar conocido como “Otxandi” o “Txapel”. Según los testigos muy agresivo y, parece estar cargado de copas, dando vivas al rey Don Carlos y mueras a la República lo que provoca la irritación de algunos obreros izquierdistas de los talleres Omega. El alcalde de Otxandio, Remigio Langarica, junto con otros compañeros suyos del PNV detienen a Cortazar y lo llevan por la fuerza a la cárcel.
20 DE JULIO José Echeverria Novoa, gobernador civil de Bizkaia, tras neutralizar el riesgo golpista de los cuarteles de Garellano toma las riendas de la situación y conjuntamente con los partidos de izquierda y el PNV, organiza varias columnas armadas con soldados y voluntarios en aras a defender la República.
Soldados y milicianos en Otxandio. Archivo Antton Arrospide
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Otxandio: Crónica de una tragedia
El 20 de julio una columna, de 1000 hombres, organizada en Bilbao se traslada bajo el mando del teniente coronel Joaquín Vida, hacia Otxandio. El objetivo es neutralizar un posible ataque a las tierras vizcainas desde Vitoria y si es posible tomar la capital alavesa. Parten de Bilbao y en Igorre la columna inicial se divide en dos. Una de ellas compuesta por guardias civiles y milicianos del batallón Fulgencio Mateos se dirige, a las órdenes del capitán de la guardia Civil Juan Ibarrola, por Barazar hacia Legutio. La otra con la mayor parte de los hombres, al mando del teniente coronel Joaquín Vidal Munárriz, se dirigen por Dima y Otxandio también hacia Legutio. Los guardias civiles de Legutio no se hallan en el cuartel. Los 19 miembros de la benemérita a las órdenes del teniente José Palacios Buitrago se han emboscado a ambos lados de la carretera en el alto de Pagotxiki. Informados de la situación el capitán Ibarrola se dirige al lugar y logra la rendición de los guardias civiles. El teniente Palacios intenta suicidarse, intento que frustra el propio Ibarrola. El teniente es trasladado a Bilbao quedando detenido en el cuartel de La Salve de donde huye a los pocos días. Los mandos militares, en lugar de consolidar la posición de Legutio como una avanzadilla frente a la rebelde Gasteiz ya en manos del general Mola, y en contra de la opinión de los milicianos, acuerdan retirar la columna a Otxandio a pernoctar. Esta decisión será uno de los primeros y más graves errores de esta guerra. Legutio nunca jamás será nuevamente recuperado por las fuerzas leales a la República. En Otxandio el párroco Lorenzo Orue se halla celebrando la función de ánimas cuando la columna de milicianos se persona en la villa. La tensión es notable y da por finalizada la función religiosa sin terminar la misma. Cierra las puertas de la iglesia y marcha a su casa donde se personan un grupo de milicianos solicitándole las llaves de la iglesia para acampar en la misma. El párroco les indica que las llaves las tiene el sacristán Matxin Iribarren. Se dirigen a la casa del sacristán, el cual se percata de que le buscan y decide saltar por el balcón trasero y huir a Gasteiz donde se refugia. La mujer del sacristán entrega las llaves de la iglesia y la columna miliciana acampa en la iglesia parroquial de Santa Marina. Los milicianos tienen conocimiento de lo sucedido con Cortazar y piden al alcalde la entrega del preso. El alcalde ve claro lo que va a suceder y con la ayuda de los concejales nacionalistas sacan a Cortazar de la cárcel lo trasladan al camarote y le propician la huida por el tejado salvándole la vida.
22 DE JULIO. BOMBARDEO DE OTXANDIO Amanece el día 22 de julio. En las calles de Otxandio se entremezclan milicianos, soldados y civiles que al amparo de las fiestas patronales y circunstancias del momento, se han acercado a la villa ferrona. Entre las 9 y las 9.30 de la mañana dos aviones se aproximan a la localidad.
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Los niños, ajenos a la tragedia que se les avecina corren por la plaza de Andikona y las calles adyacentes. La plaza Andikona es uno de los lugares habituales de juego de los niños, dado que una de sus diversiones gira en torno a la fuente y riachuelo que surca dicha plaza. También se hallan en ella mujeres que se acercan en busca de agua a la fuente o a lavar la ropa en los lavaderos sitos en los márgenes del riachuelo. Los soldados han instalado en este lugar su intendencia. La razón es muy sencilla. La fuente de Vulcano, sita en la plaza mayor, es de agua ferruginosa y no es válida para cocinar, por lo cual acuden a esta fuente para proveerse de agua para los menesteres culinarios. Por la misma razón la intendencia militar se ha instalado en dicha plaza. Los presentes, tanto niños como mayores, observan el vuelo de las avionetas. En un momento los pilotos arrojan unos objetos, que en un principio hay quien piensa que son hojas, caramelos o algo parecido. El piloto ha arrojado varias bombas de tres o cuatro kilos. La negra tragedia se cierne sobre la pequeña plaza de Andikona.
Cuadro de Santiago Kapanaga representando la tragedia de la cual fue testigo
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Otxandio: Crónica de una tragedia
José Antonio Marulagoitia de 38 años, médico de Otxandio, relata así la tragedia para el corresponsal del diario “Euzkadi”. “Serían las nueve de la mañana cuando continuando las visitas profesionales habituales me dirigí a casa de Don Pedro de Eguia, cuya esposa estaba encamada. Había examinado a la enferma, cuando me pareció observar que algunos aviones evolucionaban sobre el pueblo. Los denunciaba el característico “runruneo” del motor y parecían volar bajo. Me asomé a la ventana y vi en efecto, dos aviones bastante bajos. Sus evoluciones habían despertado curiosidad, pero no temor, nadie se temía una agresión máxime cuando en Otxandiano solo existían unos doscientos hombres armados, militares y paisanos, que de ningún modo podían pensar en atacar Vitoria. Observé que uno de los aviones lanzaba algo al espacio. Creí que serian proclamas, porque a la verdad no podía imaginar otra cosa. De esta creencia me sacó el ruido horroroso de varias explosiones, verdaderamente bárbaras. En la casa del señor Eguia, las formidables detonaciones produjeron un movimiento de alarma que yo me apresuré a cortar. Hice que renaciera la calma y ayude a transportar a la enferma a los bajos de la casa para mayor seguridad. A continuación salí a la calle dirigiéndome a la plaza Andicona. Nada más terrible a pesar de haber asistido, dado el carácter de mi profesión, a episodios dolorísimos, que la visión de la plaza de Andicona. No eran los tejados desvencijados, ni las líneas eléctricas derribadas. Era algo más grave y mas terrible; era el dolor humano. Gente despedazada, niños mutilados, mujeres decapitadas. – Eran los gritos de los aldeanitos, en euzkera, suplicándome que los curara; era el torrente de sangre que corría hacia el agua de la fuentecilla que se levanta en la mitad de la plaza. Requerí el auxilio de algunos, que me fue prestada urgentemente y con toda solicitud. Con sabanas, procedí a realizar curas urgentes. Había algunos, muchos, que por desgracia, no necesitaban nada. Habían perecido segados por la metralla bárbara de muchas bombas arrojadas dos veces. Otros, niños y niñas, con extremidades colgando, recurrían a mí con frases euzkericas que todavía tengo clavados en el corazón.”
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Andikona plaza. Archivo Antton Arrospide
En un principio no se divulga la noticia, quizas para no alarmar a la población civil, pero la noticia termina reflejándose en los periódicos. El dia 24 de julio “A. de O.” publica su visión de la plaza en el diario “Euzkadi”. “En la plaza de Andikona en su confluencia con la calle Urigoyena, los hilos de la conducción eléctrica rotos y arrastrando tras de sí los postes. Una casa vencida por un costado donde le han fallado las vigas maestras. Un tejado que ofrece, con las tejas rotas y viejas, un inmenso boquete que comunica hasta los bajos de la cuadra. Al otro lado, una camioneta de transporte con mil impactos de metralla. Unos grandes charcos de sangre que nadie se ha preocupado de hacer desaparecer y varios restos humanos: un trozo de cabeza, unos dedos, masa encefálica pegados a las piedras y a la fuente, dan macabra impresión a un lugar que es de suyo alegre y reidor”.
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Otxandio: Crónica de una tragedia
El músico Carmelo Bernaola, testigo del hecho, años más tarde también rememora el trágico bombardeo. “Me encontraba ese día con una serie de chavales, cerca de la Plaza de Andikona –centro del bombardeo – enterrando a un gato. Vimos entonces un avión que el día antes ya había aparecido por allí y lanzaba papeles (papelak die, papelak die...) pero esta vez, en realidad, eran unos bombazos terribles. Las llamaradas eran impresionantes, lo veía todo rojo... Algunos amigos y conocidos... muertos, o gravemente heridos...” Algunos testimonios aseguran que los soldados repelieron la agresión con disparos de fusiles y de ametralladora desde la plaza mayor y desde la torre de la iglesia pero el hecho fue más simbólico que efectivo. Rápidamente los vecinos se organizan e inician las ayudas a los heridos y la evacuación de los mismos hacia Bilbao y hacia Durango en coches, camiones o cualquier otro medio de transporte. Muchos de ellos fallecen en el camino y otros en el Hospital Civil de Bilbao. Desde este hospital se envía rápidamente un retén médico con los doctores José Luis Coper Abadia, José Luis Arenillas, Lorenzo del Hoyo, Ángel Odriozola y Doctor Pedro Cortes con personal sanitario. De Durango acude, al tener noticia de los sucesos, el doctor Felipe de Legorburu. En Mañaria se habilita un puesto sanitario con los médicos Jenaro Elorriaga y José Luis Eskubi de Bilbao, con la ayuda de practicantes de Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV) y enfermeras de Emakume Abertzale Batza (EAB) para atender a los heridos que han sido trasladados en multitud de vehículos.
VÍCTIMAS DEL BOMBARDEO En el estudio que publique en el año 2003 determine la filiación de 57 personas fallecidas en el bombardeo así como la presencia de una enterrada en Mañaria como de identidad desconocida. Ya entonces señalaba la posibilidad de que dicha cantidad aumentara, porque pudiera darse el caso que algunos que fueron trasladados heridos a Bilbao u otros lugares hubieran fallecido y no los hubiese incluido en mi recuento. Efectivamente Igor Olabarria Oleaga en su estudio publicado en el 2011 eleva la lista de fallecidos a 61 personas. En el registro civil de Mañaria están inscritos 12 inhumaciones en el cementerio de dicha anteiglesia. Es de suponer que fallecerían o llegaron muertos al hospital de emergencia que tal y como ya se ha señalado se instaló en dicha localidad.
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Escultura de Nestor Basterretxea a las victimas del bombardeo. Fotografía Iñaki Irazabal
La mayoría de las víctimas son niños y mujeres. Los soldados y milicianos muertos son una minoría. Según se desprende de las noticias publicadas por el diario “Euzkadi” el bombardeo si debió de afectar a un grupo posiblemente de milicianos de Basauri, dado el fallecimiento de dos de ellos y el gran número de heridos, algunos graves, naturales de esta localidad que fueron trasladados al Hospital Civil de Bilbao. Jesús Salas Larrazabal en su libro “Guerra Aérea 1936-1939” indica que el bombardeo sólo causó 23 heridos y 7 muertos, concretamente 1 mujer, 2 niñas y 4 militares. El hecho de minimizar el numero de víctimas es habitual en los escritos de Salas Larrazabal. En sus estudios de los bombardeos de Durango y Gernika, a la hora de contabilizar los heridos y fallecidos, también ofrece cifras ridículas.
AUTORÍA DEL BOMBARDEO Mucho se ha discutido sobre la autoría del bombardeo que tradicionalmente se les ha atribuido a los hermanos Lezama Legizamon. Luis, financiero derechista y presidente de los tradicionalistas de
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Bizkaia, se hallaba preso en manos del EAJ-PNV que lo ocultaba para canjearlo por presos nacionalistas. Su hermano José, piloto de aviación el 19 de julio había huido en avión de Bilbao a Gasteiz. Hoy día se descarta su participación en el bombardeo. El que sí tomó parte en el bombardeo de Otxandio fue otro vizcaíno el orduñés Ángel Salas Larrazabal. Ángel, nacido en 1906 en Orduña graduado en la 2ª promoción de la aeronáutica militar española y que ya había participado en la guerra de África, huye el 18 de julio de 1936 de la base de Getafe en Madrid a bordo de un avión Breguet XIX, aterrizando en Pamplona. En el transcurso de la guerra ejercerá de enlace del general Mola con Franco y los otros jefes sublevados.
Los generales Franco y Mola en la Plaza Mayor de Otxandio el 6 de abril de 1937”. Archivo Antton Arrospide
Tal y como señala su hermano Jesús en su libro “Guerra aérea 1936-1939”, el 22 de julio Ángel Salas Larrazabal despegó con su Breguet XIX del aeródromo de Recajo-Agoncillo (Logroño) y junto con otro aparato pilotado por José Muñoz Jiménez bombardeo Otxandio causando los indicados 61 muertos. Pudiera ser que también participara en este bombardeo el capitán Miguel Rubio Larrañaga.
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José Muñoz Jiménez en un memorándum indica que fueron felicitados por el general Emilio Mola por efectuar dicho bombardeo. En el año 1991 el rey Juan Carlos Iº le otorgó el grado de Capitán General a Ángel Salas Larrazabal el cual falleció en 1994.
OTXANDIO: ESPACIO BÉLICO El día 28 el PNV encarga al Antonio Pérez Arregui, militante baracaldés de Juventud Vasca la evacuación de Otxandio. Se persona en la villa con cinco autobuses para recoger a los que deseen abandonar la localidad y buscar refugio en Bilbao. Unas 50 familias aceptan la oferta pero son muchas las que se niegan a abandonar su pueblo donde tienen su vivienda y su “modus vivendi”. Familias que en los más de ocho meses que transcurren desde el 18 de julio de 1936 a abril de 1937, en que es tomada por las fuerzas comandadas por el general Emilio Mola, sufrirán las consecuencias de una guerra que ha situado a Otxandio casi en el mismo frente de guerra.
Bibliografía Aguirregabiria, Josu M. y Tabernilla Guilermo. “El frente de Alava. De la sublevación militar a vísperas de la Batalla de Villarreal” Ediciones Beta III Milenio, Bilbao, 2006 Irazabal Agirre, Jon. “Otxandio en la guerra civil = Otxandio Gerra Zibilean (1936/37)”, Gerediaga Elkartea, Abadiño, 2003 Olabarria Oleaga, Zigor. “Gerra zibila Otxandion”, Eusko Ikaskuntza, Donostia, 2011 Salas Larrazabal, Ángel. “Guerra aérea 1936 – 1939” Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica, Madrid, 1998
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31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango El 31 de marzo de 1937 la Aviazione Legionaria italiana, integrada en la facción del ejército español sublevado el 18 de julio de 1936 contra el gobierno de la República española, ejecuta los bombardeos de la villa vizcaína de Durango. El objetivo del mismo, planificado por la Legión Cóndor alemana y el Ejército del Aire español afín a Franco, en detrimento de los objetivos militares que albergaba, es el casco antiguo de la localidad con la pretensión de generar terror entre su población civil. Los bombardeos causan entorno a 336 muertos y decenas de heridos, mayoritariamente civiles así como la destrucción total o parcial de más de tres centenares de edificios, principalmente viviendas. Palabras clave: Durango, bombardeo, Italia
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PLANIFICACIÓN Y EJECUCION DEL BOMBARDEO El 21 de marzo de 1937 Franco determina conquistar la región norte donde Bizkaia, Santander y Asturias continúan bajo el control de la República. El eliminar este frente, le permitiría liberar un numeroso contingente bélico que podría destinar a otros frentes de guerra y hacerse con el control de numerosas materias primas e industrias militares. Así mismo encauzaría el problema político generado por el apoyo de los nacionalistas vascos, mayoritariamente católicos, a la República española. El general Emilio Mola, comandante en jefe del Ejercito del Norte, asume la dirección de la operación bélica que se halla planificada genéricamente desde inicios de 1937. El 2 de marzo el teniente coronel Juan Vigón, en misiva dirigida al general Alfredo Kindelán, “Jefe del Aire” de la España Nacional indica “tenemos ultimado el plan y completado en el papel todo lo indispensable”. En la misma le realiza una petición clave a la hora de profundizar en el bombardeo de Durango al solicitar, “Te ruego estudies si del [frente] de Aragón nos podrían prestar algún apoyo situándose en aeródromos de Logroño para actuar aquí sin detener aquello”. Días más tarde, el 10 de marzo, le remite los objetivos previstos para la aviación determinándose que la Legión Cóndor actuará sobre la línea del frente y la Aviazione Legionaria sobre los objetivos de la retaguardia y entre estos ya es contemplado el bombardeo de Durango y Elorrio. Según se desprende del diario personal de Alfredo Kindelán, la planificación es consensuada y refrendada por Hugo Sperrle, Emilio Mola, Vincenzo Velardi, José Solchaga y el propio Francisco Franco.
Aerodrómo de Soria en 1937. Archivo Gerediaga Elkartea
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31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango
Juan Vigón desarrolla este documento inicial, por lo que se refiere al uso de la aviación, con el teniente coronel del Estado Mayor Wolfram von Richthofen, jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor alemana. En el mismo determinan que: “Las fuerzas aéreas atacarán las reservas locales y de los sectores, sin consideración de la población civil “. El general de división Hugo Sperrle, publicó posteriormente, el 30 de mayo de 1.939, en el órgano oficial del Ministerio de Guerra alemán “Die Wehrmacht” un artículo titulado “Wir kampften in Spanien” [Nosotros hemos luchado en España], reconociéndose junto a Richthofen como planificador de las “experiencias” de Durango, Gernika etc. En contra de la opinión generalizada, que durante décadas ha atribuido a la Legión Cóndor dicha acción bélica, y aunque la planificación de la misma fue principalmente germana, la ejecución material fue de la Aviazione Legionaria italiana. Fuerza aérea que tras la derrota sufrida en Guadalajara actuara como una unidad militar integrada en el esquema operativo de la Legión Cóndor tal y como lo reseña Richthofen en su diario. “El mando ital[iano] se enteró por los alemanes de los planes contra Bilbao. La oferta de apoyo que hizo el comandante de las fuerzas aéreas ital[ianas], general Velardi, fue contestada por los españoles de una forma bastante vaga. Velardi, ante ello, se dirigió al comandante alemán con el ruego que se le informara y les fueran asignadas tareas. De ahí resultó una relación de amistosa subordinación, que continuo hasta la toma de Bilbao...” Será en el documento “Orden de colaboración de apoyo de las fuerzas aéreas con las Brigadas de Navarra el 31.3.37 (Legión Cóndor L/a)” donde se le asignará a la Aviazione Legionaria italiana estacionada en Soria y Logroño los bombardeos de Durango y Elorrio.
DESARROLLO DE LOS BOMBARDEOS 31 de marzo de 1937 a las 7:15 de la mañana los bombarderos Savoia 81 número 1, 2, 5 y 6 pertenecientes a la escuadrilla 214 del grupo 24 de bombardeo pesado [BP] “Pipistrelli” comandados respectivamente por el capitán Gildo Simini, el teniente Ezio Ceretta, el teniente coronel Ferdinando Raffaelli y el teniente Guilio Beccia despegan, cargados cada uno con 20 bombas de 50 kilos y 4 bombas incendiarias de 20 kilos, del aeródromo de Soria.
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Registro de vuelo de la 21 escuadrilla de bombardeo correspondiente al 31 de marzo de 1937
La orden que han recibido de Ferdinando Raffaelli, alias Umberto Marelli, comandante de la 21 escuadra de bombardeo de la Aviazione Legionaria italiana destinada a España, quien dirigirá personalmente desde el Savoia 21 nº 5 la operación es la de bombardear Durango. Parte conjuntamente con ellos también la escuadrilla 213, comandada en este caso por Iginio Mencaroli, cuya misión consistirá en bombardear Elorrio. A las 7:55, a la altura de Logroño, se les unirán los cazas Fiat CR. 32 nº 117, 131, 509, 69, 151, 392, 106, 198 y 206 pilotados por el capitán piloto Armando Francois, alias “Arturo Martori”, el teniente piloto Alfiero Mezzetti, alias “Mariani”, el subteniente piloto Giovanni Beretta, alias “Romualdo Bianchedi”, el subteniente piloto Giuseppe Recchi, el sargento mayor piloto Giulio Cesare, alias “Angelo Tranca”, el sargento piloto Bruno Sartori, alias “Giovanni Corona”, el sargento mayor piloto Giuseppe Alessandri, alias “Alessi”, el sargento piloto Giulietti Adamo, alias “Ugo Guglielmotti” y el sargento piloto Fiorenzo Milella.
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31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango
Tras reunirse el contingente aéreo se dirige hacia la localidad guipuzcoana de Idiazabal. En ese vuelo en el Savoia 81 nº 6 el teniente Guilio Beccia percibe una excesiva vibración en la cola y regresa a la base reduciéndose en algo más de 1 tonelada el montante de bombas a arrojarse sobre Durango.
Bombardero Savoia 81 sobrevolando Arratia. Archivo Gerediaga Elkartea
Hacia las 8:30 horas los tres bombarderos que persisten y los nueve cazas que los escoltan se aproximan a Durango iniciando el bombardeo de la misma. Las alarmas avisan a sus moradores de la villa de la presencia de aviones, pero a la mayoría de la población le sorprende el mismo en casa y en sus quehaceres diarios. Una minoría han encontrado cobijo en los refugios habilitados por las autoridades. Con el sol a sus espaldas, sin que pueda deslumbrar la visión de los tripulantes, y la altiva torre de campanas de Santa Maria de Uribarri como elemento referencial, los Savoia 81 enfilan desde el final de la calle Kurutziaga hacia el casco viejo de la villa. Al final de la calle Kurutziaga los apuntadoresbombarderos inician el lanzamiento de los proyectiles cayendo las primeras en la intersección de la calle Kurutziaga y la actual Músico Altuna. El resto de los proyectiles serán arrojados, a lo largo de los 350 metros que separan este lugar y la plaza de Ezkurdi. El momento del bombardeo es inmortalizado desde los aviones atacantes por el fotógrafo Angelo Zoia. La agresión aérea incide plenamente en el casco viejo de Durango, el área más densamente poblada de la localidad. Las calles más afectadas en el bombardeo matutino son la mencionada Kurutziaga,
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Andra Mari y zonas de intersección de Kalebarria, Goienkale, Artekale y Barrenkale con la citada calle Santa Maria. También sufren los efectos del bombardeo otras calles adyacentes a las citadas pero los daños son menos cuantiosos. Entre los edificios afectados hay varios que destacan por su significado, singularidad y el elevado número de víctimas causados en los mismos. El primero lo constituye la iglesia San José del colegio de los Padres Jesuitas. En dicha iglesia en el momento del bombardeo se hallaba oficiando la misa el Padre Rafael Billalabeitia Mauroñagoitia falleciendo en ella junto con varias decenas de sus feligreses. También es alcanzado por las bombas el convento de Santa Rita de las madres agustinas. En esta ocasión las bombas impactan también sobre la iglesia conventual pero la tragedia se cierne en otro lugar adyacente. Huyendo de las mismas, las monjas se refugian en un cobertizo que poseen en la huerta creyéndolo más seguro que el convento. Trágicamente, una de las bombas impacta en el cobertizo ocasionando la muerte de once monjas y una joven que estaba al servicio de ellas. El otro gran edificio que sufre el impacto de las bombas es la iglesia de Santa María de Uribarri y su monumental pórtico. En la iglesia el sacerdote Carlos Morilla Carreño, hermano de Guillermo Morilla, notario de Durango y destacado militante de Izquierda Republicana se halla celebrando misa. Carlos está refugiado en Durango creyendo que para un religioso esta tierra es más segura que su Asturias natal. Debido a que la Plaza del Mercado se halla ocupada por el parque de automovilismo del ejército vasco, en el pórtico de Santa María se estaba desarrollando el mercado agrícola semanal, que reúne a numerosos aldeanos del entorno así como a la gente que se acerca a adquirir productos ofertados. A las víctimas de estos lugares, destacados por sus características y cuantía, se han de sumar los centenares de fallecidos y heridos que el bombardeo ha generado en casas, comercios y calles de Durango. Fotografia áerea del bombardeo matinal. Fotografía: Angelo Zoia
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31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango
Un ataque que según los testimonios duró en torno a 7 minutos. Tiempo que tardaron los aviones en recorrer esos fatídicos 350 metros en los cuales arrojaron 3 toneladas de bombas. Tiempo que ocuparon los cazas que los escoltaban, en ametrallar a quienes huían conscientes que eran civiles y no combatientes de ninguna índole. Se ha especulado sobre si se arrojaron sobre Durango bombas incendiarias. A las afirmaciones que defendían que sí hubo uso de ellas, se contrapuso la opinión de que los incendios fueron por la combustión de materiales que albergaban dichos edificios. El “Registro de vuelo” conservado en el “Ufficio Storico dell´Aeronautica Militare” en Roma, señala que en Durango se arrojaron 12 bombas incendiarias de 20 kilos. Estas bombas non son reseñadas ni en la “Orden de vuelo” ni en el “Resumen de actividad aérea” de ese día, desconociéndose la razón de dichas omisiones. A la tarde, a las 14:25, de nuevo despegan del aeródromo de Soria los Savoia 81 nº 1, nº 2 y nº 5 de la escuadrilla 214, tripulados casi en su totalidad por los mismos aviadores que en la misión matinal, con la orden de bombardear nuevamente Durango. A estos 3 bombarderos se les han unido otros 3 de la escuadrilla 213 comandados uno por el capitán piloto Ugo Macchieraldo y los otros por el teniente piloto Domenico Valsania y el teniente piloto Stefano Castellani respectivamente. El objetivo de los mismos serán las instalaciones ferroviarias de Durango. A las 16:05 horas, a la altura de Logroño, se le asocian 7 cazas CR.32 pertenecientes también a la escuadrilla nº 5 del grupo “La Cucaracha” en funciones de escolta. Concretamente participarán en la acción de la tarde el capitán Armando Francois, alias “Arturo Martori”, el subteniente piloto Adriano Boldetti, el subteniente piloto Franco De Micheli, alias “Costanzi”, el subteniente Pietro Garfagnoli, alias de “Garfini”, el sargento mayor piloto Delfino Fratini, alias “Constantino D´Angelo”, el sargento mayor piloto Annibale Ricotti, alias “Ricci” y el subteniente alias “Pasencei” de identidad desconocida. Alcanzado el objetivo, hacia las 16:30, los bombarderos actúan en dos áreas diferentes. Los 3 bombarderos pertenecientes a la escuadrilla 214 bombardean nuevamente el casco antiguo de Durango. En esta ocasión la referencia es el camino que desciende del cementerio al casco urbano de Durango y que al integrarse en la trama urbana se transforma en la calle Zeharkale que atraviesa transversalmente de este a oeste la casco viejo. Viales no afectados por el bombardeo matinal y por la que transitan numerosos vecinos que acuden al cementerio a donde han sido trasladados los fallecidos en el bombardeo de la mañana. Circunstancia que hace que la misma sea esa tarde una de las áreas de Durango más concurridas por su población.
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Los aviones arrojan 22 bombas de 100 kilos y 56 de 50 kilos, es decir 5.000 kilos, que arremeten principalmente contra las casas sitas en la citada Zeharkale, así como las ubicadas cerca de ella en Barrenkale, Artekale, Goienkale y Kalebarria. Tras la lúgubre experiencia matinal, los habitantes de Durango huyen del casco urbano y son víctimas de los ametrallamientos de los cazas que escoltan a los bombarderos. Los testimonios señalan que la acción de los cazas en las campas de San Roque, Landako, Montorretas, El Pasiego, etc. generan más mortandad que las bombas propiamente dichas. Por lo que respecta a los 3 bombarderos Savoia 81 de la 213 escuadrilla el objetivo es la estación, los talleres y los vagones situados en la playa de estacionamiento del material ferroviario rodante. Las bombas aciertan plenamente en los objetivos causando fuertes destrozos en las instalaciones, así como en el material rodado ferroviario. En este bombardeo se arrojaron sobre las citadas instalaciones 12 bombas de 100 kilos, 20 de 50 kilos así como 55 de 15 kilos.
Bombardeo vespertino. Fotografía: Angelo Zoia
El 2 de abril y siguientes Durango sufrirá aun reiterados bombardeos aéreos. Las víctimas son puntuales y principalmente entre bomberos y personas que han acudido a la misma a prestar auxilio.
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31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango
FINALIDAD DEL BOMBARDEO Mucho se ha especulado en torno a la finalidad del bombardeo. Dejando a un lado las arengas de Gonzalo Queipo de Llano desde Radio Sevilla negando el bombardeo y atribuyendo a los “rojo separatistas” las muertes de los curas y feligreses de Durango, en muchas ocasiones se ha apelado al cariz de objetivo militar de Durango para justificar la agresión aérea del 31 de marzo de 1937. Una de las primeras voces que se alzaron en este sentido fue la de Alfonso Merry del Val y Zulueta, que actuaba en Londres junto con Jacobo Fitz-James Stuart y Falco, duque de Alba, como representante oficioso de Franco frente al gobierno británico. Alfonso manifestó a los medios de comunicación ingleses que conocía muy bien Durango por vinculaciones de familia lo cual era verdad. Casado con la hija del ilustre bilbaíno Pablo de Alzola y Miñondo, su hijo había estado casado hasta 1932 con Carmen Gurtubay Alzola, Marquesa de Iurreta. Esta familia, además del marquesado de Iurreta, localidad anexionada a Durango en 1926, también ostentaba el Ducado de Andria y poseía el palacio de Castejón en el arrabal de San Agustín en la villa duranguesa. Alfonso Merry del Val y Zulueta manifestó que Durango por sus cuarteles, fábricas etc. era un objetivo militar de primer orden y defendió su bombardeo.
Bombardeo de las instalaciones ferroviarias. Fotografía: Angelo Zoia
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¿Era Durango un objetivo de interés militar? Durango, en el mes de marzo cuando el Estado Mayor del General Mola está redactando los planes estratégicos referentes a la conquista de Bizkaia alberga diferentes centros y lugares de interés militar. El mando nacional tenía pleno conocimiento de los mismos. La deserción el 27 de febrero del capitán Alejandro Goicoechea Omar, natural de Elorrio y encargado de los trabajos de fortificación de Bizkaia, permite a los mandos nacionales un conocimiento muy profundo de las defensas de Bizkaia. En el documento “Campo atrincherado de la Plaza de Bilbao. Información detallada según informe facilitado por el Capitán Goicoechea de ingenieros, evadido de dicha plaza” fechado el 12 de marzo de 1937 se indica con referencia a la villa de Durango un cuartel habilitado en una antigua lonja sita en el entorno de la Plaza Ezkurdi, otro en la residencia de los padres jesuitas, otro en el convento de San Francisco y un cuartel de artillería en el chalet de Mendizabal. Emplazamientos de los cuales tenían hasta croquis, que señalaban su ubicación exacta. Croquis que hoy día se conservan en el fondo “Coronel Francisco Iglesias Brage” custodiado en el Archivo del Reino de Galicia sito en La Coruña. Es de reseñar que también tenían relevancia militar la Plaza del Mercado, habilitado por el ejército vasco como parque automovilístico y el colegio de Santa Susana, que albergaba un batallón de zapadores minadores. La iglesia parroquial de Santa María de Uribarri había cumplido funciones de almacén de intendencia hasta Semana Santa. También poseía industrias de interés militar como “La Ferretera Vizcaína”, “Mikeldi”, “Ortiz de Zarate” e “Hijos de Mendizabal” destinadas la mayoría de ellas a la fabricación de bombas de aviación o elementos complementarios para las mismas así como cartuchería para fusil. Por su ubicación geográfica albergaba lugares estratégicos como el puente de Arzubia, entre Durango y Matiena (Abadiño) y el de Monton, entre Durango e Iurreta, ambos de gran importancia en las comunicaciones entre el frente de Gipuzkoa y Araba con Bilbao y la retaguardia. Durango es el centro neurálgico de los Ferrocarriles Vascongados. Además de pasar por el mismo el trazado del ferrocarril de Bilbao-San Sebastián y ser el enlace con los ramales a Elorrio y Arrazola, en Durango, se situaban los depósitos de máquinas y vagones y los talleres para construcción, modificación o reparación del material rodante de dicho ferrocarril. Excepción hecha de los Jesuitas y Santa Susana, en los cuales se alcanzó las iglesias y no los conventos donde se ubicaban los cuarteles, y las citadas instalaciones del ferrocarril ningún emplazamiento militar, ni sus inmediaciones, fue objetivo de las bombas.
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31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango
Hoy día y a la luz de los documentos hallados en diversos archivos, podemos entrever que el objetivo de los bombardeos fue otro. La escuadrilla 214 del grupo 24 de bombardero pesado [BT] Savoia 281 anota en el “Diario Storico” de la misma “El bombardeo de Durango, ejecutado por nuestra escuadrilla, con una escolta de aparatos de caza, es extremadamente mortífero. El blanco resulta cubierto por las bombas, ninguna de las cuales falla el objetivo.” Texto que no deja la menor duda de que el objetivo fuera el casco viejo de Durango.
Andra Mari plaza. Archivo Antton Arrospide
En el citado “Diario Storico” a la hora de referirse a un bombardeo efectuado el día 9 de abril sobre Bilbao se reseña como objetivo “desmoralizar a los adversarios con una exhibición aérea que les dé una impresión clara de la inutilidad de combatir a las fuerzas nacionales dotadas de tan fuertes medios.” El 28 de mayo de 1937 Joachim Richthofen, analista militar de la Legión Cóndor destinado en el Ministerio de la Aviación en Berlín, redacta un informe secreto titulado “Efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (Frente de Vizcaya)”. Informe, hallado en el transcurso de sus investigaciones
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por la profesora Sthephanie Schüler-Springorum, en el que se analizan los bombardeos efectuados sobre Durango, Eibar y Gernika. En el mismo se señala que en dichas ciudades “la construcción es similar a la que predomina en las pequeñas ciudades de los países occidentales que nos son vecinos” es decir Polonia, Bélgica confirmando la idea de que dichos bombardeos, para los alemanes, eran ensayos militares preparatorios al conflicto que se cernía sobre Europa.
SECUELAS DEL BOMBARDEO: VÍCTIMAS Y DAÑOS MATERIALES El municipio de Durango albergaba en 1936 una población cifrada en torno a los 9.502 habitantes. Tras la ocupación de Gipuzkoa esa población había crecido de manera significativa. En febrero de 1937 habían encontrado asilo en la misma 2.884 refugiados. Teniendo en cuenta que una parte de la juventud se hallaba movilizada en el frente, así como la citada población flotante de los refugiados podríamos establecer, con notables reservas, entre 10.000 y 11.000 los habitantes de Durango el 31 de marzo de 1937. Además de las víctimas causadas directamente por las bombas produjeron gran cantidad de víctimas los cazas que acompañaron a los bombarderos. Tras la experiencia matinal los durangueses la tarde del 31 de marzo huyeron a las campas de Montorretas, Landako, Momotxo, San Roque y otras del entorno de la trama urbana, donde se creían libres de las bombas. La realidad fue bien distinta. En estos lugares, sin oposición de ningún arma y en campo libre, esta población civil fue ametrallada por los cazas a su antojo. Ametrallamientos realizados a baja altura, desde la cual los pilotos italianos de los Fiat CR.32 distinguían perfectamente que las victimas de sus acciones eran principalmente niños y mujeres, es decir, población civil no beligerante. A diferencia de Gernika y otras acciones bélicas desarrolladas en la Guerra Civil, Durango continuó bajo el control del Gobierno de Euzkadi hasta el día 28 de abril. Este hecho posibilitó recuperar los cuerpos de las víctimas, ofrecer asistencia a los afectados y valorar los daños causados. El Departamento de Justicia del Gobierno de Euzkadi, presidido por Don Jesús María de Leizaola, publicó un folleto titulado “Durango 1937” dando a conocer la relación oficial de muertos. El mismo señala que 127 murieron de manera inmediata, siendo enterrados 42 en la fosa común nº 1, otros 42 en la fosa común nº 2 y otros 43 en diferentes sepulturas y panteones del “Cementerio de Santa Cruz” de Durango. En el mismo folleto se incluyen la identidad de otros 131 que fallecieron en el Hospital Civil de Basurto, y en otros habilitados en Amorebieta, Deusto etc.
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Víctimas del bombardeo alineadas en el cementerio de Durango. Archivo Gerediaga Elkartea
Es de sobra conocido que no es posible ofrecer una lista exacta de las víctimas del bombardeo. Siempre habrá errores o carencias pero si se ha tratado de confeccionar un censo nominal lo más completo posible de las mismas. Partiendo de la publicada en su día por el Gobierno de Euzkadi se ha completado la misma con las informaciones dadas a conocer por los diferentes medios de comunicación de Bilbao (Euzkadi, Euzkadi Roja...) en abril y mayo de 1937. También se han tenido en cuenta los datos ofrecidos por familiares de fallecidos, y los registrados en los libros de finados de las parroquias de Durango y pueblos circundantes de donde eran naturales diversas víctimas. Finalmente se ha completado esta relación con los muertos que constan en las fichas del “Servicio de Sanidad del Gobierno de Euzkadi” que se conservan en el Archivo Histórico de Vizcaya. Este listado nominal se publicó en el año 2001 en el libro “Durango. 1937 martxoak 31 – 31 de marzo de 1937“. Esta recopilación de datos es actualizada periódicamente añadiéndose nuevas víctimas o corrigiendo errores sobre las anotadas. El “Gobierno de Euzkadi” estableció en 1937 el número de víctimas del bombardeo en 256. En el tiempo transcurrido el mismo ha aumentado hasta la cantidad de 361
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personas. De 300 ellas conocemos su identidad. 61 fueron inhumadas bajo el epígrafe de “identidad desconocida”. De estas últimas en algunos casos se tiene referencias puntuales como el nº de chapa de identificación que portaban los soldados o fotografía de su rostro. Algunos historiadores han indicado que en esa relación nominal de muertos pudiera haber también fallecidos ese día en el frente de guerra, que a la hora de cumplimentar la documentación administrativa se les señalara como muertos en el bombardeo de Durango. Es posible, pero su repercusión en el montante final de víctimas se podría considerar cuasi anecdótico. También es posible que en algunos casos puntuales se hayan duplicado la inscripción de alguno de los fallecidos al hallarse incluidos como desconocidos en la relación del Gobierno Vasco y posteriormente integrarse en la reseña de identificados al conocerse la misma mediante los testimonios familiares u otras fuentes documentales. Aun teniendo en cuenta estos posibles desfases o duplicidades, se podría aceptar la cuantía de 336 fallecidos, que se hizo pública en dicho 2001, como la cifra en torno a la cual rotan los fallecidos en los bombardeos de Durango.
Trabajos de desescombro en la iglesia Santa María de Uribarri. Archivo Antton Arrospide
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Por lo que respecta a los daños materiales la documentación del “Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones” del Ministerio del Interior señala que 70 casas sucumbieron en el transcurso del bombardeo o hubo que derribarlas totalmente con posterioridad y que otras 5 fue necesario derribar parcialmente. Así mismo se indica que 229 casas sufrieron daños de más o menos importancia. De las 304 casas afectadas 294 se sitúan en el casco viejo y arrabales circundantes, es decir el 96,71% de los mismos. A estas viviendas se han de añadir 6 edificios religiosos destruidos. Regiones Devastadas valoró en 1939 los daños económicos en 4.239.901 pesetas. Esta cuantía es la valoración de los daños en los edificios, no incluyéndose en la misma los daños causados sobre calles, infraestructuras públicas como canalizaciones etc. o elementos muebles que albergaban las viviendas destruidas.
Fuentes documentales ARCHIVO GENERAL E HISTORICO DEL AIRE (Villaviciosa de Odón -Madrid-) “Operaciones del Norte 1.936-1.938” referencia 2.991 “Partes de operaciones de 1.936 a octubre 1.937. 2ª Sección – 4ª división” referencia 9.144. DURANGALDEKO ADISKIDEEN GEREDIAGA ELKARTEA Durangaldeko Dokumentategia “Documentación referente a los daños ocasionados por la guerra en los inmuebles de la Villa de Durango (Vizcaya)” “Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones” UFFICIO STORICO DELL’AERONAUTICA MILITARE. OMS (OPERAZIONE MILITARE SPAGNA) “Gruppo caccia “La Cucaracha” [XVI Gruppo]. Diario storico” Busta 56 / 26 “24ª Squadriglia caccia. Diario storico” Busta 64 / 74 “25ª Squadriglia caccia. Diario storico” Busta 64 / 76 “213ª Squadriglia bombardamento terrestre. Diario storico” Busta 65 / 83 “214ª Squadriglia bombardamento terrestre. Diario storico” Busta 66 / 84 “24ª Squadriglia caccia terrestre” Serie 10… Registri di volo. Regg. 52 / 7 “25ª Squadriglia caccia terrestre” Serie 10… Registri di volo. Regg. 52 / 8 “214ª Squadriglia bombardamento terrestre” Serie 10… Registri di volo. Regg. 52 / 23
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Características, vivencias y consecuencias de los bombardeos aéreos contra la población civil de Berriatua, Markina-Xemein, Etxebarria, Ziortza-Bolibar y Munitibar durante la Guerra Civil Patxi Juaristi Doctor en Sociología y Profesor de la UPV/EHU El cuatro de octubre 1936 el Frente Norte, en su parte oriental, quedó estabilizado definitivamente en el límite entre Gipuzkoa y Bizkaia, en los terrenos pertenecientes a Berriatua, Markina-Xemein y Etxebarria, y muy cerca de Ziortza-Bolibar y Munitibar. Por esta razón, hasta la caída del frente de guerra en esta zona de Bizkaia (27-28 de abril de 1937), la población civil de estas cinco poblaciones sufrió numerosos ataques aéreos, tanto de aviones comandados por militares leales a los golpistas, como por militares alemanes e italianos. En este artículo presentamos algunas conclusiones sobre las características, vivencias y consecuencias de esos bombardeos aéreos, basándonos en el análisis de los testimonios de las personas que las padecieron. Palabras clave: Bombardeos aéreos, Markina, Población civil
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Características, vivencias y consecuencias de los bombardeos aéreos contra la población civil de Berriatua, Markina-Xemein, Etxebarria, Ziortza-Bolibar y Munitibar durante la Guerra Civil
LOS PRIMEROS MESES DE GUERRA Los días que transcurren desde el comienzo de la Guerra Civil, el 17 de Julio de 1936, hasta la tercera semana de septiembre fueron relativamente tranquilos en los pueblos que actualmente conforman la comarca de Lea-Artibai. La mayoría de los habitantes de la zona pensaban que la guerra terminaría pronto. La situación cambió el 21 de septiembre de 1936. Aquel día, las tropas requetés al mando del General Mola, después de conquistar la mayor parte del territorio de Gipuzkoa -excepto Eibar y Mutriku-, ocuparon posiciones en los montes cercanos a Etxebarria y Markina-Xemein. 13 días más tarde, el cuatro de octubre de 1936, los sublevados entraban en Mutriku y Ondarroa, y llegaban a los montes y caseríos del norte y este de Berriatua y se acercaban al núcleo urbano de Markina por el noreste (Juaristi, 2014). Viendo que la conquista de Gipuzkoa había sido relativamente fácil, la mayoría de los habitantes de Berriatua, Markina-Xemein y Etxebarria pensaron que las tropas golpistas conquistarían Bizkaia sin grandes dificultades. De todas formas, los contraataques que los milicianos leales a la República realizaron los últimos días de septiembre y primero de octubre –en los montes de Berriatua y de Markina-Xemein, en el monte Kalamua, en el Alto de Urkaregi, en Aiastia-San Miguel y en Arrate- (Juaristi, Chueca, Etxebarria, Esteban y Goigana, 2014) – cerraron el camino a los sublevados. Así, el cuatro de octubre el Frente Norte, en su parte oriental, quedó estabilizado definitivamente en el límite entre Gipuzkoa y Bizkaia, en los terrenos pertenecientes a Berriatua, Markina-Xemein y Etxebarria (Barruso, 1996:269, Juaristi 2011 y 2014). De esta forma, estas tres poblaciones quedaron a pocos minutos del frente de batalla, y Markina-Xemein se convirtió en plaza militar. A partir de este momento, y hasta el 26 de abril, los habitantes de estas tres poblaciones conocieron numerosos bombardeos tanto aéreos como terrestres, y en el caso de Berriatua también un bombardeo marítimo contra el barrio de Asterrika a cargo de los buques de guerra republicanos Escaño y Miranda (Egaña, 2000, VI. Tomo:24). Los casos de Ziortza-Bolibar y de Munitibar son diferentes. Cuando el frente se estabilizó en los límites entre Bizkaia y Gipuzkoa, estas dos poblaciones se encontraban a mayor distancia del frente de guerra que las otras tres poblaciones referidas anteriormente, y, que sepamos, durante los siete meses en los que el frente estuvo paralizado en la zona, no sufrieron bombardeos de ningún tipo. De todas formas, el
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26 de abril de 1937, el mismo día que bombardearon Gernika, estos dos pueblos sufrieron numerosos bombardeos aéreos (Urkijo, 2014:219; Juaristi, 2017).
LOS PRIMEROS BOMBARDEOS AÉREOS Desde el momento que se estabilizó el frente de guerra, a partir del 21 de septiembre de 1936, comenzó a sobrevolar sobre la zona un avión de reconocimiento franquista, y al de una semana, el 29 de septiembre de 1936, se vivió el primer bombardeo aéreo contra Markina-Xemein (Onaindia, 1937:9). La gente no se percató de las deflagraciones, porque hicieron poco ruido, pero sí que hicieron grandes agujeros en dos zonas del municipio (Onaindia, 1937:10). En Etxebarria los primeros bombardeos aéreos fueron a principios de octubre de 1936, y se concentraron en la cima -todavía en poder de los republicanos- y las faltas del Kalamua; es decir, donde estaban situadas las tropas republicanas que hacían frente al avance de las tropas franquistas. De hecho, entre el 1 y el 20 de octubre de 1936 los aviones fascistas italianos bombardearon las faldas del monte Kalamua prácticamente todos los días y varias veces al día. En Berriatua los primeros bombardeos aéreos se produjeron contra el barrio de Asterrika a principios de octubre; concretamente, a partir del cuatro de octubre, que es cuando los franquista llegaron a los montes del norte y este de Berriatua (Juaristi, 2014). Pero los ataques aéreos contra estos tres pueblos no sólo fueron perpetrados por aviones fascistas. Aunque en menos ocasiones, la aviación leal a la República también bombardeó las zonas que a partir del 4 de octubre quedaron bajo el poder de los franquistas (Juaristi, 2014).
Monolito en recuerdo a Doroteo Elordi, muerto por un bombardeo aéreo republicano el 26 de octubre de 1936
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Características, vivencias y consecuencias de los bombardeos aéreos contra la población civil de Berriatua, Markina-Xemein, Etxebarria, Ziortza-Bolibar y Munitibar durante la Guerra Civil
LA ACTITUD DE LA POBLACIÓN ANTE LOS PRIMEROS BOMBARDEOS AÉREOS Desde el 29 de septiembre hasta finales de octubre de 1936, es decir, durante el primer mes a partir de que se estabilizara el frente de guerra, los habitantes de estos municipios se quedaban mirando a los aviones que sobrevolaban el espacio aéreo de la zona (Onaindia, 1937). La mayoría no era consciente del peligro que suponían los aviones franquistas, por lo que, cuando éstos aparecían, la gente no salía de sus casas, y aquellas personas que estaban en la calle o trabajando en el campo se quedaban quietos, mirando la llegada de los aviones (Onaindia, 1937:12). La muerte de seis personas (tres civiles y tres militares) producidas por los bombardeos aéreos realizados por los militares leales a Franco entre el 20 y el 30 de octubre de 1936 contra el casco urbano de Markina cambió drásticamente la mentalidad de la gente1. Estas seis muertes mostraron que los bombardeos aéreos eran extremadamente peligrosos y que había que protegerse ante los mismos.
LA CONSTRUCCIÓN DE LOS REFUGIOS PARA LA POBLACIÓN CIVIL Las muertes producidas por los bombardeos aéreos de finales de octubre de 1936, hizo que, al final del mes, se diera comienzo a la construcción de los refugios. De todas formas, el desconocimiento sobre estrategia militar y, concretamente, sobre construcción de refugios seguros frente a los bombardeos era total. Es por ello que, al principio, los refugios se hicieron en lugares peligrosos -debajo de los puentes, al lado de los cuarteles, en sitios demasiado expuestos y fácilmente destruibles-. A medida que pasaba el tiempo, tanto los miembros del Comité de Defensa de la Republica de Markina como la propia gente del pueblo se dio cuenta de que estos refugios eran peligrosos, y empezaron a construir refugios, “en teoría”, más seguros en distintos edificios públicos de construcción sólida del casco urbano. Además, mucha gente construyó refugios privados dentro de sus casas. De todas formas, el bombardeo de Durango, acaecido el 31 de marzo de 1937, fue un punto de inflexión en la zona. Este bombardeo mostró tanto a la población civil como a los responsables políticos y militares que los refugios construidos dentro de las casas o en edificios públicos del casco urbano no eran seguros, por lo que, a partir de esta fecha, la mayoría de la gente empezó a refugiarse en la parroquia de Xemein –mucho más segura por la calidad de la construcción- y en las cuevas del entorno -fundamentalmente en las cuevas de Axpe y Montemar (Onaindia, 1937:12; Urkiza, 1992:289)-. También había mucha gente que se trasladaba por la mañana a los caseríos que estaban fuera del casco urbano que, al estar aislados, se pensaba que eran más seguros.
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La gente no sólo defendía su integridad física, también tomaba medidas para defender sus casas. De hecho, había gente que ante el repique de campanas que avisaban de la llegada de aviones franquistas, colocaban banderas españolas en los tejados de sus casas, con la intención de avisar a los pilotos fascistas de que allí vivía gente favorable a los golpistas, y evitar así que sus casas fueran destruidas.
LA PROTECCIÓN DE LOS MILITARES FRENTE A LOS BOMBARDEOS AÉREOS También los militares republicanos tomaban medidas frente a los bombardeos aéreos. Por una parte, con el objetivo de defender a los milicianos y gudaris que se encontraban en primera línea del frente, a partir de enero de 1937, se construyeron búnkeres de hormigón y hierro. Por otra parte, se tomaron medidas para defender los hospitales militares. En el Frente de Markina hubo dos hospitales militares que atendían a los heridos que se producían en este frente. Al hospital que se abrió en el Palacio de Munibe (Etxebarria) le pintaron una gran cruz roja en el tejado, con el objeto de alertar a los aviones golpistas de que allí había un hospital y evitar así los bombardeos (Juaristi, 2011). Los militares franquistas que estaban al otro lado del frente no tomaron tantas medidas para defender a sus soldados. Que sepamos, no construyeron búnkeres de hierro y hormigón, y sus trincheras eran más precarias. Creemos que la razón de ello era que el hostigamiento de la aviación republicana era menor y, por otra parte, los franquistas tenían claro que de un momento a otro iban a proseguir con la conquista de Bizkaia, por lo que no les merecía la pena hacer construcciones sólidas.
Bunker antiaéreo de Ezkurraundi (Markina-Zemein)
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Características, vivencias y consecuencias de los bombardeos aéreos contra la población civil de Berriatua, Markina-Xemein, Etxebarria, Ziortza-Bolibar y Munitibar durante la Guerra Civil
LA VIGILANCIA FRENTE A LOS BOMBARDEOS AÉREOS Durante los primeros días después de que se estabilizara el frente no había forma de saber cuándo llegaban los aviones. La gente se percataba de que iban a comenzar los bombardeos cuando los aviones estaban encima de sus cabezas. Pero a partir de finales de octubre de 1936, como consecuencias de las numerosas muertes producidas por los aviones, se colocaron vigías en los campanarios y torres más altas de los pueblos. De todas formas, al poco tiempo, los responsables civiles y militares se dieron cuenta de que este sistema tampoco era muy eficaz, porque los vigías daban la alarma un poco antes de que comenzaran los bombardeos. Es por ello que se decidió poner puestos de vigía en los montes cercanos, para que los vigilantes de estas posiciones avisaran –en el caso de Markina por teléfono- con más antelación a los vigías que estaban en los campanarios, y éstos repicaran las campanas dando aviso del ataque inmediato. El toque de alerta consistía en el toque de las campanas muy despacio, y el de alarma el mismo toque, pero de prisa. El de normalidad lo constituían cuatro toques de cuatro campanadas cada uno (Onaindia, 1937:13). Los ataques de los aviones eran previsibles, porque se alertaba de antemano a la población, y la gente solía tener tiempo para ir a los refugios. La población tenía más miedo de los bombardeos de artillería, los cuales comenzaban sin previo aviso (Urkiza, 1992:289).
LOS SISTEMAS DE DEFENSA ANTIAÉREOS Según Jesús Gutiérrez, en el frente de Eibar, en la posición de Santa Cruz, sí había un cañón antiaéreo de dos tubos (Gutiérrez, 2000:20). Es decir, parece ser que cerca del frente de Markina y Etxebarria sí hubo armamento para defender a los soldados republicanos de los bombardeos aéreos. Por otra parte, algunas personas de la zona hablan de que, de vez en cuando, vieron a dos cazas republicanos salir al encuentro de los bombarderos franquistas, y que éstos conseguían asustarlos (Gerrikagoitia, 2000:65). Pero, en términos generales, la población civil, así como la mayoría de los soldados que estaban en el frente, estaba desprotegidos ante los ataque de los aviones. Que sepamos, en Markina, en Berriatua o en Etxebarria los republicanos no tenían ni ametralladoras ni cañones de tiro rápido destinados a la destrucción de aeronaves en vuelo.
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LA GUERRA PSICOLÓGICA: LOS LANZAMIENTOS DE OCTAVILLAS Los aviones fascistas no solo lanzaban bombas. Por lo menos en dos ocasiones -a mediados de febrero sobre los gudaris y milicianos que estaban luchando en el monte Kalamua y en marzo de 1937 sobre el casco urbano de Markina-, también lanzaron octavillas, tanto sobre la población civil como sobre las posiciones que ocupaban los gudaris y milicianos. Es decir, los aviones fueron utilizados para la guerra psicológica que tenía por objetivo minar la moral tanto de la población civil como de los soldados leales a la República y conseguir la rendición de las tropas (ver Euskadi, 20 de febrero de 1937).
LOS SOBRENOMBRES DE LOS AVIONES La población civil de Berriatua, Markina-Xemein y Etxebarria vivía habituada a los constantes bombardeos, tanto de artillería como aéreos. Según señalaba Txomin Onaindia, coadjutor de Markina, durante los siete meses en los que estuvo paralizado el frente, Markina fue objeto de bombardeos aéreos casi diarios. A veces los aviones fascistas bombardeaban la población dos veces al día: por la mañana y por la tarde –al principio, por la mañana entre las diez y las once y por la tarde de tres y media a cuatro y media-. De esta forma, los aviones de guerra se convirtieron en parte de la realidad de vida cotidiana de los habitantes de la zona; lo que hizo que la población civil los conociera por los ruidos de los motores y por sus características morfológicas, y que, incluso, les pusiera sobrenombres. Al avión de reconocimiento franquista de marca Caproni que al estabilizarse el frente comenzó a sobrevolar la zona y que, de vez en cuando, lanzaba algunas bombas se le denominó El Runrún, por el runrun cansino que emitía su motor (Onaindia, 1937:9)2 . Otras personas conocían a este avión con el nombre de Diario de Irún (Gerrikagoitia, 2000:65). Al avión negro que produjo la muerte de tres civiles y tres soldados entre el 20 y el 30 de octubre de 1936 se le denomino Hego-oker, porque a la gente le parecía que tenía un ala torcida. Los soldados que luchaban en la zona llamaban Tranvías a los aviones bombarderos ‘Junker 52’ (Urkijo, 2014:215-216).
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LOS BOMBARDEOS AÉREOS DEL 26 DE ABRIL CONTRA ZIORTZA-BOLIBAR, MARKINA Y MUNITIBAR El último bombardeo contra el casco urbano de Markina-Xemein fue el 25 de abril de 1937. Ese día no hubo víctimas civiles. Las poblaciones de Berriatua y Etxebarria tampoco recibieron más bombardeos a partir de ese día. De todas formas, al día siguiente, el 26 de abril de 1937, los alrededores de Markina-Xemein y de ZiortzaBolibar y el casco urbano de Munitibar fueron objeto de numerosos bombardeos (Juaristi, 2017; Beldarrain, 1980:200). Como consecuencia de esos bombardeos murieron numerosas personas (Juaristi, 2017).
RAZONES DE LOS BOMBARDEOS CONTRA LA POBLACIÓN CIVIL La Aviazione Legionaria italiana y la Legión Cóndor alemana, junto con las Fuerzas Aéreas del Norte, bombardearon los cinco pueblos analizados. Estos bombardeos tenían tanto objetivos estratégicos como tácticos. Por una parte, buscaban debilitar la capacidad económica y organizativa de los republicanos, así como su moral, para evitar que continuaran con la guerra. Eran bombardeos estratégicos que atacan a la población civil y destruían caminos, puentes, caseríos, fábricas y casas con el objetivo de destruir la capacidad de los leales a la República a seguir con la guerra. Por otra parte, los bombardeos contra la población civil también buscaban inhabilitar al oponente. Eran bombardeos tácticos que buscaban hacer daño a las tropas, los cuarteles, los puestos de mando y las fábricas de armas. Pero además de bombardeos estratégicos y tácticos, hubo bombardeos cuyo objetivo era puramente la venganza. Una de las batallas más cruentas que acaeció en Markina-Xemein fue la que se produjo el 21 de octubre de 1936 en los terrenos del caserío Egixarre (Juaristi, 2017). Fue una batalla dura en la que murieron numerosos soldados franquistas. Como acto de venganza, el mismo día de la batalla, aviones franquistas bombardearon el hospital de sangre de Patrokua. Como consecuencia del bombardeo murieron soldados que habían sido heridos en la batalla. Entre otros, murió el médico Andrés López Uranga (Untzeta, 1937; Talon, 1988:913).
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CONSECUENCIAS DE LOS BOMBARDEOS AÉREOS CONTRA LA POBLACIÓN CIVIL Como consecuencia de los bombardeos aéreos murieron en torno a 19 civiles en los cinco pueblos analizados. 18 de ellos murieron como consecuencia de las bombas lanzadas por aviones golpistas y una persona por las bombas lanzadas por aviones republicanos. En los bombardeos contra la población civil murieron, al menos, 13 soldados republicanos. Estos números nos muestran que no hubo comparación entre las muertes producidas por los bombardeos aéreos de los aviones del bando sublevado con las producidas por los aviones republicanos. La superioridad aérea de los aviones franquistas era innegable, por lo que hay una gran diferencia en el número de muertes que unos y otros produjeron. Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que como consecuencia del bombardeo contra la población civil de Munitibar, se perdieron un niño y dos niñas. Jose Antonio Zuberogoitia (Berriatu, 1930 - Villeneuve du Pareage, Francia, 1991) y Edurne Ostolaza Larrinaga (Ermua, 1934 – 2010) pudieron volver a su casa –Jose Antonio al cabo de cinco años-, pero nada se supo de la niña Maria Irusta. Además de las consecuencias para las personas, fueron numerosas las pérdidas materiales. Muchas casas, ermitas, caseríos e iglesias sufrieron graves daños, y muchas tierras de labor quedaron inservibles para el cultivo (Onaindia, S., 1987: 71-72; Steer, 2002: 287- 289; Onaindia, 1937:12). Además de las pérdidas humanas y materiales, los bombardeos aéreos produjeron graves consecuencias psicológicas para la población: consecuencias psicológicas inmediatas y retardadas. Las consecuencias psicológicas inmediatas de los bombardeos aéreos están unidas a la sensación de indefensión y vulnerabilidad que éstos crearon. Es decir, el uso de la aviación contra un enemigo desprovisto de defensas antiaéreas y aviones, desmotivó considerablemente tanto a los soldados que luchaban en la zona como a la población contraria al alzamiento militar. Las octavillas que se lanzaban desde los aviones también ayudaron a apuntalar la moral de aquellos que eran afines a la República. Las consecuencias psicológicas retardadas han durado hasta nuestros días. Las numerosas entrevistas realizadas durante los últimos años, me han mostrado que mucha gente ha vivido marcada por los bombardeos. He podido constatar que son muchos los que recuerdan los repiques de campana con una mezcla de indignación y pena o se estremecen al escuchar el ruido de los motores de un avión.
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Las personas que más han sufrido durante todos estos años son aquellas que perdieron a un familiar. En total fueron 19 las familias las que perdieron un ser querido como consecuencia de los bombardeos aéreos, pero únicamente la victima producida por la aviación republicana fue objeto de homenaje y sólo ella tiene una cruz que recuerda lo ocurrido. Sólo la víctima producida por los aviones republicanos tuvo derecho a la verdad, la justicia y la reparación.
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El 20 octubre murió Agustín Furundarena Etxaniz; el 22 de octubre Isidra Ugartetxea Ugarteburu; el 23 de octubre Dolores Garate Bru; el 21 de octubre el miliciano y médico del hospital de sangre de Markina Andrés López Uranga; el 26 de octubre el guardia de orden público elgoibarrés Domeka Gabilondo y el 30 de octubre el miliciano Eusebio Areitio (Juaristi, 2011).
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José Antonio Maurolagoitia, médico de Otxandio, también hablaba del “runruneo” de los aviones al explicar el bombardeo de Otxandio (Irazabal, 2012:37). Jesus Gutiérrez también hace referencia al run-run de este avión de reconocimiento (Gutiérrez, 200:43).
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Bibliografía J.M. Aguirre, Historia general de la guerra civil en Euskadi, tomo 5, El Clero Vasco I, L. Haranburu, 1979, p. 136. P. Barruso, Verano y revolución. La Guerra Civil en Gipuzkoa, Ediciones R&B, Donostia, 1996. P. Beldarrain, Los Asaltos al Monte Intxorta. Intxorta Mendiko Burrukaldiak (1936-1937). Bidasoa Oraiñaldiko EdestiIkasgoa, Geu, Bilbao, 1980. I. Egaña, I. (Director), 1936 Guerra Civil en Euskal Herria. Ocho Tomos. Aralar, Andoain, 2000. T. Gerrikagoitia, Arantza eta larrosa. Nire bizitzaren gomutak. Sendoa, Oiartzun, 2000. J. Irazabal, Gerra Zibila Durangaldean 1936-1937. Gerediaga Elkartea, Durango, 2002. P. Juaristi, Markinako Frontea. Markinako eta Xemeingo Egoera Politikoa eta Soziala Bigarren Errepublikan eta Gerra Zibilean. UPV/EHU, Bilbao, 2011. P. Juaristi, Gerra Zibila Berriatuan eta Lekeitioko Frontean. UPV/EHU, Bilbao, 2014. P. Juaristi; J. Chueca; F. Etxebarria; A. Esteban y I. Goigana, Goazen Gudari Danok Askatasun-Bidean. ZirardamendiAiastia (San Migel) – Elgoibar, 1936. Ayuntamiento de Elgoibar – Fundación Sabino Arana, Bilbao, 2014.
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Legutio, entre el cielo y la tierra Aitor Miñambres Amezaga Museo Memorial del Cinturón de Hierro (Berango, Bizkaia) Desde el comienzo de la Guerra Civil, la población de Legutio, entonces Villarreal de Alava, fue un enclave muy disputado entre los sublevados y las fuerzas leales a la República. Meses después, ya creado el Gobierno Provisional de Euzkadi, las fuerzas vascas lanzaron su ofensiva hacia Vitoria-Gasteiz, convirtiéndose Legutio y las poblaciones cercanas en el escenario de una de las más grandes batallas del conflicto. Consecuencia de ello fue la destrucción absoluta de la villa, tanto por la artillería terrestre como por los bombardeos aéreos realizados para neutralizar a los soldados franquistas atrincherados en ella. También, tras la sorpresa inicial, la aviación rebelde se empleó a fondo para paralizar el avance republicano, con las consecuencias previsibles. Palabras clave: Legutio, Legutiano, Villarreal, Guerra Civil, Bombardeos
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Legutio, Legutiano o Villarreal de Álava, era a principios de los años 30 del pasado siglo una población básicamente rural de unos 1.200 habitantes, distribuidos entre su núcleo principal y los concejos cercanos de Elosu, Goiain, Urbina y Urrunaga. Allí confluían tres carreteras que comunicaban Bizkaia y Gipuzkoa con Vitoria-Gasteiz, distante tan sólo 17 Km.: la que desde Bilbao se aproxima por Ubidea, la que desde Durango llega por Otxandio y la que desde Arrasate asciende por Aramaio. Esa estratégica posición condenaría a la villa a un incómodo protagonismo una vez iniciada la guerra. El 19 de julio de 1936, a las 7 de la mañana, el teniente coronel Camilo Alonso Vega, jefe del Batallón Flandes acuartelado en Gasteiz, proclamó el estado de guerra, uniéndose a la sublevación de una gran parte del Ejército contra el gobierno de la República1. Seguidamente, las fuerzas golpistas de la provincia fueron asegurando sus dominios, lo que en el caso de Legutio se hizo destinando allí una pequeña fuerza de 11 guardias civiles mandados por el teniente Palacios2, quien más tarde les desplegó a la entrada del pueblo por la carretera de Aramaio. En la cercana Bilbao, donde la sublevación no había llegado a consumarse y el gobernador civil, José Echevarría Novoa, conservaba el poder, se formó una primera columna que la noche del 19 al 20 salió en dirección Gasteiz para enfrentarse a los rebeldes e inclinar la balanza a favor del Gobierno. Esta columna estaba formada por soldados del ejército regular, guardias de asalto, guardias civiles y milicianos armados3. El día 21, partió una segunda columna de composición análoga con tres camiones blindados4, comandada por el jefe del Batallón Garellano, teniente coronel Joaquín Vidal. La unidad, llegada a Igorre, envió un pequeño contingente a Ubidea y continuó hasta Otxandio, donde se agrupó con los efectivos de la primera columna. Desde allí, un millar de combatientes partieron hacia Legutio por la tarde, sin encontrar resistencia en el camino dado el trayecto seguido, pudiendo apresar fácilmente a los guardias civiles5 que esperaban apostados la llegada de otra columna desde Gipuzkoa por Aramaio. Así, tras hacerse con el pueblo, algunos efectivos continuaron dirección Vitoria hasta Urbina, pero al conocer que la columna guipuzcoana en camino daba la vuelta para sofocar la sublevación en Donostia y no se les unía, desistieron de avanzar. Su jefe consideró inseguro permanecer en Legutio y decidió dejar el pueblo sin ningún retén, marchando a Otxandio para pasar la noche. Esta decisión, criticada posteriormente6, dejó la villa alavesa al alcance de los rebeldes, quienes no perdieron la oportunidad de hacerse nuevamente con ella para no soltarla más. Al día siguiente, 22 de julio, Otxandio sufrió un atroz bombardeo aéreo que costó la vida a 61 personas7, la inmensa mayoría civiles. Ello no impidió que la columna gubernamental continuara allí destinada, sin dejar de hostigar al enemigo en la zona. De este modo, Legutio desde muy pronto conoció la guerra de cerca y fue elemento en litigio constante durante los sucesivos meses.
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En esta tesitura trascurrió agosto, con escaramuzas y combates locales empleando fuego de fusilería, ametralladoras y morteros, hasta que a finales de ese mes se produjo el primer ataque por aire a las fuerzas enemigas de la villa. En esa fase de la guerra, la aviación de que podían disponer los gubernamentales en ese frente era escasa, heterogénea y combinaba aparatos militares con otros civiles más o menos adaptados. Ya desde antes del conflicto, el bombardero ligero más común en las fuerzas aéreas de la II República era el biplano Breguet XIX, avión biplaza armado con tres ametralladoras de 7,7 mm y con capacidad para 200 kg de bombas bajo las alas. Por su parte, en el campo de Lamiako (Leioa), existían dos avionetas comerciales: una DH. 80 A Puss Moth (EC-NNA) propiedad de José Yanguas y una GuineaServet 2DDM (EC-ZAZ) de Julio Alegría8. Ambas fueron movilizadas por el Gobierno Civil al principio de la guerra9, con sus pilotos10, comenzando los servicios de reconocimiento aéreo el 20 de julio de 1936. No obstante, entre los días 27 y 30 de ese mes, ambos aparatos se encontraban en reparación, tras lo cual, la avioneta Puss Moth fue destinada a Madrid el 4 de agosto11 y la Guinea-Servet quedó en Bizkaia, continuando con su cometido. Así, el lunes 24 de agosto de 1936, a las 16:40, despegó de Lamiako la avioneta Guinea-Servet, tripulada por José Yanguas y Julio Alegría, con objeto de bombardear 12 las avanzadillas rebeldes en Legutio, tal vez como apoyo a algún movimiento militar gubernamental en la zona. Tras 20 minutos de vuelo y, una vez allí, se le unió un bombardero Breguet XIX que, pilotado por Luis Cerro y un sargento bombardero, reconocía el terreno, avisado de que una columna enemiga partía desde Gasteiz en dirección a Otxandio13. Así, ambos aviones bombardearon las posiciones franquistas, desmontando dos ametralladoras y ocasionando, al parecer, algunas bajas. Después, regresaron al aeródromo, tomando tierra a las 17:27. Tras una revisión técnica y un corto vuelo de prueba, el aparato civil salió nuevamente hacia Legutio en misión de bombardeo, a las 18:19, pilotado por José Yanguas a quien acompañó el bombardero Luis Otaño. Llegado a su objetivo, el aeroplano lanzó una bomba que alcanzó una posición franquista y, seguido, pudo divisar la columna enemiga acercándose por la carretera, con lo que en dos pasadas arrojó sobre ella dos y cinco bombas respectivamente, produciendo daños en varios camiones, uno de los cuales quedó incendiado, apreciándose algunas bajas entre los soldados enemigos. Una vez hecho esto, el aeroplano sobrevoló Gasteiz sin encontrar actividad y regresó nuevamente a su base a las 19:0014. En esa misma fecha15, llegaban a Bilbao y eran trasladadas al frente de Otxandio cuatro piezas de artillería de incalculable valor para los gubernamentales, procedentes del 3º Regimiento de Artillería Pesada del cuartel de Loyola en Donostia. Se trataba de una batería de obuses Schneider modelo 1917, de calibre 15,5 cm16, con un alcance de 12 Km., en los que el efecto de sus proyectiles de 45 Kg. de
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peso era demoledor. Desde un principio, los republicanos habían estado faltos de este tipo de armas, ya que hasta entonces sólo contaban con algún cañón ligero de dotación en el batallón de montaña Garellano. Así, debían soportar el fuego de ametralladora desde las posiciones franquistas de Legutio, donde uno de los emplazamientos más efectivos era el campanario de la iglesia. Desde ese privilegiado punto, se divisaba perfectamente a las avanzadillas gubernamentales y se segaba literalmente su acercamiento. Con la nueva batería, los republicanos bombardearon las posiciones rebeldes aquellos días que dispusieron de proyectiles para ello, aunque nunca llegaron a hacerse más de 15 disparos, centrándose principalmente en la torre de la iglesia, que resistió una y otra vez a los impactos17. Durante el mes de septiembre, la actividad bélica continuó en la zona. Para entonces, los franquistas ya habían situado en Legutio los efectivos de un batallón, lo que suponía una fuerza casi tan numerosa como la población de la propia villa. En esta situación, el 11 de septiembre la aviación gubernamental bombardeó el puesto de mando de la guarnición, con los consiguientes daños materiales y bajas entre los militares, a tenor del movimiento de vehículos que se generó entre Legutio y Gasteiz, tal vez por la evacuación de los heridos18. Dentro del contexto general, el 13 de septiembre caía Donostia en poder de los franquistas, inclinándose la balanza a su favor. Casi dos semanas después, gracias a gestiones gubernamentales y de los nacionalistas vascos, llegaban por mar fusiles polacos y checos que permitieron armar a las milicias y parar el avance enemigo en las lindes entre Bizkaia y Gipuzkoa. Llegó el mes de octubre y las fuerzas aéreas republicanas en Bizkaia continuaban siendo muy escasas, aunque habían crecido levemente. Así, a principios de mes, en los campos de Lamiako y Sondika sólo estaban operativos cuatro aparatos: un bombardero ligero Breguet XIX, un biplano torpedero Vickers Vildebeest y dos avionetas General Aircraft Monospar ST-25 adaptadas para lanzar bombas Hispania A5 de 12,5 Kgs19. El 5 de octubre de 1936, Legutio volvería a ser uno de los objetivos de la aviación gubernamental. A las 08:45 de la mañana, en apoyo a los milicianos que por tierra se aproximaban para atacar a la guarnición de la villa, un aeroplano bombardeó a las fuerzas franquistas que había en el centro del pueblo. Horas después, a mediodía, dos aparatos volaron nuevamente sobre Legutio, colocando con éxito sus bombas en los lugares de la villa marcados como objetivo20. Realizada la operación, los aparatos regresaron a su base sin percances21. Dos días más tarde, tenía lugar un hecho histórico de gran transcendencia: previa aprobación por las Cortes de la República del Estatuto de Autonomía del País Vasco, José Antonio Agirre juraba en
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Gernika su cargo de Lehendakari del Gobierno Provisional de Euzkadi, el 7 de octubre de 1936. En dicho órgano, además de la Presidencia, Agirre ocupó la consejería de Defensa, desde la cual articuló el Cuerpo de Ejército de Euzkadi, abriendo una nueva etapa en la marcha de la guerra, hasta entonces dirigida por la Junta de Defensa de Vizcaya y por su homónima de Gipuzkoa. Así, llamó a filas a los reservistas de los reemplazos de 1932, 1933, 1934 y 193522 y militarizó las milicias de origen político y sindical, aglutinando a todas las fuerzas bajo su autoridad23, a las que dotó de un Estado Mayor propio24. Con las armas recibidas y el personal alistado, Agirre consiguió reunir una fuerza de 35.000 hombres, lo que suponía unos 50 batallones de infantería y unidades de otras armas, listas tanto para mantener la defensa del frente estable como para realizar acciones ofensivas más allá de las propias líneas. En noviembre de 1936, el ejército del general Franco presionaba violentamente sobre Madrid, empleándose a fondo en ello, con la esperanza de ganar la guerra conquistando la capital del estado. Para dificultarlo, se precisaban ofensivas locales en el Norte, a fin de que Franco tuviera que emplear una parte considerable de sus fuerzas en otros puntos alejados del frente madrileño. Así, mientras Agirre y su Estado Mayor eran partidarios de atacar por Gipuzkoa25 y recuperar territorio perdido, el capitán Ciutat, jefe de operaciones del Norte, era partidario de hacerlo por Araba. Ciutat argumentaba que en ese punto el frente estaba menos defendido y que si los atacantes actuaban con energía y rapidez, podrían avanzar y tomar fácilmente Gasteiz, tras lo cual, en una última fase alcanzarían su objetivo final, el ferrocarril Burgos-Irun a su paso por Miranda de Ebro, donde podría coincidir la operación con las iniciadas en otros frentes26. Finalmente, se optó por este plan. Para esta ofensiva se dispuso de 29 batallones, 6 baterías de artillería, 8 blindados y varias compañías y secciones de zapadores, ametralladoras y morteros, pontoneros, trasmisiones y servicios, al mando del capitán Modesto Arambarri. Estos efectivos fueron distribuidos en tres columnas: la primera al mando del comandante Ibarrola, la segunda dirigida por el teniente coronel Cueto y la tercera a cargo del teniente coronel Aizpuru, quedando una fuerza de reserva con el teniente coronel Irezabal27. Finalmente, la tercera columna pasó a la reserva por eliminarse del plan inicial los objetivos que se le habían asignado. Así, con variaciones y un día de retraso debido al mal tiempo, el ejército vasco de maniobra rompió el frente de Araba el 30 de noviembre de 1936. Para esta acción, la aviación republicana había recibido instrucciones de reconocer y bombardear objetivos militares en Gasteiz y en las zonas de ataque, lo que incluía a Legutio, con potencia media e intensidad creciente. Es de destacar que las órdenes indicaban expresamente que no se actuara sobre la población civil28. Con referencia al mes anterior, los efectivos del arma aérea habían aumentado en cantidad y calidad, sobre todo con la llegada de 15 cazas Polikarpov I-1529 al Norte, tras el arribo a
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Bilbao de la motonave soviética Andréiev, el 2 de noviembre de 193630. Con estos aparatos, llegaron también sus tripulaciones, con su comandante Turzhanski al frente. Así, llegado el momento y partiendo de Otxandio y Ubidea, los atacantes se desplegaron sobre el terreno siguiendo las rutas asignadas. Desafortunadamente para ellos, pronto fueron descubiertos por la aviación rebelde que bombardeó las grandes concentraciones de infantería vasca que se acercaban a Legutio por las distintas carreteras, sufriendo la misma suerte una batería de artillería. Estos aviones regresaron a su aeródromo, en Burgos, alcanzados por algunos disparos que desde tierra les habían hecho, aunque sin más consecuencias31. No obstante, la columna de Ibarrola, operando al este de Legutio, ocupaba el monte Maroto y presionaba sobre el Isuskitza, a fin de alcanzar Arlaban. Por su parte, una agrupación de las fuerzas de Cueto había ocupado algunos objetivos en la zona más occidental del ataque: el monte Oketa, Elosu, alturas de Zestafe y Nafarrate. Entre tanto y durante toda la mañana, la artillería vasca hizo fuego nutrido contra las posiciones rebeldes de Legutio, con el fin de doblegarlas para su ocupación, pues la posesión de la villa era la llave que abría el camino a Gasteiz. Para ello utilizó una batería de obuses Schneider de 155 mm, otra de cañones Armstrong de 127 mm y otra de cañones Krupp de 77 mm, mandando el conjunto el capitán Guerrica-Echevarría32. Sus proyectiles caían dentro de Legutio, derribando casas, destrozando parapetos y enterrando a los soldados de Franco33. Una vez cesó la preparación artillera, los gudaris y milicianos de la agrupación central, a las órdenes de Cueto, se lanzaron al asalto desde varios puntos, apoyados por blindados. En ese momento, la guarnición de la villa estaba constituida por fuerzas numéricamente equivalentes a un batallón, formadas por soldados del ejército regular y voluntarios carlistas, con el apoyo de ametralladoras, cuatro cañones y dos blindados34, quienes al verse atacados resistieron y pidieron rápidamente refuerzos a Gasteiz. Al mando de esta fuerza estaba el teniente coronel Ricardo Iglesias. Si bien el ataque del día 30 fracasó y los franquistas recibieron refuerzos humanos y materiales en Legutio y en todo el frente, ello no impidió que la villa continuara seriamente amenazada. Así, el 1 de diciembre, los ataques se reanudaron aún con mayor virulencia, llegándose al cuerpo a cuerpo dentro de las primeras posiciones del pueblo35. También desde el cercano monte Albertia, ocupado por las fuerzas del comandante Ibarrola, los gudaris y milicianos descendieron hasta tomar el pinar de Txabalapea. Por su parte, el ala derecha atacante desplazó desde Elosu una fuerza hasta el pinar de Betxina (Sarraua), interceptando la carretera a Gasteiz, que quedó dominada entre los fuegos de las unidades vascas. De esta manera, las fuerzas franquistas de Legutio quedaron cercadas36, por lo que no pudieron recibir los refuerzos enviados ese día.
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En otro orden, a pesar del mal tiempo y la niebla, la jornada transcurrió con actividad artillera y aérea. Así, desde el aeródromo de Burgos, la aviación franquista operó nuevamente sobre el frente alavés, bombardeando las concentraciones de tropas37 y el pueblo de Otxandio. El siguiente día, 2 de diciembre de 1937, fue de intensa actividad en el aire. La aviación republicana realizó cuatro misiones de bombardeo38 sobre objetivos rebeldes en el frente alavés, utilizando para ello una miscelánea de aparatos civiles y militares. La primera misión comenzó a las 08:00 en Lamiako, con el despegue de una avioneta de reconocimiento Miles Falcon pilotada por el teniente Yanguas y un trimotor Farman 120 a cargo del alférez Panceira, seguido del bombardero Fokker del capitán Gascón a las 08:05. A las 08:10 salieron tres aviones numerados en los partes como 1, 2 y X, muy posiblemente Potez 25, y a las 08:15, una escuadrilla formada por el Breguet XIX (nº 92) pilotado por el alférez Roldán, el Vickers Vildebeest a cargo del sargento Benjamín y el De Havilland 89 Dragon Rapide (nº 1) gobernado por el capitán Franch. Diez minutos después, despegaba una escuadrilla de cazas Polikarpov I-15 “Chatos”39 de escolta, numerados como 21, 22 y 23, más otro avión sin identificar que no volvió a operar ese día, probablemente por avería o alcance de disparos. La misión sobre Gasteiz y el frente de Legutio duró aproximadamente una hora, estando de vuelta el aeroplano de Yanguas a las 09:30, siendo el último en aterrizar. A las 11:20 se repitió la misión con los mismos aparatos, excepto el averiado y el Miles Falcon, iniciando la formación el Fokker, seguido de las tres escuadrillas y el trimotor Farman que despegó a las 11:35. Tras bombardear su objetivo, la agrupación retornó al campo de Lamiako, aterrizando el Fokker a las 12:50. Tras una misión en solitario del Farman 120, iniciada a las 13:30 y que duró casi tres horas, comenzó la cuarta salida del día, a las 15:30, esta vez con menos efectivos que durante la mañana, actuando el Fokker y el Dragon Rapide con la escolta de los tres cazas “Chatos”. Estos movimientos fueron recogidos, aunque con inexactitud, por la aviación rebelde, la cual por su parte también operó sobre el cielo alavés con sus Breguet, que realizaron otros cuatro servicios de reconocimiento y bombardeo sobre Etxaguen, Elosu y Ollerías, así como sobre los emplazamientos artilleros vascos de obuses de 155 mm y cañones de 77 mm cercanos a Legutio40. A pesar de esta gran actividad, ese día no se registraron combates aéreos entre ambos contendientes. En el plano terrestre, desde el comienzo de la jornada continuaron los ataques gubernamentales a Legutio con apoyo artillero, tanto desde el sur por Goiain como desde la carretera de Ubidea o desde el pinar de Txabalapea. Esa mañana llegaba a Urbina una numerosa columna franquista con refuerzos y artillería, a fin de romper el cerco de Legutio. Esta unidad, comandada por Camilo Alonso Vega, consiguió tras una lucha encarnizada, expulsar a los ocupantes vascos del pinar de Txabalapea
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y así alejar la amenaza republicana sobre la carretera de Gasteiz41. Este movimiento, que costó la vida de 150 gudaris y milicianos, permitió liberar a las tropas franquistas rodeadas en Legutio y reforzarlas considerablemente, con lo que la ofensiva vasca quedó prácticamente desactivada. Sin embargo, al siguiente día, 3 de diciembre, los batallones vascos por inercia todavía intentaron el asalto a algunas posiciones de la villa, pero dada su necesidad de descanso y la gran cantidad de munición consumida, fueron enviados a reponerse a retaguardia. No obstante, la artillería no cesó su labor de hostigamiento sobre el pueblo y las trincheras franquistas, empleando hasta cinco baterías y decenas de morteros de 81 mm42. Por su parte, las piezas artilleras franquistas situadas en Urbina efectuaban fuego de réplica sobre las posiciones vascas. En esa fecha, Elosu, Ollerías y Albertia fueron bombardeadas y ametralladas en cuatro ocasiones por la aviación franquista. También actuó la fuerza aérea gubernamental bombardeando constantemente las líneas enemigas con dos Potez, un Dragon Rapide y cuatro cazas43. Esta situación se extendió a los días siguientes y así, el 4 de diciembre, aviones republicanos despegaron a las 08:00 hacia el frente de Araba y uno de ellos bombardeó objetivos militares en Legutio y ametralló concentraciones de tropas44. Por parte franquista, actuaron varios Breguet y Dragon Rapide, apoyados por cazas Heikel 5145. Esto se repitió el día 5, en que los mismos aparatos, con base en Lakua, atacaron posiciones vascas del frente de Legutio46. Así mismo, el día 7, un Dragon Rapide franquista bombardeó una batería situada a 1 Km. de Legutio y ametralló a sus servidores47. Así llegó el 8 de diciembre, día de gran actividad aérea en que los rebeldes realizaron tres misiones de reconocimiento y bombardeo sobre posiciones vascas en Nafarrate, Elosu y Saismendi, lugares hacia los que se había desplazado la actividad bélica, empleando sus aparatos de bombardeo Breguet, Fokker y Dragon Rapide, escoltados por cazas Heinkel 5148. Por su parte, desde Bilbao partieron a las 10:00 nueve aviones republicanos que lanzaron 66 bombas sobre las posiciones franquistas de Legutio49, tras lo cual se vieron atacados por los cazas enemigos que les inutilizaron un aparato50. Por la tarde, seis “Chatos” entablaron combate sobre Gasteiz con los Heinkel de Lakua, siendo reconocido por los franquistas el derribo de uno de sus aviones51. Durante los días 10 y 11, la artillería vasca actuó intensamente sobre Legutio con un promedio de 400 disparos de grandes calibres diarios52. En el aire, la aviación franquista continuó con su tónica de bombardeos sobre Acosta, Etxaguen, Ollerías y Otxandio la jornada del 1053, realizando el día 1154 un solo servicio, por el mal tiempo, al Suroeste de Legutio.
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El día 12 la infantería vasca lanzó un nuevo ataque sin éxito a la villa, utilizando blindados, ametralladoras y morteros, sobre todo desde el sector norte, batiendo además la carretera a Gasteiz desde el pinar de Betxina. Por su parte, aviones republicanos, entre ellos el Breguet nº 92, atacaron el aeródromo de Lakua y se retiraron mientras despegaban de él cuatro cazas55 que pronto los alcanzaron, derribando un bimotor Monospar56. Por último, otros aparatos bombardearon a las tropas vascas que desde Otxandio convergían en Legutio. Durante la siguiente semana continuó la actividad aérea franquista en el cielo de Legutio. Así, cuatro aviones de bombardeo acompañados de seis cazas bombardearon Elosu, Ollerías, Ubidea, Otxandio, Albertia y posiciones al Suroeste de Legutio, siendo dos tocados por fuego antiaéreo, el 13 de diciembre57. El 14, les tocó de nuevo ser atacadas a Elosu, Ollerías y Suroeste de Legutio, siendo alcanzado un Fokker58. Durante la jornada del 15, el mal tiempo no impidió el ametrallamiento de posiciones vascas frente a Legutio, ni el bombardeo del bosque de Urrunaga y el pueblo de Elosu con 20 bombas Hispania A5 de 12,5 Kgs, realizado con escolta de cazas Heinkel 5159. Continuando, el 16 de diciembre los franquistas bombardearon con 68 bombas A5 y A6 (50 Kgs) varios pueblos del frente ocupados por las fuerzas vascas, como Etxaguen y Elosu, sin ser entorpecida su actuación por la aviación republicana60. El día 17 atacaron de nuevo el frente de Legutio, bombardeando Acosta en una ocasión y Ubidea en dos, observando además el relevo de tropas a bordo de 20 camiones en la carretera a su paso por Ollerías61. En la jornada del 18 volvieron a ser bombardeados los pueblos de Acosta, Zestafe y Elosu, encontrándose una patrulla de aviones rebeldes con dos aparatos republicanos sobre Legutio, que se retiraron sin entablar combate62. Finalmente, el día 19, la aviación franquista, ya dueña del aire, patrulló sobre el frente sin observar nada de interés63. No obstante, al siguiente día, el 20, cuatro Breguets partieron de Vitoria: tres bombardearon los alrededores de Zestafe y el cuarto bombardeó Acosta64.
Foto 1 - La torre de la iglesia de Legutio, símbolo de la tragedia de la guerra
Al final del año 1936, el frente quedó nuevamente estabilizado con muy pocos cambios con respecto al principio de la ofensiva y así se mantendría hasta el ataque a Bizkaia tres meses después, el 31 de marzo de 1937. La operación había supuesto al ejército vasco unos 800 muertos65, cientos de heridos y numerosas pérdidas materiales en todo el frente. Por su parte, dentro de Legutio los franquistas tuvieron 31 muertos y 224 heridos66. El pueblo quedó totalmente destruido y sus habitantes fueron
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trasladados a Gasteiz. Las casas de la calle principal, alineadas a ambas márgenes de la carretera, se mostraban derruidas, con sus paredes agujereadas por los proyectiles, sus tabiques derribados y sus tejados hundidos. La iglesia destacaba con su torre mellada Foto 1 y el cementerio emergía vagamente entre sus propios escombros, rodeado de trincheras y sacos terreros67. Así quedó Legutio: desolado, entre el cielo y la tierra.
J. M. Garmendia, “La sublevación en Alava”, en AAVV, Volumen II de la Historia General de la Guerra Civil en Euskadi, Luis Handaburu y Naroki S. A., San Sebastián y Bilbao, 1979, p. 83. Con la complacencia del Gobernador Militar de la provincia, general García Benítez (N. A.).
1
P. de Basaldua, Euzkadi, la guerra antes del estatuto. (Crónicas de guerra y exilio), Idatz Ekintza S. A., Bilbao, 1983, p. 45. Según el capitán Juan Ibarrola, se trataba de 7 números.
2
3
En la Gran Vía. Salida de la expedición. El Liberal, Bilbao, 21-07-1936, p. 2.
4
La marcha de la segunda columna, El Liberal, Bilbao, 22-07-1936, p. 1.
“Memorias de Juan Ibarrola Orueta, Capitán de la Guardia Civil al estallar la Guerra Civil que permaneció en las filas republicanas, llegando al grado de Coronel”, UPV-EHU, Archivo Ruiz de Aguirre, Fondo Coronel Ibarrola, Cp.32, Exp.1, p. 2.
5
6
F. Padín, Memorias. Edición digital: Memoriaren bideak / Gerónimo de Uztariz, 2009, pp. 15-16.
7
Z. Olabarria, Gerra Zibila Otxandion. Eusko Ikaskuntza, Donostia, 2011, pp. 84-85.
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8
Registro de Aviones comerciales en España, en www.sbhac.net/Republica/Fuerzas/FARE/Materiales/Registro.htm
9
Centro Documental de la Memoria Histórica (en adelante CDMH), Político Social, Bilbao, Caja 116, Nº 14, Folio 24.
Tanto Julio Alegría como José María Yanguas, se pasarían posteriormente al enemigo. Especial significación tuvo la traición de éste último que, sobornado por los franquistas, el 21 de junio de 1937 aterrizó en Zarautz y entregó al consejero de Sanidad del Gobierno de Euzkadi, Alfredo Espinosa, y al comandante de Artillería, José Aguirre, pasajeros de su avión, lo que les costó la vida a ambos (N. A.). 10
Euskadiko Archivo Historikoa – Archivo Histórico de Euskadi (en adelante EAH-AHE), Archivo Histórico del Gobierno Vasco, Fondo especial Beyris, M-1626/4-5. 11
12
EAH-AHE, Archivo Histórico del Gobierno Vasco, Fondo especial Beyris, M-1627/4-5 y M-1628/4-5.
13
La actuación de la aviación leal, La Tarde, Bilbao, 25-08-1936, p. 3.
14 Una columna facciosa deshecha en Villarreal (Alava), El Noticiero Bilbaíno, Bilbao, 27-08-1936, pp. 2-3. Los mismos hechos también aparecen relatados, con más inexactitudes, en este otro artículo: Éxitos de la aviación. Frente Popular, San Sebastián, 26-08-1936, p. 2.
Pie de foto: Una de las pieza de artillería que ayer llegaron a nuestra villa y que se detuvieron en la Gran Vía, La Tarde, Bilbao, 25-08-1936, p. 1. 15
Sancho de Beurko, El Ejército Vasco en la Guerra Civil. Volumen VI de la Historia General de la Guerra Civil en Euskadi, Luis Handaburu y Naroki S. A., San Sebastián y Bilbao, 1981, p. 153. 16
17
F. Padín, Ob. Cit. p. 19.
18
Acción de la aviación adicta, Euzkadi, Bilbao, 12-09-1936, p. 5.
V. Talón, Por Tierra, Mar y Aire. Volumen III de Memoria de la Guerra de Euzkadi de 1936, Plaza & Janes Editores, S. A., Barcelona, 1988, pp. 701-702. Este autor cita un documento que referencia en SHM –DR-, A.46, L.56, lo que actualmente corresponde a AGMAV, C.71, donde no se ha podido encontrar en ninguna de las carpetas interiores. 19
20
Eficaces intervenciones de la aviación republicana de Vizcaya, El Noticiero Bilbaíno, Bilbao, 06-10-1936, p. 1.
Los mismos hechos también aparecen relatados, con más inexactitudes, en este otro artículo: La actuación de nuestros aviadores, El Liberal, Bilbao, 06-10-1936, p. 1. 21
22
Diario Oficial del País Vasco (en adelante DOPV), Nº 10, 18-10-1936.
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23
DOPV, Nº 19, 27-10-1936.
24
DOPV, Nº 30, 07-10-1936.
“Informe sobre los hechos que determinaron el derrumbamiento del Frente del Norte”, Sabino Arana Fundazioa / Archivo del Nacionalismo (en adelante SAF/AN), DP-62-01, p. 34. 25
26
F. Ciutat, Relatos y reflexiones de la Guerra de España, 1936-1939. Forma, Madrid, 1978, pp. 41-43.
27
AGMAV, C.685, 13, 1 / 2-5 (reversos de hoja manuscritos).
28
AGMAV, C.685, 1, 2 / 2-3.
“Doc. cit.”, SAF/AN, DP-62-01, p. 27. El periodista Steer menciona 12 aparatos: G. L. Steer, El árbol de Guernica, Felmar, Madrid, 1978, p. 98. 29
Maléiev, “Del informe remitido por el teniente de la Seguridad del Estado, Maléiev, a N. Yezhov, Comisario del Pueblo para Asuntos del Interior, sobre la travesía de la motonave Andréiev, con material y armas a bordo, desde la Unión Soviética a España”, en Y. Rybalkin, Stalin y España, Marcial Pons, Madrid, 2007, p. 191 30
Archivo Histórico del Ejército del Aire (en adelante AHEA), C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 724, 30-11-1936. 31
32 “Reproducción de las Memorias del Comandante de Artillería Casiano Guerrica-Echevarría, quien durante la Guerra Civil combatió en el Ejército de Euzkadi”, UPV-EHU, Archivo Ruiz de Aguirre, Fondo Comandante C. Gerrikaetxebarria, Cp.28, Exp.1., p. 7.
33
E. Enciso, Villarreal, su cerco y defensa, Editorial Social Católica, Vitoria, 1937, p. 24
“Transcripción mecanografiada del artículo ‘El Sitio de Villarreal de Alava’ del General José Martínez Esparza. Publicado en ‘Ejército. Revista ilustrada de las armas y servicios’ nº 111 de abril de 1949”, UPV-EHU, Archivo Ruiz de Aguirre, Fondo L. Ruiz de Aguirre, Cp.48, Exp.4.3., p. 3. 34
35
E. Enciso, Ob. cit., pp. 37-38
36
“Doc. cit.”, UPV-EHU, Archivo Ruiz de Aguirre, Fondo L. Ruiz de Aguirre, Cp.48, Exp.4.3., p. 8.
37 AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 726, 01-12-1936. La prensa franquista también se hizo eco de ello en este artículo: Las brillantísimas operaciones de ayer, Pensamiento Alavés, Vitoria, 02-12-1936, p. 1.
38
EAH-AHE, Archivo Histórico del Gobierno Vasco, Fondo especial Beyris, M-1623/4-5.
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L. Rodrigo, “La intervención de la Aviación en el campo de batalla de Legutiano”, en J. A. Urgoitia, Tomo III de la Crónica de la Guerra Civil, de 1936-1937, en la Euzkadi Peninsular, Sendoa, Oiartzun, 2002, p. 108. Su autor sólo referencia cinco aviones (N. A.). 39
40
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 728, 02-12-1936.
41
“Doc. cit.”, UPV-EHU, Archivo Ruiz de Aguirre, Fondo L. Ruiz de Aguirre, Cp.48, Exp.4.3., pp. 9-10.
42
“Doc. cit.”, UPV-EHU, Archivo Ruiz de Aguirre, Fondo Comandante C. Gerrikaetxebarria, Cp.28, Exp.1., p. 73.
43
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 729, 03-12-1936.
Labor de la aviación vasca, El Noticiero Bilbaíno, Bilbao, 05-12-1936, p. 1. Una versión resumida de los hechos se recogió en el Parte del Ministerio de Marina y Aire a las diez de la noche, en el mismo diario, pero en su segunda página.
44
45
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 731, 04-12-1936.
46
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 732, 05-12-1936.
47
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 736, 07-12-1936.
48
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 737, 08-12-1936.
La gran actuación de nuestros aviadores, El Liberal, Bilbao, 09-12-1936, p. 3. La versión oficial resumida de los hechos se recogió en el parte del Ministerio de Marina y Aire, en el mismo diario, pero en su segunda página. Por su parte en L. Rodrigo, “Cap. cit.”, p. 108, el autor sitúa en fecha 6 de diciembre de 1936 un bombardeo republicano sobre Legutio, con unas 100 bombas y el resultado de grandes daños en edificios, con muertos y heridos militares y civiles. Sin embargo, no referencia el bombardeo del día 8 –90 bombas según El Liberal- por lo que puede tratarse del mismo hecho. La información franquista en AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 734, 06-12-1936, habla de gran actividad aérea gubernamental en el frente Norte, de hasta 12 aparatos de los cuales 6 eran de caza, pero sin localizarlos sobre Legutio (N. A.).
49
Mientras que el parte oficial franquista cifra en tres Breguet la formación republicana, siendo uno derribado, El Liberal describe como tocado con averías al bombardero “El Abuelo”, un trimotor Farman 120 (N. A.).
50
Nuevamente ambos bandos no se ponen de acuerdo en las cifras de contendientes y derribos. El parte oficial franquista habla de 6 aviones republicanos contra tres rebeldes, mientras que el parte oficial republicano eleva a 20 el número de aparatos enemigos. Respecto a los derribos, los franquistas asumen una pérdida propia y atribuyen otra al enemigo. Por su parte, los gubernamentales declaran haber hecho caer en llamas a tres aviones franquistas y haber destruido uno en tierra. También declaran haberse salvado el avión que creían perdido y 51
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que había aterrizado sin combustible en Reinosa. Esta versión, además de El Liberal, citado, la recoge el resto de la prensa de Bilbao: Brillante acción de nuestra aviación, Euzkadi, Bilbao, 09-12-1936, p. 1. y Los aviadores leales derriban cuatro aparatos rebeldes, La Gaceta del Norte, Bilbao, 09-12-1936, p. 1. (N. A.). 52
E. Enciso, Ob. cit., p. 59
53
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 739, 10-12-1936.
54
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 740, 11-12-1936.
55
CDMH, Político Social, Bilbao, Caja 106, Nº 7, Folio 1. Este servicio comenzó a las 08:00 y duró una hora.
56
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 741, 12-12-1936.
57
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 742, 13-12-1936.
58
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 743, 14-12-1936.
59
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 744, 15-12-1936.
60
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 745, 16-12-1936.
61
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 746, 17-12-1936.
62
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 747, 18-12-1936.
63
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 748, 19-12-1936.
64
AHEA, C. Partes de Operaciones de la Aviación Nacional, F. 750, 20-12-1936.
Listado de las personas desaparecidas durante la guerra civil y franquismo, en http://www.osakidetza.euskadi. eus/r85-ckserv01/es/contenidos/informacion/listado_personas_desaparec_02/es_memoria/a_listado_ personas_desaparecidas.html 64
64
E. Enciso, Ob. cit., p. 89
En su informe al general Franco, de fecha 15 de diciembre de 1937, el teniente coronel Ricardo Iglesias declara haber sufrido 2.600 cañonazos de 15,5 y 12,5 (sic), contados desde el 30 de noviembre al 14 de diciembre, así como 11 bombardeos aéreos (AGMAV, C.1454, 23 / 7). En su libro, Emilio Enciso, eleva el número de cañonazos a 3.000 y reduce el período hasta el 12 de diciembre (E. Enciso, Ob. cit., p. 98). 64
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Bombardeos sobre Eibar, la ciudad símbolo de la República Jesús Gutiérrez Arosa Licenciado por la UNED en geografía e historia Eibar fue el primer lugar del Estado en proclamar la II República el 14 de abril de 1931. Sus señas de identidad de vanguardia de la lucha obrera y compromiso con las políticas de izquierdas la convirtieron en un símbolo del nuevo régimen. Durante la Guerra Civil fue durante siete meses frente de combate, sufriendo a diario las acometidas de los cañones situados en el entorno y puntualmente el castigo de la aviación, hasta caer el 26 de abril tras duros ataques aéreos de escuadras italianas que destruyeron en buena parte la ciudad. Palabras clave: República, Simbolismo , Frente, Castigo, Reconstrucción
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Bombardeos sobre Eibar, la ciudad símbolo de la República
SIMBOLISMO DE EIBAR CON LA REPÚBLICA Desde finales del siglo XV se tienen noticias de la relación de Eibar y su comarca con la elaboración de armas de fuego, aunque la producción sufrió diversos altibajos a lo largo de tan extensa historia, y vivió sus años de esplendor en el último cuarto del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Luego, como consecuencia de las restricciones para la venta de armas tras la I Guerra Mundial, el sector se vio muy afectado y en la década de los años veinte diversas empresas como Orbea, GAC, Beistegui Hermanos (BH) o Alfa comenzaron su apuesta por introducirse en la fabricación de bicicletas y máquinas de coser para evitar estar pendientes en exclusiva de la situación coyuntural de la elaboración de escopetas y pistolas. En este singular contexto no es extraño que Eibar pasase a la historia el 14 de abril de 1931 como el primer lugar del Estado en el que se proclamó la II República. Este hecho supuso para muchas personas mucho más que un cambio de régimen político. Significaba la esperanza de un nuevo e ilusionante futuro, por primera vez en la historia se sentían dueños de sus decisiones. Pocos días después de la llegada del nuevo régimen el Gobierno provisional de la República concedió a Eibar el título de Ciudad. Ese compromiso con la República, y desde mucho antes con valores como la solidaridad, la lucha obrera, y en general con las propuestas de la izquierda avanzada, serán características de Eibar y una de las claves del castigo que sufrirá por parte de los sublevados durante la Guerra Civil. Foto 1
Foto 1 - Proclamación de la república en Eibar el 14 de abril de 1931.
Fondo Castrillo Ortuoste. Eibarko Udal Artxiboa
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El sueño republicano iniciado en 1931, y por el que la población de España pasa de súbditos a ciudadanos, durará hasta julio de 1936, momento en el que comienza la guerra y el sueño se frustra de la manera más traumática posible. Empezaba una cruel guerra civil a la que seguiría una larga dictadura. Nada volvería a ser igual.
PRIMEROS MESES DE LA GUERRA E INICIO DE LOS ATAQUES AÉREOS La Ciudad se convirtió en un lugar clave para el aprovisionamiento de armas en los distintos frentes vascos. En esos días finales de septiembre confluyeron en las cercanías de Eibar las fuerzas sublevadas que provenían del Este de Gipuzkoa y las que al mando del coronel Camilo Alonso Vega habían dirigido el golpe de Estado en Gasteiz y habían conquistado posteriormente Debagoiena. Entonces se consolidó un frente que detuvo a los golpistas tras batallas tan simbólicas como la producida en los montes Intxorta el 4 de octubre de 1936 y la que se dio en Ziardamendi, cercana a Elgoibar. Para entonces toda Gipuzkoa con la excepción de Eibar y Elgeta estaba en poder de las fuerzas franquistas. El 29 de agosto se produjo el primer ataque aéreo, cuando dos aviones lanzaron veinte bombas sobre la población ocasionando una víctima mortal y otros veinte heridos. A partir de ese día, y en especial en los siete meses en los que el frente se situó en el entorno de la ciudad, los ataques fueron constantes. Hasta entonces, y a pesar de que la guerra era una realidad, la contienda no había tenido presencia física en la ciudad, ya que los soldados peleaban en frentes lejanos a la población. Era el primer aviso de lo que llegaría. La guerra estaba en las puertas de Eibar. Los objetivos prioritarios de los ataques fueron los dos cuarteles en los que se alojaban los Batallones que combatían en el sector de guerra de Eibar. Además, otros objetivos secundarios fueron el Ayuntamiento, las sedes de los partidos políticos y sindicatos y los lugares en los que se situaban el parque móvil y las diferentes sedes de las Comisarias de la Junta de Defensa.
EL FRENTE DETENIDO EN LA CIUDAD DURANTE SIETE MESES En una orografía como la vasca el dominio de las cimas de montaña es clave para plasmar la superioridad militar. En el caso de los ataques de baterías aéreas la situación no está mediatizada por la meteorología,
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ya que pueden actuar los cañones en cualquier condición, mientras que los ataques aéreos necesitan ir acompañados de una buena meteorología. Por ello entre la ciudadanía de Eibar los días de buen tiempo eran conocidos como “días trimotor”, y eran en los que podían sufrir ataques aéreos. En noviembre en tres ataques aéreos diferentes los objetivos fueron la fundición Aurrera, el barrio de Matxaria y la Escuela de Armería. Sin embargo, tras un parón de varios meses llegaría lo peor: la ofensiva final de abril que sumada a los diarios cañoneos y a los incendios provocados por los defensores significarían la destrucción de Eibar. Las posibilidades para la defensa ante los ataques aéreos, aparte de los refugios, eran muy limitadas. Se colocaron Baterías antiaéreas en lugares situados en las dos vertientes de Eibar de manera que quedasen camuflados y del mismo modo se cambiaban las ubicaciones. Los ataques aéreos sobre Eibar fueron frecuentes, pero todavía fue mayor el castigo desde las baterías de cañones situadas en montes como Karakate o Arrate, desde los que se domina visualmente el casco urbano, lo que permitía aumentar la eficacia de los ataques. Sin embargo, la intervención aérea no era posible en los frentes del ámbito rural, ya que al estar tan cerca las posiciones de los contendientes era evidente el peligro de provocar “fuego amigo”. Foto 2
Foto 2 - Destrucción en Eibar tras los continuos ataques de cañones y aviación.
Archivo fotográfico Indalecio Ojanguren. Eibarko Udal Artxiboa
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ATAQUES AÉREOS FINALES SOBRE EIBAR La tarde del 24 de abril del 37 los sublevados lograron entrar en Elgeta tras siete meses intentándolo, todo ello tras un intenso castigo de fuerzas de infantería, artillería y aviación. Así, Eibar estaba condenada al llegar el enemigo a copar las posiciones de Elorrio. Los defensores de las posiciones de Akondia se vieron obligados a abandonar sus trincheras y huir a Bizkaia por Ermua y Oiz, por lo que se dirigieron hacia la costa de vizcaína para seguir la lucha en la defensa de Zornotza, Peña Lemona y Bilbao. Tras los duros ataques a las zonas de Kanpazar y Udala el 24 de abril de 1937 la I Brigada de Navarra entra en Elorrio y la misma tarde llegan a Elgeta tras la caída de los Intxorta. Las Brigadas I y IV de Navarra dominan las vías de comunicación entre Eibar y Durango. La segunda de las Brigadas citadas entra el 26 de abril de 1937 en Ermua y Eibar, con lo que el frente entre Eibar y la costa está prácticamente perdido para los defensores de la República. En el centro del abigarrado casco urbano de Eibar compartían espacio talleres y viviendas, mientras que las fundiciones y las plantas de las empresas más importantes se ubicaban generalmente fuera de la zona centro. Eran normalmente edificios sencillos con muros de mampostería, estructura de madera y cubierta de teja, con plantas diáfanas y grandes aberturas para permitir la entrada de la luz. Los edificios de hormigón armado todavía eran muy escasos en número. Esos días se desarrolló lo que se conoce como “bombardeo en alfombra” que, aunque será en Gernika cuando se despliegue con la mayor crudeza, será experimentado en Eibar en su fase inicial. Se trataba de un bombardeo en saturación en una zona al arrojar gran cantidad de bombas en caída libre combinadas con bombas incendiarias. Foto 3
Foto 3 - Actividad de vuelo del 25 de abril de 1937. Ministerio de defensa. Archivo histórico del ejército del aire
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Hacia las seis de la tarde del 24 de abril un avión italiano Savoia 81 de la escuadrilla de siete que ha partido de Gasteiz para bombardear Eibar lanza una bomba con retardo sobre el refugio de Ego Gain en la zona de Labaderokua. El proyectil penetra en el refugio sin explotar y una vez dentro detona provocando la muerte de casi sesenta personas, muchas por el efecto de la onda explosiva y otras axfisiadas ante la falta de oxígeno. Sobre Eibar ese día fueron lanzadas por orden del Teniente Coronel italiano Chiappini y con el visto bueno de la Lutwaffe alemana 21 bombas de 100 Kgs. y otras 103 de 50 Kgs., sumando así más de siete toneladas de explosivos en un día. Esta circunstancia será aprovechada por los propagandistas franquistas, al igual que hicieron en Irun o Gernika, para difundir que Eibar fue destruida por sus defensores y en ningún caso por los constantes ataques de cañones durante siete meses ni por los quince bombardeos sufridos por las aviaciones fascistas de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. La prueba concluyente es que el fotógrafo de guerra polaco David Seymour obtuvo unas imágenes del casco urbano de Eibar en el que se aprecia la ciudad bombardeada e incluso ametrallada con claras marcas en sus fachadas. Esas imágenes son anteriores al ataque final de la aviación de abril del 37, ya que fueron publicadas el 28 de enero del mismo año en la revista francesa Regards e incluso en la revista inglesa Weekly Illustrated el mismo día que la bomba de Egogain provocó la masacre, y por ello también antes del incendio de Eibar. Las llamas principalmente fueron provocadas por el efecto de las más de siete toneladas de bombas que ese 24 de abril lanza la escuadra de siete aviones Savoia 81 sobre la ciudad, entre las que se incluían bombas incendiarias que provocaban que las casas de madera de Eibar fuesen el entorno adecuado para extender el incendio. Es sintomática la imagen del 14 de abril de 1931 con la población nativa celebrando la llegada de un nuevo tiempo político, llena de esperanza e ilusión. En las imágenes del 26 de abril de 1937 del mismo lugar, solamente seis años después, se aprecia una plaza del Ayuntamiento destruida y ocupada militarmente por los golpistas que se habían impuesto a la voluntad del pueblo por la fuerza de las armas.
RECONSTRUCCIÓN FÍSICA Y MORAL DE EIBAR TRAS LA DESTRUCCIÓN El reto era reconstruir la ciudad físicamente, pero no era menor el problema de hacerlo también moralmente tras una guerra entre hermanos que dejaba muchas heridas. Entre lo poco positivo se contaba que las empresas símbolo de Eibar se mantenían en pie, casos de Orbea, GAC, BH, Star
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o Alfa, aunque en este último caso su composición societaria y su raíz socialista y cooperativista sufriría un radical cambio tras la intervención de los altos cargos de la dictadura franquista. Franco se vio obligado a incluir Eibar en sus planes como núcleo industrial debido a su aislamiento internacional y a que la política autárquica exigía consumir productos fabricados en el país ante la ruina de España y las penurias de la II Guerra Mundial. Por esta razón, el “distrito industrial” de Eibar era muy importante para volver a tener en funcionamiento las cadenas de producción. Eibar se veía condicionada por su densa demografía, que ya anteriormente distaba mucho de ser la ciudad prototípica por lo complicado de su orografía, salpicada de una superposición de talleres y viviendas. Al finalizar la guerra España era un país arruinado que necesitaba urgentemente poner en marcha de nuevo los medios de producción, y Eibar debía demostrar que era capaz de reinventarse en lo que probablemente era la circunstancia más dificultosa de su larga historia. Se trataba de construir casi de nuevo una villa sobre la antigua ciudad, y para ello fueron claves la Dirección General de Regiones Devastadas y el Ayuntamiento por parte de las instituciones públicas en el sector de servicios e infraestructuras y el sector privado colaborando con ambas para construir viviendas y fábricas. Eibar fue una de las 225 poblaciones adoptadas por Franco para ser reconstruidas tras la guerra, y que en 1931 tenía 13.000 habitantes mientras que en 1939 no llegaba a los 10.000, aunque para 1945 la cifra subiría a casi 14.000, atraídos por la regeneración industrial. Al entrar en Eibar los sublevados no encontraron más que 150 personas en la ciudad. Se estimó que de 488 edificaciones 156 estaban totalmente destruidas y otras 101 parcialmente. Del mismo modo, de un total de 1.756 viviendas 840 estaban destruidas. El Ayuntamiento hizo una estimación de pérdidas de más de 17 millones de pesetas, de las cuales 2 millones eran de propiedades municipales, más de 12 millones privadas y más de 3 millones en maquinaria y otros elementos. Se calculó que se debían recoger 97.000 m3 de escombros, que inicialmente fueron depositados en buena parte en la explanada adaptada al efecto en Ipurua -que desde 1947 fue habilitada como campo de fútbol municipal- y posteriormente en Azitain. En un balance de situación realizado en 1940 por los arquitectos responsables de la Dirección General de Regiones Devastadas se señalaba lo siguiente: “El tipo corriente de vivienda es el de grandes manzanas, con casas de poca fachada y gran fondo, en cuyos pisos se reparten habitaciones y talleres, sin orden ninguno. Entre estas manzanas se interponen las fábricas propiamente dichas, algunas de las cuales han
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sido destruidas por el incendio, y gran número de casas y pabellones aislados, colocados sin criterio ni alienaciones fijas. La característica principal de la pequeña propiedad en Eibar la constituye la familia de obrero cualificado, con cuatro a seis hijos, en que el ahorro de los jornales aportados en común por uno y otros permite a aquélla el hacerse propietaria de un piso, por lo común desprovisto de las mínimas condiciones de salubridad, por tratarse de edificios viejos, y construidos en su tiempo en forma anárquica. La disposición actual del pueblo de Eibar, situado en un valle de 150 metros de anchura, es, con toda seguridad, de las que más desfavorables condiciones presentan en toda España para la instalación de viviendas higiénicas. La escasez de terreno utilizable; la configuración topográfica, por lo que un porcentaje elevado de sus calles tienen pendientes comprendidas entre 8 y el 14 por 100, y la falta de luz y aire suficiente, han producido en los últimos años un tipo de viviendas insalubres. Estas circunstancias se han visto agravadas considerablemente por el incremento de la industria, en proporciones tales, que ha llegado a ahogar a la construcción destinada a vivienda, e incluso a desalojar a éstas de plantas bajas y pisos, que las necesidades industriales exigían para sí, mediante instalaciones de fábricas y talleres, en los que el trabajo se desarrolla, por lo común, en malas condiciones, hasta el punto de que en una proporción del 30 por 100 los obreros trabajan de día con luz artificial, influyendo esta aglomeración, naturalmente, en el estado sanitario del pueblo. Este crecimiento de la industria, por la limitación de solares, ha provocado el encarecimiento paulatino de éstos, más rentables que aquélla, obligando a las viviendas a recularse en los de poca fachada y mucho fondo, y aun a utilizar espacios de las formas más inverosímiles”. Desde 1940 se establecieron por parte de la Dirección General de Regiones Devastadas tres zonificaciones para la reconstrucción de Eibar en función de los espacios físicos: viviendas, industria y ocio. La mayoría de las construcciones se debían ejecutar en la parte central de la villa, con el objetivo principal de paliar el déficit de viviendas. Al terminar la guerra en Eibar se contabilizaban 439 construcciones con 1.756 casas, por lo que en 1938 se calculó que para los 9.837 habitantes de la villa era necesario construir 643 casas, cifras que en 1948 ascendían a 14.136 habitantes y unas necesidades de viviendas de 887. En 1945 en Eibar se llegan a las cifras de producción de antes de la Guerra Civil. Foto 4
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Foto 4 - Reconstrucción de Eibar. Autor: Marqués de Santa María del Villar. Dirección General de Regiones Devastadas. Archivo General de la Administración. Alcalá de Henares
Así, en 1945, terminaba la fase inicial de la posguerra con la reconstrucción de Eibar en una auténtica mezcla de usos del espacio, por mucho que se había intentado racionalizar la trama urbanística. Una villa que supo salir de una situación muy difícil que alguna vez se ha definido como la puesta en práctica del “comunismo blanco”. Y este no es un concepto político, sino que se sitúa en el contexto de una población que tras una dura guerra y su destrucción física y moral supo ser pragmática y, en la medida de lo posible dentro de una cruel dictadura que lo mediatizaba todo, apostó por unir las fuerzas de todos sus habitantes para volver a poner en marcha de nuevo sus medios de producción y reconstruir la ciudad en un esfuerzo común dejando de lado las ideologías. Y a esa acción de los eibarreses de la posguerra se le llamó “comunismo blanco”.
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De este modo las industrias quedaron instaladas en tres espacios: centro de la villa, barrios con industrias y las zonas industriales específicas. En el centro se situaban físicamente los tres poderes referenciales de la dictadura: el poder político (Ayuntamiento), el poder militar (Cuartel de la Guardia Civil, junto a la plaza de toros dominando desde las alturas el centro de la población), y el poder religioso (parroquia de San Andrés). Gracias al esfuerzo de muchas personas nos legaron la ciudad que hoy disfrutamos. Una ciudad abierta al futuro, que simultáneamente está viviendo un ilusionante presente y está muy orgullosa de su historia. Muchos de ellos fueron eliminados físicamente, pero no lograron sacarlos de la memoria. La historia de Eibar continúa.
BIBLIOGRAFÍA J. Gutiérrez, La guerra civil en Eibar y Elgeta, Eibarko Udala- Elgetako Udala, 2007 J. Gutiérrez, La insurrección del 34 y la II República en Eibar, Eibarko Udala- Ego Ibarra Batzordea, 2001 F.J. Muñoz, Gerraosteko Euskal Herrian eraikitzea. Eibarko berreraikuntza (1937-1957), Eibarko Udala, 2013. S. Arizmendiarrieta, La guerra civil española: 20 meses prisionero, Eibarko Udala, 2016. J. Domínguez Elósegui, J. y J.A. Ponte, “Estudio de un pueblo adoptado. Eibar”, Reconstrucción, 6, noviembre, 1940.
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Los bombardeos sobre Bilbao 1936-1937: “Reducir, a pesar de todo, Bilbao mismo ahora a escombro y cenizas” Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga Catedrático de Historia Contemporánea, Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea Orcid/org/0000-0003-0487-025X Desde septiembre y octubre de 1936 Bilbao fue el objetivo de los militares sublevados en tanto que símbolo del liberalismo y socialismo republicano a la vez que capital política y administrativa del Estado libre vasco. Los habitantes del Bilbao urbano y metropolitano fueron los que soportaron durante un período temporal continuado (desde el 25.IX.1936 hasta 19.VI.1937) el mayor número de operaciones de bombardeos de Bizkaia : 25 días sobre una densa trama urbana de población civil y 18 días adicionales en sus inmediaciones, en total 43 días. Los bombardeos sobre la retaguardia vasca aterraban a la población con el fin de impedir el funcionamiento de sus instituciones democráticas para provocar el máximo daño material y personal. Se requiere una investigación para obtener una evaluación de los daños, heridos y fallecidos por los bombardeos. Palabras clave: Bilbao, Bombardeos, Guerra civil, Panfletos, Población, Cartografía
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El 23 de abril de 1937, en plena ofensiva aérea contra el frente vasco en el segundo intento de ruptura por Bergara y por lo tanto 3 días antes del bombardeo de Gernika, Wolfram Richthofen escribió en su diario que soñaba con reducir Bilbao a escombro y cenizas, a pesar que se tuviera que destruir también la infraestructura industrial (Maier, 1976,118). Como se observa en el plano compuesto por las fotografías aéreas, Bilbao no solo comprendía el término municipal y administrativo sino con su denominación se refería al área metropolitana del estuario vertebrada por el Ibaizabal, desde la localidad de Santurtzi y Getxo hasta Galdakao. El objetivo era claro pero Richthofen carecía de los medios suficientes para acometer una destrucción sistemática de tal magnitud. Pero su sueño se hizo realidad en pequeña escala en Gernika, un experimento para acometer objetivos más ambiciosos. Desde el comienzo de la sedición militar, Bilbao se convirtió en objetivo prioritario para el general sublevado E. Mola, después del fracaso de la sublevación en la villa. La trama civil de los golpistas para la recaudación de fondos y compra de armas era eficiente y estaba bien organizada en Getxo, tal y como narra Javier Ybarra (Ybarra, 1941). Pero la efectiva intervención de las autoridades republicanas y del jefe de la policía municipal de Bilbao, Arambarri logró abortar la sedición en los cuarteles de Bilbao. Por su lado los sublevados carlistas también persiguieron como objetivo la conquista de Bilbao, en una suerte de continuidad histórica de los sitios del siglo XIX. Pero además, a partir del 7 de octubre de 1937 Bilbao fue la sede del Gobierno Vasco y representaba la capital de un Estado vasco de hecho, tal y como lo expresa G. Steer, jurídicamente amparado por el Estatuto de autonomía aprobado por las Cortes republicanas españolas. Por tanto, no resulta extraño que Bilbao fuera el municipio que mayor número de bombardeos llegó a soportar durante la guerra en Euskal Herria. Sin embargo carecemos de un análisis sistemático de las consecuencias materiales y civiles de los bombardeos. Esta contribución no deja de ser más que una introducción a la necesaria investigación monográfica que requieren los bombardeos de Bilbao. La revista Bidebarrieta de investigaciones sobre la historia de Bilbao publicó en el numero 18 (2007) los resultados del Symposium sobre “70 años de la Guerra civil : guerra posguerra y memoria” Los resultados se pueden consultar en la siguiente dirección: (www.bidebarrieta.com). La temática relacionada con los términos de la guerra y su memoria pública ocupó una parte preferente del Symposium y al final se planteó que en el futuro inmediato un objetivo preferente de investigación debiera tratar de la elaboración completa de la lista de víctimas en Bilbao. No solo se trata de realizar una cuantificación y personalización de las víctimas sino también de un ensayo metodológico y teórico para evaluar los costes humanos y sociales que la rebelión de los militares golpistas generó en Bilbao. Una tarea pendiente.
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En los volúmenes de Senderos de la memoria publicados en 2015 y 2016, editados en el servicio central de publicaciones del Gobierno Vasco, por iniciativa de la dirección de derechos humanos del Gobierno Vasco, en el capítulo correspondiente a los bombardeos Xabier Irujo ha reconstruido una relación exhaustiva de las operaciones de bombardeos contra los núcleos urbanos y densamente poblados así como en los frentes militares. Por otro lado A. Enbeita ha recopilado la información publicada en la prensa de Bilbao. La amenaza de bombardeos sistemáticos contra Bilbao fue anunciada y ejecutada desde el 25 de septiembre de 1936 por general golpista Emilio Mola cuando su ofensiva fue frenada y el frente se estabilizó en los confines de Bizkaia. La densa trama urbana de población civil a la que sumaron los refugiados de Gipuzkoa y otros lugares, durante 25 días alternos soportó y sufrió operaciones de bombardeo y debemos añadir otros 18 días adicionales con similares operaciones en su entorno. En total desde agosto de 1936 hasta el 19 de junio de 1937 se contabilizan 43 días de bombardeos. Cada operación de bombardeo perseguía unos determinados objetivos pero desde el comienzo los bombardeos sobre la retaguardia vasca buscaban sembrar la incertidumbre y el terror en el seno de la población para impedir el funcionamiento de sus instituciones democráticas y provocar el máximo daño material y humano. Además dichos bombardeos trataban de evidenciar la incapacidad de gobernabilidad de las autoridades sobre la población para provocar el caos social. Un tema que requiere un análisis específico con testimonios diferentes y contradictorios. Los testimonios de los corresponsales de guerra acreditados en Bilbao ofrecen su visión y experiencia in situ y sin duda resultan una fuente de gran valor para una evaluación veraz de las consecuencias de los bombardeos. El testimonio más reflexivo e importante desde una visión de conjunto es el que brinda George Steer en su celebrado libro, The tree of Gernika. A field study of modern war publicado en Londres en 1938. Gernika lo convirtió en un símbolo y metáfora y exponente de la tragedia que acarrea la guerra moderna. Sin embargo, la trama de la mayor parte del libro se centra en Bilbao, con vivencias y observaciones in situ. En suma un análisis de la guerra desde su observatorio en la retaguardia de Bilbao, centro político-administrativo de la resistencia a la agresión totalitaria. El libro también expone el cúmulo de reacciones y experiencias que producen los bombardeos sistemáticos en una población sometida al asedio, con escasez de alimentos. En este sentido conecta con la literatura de los sitios de Bilbao del siglo XIX. El libro se puede leer también como la de un observador atento de la vida cotidiana del Bilbao bombardeado y sitiado, con agudas observaciones y críticas sobre el sistema de información de la guerra que tenían los periódicos bilbaínos. Porque mientras el Gobierno Vasco presidido por J.A. Aguirre analizaba los acontecimientos bélicos en términos de una guerra convencional de conformidad a los cánones de la primera guerra mundial, la ofensiva del ejército de Mola y Franco se realizaba en términos de la guerra colonial a la que estaban habituados y las nuevas
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potencias totalitarias europeas también llevaron a suelo europeo la guerra total, incluida la población civil más allá del frente de batalla. En la prensa gráfica norteamericana, concretamente la revista Life cuando informaron sobre bombardeos de ciudades, el 31 de mayo de 1937 publicaron fotografías de los bombardeos sobre Bilbao, no de Gernika. Y en la radio y prensa se emitieron y publicaron episodios radiofónicos sobre los efectos de los bombardeos en la población civil.
Fotos de los bombardeos de Bilbao en la revista Life de fotoperiodismo, editada en EEUU. (31-V-1937)
Bando del general Emilio Mola para declarar la rebelión militar. Pamplona 19 de julio de 1936
Los bombardeos sobre Bilbao deben analizarse en el conjunto continuado que representaba el ámbito social, poblacional e industrial de localidades circundantes de su área metropolitana que se preparó para una defensa, desde Galdakao hasta Santurtzi. Así lo atestigua el plano elaborado y diseñado con fotografías aéreas en 1936 para los bombarderos al servicio del ejército sublevado de E. Mola y F. Franco. En un futuro próximo esperamos ofrecer una evaluación de las víctimas y daños materiales así como el análisis de las reacciones de la población civil frente a los bombardeos, una experiencia nueva en suelo europeo. También es preciso señalar sobre un plano de la ciudad los lugares urbanos señalados por los franquistas para castigarlos con los bombardeos, de una ciudad que era símbolo del liberalismo republicano y socialismo a la vez que capital política y administrativa de un Gobierno
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Vasco presidido por José Antonio Aguirre que asumía y ejercía poderes públicos propios de un Estado libre vasco, aunque de iure formado a raíz del Estatuto vasco de 1936 aprobado por las Cortes republicanas españolas.
¿QUE ES UN BOMBARDEO AÉREO? Las estrategias de guerra aplicadas por las potencias colonialistas europeas, con ataques y bombardeos aéreos indiscriminados a la población civil fue una práctica utilizada desde 1919 en territorios como Afganistán, India, Abisinia, el Rif de Marruecos. Pero en 1936 esta intervención también se aplicó en Europa, en el marco del nuevo concepto de guerra total. El bombardeo no solamente era una práctica del frente de batalla sino también una estrategia contra la retaguardia civil, tal y como lo describió e interpretó brillantemente G. Steer. En el frente, para facilitar el avance de la infantería en la ocupación del territorio barrido por el bombardeo aéreo y de artillería. Por otro lado los bombardeos contra la retaguardia civil, coetáneamente pretendían la desmoralización de la población civil y su desafección ante un Gobierno Vasco incapaz de garantizar su seguridad. No es por ello extraño que las informaciones sobre los bombardeos de terror contra la población que desplazaban el frente de batalla a la retaguardia fueran censuradas en la prensa para disminuir su impacto público por la evidente inferioridad aérea e incapacidad antiaérea del Gobierno Vasco. La autoridad y eficiencia del Gobierno Vasco quedaba en entredicho. El Capitán Karl von Knauer de la Legión Cóndor en su informe después de la conquista de Bilbao en junio de 1937 explicó en los siguientes términos la nueva estrategia de bombardeo: “ataques prolongados de pequeñas unidades contra ciudades aisladas la población fue impresionada y atemorizada en profundidad…utilizando los medios más rudos y más indiscriminados”. (K. Maier. 1976) En la prensa y radio de Estados Unidos se realizaban programas en 1937 sobre los efectos de los bombardeos o invasiones alienígenas en ciudades norteamericanas. El New York Times el 30 de octubre de 1938 publicaba un artículo de Orrin E. Dunlap Jr. “Exploring in drama” y describía un bombardeo en los siguientes términos: “Las sirenas gimen. La población, en medio de una ruidosa confusión, corre en busca de refugio. Los bombarderos zumban en la distancia, pero en menos de un segundo ya están planeando sobre nuestras cabezas con un ruido ensordecedor. Las metralletas escupen su carga letal. El fuego antiaéreo se deja oír. Las bombas explotan y los edificios se incendian. Y una vez que ha desaparecido el terror, el débil zumbido de los aviones enemigos que se alejan se funde con los gritos de la gente. En treinta minutos, todo volverá a comenzar de nuevo.” (Sonia Garcia, 2014). Además se publicó el Air Raid: (Archibald MacLeish). Así mismo el periódico se hizo eco
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de la alarma el caos que despertó el programa radiofónico de Orson Welles el que anunciaba una invasión alienígena. Pero la experiencia real de los bombardeos, observada directamente en unos casos e interpretada por G. Steer sin duda superaba a la ficción. Así el primer bombardeo intenso de Bilbao, de mañana, tarde y noche, durante los días 25 y 26 de septiembre de 1936 sobre los que obtuvo información directa porque todavía no había llegado a Bilbao, los interpretó en los siguientes términos: “estas masacres eran pura y llanamente, ataques contra la población civil que corría aterrorizada por las calles. Las bombas no tenían como objetivo las industrias bélicas, sino el corazón de la superpoblada Bilbao y sus centros administrativos” (Steer, 98). El resultado de muertos y heridos, requiere una investigación particular para evaluar las fuentes coetáneas. Al final de su experiencia en Bilbao, cuando escribió el libro, calculó que cada incursión aérea provocaba una media de 9 muertos (Steer, 219). En su opinión en el campo de batalla “la mystique de la aviación” se basaba en su dominio físico y en el estruendo abrumador que “ensordece, asombra y le sumerge a no en una semi inconsciencia (Steer, 217). Los bombardeos eran tema de interés y actualidad en la opinión pública europea. El 22 de enero de 1937, por lo tanto antes de los intensos bombardeos de abril y mayo, el periódico La Tarde de Bilbao se hacía eco de un artículo del crítico de automovilismo y aviación, Chaler Faroux, publicado en la revista L’Auto y a la vista de la experiencia de la guerra en España defendía que el bombardeo aéreo de día no ha dado resultados eficaces ya que el bombardeo de grandes ciudades sitiadas es contraproducente porque exaspera el espíritu de resistencia de los defensores. “La guerra de España ha probado ya igualmente, que es un error el creer en el efecto moral que produce la aviación. Esta crea menos terror que la artillería que la ametralladora y se ha constatado también en España que…todo bombardeo aéreo exaspera el espíritu de resistencia entre los defensores”. Y por otro lado, “son demasiadas las víctimas inocentes ciegamente sacrificadas: niños, mujeres, ancianos. “ En suma, no incita a la rendición. En su opinión “para rendir a un hombre civilizado el mejor medio no es destruir su familia y sus bienes, sino el reducir sus posibilidades de acción de avituallamiento o de socorro”. Sin duda se fundaba en la experiencia de los bombardeos contra Madrid y tampoco concebía la guerra total. Sin embargo, la guerra en España se había convertido en el banco de ensayos en suelo europeo para las potencias que competían por la hegemonía en Europa.
“NINGÚN BOMBARDEO AÉREO SERÁ ANUNCIADO” (E. MOLA, 18-9-1936) Desde el fracaso inicial de la sublevación militar la suerte de los rebeldes estuvo sujeta al apoyo que recibiera de Italia y Alemania, de manera que la guerra desde su inicio se convirtió en una
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cuestión europea. La aportación de aviones de los estados totalitarios al bando sublevado resultó decisiva durante el desarrollo de la guerra y el triunfo final. En agosto de 1936 la aviación italiana fue indiscutible en la conquista de Irun y Gipuzkoa. El 8 de agosto de 1936 el destructor Velasco después de otros intentos fallidos destruyó los depósitos de petróleo de Campsa en Santurtzi y el 31 de agosto de 1936 fue bombardeada Portugalete. El 8 de septiembre de 1936 se observa la presencia de bombardeos alemanes en Bilbao y 10 días más tarde Emilio Mola declaraba una nueva estrategia de guerra, la de bombardeos indiscriminados contra la población civil. En suma, los bombardeos abrían un nuevo frente en la retaguardia para destruir la vida ordinaria de la población con el fin de provocar su rendición incondicional o una posible guerra civil entre republicanos, conscientes que el bando leal republicano vasco representaba una pluralidad política de amplia base ya que una parte de la población vasca la representada por el Partido Nacionalista Vasco se declaraba católica pero en oposición al catolicismo totalitario que encarnaban las fuerzas políticas que apoyaban la sublevación. Tampoco podían ignorar los resultados electorales de febrero de 1936 en el área del Bilbao metropolitano: En el distrito de Bilbao el 21,1 % de los votos es lo que representaban los candidatos del “frente contrarrevolucionario” el 48, 5 % el Frente Popular y el 30,4 % el PNV. Ciertamente lo que no obtuvieron por vía electoral ahora se proponían conquistar militarmente. Transcribimos a continuación el panfleto de E. Mola: “Vascos y montañeses: Conquistados Irún y San Sebastián por mis tropas, inmediatamente voy a dar orden prosigan las operaciones sobre las provincias de Vizcaya y Santander. En evitación de derramamiento de sangre inocente, os doy un largo plazo para que puedan ser puestos a salvo los no combatientes de ambos sexos, en inteligencia de que nada tienen que temer los ciudadanos que quieran venir a nuestro campo... Sólo los que sean responsables de delitos contra el derecho de gentes, devastación y saqueo, tendrán que temer la justicia, por mediación de tribunales competentes; pero nunca de la arbitrariedad ni del terror. Igual práctica se seguirá con los jefes militares que han sido cabezas directoras de la rebelión roja. A partir de una hora del 25 del corriente, quedo en libertad de acción para proceder contra los objetivos tácticos y estratégicos con la violencia que las necesidades militares lo requieran. A partir de esa fecha ningún bombardeo aéreo será anunciado. Para adoptar una decisión se da tiempo suficiente”. Valladolid 18 de septiembre de 1936. El General Jefe del Ejército del Norte. Mola
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Conviene destacar que en esta temprana declaración estableció como principio la patraña e impostura de atribuir a los “rojos” una sublevación en el origen de la guerra. Los sublevados por lo tanto no eran los militares rebeldes que encabezaron el golpe de estado sino los tildados despectivamente de rojos. Este principio de la justicia al revés será aplicado por los tribunales franquistas para condenar y fusilar a militares y civiles que se mantuvieron fieles a la Reproducción del panfleto de Mola legalidad republicana y a los mandatos del Gobierno Vasco. Por otro lado obviaba sujeción alguna a cualquier convención o acuerdo internacional para prevenir bombardeos contra poblaciones civiles. Su declaración comunicaba de forma consciente que los bombardeos se dirigían contra la población civil en tanto que objetivo y parte de la guerra para lograr el triunfo. Y así el 25 de septiembre Bilbao sufrió los primeros bombardeos de terror contra la población con bombas convencionales protagonizados por 7 aviones Junkers 52 y cazas Heinkel 51 y al día siguiente utilizaron bombas incendiarias. (Miralles, 2007). Según G. Steer eran ensayos preparatorios antes de iniciar los bombardeos sobre Madrid a fines de octubre. El 27 los bombardeos se extendieron a Santander provocando 70 muertos. En días sucesivos se sucedieron los asaltos a los barcos prisión provocando el asesinato de numerosos presos. Más adelante, ante su fracaso, en la ofensiva emprendida el 31 de marzo de 1937 sus amenazantes declaraciones anunciaban que arrasaría Bizkaia para darle una escarmiento a los vascos, según confesión de su secretario personal Iribarren.
LA EPIFANÍA DEL BILBAO CONTEMPORÁNEO El nacimiento y fortalecimiento de la conciencia cívica de la villa de Bilbao se forjó en los sucesivos asedios y bombardeos que sobrellevó y soportó. Desde 1795, desde que el ejército republicano francés se situara a las puertas de Bilbao hasta 1937 Bilbao fue sitiada y asediada en sucesivas guerras. En la primera ocasión de 1795 unos dirigentes optaron por la huida y otros negociaron la entrega
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de la villa. En 1808, después de una rebelión contra el poder de la nueva Monarquía de José I, el ejército napoleónico destruyó la defensa de Bilbao con relativa facilidad. Pero en los sucesivos sitios desde 1820 en adelante la conciencia liberal se fortaleció. Pero en 1937 la villa que obtuvo en 1837 el título de invicta fue conquistada. El 19 de junio de 1937 las brigadas de navarra y el resto del ejército sublevado entraron en Bilbao y establecieron por las armas lo que no pudieron conseguir mediante la lucha electoral. Y el candidato de Renovación española que perdió las elecciones de febrero de 1936, José María Areilza fue nombrado por los militares nuevo alcalde de Bilbao (Serrano, 2007). Entre sus medidas iniciales se encuentra la destitución de todos los funcionarios y contratados del Ayuntamiento para proceder a su depuración. Finalmente el 56 % fue represaliado, multado y despedido. El nuevo alcalde declaró que “Bilbao no se ha rendido…Que quede esto bien claro “Bilbao conquistado por las armas” ( J.M. Areilza, 1937) y en 1938 organizó un homenaje a los veteranos carlistas de 1874. Por su lado el capellán de requetés Navascues, declaraba que “La soberbia de Vizcaya ha sido el fomento que ha ocasionado tantos desastres, tantos perjuicios y tantos errores en Vasconia Bilbao era otra Babilonia…Bilbao, ya no serás invicta. Zumalacarregui y Mola allanarán tu soberbia liberal o separatista pasando tus murallas de hierro, carbón y humo sobre alados corceles”. Un nuevo relato de historia de Bilbao se abría camino y la impostura historiográfica se desarrolló durante el franquismo. Franquistas (falangistas- tradicionalistas-carlistas) “liberan” Bilbao de la democracia liberal y se reclaman al mismo tiempo de la tradición liberal. Esta es la tesis que encontramos en sucesivas obras publicadas por J. M. Areilza, J. Zuazagoitia, R. Sanchez Mazas. La invención de la historia de Bilbao, fundada en la persecución de los demócratas se presenta como continuidad de la historia y los principios liberales del siglo XIX, una suerte de “liberalismo franquista” que condenaba los principios del liberalismo clásico. A título de ejemplo basta releer el texto aprobado por el alcalde de Bilbao, J.M. Gonzalez de Careaga quien el 2 de Junio de 1838 decretó que el monumento de Mallona en honor de los defensores de Bilbao encuadrados en los batallones civiles de auxiliares durante los sitios de la primera guerra carlista fuera sometido a una reinterpretación. El monumento obra del escultor José Bellver, construido por cuestación popular fue inaugurado en 1870. A partir de 1879 se convirtió en símbolo de los liberales de Bilbao. El texto aprobado por el ayuntamiento franquista proponía un nuevo relato interpretativo: “Este monumento formaba parte del mausoleo eregido a los soldados forales y auxiliares que sucumbieron en la Villa durante el Sitio de 1874. El Ayuntamiento Nacional de Bilbao acordó el trasladó de estas piedras que cobijaron cristianamente sus restos, cuando la Revolución Nacional de Franco había rescatado con el esfuerzo heroico de sus soldados la libertad de España. El 19 de junio de 1937, los soldados de España libertaron la villa de la tiranía comunista y de la barbarie del separatismo. Y los nietos de quienes bajo estas piedras reposaban lucharon unidos bajo las banderas victoriosas, mezclando sus sangres en el mismo sacrificio, a los que en cien años de inalterable lealtad mantuvieron vivas las sagradas esencias de la tradición española haciendo frente al común enemigo de la libertad moral del hombre 167
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y de la unidad de la Patria. Bajo el signo de Franco, y a través del martirio de innumerables caídos, la Revolución Nacional puso fin al odio entre los españoles, liquidando para siempre las discordias civiles, en una superior unidad asentada en la fe de Cristo y en las Tradiciones históricas de España. El Ayuntamiento Nacional de Bilbao en 19 de Junio de 1938 del II año triunfal, acordó grabar estas inscripciones”. Sin embargo, finalmente optaron por esconder el monumento y así fue retirado del cementerio de la villa y la mayor parte del mismo ha desaparecido. En la actualidad solo se conserva el basamento del mismo expuesto en el parque de Etxebarria. Años más tarde, en 1947, Rafael Sánchez Mazas en el prólogo del libro de Javier Ybarra, “Política nacional en Vizcaya” ofrecía la siguiente versión de la historia reciente de Bilbao: “Asimismo, en plenos siglos XIX y XX, las ocho o diez familias, que mantuvieron la política nacional de Vizcaya se adscribieron en diversas fases a las formas liberales de la época, pero en su íntimo sentido de la continuidad y organicidad “familiares”, fueron tan tradicionalistas, si no más, que los partidarios de Don Carlos, y con ellos acabaron, fraternal y heroicamente unidos, en una tercera guerra civil para defender a un tiempo la libertad y tradición de España, la España “Una, Grande y Libre” que canta el mote del renovado y a la vez tradicional escudo ” (Sánchez Mazas, 1947). En una obra posterior, titulada “Apología de la historia civil de Bilbao” la impostura del relato histórico resultaba enriquecido con erudición y buen estilo literario. Pero más que un relato histórico se trata de una interpretación justificadora del pasado que poco tenía que ver con la defensa de la libertad y democracia según los patrones establecidos por la defensa de los derechos humanos. La resistencia de Artxanda más bien significó el último intento por preservar el Bilbao democrático frente a la coalición de fuerzas que defendían el Estado nuevo totalitario. La epifanía del Bilbao moderno representa su continuidad en los defensores del Gobierno Vasco y la II República.
DETALLADO PLANO AÉREO DE BILBAO PARA LOS BOMBARDEOS (26-XII-1936) En el archivo de José María Arriola se conserva una extensa colección de planos confeccionados con fotografías aéreas. Estos planos comprenden la línea del frente establecido en octubre de 1936 entre Bizkaia y Gipuzkoa, desde la costa, Elgeta, Bergara, Aretxabaleta. En dicha colección llama la atención otro plano de fotografías aéreas, escala 1:25000, relativo a Bilbao y su conjunto metropolitano, desde la costa hasta Galdakao. La leyenda del plano está escrita en alemán y lleva la fecha de 20 de diciembre de 1936. El plano ha sido exhibido en diversas exposiciones sobre la guerra civil organizadas por la Sabino Arana Fundazioa y también ha sido publicado en una obra de C. Olazabal.
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Planos aéreos del Bilbao metropolitano con delimitación de objetivos industriales y políticos para el mando de la aviación alemana. Colección José María Arriola (Bilbao).
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Textos en el plano: Bildskizze (Croquis), Internationale zone (Zona internacional) Anfertigung von artillerie, munition, panzenwagen, tank ( Fabricación de artillería, munición, carros de combate y tanques )Oellager (Depósito de aceite), Rafinerie (Refinería) Kraftwerk (central eléctrica) Kohlenlager (Depósito de carbón) Mabstab (Escala). 1. Fábrica de aviones 2. Fábrica de material de guerra 3. Fábrica de tanques y obuses 4. Fábrica de cartuchos 5. Fábrica planchas de acero para tanques 6. Depósito de dinamita 7. Babcoch&Wilcox
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Fábrica de laminación Fábrica química de ácidos Casa del gobierno rojo. Planchas de acero para tanques Alojamiento milicias rojas Puerto mercantil de Bilbao Astilleros fabricación de material de guerra.
Leyenda original en el reverso del plano.
Tal y como se puede observar en la leyenda del plano se señalan preferentemente con precisión los centros industriales vinculados a la actividad bélica. Reproducimos la traducción al euskera y castellano de la leyenda redactada en alemán realizada con motivo de una exposición de los bombardeos sobre Bizkaia por la Sabino Arana Fundazioa. La confección del plano con fotos aéreas pudiera haber sido elaborado por la aviación alemana o italiana pero los destinatarios eran los miembros de la Legión Cóndor alemana que ya estaba operativa a finales de noviembre de 1936. Por otro lado tal y como sugiere Angel Viñas este mapa podría indicar que el objetivo de Bilbao y por lo tanto la guerra en el frente del norte era de interés prioritario para los alemanes desde 1936. En Bilbao desde el inicio de la rebelión militar se formó una sólida red de espionaje a favor de los sublevados. El juicio con garantías procesales previstas en el ordenamiento republicano contra W. Wakonigg y otros procesados en noviembre de 1936 finalizó con la condena a muerte de los encausados (Niebel, 2009)
BOMBARDEOS DE TERROR SOBRE LA POBLACIÓN DE BILBAO El 4 de enero de 1937 la población de Bilbao fue objeto de nuevos bombardeos protagonizados por aviones alemanes. El frente estaba estabilizado en la línea de Elgeta. Pero en el aeródromo de Lamiako se hallaban aviones leales a la Republica de fabricación soviética, denominados popularmente Chatos. El resultado fue que se entabló una batalla aérea, los bombarderos arrojaron
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sus bombas pero fueron abatidos alguno de los aviones y apresado uno de los tripulantes alemanes mientras otro fue linchado por la población. A raíz de estos bombardeos se produjo el asalto a las cárceles y edificios que retenían a personas acusadas de su posible connivencia con los sublevados, provocando el asesinato de 225 personas. (Landa, 2007). La detención del radiotelegrafista de uno de los bombaderos era una nueva prueba de la activa intervención alemana no solo con material de guerra sino también con personal cualificado. En Berlín operaba una oficina de contratación que captaba jóvenes para la guerra. Por lo tanto no eran voluntarios. La entrevista de la periodista Cecilia G. Guillarte a Karl Gustav Schmitd un joven aviador del bombardero fue publicada el 7 de enero de 1937 en el periódico de CNT del norte. (Lubakikoak, 2007). Sus respuestas reflejan el perfil de los jóvenes combatientes alemanes: – “Yo soy nacional-socialista -me dice-. Como otros muchos en Alemania llevaba mucho tiempo sin trabajo. Un día, los dirigentes de las Juventudes Hitlerianas nos ofrecieron un contrato para trabajar en España. Trescientas pesetas mensuales además de la comida y la ropa. Hace ya tres meses que llegué a Sevilla en un barco con tres compañeros más. En el Cuartel General de Sevilla, se nos controlaba de acuerdo con nuestra profesión, enviándosenos a los distintos frentes”. – “¿Eres piloto?” – “No. Soy oficial telegrafista. Manejo también la ametralladora”. – “¿Cuantos tripulabais el aparato?” – “Seis. Tres alemanes, un polaco y dos españoles.” A partir del 31 de marzo comenzó la ofensiva de los sublevados contras las defensas establecidas en la línea de los Intxortas y el bombardeo de una población urbana, Durango y Bilbao y su entorno fueron de nuevo objeto de operaciones de bombardeo intenso pero con una gran ventaja para la aviación italiana y alemana. Los bombardeos de día lograban sus objetivos dada la abrumadora superioridad aérea de la aviación alemana e italiana al servicio de los sublevados franquistas. Emilio Mola le ordenó a Richthofen la inmediata destrucción de las industrias de Bilbao, como objetivo prioritario. Una orden que no compartía y en consecuencia la exigió por escrito. El 2 de abril de 1937 escribió en su diario la siguiente reflexión: “La aviación …ahora debe destruir industria de Bilbao. ..esta idea me resulta nueva: destruir inmediatamente antes algo que se quiere tomar después. Mola explica que España es dominada de forma totalmente enfermiza por la industria de Cataluña y Bilbao. Para sanear España ha de ser destruida aquella….prometo un ataque a la fábrica de pólvora de Galdacano para el primer día”. (Maier,1976). Efectivamente el 7 y 9 de abril bombardeó Galdakao y la industria de la
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producción de dinamita. Los sucesivos bombardeos sobre Galdakao con recopilación de testimonios ha sido realizado por Josi Sierra. En otras monografías locales, tales como las de Portugalete, Leioa, Barakaldo también han dedicado atención particular a los bombardeos y sus consecuencias.
Octavilla arrojada por los aviones en mayo de 1937 y firmada por Franco.
Junto a las bombas los aviones también lanzaban octavillas de propaganda como parte de la guerra sicológica y de desmoralización. El mismo 31 de marzo, según Steer, los aviones al servicio de Emilio Mola regaron de panfletos y amenazas inquietantes porque anunciaban el arrasamiento de Bizkaia. Más adelante en mayo editaron otro panfleto que estaba refrendado por la máxima autoridad de los sublevados, el general Franco. Se trata de uno de los escasos documentos bilingües, euskara y castellano firmados por los sublevados. El comunicado invita a la rendición de los defensores de Bilbao a cambio de una llamada “paz católica” y el respeto a la vida de quienes se entreguen. Una vez más procura atraer a los católicos nacionalistas vascos que apoyaban al bando republicano con el fin de provocar su división. Incluso anuncia que el nuevo Estado se caracterizará por su labor descentralizadora. Los posteriores juicios franquistas desmienten dicho proceder. En cuanto a la traducción al euskara es obra de un navarro que utiliza un euskara claro directo e inteligible. El título en euskara, “Bizkaitarrak” al tiempo que era la traducción correcta de “vizcaínos” también era el apelativo que recibían los nacionalistas vascos. La ortografía se inclina por la r simple en
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lugar de la compuesta, pero sin la tilde propia de la ortografía sabiniana, probablemente porque la imprenta que lo editó carecía de tal signo. La tesis del engaño, tan común en la literatura carlista del siglo XIX y XX aparece aplicada a los católicos nacionalistas que apoyan a la República y es la tesis que prevalece en el relato general del ofrecimiento de rendición. Ahora bien, la guerra de bombas de todo tipo fueron las que realmente expandieron el terror y la destrucción de las sucesivas poblaciones civiles. El mapa de Periódico, Pensamiento alaves, 5 de abril de 1937: las localidades bombardeadas es Panfletos amenazantes de E. Mola: “arrasaré Vizcaya” un claro exponente de la nueva estrategia de guerra. El bombardeo de Gernika y los de Bilbao es preciso ubicarlos en el contexto de este mapa pero en ambos además de los daños humanos y materiales se perseguía un objetivo de desmoralización y descomposición de la sociedad vasca. Según la dirección de industrias movilizadas de Bilbao los daños civiles eran mayores que los materiales. Tal y como describe Steer, no sin ironía, fallaban la puntería contra las fábricas, sin embargo la población civil recibía la carga. (Steer 219). Señalamos a continuación los días que en 1937 la villa de Bilbao fue bombardeada, algunos de estos días en sucesivas oleadas, lo cual transmitía una sensación de bombardeo incesante. Según la observación de Steer, “la llegada diaria de los aviones sobre Bilbao y el bombardeo incesante de 14 kilómetros de los bordes de la ría y el puerto, significaba que ellos estaban sufriendo la misma suerte cruel que los combatientes” (Steer, 218). Los lugares donde se agrupaban los refugiados o los barrios más pobres y populares fueron castigados. Un tema este que debe ser corroborado por futuras investigaciones. Fechas de operaciones de bombardeo sobre Bilbao: (Irujo, 2016) Abril: 04 / 06 / 09 / 18 / 22 / 23 / 27 / 29 Mayo: 01 / 03 / 10 / 13 / 19 / 26 / Junio:12 / 13 / 14 / 15 / 16 / 17 / 19
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Publicado en la revista Gudari (14-5-1937). (Sabino Arana Fundazioa)
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Los bombardeos en unos casos parece que simplemente son indiscriminados como el caso de Portugalete, Las Arenas y otros sobre Bilbao en los que el objetivo reside en que el bombardeo transmita una manifestación de fuerza y dominio. Entre los bombardeos sobre el núcleo civil de Bilbao destaca el del 18 de abril de 1937. El bombardeo del domingo 18 de abril fue el más intenso y probablemente el que más víctimas ocasionó ya que destruyó barrios populares como Iturribide y aledaños. En la fábrica de zapatos de Cotorruelo en la que trabajaban 200 obreros se refugió mucha gente con la mala fortuna que al ser bombardeada un incendio la destruyó, muriendo e hiriendo numerosas personas. Según algunas crónicas 67 personas pero estas cifras deberán ser contrastadas por futuras investigaciones. El periódico La Tarde en su titular destacaba que por fortuna las víctimas eran pocas. Obviamente la información trataba de ocultar el verdadero alcance del bombardeo dado que el objetivo de los perpetradores del bombardeo era la generalización del terror y del mayor daño moral, civil y material posible y fue en ese contexto en el que Richthofen soñaba con aplicar en Bilbao un programa de bombardeo intenso para la completa destrucción de Bilbao, pero sin dañar la infraestructura industrial. Las barriadas obreras de San Francisco y Ollerias, fueron objeto premeditado de los bombardeos. El ataque se produce en zonas densamente pobladas con casas de madera con el fin de provocar un daño más intenso.
CONCLUSIONES Bilbao fue la localidad que mayor número de operaciones de bombardeo sufrió en Euskal Herria durante 43 días, 25 días sobre Bilbao y 18 días adicionales en localidades limítrofes. Desde el comienzo de la guerra y más aún cuando se estabilizó el frente en los confines de Bizkaia, Bilbao fue objetivo prioritario, de modo que la guerra se vivió y soportó también en la retaguardia. Los bombardeos de Bilbao en el conjunto del mapa de bombardeos de poblaciones civiles evidencia la intensidad de los mismos sobre poblaciones civiles como forma de estrategia de la guerra, la guerra moderna que comprendió y denunció G. Steer. Resulta urgente una evaluación de los daños civiles más importantes que los materiales así como una aproximación a las víctimas que provocaron dichos bombardeos en Bilbao. Asimismo, la realización de un mapa con los lugares bombardeados servirá para confirmar o desmentir la afirmación sobre que bombardeos tenían por objetivo los barrios populares de la villa.
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“Las aves monstruas”. Bombardeos aéreos sobre Lekeitio, octubre de 1936 Iñaki Goiogana Mendiguren Archivero de Sabino Arana Fundazioa La aproximación en septiembre de 1936 del frente a Lekeitio trajo numerosos refugiados y los primeros combates. La llegada de armas para el ejército republicano permitió que éste pudiera parar la ofensiva franquista, estabilizándose el frente en los límites provinciales de Gipuzkoa y Bizkaia en la primera quincena de octubre. Paradójicamente, entonces se iniciaron los bombardeos contra Lekeitio que se prolongaron durante la segunda quincena de octubre, dejando un saldo de 6 víctimas mortales. En las mismas fechas, se produjo también un bombardeo republicano contra bous armados franquistas en aguas cercanas a Lekeitio. Palabras clave: Lekeitio, Refugiados, Bous, Bombardeos
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A su inicio, la guerra civil en la comarca de Lea-Artibai, donde se localiza Lekeitio, situada en el extremo nororiental de Bizkaia, apenas modificó la vida diaria de la población en general. En LeaArtibai, una comarca dedicada económicamente a las actividades agrícolas en las poblaciones del interior y a la pesca y a trabajos relacionados con la mar en las villas costeras, además de algunas fábricas de pequeño tamaño, las principales fuerzas políticas eran el nacionalismo vasco y las derechas españolistas organizadas en sus dos ramas, los tradicionalistas, por un lado, y los liberalesconservadores por otro. Las fuerzas de izquierda estaban escasamente representadas, pero contaban con núcleos organizados y con dirigentes de peso, como era el caso de Santiago Meabe, y los republicanos que, aunque más numerosos, se hallaban también lejos de las adscripciones a las derechas y a los jeltzales. Tras fracasar el golpe militar en Bizkaia y resultar abortado en Gipuzkoa, los partidarios tradicionalistas de la comarca, que se preparaban para la ocasión, desistieron de intervenir y optaron por esperar a una mejor ocasión, tal y como hicieron los requetés durangueses y de todo el territorio de Bizkaia.1 Al contrario que la población en general, los dirigentes políticos no se encontraban tan despreocupados. A los dos días de iniciarse el golpe, el 20 de julio, el gobernador civil de Bizkaia, José Echevarria Novoa, dentro de una serie de medidas adoptadas con el fin de garantizar el orden y reconducir la situación, nombró a Santiago Meabe delegado de su autoridad en el distrito judicial de Markina, que abarcaba, además de los municipios enclavados hoy en día en la comarca de Lea-Artibai, las localidades del Duranguesado de Mallabia, Garai y Ermua.2 En las mismas fechas se constituyeron y empezaron a actuar las juntas de Defensa locales, que en la práctica vinieron a suplir, aunque no del todo, la actividad de los ayuntamientos. El acto de represión en contra de los derechistas de Lea-Artibai más importante fue precisamente la detención de 24, o según otra fuente 28, requetés de Ondarroa en el mes de agosto. Para entonces, y también en las semanas posteriores, algunos significados elementos derechistas o simples militantes comarcanos se habían escondido, caso del alcalde de Markina Gaytán de Ayala; habían sido arrestados, por ejemplo, César Olaortua, acusado de ser directivo del Requeté; o habían huido gracias a la ayuda prestada por vecinos o valiéndose de la permeabilidad de los frentes, todavía no afincados, caso de León Ocamica, industrial conservero y antiguo alcalde de Lekeitio.3 El Partido Nacionalista Vasco viendo el cariz que tomaban los acontecimientos bélicos, el avance de los rebeldes desde Navarra hacia Gipuzkoa y las matanzas habidas, sobre todo en territorio guipuzcoano pero también en Bizkaia, optó además por formar sus propias milicias.
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Para el caso del Lea-Artibai, en el mes de agosto, el PNV, de la mano de sus militantes lekeitiarras Miguel Garavilla, Víctor Erkiaga, Andrés Ordorika y Raimundo Gamboa, formó una primera compañía, la Itxas Alde, de gudaris, sobre todo con jóvenes procedentes de Lekeitio y Ondarroa.4
LA GUERRA SE ACERCA A LEA-ARTIBAI A primeros de septiembre la situación para los republicanos en Gipuzkoa se tornó en poco menos que desesperada. El 5 de septiembre cayó Irun y, con la ciudad, la conexión terrestre de la zona republicana del norte peninsular con el extranjero. La pérdida, pues, no resultó meramente circunstancial, afectaría directa y muy negativamente a toda la franja cantábrica republicana, que quedó de esta manera con el mar como único nexo con el exterior para su imprescindible abastecimiento en materiales de todo tipo. Una semana después, el 13 de septiembre, los denominados nacionales entraron en San Sebastián e inmediatamente se aprestaron a ocupar el resto del territorio guipuzcoano. La ocupación del territorio guipuzcoano provocó la huida de miles y miles de personas que hallaron cobijo principalmente en Bizkaia, también en Lekeitio, convertida para muchos de los refugiados en la primera etapa de su huida. Las estadísticas municipales de Lekeitio, elaboradas tomando como base la información obtenida para establecer el número de libretas de racionamiento y las cantidades asignadas a éstas, necesarias para alimentar a la población residente en la villa, permiten hacernos una idea de la magnitud del éxodo llegado a la villa. Lekeitio, una villa que contaba con 4.967 habitantes de derecho y 4.796 de hecho el 31 de diciembre de 1935, aumentó su población con refugiados procedentes de Gipuzkoa, Ondarroa y Berriatua y con veraneantes que no habían podido abandonar la localidad hasta llegar a los 7.297 residentes, de los que eran refugiados 2.362, el 32,36% de la población total. Si bien esta cantidad de refugiados fue disminuyendo a medida que pasó el tiempo y fueron alojados en otras localidades, a finales de abril todavía se recontaron 1.259 desplazados en Lekeitio.5 Tras la ocupación de Donostia, las tropas del general Emilio Mola se dividieron en tres columnas para ocuparse de la conquista de otras tantas zonas de Gipuzkoa. Así, el 21 de septiembre los requetés al mando de Pérez Salas alcanzaron el alto de Azkarate y, avisados de que Elgoibar había sido evacuado, entraron en esta población, ocupándola.6
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Este rápido avance de los militares sublevados a través de Gipuzkoa se veía venir por la gran diferencia de medios de los que ambos bandos disponían. Además, los republicanos estaban siendo desfavorecidos a la hora de adquirir armas en el extranjero por el embargo decretado por las democracias occidentales a las partes beligerantes. Sin embargo, decir que la República carecía de mercados donde adquirir armas no es decir toda la verdad; armas había en venta y en abundancia, pero en el mercado negro. Con esta perspectiva y con el objetivo de frenar el imparable avance sublevado, en Bilbao, en el seno de la Junta de Defensa de Bizkaia, se ideó un plan para adquirir armas. Eliodoro de la Torre, delegado del PNV de Finanzas de la Junta de Defensa de Bizkaia, planeó incautarse de los depósitos de oro que la sucursal en Bilbao del Banco de España custodiaba, trasladarlos a Francia y con él adquirir armas para distribuirlas entre los gudaris y milicianos que defendían Euskadi.7 La partida de suministros bélicos adquirida de este modo llegaría en la segunda mitad de septiembre y, mientras tanto, los republicanos se aprestaron, entre otras medidas, a marcar una línea de defensa que impidiera el avance enemigo. Dentro de este esfuerzo gubernamental, a mediados de septiembre algunos milicianos empezaron a organizar el frente en Lekeitio.8 El 21 de septiembre de 1936, ocupado Elgoibar y aproximándose los sublevados a Mutriku, cundió el pánico en algunos sectores de población. Ese día 21, fueron evacuados Ondarroa y Markina.9 Testigo de la situación fue Alberto Onaindia. El canónigo vallisoletano se hallaba en Saturraran, en el seminario menor que el obispado de Vitoria tenía allí, para visitar en aquellos difíciles momentos a sus compañeros sacerdotes. Pero, la razón principal de su estancia en el seminario menor era otra. Era trasladar al Euzkadi Buru Batzar (EBB), el órgano de dirección supremo del PNV, la propuesta de negociación remitida por el general sublevado Mola al partido jeltzale. La reunión del EBB se había convocado en Lekeitio y con toda seguridad trató sobre la propuesta del general Mola y también sobre las negociaciones que en aquellos días los jeltzales mantenían con Francisco Largo Caballero, dirigente socialista y encargado de formar Gobierno, para la entrada del PNV en el ejecutivo de la República y la aprobación del Estatuto de autonomía.10 A pesar de todas estas adversidades, el día 21 resultó ser el punto de inflexión en la retirada gubernamental. Ese día llegó a Santander el vapor Azteka con las armas adquiridas con el oro del Banco de España de Bilbao.11 Los pertrechos, rápidamente fueron desembarcados y reexpedidos con dirección a Eibar, Elgeta, Markina y Lekeitio, además de a los batallones en formación que se
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encontraban en Bilbao. Aquel día, el frente se extendía desde Zumaia, en la costa, hasta Elgoibar, como punto más avanzado en el interior.
LA GUERRA EN LEA-ARTIBAI Tras los primeros enfrentamientos el 23 de septiembre en Aiastia, entre Elgoibar y Markina, los días 27 y 28 de septiembre los ataques de los sublevados resultaron imparables y, sin poderles hacer frente, los soldados gubernamentales se retiraron a Markina, abandonando sus posiciones.12 Las autoridades militares les hicieron volver a sus puestos, pero para entonces los sublevados habían ocupado los altos entre Kalamua y Arnoate. El día 28 los hombres de Mola mandaban sobre las posiciones de Kalamua, Urkaregi, Aiastia y Arrate y con ello, además, el casco urbano de Markina se ponía a tiro de cañón de los sublevados. El contraataque republicano del 29 de septiembre no cambió la situación, ni los intentos posteriores de entre el 2 y el 8 de octubre.13 Más al norte, en la costa, los sublevados intentaron ocupar Mutriku el 24 de septiembre, lográndolo el 27 del mismo mes.14 El día 4 de octubre, los franquistas entraron en Ondarroa y después de descansar, el 5 prosiguieron hacia el sur y hacia el oeste, en el municipio de Berriatua. No obstante, las líneas defensivas levantadas por los republicanos durante las semanas anteriores frenaron el avance. Además, llovía mucho y los hombres estaban cansados y los republicanos en posesión de armamento suficiente para hacer frente a los ataques e incluso para plantearse contraofensivas.
BOMBARDEOS DE LEKEITIO La línea de frente en la comarca de Lea-Artibai, y más al sur hasta Elgeta, no sufrió cambios hasta la ofensiva contra Bizkaia iniciada por el general franquista Mola el 31 de marzo de 1937. Esto no quiere decir que ínterin faltaran combates en este frente, los hubo, pero no pasaron de pequeños escarceos que apenas modificaron el status quo. Inmediatamente después de la estabilización del frente, a partir del 10 de octubre de 1936, hizo su aparición la aviación en los cielos de Lekeitio y del resto de pueblos de la comarca. El parte oficial del día 12 de octubre hecho público por el Gobierno republicano informó de que aviones leales bombardearon “con acierto las posiciones enemigas del sector de Lequeitio”.15 El
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17, fueron los sublevados los que reportaron haber volado sobre Ondarroa, pero en tareas de reconocimiento.16 El día 20 de octubre, la aviación sublevada bombardeó alguna posición en Markina. Sobre el alcance de este bombardeo, Santiago Meabe, Xanti, ironizaba en El Liberal de Bilbao diciendo: “las aves monstruas que defecan metralla […] nos han regalado algunos bombones, sin más daño que algún exceso de escarda en las berzas y maizales”.17 Al día siguiente, 21 de octubre, se produjeron más bombardeos. Por el lado republicano, éstos castigaron las posiciones franquistas de Kalamua y Larruskain en apoyo a las operaciones de tierra que desarrollaban. Los franquistas respondieron atacando las posiciones republicanas de Urkaregi y los alrededores de Markina. En estas operaciones los republicanos sufrieron en Akarregi, en las faldas del Kalamua, una sensible pérdida. Fulgencio Mateos, concejal socialista de Bilbao y carismático comandante del primer batallón del PSOE, resultó herido y días más tarde falleció en el hospital de Basurto. Continuando con las operaciones aéreas desarrolladas el 21 de octubre, por la tarde, sobre las tres y media, cuatro aparatos republicanos, lanzaron bombas sobre Bergara y Mondragón.18 Ese mismo día 21 la aviación republicana realizó otra operación, en esta ocasión no sobre objetivos terrestres, sino sobre barcos de guerra franquistas. Al amanecer, los vigías republicanos avistaron unidades navales franquistas. Avisada la aviación, cuatro aparatos republicanos localizaron a los barcos en cuestión sobre las 9:25 de la mañana, los cercaron y los bombardearon. Según informó la prensa bilbaína, uno de los barcos quedó envuelto en llamas debido a la explosión de una bomba, y otros dos resultaron con averías importantes. Se informó también de que parte del armazón del navío incendiado flotaba sobre las aguas.19 Los barcos atacados eran bous pesqueros adaptados para labores bélicas.20 La acción sobre los bous franquistas volvió a reseñarse en los periódicos bilbaínos el día 24. Se puede leer en estas noticias que dos de los bous fueron hundidos y un tercer bacaladero armado logró huir, pero en llamas, suponiéndose que se hundiría. Las tripulaciones se daban por desaparecidas, puesto que no se observó que nadie saltara al agua ni se vio bote salvavidas alguno.21 Al día siguiente, 25 de octubre, los diarios Euzkadi y El Liberal informaron sobre la llegada al puerto de Lekeitio de doce arrantzales, que habían sido liberados por los franquistas tras varios días de detención. Se decía que, días antes, cuando se hallaban pescando en dos barcos, fueron apresados por los bous facciosos que salieron con bien del bombardeo republicano. Tras permanecer cinco
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días en Pasaia fueron liberados en uno de los vapores apresados, el otro barco de pesca habría quedado incautado por las autoridades franquistas alegando éstas que era propiedad del alcalde de Lekeitio.22 Francisco Ocamica, en sus memorias del tiempo de la guerra, también se refiere a este incidente, pero reduciendo a un barco el apresado por los franquistas, el Miren Begoña, e indicando que la liberación se debió a las gestiones de su padre León Ocamica refugiado en San Sebastián. También indica Ocamica que la toma como rehenes de los pescadores llevó a las autoridades republicanas de Lekeitio a adoptar una medida similar con “gente considerada como adicta a la causa franquista”. Estas medidas revanchistas también afectaron a los Ocamica.23 Los bombardeos franquistas que se enumeran hasta aquí no afectaron directamente a la localidad. Esto cambiaría el día 22 de octubre cuando se produjo el primer bombardeo directo contra Lekeitio que, además, produjo víctimas mortales. El parte republicano informó de varias incursiones de la aviación leal en los sectores de Markina y Elgeta, además de la zona de Bergara, donde actuaron tres aparatos. Según este parte, los aviones republicanos lanzaron aquel día 110 bombas y la víspera 320.24 Los diarios de la mañana del 23 de octubre informaron diciendo solamente que el bombardeo había causado dos muertos y otros dos heridos. Los vespertinos, por su parte, aumentaron el número de víctimas diciendo que los muertos habían sido tres y cinco los heridos.25 Por su parte, el Estado Mayor de la Jefatura del Aire franquista solo consignó el bombardeo de “posiciones enemigas en altura próxima a la plaza de toros de Eibar y en los alrededores de Lequeitio”.26 Días más tarde, el 25, Mariano Uriarte, corresponsal local de Lekeitio de El Liberal, recapitulando sobre los bombardeos sufridos por la localidad, escribió: “Sobre las cuatro de la tarde del jueves apareció por el horizonte un aparato extranjero, y a muy poca altura evolucionó por la villa, dirigiéndose a las afueras del pueblo, donde las gentes acostumbran a pasear en los días de sol; a esa hora el lugar mencionado se hallaba concurrido por mujeres indefensas y niños inocentes, y por eso los criminales fascistas eligieron ese lugar para saciar sus instintos sádicos que la palabra humana no puede expresar. Tres muertos y ocho heridos fue el resultado de este crimen, perpetrado lejos del frente.”27 Por su parte, José Iñaki Madariaga afirma que las bombas cayeron a la altura de donde hoy en día se levanta el número 5 de la calle Harbiatx, en la época una zona de huertas y caminos para
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acceder a ellas. Madariaga aporta otro dato sobre las víctimas diciendo que fueron 4 los muertos, tres en el acto y una cuarta persona fallecida al día siguiente en el hospital de sangre de Lekeitio.28 El parte franquista del día 23 de octubre de 1936 es especialmente largo en lo que corresponde a los bombardeos llevados a cabo en Lea-Artibai y cercanías. Dice así: “En Vizcaya lo han sido: Monteja [por Mendexa], una batería en las inmediaciones de Marquina, otra próxima a Eibar, un bosque junto a la carretera de Echebarria a Marquina y el puerto de Lequeitio en el que se hallaba reunida la flota pesquera, resultando alcanzados dos barcos”.29 Los diarios editados el 24 añadieron más detalles. Según éstos, por la mañana, alrededor de las 11, un avión franquista lanzó tres bombas sobre el puerto matando a un pescador que se hallaba en el conocido como “muelle de los Curas”, e hiriendo de gravedad a un anciano que se hallaba en el balcón de su casa sita en la calle Ezpeleta, 18-3, quien a las horas falleció. Este mismo avión franquista, después de la acción del puerto, se desplazó al sur de la villa, a los límites de la misma, donde está situado el palacio Zubieta, término municipal de Ispaster. En este punto –según los diarios de Bilbao- arrojó 8 bombas hiriendo a varios gudaris de Acción Nacionalista Vasca (ANV) acuartelados en el palacio. Siguiendo el relato periodístico, de Zubieta el aparato franquista voló hasta la vecina Mendexa donde destruyó un caserío, y, acto seguido, se desplazó a Markina donde alcanzó y mató a una mujer llamada Dolores Garate Bru en la casa conocida como Villa Erdotza.30 El resultado de dos días de bombardeos sobre Lekeitio fue de 6 víctimas mortales y numerosos heridos. Fallecidos a raíz del bombardeo del 22 de octubre: • María Arrasate, de 21 años, de Lekeitio, soltera, herida en el muslo y en el hombro. Falleció al día siguiente en el hospital de sangre de Lekeitio. • Alberto Iriondo Unzilla, de 12 años, de Elgoibar. Se hallaba refugiado con su familia en Lekeitio. Falleció de desgarros en el recto producidos por la metralla. • Miren Munitiz Azkorra, de 13 años, de Algorta, resultó herida en la cabeza. • María Belén Munitiz Azkorra, de 8 años, de Lekeitio, resultó herida en el cuello y en el hombro. Falleció el 23 de octubre en el hospital de Basurto. Por su parte resultaron muertos en el bombardeo del 23 de octubre: • Martín Zendoia Agirre, de Lekeitio, de 38 años, herido por casco de metralla en la cabeza. • Joaquín Anakabe Zabala, de 67 años, fractura del temporal derecho, de pronóstico gravísimo, falleció a las pocas horas.31
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Los días siguientes, hasta el 30 de octubre, excepción hecha del 24, todos los días hizo su aparición la aviación franquista en Lekeitio lanzando bombas y causando heridos, aunque parece ser que no de gravedad. El 25 de octubre, festividad de Cristo Rey, en Lekeitio se celebró con gran solemnidad desde la mañana. A la hora de la tarde en la que los aviones franquistas aparecieron sobre el cielo de la villa, en la iglesia parroquial se celebraba con gran asistencia de fieles una misa especial. Durante el oficio, dos veces sonó la alarma antiaérea. En la primera vez sin mayores consecuencias, pero en la segunda ocasión el susto de los fieles debió de ser grande pues las bombas cayeron muy cerca del hospital de sangre de la localidad, separado de la iglesia por muy pocos metros.32 El 26 de octubre, los franquistas informaron de haber bombardeado 12 camiones en Markina, Lekeitio, Mendexa y posiciones y trincheras al oeste de Berriatua.33 Al día siguiente, 27, martes, el informe franquista constató bombardeos en “Marquina, Meneja [por Mendexa] y de un emplazamiento de artillería roja”.34 Por su parte M. Uriarte, en El Liberal, despachó estos bombardeos diciendo que “la metralla fascista cayó en abundancia sobre Mendeja, monte muy cercano al pueblo, sin más consecuencias que la poda de algunos pinos”.35 La última presencia de aviones franquistas en Lekeitio con objetivos bélicos se produjo el 29 de octubre. El Estado Mayor de la Jefatura de Aire registró ese día: “En Vizcaya se han bombardeado Marquina y Lequeitio, viéndose en este punto una explosión considerable en una casa lo que hace pensar fuera depósito de explosivos”.36 Esta misma operación lo describió así el parte republicano: “Sector de Lekeitio. -Sobre las diez y media de la mañana evolucionó un aparato faccioso sobre el pueblo de Lekeitio, arrojando cinco bombas sobre el convento de monjas, sin que hubiera que lamentar ninguna baja. A las 16 horas, con ocasión de encontrarse un aparato faccioso sobre nuestras posiciones, aparecieron dos aparatos leales, que obligaron al aparato faccioso a huir en dirección a Donostia, sin conseguir sus objetivos. Nuestra aviación evolucionó sobre las posiciones enemigas y las infligió duro castigo, lanzando más de cuarenta bombas y cumpliendo así magníficamente el objetivo señalado.”37 Por su parte, Madariaga afirma que los bombardeos de los días 25, 26 y 29 se produjeron sobre los siguientes puntos. El 25, las bombas cayeron a la altura del café Marina, en el puerto y en la plazuela de Arranegiko zabala, el 26 a la altura del punto donde hoy en día se halla el polideportivo en la avenida Pascual Abaroa y el 29, en el número 6 de la calle Uribarren, donde una bomba, tras atravesar
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el tejado, fue a parar hasta la cama de Jazinto Garamendi, quien felizmente no se hallaba en el lugar. La repetición casi diaria de bombardeos durante una semana larga con víctimas mortales hizo que la gente se los tomara muy en serio, cosa que al principio no ocurría. Las autoridades tomaron medidas para minimizar los daños, sobre todo en las personas. La atalaya se utilizaba como puesto de vigilancia desde donde, en caso de avistamiento, se pasaba el aviso a la torre de la iglesia parroquial y se hacían tocar las campanas. Por otra parte, se mandaron construir numerosos refugios. Uno se excavó en la avenida Pascual Abaroa, en el talud del jardín del palacio Abaroa. Los bajos del campanario también se usaron como refugio, pero, sobre todo, se habilitaron las cárcavas de la parte vieja en las calles Trinidade, Ezpeleta, Arranegi o Behekokalea. En estas cárcavas, sobre troncos de pinos se colocaban dos o tres filas de sacos llenos de arena, sobre ellos, planchas de acero y sobre éstos adoquines. La seguridad que estas obras podían dar no era muy grande y algunas personas preferían salir al alba hacia refugios más seguros en cuevas, de donde volvían a sus hogares al anochecer.38
CONCLUSIÓN En comparación con otros bombardeos habidos durante la guerra civil, los padecidos por Lekeitio no fueron importantes. Los daños personales fueron muy limitados y los materiales escasos. Cabe pensar que el objetivo de los aviones franquistas era la mera observación y el lanzamiento de algunas bombas para amedrentar después de haber cumplido objetivos en el frente, por lo demás bastante tranquilo y sin movimiento. Los aviones franquistas que se aproximaron a Lekeitio tenían como objetivo secundario la localidad, lo primero era el frente. Por su parte, los aviones republicanos se propusieron hacer frente a las incursiones franquistas en la medida de sus posibilidades.
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1
Irazabal Agirre, Jon; Gerra zibila Durangaldean, 1936-1937, Gerediaga Elkartea, Durango, 2012, p. 22.
Santiago Meabe era hermano del histórico militante socialista Tomás Meabe y estaba muy vinculado por razones familiares y laborales con la comarca. Véase: “La Asamblea de Ondarroa. Se aprobaron unas conclusiones contra la pesca de arrastre, que serán elevadas al Gobierno”, El Liberal, 1936-05-19. Goiogana, Iñaki; “Euskal erbesteratuen mundura hurbiltze biografiko zenbait”, en Chueca, Josu (coord.); Lau Haizetara. Gerra Zibilaren ondorengo erbesteaz, Udako Euskal Unibertsitatea, Bilbao, 2010, pp. 74. Xanti (Santiago Meabe); “Fulgencio Mateos”, El Liberal, 31-10-1936.
2
Ocamica, Francisco; ”Mis vivencias durante la guerra civil”, sin fecha. Archivo Municipal de Lekeitio; Onaindia, Domingo; “La Guerra Civil española en Markina”, 15-10-1937, Labayru Ikastegia, Archivo Alberto Onaindia, Onaindia 20-2. Egiguren, Felipe; Benetako abertzalea. Un abertzale íntegro, Sabino Arana Fundazioa, Bilbao, 2010, p. 117; Ondarroako Historia Zaleak, II. Errepublika eta Gerra Zibila Ondarroan https://ondarroakohistoria. wordpress.com/2008/11/07/ii-errepublika-eta-gerra-zibila-ondarroan/.
3
4
Gamboa, Carmen de; Galerna. Recuerdos de mi niñez en tiempos de guerra, Alberdania, Irun, 2004, p. 29.
Estadísticas de población correspondientes al período entre el 20-11-1936 y 03-04-1936, Archivo Municipal de Lekeitio, LUA-U001052/03.
5
Juaristi, Patxi; “El norte del Frente de Gipuzkoa entre el 21 de septiembre y el 10 de octubre de 1936”, en VV.AA.; Goazen gudari danok… Askatasun-bidean En defensa de la libertad Zirardamendi-Aiastia (San Migel)-Elgoibar, 1936, Elgoibarko Udala Sabino Arana Fundazioa, Bilbao, 2014, pp. 21-22.
6
Basaldua, Pedro de; Euzkadi, la guerra antes del Estatuto. Desde la Secretaría del Gobierno de Vizcaya, IVAP, Oñati, 2016, pp. 73-83.
7
Juaristi, Patxi; Gerra Zibila Berriatuan eta Lekeitioko frontean. Berriatua Berrezarkuntzan, II. Errepublikan eta Gerra Zibilean, Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua, Bilbao, 2014, pp. 126-144.
8
9 Basaldua, Pedro de; Euzkadi, la guerra…, op. cit., pp. 176-177. Onaindia, Domingo; “La Guerra Civil española…”, op. cit.
10 Onaindia, Alberto de; Hombre de paz…, op. cit., pp. 175. Irujo, Manuel; La guerra civil en Euzkadi antes del Estatuto, E.D., Bilbao, 1978, p. 105.
11
Basaldua, Pedro; Euzkadi, la guerra…, op. cit., pp. 176-177.
Juaristi, Patxi; El norte del Frente…, op. cit., pp. 21-22. Aixerixa (Guillermo Gorostiza); “Matxinada dala-ta”, Euzkadi, 1936-09-29. 12
13
Juaristi, Patxi; El norte del Frente…, op. cit., pp. 26-27.
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14
Juaristi, Patxi; Gerra Zibila Berriatuan…, op. cit., pp. 106-110.
15
“Los partes de guerra”, El Liberal, Bilbao, 13-10-1936.
“Información de las operaciones realizadas por la Aviación Nacional, correspondiente al día 17-10-1936, Jefatura del Aire, Estado Mayor, Archivo Histórico del Ejército del Aire (AHEA). Existen copias de estos informes de operaciones en Gernikako Bonbardaketari buruzko Dokumentazio Zentrua / Centro de Documentación sobre el Bombardeo de Gernika. 16
17 AHEA 20-10-1936. Xanti (Santiago Meabe); “Impresiones de vanguardia y retaguardia, III”, El Liberal, Bilbao, 2210-1936.
“Brillante actuación de nuestros aviadores”, El Liberal, Bilbao, 22-10-1936, Xanti (Santiago Meabe); “Impresiones de vanguardia y retaguardia, Fulgencio Mateos”, El Liberal, Bilbao, 31-10-1936. 18
19
“Brillante actuación de nuestros aviadores”, El Liberal, Bilbao, 22-10-1936.
Pardo San Gil, Juan; Euzkadiko Gudontzidia. La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi (1936-39), Untzi Museoa Museo Naval, San Sebastián, 1998, pp. 29-30.
20
“En los frentes de Guipúzcoa y Álava. Otra condenable agresión de la aviación rebelde”, El Nervión, 24-10-1936, “Del ataque a los “bous” facciosos”, Euzkadi, 24-10-1936, “En los frentes de Guipúzcoa”, El Liberal, 24-10-1936. 21
22
“En el sector de la costa”, Euzkadi, 25-10-1936, “En los frentes de Guipúzcoa”, El Liberal, 25-10-1936.
23
Ocamica, Francisco; ”Mis vivencias…”, op. cit.
“En los frentes de Guipúzcoa y Álava”, El Liberal, 23-10-1936, XX, “En territorio vasco. Resumen de la jornada de ayer”, La Tarde, 1936-10-23. 24
“La jornada en el departamento”, La Tarde, 23-10-1936; “Las víctimas del bombardeo de Lequeitio”, El Nervión, 23-10-1936. 25
26
AHEA 22-10-1936.
27
Uriarte, Mariano; “Información de los pueblos de la provincia. Lequeitio”, El Liberal, 25-10-1936.
28 Madariaga Vidal, José Iñaki, “Aireko bonbardaketen biktimak Lekeition”, 06-06-2005, Archivo Municipal de Lekeitio.
29
AHEA 23-10-1936.
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Algunos diarios publicaron que en las acciones descritas pudieran haber participado dos aviones. Txomin Onaindia dice que en Markina actuó solo uno, aparato este que los markinarras habían bautizado como Egoker por las alas torcidas que tenía. Onaindia cita también otro avión al que se le denominaba Runrun por el característico ruido que hacía su motor. “En los frentes de Guipúzcoa y Álava. Otra condenable agresión de la aviación rebelde”, El Nervión, 24-10-1936; “Los rebeldes bombardean nuevamente Lekeitio y Markina”, Euzkadi, 24-10-1936; “En Gobernación”, Euzkadi, 24-10-1936; “Matxinada izparrak-eta”, Euzkadi, 24-10-1936; “Geure gudaoñetako izparrak. Lekeitio”, Euzkadi, 24-10-1936; “En los frentes de Guipúzcoa”, El Liberal, 24-10-1936; Onaindia, Domingo; “La Guerra Civil española…”, op. cit. Madariaga Vidal, José Iñaki, “Aireko bonbardaketen…”, op. cit. “Lekeitio’n”, Euzkadi, 27-10-1936. 30
“Las víctimas del bombardeo de Lequeitio”, El Nervión, 23-10-1936; “Más detalles de la criminal acción de los aviadores facciosos en Lekeitio y Markina”, Euzkadi, 24-10-1936; “De Gobernación”, Euzkadi, 24-10-1936; “Matxinada izparrak-eta”, Euzkadi, 24-10-1936; Madariaga Vidal, José Iñaki, “Aireko bonbardaketen…”. Op. cit. 31
32
Ixaka (Isaac Azpiazu), “Egazkiñen lana”, Euzkadi, 05-11-1936.
33
AHEA 26-10-1936.
34
AHEA 27-10-1936.
35
Uriarte, M., “Vizcaya al día. Lequeitio”, El Liberal, 31-10-1936.
36
AHEA 29-10-1936.
37
“Parte oficial de las operaciones en territorio vasco”, Euzkadi, 31-10-1936.
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Ocamica, Francisco; ”Mis vivencias…”, op. cit.
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Gernika, un experimento de guerra Xabier Irujo University of Nevada, Reno Hermann Goering, ministro del aire de la Alemania nazi, que recientemente había sido nombrado director del plan de los cuatro años y que gozaba de la total confianza del Führer, fue uno de los más decididos partidarios de participar en la guerra española en favor del general Franco. La organización de un contingente formado casi en exclusiva por unidades de la Luftwaffe, la Legión Cóndor, le permitiría demostrar empíricamente una idea fundamental: que “la próxima guerra se ganaría desde el aire” y que, en consecuencia, las fuerzas aéreas constituían la mejor y más destructiva arma del naciente imperio alemán. Goering entendía que la victoria en una futura guerra se obtendría mediante una destructiva campaña de bombardeos aéreos sin consideración de la población civil. El bombardeo de terror de Gernika fue un experimento de guerra para demostrar esta tesis. Palabras clave: Gernika, Bombardeos de terror, Experimentos de guerra, Goering Hermann, Richthofen, Wolfram von
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Gernika, un experimento de guerra
“Una cosa es absolutamente segura. La gente dice que fue una intervención divina la que decidió la guerra civil en favor de Franco; quizá sea así, pero no fue una intervención del estilo de las de la Madre de Dios, que ha sido recientemente galardonada con el bastón de mariscal de campo, sino la intervención del general alemán [Wolfram] von Richthofen y de las bombas de sus escuadrones que llovían desde el cielo las que decidieron la cuestión1”. Y más tarde añadiría Hitler que Franco debía erigir un monumento a los Junkers Ju52, a los que debía la victoria2. En palabras de Goering, en el curso de la Primera Guerra Mundial y hasta 1936, el ejército de tierra había detentado el poder en el seno del ejército alemán pero, en aplicación del plan de los cuatro años del cual era director y tras una generosa inyección de dinero en el arma aérea entre 1936 y 1940, la Luftwaffe se convertiría para la primavera de 1939 en “la más poderosa de las tres ramas de las fuerzas armadas alemanas (tierra, mar y aire)” hasta llegar a “ocupar el primer puesto3”. Goering calculaba que para el ejercicio 1940-41 la Luftwaffe contaría con 14.000 aparatos organizados en 1.000 escuadrillas de vuelo, cada una de ellas con nueve aparatos de línea, tres de reserva y dos para el adiestramiento de nuevos pilotos4. Dicha meta se adquiriría en diversas etapas con un presupuesto previsible de 40 millones de marcos (equivalente a 300 millones de liras) en 1939: hasta el primero de abril de 1937 la fuerza aérea alemana contaría con 250 escuadrillas de vuelo, un total de 3.500 aparatos; para la primavera de 1938 se doblaría dicho número hasta un total de 500 escuadrillas o 7.000 aparatos y, en 1940 la Luftwaffe estaría preparada para afrontar “la próxima guerra” con un total de 1.000 escuadrillas o 14.000 aviones5. Tal como ha señalado Ángel Viñas, Franco nunca negoció con Hitler la naturaleza y composición del apoyo militar que iba a recibir, sino que se acomodó a lo que recibió de las futuras potencias del Eje en lo que se refiere a hombres y a material6. No obstante, cuando Hitler tuvo que decidir la naturaleza y dimensión de la ayuda militar a los rebeldes, Goering, que recientemente había sido nombrado director del plan de los cuatro años y que gozaba de la total confianza del Führer, se apresuró a organizar un contingente formado casi en exclusiva por unidades de la Luftwaffe, la Legión Cóndor, con una idea fundamental en mente: demostrar que “la próxima guerra se ganaría desde el aire” y que, en consecuencia, las fuerzas aéreas constituían la mejor y más destructiva arma del naciente imperio alemán. Goering entendía que la victoria en una futura guerra se obtendría mediante “una determinante acción ofensiva” (tempestiva azione ofensiva) dirigida y ejecutada por las fuerzas aéreas por lo que la oficina directiva del plan de los cuatro años debía poner en marcha un ambicioso plan de producción de bombarderos7. Más concretamente, en virtud del general entre un 75% y un 78% de las unidades de la Luftwaffe debían ser de bombardeo8.
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En suma, en 1936 Goering estaba determinado a convencer a Hitler de que la aviación tendría un papel determinante en la futura guerra y de que si contaba con los aparatos de bombardeo necesarios, la fuerza aérea por sí sola podría determinar la victoria. En este sentido la guerra de Franco le favorecía enormemente, ya que le ofrecía la oportunidad de poner a prueba sobre el terreno sus teorías de guerra aérea y sus aparatos. En palabras de William E. Chapman, cónsul de los Estados Unidos en Bilbao, “se admite generalmente que Alemania e Italia en favor de Franco y, en los meses anteriores de la guerra, Rusia, en favor del gobierno de Valencia, han convertido a España, en efecto, en un campo de pruebas donde experimentar con sus máquinas de guerra, ya que la guerra de España ofrece oportunidades para la aplicación práctica y real [de armas y tácticas de guerra] que no ofrecen otros lugares9”. Este hecho explica por un lado por qué Hitler envió a Franco la Legión Cóndor, una unidad eminentemente aérea con un pequeño y accesorio apoyo de unidades de marina y tierra y, asimismo explica por qué el general Hugo Sperrle nombró a Wolfram von Richthofen jefe de estado mayor de dicha unidad en enero de 1937. Richthofen había sido enviado por el mayor Hellmuth Felmy, jefe de la oficina del aire de la Reichswehr, a que estudiase los conceptos de guerra aérea del general Giulio Douhet, autor del célebre tratado Il dominio dell’aria (El dominio del aire10). Douhet defendía en su obra que una futura guerra estaría determinada por el uso de la fuerza aérea. La aviación –según este autordebería ejecutar una acción rápida y decisiva, devastadora, que no permitiera ni la reconstrucción material ni la recuperación moral del enemigo. El logro de este deseado “efecto paralizante” sobre el enemigo se obtendría mediante la utilización masiva e indiscriminada de los bombardeos aéreos11. Richthofen fue hecho jefe de estado mayor con la doble misión de demostrar sobre el terreno que era posible ganar una guerra “desde el aire” y de perfeccionar las técnicas de bombardeo y ataque a tierra. Y con esta intención llegó al frente vasco los últimas días de marzo de 1937. Durante el curso de la campaña de primavera en Bizkaia Richthofen movilizó todo el potencial de la Legión Cóndor al servicio de una idea: poner a prueba las ideas de Douhet. Desde el primer día de la ofensiva el 31 de marzo de 1937, Richthofen condicionó el apoyo aéreo a las unidades de tierra ya que en las jornadas de guerra de la primavera y verano de dicho año en el frente vasco el peso de los combates recayó fundamentalmente en los intensos y repetidos ataques de las unidades aéreas. Las escuadrillas aéreas españolas de las Fuerzas Aéreas del Norte y las italianas de la Aviazione Legionaria recibirían las órdenes directamente del mando alemán a fin de coordinar las acciones de todas las unidades aéreas en el frente de Bizkaia. Por su parte Richthofen coordinaría las acciones con el coronel Juan Vigón, jefe de estado mayor de las brigadas navarras, que respondía directamente ante sus superiores, Solchaga y Mola. Por todo esto apuntó Richthofen en su diario que “toda la acción queda sujeta en nuestras manos. […] Llevamos nosotros toda la carga sin responsabilidad propia12”.
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Finalmente, el Gobierno de Euskadi no contaba con aviones con los que detener o, al menos atenuar el masivo martilleo de las unidades de bombardeo rebeldes. Día tras día, la ofensiva comenzaba con un ataque brutal de la artillería y de la aviación de bombardeo y ataque a tierra sobre las posiciones del frente, seguido a últimas horas de la tarde del avance de la infantería que, tras más de diez horas de bombardeo diurno, encontraba una oposición muy debilitada13. No obstante, tal como anotó Richthofen, el enemigo sostenía y defendía tenazmente sus posiciones, hasta el punto de que la ofensiva, que comenzó con una colosal acometida en la que se registraron 103 operaciones de bombardeo en tan sólo las diez primeras jornadas de guerra, lanzando más de 900 toneladas de explosivos ininterrumpidamente desde las ocho de la mañana hasta aproximadamente las seis de la tarde, se colapsó abruptamente el 10 de abril. Richthofen estaba exasperado y ya anotó en su diario el 31 de marzo, el primer día de la ofensiva, que le sorprendía la capacidad de defensa del enemigo: “tan fuerte resistencia ante el ala izquierda, que es imposible ningún avance más14”. De hecho, el ritmo de avance de las tropas rebeldes era de 0,15 km por día de campaña15. El avance medio de las unidades rebeldes para el conjunto de la guerra en Euskadi es de medio kilómetro de avance diario16. En vista de éste y otros problemas, Richthofen fue introduciendo mejoras en la capacidad destructiva de la Legión Cóndor. Por ejemplo, se nota un constante incremento de las oleadas de bombardeo a lo largo de los meses de abril y mayo, así como un masivo uso de las unidades aéreas disponibles. Si a principios de abril los bombardeos aéreos se circunscribieron a una media de diez oleadas de bombardeo y ataque a tierra diarias, entre el 22 y el 26 de abril se registran hasta 15,6 operaciones diarias. Pero, si en el conjunto del mes de abril se registraron unas 250 operaciones de bombardeo, en mayo se alcanza la cifra de 300 operaciones de bombardeo. La ofensiva de primavera se cerró el 18 de agosto con un saldo aterrador de más de 650 operaciones de bombardeo rebeldes sobre suelo vasco. Al margen de un análisis cuantitativo y más allá del brutal incremento de los números absolutos en lo referente al tonelaje total de bombas y al número de aviones en vuelo por jornada de guerra, Richthofen prestó mucha atención al análisis cualitativo de los explosivos y mejoró la capacidad destructiva de los mismos mediante la producción de nuevos cócteles de bombas y la definitiva intensificación en el uso de bombas incendiarias. Todos los días el coronel observaba el cañoneo y bombardeo de las posiciones enemigas por la mañana, y se dedicaba a examinar las ruinas de las poblaciones que iban cayendo en manos de los rebeldes por las tardes a fin de observar y medir el grado de destrucción obtenido en las mismas por la aviación. En ocasiones apuntaba sus observaciones en el diario, como el 4 de abril en que escribió: “He ido hasta Ochandiano. Estupendos
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efectos del bombardeo, y de los cazas [Heinkel He51 y Messerschmitt Bf.109] y de la A/8 [Heinkel He70 y Heinkel He45 de las escuadrillas de reconocimiento]. Por todas partes muertos y mutilados, camiones pesados, que llevaban parte de su munición, explotados. Ochandiano muy destruido, con muchos muertos17”. Richthofen estudio, desarrolló y aplicó técnicas de mejora de los bombardeos aéreos y muy pronto atestiguó en la práctica que la prolongación de los bombardeos incrementaba dramáticamente el potencial de los bombardeos. Era preferible lanzar 60 toneladas de bombas a lo largo de media hora que hacerlo en dos minutos como había probado el 4 de abril sobre la cumbre del monte Motxotegi, una pequeña cima de 799 metros de altura. La artillería antiaérea también sería objeto de su atención y, frente a la total ausencia de aviación enemiga, decidió utilizar los cañones Flak 18 de 88 milímetros como artillería de tierra. Este cañón, con una cadencia de tiro de 15 a 20 disparos por minuto, resultó extremadamente versátil en el combate contra objetivos de tierra y tanto por su velocidad de disparo como por su gran calibre, alcance y precisión se convirtió en una excelente arma de largo alcance contra las posiciones de tierra y anti-bunker. Richthofen concedió gran importancia al hecho de contar desde las ocho de la mañana en que se iniciaban los ataques contra las posiciones enemigas del frente con al menos dos baterías de cañones Flak 18, unidad que estaba a cargo de los comandantes Walter Kathmann (hasta el 22 de abril) y Neufert (a partir de esa fecha)18. Esta práctica permitió a Richthofen mejorar el resultado de los bombardeos aéreos mediante la combinación de distintos tipos de oleadas de bombardeo sobre una misma posición. Siguiendo a grandes líneas las ideas de Douhet, una jornada de guerra habitual en el frente vasco se desarrolló de la siguiente manera: 1. Ataque artillería de tierra rebelde y de los cañones Flak 18 a las 8am 2. Ataque aéreo con proyectiles explosivos e incendiarios de la aviación de bombardeo hacia las 9am 3. Ataque aéreo a cargo a los aviones de ataque a tierra Heinkel He51 y de las unidades de reconocimiento, mayoritariamente Heinkel He45 y Heinkel He70 hacia las 10am que ametrallaban y bombardeaban las posiciones de tierra 4. Nuevo ataque de la artillería al mediodía 5. Nuevo ataque aéreo de la aviación de bombardeo a primera hora de la tarde 6. Uno o varios ataques de ametrallamiento y bombardeo ligero a cargo a los aviones de ataque a tierra durante la tarde 7. Avance de las tropas de tierra hacia las 6pm
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Estos ataques mantenían inmovilizados a los gudaris durante la práctica totalidad de las horas de luz, desde aproximadamente las ocho de la mañana hasta cerca de las seis de la tarde. El comandante Pablo Beldarrain, a cargo de la defensa de los Intxortas, citaba al corresponsal de guerra George Steer que estuvo durante todo el 24 de abril en el puesto de mando de Elorrio hasta que, anochecido, lo ocuparon los rebeldes, una vez rodeados y caídos los Intxortas. En opinión de ambos, Beldarrain y Steer, “de las veinticuatro horas del día, más de catorce nos tenían inmovilizados19”. Al margen de las operaciones sobre las líneas de frente, los ataques sobre los núcleos de población de la retaguardia se repetían hasta cuatro veces al día y se lanzaban proyectiles rompedores alemanes de 50 y 250 kilos, e italianos de 50, 100 y 250 kilos así como bombas incendiarias20. Las observaciones sobre los efectos de las bombas ofrecieron datos concretos sobre los que trabajar en la mejora de los resultados. Una bomba de 250 kilos que estallase en una calle podía destruir un sótano y los cimientos de los edificios circundantes hasta una profundidad de seis metros. Si la bomba estallaba a dos metros bajo tierra podía generar serios daños a una profundidad de seis metros. Dependiendo del asfalto, una bomba que estallase a un metro de la pared exterior y a una profundidad de dos metros bajo tierra generaría un cráter de cinco metros y medio de ancho y once metros de diámetro. La capacidad destructiva de las bombas de 250 kilos sobre unidades de la línea de frente era ciertamente notable, pero sobre zonas urbanas era aún mayor debido a que la concentración de los blancos (edificaciones, calles, plazas y población) era mucho mayor. Así por ejemplo, una bomba de 250 kilos podía generar un cráter de seis metros de profundidad y más de diez metros de diámetro en un núcleo urbano dependiendo del grosor y naturaleza del asfalto sobre la que impactase. En una calle central con una capa de cinco centímetros de asfalto sobre quince centímetros de hormigón, una bomba podía generar un cráter de 3,5 metros de profundidad por 5,5 metros de diámetro. Esta misma bomba podía penetrar dos metros bajo la superficie y romper un arco de hormigón de 40 centímetros de ancho bajo tierra (como por ejemplo el techo de un refugio). Si caía sobre un pavimento de hasta diez centímetros de hormigón a cuatro metros de la fachada de una casa, el cráter se limitaba a 15 centímetros de profundidad, con un diámetro de 1,2 a 1,8 metros21. Resultaba patente por tanto que una bomba de 250 kilos que estallase en una calle podía afectar seriamente la estructura de un edificio de hasta cinco plantas de cemento armado pero para demoler dicho edificio completamente se requería que la bomba estallase en el interior del mismo. Asimismo, tras el bombardeo de Durango del 31 de marzo de 1937 con bombas rompedoras italianas de 50 kilos desde una altura de 1.000 metros, se observó que los impactos de cada lanzamiento se distribuían en un área de entre 100 y 150 m2 y que se dañaba seriamente la estructura del tejado y del piso superior de las edificaciones, obteniendo un porcentaje de daños que oscilaba en torno al 55% de los edificios
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afectados. Era obvio que la completa destrucción de un edificio sólo se daba cuando se lograba un “blanco perfecto con proyectiles rompedores de 250 kilos”. Esto es, para demoler un edificio de más de cuatro plantas de cemento –y alcanzar un porcentaje de daños del 100%- era preciso que una bomba de 100 kilos o de 250 kilos (dependiendo de la estructura del inmueble) estallase en el interior de dicho edificio. Por otro lado, Richthofen también anotó que “a diferencia de las edificaciones del sur, con una altura máxima de tres pisos, tejados planos y paredes de ladrillo relativamente blandas, lo que se encuentra en el norte son casas de tres y cuatro pisos y que en general cuentan con sótano. Sus muros exteriores tienen un espesor de entre un ladrillo y medio y dos ladrillos macizos o son de piedra natural (basalto o piedras de cantera) y del mismo espesor. La estructura de los tejados es de madera cubierta22”. Tras el bombardeo de Eibar del 25 de abril se observó que, en caso de hacer blanco directo sobre un edificio, un proyectil rompedor de 100 kilos atravesaba cuatro pisos y alcanzaba el sótano, matando a quienes estuviesen allí, si bien los muros exteriores de dichos edificios no se desplomaban necesariamente. En resumen, los edificios y las casas eran, por lo general, más resistentes al impacto de las bombas, por lo que requería o un impacto directo, u otro medio de destrucción. Tal como señaló el coronel Joachim von Richthofen las bombas de 50 kilos (alemanas o italianas) destruían los tejados y el piso superior de un edificio, sin afectar los pisos inferiores o los edificios colindantes; una bomba de 100 kilos italiana por el contrario destruía completamente las edificaciones de cuatro alturas y, finalmente, una bomba de 250 kilos alemana provocaba el desplome total del inmueble, incluidos sus muros, y dañaba los edificios colindantes23. Richthofen comprobó que los repetidos ataques desde una cota de 600 a 800 metros de altura, lo cual era posible gracias a la ausencia de cualquier tipo de defensa antiaérea o terrestre, permitían mejorar notablemente los resultados, por lo que en el caso de Eibar el grado de destrucción alcanzado ascendió al 60%, superior en un 5% al obtenido en Durango. Richthofen estudió y experimentó asimismo diversas técnicas de bombardeo. Los factores en los que concentró el análisis del coronel en el frente vasco fueron como hemos visto la cantidad de explosivo, el tiempo de lanzamiento, la naturaleza de los proyectiles lanzados y sus diversas combinaciones y, finalmente, también las formaciones de vuelo y las estrategias de lanzamiento de proyectiles. Por lo que respecta al lanzamiento horizontal de bombas desde los bombarderos alemanes Junkers Ju52, Heinkel He111 y Dornier Do17 y los italianos Savoia-Marchetti SM81 y SM79, se practicaron varios métodos de bombardeo. El Koppelwurf o bombardeo de corral era una técnica de bombardeo de origen italiano consistente en lanzar una serie de proyectiles simultáneamente -por lo general
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en grupos de tres- en un muy breve espacio de tiempo, volando bajo y a baja velocidad sobre un espacio limitado de terreno (el corral). La densidad de fuego que se obtiene mediante este tipo de bombardeo es inmensa y, por tanto, el grado de destrucción es asimismo importante. El Reihenwurf o bombardeo en torrente o racimo (literalmente lluvia de bombas), era una técnica de bombardeo de origen alemán consistente en el lanzamiento de una lluvia de proyectiles a lo largo de un corredor aéreo sobre el objetivo. Se trata de un tipo muy concreto de bombardeo en alfombra o carpet bombing, que tiene la particularidad de que se pretende concentrar una mayor cantidad de proyectiles sobre el objetivo pero sin obtener necesariamente la densidad de fuego que el bombardeo de corral. Ambos tipos de bombardeo requieren que los bombarderos vuelen en formación de cuña cerrada, formando grupos de tres aparatos cada uno, abarcando un corredor aéreo de unos 150 metros de ancho, a una distancia entre dichos grupos de unos 1.200 metros24. Richthofen notó que las localidades del frente vasco tenían una alta densidad de edificación, compuestas por lo general de dos o tres calles en paralelo que discurren en la dirección de los valles con las casas muy pegadas entre sí25. En estos casos, la técnica de lanzamiento italiana Koppelwurf permitía alcanzar un número de blancos más elevado y un efecto superior sobre los bloques de viviendas que el lanzamiento individual y sucesivo de bombas explosivas ya que la densidad de fuego obtenida era muy superior a la obtenida por otros medios. Si bien dicha técnica sólo era recomendable cuando la cobertura aérea del objetivo estaba garantizada y por lo tanto los bombarderos podían volar más bajo y a menor velocidad26. Finalmente, se comprobó asimismo que dada esta densidad de construcción una bomba lanzada desde un avión impactaría la mayor parte de las veces sobre los tejados de las casas y no alcanzaría objetivos que quedaban fuera de su alcance dada la estrechez de las calles en las localidades vascas. Naturalmente, el ángulo de caída de las bombas no permitía impactos directos a pie de calle por lo que se generalizó el uso de bombas con espoleta retardada. Este tipo de proyectiles con percutor retardado de dos segundos permitía a una bomba de 250 kilos descendiendo a una velocidad de 450 km/h impactar contra el tejado, y horadar fácilmente un edificio de hasta cuatro plantas con el interior de madera hasta explotar dos segundos más tarde a nivel de suelo. De un lado, la explosión a ras de tierra generaría una mayor destrucción, provocando por lo general la completa demolición del interior del inmueble y de buena parte de las fachadas que, por añadidura, caerían sobre los refugios construidos en su interior matando a las personas que se hubiesen refugiado en estos sótanos por la propia explosión, por asfixia o calcinadas por efecto del fuego. De hecho, en sus minuciosos estudios de las ruinas de las localidades que eran ocupadas por los rebeldes, Richthofen observó que el gran elemento destructor era el fuego antes que la onda expansiva
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causada por las explosiones. La bomba incendiaria Elektronbrandbombe B-1E de 1937 consistía en un cilindro de aleación de magnesio o de aluminio y termita27. Estas bombas no explotaban sino que provocaban una deflagración elevando durante los primeros segundos la temperatura circundante a más de 2.500oC. Progresivamente, el contacto con el aire provocaba un descenso de temperatura y una consecuente reducción del oxígeno. Una carga de miles de bombas generaría temperaturas por encima de los 1.500oC y un considerable descenso de oxígeno en el aire durante un lapso de tiempo prolongado. Estas bombas eran lanzadas en una variedad de envases cerrados con un total de entre 12 y 36 de estas bombas que se abrían al ser lanzadas, liberando su carga. Pronto se descubrió que uno de los más graves problemas de estas bombas incendiarias era que pesaban tan sólo 1 kilo por lo que al ser lanzadas desde 1.000 o incluso 2.000 metros, no alcanzaban por lo general el impulso suficiente como para atravesar el techo de un edificio y penetrar en su interior. Para resolver el problema de la penetración de las bombas incendiarias, el mando de la Legión Cóndor comenzó muy pronto a lanzar una carga mixta de bombas incendiarias y explosivas. Así, por ejemplo, un bombardero podía cargar más de mil kilos de bombas incendiarias pero por lo general se prefería organizar la carga como un coctel de bombas explosivas e incendiarias, de modo que un Heinkel He111 podía cargar ocho bombas de 250 kilos, 32 de 50 kilos y 1.152 bombas incendiarias B-1E, o un total de 1.500 kilos de bombas. De este modo, el impacto directo de una bomba de 250 kilos sobre un inmueble seguido del lanzamiento de cientos o miles de bombas incendiarias resultaba en un índice de destrucción cercano al 100%. Una de las observaciones más importantes de los oficiales a cargo de la ofensiva de primavera en el frente vasco fue el hecho de que “el efecto moral de los ataques con proyectiles rompedores de 100 y 250 kilos es muy elevado. No existen posibilidades de protección en los refugios a no ser que éstos sean de construcción especialmente resistente28”. El cóctel de bombas explosivas de 250 kilos e incendiarias de un kilo transformaban los refugios en trampas mortales. Y, al margen de los aspectos tácticos hasta aquí reseñados, Richthofen se dio cuenta muy pronto que el aspecto psicológico de los bombardeos, especialmente el de los bombardeos de larga duración, era mucho más importante y decisivo que la capacidad destructiva de los explosivos. El siguiente paso fue desarrollar esta técnica y concebir “el bombardeo perfecto”, aquél que redujera un núcleo de población a cenizas en un tiempo récord. Dentro del esquema de guerra aérea planteado y desarrollado desde los primeros días de la campaña en Euskadi, y con la mente puesta ya en la “próxima guerra”, la aviación rebelde debía paralizar todos los movimientos del enemigo en el campo de batalla facilitando así la labor de la infantería que, al menos sobre el papel, quedaría limitada a tomar por asalto y sin encontrar apenas resistencia las ruinas de las localidades que habían sido
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previamente bombardeadas por la aviación. Si estimamos que la infantería colocada a una distancia de tiro de artillería sobre las líneas de frente necesitaba entre tres y cuatro horas para alcanzar un centro urbano o una posición fortificada, ese sería el tiempo que la aviación debía mantener a los defensores de dicho centro urbano o fortaleza totalmente inmovilizados y bajo fuego constante. El reto era por tanto desintegrar una localidad en un tiempo récord inmovilizando completamente a sus defensores. Nunca se había logrado esto antes o, si se había realizado en el contexto de las guerras coloniales del Extremo Oriente, no consta ningún registro de ello. El bombardeo de Gernika fue un experimento militar. Richthofen puso en práctica todo lo hasta aquí expuesto con la intención de desarrollar estas técnicas con posterioridad en el curso de la Segunda Guerra Mundial. El bombardeo se llevó a cabo un lunes 26 de abril de 1937, día de mercado durante el cual la población estaba atestada de civiles, en su mayoría provenientes de Bilbao en los trenes que el Gobierno de Euskadi había organizado para aliviar el hambre provocada por el bloqueo de Bilbao29. Esta mayor concentración de civiles iba a permitir experimentar el tiro con ametralladora desde los aviones de ataque a tierra por lo que, tal como afirmó Hans J. Wandel durante su juicio, todos los pilotos tenían orden “de ametrallar desde el aire cuanto se moviera30”. Por añadidura, los civiles refugiados en Bilbao, cerca del cuarto de millón de personas a fines de abril de 1937, no estaban habituados o simplemente desconocían totalmente las técnicas para evadir un ataque aéreo como el que iban a sufrir aquel día en Gernika. Los interrogatorios a prisioneros de guerra y civiles que habían sobrevivido a los bombardeos permitió a Richthofen durante sus visitas a las localidades bombardeadas en el frente vasco entre el 31 de marzo y el 25 de abril de 1937 tener una idea clara de la disposición y naturaleza de los refugios construidos por las autoridades vascas, así como de los protocolos de los servicios de emergencia en caso de bombardeo que prescribían que los civiles debían acudir a los mismos a la señal de alarma (generalmente repique de campanas) y quedarse en los mismos hasta que sonaran las señales pertinentes. Más aún, el mando rebelde tenía perfecto conocimiento de la disposición de los diferentes puntos de interés en la villa ya que, por medio de informadores del interior, habían obtenido planos muy detallados de la localidad31. Una circunstancia a tener en cuenta era la posición geográfica de Gernika, una villa distante unos diez kilómetros al sur de la costa. Ante la ausencia de radares y otros métodos más sofisticados de vigilancia, los sistemas de detección de aviones se limitaban a la colocación de puestos de vigilancia en picos de montaña desde los cuales, a la vista de los aviones, se transmitían señales visuales de
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alarma al campanario de la iglesia de la localidad, desde donde se tañían las campanas. Dado lo reducido del cielo vasco, y la cantidad de operaciones de bombardeo registradas a diario, los vigías veían aproximarse aviones constantemente, por lo que se tendía a hacer excesivas señales, la mayor parte de ellas sin que se produjera un ataque aéreo. Tal como comentó Trinidad Rementeria, este hecho provocaba que algunas personas desecharan acudir a los refugios32. No obstante, si el ataque se realizaba desde el mar, los vigías situados en el pico del monte Kosnoaga de Gernika, de 270 metros de altura, no tendrían posibilidad de divisar los aviones hasta que ya fuese demasiado tarde, ya que un aparato a una velocidad de crucero de 200 a 250 km/h tardaría entre dos minutos y medio y tres minutos en recorrer los diez kilómetros que separan el centro urbano de Gernika de la costa. Este tiempo no es suficiente para acudir a un refugio, por lo que la población sería atrapada por sorpresa en las calles, sin protección. Y, en efecto, el parte del capitán Stefano Castellani, líder del grupo de tres bombarderos SavoiaMarchetti SM.79 de la escuadrilla 280 destacada en Soria que atacó Gernika, menciona una “acción de sorpresa procedente del mar”. No obstante, el parte de Castellani incluye un buen número de falsedades y como tal carece de credibilidad33. De hecho, todos los testigos afirman ver aproximarse los primeros aviones por el este, desde el interior, a las 4:20 de la tarde. Este hecho sorprende notablemente, ya que no sólo se ha documentado que el primer avión que atacó Gernika (muy probablemente un Heinkel He51 de ataque a tierra) provenía del este, sino que dio varias vueltas por los alrededores de la villa antes de lanzar sus seis bombas en pleno centro de la villa y ametrallar a la población durante unos minutos a una altura aproximada de 40 metros34. La razón de ser de este primer ataque era precisamente atraer a la población a los refugios. Nadie sabía en aquel momento que Gernika iba a ser objeto de uno de los más devastadores bombardeos de la guerra en Euskadi y, por lo mismo, desconocían que los refugios se iban a convertir en trampas donde centenares de personas iba a perder la vida. Ese primer Heinkel He51 no era por tanto un “chivato” como algunos autores han sugerido, esto es, un avión de reconocimiento cuya misión era reconocer la villa y asegurar que no existían baterías antiaéreas que pudieran poner en peligro a los bombarderos que llegarían más tarde porque, como ya he indicado, el mando rebelde tenía sobrada información sobre las características de la villa y sus recursos. La misión de este primer aparato fue, por el contrario, atraer a la gente a los refugios donde serían sorprendidos cuando la primera oleada de bombarderos pesados atacase Gernika, una hora y media más tarde. Tras este primer ataque, una segunda oleada formada por tres bombarderos (muy probablemente dos Heinkel He111 y un Dornier Do17) dirigida por el teniente Rudolf von Moureau atacó Gernika proveniente asimismo del este. Los tres aparatos dejaron caer su carga en pleno centro urbano,
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siguiendo la línea de canalización del agua a través de la villa y destruyendo el conducto en el cruce de la fuente de Iturriburu, dejando Gernika sin agua corriente. El testigo González Echegaray aseguraba tajantemente que el Dornier Do17 dio tres pasadas o incluso cuatro sobre Gernika35. Inmediatamente después una escuadrilla de entre tres y seis Savoia-Marchetti SM.79 liderados por el referido capitán Castellani procedentes de la base aérea de Soria bombardearon Gernika36. Todas las bombas cayeron en pleno centro urbano. La causa y el fundamento de este primer ataque realizado en tres oleadas sucesivas era triple. De un lado, se había destruido la red de canalización de aguas de la localidad, impidiendo de este modo la labor de los bomberos y la utilización de agua a manos de otros servicios de asistencia municipales. Por otro lado, se había embolsado a la población en los refugios ya que todas aquellas personas que pudieron encontrar protección en alguno de los más de once refugios de la villa, se hallaban en los mismos, empaquetadas. Por último, los servicios de socorro (bomberos, personal médico y gudaris y otros miembros de la administración municipal) se hallaban ahora en pleno centro urbano, realizando labores urgentes de socorro de heridos, búsqueda y traslado de los primeros cadáveres y extinción de incendios. A todos ellos sorprendería la segunda oleada de bombarderos en pleno centro urbano, al descubierto. Para la mayor parte de la gente que había acudido aquel día en Gernika, el bombardeo había terminado. El Heinkel He51 había lanzado sus seis bombas de 10 kilos sobre el centro urbano, y le habían seguido las aproximadamente cinco toneladas que dejó caer la escuadrilla de Moreau y las cinco o diez toneladas de bombas de la escuadrilla 280 italiana (dependiendo de si eran tres o seis aparatos). Un total de entre diez y quince toneladas de bombas sobre el pequeño centro urbano de Gernika habían causado enormes destrozos y muchos muertos en un lapso de tiempo de escasos cuarenta minutos. Esto parecía ya de por sí excesivo para una localidad que no revestía interés estratégico ni militar alguno. De hecho, todas las bombas habían alcanzado objetivos civiles, y ninguna había destruido ningún objetivo de interés militar. En el momento en el que los últimos bombarderos italianos abandonaban la villa pasados los primeros cuarenta minutos del ataque, Richthofen lanzó sobre Gernika las escuadrillas de aviones de caza y ataque a tierra hacia las 4:40 de la tarde. Había 21 Heinkel He51, siete Messerschmitt Bf.109, diez Fiat Cr.32 y siete Heinkel He45 en el aeródromo de Gasteiz en abril de 1937. A estos se sumaban los cazas italianos de las bases de Logroño y las unidades de las Fuerzas Aéreas del Norte españolas de la base de Lasarte, cuya participación, aunque está documentada, no es del todo segura. Su tarea era generar un anillo de fuego en torno a la villa y ametrallar desde el aire a todo aquel que quisiera abandonar Gernika en cualquier dirección. En cuestión de minutos se concentraron en torno a la villa
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los doce aparatos de la primera escuadrilla de combate J/88 de Heinkel He51 dirigida por el teniente Harro Harder, y los siete aparatos de la segunda escuadrilla J/88 compuesta por Messerschmitt Bf.109 dirigida por el teniente Günther Lützow quien al parecer no participó personalmente en el ataque ya que se hallaba de baja. Participaron asimismo en esta labor los al menos trece aparatos de caza italianos Fiat Cr.32 destacados en el aeródromo de Gasteiz, al mando del capitán Mario Viola37 y el teniente Corrado Ricci, además de un número indeterminado de cazas procedentes de Logroño38. Los aviones ligeros se hallaban en el aeródromo de Gasteiz, a escasos 20 minutos de vuelo de Gernika, por lo que podían fácilmente regresar a la base, repostar, y volver a Gernika en algo más de una hora. Durante treinta minutos los cazas y los aviones de ataque a tierra volaron en círculos alrededor de Gernika ametrallando a los civiles que procuraban huir de la villa, pero sin atacar el centro urbano. Las personas encargadas de las labores de auxilio no eran necesariamente conscientes de que el bombardeo continuaba, ya que ocupados en las labores de emergencia no podían ver sino el paso de algunos de los cazas sobre el centro urbano. Los cazas y aviones de ataque a tierra volaban en “cadenas” de tres aparatos cada uno de los cuales tenía una tarea concreta en el curso de los ametrallamientos aéreos (método de ametrallamiento de trinchera). El primero de los tres aparatos tenía la misión de observar y detectar el objetivo y en ese momento se “descolgaba” a una altura que en Gernika sería de menos de 1.000 metros y picaba formando un ángulo de unos 60º hasta descender a una altura de 50 metros, ametrallando a sus víctimas a una velocidad de entre 150 y 200 km/h y disparando 40 balas de 7,9 milímetros por segundo con sus dos ametralladoras MG17. Por lo general, los civiles reaccionaban aterrorizados y salían corriendo. En ese momento, el segundo aparato de la cadena, que seguía al primero con un intervalo de tiempo bastante dilatado, de unos segundos, picaba y tenía un blanco seguro ya que los civiles por lo general no esperaban un nuevo ataque. Finalmente, el tercer aparato picaba sobre los supervivientes ametrallándolos por tercera vez y, descendiendo tan sólo a unos 150 metros, lanzaba en picado una o varias bombas de 10 kilos antes de remontar el vuelo39. El primero de los tres Heinkel He51 ya había tomado entonces altura, y la cadena giraba y picaba de nuevo de forma ininterrumpida en hileras de tres, sin romper la formación. Los cazas Messerschmitt Bf.109 y los Fiat Cr.32 así como los aviones de reconocimiento Heinkel He45 y Heinkel He70 actuaban de igual modo. Tras treinta minutos de ametrallamiento aéreo y después de pasada una hora y diez minutos de que se iniciara el bombardeo, los veintiún bombarderos pesados Junkers Ju52 procedentes de la base aérea de Burgos irrumpieron en el cielo de Gernika procedentes del mar, aprovechando el efecto sorpresa que esto les brindaba. Atacaron Gernika sucesivamente, volando en cuña cerrada y en grupos de tres, todos los aparatos disponibles de las escuadrillas K/88 de bombardeo de la Legión Cóndor, concretamente, los siete aparatos de la primera escuadrilla de bombardeo bajo el mando del
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teniente Karl von Knauer, al menos siete aparatos de la segunda escuadrilla liderada por el teniente Hans Henning von Beust y al menos otros siete aparatos de la tercera escuadrilla del capitán Erhart Krafft von Dellmensingen40. Joachim von Richthofen escribió que “se utilizaron proyectiles rompedores alemanes de 250 kilos en la modalidad de lanzamiento individual y sucesivo (Reihenwurf). Tras atravesar toda la casa la detonación tiene lugar a ras del suelo produciendo embudos de unos 0,75 metros de profundidad. La casa se desploma por completo, incluidos sus muros exteriores. Los edificios vecinos muestran grietas considerables en ellos. También se utilizaron bombas incendiarias41”. Esto obviamente es falso, dado que poseemos fotografías que fueron publicadas incluso por la prensa alemana del momento -de modo que no es posible alegar desconocimiento o secretismo- en la que observamos cráteres de las características señaladas en este artículo con anterioridad, esto es, más de cuatro metros de profundidad y cerca de once metros de diámetro. De hecho, la técnica utilizada en Gernika fue la de lanzamiento Koppelwurf, que en este caso concreto supuso lanzar un total de aproximadamente 31 toneladas de bombas en varias pasadas sucesivas en un espacio de tiempo de no más de treinta minutos, volando bajo (a una cota de entre 600 y 800 metros) y a baja velocidad, sobre un espacio de terreno (el corral) limitado al centro urbano de Gernika (0,134 km2 o un polígono irregular de 340 m x 700 m) donde se concentraban entre 10.000 y 12.000 personas, la mayor parte civiles. Tras la primera pasada de los Junkers el cóctel de bombas explosivas de 250 kilos e incendiarias generó un gran incendio, y el conjunto del centro urbano de Gernika comenzó a arder. Los Junkers Ju52 transportaban las bombas en bodegas portabombas ESAC-250 y el aviador a cargo del lanzamiento accionaba una palanca que automáticamente podía dejar caer todas las bombas dispuestas en la bodega de una sola vez, en menos de un segundo. No obstante, a pesar de que los bombarderos tardaron al menos 15 segundos en atravesar los 900 metros que separan el norte y el sur de la villa, tiempo suficiente para dejar caer toda la carga de bombas, numerosos testigos observaron a los Junkers Ju52 realizar varias pasadas sobre Gernika. Tal es el caso de Aurelio Artetxe que cómo “la primera oleada de bombarderos daba la vuelta y volvía para realizar otro pase. En ese momento miramos hacia arriba y vimos unos cazas que volaban en círculo sobre la villa a más altura. Entonces los bombarderos volaron sobre nosotros otra vez. Los gudaris seguían disparando. Después, la segunda oleada volvió para efectuar otro pase. Pronto perdí la cuenta. Los bombarderos repetían los pases sobre la villa. Además, llegaban más oleadas desde el sur. El cielo parecía estar lleno de aviones42”. La razón de este hecho está en una orden directa de Richthofen. Tal como informaría el capitán Erhart Krafft von Dellmensingen43, comandante de la tercera escuadrilla de Junkers Ju52, estos aviones
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podían cargar unos 1.500 kilos de bombas explosivas y hasta un máximo de 1.728 kilos de bombas incendiarias en los ESAC-250, pero la cantidad total de carga de estos aviones de transporte era de 3080 kg.44 En consecuencia, Richthofen dio orden de cargar cajas de bombas incendiarias en el pasillo central del avión para ser lanzadas a mano por un aviador colocado a tal efecto en dicho pasillo a través de una de las puertas laterales del aparato45. Cada avión lanzaría entre un mínimo de 41 cajas (o mil kilos de carga) y un máximo de 55 cajas (1375 kg), para lo cual necesitaron hacer varias pasadas sobre el núcleo urbano de Gernika. Testigos como Josefa Bilbao vieron cómo lanzaban lo que parecían ser cajas de munición vacías a través de las puertas de los aviones46. Lo mismo confirmaron otros testigos tales como Imanol Agirre y el gudari Martín Morante Berreteaga. Después de dos o incluso tres pasadas durante unos 20 a 25 minutos sobre el objetivo, Gernika había literalmente desaparecido y las llamas tardarían hasta tres días en ser extinguidas. Así lo vivió José Ramon Segues: “Durante más o menos una hora bombardearon la villa con bombas explosivas muy potentes. Luego empezaron a lanzar las incendiarias. Lanzaron miles. Caían como la lluvia. Desde donde nos encontrábamos parecían lápices plateados que caían a través del aire. Luego hacían un sonido como shh, shh, shh cuando explotaban, lanzando géiseres brillantes de llamas blancas. Después las llamas blancas se apagaban. Pero por todas partes surgían llamas amarillentas. A través del polvo y del humo esas llamaradas parecían cientos de llamas de velas ardientes. Gradualmente algunos de los fuegos se hicieron más grandes. Cada vez más humo cubría la villa. Hacia el final del bombardeo todo estaba oscuro a pesar de que todavía era de día47”. Joachim von Richthofen anotó en su informe sobre el bombardeo que “en el primer ataque se utilizaron ante todo bombas incendiarias que provocaron numerosos incendios en las cubiertas de los edificios. Esto resquebrajó su estructura. En los siguientes ataques se emplearon proyectiles rompedores de 250 kilos que destruyeron las conducciones de agua, lo que impidió las labores de extinción48”. Richthofen mintió asimismo cuando afirmó en este mismo informe que los Junkers Ju52 “provocaron un grado de destrucción de la villa próximo al 75 por ciento, con un volumen de lanzamiento de 31.000 kilos de bombas desde una cota comprendida entre 600 y 800 metros49”. Lo cierto es que el saldo total del bombardeo fue de un 85,22% de los edificios de la villa totalmente demolidos y un índice de destrucción que afectó de diversa consideración a un 99% de las edificaciones de la villa. Tan sólo un 1% de los edificios resultaron indemnes, entre ellos la fábrica de armamento. Después del ataque de las tres escuadrillas de Junkers Ju52, los supervivientes que no habían quedado atrapados o enterrados en los refugios, como las 450 o 500 personas del refugio de Andra Mari, de las cuales apenas sobrevivió ninguna, no tenían otra escapatoria que huir del centro urbano. A fin de evitar que estas personas escaparan del anillo de fuego, los doce Heinkel He51 de
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la escuadrilla J/88 dirigida por Harro Harder despegaron de Gasteiz alrededor de las cinco de la tarde con la misión de ametrallar a los supervivientes. Los acompañaba la escuadrilla de cazas compuesta de cinco Fiat Cr.32 al mando del capitán Mario Viola y la escuadrilla de caza compuesta por unos siete Messerschmitt Bf.109 del teniente Günther Lützow. Hasta ese momento habían transcurrido 100 minutos de bombardeo, y los cazas ametrallarían a los supervivientes durante otros cien minutos. Tal como registró el capitán Elosegi, “habían entrado en acción numerosos aviones de caza Heinkel He51 y donde el humo les abría un resquicio de visibilidad por allí se lanzaban a ametrallar a todo ser viviente. Había transcurrido aproximadamente una hora desde que se inició el bombardeo [realmente habían transcurrido cerca de 100 minutos, algo más de hora y media], cuando desemboqué en la plaza del Ferial, en pleno centro de Guernica. La villa había padecido terriblemente y el incendio estaba haciendo estragos. Numerosas casas eran pasto de las llamas y muchas otras habían sido rasgadas desde el tejado hasta la calle, manteniéndose en pie solamente los muros principales. No obstante, todavía se mantenían algunas casas intactas que, milagrosamente, seguían en pie, como en trágica lotería, pese a las enormes sacudidas que habían padecido. La plaza del Ferial presentaba un aspecto impresionante de muerte y desolación50”. Los civiles, sin conocimiento del poder destructivo de la aviación, fueron presa fácil de los cazas y perdieron la vida en el curso de los ametrallamientos aéreos ya que, desconocedores de las tácticas de vuelo y de la naturaleza de la guerra en sí, ni tan siquiera concebían que alguien quisiera matarlos desde un avión. Tal es el testimonio anónimo de una mujer de Ajangiz: “Oí el avión que bajaba en picado detrás de mí y sin mirar para atrás me tiré de cabeza a una zanja y le grité a la mujer que llevaba a su burro en la carretera a mi lado que hiciera lo mismo. En el momento en que me tumbé oí las ametralladoras del avión y las balas que impactaban a mi alrededor. Cuando el avión pasó, miré a la mujer que permanecía junto a su burro mirando perpleja al avión. “¿Qué intenta hacernos ese pájaro?”, gritó. Yo observaba al avión subir y girar bruscamente. Volvía. Empezó a lanzarse en picado hacia nosotras y volví a gritar a la mujer. Luego hundí mi cara en la zanja y me tapé la cabeza con las manos. Oí las ametralladoras y tenía miedo de moverme aún después de que el avión se había ido por temor a descubrir que me habían pegado un tiro. Pero yo estaba ilesa y el avión se alejó hacia Mendata. Subí de nuevo a la carretera y mi temor se confirmó cuando vi a la mujer que yacía en un gran charco de sangre con su burro todavía vivo a su lado51”. Hacia las siete y cuarenta de la tarde los últimos cazas abandonaron Gernika. La técnica de ataque aéreo, conocida como shuttle bombing o bombardeo en cadena, había generado un ciclo en cuatro fases de bombardeo-ametrallamiento-bombardeo-ametrallamiento que aseguró la presencia constante de aparatos de caza, de ataque a tierra y de bombardeo sobre el objetivo durante tres horas y media. Y, tal como registraron Richthofen y los coroneles Erwin Jaenecke y Wilhelm Meise, el experimento fue “un completo éxito técnico de nuestras bombas de 250 y de las EC-B1 [incendiarias
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B-1E]52”. Añadió Richthofen que “una pequeña parte de la población había pereció en refugios que recibieron impactos” y que cuando cuatro días después -el 30 de abril- acudió a estudiar el efecto del bombardeo, “aún” era posible ver los hoyos provocados por las bombas de 250 kilos, los cuales clasificó de “totalmente increíbles”. El bombardeo dejaba en un tiempo récord de tres horas y media un 85% de los edificios de la localidad totalmente demolidos (un total de 271 edificaciones), un 99% de Gernika afectada y más de 2.000 muertos, de los cuales entre 450 y 500 fueron enterrados vivos en el refugio de Andra Mari sufriendo una muerte agónica. Y Richthofen apuntó en una carta firmada el 25 de mayo de 1937 en lo que aparentemente pretende ser una macabra ironía: “¡En Guernica, pese a todo, me conduje de una forma muy maleducada, desde luego!53”.
Fotografía aérea del bombardeo en la que se observa el carácter quirúrgico del bombardeo. Foto Archivo del Ufficio Storico della Regia Aeronautica Militare de Roma (Riproduzioni varie, busta 44, fasc. 1).
Aparte de la dimensión cuantitativa del nivel de destrucción obtenido, el ataque logró un nivel de precisión difícil de superar. De la observación de las fotografías aéreas tomadas los días posteriores al bombardeo se deduce que la destrucción afectó exclusivamente al área urbana del casco antiguo de la localidad. Teniendo en cuenta que la anchura de una vía de tren (incluyendo los bordes) no es de
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más de unos quince metros, se observa que el bombardeo fue escrupulosamente preciso. Apenas diez metros desde la vía del ferrocarril hacia el centro urbano todo fue destruido, mientras que diez metros hacia el exterior de esta misma vía, el sector industrial no sufrió ni tan siquiera un impacto. Tal es la distancia que separa la estación de ferrocarril a un lado de la vía, la cual fue totalmente destruida, del polígono industrial al otro lado de la vía, que no fue tocado. Si nos fijamos en las calles San Juan y Portu kalea, que en aquella época no tendrían más de quince metros de ancho, observamos que también separan quirúrgicamente la parte totalmente destruida (de estas calles hacia el interior de Gernika) de la que no sufrió apenas daños (de estas calles hacia el exterior de la villa). Por fin, la calle Asilo Calzada también divide quirúrgicamente la parte afectada por las bombas de la que no fue tocada. En este caso incluso puede observarse cómo los árboles de la parte oeste del Pasileku conservaban sus hojas tras el bombardeo mientras aquellos situados al este, están totalmente calcinados. La villa fue cerrada para el examen de las ruinas y los efectos del bombardeo por orden del general Emilio Mola54. Tal como registró Pilar Beitia, un grupo de alemanes tomó fotografías de las ruinas y grabó una película desde la casa Arizetxea de la familia Olazabal55. Como había ocurrido con anterioridad, se interrogó a los supervivientes. En concreto, el gudari Sabin Apraiz fue interrogado por dos coroneles, tres tenientes coroneles y dos mayores sobre el bombardeo de Gernika56”. Este tiempo se dedicó asimismo a limpiar Gernika de las evidencias del bombardeo, y se retiraron fragmentos de bombas o proyectiles sin explotar y otras evidencias materiales del mismo a fin de fundamentar la mentira ordenada por el general Franco el mismo 27 de abril de 1937 de que Gernika no había sido bombardeada sino reducida a cenizas por los propios vascos57. Aparte del propio Richthofen y Sperrle, está documentada la presencia de los generales Mola y Cabanellas en las ruinas de Gernika, y todos ellos tuvieron ocasión de estudiar los resultados del bombardeo58. Se tomaron muchas fotografías, tanto sobre el terreno como aéreas, durante los días en que se llevó a cabo la investigación de los efectos del bombardeo. Algunas de estas fotografías, como las tomadas por el chófer de Richthofen, son meros recuerdos de guerra, pero muy probablemente las fotografías aéreas impresionaron agradablemente a Hitler. La ciudad estuvo bloqueada 24 horas por lo menos, lo que habría permitido a las tropas de tierra avanzar y ocupar las ruinas de dicha localidad sin apenas oposición. Una demostración de que el peso de la guerra recaería sobre las fuerzas aéreas. No se equivocaba, ya que la Segunda Guerra Mundial terminó con el lanzamiento de una bomba atómica sobre la población civil. No obstante, nadie avanzó sobre Gernika, porque se trataba simplemente de un experimento de guerra. Y tras visitar las ruinas de la villa, Richthofen cerró la entrada del 30 de abril de su diario con un comentario lacónico: “Por lo demás, paz en Guernica59”.
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Bibliografía60 AA.VV., Sustrai Erreak 2, Guernica 1937, Aldaba-Gernikazarra, Gernika-Lumo, 2012. Beldarrain, Pablo, Los asaltos al Monte Intxorta = Intxorta Mendiko Burrukaldiak (1936-1937), Geu, Bilbao, 1980 Craven, Wesley F.; Cate, James L. (Eds.), Army Air Forces in World War II, Office of Air Force History, Washington D.C., 1948. Douhet, Giulio, Il dominio dell’aria: probabili aspetti della guerra futura e gli ultimi, A. Mondadori, Milán, 1932. Elosegi, Joseba, Quiero morir por algo, Plaza y Janés, Barcelona, 1977. Hitler, Adolf, Hitler’s Table Talk, 1941-1944: His Private Conversations, Enigma Books, New York, 1951. Humberto Unzueta, “Las víctimas del bombardeo. La documentación básica”, Aldaba Gernika-Lumoko Aldizkaria, n.º 86, marzo-abril de 1997. Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen. Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012. Irujo, Xabier, Gernika: 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017. Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976. Preston, Paul, Franco: A Biography, Basic Books/Harper Collins, New York, 1994. Salas, Jesús, Guernica, Rialp, Madrid, 1987. Smallwood, William [Egurtxiki], El día en que Gernika fue bombardeada, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013. Southworth, Herbert, La destrucción de Guernica, Comares, Granada, 2013.
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1
Hitler, Adolf, Hitler’s Table Talk, 1941-1944: His Private Conversations, Enigma Books, New York, 1951, p. 569.
2
Preston, Paul, Franco: A Biography, Basic Books/Harper Collins, New York, 1994, p. 161.
Promemoria per S. E. Il Capo di Stato Maiore Generale. Roma, febrero 1, 1937. NARA, RG 242. Foreign Records Seized Collection. Collection of Italian Military Records, 1935-1943. Microfilm Publication T821, R. 214, 3-5.
3
Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen. Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, pp. 67-68. 4
5
Ibid.
Ver, Viñas, Ángel, “Negociaciones sobre el apoyo nazi-fascista a Franco”, Bombardeos en Euskadi (1936-1937), Gernikako Bakearen Museoa, Gernika-Lumo, 2017 6
Notizie di carattere militare. Febrero 1, 1937. Foreign Records Seized Collection. Collection of Italian Military Records, 1935-1943. Microfilm Publication T821, R. 214, 7. 7
Promemoria per S. E. Il Capo di Stato Maiore Generale. Roma, febrero 1, 1937. NARA, RG 242. Foreign Records Seized Collection. Collection of Italian Military Records, 1935-1943. Microfilm Publication T821, R. 214, 3-5.
8
Memorándum del cónsul de los Estados Unidos en Bilbao William E. Chapman al embajador Claude G. Bowers. Donibane Lohitzune, junio 14, 1937. NARA, Bilbao Consulate General Records (1936-1946). Box 4, 1937.
9
10
Douhet, Giulio, Il dominio dell’aria: probabili aspetti della guerra futura e gli ultimi, A. Mondadori, Milán, 1932.
Craven, Wesley F.; Cate, James L. (Eds.), Army Air Forces in World War II, Office of Air Force History, Washington D.C., 1948, p. 81. 11
Entrada del 24 de marzo de 1937 en el diario de Richthofen. En, Maier, Klaus A., Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 91. 12
Entrada en el diario de Richthofen del primero de mayo de 1937. En, Maier, Klaus A., Guernica, 26.4.1937: La intervención alemana en España y el Caso Guernica, Sedmay ediciones, Madrid, 1976, p. 130.
13
14 Entrada en el diario de Richthofen del 31 de marzo de 1937. En, Maier, Klaus A., Guernica, 26.4.1937: La intervención alemana en España y el Caso Guernica, Sedmay ediciones, Madrid, 1976, p. 98.
15
Legutio fue ocupado el 22 de julio de 1936 y Bilbao el 19 de junio. De Legutio a Bilbao por Igorre hay 50 km.
Para el conjunto de la contienda, y estimando que las tropas rebeldes partían de Iruñea, he calculado una distancia entre Iruñea y Bilbao de 200 km. Lo que supone un avance medio de 0,59 km por día. De Gasteiz a 16
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Bilbao (por Igorre), la distancia es de 73 km, lo que supone un avance medio de 0,21 km/día. Entrada del diario de Richthofen del 4 de abril de 1937. En, Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 104. 17
18 Entrada del diario de Richthofen del 27 de marzo de 1937. Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 94.
Beldarrain, Pablo, Los asaltos al Monte Intxorta = Intxorta Mendiko Burrukaldiak (1936-1937), Geu, Bilbao, 1980, pp. 83-84.
19
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 20
Report prepared by an extra attaché to the embassy (sent by the air raid precautions department of the Home Office), December, 1936. Kew HO 186 2774. 21
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 22
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 23
El general Pietro Pinna de las fuerzas armadas italianas (CTV) indicó que los bombarderos alemanes adoptaban una formación de vuelo cerrada cuando volaban sin apoyo de los cazas (strettamente serrati in un grappolo). Pietro Pinna, Relazioni del General Pinna, Salamanca, 17 de abril de 1937, p. 20. USAM, busta 104, fascicolo 8. 24
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 25
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 26
La termita es un polvo metálico que sirve como combustible y óxido metálico. Cuando se enciende por calor, la termita experimenta una reacción exotérmica de reducción-oxidación (redox). El resultado es la generación de muy altas temperaturas y, naturalmente, fuego. 27
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 28
29
Irujo, Xabier, Gernika: 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017, pp. 65-69.
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“Los aviones que bombardearon Guernica y que actúan en el frente vasco son alemanes, conducidos por pilotos de la misma nacionalidad”, Ahora, domingo, 30 de mayo de 1937, p. 8. Ver asimismo, “Un informe sensacional de Mr. Mackinnon, jefe del departamento de investigaciones aeronáuticas de la marina inglesa, sobre el bombardeo de Gernika”, El Sol, domingo, 30 de mayo de 1937, portada. Hemeroteca Municipal de Madrid (HMM). 30
Guernica. Con la situación aproximada de sus fábricas de guerra. En, AA.VV., Sustrai Erreak 2, Guernica 1937, AldabaGernikazarra, Gernika-Lumo, 2012, p. 267. 31
32 Testimonio de Trinidad Rementeria en, Smallwood, William, El día en que Gernika fue bombardeada, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013, p. 33.
33
Irujo, Xabier, Gernika: 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017, p. 58 (nota 351).
Testimonio de Jose Ramon Urtiaga en, Smallwood, William, El día en que Gernika fue bombardeada, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013, p. 50. Ver asimismo los testimonios de Pedro Gezuraga, Aurelio Artetxe, Iñaki Rezabal y Faustino Pastor en, Smallwood, William, The Day Gernika Was Bombed, pp. 44, 51 & 55-56.
34
35
Entrevista de Jesús Salas a González Echegaray. Sin fecha, AHEA, A-2124.
Xavier Juncosa documentó la participación de una escuadrilla de bombardeo compuesta por tres bombarderos Savoia-Marchetti SM.79 comandada por Paolo Moci, a la cual el parte de Castellani no hace referencia, por lo que pudiera tratarse de un total de seis o más bombarderos. Xavier Juncosa, El País, 8 de agosto de 1999. 36
37 Mario Viola utilizó el seudónimo de Mario Viotti. Elenco nominativo del personale dell’Aviazione Legionaria del continente, p. 15. USAM, Gabinetto del Ministro, Busta 88, Fasc. 7.
El informe de Velardi menciona la actividad de cincuenta y siete cazas Fiat Cr.32 volando en los frentes de Euskadi y Aragón ese mismo día, completando un total de 82 horas de vuelo. USAM, Busta 71, Fascicolo 9, y Diario Storico, USAM, Busta 68, Fascicolo 98. 38
39
Informe sobre pilotos alemanes e italianos. APC, Documentos Militares Guerra Civil (1937-1939), n.º 52.
40
Irujo, Xabier, Gernika: 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017, pp. 75-77.
41 Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b.
42 Testimonio de Aurelio Artetxe en, William Smallwood, El día en que Gernika fue bombardeada, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013, p. 70.
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Auswertung Rügen. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. Ángel Viñas cita las referencias por el
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número de página original del texto que se inicia en el legajo 7/57 a. Ángel Viñas, “Epílogo [a la nueva edición de la obra de Herbert Southworth, La destrucción de Guernica]”, Comares, Granada, 2013, p. 644. L’Aviazione Tedesca al 10 gennaio 1936. NARA, RG 242. Foreign Records Seized Collection. Collection of Italian Military Records, 1935-1943. Microfilm Publication T821, R. 214, 66-133. 44
45
Salas, Jesús, Guernica, Rialp, Madrid, 1987, p. 282.
Testimonio de Josefa Bilbao en, William Smallwood, El día en que Gernika fue bombardeada, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013, p. 82.
46
Testimonio de Jose Ramon Segues en, William Smallwood, El día en que Gernika fue bombardeada, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013, p. 94. 47
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 48
Informe sobre el efecto de los bombardeos sobre ciudades españolas (frente de Vizcaya) del coronel Joachim von Richthofen. Mayo 28, 1937. Heft 2, Führung, Abschnitte IV bis VI, legajo RL 7/57b. 49
50
Elosegi, Joseba, Quiero morir por algo, Plaza y Janés, Barcelona, 1977, p. 131.
Testimonio anónimo de una vecina de Ajangiz en, Smallwood, William, El día en que Gernika fue bombardeada, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2013, p. 44.
51
Entrada del diario de Richthofen del 27 de marzo de 1937. Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 128. Informe del viaje de servicio del coronel Jaenecke. 18 de mayo de 1937. Klaus A. Maier, op. cit., p. 180. Ver asimismo, Informe del viaje de servicio del coronel Meise. 21 de marzo de 1938. Klaus A. Maier, op. cit., p. 181. 52
53
Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 128.
Instrucciones del general del Ejército del Norte, Emilio Mola, al general jefe de Flechas Negras, general Sandro Piazzoni, en Deba. Instrucciones sobre Operaciones, Gasteiz, 28 de abril de 1937. AGMA, Caja 2585, Carpeta 42/1. Véase asimismo USSME, F. 18. 54
Humberto Unzueta, “Las víctimas del bombardeo. La documentación básica”, Aldaba Gernika-Lumoko Aldizkaria, n.º 86, marzo-abril de 1997, p. 43. 55
56
Entrevista de William Smallwood a Sabin Apraiz, 1972. WSA, File Gernika, E. Sabin Apraiz, 1972.
57
Operazioni di Bilbao. Salamanca, 27 de abril de 1937. Una copia de este documento se conserva en el Centro
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Gernika, un experimento de guerra
de Documentación del Bombardeo de Gernika (GBDZ). 58
Irujo, Xabier, Gernika: 26 de abril de 1937, Crítica, Barcelona, 2017, p. 62.
59
Klaus A. Maier, Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 128.
Todos los documentos citados en este artículo están a disposición del lector en el Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika situado en el Museo de la Paz de la localidad. 60
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1937- Bombardeos de Zalla tras la conquista de Bilbao Iosu Gallarreta Consultor en procesos de descolonización El ejército sublevado ha ocupado Bilbao y parte de sus defensores se retiran hacia el sur-oeste de Bizkaia para intentar recomponer sus diezmados batallones y poder agruparlos con las fuerzas que han estado a punto de ser copadas en el norte de Araba. A 24 kilómetros de la capital, todas las casas de Zalla rebosan de refugiados, los batallones del Ejército de Euzkadi, junto a sus aliados cántabro-astures, intentan frenar el avance fascista y reorganizar un frente sur que impida la pérdida total del territorio vasco. Cada día la flota aérea rebelde bombardea el valle para evitar la consolidación de posiciones gubernamentales y la huida de la población civil. Palabras clave: Contención, Batallas, Rebeldes, Bombardeos, Zalla, Refugiados
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1937- Bombardeos de Zalla tras la conquista de Bilbao
Sin tomar en cuenta los tres bombardeos de mayo sobre Zalla y Aranguren1, sobre los que desconocemos detalles, la primera referencia a incursiones aéreas de importancia se produce al anochecer del día 17 de junio cuando uno o dos aviones atacan el centro de Aranguren, sede de una industria papelera que emplea alrededor de 700 trabajadores. El objetivo del ametrallamiento y las bombas será el casco urbano donde se concentran un cine-teatro, el botiquín, un lavadero de ropa, un bar y salón de baile, el depósito de agua y casas de habitación entre otros. Los pobladores huyen hacia el monte, se refugian en una cueva, en la Papelera y el túnel bajo el ferrocarril, o buscan pequeñas depresiones donde pasar la noche a salvo de la metralla y las ondas expansivas. Al menos tres muertos, heridas varias mujeres y el médico, el depósito de agua destruido, algunas fachadas derrumbadas y otros daños menores son el balance de esta incursión aérea. El día siguiente, 18 de junio, un caza ametralla el tren con los refugiados que huyen del bombardeo de Aranguren hacia Santander por lo que deben ocultarse en el túnel-refugio del Arroyo (Otxaran), a pesar de encontrarse lleno de personas y de que las chispas de su caldera causan incendios en los colchones de paja. Los militares insurgentes ocupan Bilbao el día 19 y bombardean las tropas vascas en retirada sobre la carretera Bilbao-Balmaseda provocando la muerte de un cabo de ingenieros en Zalla2. Durante los próximos diez días no darán un momento de respiro a la población civil, gudaris y milicianos en el valle de Salcedo. El Ejército de Euzkadi intenta establecer sucesivas líneas de contención (Sasiburu, Eretza,…) que no resultarán eficaces ante la carencia de tiempo para fortificarlas. Así el obligado repliegue en la Encartación establecerá un punto fuerte en Sodupe, donde el río Cadagua recibe afluente alavés, Herrerías, para formar un estratégico nudo de comunicación entre el S., donde se encuentran parte de la 10ª Brigada Mixta y tropas de la III División al mando del coronel J. Ibarrola, y el O., entrada al valle de Salcedo y camino obligado de retirada hacia Santander.
Panorámica O de Sodupe : A - Monte Mondona (Mendi Ona o Crucijadas) B - Barrio Zubiete y camino a Gordexola. C - Fábrica de tejidos de yute “La Conchita”. D - Río Kadagua y (dcha.) comienzo de la ladera del monte Ganzabal.
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Iosu Gallarreta
El día 20 organizan sus posiciones en las laderas de Ganzabal (492 m.). Sobre la carretera de Bilbao y el río se sitúa el Batallón nº 60-Guipuzcoa, seguido por el nº 43 de Asturias, en Crucijadas [Mendiona, 225 m.], que enlaza hacia Gordexola con el Arana Goiri y este con el nº 18-Loiola. Los zapadores no se presentan a trabajar en el previsto atrincheramiento nocturno de Ganzabal. La aviación fascista sobrevuela las posiciones hacia las 17:00 hrs. y una hora más tarde comienza un castigo de la artillería que se mantiene sobre Sodupe hasta las 21:00 hrs, por medio de baterías de 7’5 y 10’5 situadas tras el puente volado en Okendo. También envían patrullas de exploración por esta carretera hacia las 20:00 hrs3. Durante la mañana siguiente, los defensores de Sodupe contabilizan tres biplanos en vuelo a las 11:15 hrs., un caza de reconocimiento a las 12:00 hrs. y ocho trimotores y tres cazas que atraviesan desde las márgenes de la ría de Bilbao hacia Burgos4. Este día 21 de junio será un día de gran actividad aérea. Desde el observatorio del monte Eguen (562 m.) dan aviso de la llegada de nueve trimotores procedentes de Orduña que giran hacia el oeste en Padura (Sodupe) para continuar sobre el río Cadagua hasta llegar a Zalla. Arrojan sus primeras bombas en Gueñes, junto a la estación de tren, y las siguientes en Zalla sobre las Escuelas Municipales de Lusa que resultan destruidas provocando varios muertos en el río y huertas cercanas5. Una familia de refugiados con un sacerdote desaparece en las faldas de La Araña (Larraina)6. Continúan hacia las Escuelas Municipales de la Plaza de Euzkadi, lugar donde se efectúan los bailes populares, las ferias de ganado y partidos de fútbol. Las aulas son arrasadas por las bombas incendiarias, junto a varios establos cercanos, la báscula y el arbolado circundante. Sólo cuatro años después serán reconstruidas por la Comisión Provincial de Regiones Devastadas7. Tres formaciones en cuña, con tres aviones cada una de ellas, enfilan la Plaza de Los Fueros, frente a la iglesia y el ayuntamiento, donde también arrojan bombas y matan un anciano8, algunas de ellas explotarán un mes más tarde causando otros dos muertos9. Destruyen las cocheras de la Fonda y una niña de meses reventará como consecuencia de la onda expansiva10. Sobre Av. Lanzagorta, principal arteria del pueblo, los bombarderos abarcan una anchura aproximada de cien metros en dirección S., las casas están rodeadas por huertas y jardines de modo que los daños son dispersos, pero, al menos un miliciano y tres mujeres resultan muertos antes de llegar a la
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herrería donde un grupo de personas ocupa por completo el desagüe bajo la carretera. Varias de ellas resultarán muertas y heridas. Los pabellones de la herrería son destruidos totalmente11.
Las flechas indican la trayectoria de los bombarderos en la operacíón iniciada a las 09:00 hrs. del día 21-6-1937. A- Escuelas de la Plaza de Euzkadi. / B - Plaza de los Fueros. / C - Avenida Lanzagorta. / D - Herrería y puente de Mendieta. / E - Barrio de llantada. / F - Barrio de Ibarra, sede de la II División Vasca (Nino Nanetti). / G - Probable Puesto de Mando de la III División Vasca (Juan Ibarrola).
Superado el río, continúa el bombardeo sobre los barrios de Mendieta y Uribarri donde hunden los tejados de algunas casas12. Los siguientes objetivos afectados serán una granja para la cría de pollos donde matan un refugiado, un caserío y un pastor adolescente con su rebaño de vacas que será reventado por una onda expansiva en el barrio de Llantada13. Provocan varios heridos en la vía del ferrocarril Bilbao-La Robla al bombardear sobre la carretera Bilbao-Balmaseda14 y en la fábrica papelera de Serrano (Ibarra) deshacen los pabellones y la capilla vieja con bombas incendiarias y explosivas15. Aquí se encuentra acuartelada la II División al mando del voluntario comunista italiano Nino Nanetti quien, a sus treinta y un años, resulta herido de muerte y fallecerá un mes más tarde en el Hospital de Valdecilla (Santander) tras ser evacuado entre terribles dolores causados por la metralla alojada en su espalda16.
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Nino Nanetti, brigadista italiano. Teniente-coronel de la II División Vasca.
En el río varios gudaris son destrozados mientras se asean17 y diversas partes de sus cuerpos acabarán colgando en las ramas de los chopos18. Al frente, en la margen derecha, destruyen el camino que lleva hacia el idílico paraje de Bolunburu, donde se aloja parte del Batallón Loiola, sin producir víctimas. En este punto las aeronaves inician el retorno hacia el centro de Zalla sobrevolando la carretera desde Gobeo, matan un hombre al inicio del monte y comienzan una nueva ronda de bombardeo en el valle19. No es posible discriminar, en base al relato de los testigos, en cuál de los dos recorridos se produjeron los efectos descritos en el primero de ellos o si fueron dos bombardeos independientes. Al menos dos horas transcurrieron entre el primero (Manuel Ariño, 09:00 hrs.) y el último (Vicente Urruela, 11:00 hrs.) de los muertos registrados ese día20. La tercera pasada que hicieron, cuando ya una nube de humo y materia en suspensión cubría la planicie, fue tan solo de observación. Ramón Galarza, capitán del batallón Sukarrieta, describe así este bombardeo donde murió su hermano: “Apareció la aviación alemana. Se asemejaban a los piojos. Plateados por arriba y negros por abajo. Fue uno de los bombardeos más horribles que conocí. Nuestros cuerpos, debajo de unos manzanos, rebotaban en el suelo. Casas, árboles, caminos, todo quedó destruido. Duró aquello como media hora. Polvo, sed, abatimiento…Vamos al cementerio, había un montón de muertos…No había féretros, no había nada”21.
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En Sodupe acaba la tarde con el ejército invasor ocupando el Cinturón de Defensa de Bilbao en Trasareña y estribaciones de las cotas 338 y 376. Los zapadores fortifican de noche en Mendiona tan solo durante tres o cuatro horas debido al mal tiempo. El día 22 de junio, la aviación rebelde envía nueve biplanos sobre Mendiona a las 08:30 hrs. Una hora después, tres cazas efectúan vuelos de reconocimiento y siete biplanos pasan en dirección a Zalla a las 10:45 hrs 22. La artillería que defiende Sodupe dispara contra tropas rebeldes a las 10:00 hrs. en Lejarreta (cota 406) sin resultado ya que el tiro es corto y desviado23. Seis aparatos de bombardeo y seis cazas enemigos son detectados a las 11:40 hrs. por la 1º Brigada de la 1ª División del Cuerpo de Ejército de Santander sobre el pantano de Ordunte viniendo de Balmaseda24. Zalla será bombardeado de nuevo sobre las 10:00 hrs. resultando muertos seis gudaris del Batallón 1º de Ingenieros, algunos de ellos mecánicos del llamado Taller Rodante de Agirre y, al menos, otro del Batallón Kirikino25. No se han encontrado registros de otras víctimas aunque es muy probable que se produjeran. La población de Zalla, principalmente mujeres, niños y personas mayores, se encuentra refugiada en cuatro túneles de ferrocarril, así como en otros refugios más precarios distribuidos por todo el pueblo. Los hombres generalmente atienden al ganado en los caseríos y suministran alimentos a sus familiares en los refugios durante estos diez días26. A las 12:00 del mediodía, algunos bombarderos acompañados de cazas sobrevuelan Sodupe y a las 15:00 hrs. dos cazas regresan para efectuar vuelos de reconocimiento27. El día 23, un temporal de agua imposibilita las operaciones de penetración rebelde, incapaces de avanzar sin bombardeos previos que deshagan las defensas vascas. Aunque dedican el día a reorganizar y mejorar las posiciones28, sobre las 14:35 hrs. numerosas fuerzas, protegidas por una columna de 17 tanques, avanzan por la carretera Bilbao – Sodupe y atacan las posiciones de la 10ª Brigada Mixta en su flanco izquierdo. La embestida fue rechazada por el Batallón nº 60 Guipuzcoa cooperando para ello la artillería de la Brigada con certeros disparos29. Uno de sus gudaris relata cómo tras arremeter con carros de combate, los rebeldes inician un ataque con ametralladoras, fusilería y, más tarde, artillería, mientras su Batallón debe protegerse tras árboles
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corpulentos por no disponer de trincheras. Los combates son encarnizados y llegan a cruzar fuego con bombas de mano, pero la resistencia será limitada debido al escaso material bélico disponible30. En Zalla, el 6º y 9º Batallón de Ingenieros trabajan para fortificar las posiciones de Espaldaseca31 (695 m.) y alrededores de Somokurtzio (410 m.) con cuatro trincheras, que cubren 800 metros, nidos de ametralladoras y algunos refugios contra aviación y artillería32. Abajo, en el río, los cazas atacan al Batallón Loiola que se defiende con ametralladoras en Bolunburu33.
Plano realizado por el Ejército de Euzkadi que detalla los puestos defensivos en el monte Rioya y las trincheras en el Barrio Somokurtzio (S de zalla).
Al atardecer, durante los funerales por las víctimas de los bombardeos producidas en los días anteriores, nuevos ataques aéreos obligan a interrumpir los oficios rituales para que los asistentes puedan refugiarse bajo la torre del campanario. El traslado de los féretros hasta el cementerio será efectuado a pie por el cauce del arroyo de Otxaran, bajo la vegetación de ribera, pero deberán abandonarlos en su entrada debido al continuo acoso de los cazas34. Sobre las 15:00 hrs., un aparato rebelde de reconocimiento sobrevuela las posiciones vascas de Sodupe mientras en Zalla, sin poder determinar la hora, la aviación ametralla en dos ocasiones el chalet de la papelera Serrano (Ibarra), sede de la II División35. El día 25 de junio, una columna rebelde compuesta por 2.000 hombres, tanques y artillería, procedente de Okendo, ayudada por otra, algo menor, llegada del recién ocupado Sodupe, atacan Gordexola y
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avanzan hacia el inmediato monte Carobo [Arzia, 565 m.] “…de cuyo pico tras largo combate con auxilio de bombardeo y constante ametrallamiento aéreo…”36 consiguen desalojar a los gudaris y milicianos faltos de trincheras adecuadas para poder resistir. Esta ocupación implica también la del pico Eguen (cota 564), la cota 563 y el pico Laguna (552 m.) y el avance por la carretera ArtziniegaBalmaseda. En los escenarios de Arzia y Larrea (632 m.) se producen los combates de montaña más intensos por el dominio del valle de Salcedo.
Panorámica S de Zalla: A - Monte Arzia (o Carobo). / B - Monte Eguen (o Ilso) / C - Monte Rioya.
En la continuación de la cordillera (Celadilla, S. de Zalla), la aviación ametralla el Batallón nº 43 Cultura y Deporte37 y, en el centro del pueblo, los alrededores de la iglesia donde se encuentra el Batallón Sukarrieta38. El día 26, columnas rebeldes conquistan Lujar (539 m.), al N. del valle del Cadagua, para dirigirse hacia Galdames y alto de Garai (376 m.) donde se establecen. Tan solo quedará el espolón Larrea-Ubieta como protección de Zalla donde el Batallón 42, desde sus posiciones en Espaldaseca (695 m.), ha conseguido detener el avance de los ocupantes de Arzia (565 m.). Durante la noche, 01:45 hrs., inicia un contraataque para intentar desalojarlos pero encuentra bastante resistencia39 ya que a las 09:05 hrs. continúan combatiendo a pesar de intensificar el tiro de artillería. Solo logran tomar y mantener las cotas 501 y 52440. El Batallón nº 43, Cultura y Deporte, lucha entre las 08:00 hrs. y las 11:00 hrs. hasta que recibe orden de retirada al depósito de aguas del monte Lama (347 m.), mantiene esta nueva posición durante dos horas más y, tras una gran desbandada, desciende al río junto a la fábrica de Plomos y Estaños en Ijalde - La Herrera41.
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El 27 de junio en la madrugada, el Batallón Guipuzcoa acude a relevar al Arana Goiri y se topa en Zalla con el enemigo a quien obliga a retroceder fuera del pueblo. Ocupará las últimas casas y el cruce de vías del ferrocarril en Aranguren hasta el atardecer42. En el sector S., a las 04:00 hrs., cuatro Batallones de una Brigada vasca intentan recuperar las cotas: 518, 497, 504, 552 y 564. A las 05:30 hrs. el Batallón nº 55 [Kirikiño] consigue la cota 518; a las 06:15 hrs., el Batallón nº 7 [AzañaBizkaia] ocupa la cota 518 (sic) después de una pequeña resistencia del enemigo a quien empuja a las alturas 552 [Laguna] y 554 [Eguen]. Aquí se hace fuerte con intensos tiros de fusil ametrallador, dos ametralladoras y artillería e impide su captura a los Batallones vascos nº 68 [ANV-EAE-3] y nº 31 [Zabalbide] 43. Un adolescente es herido en Gallardi por la aviación, que bombardea y ametralla entre las 12:00 y las 12:3044, para ser luego rematado por un africano del Tercio. Otro joven también será asesinado poco después al oponerse a ser robado por un compañero del anterior45. En el sector N., la artillería rebelde defiende durante la mañana y la infantería durante el día entero el pico La Cruz (Larrea 632 m.)46. Los Batallones nº 122 (12ª Brigada de Santander – División B)47 y el Abellaneda/Muñatones48 efectúan tres contraataques a las posiciones perdidas de Larrea. En uno de ellos lograrán recuperarlas pero no conservarlas debido al intenso castigo de la aviación rebelde que los expulsa tras causar 28 muertos, entre ellos un capitán, y pérdida de dos ametralladoras49 .
Panorámica NE de Zalla: A - Monte Larrea (o La Cruz). B - Monte Bilbato. C - Fábrica papelera de Serrano (Barrio Ibarra).
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El día 28, se estrecha el cerco con la invasión de los pueblos Gueñes y Aranguren50 y el cerro–isla de Bilbato (Zalla) cuyos defensores cántabros morirán en las trincheras; la ocupación de la cordillera S. (Celadilla) y los barrios al pie de ella (Gallardi, Aretxaga, Ibarra) permite el cruce del río por el puente de Mendieta51, tras sobrepasar la primera línea republicana del ferrocarril Bilbao – La Robla. Un número indeterminado de dinamiteros, apresados mientras intentaban volar el citado puente, son trasladados al matadero de animales de Aranguren e inmediatamente fusilados52. El ejército atacante realiza un avance “penosísimo” debido no sólo a “la resistencia opuesta por el enemigo apoyado por la artillería y carros” sino también “por el temporal de lluvias intensas” y “por las crecidas de los ríos que…han tenido que atravesar nuestros soldados con agua hasta el pecho y corriente torrencial” 53. Será el último día de resistencia al caer los caseríos de Zokita y Angostura (al S.O. de Zalla) y el monte Arbalitza (683 m.) que domina el valle y dista un kilómetro de Balmaseda54. Se combate en el centro de Zalla donde un carro de combate vasco dispara hacia el S., entre las calles del Batzoki y la Fonda55. La ametralladora situada en el alto de Baluga56 y la de Bilbato serán los últimos baluartes57. El Batallón Muñatones/Abellaneda retira sus posiciones en el Picón de Ahedo (258 m., Otxaran) y traslada la artillería a Bezi (O. de Zalla)58. El día 29 de junio, en la colina que cierra el valle de Zalla por el O., todavía se mantienen el Batallón socialista Torrijos en Artebizkarra (193 m.) y el Batallón abertzale Loiola en Bolunbru (282 m.) cuando ven llegar por la carretera hacia Balmaseda diez tanques italianos sin haber escuchado tiros. Retroceden hacia Otxaran hasta encontrar el Batallón de Santander que, habiendo estado un kilómetro detrás de ellos, no dio aviso al retirarse59. Tropas coloniales africanas, fundamentalistas navarros y los Freche Neri fascistas entran a mediodía con sus carros de combate para arrancar la ikurrina e imponer la bandera bicolor en Zalla. Hacia las 15:00 hrs., las tropas en retirada efectúan varios disparos de artillería contra los ocupantes y obligan a los civiles a correr de nuevo a los refugios60. La suma de unos 5.000 prisioneros que facilitan los partes internos del ejército sublevado entre las conquistas de Bilbao y Balmaseda es aproximada y no sabemos si exagerada 61 pero puede ayudar a cuantificar la situación de “descomposición” que el capellán Julio Ugarte percibió a su llegada a Balmaseda62. Hubo también falta de munición en algunas batallas63 propiciada por la pérdida de varias fábricas de armamento en la margen izquierda de la ría64.
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El mismo día 29, el jefe del Estado Mayor, Ángel Lamas, constata el estado de abatimiento entre sus tropas 65 aunque, en su estilo hiperbólico, llama a la resistencia y confía aún en la llegada de la aviación republicana66. El comandante Ibarrola se limita a describir la retirada: “Pierdo Gueñes. Defiendo 3 días Zalla con el Puesto de Mando en 1 chalet a 100 metros de la Iglesia objeto de sucesivos bombardeos de la aviación…Tengo que replegarme a Traslaviña y aquella carretera hacia Carranza estaba completamente ocupada por aldeanos que evacúan con sus enseres, carros, ganado, impedimenta y material militar perteneciente a unidades que ocupaban el Frente de Orduña y Villarcayo”67.
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1
P.R.R. Euzkadi, 21-5-1937; P.R.R. Euzkadi, 22-5-1937; Video-entrevista: Jose Luis Guijarro, 2013.
2
Registro Civil de Zalla, 19-6-1937; Felipe Antón García, Batallón nº 12-UGT.
3
AGMAV, C. 690, 3, 6 / 1.
4
AGMAV, C. 690, 3, 6 / 3.
5
Video-entrevistas: Juan Anjel Etxebarria, 2012; Hilario Valverde, 2013.
6
Video-entrevista: Gizane Ruiz De la Hera, 2016.
7
Bizkaiko Foru Artxibategia, Zalla-631.
8
Registro Civil de Zalla; Casimiro Lacabex Larracoechea, 75 años.
Registro Civil de Zalla, 21-61937. Enrique Gomez Lambarri, 16 años, y Antonio Gimenez Gimenez, Rgto. S. Marcial nº 13.
9
10
José Gallarreta Marina, comunicación personal. El nombre de la niña era Eguzkine Isasi Gallarreta.
11
Video-entrevistas: Hilario Valverde, 2013; Dolores Ariño, 2013.
12
Video-entrevistas: Jesús Otxoa, 2014, Bonifacio Allende Allende, 2014.
13
Registro Civil de Zalla, 21-6-1937; Video-entrevista: Carlos Ariño Ariño, 2013. Su nombre era Manuel Ariño Ariño.
14
Juan Pardo, comunicación personal.
15
Video-entrevistas: Teresa Pagazaurtundua, 2015; Jose Luis Guijarro, 2013.
16 Diversos autores detallan distintas fechas tanto para el momento en que se produjeron las heridas como para el de su muerte. Elena Carano, Dizionario Biografico degli Italiani, vol. 77, www.treccani.it, sostiene que fue herido en la columa vertebral por un proyectil de metralla lanzado por la aviación franquista el día 16 de junio y que muere el 21 de julio en Santander. German Cortabarria Igartua, www.euskomedia.org/aunamendi, dice que fallece pocos días después del 15 de junio al ser bombardeado su cuartel general establecido en Zalla. Hugh Thomas, Historia de la Guerra Civil Española, Círculo de Lectores, Barcelona, 1976, p. 748, dice que fue herido en Zalla el 21 de junio y murió a causa de sus heridas en Santander el 19 de julio. Las fechas de los bombardeos principales sobre su cuartel general fueron el 21 y 22 de junio con varios gudaris muertos en ambas.
17
Video-entrevista: Agustin Laiseka, 2012.
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18
Juan Pardo, comunicación personal.
19
Video-entrevista: Juan Anjel Etxebarria, 2012.
20
Registro Civil de Zalla, 21-6-1937.
21 Ramón de Galarza, Diario de un gudari condenado a muerte, Ediciones Vascas Argitaletxea, San Sebastián, 1977, p. 181.
22
AGMAV, C. 690, 3, 6 / 3.
23
AGMAV, C. 685, 42, 22.
24
AGMAV, C.687, 5/68.
25
Registro Civil de Zalla, 22-6-1937; Video-entrevista: Elena Martínez de Musitu, 2012.
26
Video-entrevista: Carlos Ariño Ariño, 2013.
27
AGMAV, C.690, 3, 6/3.
28
AGMAV, C. 685, 14, 69.
29
AGMAV, C. 690, 3, 6 / 5.
Timoteo Casado, Memorias de un gudari republicano, Pamiela Etxea, Pamplona, 2014, pp. 73-74. Timoteo sitúa la acción contra la columna de tanques el día 20 de junio pero en el parte diario que el jefe de la 10ª Brigada envía al jefe de la III División aparece descrito en el correspondiente al día 23 referenciado en la nota anterior. 30
Aunque se identifica con el nombre “Posiciones Espaldaseca” en el plano de fortificaciones AGMAV, C. 1232, 35, 10, el dibujo representa el monte Rioya (678 m.), las cotas 400 y 459, situadas al frente y al otro lado del camino, y el barrio de Somokurtzio. 31
32
AGMAV, C. 1232, 35, 7.
33
Video-entrevista: Agustin Laiseka, 2012.
34
Video-entrevista: Bonifacio Allende Allende, 2014.
35
Jose Mº Hernandez, Diario de Jose Mª Hernandez, Fundación Sancho El Sabio, 24, 2006, p.196.
36
AGMAV, C. 687, 5 /79.
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37
Jose Mª Hernandez , Diario de Jose Mª Hernandez, Fundación Sancho El Sabio, 24, 2006, p. 196.
Jesús Galicia Ibarguen, Diario de Jesús Galicia. Prestado para consulta por su familia. Actualmente se encuentra depositado en Sabino Arana Fundazioa, Bilbao. 38
39
AGMAV, C. 687, 5 / 83.
40
AGMAV, C. 687, 5 / 84.
41
Jose Mª Hernandez, Diario de Jose Mª Hernandez, Fundación Sancho El Sabio, 24, 2006, p. 196.
42
AGMAV, C. 690, 3, 6 / 9.
43
AGMAV, C. 690, 3, 6 / 9.
44
AGMAV, C. 690, 3, 7 / 8.
45 Video-entrevistas: Jose Luis Guijarro, 2013; Juan Anjel Etxebarria, 2012; Registro Civil de Zalla. Los nombres de los asesinados son: Eugenio Gorrochategui Romeral y Fortunato De la Hoz Escarzaga.
Existe en el municipio de Galdames otra montaña conocida como La Cruz (803 m.) situada al N. del pico Larrea (632 m.)con la que se puede confundir. El monte Larrea, según la página www.mendikat.net también fue conocida como La Cruz y, aunque hoy en día nadie la denomina así en la zona, en los partes de guerra aparece con este nombre. 46
47
AGMAV, C. 690, 7, 4 / 21.
48
Video-entrevista: Donato Campos Ortiz, 2013.
49
AGMAV, C. 1232, 42, 96.
50
AGMAV, C. 685, 14, 94.
51
AGMAV, C. 1232, 42, 96.
52
Video-entrevista: Hilario Valverde, 2013.
AGMAV, C. 685, 14, 91. En este día 27 de junio se aprecia una contradicción entre los partes de ambos ejércitos, por un lado en este documento que se cita, firmado por el coronel Fernando Moreno Calderón, en Burgos, se habla de “temporal de lluvias intensas que se han mantenido durante todo el día” y por otro, podemos leer en el parte de operaciones de la 17ª Brigada del Cuerpo de Ejército de Euzkadi, AGMAV, C. 690, 3, 7 / 8, que “… 53
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los cazas enemigos han ametrallado entre las 12:00 y las 12:30 hrs”. También existe el testimonio de Jose Luis Guijarro (video-entrevista, 2013) quien relata cómo los aviones facciosos arrojaron bombas ese día en el barrio de Gallardi (Zalla) e hirieron a su compañero de escuela Eugenio Gorrotxategi Romeral quien, poco después, sería rematado por un soldado rebelde. 54
AGMAV, C. 685, 14, 94.
55
Video-entrevista: Donato Campos Ortiz, 2013.
56
Video-entrevista: Teresa Pagazaurtundua, 2015.
57
Video-entrevista: Hilario Valverde, 2013.
58
Video-entrevista: Paula Guijarro, 2013.
Juan Beiztegui, Memorias de infancia y juventud, guerra y postguerra del comandante Juan Beiztegui, del Batallón Loiola, Luis Ruiz de Aguirre Artxibategia, EHU/UPV, cinta 8, cara 15 y 16, p. 55. 59
60
Video-entrevista: Donato Campos Ortiz, 2013.
Ver Partes de Operaciones de los Freche Neri y del Ejército del Norte (sublevado) en AGMAV: C. 685, 42, 28; C. 685, 42, 31; C. 685, 42, 41; C. 685, 14, 56; C. 685, 14, 61; C. 685, 14, 62; C. 685, 14, 69; C. 685, 14, 72; C. 685, 14, 78; C. 685, 14, 90; C. 685, 14, 91; C. 1232, 42, 96. 61
62
Julio Ugarte, Odisea en cinco tiempos, Itxaropena, Zarautz, 1987, p. 100.
63
AGMAV, C. 690, 3, 6 / 5.
Talleres Omega (Zorrotza); un lugar indeterminado, localizado en la penetración por la cordillera de Sasiburu, con maquinaria traída de Durango (AGMAV, C. 685, 14, 56.); la Constructora Naval (ibid, C. 685, 14, 62.); La Magdalena (Sanfuentes) (ibid, C. 685, 14, 80.) 64
AGMAV, C. 690, 7, 4 / 24:”Existe entre las Unidades del Ejército un estado moral de depresión que paralizando la voluntad de acción, agrava las consecuencias de un episodio militar adverso” [la pérdida de Bilbao]. 65
Ibid.”Felizmente, la caída de Bilbao no ha traído consigo la caída del Ejército. Cerca de la Capital se mantienen casi intactas las fuerzas de Euzkadi que tienen en este momento que cumplir un deber sagrado. Pasarán los días de inferioridad en el aire, llegará el momento en que veréis abatirse las soberbias alas negras y entonces, bajo la protección de la Aviación de la República el Ejército del Norte devolverá golpe por golpe”. 66
Juan Ibarrola Orueta, Memorias de Juan Ibarrola Orueta, capitán de la Guardia Civil, Luis Ruiz de Aguirre Artxibategia, EHU/UPV, p. 10.
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MINTEGIKO PROGRAMA PROGRAMA DEL SEMINARIO
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MINTEGIA / SEMINARIO - Bonbardaketak Euskadin, 1936-1937 / Bombardeos en Euskadi, 1936-1937
MINTEGIA / SEMINAR IO
Bonbardaketak Euskadin
Bombardeos en Euskadi
(1936-1937)
Otxandio, Marki na Durango, Lekeit , Legutio, Eibar, Bilbao, io, Gernika, Zalla ...
Gernika-Lumo (Elai-Alai Ar
etoa)
Apirilak 24 - 25 abril 20
17
Ángel Viñas Paul Preston Xabier Irujo Patxi Juaristi Aitor Miñambr es Jesús Gutierre z Joseba Agirreaz kuenaga Jon Irazabal Iñaki Goiogana Iosu Galarreta
1937-04-26
GERNIKA-LUMO
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Antolatzaileak / Organizadores: Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa Fundación Museo de la Paz de Gern ika Foru Plaza 1, 4830 0 Gernika-Lumo BIZK AIA / Tel +34 94 6270 dokumentaziozent rua@gernika-lumo.n 213 et www
.bakearenmuseoa .org
/ www.museodelap
az.org
MINTEGIA / SEMINARIO - Bonbardaketak Euskadin, 1936-1937 / Bombardeos en Euskadi, 1936-1937
RIO MINTEGIA / SEMINA
toa)
Gernika-Lumo (Elai-Alai Are
17
Apirilak 24 - 25 abril 20
tak Euska-19din37) Bonbardake s en Euskadi (1936 Bombardeo
a, Zalla... Lekeitio, Gernik Bilbao, Durango, a, Legutio, Eibar, Otxandio, Markin
atuek zuk lehenago, altx atu est no hilabete bat Estatu kolpea bai eskatua zioten Mussoliniri, eta one azi ra Avi laguntza militar hauen ondorioz, niarra Hitlerri. Kontaktu Condor (LC) alema ziren. kolpearen ostean ion Leg eta a iarr Legionaria (AL) ital ean borrokatzera bidaliak izan zup e hauek, Francoren zerbit ekin batera, aireko bi indar unitat an, 1000 arr Ind e Air Iparreko ztuaren 18 bitarte euskal abu 7ko 193 k 22ti n zituzten 1936ko uztailaren o aurrera erama iag geh no bai bonbardaketa lurraldean. a edo gerna honen ekintz bardaketa kanpai Haietariko gehien. eta Beldurrezko bon hon i teg da benahi da min ean, garrantzitsua taeren berri eman a betetzen den urt tea. nen 80.urteurren bat egi on sak ta rke ike raien inguruko
ados ya militar, los sublev se diera el golpe del golpe Meses antes de que militar a Mussolini y después azione da Avi habían pedido ayu uencia de estos contactos, la sec na fuea Hitler. Como con a y la Legión Condor (LC) alema ian to con las Legionaria (AL) ital vicio de Franco. Jun a combatir al ser es aéreas ejecudad uni ron enviadas par bas am Norte (FAN), lo vasco Fuerzas Aéreas del bombardeo en sue 0 operaciones de agosto de 1937. taron más de 100 el 18 de y 6 193 de o juli entre el 22 de ados de hechos más destac liza algunos de los ror. Cuando se cumple el El seminario ana ter de s er una bombardeo esta campaña de mayoría de ellos, es importante hac la 80 aniversario de da sobre los mismos. fun pro investigación
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A 7ko APIRILAK 24, ASTELEHEN
201 GOIZEZ
r gelan. o Udaleko Batza Gernika-Lumok alak antolatuta Ud Gernika-Lumoko en 12:00 batutako testigantz ood “Egurtxiki”-k o • William Smallw Museoa Fundaziok en ear Bak ako donazioa Gernik u zuten Presidenteari. n Gernika bonbat ood “Egurtxiki”re azko • William Smallw liburuaren euskar ak ntz tiga tes en eguna. Lekuko pena. bertsioaren aurkez
ARRATSALDEZ n (Foru Plaza, Gernika-Lumo).
LUNES, 24 de ABRIL de 201
a-Lumo. iento de Gernik s del Ayuntam o Lum Salón de Pleno karni Ge de miento Organiza Ayunta s del 12:00 os de superviviente ón de los testimoni Smallwood “Egurtxiki” al • Acto de donaci lliam Wi por dos ogi la Paz de Gernika. bombardeo, rec dación Museo de en Presidente de la Fun o en euskera Gernika bonbatu zut libr ood • Presentación del de William Smallw ak ntz tiga tes en eguna. Lekuko “Egurtxiki”.
MAÑANA
a-Lumo). TARDE ru Plaza, Gernik seo Sala Elai-Alai (Fo cumentación de la Fundación Mu
de Do Organiza Centro o ka Elai Alai aretoa Museoa Fundazioko Dokumentazi de la Paz de Gerni en rio. Gernikako Bakear ración del semina ugu Ina a :15 tut -16 ola 16:00 Zentruak ant ría Gorroño Ma . é la Paz de Gernika. iera Jos de • irek n seo tegiare dación Mu 16:00-16:15 Min sidente de la Fun Pre ño rro ea. ro o Vasco. ioko President • José María Go • Aintzane Ezenar ria Gogora, Gobiern en Museoa Fundaz tuto de la Memo Gernikako Bakear Directora del Insti orkia ro Jaurlaritza. ko Ast Eus . itio aria mo • Aintzane Ezenar Mo end rnika. • Iratxe en Institutoko zuz seo de la Paz de Ge Gogora Memoriar orkia Directora del Mu Ast nasterio aria. Teresa Núñez Mo • Iratxe Momoitio end a An zuz ta: ko a. sen seo Pre Mu en bardeo de Gernik 16.15-18.00 Gernikako Bakear ación sobre el Bom nasterio ent Mo cum ñez Do Nú de esa tro Cen el apoyo : Ana Ter a. re lea tru sob kez zen es Aur ion azio .00 iac ent 16.15-18 ko Dokum gel Viñas. Negoc daketaren inguru 16:15-17:00 Án Gernikako Bonbar nco. eta fazistek nazi-fascista a Fra as. Francori nazi Viñ gel Án :00 16:15-17 oziazioak. guntas. zaren inguruko neg 17:00-17:15 Pre s en emandako lagunt s de los Bombardeo ier Irujo. Un Atla Xab ak. :45 der -17 Gal :15 17 n 17:00-17:15 ete 7) dak 193 bar 36riko bon Euskal Herria (19 ier Irujo. Euskal Her 17:15-17:45 Xab guntas. 7) 17:45-18:00 Pre Atlasa (1936-193 Pausa Café . derak. :20 Gal -18 :00 :00 -18 18 :45 17 . erako atsedenaldia 18:00-18:20 Kaf
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MINTEGIA / SEMINARIO - Bonbardaketak Euskadin, 1936-1937 / Bombardeos en Euskadi, 1936-1937
MINTEGIA / SEMINA RIO
Bonbardaketak Euskadin
Gernika-Lumo (Elai-Alai Are
toa)
Apirilak 24 - 25 abril 20
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Bombardeos en Euskadi (19 36-1937)
Otxandio, Markin a, Legutio, Eibar, Bilbao, Durango, Lekeitio, Gernik a, Zalla...
18.20-19.30 Aur kez Gernikako Bakear lea: Iratxe Momoitio Astorkia en Museoa. 18:20- 18:50 Jon Irazabal. Otxandio bonbardaketak. eta Durangoko 18:50-19:10 Pat xi Juaristi. Gerra Zibilean Berriatua, Markina-Xemein, Etx Munitibarren ego ebarria, Ziortza-Bolibar eta ndako populazioare bonbardaketen ond n kontrako orioak, ezaugarria k eta bizipenak. 19:10-19:30 Gal derak. 19:30-20:30 Pau l Preston eta Mig uel Aguilar. Paul Preston-en La mu aurkezpena (Pengu erte de Guernica liburu berriaren in Random House argitaletxea).
GOIZEZ Elai Alai
2017ko APIRILAK 25, ASTEAR TEA
aretoa Gernikako Bakear (Foru Plaza, Gernika-Lumo). en Zentruak antolatut Museoa Fundazioko Dokumentazi a o
18.20-19.30 Pre senta: Iratxe Momo Museo de la Paz itio Astorkia de Gernika. 18:20- 18:50 Jon Irazabal. Bombar deos de Otxandio Durango. y 18:50-19:10 Pat xi Juaristi. Caract erísticas, vivencias y consecuencias de los bombardeo s aéreos contra la población civil de Berriatua, Markin a-Xemein, Etxeba Ziortza-Bolibar y rria, Munitibar durant e la Guerra Civil. 19:10-19:30 Pre guntas. 19:30-20:30 Pau l Preston y Miguel nuevo libro de Pau Agu l Preston La muert ilar. Presentación del Penguin Random e de Guernica (Ed House). itorial
MARTES, 25 de ABRIL de 201
MAÑANA Sala Elai-Alai (Fo ru
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Plaza, Gernika-L Organiza Centro umo). de 09.30- 11.30 Aur de la Paz de Gerni Documentación de la Fundación kezlea: Jesús J. Alo Museo ka Université Bordea nso Carballés ux-Montaigne. 09.30- 11.30 Pre senta: Jesús J. Alo 09:30-10:15 Pau nso Carballés Université Bordea l Preston. Britani ux-Montaigne. arrek Euskadin, ger garaian izandako pro ra 09:30-10:15 Pau laboristak eta pre tagonismoa: Royal Navy-a, gobern l Preston. El protag ntsa. ua, guerra en Euskad onismo británico i: la Royal Navy, el en 10:15-10:30 Gal gobierno, los laboris la y la prensa. derak. tas 10:30-10:50 Ait 10:15-10:30 Pre or Miñambres. Leg guntas. utio. Zeru ta lur arte an. 10:50-11:10 Jes 10:30-10:50 Ait ús or Miñambres. Leg bonbardaketak: Err Gutierrez. Eibarren kontrako utiano. Entre el cie la tierra. epublikaren hiri sin lo y bolikoa. 11:10-11:30 Gal 10:50-11:10 Jes derak. ús Gutierrez. Bom bar la deo ciu 11:30-11:50 Kaf dad símbolo de la s sobre Eibar, erako atsedenaldia república. . 11:10-11:30 Pre 11.50-14.15 Aur guntas. kezlea: Iratxe Mo moitio Astorkia Gernikako Bakear 11:30-11:50 Pau en Museoa. sa Café. 11:50-12:10 Jos 11:50-14:15 Pre eba Agirreazkuen senta: Iratxe Momo aga. Bilboaldeko bonbardaketa fran Mu itio Astorkia seo de la Paz de Gernik kistak (1936-37). a. 12:10-12:30 Iña 11:50-12:10 Jos ki Goiogana. Bon eba bardaketak Lekeiti franquistas del Bilb Agirreazkuenaga. Los bombardeo on. 12:30-12:50 Gal s ao metropolitano derak. (1936-37). 12:10-12:30 Iña 12:50-13:10 Xab ki Goiogana. Bom ier Irujo. Gernika bardeos en Lekeiti 1937. o. 12:30-12:50 Pre 13:10-13:30 Ios guntas. u Ga bonbardaketak Bilb larreta. 1937: Zallaren kontrakoa 12:50-13:10 Xab o konkistatu ond ier Irujo. Gernika oren. 1937. 13:30-13:50 Gal 13:10-13:30 Ios derak. u Galarreta. 1937: Bombardeos de Zal tra s la con 13:50-14:00 Me quista de Bilbao. la moriarako Artea - Arte para la Me liburu berriaren aur 13:30-13:50 Pre moria kezpena. guntas. 14:00-14:15 Min 13:50-14:00 Pre tegiaren itxiera. sentación del nue vo libro Memoriar Artea - Arte para ako la Memoria. 14:00-14:15 Cla usu ra del sem 1937-04-26 inario.
GERNIKA-LUMO
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Antolatzaileak / Organizadores: Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa : Dokumentazio Zentr Fundación Museo de la Paz de Gern ua ika: Centro de Docu Foru Plaza 1, 4830 mentación 0 Gernika-Lumo BIZKA dokumentaziozentr IA / Tel +34 94 6270 ua@gernika-lumo.n 213 et www.bakearenmuse oa.org / www.mus eodelapaz.org
MINTEGIKO ARGAZKIAK FOTOS DEL SEMINARIO
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MINTEGIAK / SEMINARIOS - Memoriaren memoria eza / Desmemorias de la memoria
Iratxe Momoitio, Aintzane Ezenarro
Xabier Irujo, Ana Teresa Núñez, Ángel Viñas
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MINTEGIAK / SEMINARIOS - Memoriaren memoria eza / Desmemorias de la memoria
Patxi Juaristi, Iratxe Momoitio, Jon Irazabal
Miguel Aguilar, Paul Preston
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MINTEGIAK / SEMINARIOS - Memoriaren memoria eza / Desmemorias de la memoria
Jesús Gutierrez, Aitor Miñambres, Jesús Alonso Carballés, Paul Preston
Iratxe Momoitio, Joseba Agirreazkuenaga, Xabier Irujo, Iosu Gallarreta
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Gern Lum
>> Ángel Viñas Negociaciones sobre el apoyo nazi-fascista a Franco
>> Paul Preston Britain and the Basque Campaign of 1937: The Government, the Royal Navy, the Labour Party and the Press
>> Jon Irazabal Otxandio: Crónica de una tragedia 31 de marzo de 1937. Objetivo: Durango
>> Patxi Juaristi Características, vivencias y consecuencias de los bombardeos aéreos contra la población civil de Berriatua, Markina-Xemein, Etxebarria, Ziortza-Bolibar y Munitibar durante la Guerra Civil
>> Aitor Miñambres Legutio, entre el cielo y la tierra
>> Jesús Gutierrez Bombardeos sobre Eibar, la ciudad símbolo de la República
>> Joseba Agirreazkuenaga Los bombardeos sobre Bilbao 1936-1937: “Reducir, a pesar de todo, Bilbao mismo ahora a escombro y cenizas”
>> Iñaki Goiogana “Las aves monstruas”. Bombardeos aéreos sobre Lekeitio, octubre de 1936
>> Xabier Irujo Gernika, un experimento de guerra
>> Iosu Gallarreta 1937- Bombardeos de Zalla tras la conquista de Bilbao
Hist Bild
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