El fondo de la educación... Los Becarios

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UAEM

El fondo de la educación… LOS BECARIOS

Por: María Guadalupe Gutiérrez Gutiérrez


E

l plan de nación que daría forma a la naciente República Mexicana, consignaba al ramo de educación como uno de los proyectos destinados a enfrentar el problema de analfabetización y la labor de ocupar los nuevos cargos públicos, para lo cual se necesitaba tener al frente a los jóvenes naturales de la nación durante las primeras décadas del siglo XIX. Fue así como se crearon los Institutos Literarios en la mayoría de los estados de la federación; dichos establecimientos tuvieron como base brindar educación para los jóvenes de escasos recursos, sin embargo, no se dejó de lado la educación selectiva dentro de los estados, ya que cada uno de sus municipios tenía que enviar a un alumno, el cual sería patrocinado por cada ayuntamiento hasta formarlos como profesionistas. De acuerdo a la reglamentación y leyes orgánicas del Instituto, que obedecen a la Ley Nacional de Instrucción Pública, se desprendió una cierta clasificación de becarios entre los estudiantes del Colegio, destacándose durante el periodo de 1851 a 1931 los de Número, los de Municipalidad, los Pensionistas, los Normalistas y los De Beca, cada una de estas modalidades fue variando con el paso de tiempo, en cuanto a los beneficios, los requisitos para obtenerla y lo más importante, en el nombre; aunque en su esencia siguieron funcionando como habían surgido.


La primera categoría era otorgada al descendiente del fundador del edificio del Beaterio más cercano en parentesco, y de mayor pobreza, al cual se le debía otorgar educación, alimentos, vestido, ropa limpia y libros, hasta concluir los estudios profesionales. Los alumnos municipales eran los becados de los distritos que conformaron, durante el siglo XIX, la extensa área del Estado de México, entre ellos destacan, Acapulco, Cuernavaca, Sultepec, Taxco, Tula, Huejutla, Sultepec, Toluca, entre otros; cada ayuntamiento de distrito nombrará un niño menor de catorce años, vecino de la municipalidad, pobre, estar sano, que sepa leer y escribir, sea de buena conducta y habilidad, tener concluida la primaria. Conforme a los alumnos municipales, estaba pensado que fueran los más numerosos porque el ayuntamiento de los municipios tenía la obligación de, año con año, enviar a un alumno representativo que cumpliera con los requisitos antes mencionados. No es de extrañarse que los municipios no contaban con los fondos necesarios para cubrir ese gasto; consientes de la problemática económica imperante entre la sociedad, el Estado aprobó el apoyo mutuo entre varias localidades, para sufragar al menos un alumno entre varias municipalidades con dieciséis pesos mensuales. Es por ello que los alumnos municipales matriculados no correspondían en igualdad de número a la cantidad de municipios que existía en ese entonces. Del mismo modo, resultaba un problema serio enviar a los alumnos para cada ciclo escolar.


Cabe mencionar que el territorio mexiquense fue segregado hasta perder los actuales Estados de Querétaro, Hidalgo, Guerrero, parte de Tlaxcala y Morelos, dejando con ello, el financiamiento de alumnos procedentes de esos territorios. Los becarios pensionistas eran los alumnos que vivían en el Instituto y pagaban cada mes diez pesos para sus alimentos y enseñanza o veinte pesos más si querían ropa limpia, libros y vestido; aunque existía una variación de éste que perduró durante largo tiempo: los medio pensionistas o semi pensionistas, que pagaban seis pesos mensuales por sus alimentos, permaneciendo en el Instituto solo durante el día, ya que dormían en sus casas; o incluso podían pagar la cantidad de cinco pesos por vivir en el Instituto, recibiendo comida de sus casas. Para 1886, solo era pensionista quien vivía en el Instituto y pagaba pensión anual de ciento veinte pesos por sus alimentos durante el año escolar. Cabe aclarar que para 1931, los alumnos llamados pensionistas, eran los becados por sus municipios. Complementaban esta lista las dos últimas categorías, los Normalistas y los De Beca, los primeros eran alumnos dedicados exclusivamente a la carrera de profesores de tercera clase. Estos alumnos pensionados por los distritos, comenzaron a partir de 1896, se elegían por ser pobres, de buena conducta, de doce años de edad, vacunados y sanos, que hablaran alguno de los idiomas el país, y que hayan concluido su instrucción primaria obligatoria.


Tenemos por último los De Beca, donde vemos por primera vez que se nombran como tal en la legislación del ICLA, pues en 1931 se les considera así a los alumnos “de beca sostenida con fondos públicos del Estado”, a ellos se les proporcionaba educación, alimentos, vestuario, y los demás elementos necesarios para su subsistencia y para la buena marcha de sus estudios. Tenían derecho a beca: los hijos e profesores del Instituto; los alumnos que carezcan de recursos para seguir sus estudios y los jóvenes menesterosos a quienes la H. Legislatura del Estado concediera tal beneficio en virtud de sus circunstancias. De acuerdo a su clasificación anterior, los alumnos sólo podían aspirar a cierto tipo de profesiones, en especial los de municipalidad, puesto que al ser becados por su ayuntamiento, debían dedicarse a estudiar la carrera de Derecho. Los alumnos de número estaban destinados a estudiar Agrimensura, Agricultura, Industria o Comercio. Por el contrario, los alumnos pensionistas y externos (acudían sólo a recibir clases al Instituto*) podían escoger su profesión o lo que mejor creyeran sus padres o tutores. Un dato interesante, que va a de la mano con la distribución de becas, fue la entrega de premios, estos eran otorgados al final del año escolar a los alumnos que tuvieran las mejores calificaciones, principalmente


en ciencias, y hayan demostrado buenos modales en cada una de las clases. Dichos galardones consistían en la entrega de libros, reconocimientos y lo más importante el Instituto los podía becar para continuar su formación académica en otro plantel, en caso de que no estuviera la carrera que ellos quisieran, regularmente eran enviados a la Ciudad de México. Con lo anterior vemos que desde las primeras décadas de vida del Instituto, éste se enfocó en educar bajo diferentes visiones a los alumnos, a través de la historia y de las nuevas corrientes de pensamiento; existió un gran compromiso por solventar económicamente a los jóvenes del Estado de México, que pretendían alcanzar un grado académico mediante el estudio de una profesión, para así poder tener una vida sustentable y honrosa, que la época imponía al cuerpo estudiantil y docente, debido a que se regían por normas enfocadas a formar ciudadanos altamente educados y urbanizados, capaces de mostrar ante la sociedad una intachable moral. Tomado de: 1. Buchanan Martín del Campo, Elizabeth. El Instituto de Toluca bajo el signo del positivismo 1870-1910. UAEM, 1981. 2. Margarita García Luna. El Instituto Literario de Toluca (Una aproximación histórica). UAEM, 1986. 3. Legislación del Instituto Científico y Literario Autónomo, de 1851 a 1931. *El Director del Instituto llevaba un libro de alumnos externos, en el que anotaba el nombre de cada uno de ellos, el lugar de su nacimiento y vecindad, su edad, las señas de la calle y casa en que habitaban, anotando el día en que se expidió la boleta al catedrático respectivo para su admisión.


Dr. en Ed. Alfredo Barrera Baca Rector M. en S.P. María Estela Delgado Maya Secretaria de Docencia

Dra. en D Luz Monica Marina Mondragón Ixtlahuac Secretaria de Cultura Física y deporte

Dr. en C.I. Carlos Eduardo Barrera Díaz Secretario de Investigación y Estudios Avanzados

Dra. en C.S. y Pol. Gabriela Fuentes Reyes Abogada General

Dr. en C.S. Luis Raúl Ortiz Ramírez Secretario de Rectoría Dr. en A.V. Edgar Miranda Ortiz Secretario de Difusión Cultural M. en C. Jannet Valero Vilchis Secretaria de Extensión y Vinculación M. en E. Javier González Martínez Secretario de Administración M. en E.U.R. Héctor Campos Alanís Secretario de Planeación y Desarrollo Institucional

Lic. en Com. Gastón Pedraza Muñoz Director General de Comunicación Universitaria M. en R.I. Jorge Bernaldez García Secretario Técnico de la Rectoría M. en A. P. Guadalupe Santamaría González Directora General de Centros Universitarios y Unidades Académicas profesionales M. en A. Ignacio Gutiérrez Padilla Contralor Universitario

M. en L.A. María del Pilar Ampudia García Secretaria de Cooperación Internacional

Museo de Historia Universitaria “José María Morelos y Pavón” Instituto Literario No.100, Colonia Centro, Toluca, Estado de México Patio del Cincuentenario, Edificio de Rectoría Lunes a viernes de 10:00 a 17:30 Acceso Gratuito


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