Por: María Guadalupe Gutiérrez Gutiérrez
El periodo de exámenes de los institutenses era alrededor de noviembre o en junio para los alumnos que estudiaran Gramática Latina y estuvieran en disposición de pasar a otra cátedra. Los exámenes para los alumnos de todas las materias comenzaban el 10 de noviembre y concluían el 1° de diciembre; para esos días el director del Instituto pedía al gobierno que designara a los sinodales correspondientes para cada materia, pues los alumnos eran examinados de forma oral y escrita. Estos sinodales regularmente eran los propios profesores del colegio, pero cuando hacía falta alguno, podían llamar a algún ciudadano experto en la materia. Eran actos muy importantes, puesto que también se hacían concursos de oposición para ser Preparador de Clase o Profesor. Los exámenes de Gramática Latina e Idiomas duraban media hora; los de derecho Canónico y los de Romano y
Patrio, dos horas y los de las demás materias, una hora. Los sinodales firmaban el libro de calificaciones, junto con el director, quien anotaba las calificaciones que a su juicio merecían los alumnos examinados, oyendo al sinodal respectivo. Así decidían también quiénes eran dignos de tener acto u oposición, quienes de tener en efecto y de entre éstos, quien podía obtener un premio. Las calificaciones eran marcadas de la forma siguiente, las cuales fueron cambiando de acuerdo al reglamento: · Especialmente Bien · Perfectamente Bien · Muy Bien · Bien · Regular · Restringido · Reprobado
Los restringidos podían presentarse de nuevo antes de que se abrieran los cursos del año siguiente, del 10 al 20 de enero. En cada clase no podía haber más de un acto público u oposición, el cual sustentarían a lo mas cuatro alumnos; duraría hora y media; habría tres réplicas, y cada réplica preguntaría media hora. En ninguno de estos actos podía haber padrinos o tutores, por ningún motivo, para que no pudieran tener influencia sobre su calificación. Pero si asistía todo el colegio, recibiendo al gobierno formado. Se nombraban comisiones que reciban a los invitados y los conducían a sus asientos, en todo el tiempo del acto; estos comisionados eran los únicos que recibían y acompañaban al gobierno cuando llegaba después de comenzada la función, poniéndose solo en este acto en pie todo el colegio. Tomado de: Reglamento del Instituto Literario del Estado de
México, 1850.
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