El coleccionista sustrae del mercado aquellos bienes –obras de arte, pero también objetos que considera culturalmente relevantes– cuyo valor, sospecha, trasciende el mero intercambio de dinero. Walter Benjamin sostenía que el coleccionista, en tanto sabe captar el carácter de una obra, su potencialidad, se vuelve un “adivino del destino”. Puesto que somete a las obras a un conjuro mediante su goce privado, que las vuelve parte de una serie imaginaria en la cual, finalmente, adquirirán sentido. Es, estrictamente hablando, un productor de memoria futura. Sobre todo si su objeto de deseo es el arte del presente, no sujeto aún a consagraciones que garanticen su valoración ulterior.
Extracto del texto introductorio de Andrés Duprat.
Exposición realizada del 17 de abril al 29 de julio de 2018.
Más información:
https://www.bellasartes.gob.ar/exhibiciones/una-historia-una-coleccion/