Vida primaria (serie de los Trogloditas)
L
a serie de pinturas conocida como los «Trogloditas», que recrea el contexto y las acciones del hombre de las cavernas, se encuentra tan alejada del primitivismo de las vanguardias europeas como de sus motivos más conocidos: los candombes, las danzas criollas y los bailes de salón. El artista fantasea —aunque siempre acotado a un marco sociológico afín a la corriente evolucionista— con situaciones que suceden en un pasado prehistórico. Conforme a su modo desprejuiciado y austero, Figari no incurre en la magnificencia de la epopeya ni en el mito ilustrado del «buen salvaje». Los actos que llevan a cabo estos seres primarios, casi siempre en pareja, pertenecen a una cotidianidad surcada por un hilo de asombro y de brutalidad, un hilo que parece a punto de romperse pero que no alcanza, sin embargo, a perturbar la tónica natural de sus jornadas. Es el día a día del hombre primero: sus logros, sus recompensas, sus triunfos en la supervivencia, sus fracasos necesarios. Para ubicar a sus personajes en contexto, se podría afirmar que al artista le basta con ceñirse a la etimología: «Troglodita, que vive en una cueva, compuesto de trogle “agujero” y dýno “me zambullo, me meto”». De allí que las hoscas figuras se encuentren siempre rondando el hueco de la caverna y mimetizadas en un paisaje de singular aridez pedregosa. De hecho, Figari había expresado la necesidad de iniciar con un basamento pétreo sus recursos como pintor: «Cuando decidí emprender mi pintura, seguro de que mis chapurreos de aficionado no bastaban para abordar la obra inédita que me seducía […] Empecé por tratar de sugerir abstracciones por medio de piedras, y dicho ejercicio, que a mí me parecía fructuoso, me dejaba no obstante en la duda de si sería eficaz para comunicar con el espectador. Proseguí el método abordando temas simples, inquieto siempre por la misma duda…».11
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