DIRECCIÓN DE HISTORIA MILITAR– MUSEO MILITAR
CLARA ELISA NARVÁEZ ARTEAGA SEPTIEMBRE DE 2015
LA MUJER SOLDADO virtuosa deparará tal vez a sus hijos la fortuna de morir con la arrogante elegancia de los mártires, y con la alegría de los héroes de la Patria.
CLARA ELISA NARVAEZ ARTEAGA , Mujer-soldado , nacida en pasto, reconocida por el ejército colombiano como “cabo primero” . Tarjeta postal de homenaje . Fuente: Archivo familia Fernández Narváez. Popayán, 1997
Cuando se habla de la guerra, aparece ésta como un escenario únicamente masculino, “sólo para machos” y la mujer queda en el plano biológico de ser madre de esos varones y “guerreros”: “Las madres de los machos que defienden la heredad sagrada, han comprendido que la suerte
Pero la mujer nunca se conformó con el reducto que el poder le señalaba y durante las guerras de independencia en el sur, logró intervenir en los combates, camufladas como milicianas* o en calidad de "voluntarias" y "gualumbas"' de los patriotas. Otro contingente de mujeres a veces cargando a sus hijos acompañaban en la retaguardia" a los ejércitos y cumplían oficios domésticos. Por su parte las "godas”, mujeres realistas intervenían en el papel de correos, postas y espías. También asumieron
el carácter de proveedoras de municiones y de armas elementales, cuando los combates se desarrollaban en la periferia o en las propias calles de Pasto. En el momento en que llegaron a faltar los hombres, salieron a empuñar las armas, niños pastusos de 8 y 9 años de edad, en el acto entraban las mujeres a reemplazarlos.
TRANSCRIPCIÓN CAPÍTULO 5: ¡TODO POR LA PATRIA: EL CONFLICTO COLOMBOPERUANO Y CLARA E. NARVÁEZ, EL CABO PEDRO / LYDIA INÉS MUÑOZ CORDERO EDITORIAL FONDO MIXTO DE CULTURA NARIÑO SAN JUAN DE PASTO
En el proceso del conflicto colombo-peruano en 1932, una mujer pastusa Clara Elisa Narváez Arteaga, con nombre masculino, el de cabo Pedro, inscribe una señal en camino en pleno siglo veinte, en medio del horror de la guerra y la soledad de la selva: "yo buscaba el amor a la Patria, Porque la patria es una madre" (222) decía doña Clara al recordar aquellos sucesos.
RESEÑA CLARA ELISA NARVÁEZ ARTEAGA, EL CABO PEDRO Fecha de nacimiento: 17 de agosto de 1810 Sus padres:
Don José Narváez (Policía) y doña Transito Arteaga (Panadera)
Marcha a la guerra:
En 1932 con el contingente del Batallón Boyacá durante 12 meses
Contrae matrimonio con:
Luis Fernández Peña en 1936, Payanés, conductor de profesión, empleado público del Departamento de Popayán
Reseña
Descendencia:
Bárbara Elisa, José Bolívar, Carmen Elvira, Luis Eduardo, Alberto Enrique, María Cristina, Esperanza, Olga Lucia. Alcanzó a conocer a 11 nietos y 3 bisnietos.
Aproximación a su vida 2
Contenido:
El Cabo Pedro
Final de sus días:
Luego de la muerte de su esposo, doña Clara Elisa se dedicaba a las devociones religiosas. Días anteriores a su muerte entregó su rosario de oro a su nieto Carlos Alberto: porque "ella ya no iba a rezar más... además iba a hacer un largo viaje. Pasó a visitar a los vecinos avisando que sería la última vez que los vería, que ya sentía un frio en la espalda. el 16 de octubre de 1997 murió en Popayán la Sra. que es conocida por la historia colombiana como el Cabo Pedro , quien contaba en ese entonces con 87 años.
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CLARA ELISA NARVÁEZ ARTEAGA
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Aproximación a su vida
“Yo me llamo Clara Elisa Narváez Arteaga, Arteaga por mi madre, yo estuve en el frente...”*
Clara Elisa Narváez Arteaga, nace en la ciudad de San Juan de Pasto, el 17 de agosto de 1910*. Sus padres fueron don José Narváez y doña Tránsito Arteaga. El padre era pastuso y policía de profesión. Recuerda doña Gloria Arias, que don José en Pasto, “había sido de los primeros policías que había en los bancos, que andaba cuide y cuide. (223). Doña Tránsito Arteaga, la madre, era de origen ecuatoriano pero pastusa de nacimiento. Tenía como oficio el de amasar pan.
maría en su hogar donde las reglas de disciplina y el rigor materno intervinieron en ello. Desde la adolescencia se inclinó por el servicio solidario, contó con la oportunidad de prepararse en primeros auxilios y rudimentos de enfermería, práctica serviría más tarde para el tiempo de la guerra.
Clara Elisa cursó hasta el tercero de primaria en la escuela local e hizo la primera comunión en la iglesia de las religiosas Visitandinas, ubicada en el barrio Maridíaz. Años después la familia se trasladaría a una vivienda frente al Batallón Boyacá, en el sector de El Ejido. Por la vecindad, se atendía el lavado de los uniformes del ejército, pero la madre continuaba con la panadería. Clara Elisa contó con siete hermanos, dos mujeres y cinco varones. Ella fue la segunda de los hijos. Los nombres de sus hermanos, la mayoría fallecidos, fueron: Luis, Antonio, Juan, Gabriel, quien vive en Cali y Merceditas (Miche) que reside en Pasto.
Luego de su regreso a Pasto, su ciudad natal, retornó en alguna ocasión al Putumayo y allí conoció a don Luis Fernández Peña, oriundo de Popayán, conductor, empleado oficial del Departamento, con el cual contrajo matrimonio en la iglesia de San Agustín, en la ciudad de Pasto, en el año de 1936.
De cómo era Clara cuando jovencita, su sobrina Gloria la recuerda: “.. .la tía Clara, veía a un niño sucio, lo cogía y le sacaba la ropa para lavársela. Contaba mi mamá Mercedes que cuando era pequeñita y mi tía Clara era señorita, a las cinco o seis de la mañana, les decía a sus hermanos: ¡levántense!, ¡levántense! y a quitarles las cobijas y ponerse a jabonar. Se iba al río con los montones de ropa porque a ella no le gustaba ver nada sucio. Ella se ponía a lavar, a veces sin mayor necesidad. Desde muchacha le gustaba hacer el bien a todos, era bien voluntaria, decidida (225).
A lo largo de su vida, doña Clara Elisa Narváez, recibió diversos homenajes por parte del Estado, pero ningún gobierno reconoció sus servicios con pensión alguna como excombatiente ni brindo recursos para vivienda propia.
El carácter de Clara Elisa, se for-
Cuando tenía 22 años se marchó a la guerra en 1932, con un contingente del Batallón Boyacá, en la campaña amazónica, hacia Puerto Asís, en cuya actividad estuvo doce meses.
La Familia Fernández-Narváez se fue a residir a Popayán y allí nacieron sus hijos: Bárbara Elisa, José Bolívar, Carmen Elvira, Luis Eduardo, Alberto Enrique, María Cristina, Esperanza, Olga Lucia. Alcanzó a conocer a 11 nietos y 3 bisnietos.
En los últimos años de vida y después de la muerte de su marido, doña Clara Elisa se dedicaba a las devociones religiosas. Sus amigas más cercanas fueron doña Felicitas y Primitiva Lasso en Pasto y Cecilia Martínez. Su hijo Luis Eduardo, la recuerda como una persona "muy humana y servicial. Su cualidad, el razonamiento social, se destacó mucho por eso. Ella solía decir, los hombres cuando piensan, nunca se echan para atrás” (227) En los días anteriores a su muerte, doña Clara Elisa, presentía su deceso, entregó el rosario de oro a su nieto Carlos Alberto, porque ella ya no iba a rezar más, además iba “a hacer un largo viaje”. A los vecinos los pasó a saludar, avisándoles que era la última vez que los veía y que ya sentía “un frío en la espalda (228). El día 16 de octubre de 1997, murió en Popayán, Clara Elisa Narváez de Fernández, conocida en la historia social de Colombia como el “cabo Pedro”, contaba en aquel entonces con 87 años de edad.
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El Cabo Pedro Corre el año de 1932, con la invasión de puerto Leticia en la frontera con el Perú, el país entero está conmocionado. La actividad diplomática sigue su curso. El llamado a presentarse como voluntario en los cuarteles se hace urgente. En la prensa local, las crónicas dan cuenta de los hechos: “Pasto, está viviendo la locura dignificante y bella de los instantes que marcan la ruta de los pueblos; en esta hora sobre el lomo de su resignada tranquilidad está cabalgando precipitadamente y con arrogante ademán el empuje de su sangre guerrera que ha blasonado siempre su historia...” (229). Clara Elisa Narváez Arteaga, tenía 22 años de edad y sus ideas eran conservadoras, con las cuales ya había acometido a los políticos y al alcalde de la ciudad. Recuerda ese momento de su vida: “Jugaba todavía con las muñecas, me robaron una canasta de pan, mi mamá amasaba. Y se escuchaba: ¡Gente! ¡Gente para la guerra!...” (230). Al parecer por el robo del canasto o por otra “travesura”, la madre castigó a Clara, y ella quedó muy “sentida”*. Al saber que se “necesitaban voluntarios para ir a defender la patria en la guerra contra el Perú” (231), aprovechó la oportunidad y se presentó: “Estaba en la calle y a eso de las cinco de la tarde salió un coronel y a los que estábamos presentes nos dijo: “Un paso adelante los hombres que quieran ir a la guerra”. Entonces nadie quiso, por miedo a las balas. Yo dije: “me voy”, él me preguntó “pero usted es mujer, ¿no pensado en sus padres? Después de decirles que ellos no estaban, me aceptaron…” (232). Cuando los padres se enteraron nunca se preocuparon de enviarle ropa o ayuda alguna. A Clara Elisa nunca le importó, tampoco el que su novio* se quedara en Pasto, sin querer “ir a pelear” con ella en la guerra. El Coronel Rodríguez del Batallón Boyacá, encargado del reclutamiento de tropas con destino al Putumayo, intentó persuadirla hasta el último momento sobre las inconveniencias del viaje. A lo que Clara Elisa replicó: “Cuando de defender la patria se trata, los militares dejan de mandar y es el pueblo el que se pone al frente” (233). Esa misma noche se quedó en el cuartel para evitar que la dejaran. Le entregaron la dotación militar, pantalones, camisa y botas “quimbas”. Su cuerpo pequeño de mujer, quedó debajo del uniforme de guerrero. ¿Cómo nació el cabo Pedro, para la historia? Otoniel Díaz, cuenta lo que a él le contaron: “Murió un cabo llamado
Pedro, quien tenía por todo haber una cinta, y su voluntad última fue de que esa cinta la poseyera el soldado que mejor se distinguiera, y he aquí, que el teniente Lozano y Lozano se la cedió a Clara Narváez, a la mujer-soldado nariñense, quien fue conocida desde ese día con el nombre de cabo Pedro” (235). Al respecto, recordaba doña Clara: “Todos me respetaron, gracias a Dios. Todos se sintieron hermanos míos, todos se sintieron hijos. Todos se sintieron familia mía, me trataban con mucha dignidad. Me decían: ‘cabo Clara, venga’. Yo les decía, pues si me dicen Clara, no me digan cabo, sino Clara, no más. Ellos replicaban: ‘No, usted es cabo para nosotros, porque es el respeto para nosotros’. A mi me respetó la tropa íntegramente” (236). Fueron muchos los tropiezos y pruebas que tuvo que soportar Clara Elisa, para demostrar que su presencia obedecía a su sentimiento y voluntad patriótica, que nada tenía que ver si era hombre o mujer. Cuando llegó a Puerto Asís y se aprestaba a embarcarse: “Un oficial -dice ella-no me iba a dejar abordar el barco, pero luego de cruzar varias palabras y explicarle que yo también tenía derecho de ir a defender la patria, no tuvo más remedio que dejarme subir” (239). El oficial la había increpado diciéndole: “Deténgase que esto es para hombres y usted es una mujer”. A lo cual Clara Elisa le contestaría: “Soy un hombre-mujer y voy a ir”. En los días de amenaza de combates, se escuchaban ruidos en los aires y alborotos en la selva, el cabo Pedro, la mujer-soldado, iba por ciénagas y pantanos, con movimientos ágiles y en silencio, sin dejar de animar a sus compañeros: “Vámonos por las orillas. Si nos coge la muerte, allí está”. Y el otro dice “que cómo, si caen bombas en el camino”. “¡Deje de ser cobarde y vamos!”. Ella remata: “¡No nos pasó nada y aquí estamos!” (267). El valor y el movimiento, en directa oposición a la quietud y cobardía. Dado el temperamento de Clara Elisa, la actividad y el trabajo constituyeron la línea de toda su vida: “Hacer por una cosa y otra y otra, para no tener ese ambiente de la cobardía en los brazos” (268). “De los nariñenses sólo sé decir – según Uribe Arango– que todos son valientes. Los vi esperando nerviosos de emoción y de furia la orden fulminante de un ataque. Los vi trabajando y sufriendo. Los vi alegres. Los oí reír
cuando todo era preparación para la muerte. Pero nunca los encontré tristes. El nariñense, ha sido siempre cuerpo de principio. La frontera son esos soldados insomnes que, como hitos armados y avanzantes, están listos donde se abrirá el ala musical de la victoria, o un ancho cementerio para los héroes sin nombre que han empezado a caer” (241). En entrevista para El Derecho, el doctor Arango Uribe, manifestaba: “Ahora te digo que los soldados de Nariño están bien. En el brazo tienen la fuerza de la patria, que sorbieron como raíces místicas sus dedos libertadores” (242). Y al referirse al cabo Pedro, agregaba: “Sólo he hablado de hombres, y es Nariño quien envía al frente a una mujer-clemencia. La loca Clara, corre abajo de Caucayá, quien con su genio cerrero y su compasión, ha acompañado a la tropa en las jornadas monocordes del río Putumayo y con los caminos que se descuelgan como rastros de alpinista entre Puerto Asís y Pasto. No se fatiga, no gusta de la gula del descanso que es enfermedad del trópico. Va como a una fiesta de vereda, cantando y aliviando. Tiene una mano rapaz para conseguirles a los soldados los alimentos de dieta, las frazadas contra el frío morado de las campañas; las medicinas. Es, para los que acompaña, el vehículo de las obras de misericordia. Su corazón percibe el paso tiritante de la fiebre palúdica, y las ávidas manos de la loca Clara son tácitas y blandas como si el dolor de los soldados hubiese amenazado la cólera de sus dedos violentos, la loca Clara tiene aún el genio brioso y la angustia encantadora de su vida. No ha dejado de ser ella. Ríe, canta, araña, insulta, brama de bravía o de mirarse lo malo que tenga dentro. Y ay! del silencio de la loca Clara! Sería una manía roja de la guerra. Piensa siempre en un soldado que cerró los ojos sin lágrimas, como mirando sobre el tronco rasgado, deshecho, chorreante de sangre y piltrafas; otros ojos goteaban el fuego del dolor profundo” (243). Doña Clara Elisa, dice que al comienzo con el impulso de su juventud y amor a la patria, cuando se encontraba en el vértigo de la guerra, estaba “dichosa y feliz”, pero al confirmar que ella y la tropa convivirían por un largo tiempo: “sintió un desvalijamiento y les dije, muchachos no hacer escándalo, porque sólo con la tropa y quien nos maneje, no podemos hacer nada. Seamos compañeros. Juntos vivamos aquí en gracia de Dios, que algún día si salimos bien y si salimos mal, tampoco hacemos mal. Encima de Dios no hay nadie, atrás tampoco, ni a la derecha, ni a la izquierda es todo ello y existe Dios” (245).
“yo no he venido a cocinarle a nadie, para eso me hubiera quedado en mi casa, he venido a defender a mi patria”
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Notas: * (223) Teléfono: 2812548 2813086 http//:museo-militar.webnode.com.co Correo: museomilitar@cgfm.mil.co @museomilitarcol
(225) (226) (227)
(229) * (231) * (232) (233)
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(235) (236) (239 (243) * (244) (245) (267) (268)
Existen varias versiones sobre el año y fecha de nacimiento. Aquí se incluye la versión familiar. Entrevista con la señora Gloria Arias Narváez, sobrina de Clara Elisa Narváez. Pasto, 1997. Casette, lado A. Ibídem. Entrevista a doña Bárbara Elisa Fernández Narváez. Por Lydia Muñoz C. Asistente: Dra. Aura Marina Díaz B. Popayán, 8 de enero de 1998. Cassette Maxvall.” Entrevista a don Luis Eduardo Fernández Narváez. Por Lydia Muñoz C., asistente Dra. Aura Marina Díaz B. Popayán, 8 de enero de 1998. Cassette. C.D.R.B.R, Pasto. Archivo periódico El Derecho, Interdiario, año V, No. 549. Pasto, p. 3. Columna “Al Mar gen de la vida". Pasto, 16 de febrero de 1933. Entrevista con doña Clara Elisa Narváez de Fernández. Por Lydia Muñoz, asistente Aura Marina Díaz B. Popayán, julio de 1998. MONZÓN SOLÓRZANO, Juan Carlos. La insólita historia de Clara “El cabo Pedro”, En Revista del Jueves, El Espectador. Bogotá (s.m.d.). Archivo familia Fernández Narváez. Popayán. Modismo nariñense que quiere decir “ofendida injustamente”. Ibídem. CASTILLO PATINO, Alexander. Valores humanos. Clara Elisa Narváez una heroína que se enfrentó a los peruanos. En: el periódico El Liberal, Popayán, sábado 24 de julio de 1982. p. 2. Archivo familia Fernández Narváez. Popayán. Otra versión que sostiene doña Mariana Guerrero, según lo que le contaba, su padre Alberto Guerrero Bena vides, excombatiente, dice que Clara era novia de uno de los soldados del Batallón B o y a c á , por la vecindad y porque las Narváez, lavaban la ropa del ejército y ella se fue a la guerra por acompañarlo. Entrevista con la señora Mariana Guerrero. Por Lydia Muñoz C. Asistente Cristina. MARTÍNEZ, Jesús Absalón. Nariño y la guerra. Ibidem. p. 200. Referencias sobre “El cabo Pedro” por Otoniel Díaz, Corregidor de Chavaco. La cinta era tricolor. Entrevista a doña Clara Elisa Narváez de Fernández. Por Lydia Inés Muñoz C. Asistente Dra. Aura Marina Díaz B. Popayán, julio de 1997. MONZÓN SOLÓRZANO, Juan Carlos. La insólita historia... Ibidem Ibidem. El apelativo de la “Loca Clara” se hace con afecto y cariño. Arango Uribe o Uribe Arango fue corresponsal de “El País” en él frente de guerra. En la primera oportunidad que tuvo de contar con un sacerdote en la base, le pidió que absolviera a todos de sus pecados, porque no había tiempo de confesarse. Entrevista a doña Clara Elisa Narváez. Por Lydia Inés Muñoz C. Asistente Dra. Aura Marina Díaz B. Popayán, julio de 1997. Cassette. Ibídem. Entrevista a doña Clara Elisa Narváez de Fernández. Por Lydia Muñoz C. Asistente Dra. Aura Marina Díaz B. Popayán, julio de 1998. Ibídem.